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  • miércoles, 16 de abril de 2014

    Fan Fic: Once Upon a Time in Neverland 9


    Continuamos con las aventuras de Malcolm en un nuevo capítulo titulado The great fairy rescue.

    Chapter 9: The great fairy rescue

     
    P

    asaron los días aunque en Neverland no se notase. El eterno amanecer rosado dio paso a un día nublado que poco a poco se iba tiñendo de naranja. Ahora podría decirse que estaban en un atardecer sin fin. Con el tiempo, Rufio se había acostumbrado del todo a la vida en aquella isla, cada vez progresaba más en la magia, pero no siempre era Peter quien tenía algo que enseñarle.


    - ¿Qué es esto? – Había preguntado Peter tiempo atrás.


    - Un yo-yo.


    - ¿Yo-yo?


    - Sí.


    - ¿Y para qué sirve?


    Rufio lo cogió e hizo una demostración enseñándole varios trucos a Pan.


    - ¡Increíble! – Verificó emocionado - debe ser el invento más fascinante de tu mundo.


    - Bueno tanto como fascinante…


    - ¿Y esto? – Tomó una pequeña cajita de cartón.


    - Una caja de té, pero hace mucho que me lo tomé.


    - ¿Té?


    - Sí, es una bebida, está delicioso aunque casi todo el mundo prefiere el café. Es más común en sitios como Inglaterra o Marruecos… - Respondió de forma repipi.


    - ¿Café? ¿Marruecos?


    - Esto es el té – Rufio agitó una mano, no sin sentirse estúpido, y aparecieron dos tazas con agua caliente y bolsitas.


    Peter cogió una de ellas y se la metió en la boca.


    - No animal – rió Rufio - la bolsita no se come, se mete en el agua.


    - Ah – la metió en el agua, la sacó y se la volvió a llevar a la boca.


    - No, no – volvió a reír - Es así…


    Después, Peter había cogido la fotografía que le tomaron tras ganar el campeonato de tenis.


    - ¿Qué es el tenis? – Preguntó.


    - Un deporte.


    - ¿Y por qué se juega con una sartén…?


    Entre los objetos que guardaba el chico en su mochila había un libro, Tragedias de Shakespeare, que Peter insistió en que Rufio le leyera. La historia que más le gustó fue Hamlet, pero cansado de leer siempre la misma, el cuentacuentos había cambiado ese día y había leído Romeo y Julieta.


    - Unos obtendrán perdón y otros castigo, pues nunca hubo historia más dolorosa que esta de Julieta y su Romeo – concluía Rufio con el último párrafo que correspondía al príncipe de Verona.


    Peter estaba fascinado con la historia, y a él le fascinaban pocas cosas.


    - ¿Te ha gustado?


    - Creo que hay una Verona en El Bosque Encantado ¿Sabes? – dijo dudando bastante extrañado.


    - No me sorprendería si hay un Neverland…


    - ¿Me la lees otra vez?


    - ¿Y por qué no me la lees tú a mí? – Dijo Rufio ofreciéndole el libro.


    - Es que… no sé leer.


    - ¿No aprendiste a leer? – Preguntó el lost boy sorprendido.


    - Un poco pero hace mucho que no lo hago.


    - Pues practicaremos – le dijo Rufio con una sonrisa – Mira desde aquí…


    Peter carraspeó un poco antes de empezar.


    - Vale: “En la bella Verona, donde situamos nuestra escena, dos familias iguales una y otra en abolengo, impulsadas por antiguos rencores, desencadenan nuevos disturbios, en los que la sangre ciudadana tiñe ciudadanas manos…”


    Pero ya no pudo seguir, porque los lost boys comenzaron a distraerle con sus exclamaciones de sorpresa.


    - ¡¿Se puede saber qué diantres pasa?! ¿No se puede tener un momento de tranquilidad?


    - ¡Mira Peter! – Exclamó Rufio tan emocionado como el niño más pequeño - ¡Una lluvia de estrellas!


    Pan miró despectivo al cielo. Efectivamente, las estrellas fugaces lo atravesaban y daban un espectáculo que si a los demás los agradaba, a él le era indiferente, porque aunque tuviese todo cuanto podía desear, Pan estaba amargado. Sus altos estándares, el pensar que si no se exigían excelencia se obtendría mediocridad, el tener siempre el listón tan alto, le habían llevado a no encontrar nunca lo que quería y por ello a la insatisfacción perpetua. Sólo algunas personas habían alcanzado el mínimo, el pequeño Rumpel al que quería que se pareciera su hijo y Rufio quizá.


    - ¡VAMOS A VERLA! – Le dijo el susodicho.


    - No te emociones tanto que se te va a escapar el pis.


    El comentario no hacía falta, y hasta pudo herir el orgullo de Rufio, pero él en su inocencia se lo tomó a broma.


    - Pues iré yo solo, aunque tendré que salir a campo abierto, desde aquí no se ve bien.


    Rufio abandonó el campamento corriendo, en Nueva York o en el manicomio de Maine mucho menos, no tenía la posibilidad de ver esos “espectáculos”.


    Corría tan deprisa que no vio a la otra figura en la intersección y chocó con ella, cayendo ambos al suelo.


    - Que leñazo… - Farfulló levantándose y mirando al otro que lo imitaba - ¿Estás bien?

    - ¡En guardia! – Dijo enarbolando una espada de madera.


    - Eh, ¿Qué te pasa?


    - No vas a llevarme con Pan – Le gritó el otro con un gesto amenazador.


    - ¿Y para qué iba a llevarte con Pan? – Rufio no entendía nada.


    - ¿Acaso no eres un lost boy?


    - Sí, ¿Y? Tú también lo eres.


    - Ni en broma – respondió el extraño de pelo negro y largo.


    Rufio lo miró bien, no lo conocía.


    - ¿Quién eres tú? – Quiso saber Rufio.


    - Preséntate tú antes.


    - Soy Rufio, e iba a ver la lluvia de estrellas. Soy un lost boy pero no te he visto en el campamento – Dijo monótonamente.


    - Aguarda, eres tú, el que el otro día abandonó a mi amiga.


    - ¿Tú amiga?... – Y Rufio cayó en la cuenta - Ah, ¿El hada de azul?


    - Sí, Silvermist.


    - No estaba seguro de que debía hacer.


    - Pues por tu culpa perdimos una oportunidad.


    - ¿De qué?


    - A ti te lo voy a contar… Retrocede y no te acerques a mí – Le apuntó con la espada y se fue alejando poco a poco sin darle la espalda, cuando se apartó lo suficiente echó a correr y se marchó sin más.


    - Menudo idiota – Refunfuñó Rufio poniendo los ojos en blanco - En fin, debo darme prisa en llegar a la playa si quiero verla.


    Neverland era tan grande como complejo. Sólo se había aventurado por los litorales pues la Selva Oscura era demasiado vasta y frondosa. La ensenada, la playa y la Laguna de las Sirenas eran sitios que conocía, pero el que más le gustaba eran los Saltos Arcoíris. Una zona rocosa ideal para ser escalada compuesta por dos partes, los bajos y los altos.

    Cruzó hasta la playa pero no le dio tiempo de mirar al cielo, algo brilló en la arena. Pero cuando estaba a punto de comprobar que era otra persona se le adelantó.


    - Vaya, cuan afortunado soy, el Fragmento Estelar y un hada – Rió Garfio cogiendo aquel destello brillante con la mano mientras sujetaba con el garfio una jaula con el hada, la tal Silvermist, encerrada dentro - ni que fuese mi cumpleaños.


    - ¡Déjala ir! – Se le encaró Rufio poniendo pose defensiva, dispuesto a lanzar cualquier hechizo.


    - Atiende mocoso, dile a tu amo que me marcho de esta isla y que ya no tengo que bailarle el agua para hacerlo – Hora de irnos Sr. Smee.


    - ¡Espera! – Gritó Rufio mientras ellos se montaban en la barca alejándose hacia el navío - Mierda, no puedo volar – maldijo mientras intentaba ascender dando ridículos saltitos.


    - ¡EH! – Lo llamó una voz conocida - ¿Tú otra vez? ¿Qué haces aquí? – Era el extraño.


    - Escucha. ¡Garfio ha secuestrado al hada que buscabas!


    El chico de cabello negro miró hacia el barco.


    - ¡Maldición! He llegado tarde.


    - Y dice que ahora puede irse de Neverland sin tener que bailarle el agua a Pan.

    El otro pareció verdaderamente contrariado por eso.


    - No, entonces también tiene el Fragmento Estelar.


    - ¿Qué es un fragmento estelar? – Preguntó un ignorante Rufio que no entendía de lo que estaban hablándole.


    - A ti te lo voy a decir.


    - Y dale, no sé qué tendrás con Pan, pero yo no tengo nada que ver. También quiero rescatar al hada, me enseñó a volar.


    - ¿De verdad quieres ayudarme?


    - ¿Por qué no te fías de mí?


    - No me fío de ningún lost boy.


    - Haz una excepción.


    El desconocido miró a Rufio con dureza, no se fiaba de él pero no podía rescatar a Silvermist solo.


    - Está bien, me llamo Baelfire.



    EL BOSQUE ENCANTADO, MUCHOS AÑOS ANTES

    Y por fin, tanto tiempo después de la coronación de su majestad el rey Ricardo Corazón de León, había nacido el príncipe heredero, el príncipe Harry.


    Durante muchos años, el rey y la reina rogaron al sol que les diese una hija a la que llamar Alba, pero el capricho quiso que el próximo gobernante fuese un varón, y ahora todo el reino festejaba en el palacio, donde el rey Ricardo y la Reina Berenguela habían organizado una gran fiesta, sin embargo, la dicha iba a ser interrumpida por un invitado que no estaba de humor para celebraciones.


    - ¡SALVE PRÍNCIPE HARRY! – Bramaban todos los presentes cuando las puertas del gran salón se abrieron para dejar paso a un joven, Peter Pan.


    - Vaya – sonrió – que cantidad de asistentes – ironizó antes de comenzar a caminar por el largo sendero formado entre los invitados que lo miraban, unos sorprendidos, otros extrañados y los pocos que lo habían conocido de niño y que aún vivían, aterrorizados - No hagáis aspavientos, sólo soy vuestro viejo amigo.


    Y por fin llegó al altar donde estaban el rey y la reina, el bebé en la cuna y… El Caballero Negro que fue el primero en hablar.


    - ¡MALCOLM!


    - El mismo – respondió Pan levantando la mano y provocando que el caballero saliese despedido por los aires.


    - ¡GUARDIAS! – Gritó alguien.


    Pan se giró justo a tiempo para agarrar al vuelo una espada que convirtió en fuego.


    - Que gracia – dijo al ver la bola ardiente formándose en su mano antes de salir disparada hacia los invitados que echaron cuerpo a tierra - Pues sí que es esta una reunión brillante, rey Ricardo – ironizó ante unos enmudecidos y aterrados monarcas - están la realeza, la nobleza – iba mirando a cada estamento que nombraba - la plebe y… Hasta la gentuza.


    - ¡BASTA! ¡¿QUÉ ES LO QUE QUIERES?! – Exigió saber el rey.


    Pan sonreía.


    - Oídme bien todos vosotros. Durante los años en los que vuestra prole juega y se divierte yo os serví a cambio únicamente de palos. Fuisteis los culpables de mi ser y ahora lo seréis de vuestro propio castigo. La vida siempre se cobra nuestras acciones.


    - Si la vida hiciese eso – farfulló el Caballero Negro que se había levantado – tú ya habrías muerto hace tiempo.


    Pan teatralizó un bostezó y continuó.


    - Me arrebatasteis la niñez y ahora yo haré lo propio con la de vuestros hijos.


    - ¡No podrás! – Gritó un hombre.


    - Oh claro que podré – Pan cargaba cada palabra con toda la rabia que podía - os los quitaré donde no podéis protegerlos, en sus sueños.


    - ¡GUARDIAS! ¡DETENED A ESE MOCOSO! – Ordenó el rey.


    - ¡ATRÁS ESTÚPIDOS! – Gritó Pan haciendo aparecer una humareda verde que lo rodeó - ¡Y sabed su graciosa majestad, que el primer niño que me llevaré será el vuestro, al que le tengo reservado un destino peor que la muerte!



    Baelfire y Rufio nadaron hasta el Jolly Roger. El agua helada entumecía sus huesos y volvía morados sus labios y azules sus teces. Cuando por fin llegaron al casco del barco no contaron con que una red, sumergida hasta el fondo, los elevara hasta la cubierta.


    - Mire Sr. Smee, unos pececillos arrastrados por la marea. El intrépido Baelfire y un mocoso desconocido – Garfio paseó sus ojos azules por ambos y finalmente decidió centrar su atención en Baelfire - Sabes, pensé que no volvería a verte. Me congratula nuestro reencuentro.


    - ¿Dónde está Silvermist? – Preguntó el otro ignorando la muestra de afecto del pirata.


    - ¿Tan importante es para ti? ¿Más incluso que yo?


    - No te hagas la víctima Garfio – respondió Bae poniéndose en pie - no va contigo - Y decidido se abalanzó sobre el capitán pirata pero la tripulación le detuvo a tiempo y tras un breve forcejeo desistió.


    - Deberías recordar que en mi barco nadie se mueve sin mi permiso, y tú… - Miró a Rufio - ¿Qué haces ayudando a este desertor fugitivo? Pan no da segundas oportunidades.


    El rostro de Rufio se ensombreció, sabía qué hacer en aprietos como ese.


    - No le tengo ningún miedo a Pan, él me obedece.


    - Estás loco – respondió Garfio – y tarde o temprano acabará contigo como sigas diciendo semejantes tonterías.


    - Imposible, según él, mi corazón es demasiado fuerte – Eso era verdad al fin y al cabo – y también tengo magia, una que me permite hacer muchas cosas.


    Era un momento tenso, no sabía si le saldría bien la jugada, ¿Podría el pirata detectar su mentira?


    - ¿Ah sí? Pues ansiamos visionar una demostración de tu poder – Ironizó Garfio mirando a sus hombres con complicidad.


    Rufio hizo un movimiento estrambótico con las manos pero no pasó nada.


    - Será mejor que bajéis a descansar.


    Una trampilla se abrió bajo sus pies y Rufio y Bae cayeron por ella.


    - Ese maldito de Pan se piensa que puede enviar a secuaces para amedrentarme.


    - ¿Y qué hacemos ahora Capitán?


    - Nada Sr. Smee. Usaremos el Fragmento Estelar para volver a El Bosque Encantado y venderemos al hada y los dos críos, después acabaré con el Ser Oscuro.


    - Mas capitán, él sabe quien se marcha – Smee era demasiado aprensivo como para pronunciar el nombre de Pan.


    - Peter Pan jamás fracasa, mas el capitán Garfio…


    - ¿El capitán Garfio qué? – Preguntó Smee deseoso por saber el final de la frase.


    El pirata se mantuvo unos segundos en silencio, pensando…


    - El capitán Garfio no pierde el tiempo inventando frases sobre sí mismo en vez de actuar, ¡Nos vamos!



    La reina Berenguela había acomodado una pequeña habitación circular para el príncipe Harry que dormía plácidamente en su cuna bajo la vigilancia de su madre que se mecía en una butaca, cansada y ojerosa.


    - Berenguela hazme el favor de irte a la cama – Dijo un agotado Ricardo entrando en la sala.


    La reina se levantó y se aproximó a la ventana para ver el cielo estrellado y tomar un poco de aire fresco.


    - No he pegado ojo desde la celebración.


    - Deja de preocuparte por las amenazas de Malcolm, sólo son eso, amenazas. – Puso sus manos sobre los hombros de su esposa y comenzó a masajearlos para tranquilizarla.


    - No dormiré al mismo tiempo que mi hijo, no permitiré que se lo lleve.


    - Te digo que no podrá hacerle daño. Yo lo protegeré.


    - ¿Tan grande fue el daño que le hiciste? – Preguntó su esposa dándose la vuelta para buscar  su mirada.


    - No solo está resentido conmigo sino con toda la sociedad. Mas si pudiese volver atrás evitaría los latigazos y su encierro, yo era demasiado joven y arrogante, y estaba sorprendido por heredar  la corona.


    - Por el alumbramiento no puedo concebir más. Si nuestro hijo muere la corona pasará a tu hermanastro Kay.


    - A veces echo de menos a Arturo, mas Kay debió haber sufrido su misma suerte.


    Un ruido en el exterior los sacó de la discusión.


    - ¿Qué es eso? – Preguntó Berenguela señalando al puente.


    Ricardo se asomó también, hacia el castillo se acercaban al menos dos docenas de sombras.


    - Es Malcolm, ya está aquí.


    Todo cuanto trataron de hacer los guardias para evitar que Pan llegase hasta el corazón del castillo fue inútil. Justo antes de llegar a la alcoba del bebé se interpuso el Caballero Negro.


    - ¿No nos cansamos? – Bromeó Pan.


    - Hoy pagarás por la muerte de Clara.


    - ¿Todavía con eso? Cuanto rencor… ¿Sabes cuánto oro obtuve por  su collar?


    El Caballero Negro gruñó y embistió contra Pan que levantó su mano y la introdujo en su pecho, para, acto seguido, extirparle el corazón.


    - Antes de morir, te espera un último trabajito para tu amo.


    Dentro de la alcoba, la reina estaba inconsolable.


    - Oh Ricardo, ¿Qué hacemos? Estamos atrapados – Sollozó mientras arropaba al bebé con la manta bordada con su nombre.


    - Le haré frente.


    - Él posee magia…


    El Caballero Negro irrumpió en la escena.


    - ¿Lo han conseguido frenar? – Preguntó Ricardo.


    Ignorando al rey, el Caballero Negro se dirigió a la reina y la atravesó con su espada, matándola al instante como años atrás había hecho con Rumpel.


    - ¡NO! – Gritó el rey.


    - ¡SI! – Sonrió Pan mientras entraba triunfante - Y ahora, despidamos al más leal y mortal de los guerreros, el caballero de negra armadura, asesino y torturador de niños, las criaturas más indefensas de la tierra… Qué vergüenza.


    - Monstruo… - Susurró el Caballero Negro luchando contra la manipulación que Pan ejercía sobre él al poseer su corazón.


    - Ya he tenido suficiente de ti – y apretó su corazón hasta hacerlo cenizas.

    Ricardo miró al rostro de Pan, sonreía con satisfacción ante la cruenta escena. No era nada más que un demente.


    - Yo no tengo la culpa, ¡Aquellos latigazos no son los culpables de tu desequilibrio! – Quiso defenderse el rey.


    Pan se arrodilló para estar a la misma altura que el rey que se encontraba agachado junto al cuerpo de su esposa.


    - ¿De veras crees que esto es por los latigazos? Nada más lejos de la realidad, tú y yo ya nos conocíamos de antes.


    - ¿Cómo?


    - Así es. Pero eras tan ególatra que ni me recuerdas, tú eres el culpable de todos mis males y ahora, pagarás por ello.


    - Mientes.


    - Nunca he dicho nada tan cierto, Ricardo, vas a pagar de verdad.


    Pan tomó a Harry en sus brazos.


    - ¡NO! ¡No te lo lleves!


    - ¿Llevármelo? Maté a esa necia de Clara porque iba a darme un bebé, abandoné a mi propio hijo para ser lo que ves. ¿Para qué me llevaría ahora esta cosa cuando le espera un destino peor que la muerte? – Dijo mostrándole una judía mágica.

    - No… - Rogó el rey con un hilo de voz.


    - ¿Tan importante es para ti tu hijo? – Preguntó Peter con sonrisa perversa.


    - Más que nada.


    - Demuéstralo.


    El rey, agachado sobre su esposa cayó en el suelo para arrodillarse ante Pan.


    - Te lo suplico Malcolm, ten piedad.


    Pan sonrió.


    - En ese caso… Mi respuesta es no – y tiró la judía que creó un portal por el que lanzó al bebé.


    - ¡NO! ¡NO! – El rey corrió hacia el vórtice pero ya no había nada - ¿A dónde lo has enviado?


    - A un lugar donde no existen los finales felices.



    - ¡Quítate de encima! – Gruñó Baelfire.


    Al caer, Rufio lo había hecho sobre el chico.


    - ¿Qué hacemos ahora? – Preguntó el lost boy incorporándose.


    - Salir de aquí, no quiero estar con Garfio ni un minuto más.


    - Intentaré sacarnos de aquí – Rufio fue hacia la puerta, estaba cerrada así que intentó hacer magia, y algo tan sencillo como eso la abrió.


    - ¿Ya está?


    - Si prefieres quedarte… – le ofreció Rufio haciendo una vaga imitación de Garfio.


    Bae lo miró con severidad y le adelantó en la salida.


    - Sígueme, se donde está el camarote del capitán – la hosquedad de Bae sobrepasaba a Rufio.


    Fue un paseo bastante breve por el Jolly Roger, al punto alcanzaron su objetivo pero Silvermist no estaba allí.


    - ¿Qué hacemos? – Preguntó Rufio - sin el polvo de duende no podemos volar y no podremos huir del barco.


    - ¿Eso es todo lo que te importa? – A Bae le caía realmente mal Rufio y no se molestaba en ocultarlo.


    - ¡Eh mira eso! – Rufio fue hacia el escritorio de Garfio donde había una pequeña y extraña estatua de piedra y junta a ella un puñal que le llamó la atención sobremanera.

    Lo tomó en sus manos y lo examinó con detenimiento. La empuñadura era de marfil bordeado en oro y la hoja de una brillante plata en la que se veía reflejado.


    - ¿Qué haces? – Apremió Bae.


    Rufio no le hizo caso, estaba fascinado con el cuchillo y sin saber por qué… Comenzó a hacer malabares con él, lanzándolo al aire una y otra vez.


    - Deja de hacer el imbécil y vámonos – le ordenó Baelfire en un susurró que iba cargado de rabia.


    Rufio resopló exasperado y, puñal en mano, se reunió con él en la puerta del camarote.


    - Podrías haber buscado una salida.


    - Habló el que estaba jugando con un cuchillo.


    - Estás amargado.


    - ¡Calla! – Gritó Bae olvidando que  con ese acto, él mismo delataría su posición.


    - No calla tú, nos van a descubrir.


    Baelfire le arreó un puñetazo tan fuerte que Rufio cayó hacia atrás. El chico escupió su sangre, tenía el labio roto y el líquido rojo caía por su barbilla.


    - Míralos Smee – indicó Garfio al entrar - peleando cual párvulos, que mal educados… - Se agachó hasta estar a la misma altura que Rufio – la tabla te espera.


    Los sacaron a la cubierta. Un pirata llevaba la jaula de Silvermist y el Fragmento Estelar recayó en Smee. Garfio por su parte empujaba a Rufio hacia la tabla mientras Baelfire observaba impotente.


    - Antes de que el señorito salte vamos a darle un último recuerdo. ¡Sr. Sparky! – Llamó a un pirata - traiga el agua.


    Poco después llegó con un pequeño barreño lleno de agua, hirviendo.


    - Acerque a nuestro querido Baelfire a refrescarse – rió.


    El pirata agarró a Baelfire y acercó su rostro al recipiente cuyo vapor ascendiente podía contemplarse desde la posición de Rufio.



    - ¡Elige! – Bramó Garfio - Abandonar a tu amiguita hada, dejar que quemen la cara de ese chico… O la tabla.


    - Hijo de…


    - Que muchacho más mal hablado Sr. Smee. Y eso que soy compasivo y ninguna opción implica matarlos. Deberías ser más agradecido – se acercó a él, Rufio sentía el olor a ron salir de su boca - ¿Qué me dices?


    Y Rufio le escupió a la cara por toda respuesta.


    - ¡BASTA! – Gritó el capitán - ¡Vas a saber lo que es ahogarse!


    Rufio caminó hasta el borde de la tabla. Todos los piratas lo miraban expectantes, Bae negaba con la cabeza y Silvermist golpeaba con fuerza la jaula.


    - ¡VUELA RUFIO! ¡TEN FE Y PODRÁS HACERLO! – Oyó en su interior, era Pan.


    Rufio dio un último paso atrás y saltó. Cayó y justo antes de rozar el agua se elevó en el aire sintiendo un extraño cosquilleo.


    Los piratas que habían esperado el ruido de la caída se sorprendieron al no oír nada.


    - Capitán – dijo un pirata.


    - ¿Sí?


    - El agua no ha salpicado…


    - Ah, ¿y usted quiere que salpique Mr. Sparky? ¡Pues mire como salpica! – Y lo lanzó por la borda.


    - ¿Pero dónde está el zagal? – Preguntó un pirata.


    - Algo raro va a pasar aquí… - Dijo otro.


    - ¡EY BACALAO! – Gritó Rufio riendo desde las alturas.


    - Imposible – se sorprendió Garfio.


    Rufio describió un par de siluetas en el aire y bajó directo hacia Smee al que arrebató la jaula de Silvermist que una vez libre pudo posarse en el hombro de Rufio.


    - Y ahora dejadnos libres – ordenó el lost boy.


    Garfio gruñó.


    - ¡Ahora! – Rufio enarboló el puñal que emitió un extraño destello blanco - ¿Qué es esto? – Se preguntó sorprendido.


    - Vosotros no vais a ninguna parte – dijo Garfio amenazador.


    - Eso ya lo veremos – y al acabar la frase, Rufio, Silvermist y Bae desaparecieron para aparecer en la selva.


    - ¿Qué ha pasado? – Preguntó Baelfire.


    - Nos hemos aparecido – afirmó Rufio con orgullo.


    Bae miró a su alrededor.


    - Gracias Rufio, nos has salvado y… Perdona por el puñetazo.


    Él le quitó importancia con un gesto.


    - Ahora podemos irnos Silvermist.


    El hada adoptó su tamaño humano.


    - Muchas gracias Rufio, sabía que podía confiar en ti desde que te vi aquel día en el barranco.


    Él se rascó la nuca ruborizado.


    - Puedes acompañarnos a El Bosque Encantado.


    - Me encantaría ir – se excusó - pero no puedo dejar a Peter.


    - ¿Te amenaza? – Inquirió Bae.


    - No claro que no – respondió mirándole como si estuviera loco - ¿Por qué habría de amenazarme? Peter es mi amigo y no se abandona a los amigos.


    - Tus palabras prueban tu lealtad y me alegro de haber confiado en ti pero has cometido un gran error liberando a esa mosquita muerta – Dijo Pan apareciendo entre la espesura.


    - ¡PAN!


    - Hola Baelfire, cuánto tiempo – Peter extendió la mano - creo que tenéis algo que me pertenece – y el Fragmento Estelar apareció en ella.


    - ¿Qué has…? – Gritó Bae con una mezcla de rabia e incredulidad.


    - Aquí basta con desear algo para obtenerlo.


    Bae y Silvermist se miraron asustados.


    - Y ahora es el momento de castigar a aquellos que infringen las normas intentando abandonar Neverland sin mi permiso, ¿Qué sombra extirpamos primero?


    - ¡NO! – Gritó Rufio - ¡No Peter!


    - Son traidores Rufio.


    - Son amigos.


    - Un amigo no te hace esas cosas – argumentó poniendo su índice sobre el labio del muchacho donde había sangre reseca.


    - No los mates.


    - ¿Y qué propones?


    - Deja que Silvermist se marche y…


    - Y Bae se quedará en su sitio, así todo volverá a la normalidad – Se aprovechó Pan.

    Silvermist desapareció y también Baelfire, antes de que ninguno pudiese decir nada.


    - ¿Dónde están?


    - Cada uno en su sitio.


    Rufio estaba enfadado pero no dijo nada, se limitó a acompañarlo en silencio hasta la bifurcación.


    - Te he salvado, te habrías ahogado si no te hubiese dicho que volaras.


    Rufio lo miró con dureza y tomó otro camino, lleno de rabia le dio una patada a una roca.


    - No es bueno reprimir los sentimientos, yo controlo el sueño, puedo despertar el demonio que llevas dentro si es tu deseo plantarle cara a ese niño – Susurró una voz.


    - ¿Quién eres? – Preguntó Rufio con calma.


    - ¿Yo? – Una mujer con un llamativo tocado con cuernos apareció – Soy Maléfica, como bien saben todos los que en El Bosque Encantado moran, ¿Por qué no me acompañas?


    - No he abandonado a Pan por ellos, ¿Crees que lo voy a hacer por ti?


    - No se trata de voluntad, sino de obediencia.


    - ¿Qué? – Rufio no entendía nada y Maléfica se acercó peligrosamente a él, poniendo su mano sobre el pecho del muchacho.


    - Lo siento, un corazón rebosante de vida que palpita con fuerza, el corazón del creyente más puro… Justo el que necesito, el de aquella persona que posee una vida fugaz que desfila a tientas entre el minúsculo limbo que separa la luz de las tinieblas.


    - ¿De qué estás hablando?


    - Esa fruslería es la única forma de tener un poder decente.


    - Pues lo siento pero no te lo voy a dar.


    No hubo tiempo de reacción, Maléfica alzó su cetro y como hipnotizado, Rufio lo miró, no podía apartarla vista del orbe.


    - Ven y sígueme…



    Pan había tenido la sensación de que alguien entraba en Neverland, pero algo interfería en su magia impidiéndole localizarlo.



    Rufio avanzaba por la selva tras el orbe de luz verde que ahora era Maléfica. La bruja lo condujo hasta un arco de ramitas que ardía en un fuego fatuo.


    - Atraviesa el portal… - Ordenó.


    Rufio luchaba por no hacerlo pero…


    - ¡Atraviésalo ya! – Gritó.


    Pan estaba cerca.


    - ¡NO LO HAGAS RUFIO!


    Una barrera de fuego separó a los dos amigos, Maléfica entró y tiró del lost boy que en vano intentó zafarse de ella. La cabeza le dio vueltas, giraba rápidamente y no veía más que centenares de colorines y sólo sentía la mano de Maléfica tirando de él…


    - La daga – pensó.


    La tomó y la clavó en la mano de la bruja. Tan pronto ella cedió el trayecto lo soltó pero… Ya no estaba en Neverland.

    11 comentarios:

    1. Oohhhh ahora que he acabado de leer todo el fan fic puedo decir que estoy fascinada a excepción de cómo mi Peter Pan parece un sádico desquiciado que no puede amar va todo bien jajaja no es cierto pero si matan y matan a cada momento te pasas Peter como haces eso con el pobre de pan, mi pregunta es; algún día podrá volver amar, morirá sin haber conocido el amor, que trágico es todo esto, pero si esta entretenido bien hecho espero que saques rápidamente las otras partes.
      Sí que eres un seguidor de Disney muy bueno he, me percate por ahí de varias frases de películas, oh otra de mis preguntas es ¿Quién es la mama de rumple? ¿Qué paso con ella pan también la mato? No que horror. Espero que mis incógnitas pronto queden resueltas esfuérzate Peter suerte vas bien con la historia.

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      1. Muchas gracias sakurita :) Me hace mucha ilu cada vez que veo un comentario nuevo.
        Pues la madre de Rumpel aún no ha salido, y sobre su final pues no te lo voy a chafar xD pero veremos si Pan la ama o no O.o
        De hecho creo que en el 10 vamos a tener pistas de la futura madre O.o (esto parece How I meet your mother xD).
        Muchas gracias por tus palabras sakurita, un besillo xD.

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      2. o q emocion la verdad me encanto la parte en donde pan se emociona con la historia de romeo y julieta o mi amor es tan bello aun q sea malo yo lo amo

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      3. Jajajajajaja, me alegra que te guste, gracias :)

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    3. wow que buen capitulo, pero que les paso a Wendy, sus hermanos y bae y capitan, no cerraste todas esas historias jaja saludos

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      1. Gracias por leer Christian :)
        Las historias se irán cerrando conforme pasen los capítulos, aun quedan unos cuantos y alguno tendrá como protagonista a algunos de los que nombran (ejem Wendy ejem xD).

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    4. Muy interesante! Me encanto con ancias espero el próximo capitulo!! :)

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    5. ¡Te felicito hijo, está excelente, yo también amo a Maléfica! Ya me enteré de tus últimas noticias, te felicito por eso también. Espero que hayas tenido muy buenas Pascuas, ¡un gran abrazo!

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    6. Hola Peter, tardé terriblemente pero llegué. Con todo esto de las Pascuas no fue fácil.

      Este capítulo para mí fue un "tour" por varias historias, y bien lo sabes jeje. Primero la Bella y la Bestia, luego KHBBS, luego la Bella Durmiente, luego Peter Pan y luego otra vez KHBBS. ¡Tu hermana lo sabe todo, muajajajaja!

      Pero estuvo sumamente entretenido, muchos pasos de comedia, la acostumbrada sangre jeje, y la aparición de mi bomboncito Baelfire, así que muy bien.

      Cuando bajen un poco las revoluciones del 3x18 desvirtuaremos un poco con nuestras cosas jeje, ¡muchos besos!

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