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  • sábado, 3 de mayo de 2014

    Fan fic: "Un nuevo comienzo" (capítulos 9 y 10)

    "Menos respuestas de las necesarias" y "Pesadillas" son los dos nuevos capítulos de este fic. ¿A qué esperas para continuar con la historia?

    Capítulo 9 – Menos respuestas de las necesarias.
    Emma llevaba un rato esperando a que llegara Killian. Según había vuelto con Verónica después de su “paseo”, había decidido que no podía esperar más. Necesitaba saber más cosas de Neal, qué era de él, dónde había estado todo este tiempo, dónde estaba ahora… Pero la única persona que podía responder a sus preguntas era un loco que decía conocerle, pero que a la vez deliraba con tonterías sobre FairyTale. Un hombre que cuando le había preguntado por su nombre se había hecho llamar Hook. Debía de estar muy loco, pues cuando lo había dicho ella había podido ver que no mentía. Cada vez que hablaba con él utilizaba su superpoder para saber si mentía, y sólo le había mentido cuando lo que decía tenía algún sentido. Era muy extraño, pero si quería obtener respuestas iba a tener que fiarse de él.
    Cuando ya pensaba que no volvería, por fin sonó la puerta al abrirse. Se giró. Allí estaba él, con cara de velocidad, como si viniera de alguna época pasada sin ascensores.
    • Hola.
    • Hola.
    Silencio incómodo. Emma decidió romperlo.
    • Bueno, Killian, ¿has tenido suerte con tu búsqueda?
    • No, no he encontrado nada. ¿Por qué lo dices?
    • Verás, resulta que… Necesito que me digas dónde está Neal. No puedo esperar más.
    Emma vio cómo le cambiaba la cara. Genial. Le había mentido. No sabía nada sobre él.
    • Respecto a eso, Emma…
    • No sabes nada, ¿verdad? – le cortó.
    • En realidad sí que lo sé, pero no te lo puedo decir.
    • ¿Ah, no? ¿Por qué no? ¿No será que me has mentido para poder quedarte aquí?
    • No, Emma, créeme - ¿que la creyera? ¿En qué estaba pensando ese loco? - Te lo juro, tengo una buena razón para no contártelo – ya, claro. – Usa tu superpoder conmigo, comprobarás que no miento.
    • ¿Cómo sabes que…
    • Da igual, Emma – no, no daba igual. – No puedo decirte dónde está Neal ahora, pero sí puedo decirte dónde estaba hace un año.
    • ¿De verdad? – Emma no sabía si creerle. - ¿Y dónde estaba hace un año?
    • Aquí, en Nueva York. Puedo llevarte a su apartamento.
    Así que Neal había estado viviendo en Nueva York. Parecía increíble que alguien como él se hubiera establecido permanentemente, pero cualquiera podía cambiar. No podía saber si Killian deliraba o era cierto, pero necesitaba respuestas.
    • Está bien. Llévame allí.
    El apartamento era pequeño, húmedo y las paredes estaban desconchadas, pero enseguida pudo comprobar que Killian no le había mentido. Según le contó, el piso llevaba abandonado un año, pero era como si “sintiera” la presencia de Neal. Estaba en cada mueble, en cada objeto. Entonces, se fijó en algo que le llamó la atención. Colgado de la ventana, había un cazasueños. Lo reconoció al instante. Era su cazasueños. El que algún día colgarían en su casa. Poco a poco, los recuerdos que tantos años había reprimido volvieron a salir a la luz. Recordó cómo se conocieron, el tiempo que habían pasado juntos, todo. También recordó cómo la había abandonado a su suerte. Todo por unos malditos relojes. Notó un sabor salado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba llorando. Poco a poco se fue derrumbando, sin darse cuenta de ello. Para cuando se dio cuenta de lo que ocurría, se encontró en el suelo, entre los brazos de Killian, que intentaba consolarla lo mejor que podía. “Qué más da” pensó. Le daba igual estar en un lugar que no conocía, en los brazos de un loco. En ese momento sólo quería derramar las lágrimas que en su momento no derramó. Durante lo que le pareció una eternidad, sacó todo el dolor que había estado conteniendo, se desahogó como nunca, y cuando acabó se sintió una persona nueva, libre de toda esa angustia.
    Un rato después se levantó y le dijo a Killian que era mejor que se fueran.
    Durante el camino de vuelta, ambos intentaron fingir que no había pasado nada. Pero ese silencio no duró mucho. Él fue el primero en romperlo.
    • Emma, ¿qué te ocurrió hace un rato?
    • Pues… En realidad no era nada, es solo que… - pero, ¿a quién quería engañar? – Todavía estoy enamorada de Neal.
    • ¿Qué?
    • Eso, lo que he dicho. No entiendo por qué te pones así.
    • Bueno… - ahora era él quien estaba en un aprieto. – Es que lo has dicho así, sin más… Me ha sorprendido.
    • Ya. Claro – prefería no seguir discutiendo, así que no dijo más.
    Emma estaba contenta de haber ido allí. Pero, lamentablemente, no había obtenido ninguna respuesta. Estaba casi igual que al principio.
    Sin embargo, ahora sabía que Neal no la había abandonado sólo por esos relojes robados. Debía de haber tenido una razón de mucho más peso, pues si no, no conservaría un objeto que le recordara a ella cada vez que lo viera.
    Gracias a ese pequeño detalle, en su corazón se había encendido la llama de la esperanza, la esperanza de saber que, estuviera donde estuviera, era posible que todavía la amara.



    FLASHBACK
    Unas semanas antes.
    Hacía casi un año que habían vuelto a FairyTale, y Neal aún no se había hecho a la idea de que nunca volvería a ver ni a Emma ni a Henry.
    Cuando habían aparecido, tanto Snow y Charming como Regina se habían ido por un lado, y con ellos todos los demás, pero él había decidido irse por su cuenta. Necesitaba estar solo. Habían sido demasiados acontecimientos en muy poco tiempo. Después de tanto tiempo huyendo de su padre, había conseguido perdonarlo, y él había muerto para salvarlos a todos. Después, la mujer a la que amaba y su hijo se habían ido de Storybrook, mientras que él y todos los demás se habían visto envueltos en una niebla morada que los había traído de vuelta a casa. Pero él ya no sentía ese lugar como su casa. Ya no le quedaba nadie que le importara.
    Había encontrado una caseta abandonada en el bosque. Después de adecentarla, se había establecido en ella. Vivía una vida tranquila, pero eso no le hacía sentirse mejor.
    Entonces, unos meses después de su vuelta, alguien había llamado a su puerta. Era Belle. Al parecer, aunque Aurora y Felipe habían expulsado a los ogros de allí, en FairyTale no estaban tan a salvo como creían. Una bruja, y no cualquiera, sino la Wicked, había ocupado el castillo de Regina y les había declarado la guerra. Necesitaban que se uniera a ellos para luchar contra ella.
    • ¿Y qué voy a hacer yo? – le había dicho a Belle. - ¿Cuál será la diferencia?
    • No se trata de que nos ayudes – le había contestado ella – ni tú ni yo podríamos nada contra esa bruja, de hecho, ni siquiera Regina es rival para ella. Se trata de protegernos los unos a los otros, de hacer una piña para ser más fuertes.
    • Pero tampoco para eso os hago falta. Podréis pasar sin mí. Yo estaré mejor solo.
    • No, no estarás mejor solo. En realidad no es sólo eso. Tú solo en mitad del bosque puede que estés en más peligro que en un campo de batalla.
    • ¿Y eso por qué?
    • La Wicked no tiene ejército. Cuando llegó aquí, sólo tenía un par de monos voladores. Así que manda a sus monos secuestrar gente, y luego esas personas se convierten en monos voladores también. Por eso aquí estás en peligro.
    • Me da igual, correré el riesgo. Esos monos no tienen por qué secuestrarme si no saben que estoy aquí.
    • Está bien, Bae. No vengas si no quieres. Pero, si cambias de opinión – sacó un mapa y lo extendió – el campamento está aquí.
    • No voy a cambiar de opinión.
    Sin embargo, en ese momento desearía haber aceptado. Había pasado el tiempo y parecía no pasar nada, hasta esa noche. Llevaba todo el día lloviendo y estaba arreglando una gotera, cuando había visto pasar una extraña sombra por la ventana. Pensó que eran imaginaciones suyas, pero volvió a verlo. Entonces, siguiendo un impulso, se echó al suelo. No le había dado tiempo a tumbarse cuando una bola de fuego alcanzó la cabaña. Consiguió salir a duras penas y echó a correr. Cada vez que se giraba, esa extraña figura estaba más cerca.
    Cuando parecía haberlo dejado atrás, tropezó con una raíz y cayó. Entonces, el desconocido apareció delante de él, envuelto en humo morado. Vestía una capa negra raída, y la capucha le tapaba la cara. En ese momento supo que estaba perdido. En un arrebato de valor mezclado con masoquismo, le pegó un empujón que hizo que cayera y se descubriera el rostro. Le reconoció al momento.
    • Tú… No es posible.
    Entonces, el hombre le agarró del brazo y a ambos les envolvió el humo morado otra vez. Después, Neal perdió la consciencia.


    Capítulo 10 – Pesadillas

    Estaba tumbada encima de algo que parecía una manta. Oía ruido a su alrededor, sentía que alguien se acercaba. Entonces, ese alguien la cogió. Era una mujer, de mediana edad, de pelo oscuro, recogido en un extraño tocado. Sus ojos también eran oscuros, y su rostro en general mostraba una mueca de desprecio. Luego empezaron los gritos.
    • ¡Por favor, Regina, no te la lleves! ¡No te lleves a mi hija! - decía la voz.
    • Por eso no te preocupes, querida, no me la voy a llevar a ningún sitio. Se va a ir ella sola - entonces Regina tiró una especie de poción al suelo. Poco a poco fue apareciendo una especie de torbellino.
    • ¡No, por favor, no! ¡Haré lo que quieras, pero no la abandones! ¡No a mi Verónica! - estaba llorando.
    Entonces, Regina la alzó. Iba a tirarla por el torbellino.
    • ¡¡¡VERÓNICA!!! ¡¡¡NO!!! ¡¡¡VERÓNICA!!!
    • Tranquila, si tiene suerte, no aparecerá en mitad de la nada – dijo ella. - Aunque es casi imposible que sobreviva.
    • ¡¡¡NO!!! ¡¡¡VERÓNICA!!! ¡¡¡MI NIÑA!!! ¡¡¡VERÓNICA!!!
    Acto seguido, sintió cómo la tiraban a esa especie de agujero negro, mientras oía a su madre gritar, desesperada…


    Verónica gritó y se incorporó de golpe. Estaba cubierta de sudor.
    • Otra vez esa pesadilla - murmuró.
    Miró la hora. Las seis de la mañana. Bueno, faltaba poco para el amanecer, y no se creía capaz de volver a dormirse. Decidió levantarse de la cama. Salió de la habitación. Nada más salir, vio a Hook, durmiendo en el sofá. Cuando habían vuelto de cenar, semanas atrás, ella se había ofrecido a dormir en el salón, para no molestar a nadie, pero Hook, en un arrebato de caballerosidad, dijo: “No permitiré que duermas en un sofá habiendo otra cama. Quédate tú en la habitación de invitados y yo dormiré en el salón”. Después había mirado a Emma, como diciendo “¿Qué? ¿Dormimos juntos?”, pero ella había pasado de él.
    Así que allí estaba, con medio cuerpo colgando de un lado del sofá. Seguramente cuando despertara tendría un buen dolor de espalda.
    Entró al baño. Al encender la luz, se vio a sí misma en el espejo. Se había puesto una camiseta de Nirvana, de manga corta, que dejaba ver el tatuaje de su brazo izquierdo. Era un tallo cubierto de espinas que ascendía en torno a su brazo, y del que salían rosas negras. Empezaba en su muñeca y terminaba en el hombro, donde el tallo se dividía en un montón de tallos más estrechos. Le había costado un pastón, pero estaba muy orgullosa de su tatuaje. Se lavó la cara para espabilarse un poco y salió.
    Estaba sedienta, así que fue a la cocina a por un vaso de agua. Mientras bebía, sintió cómo alguien se acercaba por detrás. Se giró. Era Hook.
    • Buenos días.
    • Buenos días. ¿Qué haces despierta tan temprano?
    • Un mal sueño, ¿y tú?
    • Estoy acostumbrado a dormir en un barco. El sofá no se parece en nada a las hamacas, excepto en que he dormido con medio cuerpo fuera.
    A Veca se le escapó una sonrisa.
    • Supongo que sí.
    Silencio incómodo.
    • Bueno, si no es mucha molestia, tengo curiosidad por saber sobre qué era ese mal sueño.
    Qué bien. Verónica puso otra vez su cara de póquer. Prefería que no le pasara lo mismo que con Emma.
    • Pues sí, me molesta que quieras saberlo.
    • Está bien, no volveré a preguntar.
    • Vale.
    • Vale.
    Silencio incómodo.
    • ¿Estás segura de que estarás mejor si no se lo cuentas a nadie? A veces ayuda.
    • En mi caso no ayudaría, gracias.
    Hook la miró a los ojos. Parecía decir “Voy a seguir insistiendo hasta que cedas”.
    • No – dijo ella.
    • De acuerdo. Intentaré dormir un poco más.
    • Vale, yo voy a escuchar música un rato.
    • Por cierto, bonito tatuaje. Me gusta.
    • Gracias.
    Así que se fue a la habitación, cogió el MP3, se puso los cascos, escogió un tema al azar y le dio al play. Sintió cómo Civil war, de Guns n’ Roses, empezaba a sonar e invadía su mente. Le encantaba la música, le ayudaba a relajarse y a meditar.
    Una hora después, sintió que las luces de la casa se encendían. Emma y Henry ya se habían despertado. Salió de la habitación. Emma estaba haciendo huevos revueltos, mientras Henry regaba las plantas. Otro día más de búsqueda.



    Después de desayunar, y una vez Veca se fue para acompañar a Henry al colegio, Emma se llevó aparte a Hook. Tenía que hablar con él.
    • ¿Qué ocurre, Emma?
    • Killian, tú conocías a la madre adoptiva de Verónica, ¿no?
    • Esto… Sí, ¿por qué?
    • ¿Cómo pudiste permitir que esa mujer fuera tan cruel con ella? ¿Acaso no te importaba?
    • Pero, ¿de qué hablas? Yo no sé nada de eso.
    Ya está. Ya la había cagado. ¿Cómo había sido tan estúpida? Debía haber supuesto que una persona como la madre adoptiva de Verónica no andaría contando lo que le hacía a su hija. Acababa de romper la promesa que le había hecho, así porque sí. Y ahora, tenía que contárselo todo a Killian, o él podría ir directamente a preguntarle a Veca.
    • Será mejor que te sientes, Killian. Esto va para rato.
    Y se lo contó todo.



    Hook y Veca llevaban horas caminando, pero no habían encontrado ninguna pista que les pudiera llevar hasta quien buscaban. A mediodía, pararon en un puesto de perritos calientes para comer. Entonces Hook le dijo:
    • Oye, Veca, deberías contarle a la gente lo que piensas de vez en cuando. Confiarían más en ti.
    Verónica se giró hacia él, mosqueada:
    • Y habló el pirata al que todos toman por loco. De todas formas, Emma me dijo exactamente lo mismo hace unos días. ¿Os habéis puesto de acuerdo o algo?
    • Pues no. Simplemente tengo curiosidad.
    • Emma te ha contado lo mío, ¿verdad?
    Hook cambió de expresión. Claro que sí.
    • ¿Cómo lo has sabido?
    • Me lo acabas de decir tú.
    • Ah.
    • En realidad, no suelo contarles cosas así a los demás por mucho que insistan. Es una cuestión de principios.
    • ¿Ah sí? ¿Y no será que te da miedo que la gente te conozca y sepa cómo eres?
    • Pues no, no es eso, Hook. Te aseguro que yo no suelo tener miedo - dijo, con orgullo. Le estaba fastidiando bastante ese interrogatorio.
    • ¿De verdad? ¿A nada? - Hook parecía estar disfrutando. - En ese caso, no pasará nada porque me cuentes sobre qué iba tu pesadilla.
    Veca se quedó mirándolo unos segundos. Le daba rabia, pero tenía razón. La había pillado. Tenía dos opciones: podía contárselo y así conseguir que la dejara en paz o podía guardárselo para sí, de manera que él empezaría a desconfiar, si no lo hacía ya. No le quedaba más remedio, era lo más sensato. Tendría que tragarse su orgullo. Era curioso que con Emma se hubiera relajado tanto, pero que el pirata tuviera que sonsacarle.
    • Está bien, tú ganas, te lo contaré - le contestó. Hook esbozó una sonrisa de satisfacción. -Verás, en el sueño, yo soy un bebé. Estoy tumbada sobre unas mantas, cuando llega Regina y me coge en brazos. Después, tira una especie de poción al suelo, que hace que aparezca un portal, y me tira. Todo el tiempo, se oye gritar mi nombre a una mujer a la que no veo, que creo que es mi madre.
    Hala, ya está, ya se lo había contado todo. Dedujo que Hook no se esperaba algo así, por la cara que puso. Pues que se aguantara, que era él quien le había pedido que se lo contara todo.
    • ¿Y eso era un sueño?
    • No exactamente. Verás, resulta que por mis habilidades, no puedo olvidar nada. Es horrible. Y creo que ese sueño es más bien un recuerdo. Un recuerdo que me atormenta todas las noches desde hace algo más de un año.
    • Bueno, eso explica que sepas tan poco de nuestro mundo. Si ni siquiera pudiste ver a tu madre… Pero, ¿has pensado que podrías encontrar alguna pista sobre tu familia en el libro de Henry?
    • ¿Por qué crees que se lo pedí? Ya se me había ocurrido. Lo que pasa es que no he tenido tiempo para investigarlo.
    • Pues vamos a mirar a ver si hay algo.
    Verónica sacó el libro de su mochila y empezaron a hojearlo. Entonces, hacia la mitad del libro, encontraron un dibujo. En él aparecía Regina, con un bebé en brazos. Detrás de ella había una mujer joven de pelo castaño que parecía estar suplicando. Sin embargo, el dibujo no dejaba determinar quién era realmente.
    Veca notó que Hook se ponía tenso. Se giró hacia él.
    • ¿Ocurre algo?
    Él se giró.
    • Nada, nada. Es sólo que por lo que se ve, tu madre era una prisionera de Regina.
    • En eso ya me había fijado.
    • Ah, pues… era sólo eso - silencio incómodo. - ¿Seguimos buscando? Todavía no hemos investigado por esta zona.
    • Hook, alabo tu habilidad para cambiar de tema - dijo mientras se levantaba.


    Había faltado muy poco. Cuando habían parado para comer, a Hook le había podido la curiosidad. No tardó mucho en sonsacarle a Veca lo de su pesadilla. Entonces, había sacado el libro para investigar un poco. Parecía que no iban a encontrar nada, cuando llegaron a ese dibujo. Se había dado cuenta al instante. ¿Cómo había sido tan idiota? Era increíble que no hubiera descubierto antes quién era ella. Pero no le dijo nada. Era mejor que no descubriera la verdad por él. Teniendo en cuenta quienes eran sus padres, seguramente la tomaría con él cuando se enterara, y para entonces le gustaría estar muy lejos.


    *Recuerda: ¡dos nuevos capítulos cada sábado!

    1 comentario:

    1. Jo Becky me has puesto mal las fotos XD. Las has cambiado de sitio iban al revés.
      Tampoco importa mucho eh?

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