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  • martes, 10 de abril de 2018

    Fan Fic: A long time ago 8


    Continuamos con el octavo capítulo de esta serie de fics mitológicos que nos trae nuestro seguidor Aquiel, esta vez centrada en deidades y quimeras que provienen de las profundidades marinas.

    Chapter 8: Home by the sea

    Amanecía después de una noche tormentosa. El sol, que nacía en el lejano horizonte marino, esparcía destellos púrpuras y dorados por todas partes, dotando al océano de un color ambarino. La atmosfera estaba impregnada de un olor a algas y sal. Las olas golpeaban la arena, dejando a su paso un rastro de espuma.
    Para la joven, que observaba el amanecer sobre una enorme peña, todo este paradisiaco momento era algo común.  Todos los días venía a este lugar a observar el amanecer, mirando la lejanía soñaba que el futuro le permitiera conocer los múltiples maravillosos lugares que el horizonte ocultaba, más allá de la pequeña isla en que habitaba. Sabía que su destino era mucho más que ser la simple hija de un pescador, ayudar a su padre en su labor y culminar el día oliendo a pescado después de limpiarlo o cocinarlo. Tampoco esperaba terminar casada con uno de esos salvajes y curtidos marineros que la asediaban, hechizados por su belleza.
    Se sabía hermosa, tanto por sus salvajes admiradores como por la imagen que le devolvía el mar cuando estaba en calma. Su bronceada piel por el arduo trabajo diurno, ahora dorada por las luces matutinas; así como sus abundantes y ondeados cabellos como el ébano, que ahora mecía una suave brisa, y sus almendrados ojos, que parecían albergar todos los misterios de la noche, brillantes como la estrella del amanecer; eran la envidia de las rústicas mujeres que habitan la isla. Su grácil figura parecía esculpida por los dioses; al caminar parecía imitar con sus ondulados movimientos a las olas.
    Vestía con una sencilla túnica nívea que apenas ocultaba sus encantos, sus descalzos pies estaban cruzados sobre la roca; portaba como única prenda un caracol dorado a modo de collar, e instintivamente cada rato llevaba su mano hacia él y lo acariciaba. Suspiraba sabiendo que le esperaba un trabajoso día.
    De pronto, escuchó un ruido a sus espaldas, al volver el rostro no vio nada más allá del verde y salvaje paisaje, cuyas principales protagonistas eran las palmeras y los cocoteros. En la distancia, cerca del centro de la isla, se podía observar una enorme montaña que en algún momento fue un violento volcán, del cual, contaban las leyendas, surgieron llamas provenientes del Inframundo.
    Al volver la vista al océano vio ante ella algo que antes no estaba: un ramillete de flores marinas, adornado por penachos de mar. La muchacha miró en todas las direcciones tratando de encontrar quien podía haberle dejado el hermoso ramo, pero no vio a nadie en ninguna parte y las únicas huellas sobre la arena eran las suyas; aguzó el oído, pero el único sonido que escuchaba era el de las olas al romper sobre la costa; le pareció escuchar una especie de chapoteo, aunque el piélago estaba desierto.
    Isla de Themiscyra
    Tiempo después
    Era una típica mañana primaveral en el tupido bosque, la luz solar se filtraba entre las frondosas ramas de los laureles y los sauces, el olor de múltiples flores se mezclaba, diversos pájaros cantaban saludando al astro rey.
    La paz selvática fue interrumpida por el vibrante galope de varios jinetes; los animales silvestres buscaron urgentemente refugio y protección para sus crías, incluso algunas plantas cerraron sus hojas como las adormideras.
    Eran dos jinetes los que se aproximaban, queriendo emular con su fugaz galope al mismo viento, incluso quizás a la luz. A pesar de que vestían cascos y armaduras se podía apreciar sus figuras femeninas. Los animales relinchaban ante el brutal esfuerzo al que se veían sometidos, el látigo que les azotaba sus carnes y los gritos emocionados de las amazonas; el suelo temblaba ante el golpear de los cascos que levantaban nubes de polvo.
    La geografía cambiaba al ritmo de la ágil competencia, pronto se encontraban en un hermoso valle donde dos álamos con una cinta en el medio marcaban la meta, allí se encontraban múltiples mujeres que animaban a las competidoras, las cuales también vestían como guerreras con cortas túnicas, fuertes cinturones de cuero, cascos, brazaletes y tobilleras metálicos, así como arcos, discos, hachas, espadas, lanzas y otras armas de combate.
    En el tramo final las jinetes aceleraron su galope. Una de ellas tomó una gran ventaja sobre la otra y entre gritos de embullo llegó a la meta rompiendo la cinta que marcaba su triunfo.
    Entonces, la vencedora se bajó del caballo y se quitó el casco dejando libre una abundante y ondeada cabellera como el fuego, que comenzó a moverse al ritmo del viento. Su rostro era bellísimo, cual si fuera esculpido por los dioses olímpicos y sus ojos celestes opacaban al mismo cielo. A través de su armadura se podían adivinar una figura divina.
    Su rival, una hermosa joven negra, también descabalgó y se quitó el casco. Hizo un movimiento de asentimiento hacia la otra, que le respondió con un gesto igual.
         ¡Voluptas, Voluptas! − gritaban a coro las guerreras, mientras le daban la mano a la vencedora y golpeaban sus armas metálicas provocando un ruido uniforme.
    De pronto, se hizo el silencio. Todas las guerreras miraron en dirección a una jinete de blanco que se acercaba al grupo. Era una mujer de esas que su sensualidad era capaz de provocar guerras y hacer caer imperios. Podría tener 20 o 50 años, pero poseía ese tipo de belleza que es eterno. Sobre sus cabellos dorados portaba una corona de plata y diamantes.
         ¡Felicidades, hija! − dijo la amazona− Como siempre vencedora.
         Gracias, madre− respondió Voluptas mientras se inclinaba ante su madre a modo de saludo.
         Hija, amazonas. Un gran peligro acecha nuestras costas. Debemos prepararnos para enfrentarlo. − respondió la reina de las amazonas mirando a la distancia, donde se evidenciaba una sensacional vista del océano.
         ¿Qué peligro, madre? ¿Piratas, un kraken, sirenas? − preguntó la muchacha intrigada.
         Algo mucho peor− contestó una voz a sus espaldas.
    Al volverse Voluptas se encontró ante una mujer joven y bonita, de bronceada piel, cabellos como las alas de un cuervo y sensuales labios rojos como la sangre. Vestía una sencilla y corta túnica blanca, unas sandalias de piel de gacela y portaba como único accesorio un caracol dorado a modo de collar.
         Ella es una nueva recluta que buscó refugio en nuestras costas de un gran peligro que la acechaba, su nombre es Escila− dijo la reina.
         Encantada, Escila. Mi nombre es Voluptas, princesa de Themiscyra− dijo Voluptas extendiéndole la mano.
         Un placer, princesa Voluptas. También he escuchado que es la guerrera más poderosa entre las amazonas. − respondió Escila.
         ¿Entonces, sabes que peligro nos acecha? - preguntó Voluptas
         Una poderosa y vengativa deidad marítima; su magia me separó de todos los que amaba, huyendo de ella busqué asilo en vuestras costas. − respondió Escila con la mirada perdida en el océano.

    Ciudad de Antedón
    Tiempo antes
    La vida para Escila era ver pasar eternos días semejantes, uno detrás del otro, tratar de atrapar la belleza de los semejantes amaneceres, ayudar a su padre en sus labores pesqueras, repeler los asedios de los toscos pescadores que sucumbían ante su belleza. Pero la muchacha soñaba, quería mucho más que lo que la rústica vida de la isla que el destino parecía avizorarle.
    Sin embargo, en los últimos días había ocurrido algo que había despertado su curiosidad y mermado su usual hastío. Tenía un enamorado secreto, alguien que admiraba su belleza y tenía tan buen gusto como para realizar hermosos ramilletes de penachos de mar y flores marinas; también debía ser alguien muy valiente, con habilidades de nadador, pues debía emerger a las profundidades marinas para obtener el tributo marino que le ofrendaba.
    El primer día apareció el ramillete como por arte de magia delante de ella, los siguientes al llegar a su roca preferida lo encontraba. Por muy temprano que se levantara no lograba sorprender a su huidizo admirador. Llego a pensar que había magia involucrada, esa a la que su padre le había enseñado a temer toda su vida, desde su más temprana infancia, pues le había arrebatado a su madre. Al pensar en su progenitora, a quien nunca había conocido, se llevó las manos a su caracol dorado, unos de los pocos recuerdos que le había dejado.
    Algunos días después su padre enfermó y se vio obligado a guardar cama, Escila, que desde pequeña estaba entrenada en las labores de pesca, tuvo que suplirlo debido a la gran cantidad de compromisos que tenía.
    Ese día, antes de que asomaran las primeras luces del alba, en vez de ir a su acostumbrada peña, fue a revisar, armada con su lanza, las redes que tendían en una ensenada cada noche, para capturar a los desprevenidos peces nocturnos. Se vio obligada a tomar una antorcha, pues el cielo estaba nublado impidiendo a los astros nocturnos alumbrar con sus luces de plata el accidentado camino.
    Al llegar a orilla, junto a la ensenada, se percató que había un gran chapoteo en el agua, por lo que dedujo que habían capturado un pez enorme. Se acercó al lugar preparando su lanza para tirarla en cualquier momento, aproximó la antorcha para poder observar mejor; pues las brumas nocturnas aun le dificultaban la visión.
    Al acercarse lo que vio la hizo retroceder asustada, de tal modo que se le cayó la antorcha, en ese momento se despejaron las nubes y la estrella del alba le permitió observar con claridad al extraño ser que tenía ante sí. Este también la vio, deteniendo su contoneo comenzó a observarla con sus humanos ojos; porque sí, el ser que la red había atrapado tenía apariencia humana, al menos en parte.
    Tenía de la cintura para arriba la apariencia de un atlético joven, de ojos verdes y rubios cabellos; pero de la cintura para abajo tenía una verdosa cola de pez.
         ¿Quién eres? − preguntó Escila esgrimiendo la lanza, tratando de ocultar el temor en su voz− ¿Qué eres?
         ¡No por favor! − dijo el extraño ser poniendo sus manos frente a él en modo de defensa− No quiero hacerte daño.
         ¿Eres una sirena? ¿Esos seres malvados que con su canto atraen a los navegantes hacia las rocas?
         Bueno, los hombres de nuestra raza nos llamamos tritones y no todos somos malos; aunque te confirmo que somos una raza maldita. Mi nombre es Glauco.
         El mío, Escila. − respondió la joven, mientras sacaba un cuchillo de entre sus ropas.
    Glauco la miró a los ojos, pero ya no intentó defenderse.
         ¡Por favor! Debes creerme que nunca te hubiera hecho daño.
         Ni hubieras podido tampoco. No te asustes, solo voy a liberarte.
    Diciendo esto se acercó a las redes y teniendo cuidado de no enredarse ella también las cortó, el tritón inmediatamente su sumergió en las profundidades del mar.
    Escila viéndolo desaparecer, pensó que había imaginado todo lo acababa de ocurrir. Pero el tritón salió al rato con un enorme caracol en sus manos.
         Muchas gracias por salvarme. – dijo Glauco− Te doy este regalo a modo de agradecimiento, te prometo no volver a molestarte. Pero si quisieras volver a verme solo tienes que llevar este caracol a tus labios y tocarlo como una trompeta, yo donde quiera que esté lo escucharé y volveré junto a ti. También llevándotelo al oído podrás escucharme.
    Cuando el ser marino se volvió a sumergir, Escila se percató de algo que había quedado enredado entre las maltrechas redes: un ramo de flores marinas de diversos colores.

    Isla de Themiscyra
    Tiempo después
    De mármol blanco era el salón del trono del reino de las amazonas. Altas columnas se elevaban majestuosamente hasta un elevado entablamento que mostraba épicas batallas, este sostenía un techo a dos aguas.
    Entre las columnas se encontraban estatuas de poderosas guerreras, vestidas con diversas armaduras y armadas con diferentes armas. Al final del salón se encontraba la reina en su trono de mármol, escoltada por dos jóvenes guerreras con yelmos en forma de cabeza de león.
    Escila entró en la habitación siguiendo a la princesa Voluptas, observaba extasiada las diversas estatuas. Se detuvo ante una de marfil con detalles de oro, que mostraba una poderosa y hermosa guerrera armada de espada y escudo, en esta resaltaba un hermoso cinturón con detalles dorados.
         Es la otrora reina Hipólita− dijo Voluptas al ver la estatua que había captado la atención de Escila.
         ¿Ese cinturón existe actualmente? He oído historias que perteneció a Ares, el dios de la guerra. − respondió Escila
         ¿El cinturón de Hipólita? − dijo Voluptas cuyo rostro se ensombreció mientras miraba a su madre. − Se encuentra en posesión de un poderoso héroe de ascendencia divina, que lo necesitaba para alcanzar la divinidad y reunirse con su padre en el Olimpo.
    En ese momento llegaron ante la reina y Escila se inclinó humildemente.
         Entonces, Escila. ¿Conoces ese misterioso ser que acecha nuestras costas?
         Tuve un encuentro con esa deidad en el pasado, los recuerdos son demasiado dolorosos− respondió Escila entristecida mientras una lágrima corría por su rostro− Lo que me ocurrió no hubiera pasado si no fuera hermosa, mi belleza ha sido mi maldición; por su culpa perdí a mi verdadero amor.
    En ese momento la reina descendió del trono y se acercó a Escila.
         Querida− respondió la reina− Tú no eres la única que ha sufrido por su belleza. Te lo dice alguien que en algún momento fue la mujer más bella del mundo, y por cuya causa se provocó la mayor guerra de todos los tiempos, que causó la caída de un imperio. Te lo dice la mujer que una vez fue tristemente conocida como Helena de Troya.
    En ese momento se escuchó un trueno lejano que las hizo central su atención en el lejano panorama marino que se manifestaba a través del ventanal. Ante los ojos de las mujeres se manifestó un horizonte rojizo que parecía estar coloreado con las primeras luces del amanecer; pero mirándolo con atención se observaba que era un siniestro naufragio, un barco incendiado con enaltecidas llamas.
         ¡Es un naufragio! − gritó Voluptas− ¡Debemos ayudarlos!
         ¡Voluptas, espera! − gritó la reina, pero ya su hija había salido de la habitación. Escila también había desaparecido.
    Ciudad de Antedón
    Tiempo antes
    Pasaron varios días y todo volvió a la normalidad para Escila. En su roca no volvió a aparecer ningún ramo de flores marinas. Las jornadas volvieron a tornarse monótonas para la muchacha.
    Sin embargo, algo había cambiado para Escila. Algo enturbiaba su existencia. No podía ayudar a su padre en sus tareas de pesca y limpieza como antes; pues cada vez que tomaba un pez en sus manos pensaba en la criatura marina que había atrapado con sus redes.
    Eso no era todo, estar junto al mar le resultaba insoportable. El susurro de las olas al golpear la costa le recordaba la suave voz de Glauco y si dirigía la mirada a las profundidades azules del océano, de pronto, se sentía como si se sumergiera en los profundos ojos del tritón.
    Iba todos los días a su roca, esperando encontrar sobre ella un ramo de flores marinas.
    Un día sin poder resistir la curiosidad buscó la caracola que le había dado Glauco y se la llevó al oído, aunque de momento no creía que realmente pudiera oír su voz, pues no juzgaba posible que un objeto permitiera que dos personas distantes se comunicaran; pero pudo percatarse pronto de su error.
    Al llevarse la caracola al oído pudo escuchar múltiples sonidos asociados al mar: el susurro de las olas, el canto de una gaviota, el gemido de una ballena. Pero un sonido resaltó sobre los demás, era el canto de una grave voz que entonaba una dulce melodía. Al oírla se sintió encantada, se sintió transportada de pronto a los momentos más felices de su vida, como cuando su padre la llevó por primera vez a navegar y comprendió que el mar formaría parte de su existencia en una forma hasta entonces desconocida. Comprendió entonces que significaba el canto de una sirena, que hacía a los marineros olvidar todo encantándolos con su magia. Asustada por el encanto apartó el caracol de sus oídos.
    Pero la curiosidad de la joven por la criatura marina continuó creciendo y un anochecer se dirigió con la caracola a su peña preferida.
    Cuando la luna comenzaba a bañar de plata todo el paisaje la joven se llevó la caracola a los labios y sopló como si tocará una trompeta.
    Entonces, sintió ante ella una especie de chapoteo y en medio de un montón de espuma vio que surgía una forma humana, cual si fuera un retoño que naciera de la tierra. Primero unos cabellos dorados ondulantes como las olas marinas, después un rostro que goteaba, seguido un torso aparentemente humano.
         ¿Glauco? − preguntó Escila para cerciorarse que era este el ser que había salvado de las redes, aunque la plateada luz lunar le permitía identificarlo perfectamente. Sentía una extraña sensación en su interior, su corazón parecía querer escaparse de su pecho.
         Hola, Escila. − dijo Glauco sonriendo. – Pensé que te asustaban las aterradoras historias que se contaban sobre mi especie.
         ¿No son ciertas esas historias?
         Por desgracia− respondió Glauco bajando los ojos− En gran parte son ciertas. Varios miembros de mi especie son seres terribles, que utilizan nuestra mágica voz y belleza para hacer naufragar a los marinos contra las costas. No serías la primera que juzgues a toda una raza por las acciones de unos pocos; después de todo esa fue la razón por la que toda nuestra raza fue maldita.
         ¿Entonces su raza está maldita? – preguntó Escila cada vez más aquejada por la maldición de Pandora, que afecta a todo el género femenino.
         Hace mucho tiempo, a pesar de ser seres marinos teníamos piernas como las tuyas y podíamos interactuar con los humanos. – comenzó a narrar Glauco− Un día, se les dio un grupo de mujeres de nuestra especie la tarea de cuidar la hija de una poderosa diosa, la joven fue secuestrada y como castigo fuimos transformados en una raza maldita, nunca podríamos tocar a ningún miembro del género humano.
         Supongo que te estás arriesgando al estar junto a mí.
         Así es. – respondió Glauco− Hace algún tiempo, un día, en el momento que el radiante Helios arrancaba su resplandeciente carruaje, mientras paseaba por esta costa, una visión me hizo detenerme, sobre una peña vi al ser más hermoso que hubiera visto jamás; pensé que era la misma diosa Afrodita encarnada, pues como ella parecía surgir de la espuma y su piel parecía resplandecer ante los primeros rayos del sol. Sabía que debía realizar alguna ofrenda a ese hermoso ser, por lo que regresé a las profundidades marinas y escogiendo las flores más bellas le hice un ramo y en un momento de distracción lo coloqué delante de ella; desde ese día, durante varias jornadas le hice una ofrenda similar; hasta que me vi atrapado en sus redes, esta vez literalmente.
         ¿Eras tú mi admirador secreto entonces? – preguntó Escila mientras su rostro se ruborizaba.
         No podía hacer otra cosa que rendir tributo ante semejante belleza, aunque nuestro amor sea imposible, aunque el más ligero contacto con tu piel me destruiría probablemente. − respondió Glauco.
    Escila sintió algo que no había sentido antes mientras conversaba con el tritón. Sentía que una extraña sensación en su estómago, mientras su corazón parecía querer salirse de su pecho. Concebía que ese extraño ser era parte de su vida, la parte incompleta que siempre había estado esperando.
    La joven escuchaba extasiada al tritón contarle historias sobre las profundidades marinas y sobre increíbles mundos lejanos. Pronto se convirtió en una costumbre diaria que en las primeras horas del anochecer la doncella se encontrara con el tritón.

    Relato de un marinero
    Tiempo después
    El mar siempre fue parte mi vida; el inmensurable océano azul desde el inicio me atrajo como la luna a las mareas, como ciertos remolinos a embarcaciones perdidas a las profundidades marinas.
    Nací en la que debería ser la noche más oscura de un gélido invierno; pero la oscuridad fue ultrajada por las llamas de una ciudad ardiente, un reino que fuera el más próspero y hermoso de su tiempo sucumbía después de largos años de guerra, su perdición había sido confiar demasiado en que los dioses los protegerían y evitarían su terrible destino.
    Mi madre, heredera de una casta de reyes, ahora estaba sumida en el más cruel de los destinos que puede soportar un humano: la esclavitud.
    Pero esa noche mi madre escapó. Aprovechando una distracción de los vencedores huyó hacia la costa. Un antiguo vasallo y su esposa la reconocieron y la guiaron hasta una barca.
    Entonces, quizás impulsado por la adrenalina de la huida o simplemente que como en otros instantes de mi vida había escogido el perfecto momento equivocado, se presentaron los dolores del parto. Allí en la barca donde pretendía escapar a la mar mi madre nací yo, en medio de las cenizas que venían de la ciudad muriente, de los hedores a carne quemada, a humo, a sangre y a muerte.
    Cuentan que en ese mismo instante se libraba una guerra en otro reino, un mágico mundo que se encuentra entre la fantasía y la realidad, también producto de las ambiciones de alguien, en este caso un poderoso mágico ser. Fruto de la batalla lejana cayó una estrella fugaz; mi madre, que en ese momento gritaba por el sufrimiento que le trajo mi llegada, la vio e hizo lo que se hacía en el mundo humano en estos casos: pedir un deseo. Y como ocurre con todos los deseos desde ese momento me vi ligado al ser mágico que lo originó, desde ese minuto mi destino se vinculó al de esa estrella.
    Mi madre escapó de su reino en llamas y se refugió en otro poderoso país, pero, quizás por la añoranza de sus tiempos de grandeza, mi amor no fue suficiente para que sobreviviera en este nuevo mundo y cuando yo apenas tenía once años me abandonó.
    Entonces comprendí que ya nada me ataba a la tierra firme. El mar, que había presidido mi nacimiento, me llamaba.
    Un día corrí hacia la costa y con mi peculiar elocuencia infantil convencí al capitán de un navío que me embarcara como grumete. En ese momento me convertí en un marinero más de “La estrella del alba”.
    En el momento en que el barco iba a partir llegó un emisario de la reina con una pequeña niña de mi edad. Oculto detrás de un barril observé cómo le entregaba dinero al capitán y le pedía que aceptara a la muchacha en su tripulación.
    Desde que mis ojos cayeron sobre la muchacha me sentí cautivado, cual si fuera un pez que se viera enredado en una red y no pudiera escapar. La pequeña era el ser más hermoso que hubiera visto jamás con sus cabellos casi plateados y sus ojos celestes, que, al mirarlos, te parecía estar observando las profundidades del océano.
    A pesar de su belleza mi nueva compañera no era feliz. Se notaba que había sufrido una gran pérdida en su vida que la oscurecía, que un dolor profundo embargaba su joven corazón. Quizás esa era una de las muchas cosas que teníamos en común: el ser tocado por la tragedia a una edad muy temprana.
    Al ser los únicos adolescentes de la tripulación pronto nos hicimos amigos, más bien hermanos, con esa hermandad que surgen entre huérfanos cuando se crían juntos. Ella cocinaba para toda la tripulación y yo me encargaba de tareas de limpieza mientras aprendía el oficio del marino. Los marineros nos tenían afecto y nos mimaban como si fuéramos sus hijos.
    No hablaré de los siguientes años de mi vida, que fueron los más felices. Hablaré del nefasto día en que la tragedia, siempre presente en mi vida, vino hacia mí para quitarme una vez más lo que más amaba.
    Con dieciséis años ya yo era un esbelto y fornido muchacho, mientras mi compañera había crecido en gracia y belleza; con su sola presencia nos hacía felices a todos en la tripulación, resplandeciendo cual si fuera una estrella. Al igual que me había ocurrido antes con mi madre no había podido hacer desaparecer la tristeza que embargaba su corazón, ni siquiera conocer la causa.
    Entonces llegó esa nefasta noche, en la cual los dioses decidieron sellar con dolor mi destino una vez más. La tormenta llegó de manera sorprendente, como llegan todas las cosas importantes de nuestras vidas. Infructuosos fueron nuestros esfuerzos de evitar el naufragio y el barco pereció ante la furia del mar.
    Desperté inconsciente sobre una tabla del difunto navío en medio del inmenso océano. Fui tan dichoso que un barco pesquero me divisó y me rescató.
    Desde ese día viví, pero nada podía apartar de mi corazón el dolor de ser el único sobreviviente de “La estrella del alba”; no podía olvidar a esa que fue la causa de mis mejores momentos de dicha, de quien fuera mi hermana, mi primer amor.
    Pasaron algunos años, otros barcos, algunos intentos de relación con otras mujeres; pero nunca volví a encontrar la segunda oportunidad que esperaba para eso que llaman amor.
    Terminé como un marinero más de “The goddess”, un barco comercial que cruzaba múltiples reinos comerciando mercancías.
    Había llegado el momento de otra tragedia en mi vida. Era una noche apacible cuando el cielo de pronto se nubló y el mar se inquietó ante la ira de algún poderoso dios.
    Las nubes rápidamente opacaron los astros nocturnos, mientras la previa suave brisa se transformaba en un borrascoso viento. El barco comenzó a balancearse en el mar embravecido, enormes olas se elevaban amenazadoras sobre el navío; pero el barco seguía flotando ágilmente, hundiéndose en los abismos y levantándose hacia el cielo alternativamente, juguete de las aguas enfurecidas. El barco crujía y crepitaba, las gruesas tablas se torcían a los embates del mar.
    Pensamos encontrar refugio en una isla que avizoramos a cierta distancia, pero los designios de la naturaleza no deseaban nuestra salvación y un trueno nos alcanzó incendiando instantáneamente el navío.
    En ese instante algo me golpeó en la cabeza y perdí momentáneamente la conciencia, entre los gritos de mis compañeros de infortunio y el potente olor a carne quemada.
    Desperté con los gritos de mi capitán, que fenecía bajo un enorme tablón. Me acerqué a él esquivando las llamas crepitantes y los cuerpos inertes y algunos despedazados de mis compañeros. Al parecer éramos los únicos que quedábamos con vida.
         ¡Capitán! ¡No se esfuerce, yo trataré de ayudarlo! – le grité mientras trataba de mover la tabla que aprisionaba su pierna, entonces observé que el anciano capitán se encontraba en medio de un charco de sangre.
         No te esfuerces hijo. Mi hora ha llegado.
         ¡Por favor, capitán!
         Trata de huir antes que ella te encuentre, quizás aún puedas salvarte. Estamos cerca de una isla que dicen que está habitada por unas fieras guerreras que odian nuestro género, pero quizás logres que te acojan. Es mejor conservar algo de esperanza que una muerte segura.
    Perfecto, el capitán se había golpeado con algo y había perdido la cordura.
         ¿A qué se refiere, capitán, cuando dice que ella me encuentre?
         Hijo, la tormenta no fue casual. Cuando zarpamos olvidamos la ofrenda destinada a una poderosa diosa marítima.
         ¿Qué diosa?
    En ese momento el capitán dio su último suspiro. Hubo una especie de explosión, un estallido de tablas rotas y de pronto me vi volando sobre la borda, cayendo al mar.
    A pesar que me encontraba herido mi instinto de supervivencia se impuso y, siguiendo la iluminación de lo que quedaba de lo que fue mi hogar, intenté alcanzar la superficie. Fue entonces que sentí que algo aprisionaba mi tobillo y me halaba hacia abajo, algo que por su textura me pareció un tentáculo de un pulpo.
    Entonces fue cuando sentí que yo también perdía la cordura, en medio de confusas luces vi lo que me pareció la silueta de una hermosa joven de cabellos como el fuego, que nadaba hacia mí portando una lanza en su mano derecha. Ahí fue cuando perdí la conciencia.
    Ciudad de Antedón
    Tiempo antes
    Una noche, como cualquier otra, la pareja de seres dispares (la humana y el tritón) se reunieron a conversar como si el resto del mundo no importara, como si no existiera una maldición divina que los separara.
         Glauco− dijo Escila− hay algo que me gustaría confesarte.
         Soy todo oídos, mi bella Escila. − respondió el tritón.
         También te amo, una inquietud profunda surgió en mí desde que te vi atrapado en las redes. Pensé, al inicio, que era curiosidad ante una criatura diferente; pero pronto descubrí que era algo más, mucho más. Eres la parte de mí que siempre me ha faltado, aunque seamos diferentes, aunque nuestra unión esta maldita y prohibida ante los ojos de los hombres y de los dioses.
         Escila, a la vez me alegra y me duele oírte. Pues ahora no seré el único que sufriré ante esta pasión prohibida, ante el deseo de tocarte, de sentir tu aterciopelada piel entre mis manos y demostrarte mi amor. Debería haberme alejado la primera vez que te vi, pero no pude hacerlo, pues me atrajiste como el imán al hierro, y ahora, por culpa de mi debilidad ambos tendremos que sufrir.
         Debe haber alguna forma de romper la maldición que pesa sobre su raza. − dijo Escila.
         Mi hermosa perla. − respondió Glauco− Mi abuela me contó una vez que la única que podía romper la maldición era la poderosa diosa que nos había encantado.
         ¿Qué diosa es? Debemos rogarle que nos permita estar juntos.
         Fue Hécate− respondió Glauco sigilosamente− La diosa de la hechicería.
    Entonces fue el rostro de Escila el que palideció, mientras con una de sus manos apretaba el caracol que colgaba de su cuello.
         ¿Qué te ocurre mi bella perla?
         Hay algo que no te he contado, Glauco. Mi madre era una hechicera, seguidora de Hécate. Pero su propia magia le costó la vida cuando yo era apenas una bebé de meses, por lo que mi padre tuvo que criarme solo.
         Mi bella, lo siento mucho.
         Una de las pocas cosas que me dejó al morir fue este caracol dorado que llevo en el cuello; pero hace un tiempo en un fondo secreto de un baúl encontré unos pergaminos que parecían hechizos, uno de ellos parecía un conjunto para invocar a Hécate.
         Mi amor, sería demasiado peligroso. − dijo Glauco.
         Cualquier cosa haría con tal que estemos juntos. − respondió Escila.

    Continuación del relato de un marinero
    Tiempo después
    La luz del sol trataba de filtrarse por mis párpados cerrados. Sentía como si mi cabeza fuera a estallar, cual si hubiera sido golpeada con un hacha. Mis sentidos parecían agudizarse, de modo que el suave resplandor primaveral parecía fuego que acechaba mis parpadeantes ojos, que se resistían a abrir ante la iluminación amplificada en todos los colores del arcoíris. No muy lejos sentía el rítmico susurro de un riachuelo, que se me antojó como un dulce canto de mujer. Mi olfato también se sentía cautivado y aspiraba el suave aroma de múltiples flores mezclado.
         Está despertando. − escuché decir a una suave voz femenina.
    Entonces decidí dignarme de valor y abrir los ojos, enfrentarlo a la incendiaria luz solar que los acechaba; así como al irresistible dolor de cabeza que parecía querer salírseme del cráneo.
    Al despertar me sentí transportado a uno de esos lugares mágicos que tanto adoraba de los cuentos infantiles que me contaba mi madre. Me encontraba en una especie de caverna de cristal o de diamante, cuyas transparentes paredes parecían atraer la luz solar metamorfoseándola en danzantes luces de todos los colores. A mí derecha había un riachuelo que parecía surgir de las entrañas de la tierra y que reflejaba los colores del cristal.
    Ante mi magullado cuerpo, que descansaba sobre un improvisado colchón de heno, se encontraban dos deslumbrantes beldades, una morena y la otra pelirroja; las cuales no podían ocultar su belleza ni siquiera con sus vestiduras de guerreras. Me pareció conocida la de cabellos rojos de la caótica noche en que mi barco sucumbió. ¿Dónde me encontraría? ¿Quiénes eran estas hermosas mujeres? ¿Sería esta mi versión de los campos elíseos?
         ¿Dónde estoy? ¿Estoy muerto? − fueron las palabras que pude articular, el esfuerzo de hablar agudizó mi terrible dolor craneal.
         Aún no. Estás en la isla de Themiscyra, soy la princesa Voluptas y ella es Escila. − respondió la pelirroja.
         ¿Tú me salvaste en el mar?
         Fuiste el único sobreviviente en el naufragio, una especie de calamar gigante te intentó arrastrar a las profundidades del océano.
         Entonces, ¿No fue un sueño? ¿Acaso mi capitán tenía razón con que habíamos sido atacados por una diosa por olvidar hacerle una ofrenda al zarpar?
         Sé a qué diosa te refieres, de solo mencionar su nombre podría invocarla−  respondió la otra joven− Yo he tenido la desdicha de conocerla. Considérate afortunado de haber sobrevivido a su ira.
         Afortunado de haber sido salvado por tan valientes jóvenes. Muchas gracias. ¿Qué mágico lugar es este?
         Estás en la cueva de cristal, un lugar que alberga una poderosa magia blanca; las aguas de este arroyuelo tienen propiedades curativas, sin embargo, han resultado inútiles en tu tobillo, cuya herida ha empeorado.
    Al oír sus palabras dirigí la vista hacia abajo y casi me desmayo al ver el color negruzco de mi pie, al olfatear un olor a putrefacción llegó hacia mí.
         ¡Por todos los dioses! ¿Qué me ha hecho esto?
         El ser que te ha capturado al parecer te ha envenenado con algún poderoso veneno, este ha hecho inútiles incluso las aguas de este mágico arroyo. − respondió Escila.
         ¿No sé puede hacer nada?
    Entonces pude observar como Escila miraba con cautela a Voluptas.
         He escuchado que bajo esta isla existen unas cuevas submarinas en la cual hay un mágico arbusto cuyas níveas flores pueden curar cualquier veneno, pero estas solo florecen a medianoche y están protegidas por un ser monstruoso− dijo Escila.
         ¿En unas cuevas submarinas? − preguntó Voluptas, por primera vez percibí un ligero temblor en su hasta entonces firme voz.
         ¿Qué ocurre, Voluptas? − preguntó Escila.
         Nada, que las mágicas cuevas parecen torturar mi existencia. Esta cueva en la que nos encontramos alberga magia luminosa, pero la luz no puede existir sin la oscuridad, así como el bien no puede hacerlo sin el mal. Hace un año un ser oscuro la poseyó, atrapándome en mi intento de enfrentarlo. De no haber sido por un héroe puro de corazón que me liberó y derrotó a la oscuridad me hubiera quedado atrapada para siempre, su nombre era Hércules y, como agradecimiento, le entregué el cinturón de Hipólita; pues lo necesitaba como parte de un trabajo para alcanzar la divinidad y reunirse con su padre en el monte Olimpo. Pero no te preocupes marinero, enfrentaremos al ser que haya que enfrentar y te salvaremos. ¿Me ayudarás, Escila?
         Por supuesto. − respondió la otra tomándole la mano.
         Por cierto, marinero. ¿Cómo te llamas?
         Mi nombre es Aque…, Aqueloo. − le respondí− Muchas gracias por sus esfuerzos, mis valientes amigas, pero no deberían arriesgar su vida por mí. Solo soy un pobre marinero.
         Aqueloo. − respondió firmemente Voluptas− Soy la princesa y heredera del trono del reino en que te encuentras; por tanto, tu vida es mi responsabilidad y trataré de curarte, aunque tenga que enfrentarme al mismo dios de la guerra.
    Ciudad de Antedón
    Tiempo antes
    Era la noche esperada, la luna llena se acercaba a su cenit; el momento indicado para invocar a la diosa de la hechicería. Era una noche en que la hermosa Selene tenía un aspecto particularmente raro, estaba más grande y redonda de lo normal, tenía un aspecto un poco rojizo; era la esperada luna de sangre.
    Glauco y Escila se encontraban acostados sobre la arena, esperando el momento de lanzar el conjuro; se encontraban separados a medio metro de distancia. El joven tritón era golpeado por las olas, pero a este no parecía importarle.
    El tritón tenía en sus manos una pluma de gaviota, con esta, comenzó a acariciar suavemente a la hermosa Escila. Comenzó por el cuello, lo que provocó un ligero estremecimiento en la joven, continuó bajando hasta rozar el centro de su pecho para después acariciar suavemente uno de turgentes senos, que el viento había descubierto. Esta acción hizo erizarse a la joven, el rojizo pezón se endureció ante la acción.
         Glauco, detente. Te estás arriesgando mucho− dicho Escila.
         Quizás debería arriesgarme y acariciar tu cuerpo como el mío desea, aunque esto provoque que me transforme en algún animal horrible o en piedra, quizás nos estemos arriesgando demasiado al convocar a la diosa de la hechicería− respondió Glauco, mientras tomaba el pergamino que se encontraba al lado de Escila.
         ¡Glauco!
    Pero Glauco se incorporó bruscamente, algo en el pergamino le había llamado la atención.
         ¡Escila! − dijo Glauco− No podremos convocar a Hécate, tanto trabajo buscando ingredientes marinos mientras tú buscabas los terrestres y no me dijiste que faltaba el último. ¿Acaso no sabes que para hacer un conjuro necesitas todos los ingredientes? Evidentemente no tenemos el último: una hechicera debe lanzar el hechizo utilizando su propia sangre. Quizás aún esté a tiempo de hacer algún trato con la poderosa encantadora Circe.
         Glauco, espera. − dijo Escila bajando la cabeza− Hay algo que no te he contado. Te conté que la magia me había impedido conocer a mi madre, pero no te conté que esta era también parte de mí. Desde pequeña descubrí que era diferente, podía ver cosas que los demás no podían, por ejemplo, saber cuándo iba a comenzar una tormenta, aunque el cielo estuviera despejado y de ese modo impedía que mi padre saliera a la mar, podía saber el sexo de los bebés nonatos e incluso, de ver un enfermo saber si su mal era curable o no. Aunque no he explotado mi don como quisiera este siempre ha sido parte de mí, siempre he podido identificar fácilmente las plantas e identificar sus propiedades curativas. Mi padre ignoraba, o trataba de ignorar mis dones, y yo, por el dolor que sabía que le traía nunca le hablaba del tema.
    Glauco se alejó un poco.
         Escila− susurró suavemente− La magia fue la que maldijo a mi raza y nos impide estar juntos. Sin embargo, aunque fueras la misma diosa que lanzó la maldición no puedo dejar de amarte, sería más fácil pedirle a la luna que no iluminará el cielo nocturno o al mar que no golpeé la orilla.
         Creo que ha llegado el momento− dijo Escila mientras se enjugaba una lágrima de su rostro.
    Entonces tomó su antorcha y con esta encendió otras tres que habían encajadas en la arena formando un triángulo. Una suave brisa hizo temblar la llama de las antorchas, al mismo tiempo que movía la nívea y casi transparente túnica de la muchacha y sus sueltos oscuros cabellos. Se colocó en el medio del triángulo, donde colocó los ingredientes del hechizo y después de hacerse un pequeño corte en la mano comenzó a recitar un conjuro:
    Hécate, señora de noche, de los umbrales y las tres formas,
    Aquí, en el cruce del cielo, la tierra y el océano,
    Yo te invoco,
    Abro la puerta del ocaso del Sol
    Para caminar tu oscuro sendero,
    Reina de la magia,
    ¡Diosa de lo celestial, lo terrestre y lo marino!
    Escucha mi oración y ven a mí.
    Otorga tus bendiciones a mi alma
    ¡Que busca la sabiduría y el poder del Vacío!
    Hágase tu voluntad, portadora de la antorcha sagrada,
    que abres la puerta entre los mundos y vigilas su equilibrio.
    ¡Dama de los misterios olvidados!
    ¡A través de los caminos del antiguo arte!
    Guardiana de las llaves secretas,
    Ven a través del cruce de los mundos y dimensiones.
    Y revélame los secretos olvidados de la magia.

    Mientras la muchacha recitaba el conjuro la brisa se hizo más fuerte haciendo crepitar las llamas de las antorchas, la luz lunar pareció hacerse más intensa e iluminar con más fuerza el altar, aunque una oscura niebla comenzó a cubrir todo el lugar.
    Glauco se asustó, pues mientras avanzaba la invocación Escila parecía cada vez menos ella misma, es decir, parecía estar poseída por un ente externo.
    Entonces, una lechuza, que parecía haber venido volando desde la misma luna se posó ante Escila y cubierta de un remolino de niebla se transformó en una austera y encapuchada figura humana.
         ¿Quién me ha invocado? − preguntó una voz femenina mientras lanzaba hacia atrás la capucha dejando ver un hermoso, aunque frío, rostro de mujer con una cabellera como alas de cuervo y ojos que parecían albergar toda la sabiduría del mundo. Dirigió una ligera mirada a Escila, la cual se tornó despectiva cuando cayó sobre Glauco.
         Señora, yo la he invocado. Mi nombre es Escila y soy la humilde hija de un pescador. Necesitó su ayuda con urgencia. − dijo Escila con voz temblorosa.
         Ninguna humilde hija de un pescador me hubiera podido invocar, solo una poderosa hechicera podría lanzar ese conjuro. Escila, eres mucho más de los que pareces, veo mucho de tu madre en ti.
         ¿Conoció usted a mi madre? − preguntó Escila intrigada.
         Pudiera decirse que sí, su sangre corre por tus venas, así como todo el poder que una vez tuvo. Veo que has tenido una buena pesca hoy, aunque a ciertos peces los prefiero ver fritos y listos para comer− dijo mirando a Glauco.
         ¡Poderosa diosa! − exclamó Escila implorante− Hace mucho tiempo usted lanzó una maldición sobre toda una raza por una imperdonable falta. Vengo a implorarle que le rompa por una vez. Conocí a un ser diferente y algo surgió en nuestros corazones, un amor prohibido por su maldición. − Al terminar de hablar su voz estallaba en sollozos.
    Glauco se había acercado arrastrándose por la arena y estaba junto a Escila. Hécate los miró a los dos y por primera vez sus ojos mostraron algo de compasión.
         Los hijos siempre tienen que sufrir los pecados de los padres. Escila, lamentó decirte que yo no puedo romper la maldición que lancé, una vez que se conjuran estas adquieren vida propia y muchas veces son inmunes a su conjurador.
         ¿Entonces no se puede hacer nada? − preguntó Escila suplicante.
         No he dicho eso. Dije que yo no podía romperla, pero quizás tú sí. No hay magia más poderosa que el amor, siempre y cuando este sea verdadero. ¿Están seguros que el de ustedes lo es?
         ¡Lo es! − respondieron Escila y Glauco al unísono, mirándose fijamente a los ojos.
    En las manos de Hécate se hizo una nube de humo, la cual, al despejarse permitió observar un anillo de plata en el cual se enlazaban una media luna y una espada.
    Este es un poderoso y antiguo anillo, surgido cuando nacieron las plantas, las bestias y los hombres, cuando la muerte era un sueño. − diciendo esto lo dividió en dos partes, quedando a un lado la medialuna 
         y al otro la espada− Trae consigo la magia más poderosa, el amor. Aquellos que se amen deben utilizar cada uno una parte durante una luna, cuando pase este tiempo deben hacerse una promesa de amor eterno y se liberará una magia capaz de romper cualquier maldición.
    Diciendo esto le tendió la medialuna a Escila y la espada a Glauco.
         Una advertencia antes que se los pongan, una vez que una pareja se coloque los anillos no se los podrán quitar durante el tiempo previsto. Si durante ese lapso alguno de los dos rompe la promesa de amor se liberará en cambio la más oscura y terrible magia, capaz de hacer temblar incluso al Dios del Inframundo. Les vuelvo a preguntar. ¿Están seguros que su amor es verdadero?
         ¡Lo estamos! − exclamaron los jóvenes al mismo tiempo mientras se colocaban los anillos en sus dedos, los cuales centellearon y por un instante un rayo luminoso los unió.
         ¡Entonces, hágase la magia! − pronunció Hécate que cierta tristeza en su voz.

    Isla de Themiscyra
    Tiempo después
    La luna se encontraba prácticamente en su cenit bañando de plata la hermosa playa de la isla de Themiscyra, a su alrededor un océano de estrellas acompañaba su brillo; las olas iban y venían en rítmico vaivén.
    Las dos jóvenes se encontraban sentadas en la arena observando el cielo nocturno. Voluptas vestía solamente una ligera túnica oscura, sin embargo, tenía una lanza a su lado. En su hombro descubierto se podía observar una marca de nacimiento que tenía la forma de dos corazones atravesados por una flecha.
    Escila portaba una vestimenta similar pero blanca, tenía a su lado una extraña lanza cuyo cabo era una antorcha encendida.
         Ya es el momento− dijo Voluptas, poniéndose de pie.
         Su alteza− dijo Escila con voz firme, poniéndose de pie también− Debo pedirle algo. Sé que es la guerrera más grande de esta tierra y posiblemente del mundo; que es una verdadera líder, de esos que siempre van adelante en las batallas. Sin embargo, yo soy la hija de un pescador y mejor nadadora, déjeme ir adelante.
         Escila, no…− comenzó a decir Voluptas.
         Conozco el mar como si fuera parte de él, así como todas las plantas marinas y terrestres. Por esta vez déjeme ir adelante y cubra usted la retaguardia− dijo Escila tomando firmemente la mano de la otra. - Siga la luz de mi antorcha.
         ¿Pero no se apagará?
         Es una antorcha encantada, cuyo fuego proviene de la forja original de Prometeo. Sabe que es la mejor decisión – dijo Escila antes de lanzarse al mar, antorcha en mano. − Además tengo mis cuentas pendientes con cierta deidad marina.
    La princesa Voluptas no esperó mucho tiempo para lanzarse ella también, armada con su lanza. Veía a cierta distancia a Escila a la delantera, hasta que la vio introducirse en un agujero entre unos corales, comprendiendo que esa era la entrada de la cueva submarina.
    A la saga de Escila se introdujo en la abertura. A cierta distancia observaba la luz de la antorcha de su predecesora, la caverna tenía un solo sentido, hacia arriba. Después de ascender un poco se encontró en la superficie y se encontró frente a lo que parecía la entrada de una cueva terrestre. Entonces, escuchó un grito de mujer, en ese momento la luz se apagó y a su alrededor todo eran tinieblas.
    Ciudad de Antedón
    Tiempo antes
    Escila se encontraba en su roca habitual frente a la dorada playa, su mirada se encontraba perdida en el horizonte, allá donde el sol parecía incendiarse en su diario descenso.
    Entonces, sintió un chapoteo y vio surgir ante ella el torso de Glauco que la miraba sonriente desde abajo.
         ¿Segura que es el momento correcto? − preguntó el tritón.
         Ha pasado una luna, en cuanto se acabe de poner el sol haremos nuestra promesa de amor. ¿Seguro que aún lo deseas?
         Ya no hay marcha atrás.
    Mientras hablaban el sol terminó de fenecer, dejando tras sí un cielo con tonos púrpuras donde se podían observar las primeras estrellas.
         Ahora− dijo Escila mirando fijamente a Glauco, mientras su corazón parecía querer salir del pecho con la fuerza que golpeaba. − Glauco, prometo amarte toda la vida y aún más allá.
         Escila, prometo quererte por toda la eternidad. − respondió a su vez Glauco.
    En ese momento los anillos brillaron intensamente, un remolino de luz comenzó a dar vueltas alrededor de Glauco, el cual comenzó a salir del agua.
    Escila bajó de su roca y se acercó a él. Mientras el joven salía del agua pudo observar que caminaba como un hombre normal, con piernas. Al tenerlo frente a ella pudo observar con atención su cuerpo desnudo, sintió una tensión eléctrica en su interior, cual, si hubiera sido alcanzada por un rayo, así como una sensación extraña en su estómago y un intenso palpitar en su pecho.
    Glauco miraba alternativamente a la muchacha y a sus piernas, al parecer también intrigado. Extendió una mano hacia la joven y le acarició el rostro.
         ¿Ahora qué? − preguntó Glauco rompiendo el silencio.
    En respuesta Escila se lanzó a sus brazos dándole un intenso beso en los labios. El calor de sus cuerpos era tan fuerte que en cualquier momento podría hervir el agua. Escila, a través de su ligera túnica, percibía toda la anatomía del desnudo y mojado cuerpo del muchacho, y notó como ciertas partes crecían y se endurecían ante su contacto; pero esto no hizo que se apartara de él, todo lo contrario, comenzó a acariciar con sus manos la ancha espalda, deteniéndose suavemente en el comienzo de las nalgas.
    Entonces se separaron, Glauco miró a Escila con una mirada curiosa para después dirigirla a su erecto y engrandecido sexo. La muchacha sonrió, y como respuesta a una pregunta no hecha dejó caer su túnica permitiéndole observar al antiguo tritón su escultural cuerpo a la luz de la naciente luna llena.
    Glauco la observaba extasiado, mientras su respuesta física se hacía incontrolable. Su mirada fue bajando de los sensuales labios hasta los redondos y turgentes senos, coronados por endurecidos pezones del mismo rosado que su boca; continuó por el firme y a la vez suave vientre; terminando en su pubis, cubierto de una ligera y enredada pelambre castaña.
    Escila tomó la mano del joven y lo alejó del agua. Tendió su túnica en el suelo y se acostó de espaldas sobre ella.
         He esperado este momento durante mucho tiempo. − dijo Glauco− El momento en el que al fin podría besarte, tocarte y abrazarte; hacerte mía y ser parte de ti.
    Escila simplemente le puso un dedo en los labios y lo atrajo hacia sí. Entonces los desnudos cuerpos simplemente siguieron el llamado de la naturaleza, la ley de la atracción, el mismo instinto que siguen los animales salvajes para aparearse.
    Glauco comenzó besando los sensuales y gruesos labios de la muchacha, continuando por su cuello hasta uno de los endurecidos pezones rosados; el cuerpo de la mujer se estremecía como un volcán en erupción y su temperatura subía como la lava del cráter. Al llegar a la vagina de la joven, el antiguo tritón comenzó a besar sus labios, para después introducir su lengua por la rosada abertura, mientras no dejaba de acariciar los duros pezones con sus manos; pudo percibir el temblor en el grácil vientre. Escila lo tomó por el pelo empujando con más fuerza la rubia cabeza contra su sexo, mientras gritaba de placer.
    Entonces, Glauco comenzó ascender a besos por el trepidante vientre hasta los suaves y redondos senos. Se incorporó y tomándola suavemente por el talle acomodó su miembro en la húmeda caverna sexual de la muchacha, la cual puso sus piernas alrededor de la cintura de él. La besó ardientemente mientras la penetraba primero despacio, para después aumentar la velocidad rítmicamente.
    Escila gemía ante cada embestida, se sobrepuso al dolor inicial el cual se transformó en un inmenso placer; movía su cadera al ritmo de cada penetración. Sintió un líquido que bajaba por entre sus piernas, el símbolo de la inocencia perdida, más bien entregada. Continuó el juego sexual durante cierto tiempo hasta que sintió la simiente del ser marino inundando su interior, llevándola hasta el punto de éxtasis.
    Los jóvenes se encontraban desnudos y sudados acostados sobre la arena, observaban el estrellado cielo nocturno coronado por una enorme luna redonda, que bañaba de plata todo alrededor.
    Escila se sentía extraña, después de haber esperado este momento tanto tiempo sentía como si algo le faltase, por alguna razón sentía que todo no había sucedido como hubiera esperado. Con estas meditaciones volvió el rostro hacia Glauco, al cruzarse sus ojos vio algo diferente en ellos, una extraña oscuridad.
         ¿Glauco? − preguntó volviéndose bruscamente.
    Glauco lanzó una carcajada que sonó como un trueno lejano. Una niebla azul lo envolvió y al despejarse Escila pudo observar un hombre completamente diferente. Era mucho más alto y musculoso, su piel era más oscura, aunque desprendía un ligero resplandor; tenía una espesa pelambre, barba y bigote como el ébano; ojos color del tiempo, con una extraña cicatriz sobre su ceja izquierda; poseía el rostro adusto y terrible de un fiero guerrero. Vestía una dorada armadura y portaba en su mano izquierda un enorme tridente de oro.
         ¿Quién eres? − preguntó Escila− ¿Dónde está Glauco?
         Soy Poseidón, el dios de los océanos. Has tenido el placer de yacer conmigo y no con ese inexperto tritoncito. − diciendo esto Poseidón apuntó su tridente en dirección a la playa, Escila miró en ese sentido y observó como en un remolino de espuma aparecía Glauco amarrado de manos y amordazado.
         ¡Glauco! − gritó Escila corriendo a su lado.
    Poseidón lanzó una carcajada que hizo estremecer la tierra. Entonces apareció un gran remolino de espuma del cual surgió el carruaje del dios, una enorme concha marina tirada por hipocampos del tamaño de caballos terrestres. El señor de los mares tomó las riendas y pronto se sumergió el carro en las profundidades.
    Entonces, Escila trató de desatar a Glauco; pero nada más lo tocó una fuente de poder la lanzó varios metros de distancia. Ambos anillos comenzaron a brillar con gran fuerza.
         ¡Glauco! – gritó Escila volviendo a correr hacia su lado, fue todo lo que pudo decir pues las palabras se ahogaban en su garganta.
    El tritón se estremeció de dolor, en su blanca piel se podía observar que se transparentaban oscuras venas. Hubiera gritado si no estuviera amordazado.
    Escila vio que sus piernas se iluminaban, sintió un intenso dolor que la hizo caer y casi perder el sentido, cual si la estuvieran apuñalando sus extremidades inferiores. Al tratar de levantarse no pudo, miró hacia abajo y se percató que sus extremidades inferiores se habían transformado en tentáculos de pulpo.
         ¡AAHHHHHHHHHH! − gritó Escila− ¿Qué me ha ocurrido? ¡Dioses por favor, ayúdenme!
    Un remolino de niebla apareció ante ellos y tras esfumarse se manifestó Hécate.
         ¡Poderosa diosa! ¿Por favor, ayúdenos? − gritó Escila.
    La diosa con un movimiento de sus manos hizo desaparecer las cuerdas que ataban a Glauco, el cual comenzó a gritar de dolor.
         ¿Qué ha ocurrido? ¿Han violado la promesa de los anillos? − respondió Hécate− Mi magia no puede hacer nada, estos fueron creados por la reina de los dioses, Hera, protectora del matrimonio; cualquiera que rompiera una promesa de amor realizada con estos sufriría un castigo terrible.
    En ese momento Glauco dio su último grito de dolor, ante los ojos de las mujeres se transformó en espuma de mar.
         ¡No! − gritó Escila, de su voz apareció una especie de iluminación púrpura, la tierra se estremeció de forma tal que hasta la propia diosa tuvo que aguantarse. Una explosión lejana evidenció que el supuestamente muerto volcán había resucitado.
         ¡Tu magia! Es increíble. − dijo la diosa sorprendida.
    Escila la observaba muda de dolor. El ruido del volcán ya era estremecedor, hasta ellas comenzaban a llegar cenizas y chispas de lava. Por doquier se escuchaban gritos.
    La diosa recitó unas palabras en una extraña lengua, a cuya invocación el caracol que llevaba la muchacha en el cuello se iluminó. Los tentáculos volvieron a transformarse en piernas.
         Siempre que lleves este caracol en el cuello podrás lucir como luces ahora, aunque lo realmente importante no es como te vean los demás, si no como lo hagas tu misma.
         ¡Escila, Escila! − se escuchó una voz de hombre no muy lejana. Las mujeres miraron en la dirección del sonido y se encontraron con el padre de Escila que las miraba sorprendido.
    El hombre miró hostilmente a la diosa de la hechicería.
         Sabía que tu mano estaba involucrada en esto, como cada vez que ocurren cosas terribles. ¡Aléjate de mi hija, maldita bruja!
         ¡Narciso! −respondió la diosa− Porque una vez te quise no te vuelvo a transformar en una flor por hablarme así, pero te aconsejo no vuelvas a hacerlo, pues mi paciencia se puede terminar.
         ¡Aléjate de mi hija! Recuerda lo que prometiste, detén el caos que has creado.
         No he sido yo. Escila fue la que me invocó, si hubiera estado cerca de ella hubiera tenido una vida bien diferente.
    Escila pareció volver a la vida entontes, miraba alternativamente a Hécate y a su padre. Su curiosa mirada traía muchas preguntas. El ruido del volcán se hacía terrible por instantes, así como los gritos lejanos y la lluvia de cenizas, pero ninguno de ellos parecía notarlo de tan inmersos que estaban en su tragedia personal.
         ¿Eres mi madre? Siempre se me dijo que había muerto.
         ¡Hija! Solo quise alejarte de su oscura magia, que tuvieras una vida normal.
         Escila no es, nunca fue y jamás será normal. Cumplí mi promesa de no buscarla hasta que ella misma solicitó mi ayuda. Como dice un viejo dicho, la cabra siempre tira al monte.
         ¿Soy la hija de la diosa de la magia? ¿Puedes ayudarme a destruir al dios Poseidón? Deseo vengarme por su engaño, que pague por quitarme a mi amor y transformarme en un monstruo.
         ¡Hija! − dijo Narciso− Poseidón es un poderoso dios, nunca podrías herirlo.
         Un dios− repitió Escila− Eso es, Hécate, deseo ser una diosa con el poder suficiente para quitarle a Poseidón todo su poder, su tridente y su reino de los mares. ¿Sería posible?
         Hija− dijo Hécate sonriendo− Eres mi hija, mi divina sangre corre por tus venas. Existen varias vías de alcanzar la divinidad, te prometo a guiar tu camino hasta que seas una diosa tan poderosa que hagas temblar incluso a los olímpicos.
    En ese momento el volcán volvió a explosionar, Hécate con un movimiento de sus manos hizo invocó tres remolinos de niebla en los que desaparecieron Escila, su padre y ella misma. Esa noche la isla y todos sus habitantes perecieron ante la furia volcánica.

    Isla de Themiscyra
    Tiempo después
    Al escuchar el grito Voluptas comprendió que Escila se encontraba en peligro y sin pensarlo se adentró en la oscura caverna.
    Entonces, algo la tomó desprevenida. Mientras sentía que le era arrancada la lanza, algo viscoso la rodeaba alrededor de la cintura elevándola par de metros sobre el aire. En ese momento se hizo la luz.
    Se encontró ante el ser más extraño que hubiera visto en su vida. De la cintura para arriba era una hermosísima mujer de finas curvas; de nívea piel; cabellos oscuros, adornados con estrellas de mar; místicos ojos café y sensuales senos, que se marcaban a través de un escote oscuro. Sin embargo, por debajo de su talle se podían observar unos enormes, oscuros, horribles y viscosos tentáculos de pulpo. Portaba un cetro en su mano izquierda, a su lado estaba encajada la lanza-antorcha de Escila.
         ¡Suéltame, maldito monstruo, y verás cómo te hago filetes de calamar con mis propias manos! − gritó Voluptas mientras se retorcía en el tentáculo.
         Querida. ¿Qué modales son esos? − preguntó la mujer con una susurrante voz, que parecía el susurro de las olas.
         ¿Quién eres? ¿Qué hiciste con Escila? − preguntó Voluptas sin dejar de retorcerse. Entonces mirándola con atención notó algo extraño, sus profundos ojos le parecían terriblemente conocidos. ¿Dónde los había visto antes? No podía ser, parecía mayor, pero…− ¿Escila?
         Querida, eres impresionante− respondió la mujer− Pues sí, ese fue mi nombre hace mucho tiempo. Escila era una joven muy hermosa, muy inocente y muy ingenua; ya no soy nada de eso. Cuando me transformé en diosa por un problema de traducción o una malformación del lenguaje comenzaron a llamarme con otro nombre: Úrsula. Ese es mi nombre ahora. Dime algo, ¿No soy ahora realmente divina?
         ¡Maldito monstruo! Me engañaste, confié en ti− gritó Voluptas− ¿Qué quieres de mí?
         Te quiero a ti− respondió la diosa Úrsula. − Sin embargo, quiero contarte algo. La historia de una pequeña diosa que se crió en el mundo humano como una simple mortal.
    Mientras decía esto, Úrsula, tocó el hombro derecho de la muchacha; donde se podía observar la marca de nacimiento en forma de dos corazones atravesados con una flecha.

    Isla de Themiscyra
    17 años antes
    La mujer atravesaba despacio el florecido jardín. A cada paso apreciaba las flores primaverales que tenía ante sí, mientras olfateaba los múltiples aromas que se enlazaban a su alrededor.
    A la distancia de una milla se podía observar el inmenso mar, que se perdía en la distancia. La mujer, nostálgica, miraba el horizonte, mientras una lágrima corría por sus mejillas. Pensaba en los tiempos pasados, en una ciudad en llamas, en el único hombre que había amado, quien había muerto hacía tiempo.
    Llevaba una década en su actual hogar y había alcanzado la felicidad, sin necesidad de tener un hombre a su lado. Se había ganado al pueblo que la había acogido, como evidenciaba la corona de plata que llevaba sobre sus doradas y ondeadas guedejas.
    Sintiendo que desfallecía en medio de pensamientos nostálgicos se dejó caer en el borde de una fuente; la cual tenía en su centro una estatua de un hermoso cuerpo de mujer desnudo sin brazos.
         Hola, Helena− sintió una voz a sus espaldas que la hizo saltar del susto cayendo al suelo.
    Era una bella rubia de piel resplandeciente y ojos celestiales, la cual se le parecía un poco, le extendió la diestra. La mujer llevaba un cesto en la otra mano.
         ¿Diosa Afrodita? −  preguntó Helena.
         Querida Helena, sabes que no nos tenemos que tratar con tantas formalidades. Veo que te ha asentado el aire de esta isla, en diez años no has envejecido ni un día.
         Debe ser mi sangre divina manifestándose.
         Cierto, hermana. También veo que has progresado. Ahora eres la reina de las amazonas.
         Nunca le agradecí lo suficiente por todo lo que hizo por mí, Afrodita.
         Pues querida Helena, ahora soy yo la que necesito algo−  dijo Afrodita, mientras alzaba el cesto. Entonces se escuchó un llanto de bebé.
    Helena se acercó al cesto y pudo observar una encantadora niña de ojos celestiales y piel resplandeciente, evidenciando su ascendencia divina.
         Esta es mi nieta−  dijo la diosa de la belleza con voz entristecida−  Un gran mal la acecha y tengo que separarme de ella. Necesito alguien de gran confianza que la cuide. ¿Helena, cuidarías a mi nieta como si fuera tu hija?
         Por supuesto−  respondió Helena−  Siempre deseé tener un hijo, por lo que me haces un gran regalo ofreciéndome a esta pequeña.
         Espero que la entrenes como una guerrera más, teniendo en cuenta ciertos dones que recibió estoy segura que será la más poderosa amazona. Deseo que sea una mujer fuerte, que no dependa nunca de un hombre.
         ¿Cuál es su nombre?
         Bueno−  respondió Afrodita−  Además de una gran guerrera será una mujer voluptuosa, sensual y bella como su abuela. −  La diosa hizo una pausa y miró a Helena a los ojos. −  Y como su madre. Por tanto, deseo que su nombre sea Voluptas.
         Afrodita, su resplandor la delata como una diosa−  dijo Helena.
    Entonces Afrodita hizo un movimiento con sus manos sobre la niña que hizo desaparecer su resplandor. En su hombro apareció una especie de tatuaje, que mostraba dos corazones atravesados por una flecha.
         Mientras conserve esta marca será humana−  dijo tristemente Afrodita, justo antes de desaparecer, dejando en su lugar a la estatua sin brazos de la fuente.

    Continuación del relato de un marinero
    Tiempo después
    Desperté sobresaltado. Había tenido una terrible pesadilla. A través de los cristales de la cueva podía discernir las primeras luces del alba.
    Sentí un terrible dolor en mi tobillo, el olor a putrefacción era más fuerte. No quise siquiera mirarlo para no sentirme peor.
    Sin embargo, tenía un dolor más fuerte que me aquejaba. Era mi alma que sufría al no tener noticias de mis salvadoras. Debían haber salido a buscar la misteriosa flor a medianoche, así que si no habían regresado algo malo les había ocurrido.
    A través de la rendija de la cueva pude observar que todavía no se había ocultado la estrella del amanecer, esa que me había servido de guía en tantos viajes marítimos. Entonces, recordé una antigua leyenda, una que decía que si formulabas un deseo desde lo profundo de tu corazón a esta estrella esta lo cumplía.
    Recordé la historia de mi madre, que había pedido un deseo a una estrella fugaz que había caído el día de mi nacimiento.
    Estrella del amanecer
    Que de guía tantos años
    Me has servido,
    Desde lo más profundo de mi corazón deseo
    Que protejas a mis salvadoras.

    Entonces observé a la estrella brillar de un modo extraño. El halo luminoso parecía aumentar como si el astro se acercara. Ante mí se manifestó una joven de blanco, con cabellos plateados, cuya piel parecía destellar; a sus espaldas tenía unas enormes alas de luciérnaga.
    Al verla acercarse me sentí desfallecer. No podía ser ella. ¿Pero podía confundirme ante semejante belleza? ¿Podían dos seres diferentes tener esos impresionantes ojos celestes?
         ¿Viviane? − le pregunté indeciso, hacía más de una década que no pronunciaba el nombre de mi hermana perdida, esa que murió en aquel naufragio hace tanto tiempo.
         Hola, Aqueloo− respondió ella con su inconfundible dulce voz, al oírla sentí mi corazón estallar. Ella estaba viva, mi dulce Viviane, mi primer amor.
         Creía que habías muerto.
         No fue así Aqueloo, sobreviví al naufragio al igual que tú. Después mi destino se rebeló de forma atropellada. Era la heredera de un mágico reino, el mundo de las hadas, tuve que luchar por él y después dirigirlo como su reina. Aqueloo, ¿Recuerdas la historia que me contaste sobre la estrella fugaz? Esa era yo, al caer desde mi mundo. Te quería, Aqueloo, pero tuve que imponer mis deberes para mi reino sobre mis intereses personales. Desde el infinito, en mi forma estelar, te vigilaba; deseando que te dieras una segunda oportunidad para el amor, para ser feliz. Ahora veo que lo has encontrado.
         ¿Voluptas? No puede ser, la acabo de conocer− pregunté sorprendido ante la revelación.
         Uno de mis dones actuales es observar lo que hay en lo profundo del corazón de los humanos, y puedo ver que la amas. Sin embargo, ella actualmente corre un grave peligro, solo alguien que la ame realmente puede salvarla.
         ¿Qué peligro, la flor que fue a buscar para salvarme?
         Eso fue una trampa de la diosa Úrsula, quien era realmente Escila disfrazada.
         ¡No puede ser!
         Antes de contarte acerca de ella hay algo que debes saber sobre ti. Nosce ipsum. Debes conocerte a ti mismo antes de poder enfrentar cualquier peligro. No eres el simple hijo de una esclava, eres el descendiente de uno de los héroes más prodigiosos que ha pisado este mundo, un semidiós; ese nombre que usas es realmente una desviación del suyo, que fue el que te puso tu madre al nacer. − dijo Viviane, entonces miró mi herido talón− Incluso tienes su misma debilidad.
         ¿Aquiles?
         Así es, mi querido amigo. Eres el hijo de Aquiles y como él tienes un sino heroico. − diciendo esto pasó una especie de varita plateada que tenía en sus manos sobre mi tobillo que curó milagrosamente− El veneno que tienes dentro de ti es demasiado poderoso, puedo curarte provisionalmente, sin embargo, antes de una semana debes encontrar la cura en tu propio heroísmo si no…
         ¿Moriré, ¿verdad?
    Viviane asintió con la cabeza.
         Ahora es hora que sepas algo sobre quien es verdaderamente la mujer que amas, sobre quien es Voluptas. − diciendo esto dirigió su varita hacia la pared de cristal y en esta se vio reflejada una extraña escena que parecía desarrollarse en el monte Olimpo.

    Monte Olimpo
    17 años antes
    Psique había podido observar en su tiempo en el Olimpo que cada vez que nacía un bebé divino era todo un acontecimiento, tanto los padres como los recién nacidos eran homenajeados por los otros dioses. Este parecía ser un nacimiento olímpico como cualquier otro, la única diferencia era que la agasajada era ella y su pequeño retoño.
    Psique se sentía realmente incómoda. Cualquier mujer, humana o divina, se hubiera sentido genial ser homenajeada, solo que ella no era como cualquier otra fémina. En su tiempo mortal había sido muy admirada, y había tenido que pagar un precio muy alto por eso.
    Sin embargo, la diosa no se podía quejar. Se encontraba en todo su esplendor en un trono de plata, que combinaba a la perfección su hermosa túnica de seda blanca con retoques plateados y sus brillantes y níveas alas de mariposa. Su mirada violeta destellaba de felicidad mirando a su alado esposo y a su pequeña recién nacida; solo le importaba ellos, los seres que más amaba en el mundo, el resplandeciente salón y todos los dioses invitados desparecían ante sus seres amados.
    Al trono se acercó una hermosa diosa de cabellos dorados, que vestía una túnica llena de flores, una corona de amapolas coronaba su cabellera. Al verla acercarse Psique se puso de pie.
         ¡Deméter! Me alegra mucho que vinieras− dijo abrazando a la diosa− Nunca pude agradecerte lo suficiente por la ayuda brindada en mi búsqueda.
         Querida− respondió Deméter acariciándole el rostro y los oscuros cabellos− Al ayudarte me ayudé yo misma, como te dije siempre, me recuerdas mucho a mi hija perdida, y me siento realizada viendo que encontraste tu camino a la felicidad y que la ha alcanzado.
         Es cierto, querida Deméter, no pudiera desear nada más.
    Entonces Deméter se acercó a la pequeña que sonreía desde su cuna.
         Querida niña, naciste como fruto del amor verdadero, como parte de una familia feliz. Te traigo un pequeño regalo− dijo la diosa y mientras hablaba tocó la frente de la niña con su mano luminosa− Te bendigo con el espíritu de la tierra, cada vez que te sientas decaída con tocar la tierra obtendrás un inmenso poder.
         Muchas gracias, Deméter, por tan maravilloso don− dijo Eros sonriéndole a la diosa, mientras Psique le tomaba la mano.
    La próxima diosa en acercarse a felicitar a la pareja fue una muchacha vestida de amazona, con un arco y un carcaj a sus espaldas. A Psique siempre le había caído bien Artemisa, aunque le parecía un poco chocante que alguien renunciara al poder del amor.
         Eros, Psique, muchas felicidades por su buena nueva− dijo afablemente Artemisa.
         Gracias− dijeron Eros y Psique al unísono, el dios del amor le tenía gran simpatía a esa diosa, de pequeños habían entrenado juntos el arte de la caza.
         Querida pequeña− dijo Artemisa acercándose a la niña− Te otorgo los sentidos de una cazadora; podrás explorar las distancias con los ojos de un águila, escuchar sonidos lejanos como un lobo, olfatear como un felino. Ninguna presa que desees alcanzar se te escapará jamás.
    Posteriormente se acercó una diosa vestida como una guerrera, con un búho en el hombro. A Psique le chocaba en Atenea lo mismo que en Artemisa, aunque quizás fuera impresión suya, pero había creído que la diosa de la sabiduría la observaba con ojos libidinosos.
    Atenea saludó con la cabeza a Eros y Psique acercándose a la recién nacida.
         Vástago de dioses. Serás una mujer fuerte que nunca necesitará que ningún hombre venga a rescatarla. Poseerás una gran sabiduría, siendo capaz tanto de desentrañar jeroglíficos en los más diversos idiomas, como de desempeñar la destreza militar necesaria para dirigir la batalla.
    Hermes fue el siguiente dios en felicitar a los orgullosos padres y otorgar un don a la pequeña diosa.
         Pequeña diosa. Serás más rápida que el viento, ningún arma, humana o divina podrá herirte jamás. Ni ningún dios o humano podrá alcanzarte cuando desees escapar.
    Finalmente, allí estaba ella. Evidentemente no podía faltar a la celebración. Su belleza y escultural figura opacaba a las otras diosas, excepto a Psique que era la única que podía equiparársele e incluso superarla. Psique no entendía aun como había podido perdonarla por todo lo que había hecho: intentó que se casara con un terrible monstruo, que unas cabras salvajes la devoraran, que se ahogara en el río Estigio y finalmente que durmiera un sueño eterno provocado por una maldición durmiente. ¿Todo esto por qué? ¿Porque un oráculo le había dicho que era más hermosa que ella?
         Mis queridos hijos− dijo la diosa sonriendo a Eros y a Psique, mientras se acercaba a ellos y los abrazaba− No pueden saber lo feliz que soy ante la buena nueva, finalmente soy abuela.
         Gracias, Afrodita− respondió Psique, todavía desconfiada de la redención de la diosa de la belleza.
         Aquí está mi pequeña nietecita, heredó la belleza de su abuela− dijo acercándose a la pequeña.
         Más bien la de su madre, madre− respondió Eros, solo por el placer de echar sal en la herida de Afrodita.
    Afrodita respondió con una sonrisa y Psique desvió la mirada de los ojos celestes que la taladraban. Su esposo le pagaría por esta situación más tarde, ya lo vería.
         Mi querida nietecita− dijo Afrodita− Tu belleza no tendrá par en el Olimpo ni en el mundo humano, hombres y mujeres sucumbirán de amor ante ti. Los poetas te cantarán las más bellas canciones, los escultores te inmortalizarán en sus obras, los cantos sobre tu belleza serán eternos.
         Muchas gracias, Afrodita, por tan maravilloso don. – dijo Psique, aunque lo que tenía en mente decirle a su suegra eran palabras bien diferentes, todo por su maldita obsesión por la belleza.
         ¿Cómo llamaremos a mi encantadora nieta?
         Su nombre será…− comenzó a decir Psique.
         ¡No! − gritó un joven rubio con doradas vestiduras. − Lamento ser pájaro de mal agüero, pero no le den nombre aún. Presiento un incierto destino para esta pequeña.
         ¿Qué te traes entre manos, Apolo? − gritó Afrodita con voz histérica, Psique la miró asustada− Desembucha si no quieres que provoqué que el sol se ponga para siempre.
         Afrodita, Eros, Psique− dijo Apolo− No quisiera ser portador de estas noticias, pero el don de la profecía es mi maldición. Un oscuro destino se cierne sobre su pequeño retoño, uno que no puedo definir bien, quizás la única solución de salvarla sea alejarla de ustedes, enviarla a un lugar donde nadie sepa que es su hija.
         ¿Alejarme de mi hija? − preguntó Psique con temblorosa voz.
    Psique sentía que la habitación le daba vueltas alrededor, después de tantos sacrificios y sufrimientos, cuando por fin se sentía más feliz viene alguien a arrancarle su felicidad.
         Calma, querida hija. Nadie dañará a mi nieta mientras yo esté cerca− respondió Afrodita.
         Afrodita− dijo Apolo− Ni nosotros los dioses somos inmunes al poder del destino. Piensen en mis palabras, pues muchas veces tenemos que alejarnos de los seres que amamos para lograr que sean felices.

    Atenas
    17 años después
    Amanecía. Las luces del sol naciente ascendían en el horizonte. En la playa se veían tres lúgubres figuras femeninas alrededor de una hoguera; en la cual se podía observar la cara de un austero hombre.
         Queridas, que desesperante espera. ¿Seguras que vendrá? − preguntó la cara masculina que aparecía en las llamas con una fría voz– Tengo un nudo en la garganta, no me había sentido así desde que comiendo un coctel se me atoró un calamar.
    La mayor de las mujeres, una hermosa y fría mujer que vestía completamente de negro, miro a las llamas con una mirada tan gélida que las hizo menguar.
         Querida, Hécate. No sabía que podía despertar tus sentimientos maternales.
         Tranquilízate, Hades− respondió Hécate− Ella vendrá.
    Las jóvenes miraron a los otros con suspicacia, pero no dijeron palabras. Fedra vestía como de costumbre de seda roja, portaba una corona de oro con rubíes sobre sus oscuros cabellos. Medea, en cambio, vestía de púrpura, color que contrastaba a la perfección con sus hermosos cabellos color miel y sus ojos celestes.
    En ese momento sintieron un chapoteo. Al dirigir su vista al mar observaron que el mar se agitaba, un remolino de espuma acababa de surgir rompiendo la tranquilidad de la playa. Primero un tentáculo, luego otro, pronto tuvieron ante ellos a la diosa Úrsula.
         Madre, Hades− dijo Úrsula con su voz que parecía susurrar como las olas y mirando las otras con mirada despectiva− Y compañía.
    Medea y Fedra hicieron una especie de reverencia, aunque en su interior su sangre hervía ante el desprecio de la diosa marítima.
         Querida, ¿la traes contigo? − preguntó Hades impaciente.
    Úrsula le respondió con una carcajada. Entonces, alzó su cetro y del mar surgió una burbuja gigante dentro de la cual se podía observar a Voluptas inconsciente.
         ¡Es ella! − gritó Hades desesperado.
    La burbuja descendió hasta frente de las hechiceras.
         Aún no, querido. Todavía tienen que lanzar un complicado encantamiento para que tu querida Kore ocupe este encantador cuerpo. Aunque debo advertirles algo, si esta adorable princesa alcanza su divinidad no podrán utilizarla para su hechizo. − respondió Úrsula. − Madre, ahora pido que cumplan su parte del trato.
         Hades− dijo Hécate, volviéndose hasta la cara en las llamas. − ¿No me digas que ahora se despertaron tus sentimientos fraternales?
         Claro que no, queridas. Cumpliré mi parte del trato. – respondió Hades− No lamentaré la pérdida de mi hermanito Poseidón, espero sepas utilizar su tridente mejor que él, querida Úrsula. Tengo tres amigas tejedoras que me contaron que la perdición de Poseidón es una sacerdotisa de Atenea, una hermosa joven de ojos centelleantes.
         ¿No podrían haber sido más parcas en información tus amigas? ¿Por lo menos te dijeron su nombre?
         Su nombre es Medusa− respondió Hades.

    Moraleja
    Perdió su verdadero amor
    Por la traición de un dios,
    Su alma dijo adiós
    A su humano fulgor.

    El mar no nace,
    Normalmente se hace
    En el vacío ignoto

    De un corazón roto.



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    14 comentarios:

    1. Hola tío aquiel vaya otro fic siiii GRACIAS ☺❤❤

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      1. Hola Aquiel wow que fic este muy profundo tierno bravo inquieto desd el punto visto mio es como el mar a veces es así nos ha gustado (Omitimos las partes fuertes para los peques)

        Saludos ☺👍❤❤❤

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      2. Hola Mary:
        Saludos para ti y para tus adorables retoños, que según leí por otra parte ya tienen dientecitos y saben usarlos.
        Me alegro que te gustara. Tu alegoría esta perfecta, como el mar. Pues este en ocasiones es violento, en otras calmado, es romántico para los amantes que se sientan frente a él y triste cuando te recuerda un amor perdido que lo cruzó.
        Un abrazo

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    2. Hola mi querida Mary: Espero que estén bien los nenes y tú. Espero que lo disfrutes, aunque te advierto que hay escenas no actas para menores.
      Un Abrazo

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    3. Sinceramente es el primero de tus fics que me he leído Aquiel pero definitivamente tienes un gran talento para escribir (no sé si sean secuencia secuencia y por tanto debería devolverme pero igual lo disfuté), expresas claramente las ideas y las presentas en un orden lógico, una historia rica en detalles (incluyendo las escenas no aptas para menores jajaja) pero que no se vuelve aburrida. Sobre la historia como tal me gustó la ambientación, el desarrollo de los personajes, la determinación de la protagonista del fic (SPOILER?, estaré atento a la suerte de Voluptas) y nos ayuda a ver otra versión de un personaje que destrozaron bastante en la serie. Sigue así (Y)

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      1. Hola Enmanuel: Me alegra mucho que leyeras el fic y lo disfrutaras, me enorgullece mucho lo que me dices. Te diré que los fic mitológicos comencé a escribirlos debido a la forma que desaprovechaban en la serie los elementos mitológicos que tocaban y a los destrozos que mencionan; quise dar mi propia versión de algunas de las más famosas leyendas mitológicas, como hizo OUAT con los cuentos de nuestra infancia; después de todo muchos de ellos se basan en antiguas leyendas.
        Aunque siguen una historia central cada uno de los fics puede leerse independientemente, quizás por eso en ocasiones se me tornan tan largos, pues trato de cerrar cada historia. Me gustaría que leyeras los otros para que comprendas la historia central y me des tu opinión de mis versiones de antiguas leyendas:
        1. The Power of love. Historia de la hechicera Circe.
        2. The shape of my heart: Mi versión de la leyenda de Eros y Psique
        3. You cant always get what you want. Mi versión del Vellocino de Oro, Jasón y Medea
        4.Lady in red. Historia de como Teseo venció al minotauro, y su relación con Ariadna
        5.Go the distance. Trata sobre mi versión de algunos de los trabajos de Hércules
        6.Bright Star: Historia del hada Viviane
        7. The Goddess of spring. Historia de Hades y Perséfone. Te la recomiendo para que me des tu opinión sobre mi Hades y su historia.

        De nuevo muchas gracias por brindarme tu opinión y darme ánimos para seguir escribiendo. Espero que me sigas dando tu opinión.

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      2. No hay problema, solo es mi humilde opinión XD, definitivamente debes seguir escribiendo, vale mucho más la pena este tipo de historias que lo que se les ocurre a los brillantes two :S y pues no te preocupes porque resulte larga, como te digo el ritmo es bastante dinámico y la historia se hace entretenida ... lo más largo que he escrito yo es un comienzo alternativo para la temporada 7 (y en realidad no era algo serio - las escenas de Storybrooke eran parodia y las del Nuevo Bosque Encantado si iban en serio) pero obvio nada que ver con el nivel de tus fics, fue como un desahogo de varias cosas que no me han gustado y pues que tenía que sacar de mi sistema jaja .. por supuesto, según vaya leyendo te comento.

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      3. Enmanuel, cualquier humilde opinión se agradece, no hay mayor estímulo para un escritor aficionado que lo que escribe sea leído y guste a algunas personas. Escribir es en muchas ocasiones un buen desahogo, lo digo por experiencia propia, pues en mi caso cuando una historia no me ha gustado también he escrito mi propia versión (a veces simplemente las pienso pero no llegan a materializarse en escritos), estos fics son algunas de las ideas a las que he dado vida, hay algunas que se han quedado en borradores.
        En fin, espero tus comentarios.
        Saludos

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    4. Hola mi querido mosquetero:
      adivina no me llegaban tus mensajes te mande uno.

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      1. Bueno mi querido mosquetero:
        Por donde?. Como siempre fan N1
        EXCELENTE:)
        Disculpa la tardanza, ah más de 10 días xd que desastre:) mil perdones pero sabés que me gusta tomarme mi tiempo.

        A ver la portada te había comentado que es una de mis preferidas. Ahora que la volví a ver encontré al actor de liga de la justicia jaja. Por lo que supongo superpusiste o agregaste imágenes pero ni hablar te quedo genial:) no esa ridiculez de los two que hicieron cuando fue el cap de Belle de la temp anterior xd.

        -La introducción, parte de allí porque noté que debe ser una de las más detalladas en todos los fic. Has evolucionado bastante. Siempre sabes que es humilde opinión xd ni que fuera experta pero como ya me leí todos etc. Te voy comentando lo que voy notando nuevo. Y también algo superpositivo y también para mí, a mí no me llamen a realizar esas cosas jaja, es cuando te toca hacer descripciones de "Era un día soleado, nos encontrábamos tres amigas, una de ellas y bla bla en el medio de una campo con bla bla" el tipo bien descriptivo.

        Porque hay dos. UNO, es cuando cuentas que está ocurriendo con el personaje. En primera o en tercera persona.
        Y otra es cuando describes el paisaje, el lugar, el tiempo, el personaje o los personajes. Pero como en un OF. Para mí eso estuvo EXCELENTE. Y no recuerdo que comenzaras en tus anteriores fic. Por lo menos de manera tan extensa. ESTUVO MUY BUENO Y MUY LINDO LA MANERA DE DETALLAR TODO.

        - Como AGRADEZCO EL LUGAR Y TIEMPO, acostumbrada a los TWO que nunca dicen donde y cuando ocurren los echos es esencial xd sino te confundes fácil. Está perfecto los FB. A pesar que sueles ir y venir. Porque DEBO RECONOCER CON LA HISTORIA DEL MARINERO, comencé a pensar, para donde vamos?. Pero con solo escribir CIUDAD, O ISLA, AÑO, UNA REFERENCIA, TE UBICAS, PORQUE TU CONTINUACIÓN O EL CORTE O EDICIÓN QUE REALIZAS SE CONECTA BIEN, entonces uno no se pierde.

        -Además, de AGRADECE LA AVENTURA, NI HABLAR LAS AMAZONAS, ME ESCRIBISTE LA ESCENA DE ACCIÓN, QUIERO MÁSSSSS, JAJA, AH Y ESA ESCENA APTA 18 MIRALO AL MOSQUETERO:) BROMA.

        -Otra cuestión fueron, como yo vengo siguiendo, ni hablar de lo que yo te vivo mencionando que CUALQUIERA PUEDE LEER LA HISTORIA SIN PROBLEMAS Y EL QUE LEYÓ LAS ANTERIORES TE QUEDAS AHH SI ME ACUERDOOOO....
        Como que iba uniendo el rompecabezas y encima le agregas más personajes y más relaciones interpersonales eso me gusto mucho también.

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      2. SIGO:
        -Estaba con la mención de un montón de personajes, que encima para mí son muy conocidos y me gusto como los fuiste ubicando en cada lugar, de la historia y ha quedado bien fluido todo a esta sin ningún tipo de traba o calzador.

        -Lo único que te mencioné al principio fue el marinero, pero luego comenzó a intrigarme de a poco la historia del mismo y cobró relevancia. Por lo que al final ni hablar. SEGUNDA PARTE XD.

        -Otra cosa fue el tema de y necesito RESPUESTA EL FAMOSO "CONÓCETE A TI MISMO" LO HAS SACADO DE LA PELÍCULA DE MATRIX, POR CASUALIDAD?? PARALELISMO.

        -El tema URSULA, nunca me hubiera imaginado que ESIAS se convertía en ella, esa si que fue una buena vuelta de rosca. Pero mira tengo que ser sincera. PREGUNTA: No me termina de cuadrar que si ella, era tan poderosa, que presentía tanto. Fuera tan boba... para ser engañada de tal forma. Eso no me termina de cerrar la verdad. Que es lo que según tú la llevó a equivocarse de esa forma?. GRACIAS.

        -Que ganen las AMAZONAS JAJA. En el olimpo son más falsos. Pero otros no, es verdad, me dio gracia lo de la presentación donde había algunos falsos?? Era para frases lo de afrodita jaja.

        -La incorporación de AQUILES, también, otra que no me la esperaba y ni se que ocurriría pensar en el tobillo y la asociación. QUE ENCUENTRE LA CURA.

        -Bueno y el que si me di cuenta en seguida y pareció referencia a ONCE fue HÉRCULES perfectamente sincronizado como reloj.

        -El final con la moraleja el sigue dando para mí por lo menos un toque de semi-cierre para un volveremos...

        Bueno, como te dije EXCELENTE, ME GUSTO MUCHO, MIRA DEBE SER CON EL ANTERIOR EL SEGUNDO MÁS LARGO. Y también lleno de cosas muy complejas que has incorporado. Realmente AQUIEL deberías tu mismo repasar alguno de los anteriores, no porque estén mal, que no se malinterprete, sino para que se entienda la cantidad de recursos que estás agregando.

        Y para ir finalizando no te quiero aburrir, el tema de Poseidón y de la mitología marina. Que no habías hecho en ningún fic. Pero también estuviste escribiendo otras cosas.
        ME ENCANTO:) APLAUSOS DE PIE:)
        Seguimos en contacto.
        BESOS!!

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      3. Hola Lou:
        Esperaba ansioso tu review, aunque sé que te gusta tomarte tu tiempo para leerlo y analizarlo bien.
        Me alegro que te gustara la portada, fue un montaje de varias imágenes en Photoshop y como te percataste, escogí a Jasón Momoa como Poseidón teniendo en cuenta que él que nos mostraron no era un dios, sino un rey marino del mismo nombre. Y la imagen de Aquaman se parece bastante al Poseidón que imaginé, con la apariencia de un poderoso guerrero.
        Me enorgullece eso que me dices que he ido evolucionando, supongo que esa es la idea, a fin de cuentas, la práctica hace al maestro, es verdad que releyendo los fics anteriores le cambiaria algunas cosas pues nunca estoy completamente conforme, sin embargo, así como están me han ayudado a mejorar hasta llegar ahora.
        ¿Así que te gusto la introducción más que las otras? Bueno, tendría que ver, sin embargo, en este caso era parte de la historia describir el paisaje marino, del cual la muchacha prácticamente formaba parte.
        Definitivamente voy a tener que agregar las curiosidades, que las tengo hechas, pero no las puse. Sobre el tiempo, cuando no identifico específicamente los años ocurrido lo hago intencional, necesitaba que no se pudiera identificar el tiempo ocurrido desde el momento en que Escila conoció a Glauco al momento que llegó a la isla de las amazonas.
        La historia del marinero fue algo diferente que se me ocurrió, pues quería experimentar narrar parte del relato en primera persona, creo que no lo había hecho antes. En esa parte me sentí un poco perdido, tuve que leer algunas secciones de novelas de Julio Verne, de Stevenson y de paso comencé a ver una serie titulada Black Sails, una precuela de la isla del tesoro.
        Te dediqué la escena de entrada de las amazonas, con la competencia de equitación entre Voluptas y las otras. ¿Así que te gustaron las amazonas y las escenas de acción?
        Hasta yo me sorprendo con la cantidad de personajes y relaciones, te comento que traté de hacer un cast para algunos personajes, pero eran tantos que desistí.
        “Conócete a ti mismo” es un antiguo aforismo griego que se encontraba en la entrada del templo de Apolo, el famoso oráculo de Delfos. Trata como la única forma de conocer a los demás realmente es conocerse primero a uno mismo, creo que me estoy metiendo en temas psicológicos, pero en este momento no pensé en La Matriz.
        Pues sí, que Escila se convirtiera en Úrsula fue la otra vuelta de la tuerca de esta historia. Necesitaba una leyenda mitológica de la cual sacar a la diosa del mar y cuando vi la de Escila me di cuenta que había encontrado la perfecta.
        Sobre Escila, pues sí tenía su magia, sin embargo, nadie nunca le había enseñado nada por lo que no sabía controlarla; en el mismo OUAT hemos podido ver con Merlín y la Blue que la adivinación no es una ciencia exacta. Merlín no pudo ver el futuro de Nimue ni pudo predecir que Dark Hook lo mataría y de la Blue ni hablamos. Tampoco con Rumple ha funcionado perfectamente, la misma adivina que le dio ese poder se lo dijo.
        Por otro lado, Zeus y Poseidón para complacer su lujuria que le inspiraba todo lo que se moviera se pasaban la vida transformándose en animales u otras personas; engañaron incluso a diosas. Poseidón tenía la apariencia de Glauco, ella sospechó que había algo raro, pero no podía definir qué.
        Explícame que quieres decir con el tema de los dioses falsos.
        Bueno, realmente el personaje es el hijo de Aquiles, aunque heredó su debilidad.
        - ¿Tobillos frágiles, Herc?
        Uno de los trabajos de Hércules fue obtener el cinturón de Hipólita, ya que estaba en el reino de las amazonas tenía que hacer referencia a mi versión de este, aunque no sé si llegue a escribirla.
        Sobre Poseidón y la mitología marina, es cierto que no lo había hecho hasta ahora, por eso dediqué un fic completo a esta.
        Sigo comentando, déjame revisar las curiosidades para publicarlas, teniendo en cuenta que la leyenda que utilicé no es de las más conocidas.
        Un abrazo

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    5. Referencias y curiosidades:
      1. Leyenda original: Glauco era un humilde pescador que al mascar unas plantas mágicas cerca de Antedón, en la isla de Eubea, devino inmortal y se metamorfoseó de forma que su barba y su melena se volvieron de un verde oscuro que simulaba el color de las algas marinas y sus piernas cambiaron a una cola enroscada como la de un enorme pez. No pudiendo permanecer más tiempo en la tierra, se sumergió en el mar, donde fue recibido por las divinidades marinas. Océano y Tetis le purificaron de su naturaleza humana recitando canciones mágicas y bañándolo en distintas corrientes marinas.

      Enamorado de la hermosa Escila, ésta lo rechazó asustada por su nuevo aspecto. Buscando salida desesperada a su pasión, Glauco acudió a la maga Circe y le pidió que con sus poderes hiciera que Escila se enamorase de él. Pero los efectos de su petición fueron muy distintos a los que Glauco esperaba, porque Circe también amaba al nuevo dios y se le declaró intentando convencerle de que despreciase a la que le había despreciado. Al negarse, Circe sintió tal envidia por Escila que mezcló unas hierbas en el agua donde se bañaba y la convirtió en un horrible monstruo de cintura para abajo.
      2. Según el comentario de Servio sobre la Eneida, Escila fue una hermosa náyade de la que se enamoró Poseidón, pero fue convertida en un monstruo por la celosa Anfitrite, esposa del dios marino.
      3. De la narración sobre Escila y Caribdis surge una expresión: «Estar entre Escila y Caribdis», vale decir, «estar entre la espada y la pared», o sea, en un problema de difícil (si no imposible) solución.
      4. En la Odisea de Homero, Circe advierte a Odiseo en el canto XII de navegar más cerca del monstruo Escila que de Caribdis, ya que mientras Escila devoraría a seis de sus hombres, su contrapartida succionaría su barco entero.
      5. En esta adaptación se hace un guiño a La Sirenita de Andersen y al ballet El lago de los cisnes; en la primera la sirenita se transforma en espuma al no lograr que el príncipe la ame, en el ballet la princesa Odette es usurpada por Odile, quien toma su apariencia, al declararle amor eterno el príncipe al cisne negro Odette muere.
      6. La historia del mundo de las amazonas hace una ligera referencia a WonderWoman, de hecho, los dones que les dan los dioses a Voluptas eran las habilidades de la princesa Diana.
      7. Voluptas es la hija de Eros y Psique en la mitología romana, en la griega era Hedoné.
      8. Aqueloo era un dios del río en la mitología griega; en esta historia es un marinero hijo de Aquiles y de una esclava, presumiblemente Briseida.
      9. Aqueloo es herido por el talón, al igual que Aquiles, esta era su debilidad, pues de pequeño su madre, la diosa Tetis intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en la laguna Estigia, pero olvidó mojar el talón por el que lo sujetaba, dejando vulnerable ese punto.[
      10. Helena de Troya aquí es considerada la reina de las amazonas, presumiblemente Afrodita la ayudó a escapar de Troya y la llevó la isla de las amazonas.
      11. Supuestamente el padre de Escila es Narciso, personaje mitológico que por la ira de una diosa se enamoró de sí mismo y después de suicidarse terminó transformado en una flor.
      12. Se utilizan caracoles para comunicarse con seres marítimos como se hace en OUAT.
      13. El cinturón de Hipólita fue el noveno trabajo de Hércules, en el cual se le da la tarea de obtener el cinturón de la amazona, que perteneciera al dios Ares.
      14. La invocación a Hécate se basó en un himno órfico, utilizado en algún momento para invocar a esta diosa.
      15. La diosa Hécate era representada como portadora de antorchas, de ahí a la antorcha con la llama eterna que portaba Escila.
      16. Escila también es un arbusto medicinal que crece cerca del mar, cuya descripción es muy parecida a la que se indicó.
      17. El chiste que hace Hades es el mismo que hace en la película Hércules de Disney al hacer la entrada en el nacimiento de este.

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