Fan Fic: "Una mirada atrás"

Esta semana toca los primeros dos capítulos de este fan fic que nos ha enviado Shanna Mills. El argumento principal son los hechos que llevaron a Regina a volverse tan vengativa, por qué es así, su versión de la historia que vemos en Once Upon a Time. ¡Disfrutadlo!

Autora: Shanna Mills (AhrielShanna)

Notas de la autora: El fic empieza con el final del último capitulo de la primera temporada. Es totalmente inventado, aunque habrá partes que coincidan con los capítulos de la serie.

Las partes escritas entre >> y << son las que ocurren en el pasado, o en el Bosque Encantado.

1.-La maldición se había roto. 

Emma lo había conseguido, tal como Henry siempre dijo que lo haría. 

Henry. Mi pequeño. 

Cuando me llamaron del hospital diciéndome que Henry estaba ingresado inconsciente y no sabían que le ocurría, pensé que iba a desmayarme. Conduje tan rápido que las calles del pueblo eran solo un borrón informe a ambos lados de mi coche. No pensé en ningún momento en reducir la velocidad. Un accidente de coche era lo último que se me pasaba por la mente en esos momentos. Solo podía pensar en que mi hijo me necesitaba. 

Al llegar a su lado y verle tumbado en una camilla conectado mediante cables a varios monitores hizo que una fría sensación de pánico se instalase en mi pecho.

Cuando cogí su mano entre las mías temblaba tanto que las piernas casi no me sostenían y tuve que apoyarme en la camilla. 

Ni siquiera vi a la señorita Swan, pero ella a mi si. 

- Usted… ¡Ha sido usted! –Emma se lanzó contra mí con toda su furia- ¡Esto es culpa suya! –dijo antes de cogerme de las solapas de mi chaqueta y encerrarnos en un cuarto de suministros médicos. 

Su brazo en mi cuello me impedía respirar y sin embargo eso no me importaba. Solo podía pensar en la imagen de Henry en esa camilla, indefenso y vulnerable.

Sentía como mi mundo se derrumbaba. Emma estaba casi tan aterrada como yo por lo que podía ocurrirle si no despertaba pronto. 

Tuvimos que recurrir a Rumpelstiltskin en busca de ayuda, pero él solo quería ayudarse a sí mismo, como siempre. 

Esperar a Emma en aquel ascensor puso a prueba la resistencia de mis nervios. No hacía más que retorcerme las manos mientras andaba de un lado a otro. 

El ataque me pilló por sorpresa. 

Gold debió usar su bastón para golpearme en la cabeza. Todo lo que recuerdo es despertarme atada y amordazada en una silla y a Gold mirándome con esa irritante sonrisa suya. 

- No es nada personal, Regina –decía él, inclinado hacia mí para poder mirarme a la cara. 

Engañó a Emma para que le lanzase aquello que él mismo nos mandó a buscar por el hueco del ascensor y desapareció en pocos segundos por la puerta. 

Ahora se donde fue, pero en ese instante solo podía pensar en que le robaba a Henry la posibilidad de curarse, y a mi la de salvarle. 

Pero fue Emma quien lo hizo, con un beso de amor verdadero.

Describir el alivio que sentí al ver que mi hijo abrió los ojos sería imposible. Allí estaba yo, rodeada de enemigos y solo podía pensar en que Henry estaba vivo. 

- Henry, digan lo que digan, no olvides que te quiero muchísimo –fue cuanto pude decir antes de tener que abandonar el hospital entre lágrimas. Él estaba a salvo y era cuanto importaba. 

De regreso en casa, subí a su habitación. Necesitaba tenerle entre mis brazos, pero era esa mujer quien le abrazaba y no yo. Ella había salvado a mi pequeño y no yo. 

Llorando me abracé a su almohada.

Una sacudida como un trueno hizo temblar toda la casa. 

Me asomé a la ventana para ver como una enorme nube morada emergía y se tragaba el bosque del que salía y venía en dirección a Storybrooke. 

De inmediato supe que era. Magia.

Sonreí. Ahora nada ni nadie me separarían de mi hijo…

2.- Estaba embarazada.

>> ¡Maldición! 

Acababa de amanecer y mi madre ya estaba entrando en mi habitación para comenzar con los preparativos de mi boda con el rey Leopold. Creo que tenía intención de despertarme con dulzura, pero por desgracia yo ya estaba despierta. Despierta e inclinada a un lado de la cama maldiciendo mi existencia por quinto día consecutivo mientras vomitaba hasta el alma. 

-¡Regina! – por primera vez en mi vida, vi a Cora palidecer. 

- Maldición – susurré. 

- Regina… no puede ser… - Madre parecía estar en shock. Tenía los ojos muy abiertos, igual que la boca, y la piel muy pálida, pero pronto recuperó la compostura y el color. Pude ver como las emociones que la sacudían interiormente se reflejaban en sus ojos. La alegría chispeó en su mirada durante un segundo, siendo sustituida por alarma, horror y furia. 

Sin tiempo para pensar o poder explicarme, me vi lanzada contra la pared desde la cama. Ella se acercó a mí con solo dos zancadas, las manos alzadas hacia mí, empujándome contra la pared.

- ¿¡Estás loca!? ¡Vas a casarte con el rey dentro de una semana! 

- ¡Madre, hace tres meses no estaba prometida al rey! – grité en mi defensa. Demasiado tarde me di cuenta de que fue un terrible error. 

- ¿Tres…? – movió su mano derecha bruscamente y yo sentí como si me hubiera abofeteado.- El rey no debe enterarse de esto… - caminaba de un lado a otro, dándose golpecitos en el labio inferior con los dedos. 

- Madre, por favor… - intenté suplicarle, pero me hizo callar. 

¡Oh, Daniel! Cuanto te echaba de menos. ¿Solo habían pasado unas horas desde que mi madre le había arrancado el corazón en los establos? Ni siquiera pude decirle que iba a ser padre. 

Todo había empezado a torcerse desde aquella noche en la que Blanca nos sorprendió a Daniel y a mí en los establos. 

Después solo fue a peor. 

Cora se enteró, no sabía como, y vino a impedir que nos fugásemos. 

Me hizo creer que me quería lo suficiente para dejarme marchar. ¡Iba a permitirme casarme con Daniel! Pero…. pero fue solo un engaño. Uno más. Le arrancó el corazón a Daniel delante de mí y apretó hasta que lo redujo a cenizas.

Mi Daniel había muerto, y yo no pude hacer nada. 

Esa noche no pude dormir. 

Y ahora vivía una pesadilla de la que no podía despertar. 

- Regina, esto me va a doler más a mí que a ti – la voz de mi madre me provocó escalofríos. Baja, impersonal, sonaba casi triste. 

Tuve miedo de lo que había decidido hacerme. 

- Madre. Madre, por favor – quise suplicar, explicarme, pedirle perdón, pero no pude. Casi no podía ni respirar, ya que un dolor atroz sacudía mi cuerpo. 

Veía unas luces brillantes blancas y azules que abandonaban mi cuerpo hacia la mano extendida de mi madre. 

Grité. Al menos creo que lo hice. 

El dolor. 

Creí que no podría soportarlo. Rezaba para desmayarme y que al despertar todo hubiera sido una pesadilla. Pero no despertaba. 

Lloraba. 

Lloraba y gritaba, pero no oía mi voz, solo el tronar de mi desesperado corazón retumbaba en mis oídos. 

En esas luces veía como la vida abandonaba mi cuerpo. 

La vida de mi hijo no-nato. 

Y de repente acabó todo. 

Me vi tirada en el suelo como una marioneta a la que han cortado los hilos. 

Me costaba respirar. Mi visión estaba borrosa por las lágrimas. 

Unas manos dulces me levantaron del suelo y me volvieron a meter en la cama, me taparon con las sábanas y limpiaron dulcemente el sudor y las lágrimas de mi rostro. 

Me tendí de lado, abrazando mis piernas contra el torso. A mi lado, ella se tumbó rodeando mi cuerpo protectoramente con el suyo. 

Su voz me arrullaba. Sus manos me acariciaban el cabello y calmaban mis temblores. 

- Todo saldrá bien, cariño. A partir de ahora todo irá bien. Yo cuidaré de ti…. 

La oscuridad me reclamaba por fin, y yo me hundía en ella, pero antes de sucumbir por fin al olvido, pude sentir sus labios en mi frente y su voz susurrarme al oído “Te quiero, Regina” << 

La nube morada se disipaba. 

La magia me arrebató un hijo, y la magia me devolvería otro, decidí. 

Desde la ventana de Henry pude ver como el Doctor Whale conducía a los exaltados ciudadanos de Storybrooke hacia mi casa, a por mí. 

Sonreí de lado, lo cual remarcaba la cicatriz de mi labio. 

Eran como corderos siendo conducidos al matadero. 

Continuará con el tercer capítulo...


¡Muchas gracias a Shanna Mills por participar en esta sección!