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  • domingo, 7 de mayo de 2017

    Fan Fic: Blue View


    Quinta entrega de las historias no contadas que nos trae nuestro seguidor Peter Pan, esta vez podremos descubrir los orígenes del Hada Azul.


    El Bosque Encantado
    Hace Mucho Tiempo…


    Olía a bosque. Sentía la tierra en su rostro, en sus manos y bajo sus uñas. Sus ropas estaban llenas de barro, así como su pelo, mas no importaba. Le gustaba estar así, sucio y salvaje, cual niño perdido.

    Aquello tan cochino que dormitaba en la espesura, entre árboles y malas hierbas, era un muchacho que ya despertaba, junto a los primeros rayos de sol, algo helado por la fría noche, con las lágrimas hechas escarcha en sus mejillas y los labios morados. Pero ni él temía por su vida ni se reprochaba nada por haber hecho lo que había hecho. El precio pagado era una nimiedad con lo obtenido.

    Abrió los ojos, verdes como la naturaleza que lo rodeaba, y sonrió al sol.

    ―He vuelto ―susurró, como si los animales fuesen a robarle los secretos―. De verdad he vuelto.

    Se levantó sin esfuerzo alguno, pues era un niño fuerte, y echó a correr a buen paso.

    Sabía el camino. Sabía volver a casa.

    A casa.

    Cuan feliz se le antojaba ahora la palabra.

    Casa. Hogar. Sí. Todo iba a cambiar. Por fin serían dichosos y comerían perdices.

    Vivía con su padre en una cabaña, a las afueras del pueblo. Con su papá, su adorado papá; la estrella de su cosmos. Su madre hacía tiempo que había muerto, igual que…

    No. Nada de eso importaba ya. Todo iba a cambiar.

    Corrió por el bosque, por la pradera y cruzó la villa, pues su casa quedaba al otro lado; pero mantuvo su sonrisa, su alegría, sin dejar de gritar a todo el que veía:

    ―¡He vuelto! ¡He vuelto de verdad! ¡Estoy en casa de nuevo!

    Hasta que al fin llegó a la cabaña, que seguía igual que siempre, con su piedra sucia y su peste a boñiga de cabra, con su chimenea echando humo y su… ¿Su caballo apostado? ¿Desde cuándo tenían un caballo? ¿Cuánto tiempo había estado fuera? Su padre no podía permitirse montura alguna.

    Se acercó a la casa, despacio, y llamó un par de veces.

    ¿Y si había estado fuera tanto tiempo que su padre se había mudado?

    ―¡Hijo! ―No. Su padre estaba allí, abriéndole la puerta, y estaba igual que siempre. No había envejecido un solo día―. ¡¿Dónde has pasado la noche?!

    Lo abrazó y lo cogió en brazos, cubriéndolo de besos.

    ―¡Papá, no te vas a creer dónde he estado! ―le dijo el muchacho, devolviéndole los besos―. ¡He visto sirenas y hadas, muchas hadas!

    ―¿Por qué estás tan sucio? ―preguntó el padre, quitándole barro del cabello, que se descubrió de un claro castaño.

    ―¡Había hadas de todos los colores! ―seguía diciendo el niño―. ¡Y una me tocó en la nariz, papá! Me dijo que eso… Que eso…

    El niño acababa de ver al que supuso dueño del caballo de afuera; un anciano delgado y raquítico, con el pelo ralo y blanco, ojos ciegos de cataratas y una boca severa que mantenía una mueca de asco.

    ―Hijo, este hombre… ―El padre había perdido toda sonrisa―. Este hombre ha venido a por ti.

    El niño lo miró, extrañado, arqueando una ceja. No entendía.

    ―¿Qué es lo que pasa, papá?

    ―Es un herrero de Hamelín. Sus manos y sus ojos están cansados y necesita un mozo que lo guíe. Mas tú no serás su mozo, no. Me ha prometido que te recibirá cual hijo.

    ―¡PAPÁ! ―chilló el pequeño, aferrándose a su progenitor―. ¡No, papá!

    Empezó a llorar sin consuelo hasta creer ahogarse.

    ―Le he rogado que te cuide bien ―quiso excusarse el padre, a quien le faltaban las palabras.

    ―¡Papá! ¡Todo iba a cambiar!

    ―Ya basta de pendencias ―dijo el herrero, levantándose y asiendo al niño del pelo―. No os preocupéis vos, que sabré tratar a ese mocoso. Como si fuera de mi sangre lo tratare ―rio, mostrando su sonrisa y sus colmillos afilados y amarillos.

    Se llevó arrastrando al chiquillo, mientras este no dejaba de gritar «¡me prometiste que cambiarías! ¡Me prometiste que me querrías! ¡Que me habías perdonado».

    Pero las únicas palabras que consiguió arrancarle a su impasible padre fueron:

    ―Buena suerte, Malcolm.


    Storybrooke, Maine

    Diciembre de 2011

    20/12/2011

    NOMBRE: Humbert, Graham.

    DIRECCIÓN: RFD1, Miller Road, Storybrooke, Maine, 04270.

    EDAD: 29.

    SEXO: Masculino.

    RAZA: Caucásica.

    INGRESO: 20/12/2011

    PERSONA QUE LO TRAJO: Agente Emma Swan (compañera).

    SÍNTOMAS: (Ingresa cadáver).

    ANÁLISIS (véase hoja adjunta):

    1. Reacción de Mantoux: Neg.

    2. Investigación de tuberculosis en esputo y orina: Neg.

    3. Diabetes: Neg.

    4. Recuento glóbulos blancos: Neg.

    5. Recuento glóbulos rojos: 45% HEMO.

    6. Muestra de médula: Neg.

    7. Radiografía de tórax: Neg.

    DIAGNÓSTICO POSIBLE: Anemia perniciosa, primaria o secundaria. No hay historia de úlceras, hemorroides o similares. Probable anemia primaria con shock mental. Infarto. Paro cardiaco.

    DR. WHALE. MÉDICO DE CABECERA


    El funeral del sheriff Graham se celebró el primer día de invierno, el del solsticio, el que marcaba el calendario; pues el invierno devoraba la ciudad de Storybrooke mucho antes. Se le enterró en el pequeño cementerio de Wilderness Park, que no era un camposanto cualquiera, sino el sepulcro de los disidentes, de aquellos que carecían de creencias religiosas o que habían muerto en condiciones que no les hacía acreedores de yacer en tierras sagradas.

    Fue la alcaldesa Mills la que organizó todo, pues era la que mejor conocía al sheriff y lo más parecido a una familia que tuvo el pobre. Pero, por supuesto, Graham era un hombre muy querido y admirado en el pueblo y, aunque ella se opuso, más de media ciudad acudió a darle el último adiós: Emma, algunos amigos, los curiosos y la gente de edad avanzada que cada vez iba más a los funerales a medida que la vejez los envolvía en la mortaja.

    Acudieron por Yarrow Lane en una larga hilera que serpenteaba hasta perderse en la espesura del bosque. Pese a que el sol brillaba, todos los coches tenían las luces encendidas. Primero iba el coche fúnebre de Roy Atwell, con las ventanillas traseras llenas de flores, seguido por el Mercedes 560SL de Regina y el escarabajo de Emma, que iba con Mary Margaret. Tras ellos venían Ruby y su abuela y el matrimonio Nolan, entre otros. Casi ni se cabía en el pequeño cementerio.

    El doctor Hopper esperaba junto al hoyo, la última parada. La primera era la sala de autopsias, la segunda el tanatorio de Roy y la tercera esa, el cementerio. Todo el mundo fuera.

    Al bueno de Archie siempre le daban pavor los funerales, aunque no recordaba el último al que había asistido ni tampoco el primero. Pero no le gustaban y, si iba a oficiar el de Graham, era porque se lo había pedido Marco, ya que él era como la conciencia del pueblo (siempre y cuando la alcaldesa diese su permiso). Sin embargo, lo que menos gustaba a Archie de los funerales era ese césped artificial que se usaba, esa vana imitación de la vida… Lo detestaba, pues no hacía más que enmascarar los terrones oscuros de la tierra final.

    Las cosas era mejor tomarlas de frente.

    ―¿Cuánto va a durar esto, doctor Hopper? ―le preguntó Regina, siesa como siempre. Iba enlutada que daba miedo, con tocado de malla de red y todo, pero se había pintado los labios de un carmín sangriento.

    ―No más de diez minutos, señora alcaldesa.

    Regina dejó al doctor atrás y se acercó a la lápida. Era sencilla, de piedra, nada ostentosa.



    GRAHAM HUMBERT

    1 de mayo de 1982

    20 de diciembre de 2011

    «El mismo lobo tiene momentos de debilidad en los que se pone del lado del cordero y desea que este huya y se salve. Pese a nuestros instintos, nosotros marcamos nuestro propio camino. Nuestro mejor amigo siempre será también nuestro enemigo: el corazón».



    El féretro, llevado por Emma, Marco, Leroy, Eric Fisher y Peter Peter, quedó en el suelo. Eric y Peter eran los mejores amigos de Graham, sus compañeros. Los tres amaban la naturaleza, parecía, y habían hecho muchas excursiones, tanto por los bosques y parques de Storybrooke como por las aguas que bañaban la ciudad. Eric era pescadero, tenía un barquito y se hacía a la mar cada madrugada para poder vender su género a la conservera. Peter, por otra parte, era el jardinero de los Herman y soñaba con abrir su propia huerta ecológica. Un sueño al que le costaba llegar. Por más que ahorraba y ahorraba, parecía que en su cartera, al final del día, no quedaban más que cenizas.

    ―Resulta doloroso despedirse siempre de cualquiera ―dijo Archie, alzando un poco la voz, dando inicio al funeral―. Más cuando nos toca hacerlo con alguien que siempre estuvo velando por nosotros, por nuestra seguridad, por nuestra comunidad. Graham no tenía a nadie, pero Storybrooke siempre lo tuvo a él, a su sonrisa y a sus palabras amables…

    »Ahora el héroe regresará a la naturaleza que tanto amaba, para caminar siempre dichoso. Nosotros, mientras, continuaremos también nuestros pasos, sin olvidarlo ni un instante y manteniendo el corazón abierto, igual que lo tuvo él.

    El silencio se impuso (aunque los pájaros gorjeaban sobre los árboles) mientras Peter y Eric bajaban el ataúd. Luego, Mary Margaret, aferrada a su bolso negro como si fuese un salvavidas, fue la primera en ir a tirar un puñado de tierra sobre el ataúd. Por alguna razón que se le escapaba, sentía que le debía todo a Graham. Cuando volvía junto a Emma, su mirada buscó la de David, que tenía a Kathryn apoyada en su hombro…

    Emma fue después de los amigos de Graham. No se podía creer lo ocurrido ni tampoco podía creerse lo mucho que le dolía aquello. Ella, que nunca se preocupaba por nadie justo por eso, por no sentir dolor, decepción, había dejado que Graham llegase a su corazón. Y Regina… Allí estaba. ¿De verdad la apenaba todo aquello o no era más que una candidata al Oscar?

    ―No creo que quiera ofender a la alcaldesa en un día como hoy ni en este preciso momento ―le advirtió Sidney, adivinando sus intenciones. El muy carroñero traía su cámara para sacar fotos del momento. No se podía ser más morboso ni más insensible.

    ―¿Acaso eres su guardaespaldas? ―le soltó Emma antes de ir a por la alcaldesa.

    ―Señorita Swan, ahora no.

    ―Escúcheme bien, Regina ―le dijo, llevándosela a un lugar más apartado para que la gente que seguía despidiendo a Graham no las oyese.

    ―¿Qué? ¿Viene a reprocharme algo? Desahóguese si es su deseo? ―Regina estaba rabiosa, pero apretaba los dientes. Bajo el velo de red y el maquillaje aún se notaba el golpe que se había llevado en el panteón.

    ―Sólo quiero preguntarle cómo los remordimientos la dejan vivir. ―Ni Emma se creía sus palabras―. Nadie, Regina, nadie la quiere. No sabe lo que deseo que Henry esté equivocado y usted sea buena en el fondo, muy en el fondo, pero sólo porque él no merece a una bruja como madre.

    Regina apretó los puños. Pensaba en qué decirle a Emma, en algo hiriente, pero no le dio tiempo; esta volvió con Mary Margaret y la dejó con la palabra en la boca.


    Regina estaba que echaba humo tras el descaro de Emma Swan e iba a pagarlo con el primero que encontrase. Como siempre, su saco de boxeo personal era Alva Crane, el becario del ayuntamiento y su secretario, un universitario medio tartamudo y sin carácter.

    ―¿Alcaldesa? ―carraspeó al verla llegar―. ¿Qué tal el…?

    ―Ahórratelo ―lo cortó Regina, poniendo los ojos en blanco―. Y búscame el informe con las multas a esos imbéciles que provocaron el incendio en Wilderness Park en Año Nuevo. ¡Ya!

    ―P-pero, alcaldesa, tiene una visit-t-a.

    Regina abrió la puerta de su despacho de un tirón, ignorando a Alva. Allí la esperaba Mickey Oswald, que trabajaba en el observatorio. Era un anciano con pintas de abuelo adorable, pero que podía ser muy gruñón y hasta comerse un niño si se lo incordiaba. Vivía como un ermitaño y poca gente lo conocía, ni siquiera Regina estaba segura de habérselo traído con su hechizo. La primera vez que lo vio, en el 86, no supo si llevaba de verdad en Storybrooke desde el principio o si había aparecido de la nada. Parecía que no controlaba los designios de ese viejo y eso a Regina no le gustaba un pelo.

    ―Alcaldesa, como científico jefe era mi deber traerle este informe ―le dijo tras unas horribles formalidades de cortesía.

    Regina cogió el dosier que el anciano le cedía: un jeroglífico barométrico.

    ―¿Qué se supone que tiene que decirme esto? ―inquirió la mujer, sentándose en su sillón. Parecía ahora que aquel hombre viniese a rogarle.

    ―Tiene que decirle que un anticiclón está sobre Storybrooke, señora alcaldesa. Este atrapa las emisiones de la mina local y de la central térmica; provocará una niebla pesada y venenosa, de pura contaminación, que nos dejará atrapados.

    Regina se echó a reír, pero el señor Oswald no se intimidaba.

    ―¿De verdad quiere que me crea eso?

    ―Quiero que actúe ―dijo el anciano, apoyándose en la mesa―. ¿Sabe algo del desastre de Donora, Pensilvania, en 1948? ―Regina arqueó las cejas, pero bajó la mirada―. Pues empiece por documentarse y siga por vigilar las emisiones de…

    ―Yo soy la alcaldesa. Usted no me da órdenes ―se hartó ya Regina.

    ―Yo soy un viejo, alcaldesa, y usted no me va a mangonear como hace con todo el mundo. Tengo muchos años para que una niñata amargada me toree. Buenos días.

    De nuevo, Regina no pudo encontrar algo hiriente que decirle a aquel vejestorio con los pliegues de la cara en rompan filas. Otra vez estaba con la palabra en la boca.

    ―¡Alva! ―Había visto que sus manzanas de siempre, las honeycrips, eran verdes.

    ―¿Alcaldesa?

    Alva era menudo, bajito, tenía la voz aguda y siempre temblaba. Parecía un crío perdido en medio del mercado. Regina se preguntó quién habría sido en el Bosque Encantado. Tenía el rostro redondeado propio de un niño y el pelo rubio muy claro, pero no, a Regina no le sonaba de nada; claro que ella no conocía a todos los malditos del maldito Storybrooke, mas sí le daba curiosidad saber quiénes habrían sido algunos en el pasado. La heladera de al lado de la cafetería, por ejemplo, tampoco le sonaba de nada. Esa sí que era una igual que Mickey Oswald.

    ―¿Por qué las manzanas de hoy son verdes? A mí no me gusta el verde.

    ―Y-yo… No sé, señora. Son las que han traído.

    Regina sonrió con malicia. Qué fácil era intimidar a aquel alfeñique.

    ―Dime, Alva, ¿cuánto tiempo llevas como mi secretario? ―le preguntó, levantándose y yendo hasta el frutero. Las manzanas olían a algo raro, ¿a envidia, tal vez?

    ―Pues… Desde que acabé el instituto.

    ―Porque necesitas ahorrar para una beca en Boston, ¿no? ―Alva asintió. Regina mordió la manzana, que no fue tan ácida como sus palabras―: no sé si llegarás a ir algún día; según sé, tus notas no son tan brillantes como para conseguir una beca y de que te den una de deportes ni hablamos, ¿verdad?

    ―Tiene razón, señora ―admitió el chico, bajando la cabeza.

    ―Empieza por ir firme, Alva, la postura indica amor propio ―le dijo, pasándole el frutero―. Anda, baja y recógeme las manzanas de mi árbol. Y no llores si te clavas una astilla.

    Con andares de pato, el muchacho salió corriendo. Casi derriba a la madre superiora, que consiguió borrarle a Regina la sonrisa de la cara.

    ―No quisiera molestarla, señora alcaldesa ―dijo, con esos aires de mosquita muerta que gastaba.

    ―Me molesta con sólo estar aquí, así que sea breve.

    Regina volvió al trono de Storybrooke y la sor quiso seguirla.

    ―¿Le importa que me siente?

    ―Pues sí ―respondió la alcaldesa―. Cuánto menos cómoda esté, más breve será.

    La monja hizo como si no hubiera oído tal cosa y le cambió de tema.

    ―¿No cree que ha sido muy dura con ese pobre chico?

    ―¿Con Alva? ―Eso sí que no lo esperaba―. Es más simple que un botijo. Ya se le habrá olvidado y estará cantando “Chitty Chitty Bang Bang” como el Jeremy Potts que es. ¿Ha venido usted a defender las condiciones de mis trabajadores?

    ―No, claro que no… ―La madre superiora agachó la mirada. Así le gustaba a Regina―. Venía a… Bueno… Verá, dentro de tres días es Nochebuena y… Me preguntaba si…

    ―¡Al grano! 

    ―¿Se va a adornar la ciudad para las fiestas?

    ―¿Adornar? ―Regina cabeceó―. ¿Ha venido a pedirme…? ―Inconcebible―. ¿Qué tiene que ver mi ayuntamiento con las fiestas?

    ―Bueno, adornar la ciudad…

    ―Sí, la he entendido, madre superiora, no soy tonta. Pero yo no celebro la llegada de ningún salvador.

    ―Pero se trata de nuestra comunidad.

    Regina tomó aire y respiró hondo.

    ―Este ayuntamiento nunca ha contribuido en fiestas de ningún tipo. Ni en Navidad, ni en el día del minero ni en nada. ¿Entiende? Además, hay crisis y tenemos que economizar. ¿Algo más?

    Pero la madre superiora no iba a darse por vencida.

    ―Es que no es sólo la Navidad, alcaldesa, también es la Noche Azul.

    ―¿La qué? ―Regina se sobresaltó.

    ―La Noche Azul ―repitió la madre superiora, sonriendo un poco.

    Regina se quedó sin respuesta. ¿Dónde había oído ella eso de la Noche Azul? 


    Hace Muchos Años

    La alcaldesa Mills no podía recordar dónde había leído sobre la Noche Azul porque esos dos días de su infancia junto a Zelena, su hermana perdida, los había borrado su madre de su memoria.

    Tras sanar a la pequeña Regina del maleficio de la varita mágica, las dos niñas se habían puesto a jugar por toda la casa y Cora lo consintió, aunque no porque tener una amiga o una hermana hiciese feliz a su hija, claro, sino porque quería probar cuan fuerte era la voluntad de Regina.

    Los juegos llevaron a las hermanas (que no sabían que lo eran) a la biblioteca. Zelena no sabía leer y casi no había visto un libro en su vida, salvo «Los cuatro confines», que contaba la historia de Oz. Por eso pidió a Regina que le enseñase con algún libro interesante.

    ―Este me llama la atención ―dijo la pequeña, cogiendo un pesado tomo verde, como no.

    Ambas miraron el libro, que en letras doradas, junto a una estrella fugaz, tenía el título de «Leyendas e historias de la época de los cuentos de hadas».

    ―¿Tendrá cuentos divertidos? ―preguntó Zelena.

    Regina abrió el libro y en seguida frunció el ceño.

    ―Esto… Esto no parecen cuentos. Mmm… Creo que es un libro de historia, como tus cuatro esquinas.

    ―Confines.

    ―Eso… Confines. ―Regina se sonrojó, abrió una página al azar y empezó a recitar―: Leyendas de la Edad del Amanecer, Un reino perdido, Polvo de duende, Maravillas creadas por el hombre… Esos son los capítulos, Zelena. No parecen las Fábulas del Gato que me cuenta mi padre.

    ―Reconozco esta letra ―dijo Zelena―. Es una de las letras de Oz.

    ―Sí, es la Z, Zelena. También está en tu nombre.

    ―¿Y tiene algo que ver con Oz ese capítulo o lo que sea?

    ―Se llama «La Noche Azul», así que no creo, pero vamos a ver:

    »Todos los años, en el solsticio de invierno, que es la noche más oscura, larga y fría de todas, la magia luminosa libra una batalla con las sombras. Las hadas se encargan de proteger a los hombres de la oscuridad, por ello, esa noche se dejan ver en el cielo, brillando con intensidad. La más poderosa y antigua de las hadas, Reul Ghorm, entrega su esencia a la tierra, al agua, al aire y al fuego de los hombres, para así protegerlos un año más. Lo hace combinando sus fuerzas con la de la luna, quedando ante ella. Así, la noche más lóbrega queda iluminada por su luz azul y celestial, siendo también posible que los deseos de los puros de corazón, que tienen fe y confianza suficientes como para ver a Reul Ghorm en el océano estelar, se cumplan.

    ―Es una historia preciosa ―dijo Zelena, maravillada.

    ―¿No hay hadas en Oz? ―preguntó Regina, extrañada a la par que interesada en ese extraño reino del que venía su nueva amiga.

    ―No lo sé… Pero hay brujas, aunque mucha gente les tiene miedo, porque no saben si son buenas o malas. Como a mí. Años ha hubo una bruja mala, no sé si en el este o en el oeste, pero creo que murió o algo así.

    En ese momento, Cora entró en la biblioteca exhibiendo su mejor sonrisa.

    ―Regina, Zelena, es hora de dormir. Hoy ha sido un día lleno de emociones y viajes y nuestra invitada ―dijo sonriendo a Zelena― habrá de descansar para volver a casa mañana. Al fin y al cabo, como en casa en ningún sitio, ¿cierto, Zelena?

    Las dos hermanas fueron a la cama de la mano y durmieron juntas y, aunque no hablaron, ambas lloraron.

    Regina lo hizo por dentro, porque no quería estar sola.

    Zelena lo hizo por fuera, porque quería que aquel se convirtiera en su hogar.


    Storybrooke

    La señorita Taylor era la más eficiente empleada de hogar que Regina pudo conseguir vía maldición. Antaño, en el Bosque Encantado, había tenido un final feliz, pero en Storybrooke eso estaba de más, por eso se dedicaba, día tras día, desde hacía veintiocho años, a dejar como los chorros del oro el baño de la alcaldesa Mills y a echar un ojo a Henry de vez en cuando.

    ―No sé cómo tu madre está siempre de mal humor, con lo a gusto que se debe de quedar en el trono ―le dijo al pequeño, cómplice, en un intento de animarlo―. Siempre que me toca limpiarlo, está atascado, y eso que se harta de comer manzanas.

    Pero Henry estaba ido. La muerte de Graham le había afectado mucho, además de darle una lección: el bien siempre pierde porque no juega limpio.

    ―Oye, Henry… ―A la chica le daba cosa verlo así―. Anda, anímate. Dime qué te pasa.

    El niño estaba en su cama, con el libro de cuentos abiertos, pero sin leer. La imagen de una pareja en un baile lo sonreía.

    ―Pensaba en…

    ―¿En?

    ―En la esperanza.

    La señorita Taylor le sonrió, dejó la escobilla del váter en el suelo y se sentó en la cama con él.

    ―¿En la esperanza, dices?

    ―Blancanieves y el príncipe siempre tuvieron esperanza ―explicó sin muchas ganas―: esperanza en encontrarse, esperanza en recuperar el reino, esperanza en vencer a la reina malvada…

    ―¿Y lo consiguieron? ―preguntó la mujer, cogiendo el libro y leyendo la página que tenía como protagonista a la pareja del baile.

    ―Sí, pero… No. ―Henry no estaba muy seguro de si explicarle lo del hechizo.

    La señorita Taylor empezó a pasar las páginas. Le llamó la atención la balada de Will Scarlett y se quedó mirando el dibujo que había de él y de una doncella rubia, Anastasia.

    Henry se había quedado mirando sus manos, negras, y recordó una vez, de pequeño, en la que le preguntó a la señorita Taylor por qué era negra. Ella, entre risas, le había dicho que porque bebía mucho café.

    ―¿Sabes? Mi padre me regaló una vez un libro ―le dijo ella, sacándolo del ensimismamiento―. Se llamaba «Grandes Esperanzas» y me dio una gran lección.

    ―¿Cuál?

    ―Pues una parecida a las de tus cuentos: no debes desperdiciar ni un instante, que la vida mil vueltas da y la gente a lo suyo va; lo importante es que tú sepas a dónde vas y, bueno, que ya llegarás a tu meta o a tu destino.

    ―¿Ya llegaré? ―Henry no lo tenía muy claro.

    ―Ya llegarás. Si en el fondo voy a acabar siendo igual que la Blancanieves de tu cuento: con grandes esperanzas y trabajo duro, ya llegarás.

    ―¿Y a dónde quiere llegar usted?

    La señorita Taylor lo miró con tristeza; Henry había metido el dedo en la llaga.

    ―Pues…

    ―¡Henry!

    Regina acababa de llegar y llamaba a su hijo desde el piso de abajo. La hora de las confesiones con la señorita Taylor había acabado. 


    Esa noche, Storybrooke dormía bajo el manto de diamantes que parecían las estrellas sobre los viejos tejados. La única señal de vida era la luz en el taller de Marco.

    Él fue quien vio la niebla venir.

    El humo de las chimeneas se condensaba y unía, hasta formar una nube maldita que iba engullendo el pueblo poco a poco, hasta tragárselo entero.

    Por la mañana, nadie pudo creer lo que veía (o mejor dicho, lo que no veía), cuando descorrían las cortinas y lo único que encontraban era niebla, niebla y más niebla si escudriñaban bien.

    Los informativos matutinos se frotaban las manos ante tamaño acontecimiento:

    «Buenos días Storybrooke. Son las ocho y cuarto del 21 de diciembre. Noticias: Storybrooke se ha paralizado por una densa niebla que ha descendido a lo largo de la noche. Se están formando atascos en la calle principal y los conductores abandonan sus vehículos para seguir a pie. El muelle se ha cerrado para evitar accidentes por la falta de visibilidad. La oficina de meteorología ha emitido un comunicado afirmando que el anticiclón que hay sobre la ciudad es la causa de este fenómeno; el humo de las chimeneas de la central térmica queda atrapado a baja altura, lo cual agrava la niebla. La ausencia de viento significa que esto durará un tiempo. Tengan cuidado al volante, repetimos, la visibilidad es nula».

    Marco no lo podía creer. ¿Y tenía que pasar justo esa semana, la de la Noche Azul? Él siempre iba a verla en recuerdo de su esposa, que siempre le pidió a las estrellas un hijo.

    Un hijo…

    Eso fue para él la mayor prueba de que, fuera lo que fuera que hubiera en el cielo, si es que había algo, era sordo. Lo de pedir deseos a la estrella azul no eran más que cuentos de niños.


    Hace Muchos Años

    Hubo una Noche Azul en la que las estrellas brillaron más que nunca.

    En la que los puros de corazón cumplieron sus deseos.

    La más hermosa de las historias ocurrió en el pueblo de Tuscia, cerca del palacio de Leopold. Allí vivía un carpintero, Geppetto Collodi, que desde niño había luchado por salir adelante y labrarse un porvenir. Aunque su vida era humilde, también era dichosa: tenía una esposa a la que amaba con locura, era amigo de todos los vecinos y su teatro de marionetas volvía locos a los niños. Cada verano, Geppetto y su mujer recorrían el Bosque Encantado con él, llevando las risas y el entretenimiento desde Longbourn hasta Port Bennett.

    Lo único que la fortuna no había querido otorgar a la buena pareja fue un niño. Ambos rogaban cada día a las estrellas y lo intentaban cada noche, pero ni el niño ni la niña llegaron nunca.

    Con ellos también vivía Pepito, el grillo y conciencia de Geppetto que, desde que este se había convertido en un hombre, disfrutaba de una merecida jubilación. Fue curioso cómo sentimientos tan perniciosos como la culpa o el resentimiento, que fue lo que llevaron al joven Pepito contra sus padres y, en consecuencia, a la muerte a los padres de Geppetto, obraron el mayor milagro de todos.

    Todo ocurrió así:

    La esposa de Geppetto quedó por fin en cinta y ambos lo celebraron. Los primeros tres meses de embarazo fueron los mejores de la vida de ambos y, como cada verano, decidieron hacer su ruta por los reinos. Ese viaje acabó con el embarazo y el matrimonio vio cómo sus esperanzas quedaban en un orinal.

    Dos años después volvieron a quedar en cinta, después de muchísimo dolor. Pero más habrían de sufrir, sobre todo la mujer, que una tarde sintió como si se la llevasen las almas perdidas hasta que, en efecto, se llevaron de nuevo a su futuro hijo.

    Para los médicos aquello fue una suerte, «algo bueno», dijeron. Al parecer, el bebé presentaba malformaciones y el parto podría haber costado la vida de la madre, la del propio niño o ambas.

    Y llegó una tercera vez, un tercer niño. Geppetto cuidó a su esposa durante los nueve meses, la tuvo en cama, no como si estuviera enferma, pero sí como si fuera una reina. Cuando tenía que ausentarse, la dejaba con la viuda Lucas y Pepito; le llevaba las medicinas más caras y los ungüentos y hierbas de las parteras; gastó sus ahorros en galenos y hasta pidió y rogó de rodillas a las estrellas, a la estrella azul, que el niño naciese sano y que su mujer viviese casi tanto como este, para verlo crecer y disfrutar de nietos.

    ―Quítame años a mí y dáselos a ella ―llegó a decirle a la estrella.

    Pero murieron. Ambos.

    El niño vino de nalgas y se ahogó antes de poder sacarle la cabeza.

    La madre se desgarró y, según la partera, padecía de algo en la sangre, algo que no la dejaba cicatrizar y que se pasaba a los hijos.

    Y con ellos, las grandes esperanzas y la felicidad de Geppetto murieron también.

    Mas Pepito sabía que las leyendas sobre la estrella azul eran ciertas y voló hasta la colina de las luciérnagas, donde el hada Azul se aparecía para cumplir los deseos de los puros de corazón.

    ―Me habría gustado cumplir los deseos de Geppetto, Pepito, mas procurar vida y burlar a la muerte son empresas oscuras y mi magia no es capaz de mancillarse. Sé que habría sido una buena acción, una acción necesaria, mas hay límites que ni yo puedo cruzar. ―Agitó su varita e hizo aparecer un estilete, como muchos otros que tenía Geppetto―. Que ese buen hombre, ese niño de antaño por el que velaste, vaya a la arboleda del norte con este estilete. Entonces sabrá qué hacer y se encaminará a su final feliz.

    ―Hada Azul, ¿no ha sido la vida injusta con Geppetto? ―preguntó Pepito, que, aunque se mantenía férreo en sus valores de conciencia, a veces pensaba que el bien que se obtenía era demasiado a largo plazo.

    El hada ya ascendía de nuevo, pero le contestó:

    ―Tú has sido su justicia, Pepito, tú le has ayudado a superar todas las pruebas. Ahora deberás repetir tu labor con otro niño, si todo sale bien. Recuerda, que vaya con el estilete a la arboleda del norte. Sabréis qué hacer.

    Y allí en la arboleda, Geppetto se maravilló con un árbol como nunca había visto. Parecía un gran olmo de serradas ramas como dedos de bruja que lo acechaban, pero tenía una belleza mística casi mágica. Y olía a polvo, a polvo de hadas. Pepito lo reconoció.

    Era un árbol encantado, que permitió que Geppetto, aquel al que estaba predestinado, lo talase, lo llevase a su casa y lo tallase hasta convertirlo en una adorable marioneta a la que le incrustaron una nariz de pino. Por eso Geppetto lo llamó «su Pinocho».

    Y mientras lo pintaba con los colores más vivos, la estrella azul cayó del cielo e iluminó la estancia:

    ―Geppetto, has dado tanta felicidad a otros que mereces que tu felicidad se cumpla… El polvo de hadas ha destinado a tu muñeco a un corazón, a la vida.

    Y tocando a Pinocho con su varita, este empezó a moverse, despacio, hasta parpadear y “despertar”.

    ―No puede ser… ―Geppetto estaba boquiabierto, al borde de la emoción.

    ―Lo que es el progreso ―se maravilló Pepito.

    ―¡Puedo moverme! ―exclamó Pinocho―. ¡Y puedo hablar! ―dijo más emocionado si podía.

    ―Así es, Pinocho. Te he dado un corazón porque Geppetto desea un niño.

    ―Entonces, ¿soy un niño de verdad?

    ―No, Pinocho. El que Geppetto y tú seáis felices dependerá de que pruebes que eres valiente, sincero y generoso. Tienes un corazón, mas no vida. Has dejado atrás las ataduras de una marioneta, ahora deberás ganarte el derecho a mantenerlo por tus propios medios. Tu conciencia de ayudará…

    Y sin más explicaciones, sin más palabras, el hada se desapareció, dejando a Geppetto, Pinocho y Pepito al inicio de una nueva historia.

    Su historia. 


    Storybrooke

    «Buenos días Storybrooke. Son las ocho y cuarto de la mañana del 22 de diciembre. Noticias: La importante niebla que paralizó la ciudad ayer, continua esta mañana con los servicios de emergencias afanándose para atender los problemas que surgen por todo el pueblo. Se están utilizando antorchas para guiar a los conductores en algunas zonas y los autobuses han cancelado sus servicios. Esto, por raro que parezca, no ha repercutido en la popularidad de la alcaldesa Mills, que ha afirmado al Storybrooke Daily Mirror que está trabajando duro para acabar con esta crisis. La inmóvil niebla que se extiende por todo el radio de la ciudad provocará una oscuridad absoluta a las dos de esta tarde».


    El señor Gold aguardaba con su sonrisa dorada a sus próximos clientes: Henry y la señorita Taylor. La tienda estaba tan silenciosa y oscura como siempre, con esos mil cachivaches recogidos, quien sabía cuándo y por qué, como tesoros por aquel anticuario que, como su local, estaba rodeado de cierta aura ominosa.

    ―Henry. Señora Taylor ―les saludó el hombre, levantando el mentón y ensanchando su sonrisa―. ¿Puedo ayudarles?

    Henry intentó corresponderle, pero no le salió muy bien. Estaba aún abatido.

    ―Discúlpele ―dijo la señorita Taylor―, está algo triste por lo del…

    ―Por lo del sheriff Graham, sin duda ―completó Gold―. Era un buen hombre y todo el pueblo está destrozado. Supongo que para ti sería una especie de héroe, ¿no, Henry? ―El niño asintió, Gold siguió con sus cavilaciones―. La gente cree que en la vida sólo hay héroes y villanos, pero entre ellos se esconde toda una gama de grises, de esperanzas y de sueños por cumplirse. ¿No lo cree así, señorita Taylor?

    ―¿Yo? Eh… ―La mujer no supo que decir. Gold siempre era demasiado filosófico.

    ―No importa ―dijo el hombre, quitándole importancia a su silencio con un ademán―. ¿Qué les trae a mi tienda?

    ―Yo… Esto… Quería comprarle un regalo de Navidad a Emma. Algo especial ―titubeó Henry―. Algo que…

    ―¿Que no la haga sentir sola? ―dijo Gold, que ya cojeaba hasta una estantería―. Tengo justo lo necesario.

    Puso una cámara de fotos sobre el mostrador. Parecía antigua, pero estaba nueva.

    ―¿No es un poco simple? ―preguntó la señorita Taylor.

    ―Al contrario, querida. Con esta cámara, Henry y la señorita Swan podrán hacerse todas las fotos que quieran y recordar siempre que ninguno está solo. ¿No te parece, Henry? ―Y le dedicó una gran sonrisa dorada que, aún amable, daba escalofríos.

    ―Sí. Creo que es una buena idea ―dijo el niño, algo más animado.

    ―Y me vas a hacer un favor. ―Gold los pilló desprevenidos. Él no pedía favores―. Vas a regalarle esto a la señorita Blanchard…

    Rebuscó en uno de los armarios que había bajo la caja registradora y sacó un estuche.

    ―¿Qué es? ― la mujer no se fiaba mucho de aquel hombre. Todos en la ciudad le temían por algo, ¿no?

    ―Es un colgante. La señorita Blanchard se vio obligada a empeñarlo hace muchos años y a mí me dio mucha pena, creo que era de su madre. ¿Por qué no se lo regalas, Henry? Claro que, no le digas que yo te lo he dado.

    ―Sí, a la señorita Blanchard le gustará ―dijo Henry, volviendo a sonreír―. Es muy amable, señor Gold.

    La señorita Taylor pagó con el dinero que Henry le dio, pero Gold aún tenía ganas de charla.

    ―Y usted, señorita Taylor, ¿pasará las fiestas sola?

    ―Eso creo ―se resignó ella, encogiéndose de hombros.

    ―Es una pena que no todos tengamos tanta compañía como Henry: dos madres, una profesora que lo quiere como si fuera de la familia…

    ―¿Y usted, señor Gold? ―inquirió Henry, de pronto, pillando a Gold por sorpresa―. ¿Pasará las fiestas con alguien?

    El hombre se quedó en silencio un momento, luego sonrió y, estático, contestó:

    ―No.

    Simple y llano.

    ―¿No tiene padres o hijos?

    ―Los tuve, pero ya no, me temo…


    Hace Mucho Tiempo

    En El Bosque Encantado…

    El pequeño Rumpel se resguardaba del frío de aquella noche de invierno con su padre, tendidos ambos en el jergón. Al niño le gustaba estar así, sintiendo el corazón de su padre y creyendo que latía por él; sintiendo su aliento y creyendo que eran suspiros de alivio por tenerlo a él; y sintiendo su abrazo, creyendo que era una muestra de amor hacia él.

    La verdad era que Malcolm sólo tenía frío.

    Pero Rumpel era un niño muy inocente, un niño frágil de ojos vidriosos. Eso ponía enfermo a su padre, que lo consideraba débil e inane. Nada le daba más asco a Malcolm que eso, un niño débil, pues él había tenido que pasar por mucho y nunca había sido tan mocoso como lo era Rumpel.

    ―Papá ―le dijo el pequeño, en un susurro―. Papá, no puedo dormir.

    ―¿Y qué quieres que yo le haga, hijo? ―farfulló el hombre, que tampoco podía pegar ojo. Tenía los huesos helados y Rumpel se llevaba toda la manta.

    ―Cuéntame un cuento, por favor ―le pidió el niño, poniendo esa vocecita ampulosa que Malcolm odiaba, aunque no tanto como sus gestos amanerados.

    ―Yo no sé contar cuentos.

    ―¿Por qué no?

    ―Pues… ―El hombre abrió los ojos. No pudo evitar la mirada de su hijo, que lo traspasaba―. No sé, Rumpel, no sé por qué no sé contar cuentos. Eso es cosa de las madres, supongo.

    ―¿Y a ti tu madre no te contaba cuentos?

    El hombre se quedó pensando en qué decirle a su hijo. Optó por ser sincero; quizás un poco de dureza espabilase a Rumpel.

    ―No, a mí no me contaba cuentos.

    ―¿Tampoco sabía contarlos? ―Estaba pesadito el niño.

    ―No lo sé ―contestó Malcolm―. Mas, si quieres, puedo contarte un cuento especial: el cuento de un niño al que nunca le contaron un cuento.

    ―¿Qué cuento es ese? Nunca lo he oído.

    ―Es que sólo lo conozco yo… ―A Malcolm se le quebró la voz―. Mira, oye: Érase una vez, un niño al que su madre nunca besaba ni abrazaba…

    ―¿Cómo se titula? ―lo interrumpió Rumpel.

    ―¿Cómo?

    ―Que cómo se titula el cuento.

    Malcolm puso los ojos en blanco. Maldito niño.

    ―El niño infeliz ―le contestó.

    ―¿Y qué más?

    Malcolm respiró hondo:

    ―Pues que el niño siempre quería ser el mejor en todo para que su madre estuviera orgullosa de él, mas todo cuánto hacía era una quimera. Su madre…

    Se quedó en silencio, sin poder continuar. Creía que un poco de dureza iba a espabilar a su hijo, pero lo cierta era que le había abierto a él una herida muy profunda, una que había cicatrizado a base de sal. Y Rumpel vio las lágrimas de su padre brillar al surcar su rostro y lo besó para consolarlo.

    ―Papá, no hace falta que sigas con el cuento.

    ―Debemos dormirnos, Rumpel. ―Malcolm se secó las lágrimas con la almohada, intentando recuperar la compostura―. Al dormir podemos viajar a un mundo al que anhelamos ir, en el que todos nuestros deseos se pueden cumplir. Con fe, verás cómo un día nuestras vidas cambian de color.

    Rumpel conocía aquellas palabras, aquella nana, y volvió a interrumpir a su padre:

    ―Por mucho que ahora sufra el alma, si no pierdes la esperanza, siempre llegarás al final.

    ―Buenas noches, Rumpel.

    ―Buenas noches, papá. Te quiero.

    Pero Malcolm no contestó. Y le dolía a él más que a Rumpel. Le dolía porque, desde que le obligaron a crecer, desde que supo que Fiona estaba embarazada, lo que más había anhelado era un niño, de eso se había convencido entonces, de que quería un niño fuerte, guapo, valiente y bueno; un niño que se comería el mundo, al que todos querrían y que podría disfrutar de la mejor de las infancias.

    Pero las estrellas, en lugar del salvador de su vida, le acabaron dejando a Rumpel.

    Y a él le dolía más que a nadie pensar aquellas enormidades, no en vano, él sabía lo que era sentir que tus padres no te querían. 


    Storybrooke

    Si la niebla no lo hubiera impedido, cualquiera se habría vuelto loco al ver que Ruby, que tenía fama de ser ligera de cascos, llevaba en su coche a la madre superiora. ¡En su coche rojo!

    Y es que Ruby había sido la única valiente en presentarse voluntaria para ayudar a las monjas que su plan de unir la ciudad contra la niebla y contra la alcaldesa. Las gentes de Storybrooke iban a tener Navidad y Noche Azul, sí o sí. Todos los demás se habían excusado de dejar su coche por tener miedo a la niebla, pero no Ruby, que estaba deseosa de aventuras y, para una vez que la aventura iba a Storybrooke, ¿se iba a esconder ella en casa con los visillos corridos? Ni que se la fuera a comer un lobo.

    Leroy había instalado un megáfono que Sarah Fisher, la heladera (que no tenía parentescos con Eric Fisher, el pescadero), le había dejado muy amablemente. Era el que ella usaba antes en su camión de helados. Así, Ruby y la madre superiora recorrieron Storybrooke muy despacito, al ritmo que marcaba la niebla, mientras iban alienando a los pueblerinos con un discurso muy bueno que había escrito la señorita Blanchard. Era una pena que la pobre fuera tan tímida como para grabarlo ella misma, por eso la madre superiora era quien hacía los honores:

    «La niebla no es una amenaza. Tampoco la oscuridad que provoca. Nos hace más duro respirar. Nos hace más duro ver. Sí. Es verdad. Nos oculta de nuestros seres queridos, de nuestros amigos; nos enferma y nos priva de nuestro hogar. Pero no debemos temerla. Debemos luchar. Debemos ayudarnos ahora más que nunca. Mantener la esperanza. Mañana a las ocho y cuarto, todo el mundo está invitado al hospital para, junto a nuestros enfermos, disfrutar de la Nochebuena y de la Noche Azul. Porque, pese a la niebla, como todos los años, la noche más oscura se convertirá en la más radiante. Por nuestros enfermos y también por nosotros. Todos merecemos algo de dicha».

    ―Hay que reconocer que Mary Margaret habla mejor que Reagan. ―Ruby quedó confundida ante sus palabras―. Quiero decir, que Obama. No sé por qué siempre pienso que nuestro presidente es Reagan.

    ―Si la señorita Blanchard fuera nuestra alcaldesa, otro gallo cantaría ―afirmó la madre superiora.

    El mensaje seguía retransmitiéndose. Ruby intentó abrir la guantera, pero no llegaba.

    ―¿Le importa?

    La monja, con sus reservas al ver la mano de Ruby tan cerca de sus piernas, abrió la guantera. Entre los chicles, que sería lo que la muchacha le pedía, había varios paquetes de preservativos.

    ―Esto… ―Se había puesto roja como los labios de Ruby―. Supongo que sabes lo que haces…

    La camarera se dio cuenta entonces de a qué se refería la madre superiora, que miraba los capuchones del amor, como a ella le gustaba llamarlos, entre aprensiva y extrañada. Aquello le hizo mucha gracia.

    ―Madre superiora, yo me relajo y gozo, pero, como ve, no soy una cabeza loca. Siempre con precauciones.

    ―Ya. Precauciones ―repitió la sor, desconfiada.

    Ruby no estaba teniendo en cuenta que hablaba con una monja, quizás por eso se le soltó la lengua.

    ―La gente ya no se come tanto la cabeza. Estamos en el siglo XX, quiero decir, en el XXI… ―Ruby no sabía por qué se confundía también siempre con las fechas. A veces, al pasar las cuentas del restaurante, escribía 1983 en lugar de 2011.

    ―¿No quieres hablar conmigo de nada? ―dijo la madre superiora, sonriendo con timidez. Ella podía ser comprensiva como Mary Margaret, que nadie lo dudase.

    ―Sabe, recuerdo mi primera vez: fue en la noche de graduación, tras el baile. Yo llevaba un vestido rojo precioso… ―En su mente, todo parecía un sueño―. Billy acabó con los lazos por encima, claro...

    ―¡¿Billy?!

    ―Madre superiora, no se escandalice tanto ―rio Ruby―. Sólo soy una mujer que vive su sexualidad y su vida sin preocuparse por el qué dirán. ¿Acaso hago algo malo? Soy soltera y todas mis parejas también. ¿Usted le ve algo de malo?

    ―¿Y el amor, Ruby, dónde queda el amor?

    ―Algún día lo encontraré. Pero, hasta entonces, ¿por qué no divertirme? ¿Conocer? ¿Experimentar? Cuando me marche de Storybrooke voy a arrasar ―afirmó entre risas antes de hacer una pompa con el chicle.

    ―En nombre del señor… ―se persignó la madre superiora.

    Hubo un silencio algo tenso y sólo entonces la monja, para sus adentros, tuvo que darle la razón a Ruby. Ciertamente era una mujer envidiable, sin estigmas y sin debilidades. ¿Habría sido ella también así antes de ser monja? Pareciera que llevaba siglos con los hábitos. Ni siquiera recordaba cómo había sido su vida anterior o si se había enamorado alguna vez, si le habían roto el corazón… Nada. Era monja desde que alcanzaba a recordar…


    Hace 30 Años

    Sobre la colina de las luciérnagas, el hada Azul vio una luz que titilaba con más fuerza que el resto. Era la luz de Nova.

    Con toda su gracia, descendió hasta ella. La pobre estaba llorando sin consuelo y eso la hizo sentir mal por un momento, pero no había motivos para congoja alguna; su hacer había sido el correcto, pues era por el bien de todos.

    ―Presiento que no querrás hablar conmigo ―le dijo a la pobre Nova, intentando tomarla de las manos que esta, brusca, retiró.

    ―¡Pues claro que no! ¿Cómo habéis podido? ¡¿Qué le dijisteis?!

    ―Nova, Soñador es un enanito. No puede amar.

    ―¡Si que puede! ―La pobre estaba llorando esmorecida, con el corazón encogido. Quería decirle muchas cosas a Azul, pero optó por la menos ofensiva―: Creía que nosotras no podíamos mentir.

    Aguantó sus hipidos y se arrancó uno de los muchos volantes de su falda para sonarse.

    ―Y no podemos, cierto es ―respondió Azul, con dulzura―. He ahí la mayor prueba de que todo lo hago por tu bien. No eres más que un hada soñadora, una novicia que ansía conocimiento y te aplaudo por ello. Mas hadas y humanos no deben mezclarse. Recuerda lo que le pasó a Verdita o lo que ocurrió con el príncipe Día. Y eso son sólo ejemplos que tú has vivido, pues no eres más que una estrella recién nacida. En nuestra historia ha habido muchos capítulos oscuros y es mi deber que no se repitan.

    ―Sólo estáis hablando de vos, Azul, y de nuestra especie. ―Nova rabiaba―. ¿Qué hay de mí, de Nova? ¿Acaso yo no importo? ¿Mi felicidad no importa? ¡Es que ni nombre tengo! ¿Cuántas Novas hay ahora mismo en la hondonada? ¿Cuántas Novas llevan el polvo de las minas a Terence?

    ―Cuando asciendas te ganarás tu nombre ―contestó Azul, calmada y sonriente como si no pasara nada―. Primero el color, luego el nombre y, al final, tu felicidad cuando te nombre hada madrina, la cual llevarás a otros niños en el reino. Así ha sido y así será siempre.

    Nova le dio la espalda a su superiora. Había tantas preguntas que hacerle: ¿Por qué ella se veía obligada a servir como hada? ¿Por qué, si ella no había elegido serlo, igual que Soñador no había elegido ser enanito? ¿Por qué había hadas, enanitos, humanos y demás? ¿Por qué Azul no la dejaba ser libre? ¿Por qué no afrontaba que ella se equivocaba y mentía como cualquiera?

    La novata la miró herida.

    ―Azul, ¿acaso para vos fue alguna vez más importante el amor, vuestra propia felicidad, que el deber?

    El hada mantuvo su sonrisa al responder:

    ―Sé qué haces esa pregunta al dejarte llevar por el dolor, Nova. Sé que nosotras nos dejamos llevar con facilidad por los sentimientos. Así que, si quieres ser hada madrina, recuerda lo que me pasó a mí. Recuerda lo que le pasó a Evangeline.


    Storybrooke

    El doctor Whale estaba tan desbordado como el ala de neumología. Llevaba tres días seguidos sin pegar ojo, atendiendo las urgencias una detrás de otra, igual que las enfermeras, los médicos y los voluntarios. Le hacía gracia verlos a todos con mascarillas, que no servían de nada, y con inhaladores que no tenían más que agua del grifo.

    Parecía que ni el día de Nochebuena iban a tener una tregua. Menudas Navidades…

    ―Doctor Whale ―lo llamó la señorita Blanchard, que venía junto a la agente Swan, sin resuello y con la bufanda y el gorro mal colocados―. Doctor, Sidney Glass, el del periódico, insiste en pasar para documentar la crisis.

    ―¿Tiene algún permiso para ello o lo echo? ―dijo Emma―. Porque me huelo que esto es una estrategia de Regina para colgarse medallas.

    ―Miren, mándelo junto a esa turba que ha traído la madre superiora. Yo estoy muerto y no tengo la cabeza para nada.

    Y las dejó ahí, con la palabra en la boca.

    ―¿Qué es eso que prepara la madre superiora? ―se extrañó Emma.

    ―Fue idea de ambas. El pueblo necesita esperanzas. No podemos permitir que la pena nos sobrepase en un día como hoy.

    Emma puso los ojos en blanco. Si ella le contase a Mary Margaret alguna de sus Nochebuenas… Entonces sí que iba a tener ella una noche buena.

    ―En el pueblo he oído rumores de que la madre superiora se lleva muy mal con el señor Gold, ¿es cierto eso? ―prefirió preguntarle.

    ―Hasta donde sé, sí. Hay quien dice que ella le arruinó la vida.

    ―¿Y lo hizo?

    ―Sí. Lo hice.

    La madre superiora acababa de aparecer. Emma y Mary Margaret se avergonzaron al verse descubiertas cotilleando.

    ―Lo siento mucho, yo no… ―se quiso disculpar la primera.

    ―No se preocupe, Emma. Es historia antigua, pero me temo que lo que hay entre el señor Gold y yo es… Complicado. Claro que hoy no estamos aquí por eso. ¿Me acompañáis?

    Las tres salieron a la entrada, donde un montón de luces de camping se habían instalado para iluminar el paso a las ambulancias y a los enfermos que acudían, claro que en ese momento servían para esos voluntarios que la monja y Ruby habían reclutado el día anterior.

    ―¿Una foto para el Mirror? ―Sidney sacó la foto sin esperar respuesta alguna. A saber cómo habían salido las tres.

    ―¡Ciudadanos de Storybrooke! ―comenzó la madre superiora, alzando los brazos como si fuera una predicadora―. Estos días, en este hospital, se han presenciado escenas como las de las peores de las guerras. Pero junto al sufrimiento hemos visto heroísmo y, allí donde hay heroísmo, siempre hay esperanza... ―Le dedicó una sonrisa a Mary Margaret―. Sólo Dios puede levantar esta niebla, pero somos nosotros los que elegiremos como vivir en ella. ―Al decir eso, buscó entre el público a Ruby y le dedicó otra sonrisa―. Solo nosotros podemos acabar con nuestro propio sufrimiento. Con fe, claro, pero el gran trabajo, el duro esfuerzo, está todo en nuestras manos.

    La gente empezó a aplaudir. Sidney sacó más fotos. Entonces Emma se adelantó y se puso junto a la madre superiora. Antes de hablar, vio que Henry estaba allí. ¿Se habría escapado de casa de Regina?

    ―Como agente y ayudante del sheriff, solicitaré una comisión de investigación independiente del ayuntamiento sobre las causas de la contaminación para asegurar que esto nunca jamás vuelva a caer sobre nosotros.

    Aplausos, vitoreo… La gente aclamaba a Emma y a la madre superiora, que fueron, junto a Mary Margaret, a por los enfermos menos graves para que saliesen a ver la Noche Azul, incluso si no se veía nada, sólo la niebla oscura y espesa.

    ―Qué gran mujer es Emma, ¿verdad, David? ―le dijo Kathryn a su esposo, al que tenía abrazado.

    ―Si algún día tenemos una hija, ojalá sea como ella ―rio David, besándola con ternura, pero sin mucho sentimiento.

    Al mismo tiempo que los enfermos, los doctores y las heroínas del pueblo iban saliendo, el señor Gold bajó del coche, quedando semioculto entre la niebla y la multitud. A él no le gustaba dar la nota.

    ―Supongo que todos recordáis esa cancioncilla que se canta en la Noche Azul, ¿no? ―dijo Mary Margaret con su voz chillona a todos―. ¡Cantémosla esta noche también! A la de una, a la de dos y a la de tres…


    Regina subió al cuarto de Henry tras llamarlo siete veces. ¿Por qué el niño nunca le hacía caso? Se llevó una horrible y esperada sorpresa al ver que no estaba allí y que, encima, con toda la desfachatez, le había dejado una nota:

    «Me voy al hospital con la gente que me importa. Feliz Navidad».

    Al principio, Regina dejó caer la nota hastiada de ese comportamiento que tenía Henry. Estaba harta y se ponía enferma al imaginarlo con Emma y la sosa de Blancanieves… Malditas fueran.

    Pasó a la rabia y, al momento, a la pena. ¿Por qué no podía ser todo como antes de ese puñetero libro?

    Se sentó en la cama y volvió a releer la breve nota.

    «Feliz Navidad»… ¿Acaso creía que no iría a buscarlo al hospital?

    Pero la abatió el sólo pensarlo. Desde que la estúpida de Blanca le había dado el libro, ella se había convertido a ojos de su niño en la reina malvada, él mismo la obligaba a serlo, a ser aquello que más odiaba… Pero, ¿de qué otro modo iba a tener la fuerza para echar a Emma de la ciudad?

    Pensaba todo eso mirando al suelo, intentando recordar momentos felices con Henry, incluso con su padre (cuanto le habría gustado tenerlos a ambos), cuando empezó a molestarla una luz, una luz azulada… Una luz que entraba por la ventana.

    Alzó la vista, sobresaltada.

    ―No puede ser. 


    Sobre Storybrooke, la luna azul, las estrellas azules y la Noche Azul se imponían a la niebla y a la oscuridad. Poco a poco, aquel mágico manto fue cubriéndolo todo, ascendiendo junto a los cánticos de los ciudadanos, hasta que no quedó ni rastro de tan impía contaminación.

    Y lo que todos cantaban a coro a las puertas del hospital, lo que les daba fuerzas, no hacía sino más poderosa la unión de Storybrooke:

    De la esperanza nace nuestra fuerza,

    aquella que nos da alas

    para dejar la tierra y volar

    y nuestros sueños alcanzar.

    Oh, qué gran gozo da,

    como un hada un volar.

    Oh, qué dicha siento al verme.

    Más allá del cielo,

    donde las estrellas son hermanas,

    donde el aire es puro

    así como mi corazón.

    Todo eso lo consigue la esperanza.



    ―Emma, señorita Blanchard, os he comprado esto por Navidad ―dijo Henry, que se había salido del grupo para darle los presentes.

    ―¡Henry! ¿Por qué te has molestado? ―Mary Margaret lo cubrió a besos.

    ―¿Y qué es, chico? ―Emma abrió la cámara algo nerviosa, a ella nunca le habían regalado nada por Navidad―. Oh, vaya, siempre quise tener una ―dijo con una sonrisa―. Venid, vamos a inmortalizar este momento.

    Pero Mary Margaret se había emocionado demasiado al abrir el suyo.

    ―El colgante de mi madre. Pensé que nunca lo recuperaría…

    Y no hizo falta que ninguno dijese nada más. Los tres se fundieron en un abrazo.

    Mientras, el pueblo seguía cantando:

    Oh, qué gran gozo da,

    como un hada un volar.

    Oh, qué dicha siento al verme

    más allá del cielo,

    donde las estrellas son hermanas,

    donde el aire es puro

    así como mi corazón.



    ―Cualquiera diría que esto es un final feliz, ¿verdad? ―preguntó Gold a Mickey Oswald―. Aunque ambos sabemos que no lo es.

    ―No. Ambos sabemos que no lo es, Rumpelstiltskin ―contestó el anciano con dureza―. ¿Acaso has venido a regodearte?

    ―Ese es más el estilo de la reina malvada ―rio Gold―. Yo he venido a advertirle de que, si se ve tentado de empujar a la señorita Swan a romper el hechizo antes de tiempo, si interfiere, pagará un alto precio, igual que el cazador.

    ―Sé de sobra cual es mi cometido, Ser Oscuro. He sido el aprendiz de Merlín por muchos años.

    ―Supongo que entonces algo habrá aprendido ―volvió a reír Gold―. Pero, por si acaso se le pasa por la cabeza, recuerde lo que pasó la última vez que ambos interferimos contra un destino, recuerde lo que le pasó a Sora.

    Y tras soltar su veneno, el anticuario se marchó cojeando, lejos de la dicha y la felicidad de la gente.

    ―¿Se encuentra bien, señor Oswald?

    El aprendiz, que en Storybrooke era científico, se sobresaltó. Pero no era más que Alva Crane.

    ―Estoy bien, muchacho, estoy bien.

    Y, volviendo con sor Astrid, que le daba la mano, el chico cantó de nuevo junto al resto:

    Oh, qué gran gozo da,

    como un hada un volar.

    Oh, qué dicha siento al verme

    más allá del cielo,

    donde las estrellas son hermanas,

    donde el aire es puro

    así como mi corazón.



    Dos hombres salieron al paso de la señorita Taylor, que cantaba junto a Eric Fisher y Peter Peter.

    ―¡Señorita Taylor, tenemos grandes noticias! ―dijeron al unísono con su voz chillona.

    ―¡Señor Fenner! Y… Señor Fenner… ―Eran los dos responsables de la inmobiliaria. Dos hermanos, uno delgado y alto y otro bajito y regordete. Parecían los gemelos de la historia de Alicia―. ¿Acaso ha habido noticias sobre ese local en el que me interesé?

    ―El señor Gold, el propietario, ha aceptado una rebaja. Si usted consigue su préstamo en el Midas Bank podríamos efectuar la venta después de Año Nuevo ―explicaron, también al unísono.

    ―¡¿De verdad?! ―La señorita Taylor los abrazó de la emoción―. ¡La próxima semana, sin falta, estaré en el Midas Bank con mi aval y mi todo!

    ―A ver si así ríe un poco más, señorita Taylor ―le dijo el Fenner delgado.

    ―Sí, igual que lo hacía su padre ―añadió el Fenner gordito.

    ―Les aseguro que cuando tenga mi restaurante me moriré de la risa.

    Y en medio de tanta felicidad, ellos y todos se dejaron llevar y cantaron cada vez más fuerte a la Noche Azul:

    Déjame volar,

    déjame ir cada vez más alto

    y déjame soñar,

    Un final feliz

    se debe mantener,

    pues en la vida no hay final.

    Tú siempre ten fe,

    tú siempre confía

    y ya verás cómo las hadas te guían.

    Oh, qué dicha siento al verme

    más allá del cielo,

    donde las estrellas son hermanas,

    donde el aire es puro

    así como mi corazón.





    Han intervenido: Ginnifer Goodwin como Mary Margaret, Jennifer Morrison como Emma Swan, Lana Parrilla como Regina, Josh Dallas como David, Jared S. Gilmore como Henry, Robert Carlyle como Mr. Gold, Tony Amendola como Geppetto/ Marco, Jakob Davies como Pinocho, Raphael Sbarge como Pepito, Keegan Connor Tracy como el Hada Azul/ La Madre Superiora, Amy Acker como el hada Nova/ Sor Astrid, Barbara Hershey como Cora, Ava Acres como joven Regina, Isabella Blake-Thomas como joven Zelena, Meghan Ory como Ruby, Gil McKinney como el príncipe Eric/ Eric Fisher, Max Lloyd-Jones como Jacob/ Peter Peter, Anastasia Griffith como Kathryn, Timothy Webber como el Aprendiz/ Michael Oswald, Dean Charles Chapman como Alva Crane, David Quinlan como el padre de Malcolm, e Iain Armitage como Malcolm niño.



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    23 comentarios:

    1. Gracias Peter ¡¡Me ENCANTA Leer los domingo😉👏😃!!! Me Gusto mucho

      Saludos de parte de los tres pronto ya van a venir los peques 💖💕!!

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      1. Gracias, Mary <3 Refréscame la memoria, ¿cuándo venían los baby ones?

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      2. En Julio van a venir
        Los babys
        Saludos 👍💞💕

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    2. ¡¡¡Peter!!! Esta semana te hago la review más tarde, pero más vale tarde que nunca, ¿no? jajaja

      En general, ha sido una historia muy interesante que ha dado momentos de protagonismo a varios personajes y, tal y como dijiste, se lee con bastante facilidad, y casi sin que uno se dé cuenta. Vamos por partes:

      Me ha gustado mucho que empezaras la historia con el pequeño Malcolm. Y eso ha enlazado luego con la escena de Malcolm y Rumple. Cuando dicen “por mucho que ahora sufra el alma”, no he podido evitar pensar en Cenicienta cantando xD.


      La escena del entierro ha estado bien, y me ha gustado ver una historia situada entre la muerte de Graham y el nombramiento de Emma como Sheriff. Del mismo modo, ha sido interesante la conversación entre Regina y el Aprendiz. Pero, si había alguna pista en su conversación sobre la historia de la que proviene el Aprendiz, no la he pillado xD. Ahora bien, en el fic se habla mucho de “Grandes Esperanzas”, y me pregunto si tendrá alguna relación…

      La escena con Alva Crane… bueno, está bien. Estoy despistado porque no sé si el personaje volverá a salir en otro fic. La referencia a Zelena con las manzanas verdes me ha gustado, así como su relación con los flashbacks. Me preguntó en qué momento de su vida Zelena aprendió a leer, porque de adulta ya sabía. Y la referencia de Cora a Oz con ese “There’s no place like home” también me ha gustado.

      ¡Una referencia a Will y Anastasia! <3 Y, además, ese “Ya llegaré” de la canción de Tiana. Las referencias son una de las cosas que más ilusión me hace (si es que en el fondo me emociono con cosas simples. Ganarme es fácil, con lo cual, si estoy descontento con la 6B es porque los Two se lo están currando demasiado poco y solo 4 lucecitas no sirven para iluminar todo lo demás jajaja).

      La historia de Geppetto y Pinocho también me ha gustado, aunque me ha dado penita a la vez, cuánto sufrimiento. Y el hecho de que se apellide Collodi, como el autor, es otra referencia que me ha gustado. Por no hablar de la mención a Granny. Si es que esta mujer, entre cuidar de la mujer de Geppetto y llevar galletitas a Regina, está en todo jajaja.

      La escena en la tienda de Gold ha sido entretenida, y me pregunto si Rumple conoció a Tiana en el pasado, porque la pregunta que le hace él parece insinuar que conoce su historia. Al fin y al cabo, en la peli hay un cocodrilo… De todos modos, también puede ser que esa pregunta simplemente fuese referente al restaurante que próximamente abrirá, y que en el pasado no la conociera de nada.

      La escena entre Ruby y la madre superiora ha sido graciosa xD, y también me ha gustado que hicieras referencia las confusiones que pueden tener los habitantes de Storybrooke al haber sido malditos durante 28 viviendo en un bucle constante.

      La escena de Nova y Blue me ha partido el corazón, y más al recordar a Día. Y esa mención a Evangeline… Oh, qué ganas de ver a Tiana en acción.

      Con la tirria que le tenía a esa Regina alcaldesa, cuando ahora la veo sufrir en esa época me da pena. Era una persona horrible que trataba a su hijo como si estuviera loco, pero en parte comprendo esa desesperación que siente y el dolor de saber que su hijo ya no la ve como su madre, sino simplemente como la Reina Malvada (lo que, evidentemente, era. Al fin y al cabo, no era mentira que era el mismo demonio xD).

      La escena entre Gold y el Aprendiz ha sido muy interesante y se ha dado una explicación a por qué no hizo nada para ayudar a Emma a romper la maldición. Y esa mención a Sora… cuanto menos curiosa. Muchas menciones a personajes que “no conocemos” hay aquí xD.

      En fin, una historia muy entretenida que se pasa volando y que trata diferentes historias en presente y flashbacks, lo cual lo hace todo muy interesante. Y, además, hemos visto por primera vez en un fic tuyo Storybrooke, lo cual es un plus. Me quiere sonar que algo más te quería decir pero a medida que he seguido leyendo y luego he escrito la review, se me ha ido de la cabeza xD.

      ¡Saludos!

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      1. ¡Charmed! Te voy a ir contestando por partes jajajaja.

        1) En efecto, se supone que Malcolm le está cantando una nana que es una variante de la canción de Cenicienta, "a dream is a wish your heart makes" creo que se llama.

        2) Desde luego, no me dirás que este flashback no está mejor situado que "Awake" xD. Siempre tuve ganas de ver el entierro de Graham y al final me he dicho "pues venga". Y no, lo de "Grandes Esperanzas" son puras referencias. Yo no tengo el talento suficiente para versionar una de las grandes historias.

        3) Para mí Zelena o aprendió sola o le enseñó Ruperto, no sé. Y sí, Alva Crane volverá a salir. Menos mal que no me ha pasado como con la señorita Taylor y no se me ha escapado el nombre xD.

        4) La pobre Granny estaba explotada en el EF jajaja, sirve pa'un roto y pa'un descosío xD. Se te ha escapado que la aldea de Geppetto se llama Tuscia, uno de los antiguos nombres de la Toscana, que es donde pasa la historia de Pinocho :P

        5) #nospoilers

        6) Espero que esa escena no genere polémica.

        7) La Blue, ¿estará mintiendo? Yo estoy con la mosca detrás de la oreja. Lo que no sé es cómo Nova no se convirtió en la Black 2 xD.

        8) Sí, esas escenas dividen a uno. Es como "te fastidias, bruja", pero "oins". Aunque yo en las dos primeras temporadas le tuve mucha manía a Regina xD. Cuando se alió con Cora, en la escena del coche, le dije de todo jajajaja.

        9) ¡Sora, Donald y Goofy! xD.

        10) Veremos Storybrooke más adelante, de momento volveremos al Bosque Encantado jajajaja. Nos quedan 4 historias para completar el primer ciclo y entonces veríamos las que cierran todo. Esto es como la 2ª temporada, que en la primera mitad te presentaban a unos personajes en la 2ª te contaban su historia xD.

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    3. Espectacular, el mejor hasta la fecha (para mí al menos), me han encantado todos los "easter eggs" que hay , el fic se merece su propia sección de curiosidades JAJAJAJAJA

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      1. Jajajaja, Asier, cuando leo eso de "el mejor hasta la fecha" me da algo, porque siempre estoy descontento con el resultado (sobre todo cuando releo y veo erratillas por ahí O.O). Y sí, muchas veces hay un montón de curiosidades jajaja.

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    4. Me ha encantado, la verdad es que si la serie fuera así comenteria más amenudo , si hasta has mencionado a Sora , si metes a Xehanort en la historia ya sera apoteosico.

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      1. Jajajajaja, Stitch, que gracia me has hecho.

        A Sora lo veremos y a algún personaje más (aunque nada que ver con los que conocemos). Pero a Xehanort me temo que no lo veremos (aunque siempre tendrás al que comenta en el blog xD).

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    5. Peter,me ha gustado mucho el fanfic.
      Ha sido una historia bonita sobre la esperanza,que cuadraba perfectamente con la t1,momento en que SB mas esperanza necesitaba.

      Tengo que en reconocer que,por la descripción, no había caído en que el hombre mayor era el aprendiz,hasta que el propio personaje no lo ha dicho,jaja. Pero el resto de referencias si las he pillado xD.

      El personaje de Blue me ha gustado mucho en esta historia ( en SB,porque en la escena con Nova me ha dado mucha pena esta ultima,si hasta se ha arrancado un volante de su traje para usarlo de pañuelo, la pobre).
      Durante la maldicion, se ha visto a una madre superiora con un objetivo y decidida a cumplirlo. Esa actitud le hacia falta al personaje en OUAT.

      En resumen,una historia que habría estado muy buen como capitulo en la serie.

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      1. ¡Hola, Nova! ^^ <3 Ya me imaginaba yo lo del aprendiz no se vería claro, por eso puse esa escena entre él y Gold xD.

        Es inconcebible que se nos acabe la serie y ni Blue Centric ni Mother Superior Centric ni leches. Fíjate, que ni siquiera sabía muy bien como escribir a la madre superiora hechizada de lo poco que vimos de ella...

        Muchas gracias por tus palabras ^^

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      2. Hola,Peter!.
        Pues si,es una pena como en OUAT han ninguneado al personaje de Blue,aunque el personaje en si es importante, y debería haber tenido protagonismo.
        Por cierto, se me olvido comentar que el personaje de Tiana me ha parecido muy divertido,y tengo muchas ganas de saber su historia.

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      3. Este año no.

        Jajajaja, que no, que es broma. Muy pronto la veremos. We're almost there :P

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    6. Peter, acabo de leerlo. Me has dejado muerta matá xD. Como esperaba, ha sido mi Untold favorita. Mañana prepárate para mí review, porque hay mucha tela que cortar ;)...

      PD: AMO a Taylor *-*.

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      1. ¿Hasta mañana me dejarás con la intriga? You're wicked aren't you? xD.

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      2. Sip, es que me la quiero preparar, y con el sueño que tengo no daría ni una :). Pero tampoco soy tan mala, porque te he adelantado que me ha encantado (incluso más que el de Sleeping Beauty) xD. Y tengo varias teorías con respecto a la backstory de Tiana... ya te lo diré mañana.

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      3. Jajajaja, bueno, yo siempre te digo que vuestros comentarios son mi sueldo, y si son largos y como intuyo que será el tuyo, mejor xD. Te esperaré con ansias <3 ^^ #We'reAlmostThere

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    7. Pues bueno, Peter, aquí tienes mi review:

      Me ha gustado el hecho de que todos los personajes hayan tenido su momento. Y empezar el capítulo con Malcolm, ya le sube puntos :).

      La conversación entre Tiana y Gold me escama... para mí que tuvieron un pasado en común. O quizás Rumple conoció al padre de Tiana. Y respecto a Evangeline... ¿fue quizás el hada madrina de Tiana? La verdad es que estoy deseando ver la backstory de Tiana y a Charlotte y Naveen (¿ellos también están en Storybrooke?)

      Me ha dado mucha pena como la alcaldesa trataba a Alva, el cual me intriga bastante. Yo creo que en el EF era Kai, el niño rubio del cuento "La Reina de las Nieves" ;). Seguramente no sea él, pero por intentarlo que no quede xD.

      Me ha ENCANTADO saber la backstory de Geppetto. Ha sido tan de cuento <3... y todos los flashbacks del Hada Azul han sido maravillosos *_*. Aunque en su escena con Nova la hubiera estrangulado xDDD.

      La escena entre la madre superiora y Ruby ha sido muy TOP jajajajaja.

      Yo tampoco sabía quién era ese abuelito hasta que he visto que era el Aprendiz. Genial lo de Mickey Oswald jajajajaja.

      Tiana mirando la página de Will y Anastasia... me pregunto qué relación tendrán :).


      El entierro de Graham ha sido algo que siempre he querido ver, y me he alegrado de que tú nos lo mostrases jajajaja.


      Siguiendo con Tiana... esa referencia a la canción de la peli "Ya llegaré", me ha llegado al alma. Qué ganas de saber más de ella, leches.


      Nunca he jugado a KH, pero sí me he percatado de la mención a Sora... tendré que informarme sobre él jajajaja.

      En definitiva, que ha sido una Untold con esencia de cuento y T1, que se ha convertido en mi favorita. Y la historia de la Noche Azul ha sido preciosa <3.

      Enhorabuena, Peter!! :D

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      1. Oins, Alice <3 Qué cuqui eres.

        Lo cierto es que no estaba seguro sobre los flashbacks de Malcolm, ya que al fin y al cabo, aunque se mencionen hadas, no sale ninguna. Pero tras el 6x19 me pareció justo meterlos XD.

        No te puedo decir nada xD. #Nospoilers. Sólo te diré que ni te lo imaginas.

        Igual, no te puedo hablar de Alva. Lo veremos próximamente, eso sí, y en flashbacks.

        Nova también quería estrangular a la Blue. Me extraña que no se convirtiera en la Black Nova 2.0 jajajaja. La de Geppetto es muy triste, pero tiene su "encanto" O.O

        Me alegro que te haya gustado la escena de Ruby con la superiora, era una escena que temía mucho por las reacciones que causase xD.

        Mmmm, ¿tendrán algo que ver Tiana y Will o Tiana y Anastasia? :S #nospoilers

        Te juro que en mi mente me imaginaba la canción de la peli, la escena y todo, solo que en vez de ser Tiana y su madre eran Tiana y Henry xD.

        Muchas gracias por tu review, Alice <3 ^^

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    8. Gracias, Peter, por recordarme que esta serie nunca tuvo un especial navideño. Más que un musical, yo sí esperaba un episodio con una temática donde celebren algo, estar juntos como familia, intercambiar obsequios, qué se yo. Emma podría regalarles algo de "su mundo", mientras Mary y David se rompen la cabeza por no saber qué darle a ella.

      Hemos tenido celebraciones y uno que otro intento de cumpleaños; vaya, creo que festejar el cumpleaños de Emma pudo ser un episodio muy bonito, considerando que jamás se le festejó uno. Pero volviendo al tema, a la serie le hizo falta uno navideño, capaz Santa Claus/Papá Noel terminaba siendo un personaje de cuentos.

      Como sea, tu escrito me gustó, excepto la parte de Marco que me pareció bastante triste. Prefiero una conclusión a lo "UP" que 3 embarazos fallidos... menos mal esto no es canon. xD
      Pero me encantó que hayas traído de vuelto a Nova, hayas mencionado a Ingrid, y uno que otro personaje importante, como Ruby, o incluso Malcolm con un pequeño flashback a su pobre infancia.

      La historia en sí, muy bonita, aunque un poco rara considerando que no hace mucho estaban enterrando a Graham. Pero me gustó, una serie de "mini cuentos" que se unen con un objetivo en común. ¡Este es el tipo de historias que OUAT merece, no sus tramas baratos innecesarios!

      Aplaudo tu imaginación.
      Saludos! (=

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    9. Hola Peter, verdaderamente no sé si me gustó, estoy contrariada. Tuvo muchas cosas buenas y cosas no tanto.

      Lo más positivo creo que fueron las idas y venidas en el tiempo, tomando como hilo conductor lo de Storybrooke. Se respiró un aire total a primera temporada, con la Emma fuerte y llena de ovarios que no lloraba por piratuchos pesados, Ruperto todo esquelético y ambiguo, Blanca haciendo honor a su título de la más hermosa, Regina tan asquerosa (me salió un verso) y Henry tan chiquito. Eso sí, si esto se filmó en el 2017 no sé qué máquina del tiempo usaste para traer a Jared pequeño jeje.

      A veces llegó a costarme entender el hilo conductor con tantas idas y venidas, pero supongo que se trataba de la esperanza, de cómo algunos la tuvieron y otros no, y la fe siempre tuvo su recompensa. No terminé de entender qué pintaba Malcolm, a pesar de que me encantó el niño que elegiste y las dos escenas. ¿Que al pobre las hadas nunca lo ayudaron, y a Geppetto sí? ¿Ésa es la relación? Geppetto, pobre, parecía Job de tanto sufrir, pero al menos al final tuvo recompensa.

      Hubo cosas divertidas e interesantes, me encantó el nombre "Mickey Oswald" para el Aprendiz, y cómo recordaste el collar de Eva que Ruperto le quitó a Blanca. Se lo devolvió desinteresadamente, y no entiendo bien por qué. Hubiera añadido (y ésto debiste imaginarlo) un pequeño saludo navideño Snowing, que aunque por esa época no tenían nada, igual hubiera sido lindo.

      La conversación sin caretas entre Rumpel y Mickey estuvo bien, lo que no sé si me gustó es esa puntualidad de él de "aún no se tiene que romper la maldición", que es la misma tontería que hizo en el 6x17. Si en la primer temporada se ve que hace todo para que Emma abra los ojos o que mínimamente se enfrente a Regina. Con pésimos métodos pero lo hace.

      Te soy sincera, no sé si tengo ganas de ver a Sora. Para mí, Kingdom Hearts es Kingdom Hearts y Once Upon a Time es Once Upon a Time. Dos universos paralelos muy ricos, cada uno a su manera, que no deben cruzarse jamás. Pero es sólo mi visión subjetiva.

      También me pareció raro que olvidaras a tantos personajes en el comunicado, como a Malcolm, a Rumpelcito, a Whale o a Tiana. Dicho sea de paso, a mí Tiana ni me va ni me viene.

      Además, tampoco es lo que se anuncia en la cabecera, ¿dónde están los orígenes de la Blue? Fue más bien un episodio de ella ayudando en SB, combinado con episodios donde ayudó en el EF (quitando a Malcolm, que sigo sin entender qué tiene que ver en esto).

      Lo mejor fueron las idas y venidas en el tiempo, y el excelente retrato de todos los protagonistas en la primer temporada. Pero no me termina de convencer, lo lamento.

      Nota: 6

      ¡Besotes, lindo!

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      1. ¿Te imaginas que nos intentan plantar un flashback así con este Henry de ahora? XD. Yo me moriría jajajaja. Tras 6 años, creo que el único que se mantuvo igual es Josh.

        Lo de Malcolm fue añadido de última hora tras el 6x19. La historia entera cambió tras el 6x19. En su lugar, antes, había una escena de los Charmings embarazados de Emma. Digamos que esto era como el 3x11, diversos flashbacks que, aunque son de personajes diferentes, tienen algo en común: la esperanza (y la Blue, salvo por Malcolm, que como no tiene, no se cruza con ella).

        Imaginé hacer una escena entre MM y David, pero esto ocurre prácticamente después de que él "la deje" por Kathryn en el 1x06 (porque en el 1x07 no salió Josh), así que no le vi mucho caso. ¿Por qué devolvió Gold el colgante? Bueno, dearie, a estas alturas deberías de imaginar que yo no hago nada porque sí y no dejo nada al azar. Si el colgante está por ahí, por algo será XD.

        Gold quería romper el hechizo, pero sabía que era Emma la que debía hacerlo. Lo más que él podía hacer era darle empujoncitos para que tuviera fe, pero ya ves lo que le dice al aprendiz "mira cómo ha acabado el cazador". Además, Gold quiere el pastel de la salvadora para él solo, no quiere al aprendiz por medio. No me compares con el 6x17, por favor.

        Bueno, yo no voy a traer a Kingdom Hearts, voy a traer a Sora y ya, además adaptado al estilo OUAT. Necesito hacer realidad aquello que SQ no permitió a los two hacer en la temporada 2.

        El comunicado se me olvidó retocarlo tras todos los cambios de última hora. Tiana, por ejemplo, iba a salir más adelante, en la historia de Anastasia, pero decidí presentarla ahora. ¿No te gusta Tiana? Esta te gustará xD.

        Bueno, eso de la cabecera... XD. Trish sólo tiene de guía el título y algunas palabras mías, yo soy el principal culpable por decirle a ella "los orígenes de la Blue", ¿pero qué le iba a decir? ¿"muchos flashbacks de la Blue"? XD. Además, no me puedo creer que no te haya emocionada verla hacer algo por una vez.

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      2. No suelo extenderme mucho en estas respuestas, porque al fin y al cabo estás defendiendo tu trabajo. Pero qué bueno que reconoces que Josh es eterno e inmortal.

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