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  • miércoles, 12 de marzo de 2014

    Fan Fic: Once Upon a Time in Neverland 4



    Continuamos con las aventuras de Malcolm en un éxotico capítulo titulado "Felix felicis" que nos llevará hacia tierras lejanas.

    Chapter 4: Felix felicis


    BURLINGTON, NUEVA INGLATERRA, MARZO DE 1841

    Corría por la calle principal de la ciudad, chocando con las amas de casa que hacían sus compras en el mercado, con los niños que lloraban asustados entre el gentío, con los maridos pacientes hastiados de los quehaceres diarios, con las criadas descontentas, con los cocheros que fumaban delante de las calesas…


    Corría con todas sus fuerzas aferrándose a la hogaza de pan que llevaba en sus brazos.


    - ¡DETENTE RATA CALLEJERA! – Oyó gritar a la policía varios metros atrás por encima de los tocados y sombreros.


    Siguió corriendo ignorando los gritos, se aferró a su capa… Sólo unos metros más… Giró a la derecha, la pescadera estaba tirando el agua sucia y casi resbala. Sólo un poco más… Un callejón sin salida.


    - ¡Ha entrado en ese callejón! – Escuchó no muy lejos.


    Si pretendía saltar iba a tener que dejar el pan.


    - Aquí estás.


    - ¿Tanto revuelo por una barra de pan?


    Miró al policía y decidido le tiró la hogaza a la cara, aprovechando la distracción para escabullirse.

    DOS DÍAS DESPUÉS



    - ¡Celebremos por el nuevo presidente! – Cantaban a coro los borrachos de aquel tugurio de la ciudad.

    - ¡Por el presidente! – Secundaban otros.

    - ¡El nuevo y viejo presidente, que paz no nos dará!

    - ¿Acaso la da algún político? – Preguntó el viejo tabernero que seguía sirviendo alcohol a los más ebrios que estaban ya a punto de dormirse en la barra.

    - En mi tierra los gobernantes son admirados y el pueblo los sirve con devoción – Dijo un hombre con un extraño acento, semiculto en la penumbra del final de la barra.

    - ¿Y cuál es tu tierra amigo? – Se interesó el tabernero yendo hacia él.

    - Una muy lejana, dudo que haya oído hablar de ella. Está tan lejos que podría decirse que no pertenece a este mundo.

    - ¿Ah sí? Pues por su acento más bien parece venir de tierras moras o indias, aunque por aquí no se ven muchos como usted.

    - Apostaría mi mísero tenderete a que no verá a alguien de mi tierra en lo que le queda de vida. Ni a mí tampoco.

    - ¿Se marcha? Cómete un error, América se está llenando de gente.

    - Sí, he estado explorando Maine, los canadienses y los americanos se matan por un pedazo de tierra, no hay quien esté tranquilo. Por suerte ya he visto bastante y mañana al amanecer regresaré a mi hogar.

    - Será un viaje largo.

    - Menos de lo que imagina.

    - Oiga, ¿Le importaría si…? – El tabernero titubeó – Verá señor, hay algo que se me ha ocurrido y usted… – Se rascó la nuca – es harto complicado lo que le quiero pedir.

    - Para mí todo es posible.

    - Verá, no sabe qué, mejor venga conmigo y véalo con sus propios ojos.

    El tabernero salió de la barra y se encaminó a las escaleras que llevaban a la parte superior, el misterioso hombre le siguió. El pasillo anticuado, sucio y con un fuerte olor a vino barato solo estaba iluminado por la tenue luz de la luna que entraba por la ventana.

    - Sí, ya casi es la hora – Dijo el tabernero mirando un abollado reloj de bolsillo – Venga, asómese – Le indicaba con la mano.

    A la luz de la luna pudo ver mejor al hombre, bajito y muy moreno, con una gran nariz y pobladas cejas negras, un espeso bigote y una larga perilla. Su ropa no podía ser de lo más extravagante, una especie de camisón azul y un extraño sombrero redondo y abultado que cubría su cabeza. Definitivamente era un tipo extraño.

    - ¿Por qué está aquí?

    - ¿Cómo? – Preguntó el viajante como si no le hubiese oído.

    - Que qué es lo que hace un tipo tan extraño en el corazón de Vermont

    - Ah bueno, mi hogar es muy agradable pero atrasado, he venido a ver los adelantos del “Nuevo Mundo” – Respondió haciendo hincapié en las últimas palabras – Ahora dígame, ¿Qué tengo que ver?

    - Llegará de un momento a otro…

    Observaron a través de la ventana hasta que apareció una misteriosa silueta, entonces el tabernero gritó.

    - ¡ALLÍ ALLÍ! – Señaló el hombre plantando su dedo índice en el frío cristal.

    - No podré ver nada hasta que no aparte del cristal esas salchichas que tiene por dedos, mi buen señor.

    El tabernero apartó la mano ruborizado y observó en silencio.

    Era un muchacho alto y espigado, extremadamente delgado. Iba envuelto en una sucia y mugrienta capa que apenas lo protegía de la nieve del exterior. Caminaba cauteloso por las calles de la ciudad hasta que llegó a la taberna, entonces saltó el muro y cayó hasta aterrizar en el patio de atrás.

    - ¿Es un ladrón? – Inquirió el extraño.

    El tabernero siseó – Espere.

    El joven fue hasta unos grandes sacos, los abrió y comenzó a sacar algo de ellos, algo como una manzana roída que no dudo en comer… pero después no escupió las pipas.

    - ¿Está comiéndose la basura?

    - Es Tybalt, su madre vino hace muchos años en el barco de los puritanos y consiguió un oficio de costurera, se casó con un zapatero y juntos montaron un taller. Sin embargo se descubrió que esa “puritana” – Remarcó entrecomillando con los dedos – había conseguido entrar al barco a base de levantarse las enaguas, además de haber colado a un buscado criminal que desapareció en cuanto el barco llegó al puerto.

    - Vaya…

    - Pero eso no es todo buen hombre – Volvieron a la barra – Esa mujer resultó ser una prostituta de los barrios más bajos de Londres, y no contenta con su sueldo de costurera se dedicó a ejercer en secreto. Le cosía vestidos a sus clientas para encargarse luego de que sus maridos no tuviesen que quitárselos…

    - Me deja usted de piedra.

    - Hace diecisiete años tuvo un hijo, poco antes de que se descubriese su fama, entonces la mujer desapareció misteriosamente, algunos dicen que su marido la mató, emparedando su cadáver. Pero quien nos preocupa es el hijo, al que todos consideran un bastardo desde que su propio padre le abandonó, es un marginado desde entonces que vive entre la basura al margen de la sociedad.

    - Pobrecillo.

    - ¿No le interesaría a usted llevárselo a su tierra? Podría emplearlo como criado, enseñarle su oficio.

    - Creo que es una idea excelente, vamos a por él.

    Al tabernero le sorprendió que aquello resultase tan fácil, pero no tenía iba a discutir sus propias intenciones.

    En cuanto abrieron la puerta del patio oyeron como Shmuel se apresuraba a correr hacia el muro, tropezando y cayéndose en el intento.

    - Tranquilo chico, sé que robas la basura desde la primera noche, no temas – Le explicó mientras le ayudaba a levantarse – Me habría gustado haberte dado de comer pero no puedo permitírmelo.

    Tybalt quedó atónito mirando al extraño, la capucha que cubría su cabeza se había deslizado hacia atrás con el impacto de la caída, dejando al descubierto un enmarañado cabello rubio, que armonizaba con sus afiladas facciones y sus pequeños ojos grises.

    - Éste hombre te ayudará, ha venido de una lejana tierra para llevarte consigo y que ya no tengas nada que temer.

    - Siempre que quieras, chico – Añadió el viajero.

    - Yo… Yo…

    -  Puedes acompañarme a casa y allí te contaré lo que he pensado.

    - Venga, no pierdes nada Tybalt – Dijo el tabernero dándole una palmada en el hombro.

    - No puedo perder lo que no tengo.

    Tybalt y el extraño viajante caminaron en silencio por la sinuosa ciudad hasta salir de ella, se dirigían hacia el campo.

    - ¿No va a contarme nada? – Preguntó Tybalt desconfiado.

    - Aguarda muchacho, tengo que ser cuidadoso, las paredes tienen oídos.

    Estaban en un prado solitario y silencioso.

    - Ya hemos llegado.

    - ¿Usted vive aquí?

    - Claro – Respondió el hombre como si aquello fuese lo más normal del mundo.

    - Yo por lo menos tengo unos tablones para cubrirme.

    - Ah, es que tú no puedes verlo, vamos, acércate.

    Tybalt se acercó con precaución al hombre y de pronto como salida de la nada apareció una gran tienda.

    - ¿Pero de dónde…? – Al entrar se sorprendió aun más. La tienda era bastante más grande de lo que aparentaba por fuera, tenía una gran cama, una bañera, algo que se parecía a una cocina de carbón y muchísimos cuencos con fruta a los que no se pudo resistir.

    - Come tranquilo, tienes hasta el amanecer – Él se sentó en un cómodo sillón.

    - ¿Cómo puede ser esto posible señor? Parece cosa de magia.

    - Es que es magia.

    - La magia no existe.

    - Oh sí que existe chico, pero no en tu mundo. En cambio yo vengo de uno muy lejano, donde los dátiles son jugosos y los nómadas beben té, una exótica tierra de pasión y misterio llamada Agrabah, allí donde la magia es una forma más de vida.

    - ¿Agrabah? ¿Magia? – Tybalt pensó que ese hombre era un loco, pero ¿de dónde había salido la tienda entonces?

    - Así es. Verás yo era un humilde mercader hasta que un día decidí marcharme a buscar fortuna a los reinos del norte, pese a que allí estábamos a salvo de los ogros.

    - ¿¡OGROS!? – Un loco definitivamente.

    - Sí, y no me interrumpas. El caso es una noche mientras cruzaba el desierto se desató una terrible tormenta de arena y entonces la vi emerger.

    - ¿Qué?

    - La Cueva de las Maravillas. Un lugar repleto de tesoros en el que conseguí la botella del genio.

    - ¿Genio? – Más locuras.

    - Sí, un genio al que liberé de su prisión para que a cambio me concediera tres deseos, aunque tan solo gasté uno.

    - No me creo nada, usted está loco – Dijo Tybalt.

    - Oh él no miente – Contestó una desconocida voz, melosa y tranquila – Es todo cierto.
    Tybalt se giró y vio ante él a un joven alto y fornido, de pelo y ojos marrones que vestía ropas tan extrañas como las del hombre y sonreía con seguridad.

    - Mi nombre es Cyrus, soy el genio de la botella.

    - Haz magia entonces – todos locos, es lo que pensaba Tybalt.

    - No puedo, ya que esta es una tierra sin magia.

    - Por eso pedí esto como primer deseo – El mercader rebuscó en su bolsillo y sacó una habichuela que era blanca y brillaba como ninguna otra – Es una habichuela mágica, permite viajar entre mundos.

    - ¿Habichuelas? Lo que me faltaba por oír.

    - Créeme, todo cuanto te he revelado es cierto. No permitas que tus prejuicios te engañen, como en muchos otros casos las apariencias engañan. Y estoy seguro de que cambiará tu vida, puliendo el diamante en bruto que eres, Tybalt.

    El muchacho lo miró con desconfianza.

    - Si de verdad quieres cambiar de vida me acompañarás – Salieron fuera.

    - ¿A dónde?

    - A Agrabah.

    Tiró la habichuela y un fuerte viento comenzó a soplar, para que acto seguido se formase un brillante vórtice verde que comenzó a absorberlo todo.

    - ¡VAMOS SALTA! – Gritó el mercader haciéndose oír por encima del ruido.

    Tybalt dudó, pero finalmente saltó dentro del torbellino, entonces sintió como si un gancho enorme tirara de él con fuerza. Desde dentro, veía un gran  remolino de colores y oía una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos… Poco después, la tierra se hallaba de nuevo bajo sus pies.
       
    MIENTRAS TANTO EN NEVERLAND


    Malcolm agarró el muñeco que Rumpel había dejado caer cuando la sombra se lo llevó.


    - Peter Pan – Musitó.


    Una gran satisfacción lo recorrió de arriba abajo, se sentía realizado, alegre, feliz como no lo había estado en años… Sentía el polvo de duende fluir en su interior, dando vida a la sangre de sus venas. Después sintió como el dolor de su ojo izquierdo, sufrido años atrás a causa del ataque de Clara, desaparecía por completo. Se sentía pletórico, había ganado, había conseguido su final feliz, uno que duraría para siempre.


    Y sin más dio una patada al suelo para elevarse en el aire, cada vez más y más alto hasta tener toda la isla bajo sus pies. Entonces reparó en una caverna rocosa que no reconocía de sus antiguos sueños. Y hacia allí se encaminó.


    Era una isla, o más bien una gran roca, con forma de calavera. Entro por uno de sus ojos y aterrizó, quedando asombrado ante la magnificencia del reloj de arena que encontró. Un reloj cuya arena no había comenzado más que a fluir, el dorado elemento se oscureció cuando la sombra apareció tras el reloj.


    - ¿Dónde estamos? – Preguntó Pan confuso – No lo recuerdo en mis sueños.


    - Eso es porque no existía – Respondió la sombra con su pérfida voz – Se creó cuando tomaste la decisión de quedarte aquí.


    - ¿Una calavera gigante? Increíble – Apartó la vista de la isla principal que se vislumbraba a través de los orificios oculares de la roca para centrarse en el reloj – ¿Para qué es el reloj?


    - Representa la magia que nutre tu juventud. La magia que te permite quedarte aquí y permanecer joven.


    - ¿Y qué pasará cuando se agote?


    - Te será arrebatada tu juventud y… Morirás.


    - ¿Mas no iba a ser joven de por vida? – Le preguntó Peter tranquilo y a la vez preocupado.


    - Neverland es un paraíso para que los niños visiten en sus sueños, no para que lo habiten, tú eres el primero que logra quedarse, y al hacerlo estás infringiendo las reglas.


    - Toda regla se puede romper, sobretodo aquí. Creé este paraíso sin ni siquiera pensarlo, tiene que haber algún modo.


    - Es posible – Dejó caer la sombra.


    - Y daré con él, hallaré la solución, yo tengo fe. Y tú vas a ayudarme Sombra.


    - Dime cómo.


    - Ha llegado el momento de hacer una visita a una vieja amiga… – Dijo sonriendo – Llévame de vuelta al Bosque Encantado, ¡Ahora!


    ÁGRABAH
     
    - Amanece – Dijo el mercader.


    - ¿Y qué? – Preguntó Tybalt como si eso tuviera importancia.


    - Mira bien y verás una luz que te hechizará, esa es la señal, el momento especial en que Agrabah ante ti surgirá…


    Estaban en el desierto, había arena por todos lados, pero el cielo era distinto allí, el amanecer de aquel lugar teñía el firmamento color rojo sangre, y el sol naciente aparecía como una gran mancha resplandeciente. Entonces la vio a lo lejos, la ciudad con sus pequeñas casas, todas cuadradas y protegidas por una muralla enorme que rodeaba todo el poblado, y en el centro, coronando tan exquisita imagen, estaba el palacio, con sus majestuosas torres redondas y doradas.


    - El palacio del sultán es lo que te tiene embobado.


    - Es precioso, y real.


    - Tan real como tú y yo amigo mío. Tal y como dijo Cyrus.


    El genio estaba allí junto a ellos.


    - Ahora solo me quedan dos deseos, y después te daré la botella a ti para que cumplas tus sueños.


    - ¿En serio? – Preguntó Tybalt emocionado.


    - Por supuesto. ¡Genio mi segundo deseo! Quiero otras dos habichuelas mágicas que me permitan cruzar entre mundos.


    - Como deseéis amo.


    Y dos habichuelas mágicas aparecieron en la mano abierta del mercader.


    - Y mi tercer deseo, quiero ver otro mundo tan apasionante como “La Tierra sin Magia”, no me importa cuál sea con excepción del Inframundo.


    - Sí amo…


    Una nube morada envolvió al mercader…


    - No temas por mí, y recuerda, cuidado con lo que deseas… Gritó antes de desaparecer.


    - No me lo puedo creer. El golpe que sufrí a causa de la caída en la taberna ha debido trastornarme – No se podía creer lo que estaba pasando. Esa misma mañana se había levantado en el callejón, y ahora tan solo veinticuatro horas después, estaba a las puertas de una preciosa ciudad árabe junto a un genio.


    - No, esto es real, yo te concederé tres deseos.


    - ¿Los que yo quiera?


    - Bueno existen excepciones, leyes de la magia. No puedo matar a nadie, no puedo hacer que alguien se enamore de otro alguien, no puedo resucitar a los muertos y no sabes lo que me alegro, es asqueroso y huele muy mal. Además tampoco puedo viajar en el tiempo ni puedes pedir deseos infinitos. Sólo tres y ni uno más.


    - ¿Y después?


    - Vuelvo a la botella a esperar que alguien vuelva a sacarme, concedo otros tres deseos y vuelta a empezar.


    - ¿No puedes salir siempre que quieras?


    - No, ese es el precio de ser un genio… ¡FENOMENALES PODERES CÓSMICOS…! Y un espacio chiquitín para vivir. “Renuncié” a mi libertad cuando dejé de ser humano.


    - ¿Eras humano?


    - Sí pero eso no viene al caso ahora, ¿Qué deseas amo? – Dijo cambiando de tema.

    Tybalt se quedó pensativo – Mmm genio…


    - Prefiero Cyrus.


    - Cyrus, ¿Y si uso mi tercer deseo para liberarte? Al fin y al cabo tampoco necesito mucho.


    - ¿Oh en serio? – Preguntó ilusionado.


    - Claro.


    - ¡SÍ! – Se le iluminó el rostro, parecía otro de lo que se animó – Pues venga, a qué estamos esperando ¿Cuál será tu primer deseo? ¿Quieres tener un guardaespaldas por si en una noche oscura en el bazar cayese alguna banda sobre tí? ¿Tener  sacos de comida sin fondo?


    - La verdad no sé, esto es nuevo para mí. Dime que se hace en Agrabah.


    - Bueno no gran cosa, ahora todos están ocupados con la boda de la princesa Yasmín.


    - ¿La boda de la princesa?


    -Sí, se casará con el príncipe que pida su mano.


    -¡ESO ES! Cyrus, deseo que me conviertas en un príncipe.


    - Bien, marchando un príncipe, es un deseo medio complicado, espera que mire la receta… – Hizo aparecer un libro – Veamos – Murmuraba - Cangrejo a la sirenita, pato a la reina, emperador plancha… Aquí está, como hacer un príncipe. Lo primero es quitarte esa pinta de rata callejera.


    Cyrus chasqueó los dedos y los sucios ropajes de Tybalt se convirtieron en un elegante traje árabe azul cobalto, turbante incluido.


    - Perfecto, ahora un medio de transporte ¿Qué te parece un camello? - Volvió a chasquearlos y lo hizo aparecer – ¿Sabes? No me convence – Y convirtió el camello en un caballo, y después el caballo en pato, avestruz, león, cebra, tigre, y todo el bestiario imaginable - Ya lo tengo, irás en un flamante elefante – Y lo transformó en dicho animal- ¿Qué te parece?


    - Cyrus es increíble – Realmente le resultaba difícil de creer.


    - Una cosa Tybalt, mi magia también depende de ti, tienes que creer de verdad para que todo funcione.


    - Yo creo Cyrus, creo en ti y en la magia.


    - Muy bien, lo siguiente será… ¿Qué te parece un cambio de nombre? Bastante llamas ya la atención con tu nívea tez, ¿Qué te parece Alí? ¿O Aladdin? Son nombres propios de aquí.


    - Quiero un nombre que denote como me siento ahora... Felix, seré el príncipe Felix Felicis. El más afortunado de la tierra.


    - Estupendo, pero agárrate el turbante que no hemos terminado, que se prepare Agrabah para lo que le espera.


    Tybalt o Felix sonrió ante las palabras de Cyrus.


    - Convertiré las ratas del desierto en tus criados, las piedras en tus tesoros y ya se me ocurrirá alguna cosa más. Serás el príncipe más completo desde… Bueno… Serás el más completo de todos y punto.


    - Cyrus, creo que este es el principio de una hermosa amistad.



    EN ESE MISMO MOMENTO, EN EL BOSQUE ENCANTADO

    Maléfica se sentó en su trono y miró con severidad a la pareja que estaba arrodillada ante ella. Desde que se alejó de las hadas, muchos acudían a pedirle favores, pero pocos podían pagar el precio de dejar de ser un alma en desgracia, sin luz ni sol.

    - Por favor mi señora, mi mujer no puede tener hijos, deseamos ser padres. Si usted pudiera ayudarnos.

    - ¿Realmente queréis ser padres? ¿No os importa el precio de tener un hijo? ¿De criarlo y educarlo? ¿De alimentarlo y protegerlo?

    - Tenemos un campo de zanahorias mi señora, podremos alimentarlo, también tenemos una casa humilde a la que podemos llamar hogar. Mi padre me enseñó a leer y escribir, y le aseguro que recibirá todo nuestro cariño.

    - En tal caso os permitiré tener hijos.

    - ¿De verdad?

    - Oh por supuesto, y más de uno, y vivirán de vuestro campo de zanahorias – Se echó a reír, Maléfica siempre reía, y siempre lo hacía de la misma forma en que inspiraba temor - Usaré mi magia y os convertiré en conejos.

    El matrimonio se miró mutuamente, primero como si no hubiesen entendido las palabras de Maléfica y después con todo el horror del mundo. Cuando volvieron a mirar a la bruja ya eran dos conejos, él uno blanco y ella uno pardo.

    - Ahora iros antes de que haga una sopa con vosotros.

    No hizo falta que lo repitiera.

    - Veo que sigues siendo un alma perversa Belladona.

    - Tú, reconocería esa voz en cualquier lado, eres tú… – Pan aterrizó ante ella – Malcolm. Prefiero Maléfica si no es molestia.

    - Y yo Peter.

    - ¿Pero cómo es posible? Nos encontramos años ha, mas sigues siendo el joven muchacho que traicionó a su hada madrina por un poco de magia.

    - Ambos sabemos que no fue así, y también que no soy el mismo muchacho. He conseguido obtener la juventud eterna.

    - Eso es imposible.

    - Nada es imposible Maléfica, y menos en mi nuevo hogar.

    Maléfica le miró suspicaz.

    - Quiero hacer un trato Maléfica.

    - Propón y yo sopesaré si me interesa.

    - Un poco de tu magia a cambio de una poción que te mantendrá joven.

    - El origen férico de mi poder ya me mantiene joven.

    - Te equivocas pues solo lo retrasa, por lo que sigues envejeciendo poco a poco. Sin embargo, mi poción retrasará de tal forma este efecto que podrás ser joven por mucho más tiempo. Así que tú decides.

    - ¿Qué te interesa de mi magia exactamente?

    - Aun no sé lo que necesitaré en mi viaje.

    - ¿Y a dónde viajas si no es indiscreción?

    - Al lugar que me revelaste hace años como la cuna de la magia más poderosa de todas.

    - Luego, vas en busca del genio de la botella. Muy bien querido, te proporcionaré algo que te será útil – Su cetro se iluminó y del piso superior bajó un libro, encuadernado en piel marrón y con una serpiente de plata en su portada- Este libro perteneció una vez a un místico de las lejanas tierras que separan Agrabah de los demás reinos, allí tan solo vivía él. Debes buscar a ese hechicero para que te ayude a encontrar al genio.

    - ¿Y quién es él?

    - Lo reconocerás cuando llegues a Agrabah, pero hay algo más que debes saber.

    -Dime pues.

    - No puedes ir llamando la atención por Agrabah – Dijo mientras cambiaba el selvático ropaje de Pan por uno más árabe.

    - Gracias Maléfica – Miró al techo e indicó a la Sombra que bajase, provocando la sorpresa de Maléfica.

    - ¿Una sombra? Santo cielo.

    A Peter no se le escapó su mirada perturbada.

    - ¿Algún problema Maléfica?

    - No te sumerjas demasiado en la oscuridad Peter, las sombras devoran a los corazones descuidados.

    Esta vez fue Pan quien rió – Tu preocupación es tan conmovedora como innecesaria – Miró a la Sombra – ¡Rumbo a Agrabah!

    ÁGRABAH

    El sultán de Agrabah era un hombre de noble corazón, su padre había sido un afable gobernante preocupado por sus gentes y eso había hecho de su persona alguien humilde pese a su posición. Tenía una hija, la princesa Yasmín, algo más materialista que su padre. Las leyes estimaban que la princesa debía casarse antes de los diecisiete años, y en los últimos meses habían sido muchos los príncipes de lejanos reinos habían acudido a Agrabah para pedir la mano de Yasmín en matrimonio. Lamentablemente, a la díscola joven ninguno le parecía suficiente.

    - Hija has visto a mil y un príncipes, ¿Cómo es que ninguno ha sido de tu agrado? – Le recriminaba el sultán Ahmed II a su hija. Un hombre bajito y calvo, con una larga barba blanca que hacía juego con su traje.

    - ¿De veras pensáis que iba a agradarme alguien como el príncipe Achmed, padre? Era un petulante que menospreciaba a las mujeres… cuando todo el mundo sabe que le gusta sentirse como una cuando se ve con su visir en los establos.

    - ¡Basta, ni una palabra más! – Gritó el sultán escandalizado.

    Una salva de cañones y el sonido de las trompetas interrumpieron la conversación.

    - ¿¡Qué!? ¿Qué es eso? – Corrió hacia el balcón – Jeje… Yasmín corre, tienes que ver esto.
    Cuando Yasmín se acercó a su padre quedó extrañamente impresionada.

    Parecía un desfile real, cientos de personas avanzaban cargadas de ofrendas por la calle principal de Agrabah, cerrando la comitiva podía verse a un gran elefante. Las gentes de Agrabah se agolpaban curiosas en la calle para ver el espectáculo.

    - ¡Llega el Gran Felix! ¡Gloria al Gran Felix! – Gritaban los pajes con fervor.
    Un hombre se adelantó a los demás.

    - Hay que arreglar todo el bazar, eh tú – Llamó al frutero que se quedó un poco desconcertado – Sí tú no puedes faltar. Venid que hay que ver a este ser que es colosal… – Se acercó a los músicos – Tocad el clarín y el timbal que el chico es sensacional.

    Y todos se fijaron en que sobre el elefante había un muchacho.

    - ¡Gran Felix, príncipe Felix, Felix Felicis! Al pasar se han de inclinar, siempre ante ti – Y todos se arrodillaron al paso del elefante – De gala se han de vestir, que el mozo es soltero y a boda me huele aquí.
    Yasmín miró a su padre con enojo.

    - ¡Gran Felix, el bravo Felix, Felix Felicis! Es audaz, fuerte, tenaz claro que sí – Les decía a los ciudadanos – Venció con cuchillo a un león, a todo un gran batallón, clamemos al mismo son ¡QUE VIVA FELIX!

    - Tiene de oro un montón de camellos – Dijeron los que cargaban tal regalo para el sultán – Pavos reales con su pedigrí – Añadieron los de detrás.

    - ¡Gran Felix, que hombre es Felix, Felix Felicis! ¿Qué tendrás? ¿Qué les darás? Sufren por ti. Que salgan todas a ver, prepara el velo mujer, que el príncipe ya está aquí, oh Gran Felix – Le decía ahora a un grupo de jovencitas que miraban embobadas al príncipe.

    - Ojalá que esto no sea un sueño – Decía una.

    - Que su corazón no tenga dueño querrás decir – Le respondía su amiga.

    - Nunca he visto un cuerpo así ¡Qué sofoco! Y eso que estamos en invierno –Decía otra.

    - Me va a dar un soponcio como poco – Aseguraba la última – Si se fija en mí me muero.
    Mientras el espectáculo andante avanzaba hacia el palacio mostrando los numerosos tesoros del príncipe.

    - Tiene monos albinos de Persia.

    - Padre yo quiero verlos – Decía un niño.

    - Lo que quieras le puedes pedir.

    - Qué grande si cierto es – Le decía una lavandera a otra.

    Ya llegaban al palacio.

    - ¡Gran Felix, noble Felix, Felix Felicis! – Se acercó al sultán que estaba lleno de emoción – Yo sé bien que hay un bombón cerca de aquí – Le dijo mirando de reojo a la enojada Yasmín.

    - Por eso el gran Felix – Continuó Cyrus – Le obsequia con su amistad, con sus elefantes que saben silbar, con sus leones que saben tocar, y sus cien faquires, sus cocineros, sus loros que afinan en mi, él es… ¡EL GRAN FELIX!

    Y Felix saltó del elefante a los pies del sultán para arrodillarse ante él.

    - Majestad vengo de lejanas tierras del norte para pediros la mano de vuestra hija.

    - Príncipe Felix Felicis – Dijo el sultán Ahmed como si lo conociera de toda la vida – Encantado – Le estrechó la mano – Esa de ahí es mi hija Yasmín, ella también está encantada.

    Vistiendo unos frescos pantalones de seda turquesa y un sostén del mismo color, con su piel morena y su larga melena negra, lo único que afeaba a Yasmín era su cara de pocos amigos.

    - Estoy en éxtasis – Dijo sin molestarse en ocultar su malestar.

    Mientras tanto, Pan aterrizó a las afueras de Agrabah, frente a una casa de apariencia humilde. Llamó a la puerta y le abrió una mujer. Joven, hermosa y de inconfundible aspecto árabe, un aspecto que él ya había visto antes.

    - No puede ser, usted es…
     
    MUCHOS AÑOS ANTES, EN EL BOSQUE ENCANTADO

    En la puerta de la herrería de Hamelín un niño de no más de seis años lloraba desconsolado, agazapado junto a la puerta y cubierto de mugre. Sin embargo, no llamaba la atención de ningún viandante. O no lo había hecho hasta ahora, que una figura encapuchada se acercaba para hablarle con su  agradable y suave voz.



    - ¿Qué te ocurre pequeño?



    - Mi amo – Balbuceó entre lágrimas – Mi amo ha…


    - Tranquilízate y cuéntamelo.

    - Él… Yo encontré una camada y me quedé con un cachorrito y él… Él es malo. Le dio un hueso de pollo que se le quedó atascado en la garganta, y ahora mi perrito ha muerto.

    - Cuanto lo siento.

    - Y cuando se lo recriminé me echó.

    La mujer se fijó en que junto al niño había una caja, con el cachorro muerto en su interior.

    - ¿Cuál es tu nombre?

    - Malcolm.

    - Ven conmigo Malcolm, vamos a enterrar a tu perro.

    Podría haber usado la magia, más cuando llegó al bosque se puso a cavar con sus propias manos junto al pequeño.

    - ¿Cómo se llamaba el perro?

    - No tenía nombre.

    - Pues hay que darle un nombre a las cosas, las hace más reales.

    El niño sonrió.

    - Escúchame pequeño, nunca muestres debilidad, mantente firme pese a todo, hazte saber superior ante los demás, pues no importa lo que seas sino lo que aparentas. Y lo más importante, cree en un futuro mejor.

    Malcolm asintió.

    - ¿Estás mejor?

    - Sí.

    - Me alegro, ahora debo continuar mi camino, recuerda lo que te he dicho Malcolm.

    - Señora…

    - ¿Si?

    - ¿Cómo se llama?

    La mujer sonrió – Me llamo Amara, Malcolm…

    - Amara, ¿Eres tú de verdad?

    - ¿Nos conocemos?

    - ¿Tú eres el místico?

    - ¿Tú eres a quien he estado esperando?

    Ninguno de los dos podía salir de su asombro.

    10 comentarios:

    1. ¡Hola Peter! ¿Còmo estàs? Me atrapò tu relato, me leì los 4 capìtulos seguidos, evidentemente Neverland y Peter Pan te inspiran mucho. Yo tambièn escribìa literatura fantàstica en una època, ahora ya me retirè, pero tù sigue que esto es lo tuyo. ¡Abrazo grande!

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    2. Gracias True, te acabo de contestar en el otro hilo sobre lo de Regina.

      No se si es lo mío o no, pero he visto que en donde vivo hay un concurso literario y me voy a presentar a ver que pasa, aunque el capítulo 5 que va después de este no me termina de gustar por más que lo leo, aseguro y doy mi palabra de honor que los que van después son muy ¿guays? xD.
      Gracias de nuevo.

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    3. peter me gusto el capitulo ojala te valla bien en el concurso a y si no te gusta por mas que lo leas no te preocupes que seguro esta genial te lo digo por experiencia propia

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    4. ¡Perdón Peter, perdón, me olvidé completamente! Esta vez sí que está extenso y complicado, mañana me haré un espacio y hablamos como corresponde ¿sí?. ¡Un beso grande!

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    5. Muy Bueno, Peter, Como Siempre...;D;D;D

      Has Conseguido Introducir Otro De Los Cuentos Emblemáticos De Disney En Tú Historia, Retorciéndolo De Tal Manera Que Está Cuadrando Muy Bien...;D ¡¡Dios, Si Parecía Como Si Estuviera Viendo "Aladdin" De nuevo En Mi Mente...;D;D;D!! Pero Claro, No Podía Ver a Cyrus Como En OUATIW, me Era Completamente Imposible...;P

      Te Confieso Que Hubo Un Momento En El Que Temí Por La Vida De Tybalt, Creía Que El Mercader Le Haría Algo Malo, Pero Menos Mal Que Me Equivoqué...;P

      En Cuanto a la Última Parte, Es Lo Único Que Se me Ha Liado un Poco, Pero Bueno, Supongo Que Más Adelante Se Aclarará...;D;D;D

      Muy Bien, Dearie, Sigue Así, Me Está Gustando Mucho...;D;D;D Besotes XXXxxxx

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      1. Si tenemos una Rapunzel afroamericana ¿por qué no un Aladdin rubio? xD.
        La última parte creo que tiene un fallo de formato, cuando dice "¿Amara? ¿Eres tú?" esp ya no tendría que estar en cursiva porque no es parte del flash back, pero bueno no pasa nada.

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    6. Hola Peter, tardé pero aquí estoy. Te quiero hablar antes de salir porque luego se me olvida lo que quería decir jeje.

      Veo que te inspira mucho no sólo la serie sino también las películas de Disney y hasta el Kingdom Hearts (sí, las damas también lo jugamos). Hoy tengo que decir: ¡QUÉ RETORCIDO! Aladdín no era parte de Agrabah sino de Inglaterra, no se llamaba Aladdín sino Tybalt, no era moreno sino rubio, y para acabarla de rematar ERA FÉLIX. ¡Peter, cuidado con las pastillas que tomas al escribir jaja! Broma broma, como giro es muy original y muy bueno, aunque Aladdín sea uno de mis héroes preferidos. Sospecho que lo de hacerlo rubio fue tu dulce venganza por lo de Rapunzel jeje.

      Yasmín o Jazmín está igual que siempre, eso me gusta, y muy gracioso comentar que ese pretendiente suyo era gay jeje, debe ser el que humilla a Aladdín al principio de la peli y es mordido por Rajá.

      Cyrus es el genio de Aladdín, eso también me gustó. Por cierto, ¿viste el último capítulo de Wonderland? ¡Cuántas revelaciones! ¡Se confirmó mi hipótesis, Anastasia es la hermanastra de Cenicienta! Pero volviendo a Aladdín, creo que su genio es el hermano menor de Cyrus, porque recuerdo que salió de la lámpara y no de la vasija como el mayor.

      La personalidad de Peter Pan la haces perfectamente bien, indudablemente. ¡Ahora me lo estoy imaginando vestido de árabe, Robbie Kay es hermoso con cualquier ropa! Y Amara, qué gran personaje en puerta, tanto en Wonderland como en tu historia. Maléfica me sigue resultando parecida a Úrsula, pero me encanta igual.

      Honestamente me pareció DEMASIADO que Aladdín sea el insoportable de Félix, todo lo demás me pareció bárbaro, el pelo rubio, su origen inglés, etcétera. Pero habrá que ver cómo la sigues, y cómo la hilas con los capítulos anteriores.

      No te puedes quejar de cómo me curro los análisis y opiniones jeje.Eres muy agradable, tienes talento y encima humildad, sigue confiado que te irá muy bien, ¡besotes y espero la continuación!

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      Respuestas
      1. Es que ¿sabes como se me ocurrió que Felix fuese Aladdin? Escuchando la canción de "Gran Alí, príncipe Alí, Alí Ababua...". Vino la idea a mi mente y corriendo la desarrollé.
        Las películas me inspiran un poco y también Kingdom Hearts (¿los has jugado todos?), pero en éste capítulo del juego no hay nada, en otros sí. De hecho quise meter a la araña-tinaja esa que manda Jafar pero no se dio el caso al final xD.

        Yasmín aquí es un poco más mala, como una mini-villana, si ya lo se, he destrozado un cuento perfecto xD.

        Si, y menos mal que Cyrus no es Aladdin, así mi historia sigue siendo coherente dentro de la línea argumental, y si, el genio de Felix es Cyrus porque tiene una botella.

        Pues que Robbie Kay se deje de actuar y se meta a modelo xD (nah es broma). Pues Maléfica sólo se fijó de Úrsula en el 3, aquí de hecho me recuerda más a Rumpel por eso de los tratos, pero bueno en el 6 y en el 9 la vas a poder ver en todo su esplendor sacando los pinchos y dragones a pasear xD.

        Te diría que pastillas tomo al escribir pero no quiero problemas legales xD.

        Tus análisis son los mejores, si que son agradables pero sólo leyendo me haces muy feliz, un besito pa ti :)

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