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  • sábado, 23 de septiembre de 2017

    Fan Fic: Strokes Of Midnight


    Acompáñanos en esta historia de amor y venganza que nos lleva hasta Camelot, allí conoceremos a Tiana y Percival y descubriremos la historia de amor de Arturo y Ginebra; todo en este nuevo fic que ha sido escrito por nuestro seguidor Peter Pan.


    Anteriormente, en Érase Una Vez…
    Arturo: ¡Soy el rey Arturo de Camelot! Vengo a buscaros. Hace mucho tiempo, el mago Merlín vaticinó que vendríais.
    Arturo: Se dice que habéis traído al Salvador.
    Regina: Yo soy la salvadora.
    Arturo: Permitidme que os presente al ser más majestuoso de todo Camelot; mi reina Ginebra.
    Ginebra: Percival ha muerto. A saber qué otros problemas provocarán.
    Anastasia (a su madre): No te metas en esto.
    Madre: Yo te parí, hija. Si esto te va a destrozar la vida, por supuesto que me meto… Quería tener una hija reina, ¿y qué es lo que tengo? Una fracasada.
    Rey: Tienes mucho más que belleza. Tienes lo que más cuesta encontrar: la fuerza para ser más de lo que eres… Y yo quiero a mi lado a alguien así.
    Galimatazo: Has vivido toda una vida asustada, ¿verdad? Piensas que si el príncipe te hubiera elegido a ti en lugar de tu hermanastra, tu madre te habría querido… Recuerdo hueco de la vida que podrías haber vivido.
    Arturo: ¡Camelot ya no es el Reino Quebrado! Os entrego Excálibur, la espada extraída de la piedra.
    Ginebra: Has seguido tus corazonadas, rey Arturo.
    Arturo: Y me han llevado hasta ti, reina Ginebra.
    Regina: en el solsticio de invierno, la magia luminosa libra una batalla con las sombras. Las hadas se encargan de proteger a los hombres de la oscuridad, por ello, esa noche se dejan ver en el cielo, brillando con intensidad… La Noche Azul.
    Violet: Mi madre; así murió ella. Por la magia.
    Camelot
    Enero, 2014


    ―¿Y Zelena?

    Regina miró a Robin y se enterneció, porque, aunque su ladrón intentaba mantener el tipo, su voz denotaba cierto temor (o resquemor) cuando mentaba a la bruja mala.

    ―Con las otras criadas ―le dijo, cogiéndole de las manos―. No molestará, te lo prometo.

    ―Está muda, pero… ¿y si escribe que Emma es el Ser Oscuro?

    Entonces fue Regina la que se quedó muda.

    ―No había pensado en eso ―reconoció la alcaldesa.

    ―Seguro pensarás en algo. Este árbol ayuda a reflexionar…

    Robin se refería a Merlín, que era un árbol o estaba encerrado en un árbol… Regina aún no terminaba de entender lo que le había pasado al brujo y Arturo era demasiado vago en según qué explicaciones, aunque el plan era claro: buscar en la torre, conseguir el hechizo apropiado y sacar al brujo de su cárcel de madera y raíces. Entonces salvarían a Emma. Pan comido. No debían temer nada.

    Pero Regina sentía a Robin distinto. Temeroso. Apagado. A veces parecía ser el de siempre, pero sólo lo parecía, como si interpretase un papel.

    ―¿Robin? ―Quizás el árbol sí que la estaba ayudando a reflexionar―. Robin, ¿estás bien?

    El ladrón no reaccionó. Se mantuvo impasible. Al cabo de un rato, miró a su reina.

    ―No lo sé ―musitó.

    Se hizo el silencio. Regina no sabía si decirle algo más o no.

    Entonces un pensamiento se abrió paso en su sesera. El árbol la ayudaba, sí, le daba sabiduría.

    ―Es por Zelena…

    ―Es por todo ―dijo Robin―. Es por Marian.

    ―¿Marian? ―Aquello sí que no lo esperaba.

    ―No dejo de pensar en esa noche en la cafetería, cuando vi a Marian… Ya me entiendes.

    ―Te entiendo.

    También veía que a Robin le costaba horrores decir cada palabra, pero ahí aguantaba, firme y duro.

    ―Marian era el amor de mi vida. La quise más de lo que pensé que podría… ―Robin apretó la mano de Regina―. Luego te conocí a ti y me hiciste temblar…

    ―Tú eres el que me hace temblar ―le dijo ella con una sonrisa.

    ―Pero pensar que Marian se había encontrado de golpe en Storybrooke, con un niño que ya no era un bebé, con un amor que estaba con la reina malvada… Y lo que yo la quería.

    ―Robin, no tienes que darme estas explicaciones ―quiso consolarlo ella―. Lo pasado ya pasó.

    ―Dices que cada acción tiene consecuencias ―insistió él―. Y… Y…

    Se abrazaron. Robin la apretaba y ella le apretaba aún más contra sí.

    ―Robin…

    ―Creía que tendría que estar con Marian para siempre… ¡¿En qué cabeza cabía que fuera Zelena?! ―El dolor comenzaba a comerse la voz del ladrón―. Cada vez que recuerdo… Me siento…

    Regina se sintió fatal entonces. No sólo porque no sabía cómo consolar a Robin, sino porque recordó mucho de su pasado.

    ―No pego ojo desde que la vi transformarse en Nueva York y cada vez que recuerdo…

    ―Está encerrada ya, Robin. No nos puede hacer nada.

    ―A veces pienso en si es lo mejor dejar que ese niño venga al mundo con esa madre y yo… Yo, que, cuando lo mire, sólo recordaré que Zelena mató a mi esposa… Que cuando lo mire, recordaré que esa bruja…

    Vergüenza, repulsión, vergüenza, miedo, vergüenza, rabia, vergüenza, impotencia… Robin sentía más de lo que podía expresar. Ni el árbol le podía dar tanta serenidad para entender todo su corazón.

    Y Regina también se sintió avergonzada.

    Nunca había querido pararse a pensar en Graham o en... Nadie. Era más cómodo seguir adelante, ignorando a la reina malvada, aunque el pasado siempre volviese como un búmeran.

    Y Alva Crane también acudió a su mente, pero fue sólo la punta del iceberg. Ella había sido la tirana del Bosque Encantado. Había violado, matado y arrasado.

    Pero también había cambiado y se arrepentía, aunque eso no arreglase nada… podría arrojar luz sobre el futuro.

    ―Zelena nunca nos dejaría deshacernos del bebé.

    ―Zelena no tiene nada que decir ―musitó Robin, apretando el puño que tenía libre―. Si tú y yo criamos a ese niño, ella jamás lo conocerá. Plantaría su semilla de maldad en él sin dudarlo. Ella no quiere un hijo, quiere un arma arrojadiza. Y… A veces veo a ese niño como una extensión de su sombra, otras, de que la puede ser nuestra felicidad.

    Regina no podía evitar sentir cierta lástima por Zelena… Pero la odiaba casi tanto como Robin. Le habían dado oportunidades, era ella la que no cejaba en su empeño de ser… mala.

    ―Ojalá pudiera borrar lo que mi hermana te ha hecho ―fue todo lo que supo decir.

    ―Tú ya haces suficiente con tu amor.

    Robin le sonrió y la volvió abrazar.

    Fuerte.

    Tierno.

    ―Sé que necesitas desahogarte… ―le dijo, aunque no sabía si quería oír los más profundos lamentos de Robin―. No hemos hablado del asunto en condiciones aún.

    ―Me sentía culpable del engaño de Zelena, de la muerte de Marian, de haberte abandonado… ―Robin pasó a morderse el puño―. Archie me dijo que no era mi culpa, que yo no soy responsable de los asesinatos ni violaciones de Zelena. Que siempre ocurre que las víctimas se sienten responsables, pero que ellas no hacen nada malo…

    «El grillo es bueno, muy bueno», pensó Regina. «Y eso que el hechizo sólo le dio un diploma por la universidad de Portland».

    ―… Y tiene razón. Yo sólo intentaba salvar a mis hombres y a los aldeanos de tu… de tu furia, en el Bosque Encantado, cuando perdí a Marian. Y sólo quería que ella no sufriera cuando creí que había vuelto, pero te amaba a ti… Y ahora pienso en lo mal que me sentí, creyendo que no era honesto a mi esposa moribunda… Hasta siendo de hielo se reía de nosotros la muy miserable.

    ―Supongo que, igual que la magia tiene un precio, el honor también ―repuso Regina.

    ―Y esa vez, en tu cripta, no pude pagarlo. Si debía elegir entre mi honor y mi amor… Pero no era ese el dilema, era entre mi amor y la felicidad de Marian, que no tenía culpa de nada.

    ―Y por eso eres el mejor de los hombres ―le dijo Regina, al fin, sonriente cual sol, besándole y llevándole la mano al corazón―. Por eso eres un hombre de honor. Porque eres bueno, valiente y honrado, Robin Hood.

    ―Ojalá eso fuera cierto y pudiéramos hacer del mundo un lugar mejor para ese niño… Pero…

    ―Podemos pensarlo hasta volver a Storybrooke… ―Regina tampoco estaba muy segura de qué iban a hacer con el bebé de Zelena. Todo había ocurrido demasiado rápido. Si la bruja comprendiese que así no iba a ninguna parte… Pero, de quedarse al niño al final, sería amado y querido… y como decía Robin, nunca conocería a su madre.

    ―Puede que yo tenga honor, coraje y todo eso… Pero sin ti no tendría lo más importante ―dijo Robin, besándola otra vez.

    ―¿El qué?

    ―El orden de una funcionaria municipal.

    Regina se echó a reír.

    Robin también.

    Ni la página XXIII podía emular un sino más dichoso que el que ahora les aguardaba… O eso creía la pobre alcaldesa, pero, como diría su hermana, detalles, detalles.

    ―Es un árbol precioso, ¿verdad? ―dijo él, separándose y recuperando la serenidad―. No es que por ser Robin Hood elogie árboles…

    Regina volvió a reír.

    ―Sé a qué te refieres. ¿Sabes? En todos mis años como practicante de magia, nunca había visto algo tan… tan mágico.

    Qué tontería acababa de decir.

    Quedaron en silencio, disfrutando ambos del sol invernal y del olor a vida, naturaleza y esperanza del Merlín plantado.

    Hasta que apareció el caballero.

    ―Mi señora…

    Se volvieron y el caballero se arrodilló, ofreciendo un presente a Regina.

    ―¿Para mí? ―¿En serio?

    ―Vos sois la Salvadora ―dijo el hombre, lacónico, descubriendo un colgante de plata con una gran turmalina―. Sería un honor que os pusieseis esto para el baile de esta noche.

    Regina lo tomó en sus manos y sonrió satisfecha. No era digno de una Salvadora, era digno de una reina.

    Mientras Robin se lo ponía, el caballero la miró, volvió a agachar la cabeza y, de nuevo, a mirarla. ¿Imaginaciones suyas o le gustaba?

    ―Estoy deseando bailar ―dijo antes de marchar.

    La alcaldesa lo miró estática. ¿Bailar? Que nadie esperase bailar con ella.

    ―No es el único deseoso de bailar con la Salvadora…

    Las sugerentes palabras de Robin antes de seguir admirando a Merlín la dejaron aún más fría.

    «Merlín, ¿me puedes enseñar a bailar», pensó Regina, temiendo ya el ridículo que haría por la noche… en el festival.

    ―Percival.

    Ginebra no alzaba la voz.
    Ni corría.
    Ni perdía las formas.

    Era una reina. El porte, la elegancia, la gracia y la distinción eran sus siervos. Parecía flotar, grácil como un pétalo de camelia, yendo hacía el caballero.

    ―Ginebra ―saludó él, inclinando la cabeza y dando un zapatazo―. ¿Qué puedo hacer por ti?

    ―No lo sé… la verdad… ―Parecía confusa y disgustada… o temerosa, quizás―. Fifí me ha presentado un vestido y… aunque no me lo voy a poner para el baile de esta noche, me he acordado de ti.

    Percival no supo qué responder, así que sólo sonrió.

    ―¿Qué te parece la Salvadora? ―preguntó entonces su reina.

    ―Es… Es la más bella del reino… ―Muy visto, pero sirvió. No le iba a revelar sus planes a Ginebra.

    ―Al final, aquí estamos, a las puertas de culminar la profecía de Merlín… Cómo han cambiado las cosas desde que nos conocimos, ¿te acuerdas?

    El caballero sintió un calorcillo reconfortante en el corazón y ¿pena? Sí, pena, por lo que se avecinaba.

    ―A veces creo que tú has cambiado demasiado, Ginebra, que Arturo…

    ―¿Vas a insinuar que Arturo ejerce una mala influencia sobre mí? ―saltó la reina, fiera como una leona―. Tener a tu rey como un patrón ominoso no sería digno de la mano derecha de Camelot.

    ―Por supuesto. ―Percival volvió a agachar la cabeza―. Arturo y Camelot son mi vida, Ginebra.

    ―Lo sé ―sonrió ella, de nuevo temerosa, algo ausente―. Por eso quiero confiarte algo, algo que hará feliz a Arturo, mas aún no puedo revelárselo… No con lo que se nos viene encima.

    ―¿De qué se trata?

    ―Estoy embarazada ―dijo al fin, llevándose las manos al vientre.

    ―Pronto nos podremos olvidar de esos forasteros y de la Salvadora… ―A Percival le dolía lo que iba a hacer, pero era lo correcto―. Podrás criar a ese príncipe con Arturo. Seréis los reyes de reyes.

    Ginebra sonrió, satisfecha con las respuestas del buen caballero.

    ―Te veré esta noche en el baile.

    ―Te veré esta noche en el baile ―repitió el joven… En Camelot, para sobrevivir, había tenido que ser un loro.

    Y tenía su gracia.
    Todo empezó con un baile.
    Con un baile terminaría todo.
    Storybrooke


    Ni Kathryn, ni Jim, ni Felipe ni Alva… Bueno, Alva…

    Ninguno esperaba que Ashley llevase a Aurora al petit comité del ayuntamiento.

    ―Aurora, pensé que te quedarías descansando ―dijo Felipe, yendo a besarla.

    Llevaba un vestido de algodón azul oscuro, sencillo, pero para nada la moda de Storybrooke. La princesa no se adaptaba a su nuevo reino.

    ―También yo, Felipe, mas quería estar aquí.

    ―No puedo imaginar cómo puedes estar. ―Kathryn fue a abrazarla―. Cuando el hechizo se rompió, estuve meses buscando a mi padre, pero nunca apareció.

    ―Lo siento.

    Momento incómodo. Silencio tenso. Era obvio que no querían que una madre herida y volátil como Aurora estuviese al tanto de la estrategia para averiguar qué estaba pasando en la ciudad.

    ―Bueno… ¿no nos vais a presentar? ―dijo al fin Aurora, mirando a Alva Crane.

    ―Claro, claro… ―Jim parecía el más azorado de todos―. Este es Alva, un amigo nuestro. Un muy buen amigo ―rio, echándole el brazo por encima al muchacho.

    ―Encantado de conocerte al fin, Aurora.

    Se estrecharon la mano, pero los ojos del joven se desviaron a la pequeña Alexandra, en brazos de su madre.

    ―¿Y esta ricura? ¿Puedo cogerla?

    Ashley dudó, pero no tenía motivos para ello, así que sonrió igual que hacía Alva.

    ―Toda tuya.

    Como un perfecto patán, como un tonto que no se enteraba de la misa a la media, Alva empezó a hacer carantoñas a Alexandra, apartándose de forma conveniente de la realeza de Storybrooke.

    ―Cariño, ¿por qué no me dijiste que querías venir? Te habría acompañado por la niebla…

    ―Sólo hay que cruzar una calle, Felipe ―dijo Aurora, demasiado afligida―. Lo único que quiero saber es si tenéis sospechas contra Maléfica.

    ―Quizás lo mejor sería que nosotros nos marchásemos, ¿no? ―propuso Kathryn, incómoda, mirando a los suyos y a Ashley, que también se hacía la loca con Alva Crane.

    ―No, no, quedaos, por favor ―se negó Aurora―. Hasta donde yo sé, la ciudad está descabezada. ¿Quieren que cumplamos con nuestro deber? Pues cumplamos con nuestro deber.

    ―Mas no podemos empezar una caza de brujas, Aurora.

    ―¿Y quién más nos la tendría jurada, Felipe? ¿La bruja mala, que está donde quiera que estén Emma y Blanca? ¿Algún enanito se llama Malvadito?

    ―Mi amor, yo me siento igual que tú ―insistió Felipe, tomándola de las manos―. Yo también quiero recuperar a nuestro hijo, mas templa. Maléfica ha tenido oportunidades de sobra de venir a por nosotros desde que Cruella y Úrsula…

    ―¡Y ha venido! ¡¿Pero es que no lo veis?! Esperó a que Regina y Emma se fueran y a que el aprendiz muriera. Quién sabe qué más tiene planeado…

    ―Por eso tenemos un plan ―intervino Jim―. DuChamp, el rey Hubert, se va a postular como el próximo alcalde de Storybrooke para llenar el vacío de poder de Regina.

    ―Desde esa posición, podremos controlar mucho mejor la ciudad ―dijo Kathryn.

    ―Una bruja malvada que mató a mi familia, convirtió a mi esposo en monstruo y me durmió por casi cincuenta años podría haberse llevado a mi hijo. ¿Cómo nos va a ayudar cambiar de alcalde, cómo?

    ―Por ejemplo, no dejándome viudo ―dijo Felipe al fin, implacable.

    ―Perdona, cariño, pero nunca estaremos a salvo mientras Maléfica siga aquí. Mientras siga viva. Igual que tampoco lo vamos a ser huyendo o escondiéndonos. Yo ya no quiero pasar más calamidades…

    ―Yo lo único que quiero es mantener a mi hija lejos del alcance de todo esto ―dijo Ashley, recuperando a Alexandra de los brazos de Alva Crane.

    ―Felipe ―volvió a la carga Aurora―. Cada minuto que pasa sin nuestro hijo… No sabes las cosas que pienso… ―Se le rompía la voz, pero Aurora era fuerte. Como decía su abuela: la corona siempre debe ganar―. Maléfica me arrebató todo. Todo.

    ―Y entiendo que este es el momento de plantar batalla, mas todo saldrá bien. Confía en mí.

    ―Y además tenemos esto… ―Kathryn sacó la nota encontrada junto al cadáver de lady Iria―: «CAÍNERALAUERDAD. D. LUS».

    ―¿Y qué quiere decir ese galimatías? ―inquirió Aurora, confusa.

    ―Vamos a ir a preguntar a August ―dijo Ashley―. Es muy leído y quizás podría darnos alguna pista o… quién sabe.

    ―Caín era la… ¿uerdad? ―Aurora no entendía nada―. ¿D. Lus?

    ―Aurora ―llamó su atención Felipe―. Prométeme que te quedarás en casa de mi padre. Si tenemos que ir a por Maléfica, lo haremos todos juntos cuando ella no lo espere. Mas ahora, templa, por favor.

    ―¿Sólo soy una madre ciega y rabiosa? ¿Es eso, no? ―dijo ella, herida.

    Cogió el portante y se marchó, pensando en que ojalá Mulan estuviese allí con ella para aconsejarla bien.

    Mulan… ¿Dónde estaría?

    ―¡Aurora!

    Felipe la alcanzó en las escaleras. La abrazó y la besó. También tenía los ojos vidriosos.

    ―Te prometo que vamos a recuperar a nuestro hijo.

    ―Y yo confío en ti, Felipe… Mas… No me encierres en casa. Déjame ayudar.

    Silencio.

    Felipe no sabía qué hacer. Era una de esas situaciones que siempre temía. ¿Confiar o no confiar en Aurora? ¿Dejarla ir a por Maléfica? Por mucho que la quisiera, sentía en su alma la ira de su esposa, por eso debía protegerla, porque ver a Maléfica no haría sino empeorar las cosas…

    A no ser…

    ―Habla con Lilith. La hija de Maléfica. Podría ser un movimiento inteligente.

    Aurora le sonrió, con pena, pero le sonrió.

    ―Vamos a recuperar a nuestro hijo.

    Se besaron y la princesa se marchó al fin, perdiéndose en el abrazo de la niebla.

    ―Caíneralauerdad… ¿D. Lus?

    August no le encontraba ningún sentido a aquel papel.

    ―Hemos pensado que podría ser de la biblia ―dijo Ashley―. ¿Reconoces el pasaje?

    Kathryn y ella habían ido al taller con la esperanza de que el escritor pudiese iluminarles un poco el críptico mensaje, pero parecía que las esperanzas habían sido fútiles.

    ―Como parte de las escrituras no, desde luego ―se extrañó August―. Caín representaba la envidia, la maldad, la venganza… Podríamos cambiar la “u” de “uerdad” para que fuese “verdad”, tomándola por “v”… Pero Caín no representaba la verdad. En el génesis no se dice tal cosa… ―Las miró a ambas, curioso e intrigado, pero divertido también―. ¿De dónde habéis sacado la frase?

    ―Eso no importa. Sólo queríamos salir de dudas ―dijo Ashley, quitándole el papel.

    ―Qué desparpajo ―rió August.

    ―Bueno, bueno, no queríamos molestarte… ―Kathryn siempre era la mediadora en todo―. Encontramos la nota entre las páginas de un libro y nos llamó la atención.

    ―¿Y cuál era el libro? ―quiso saber August.

    Las amigas se miraron, a ver cuál improvisaba primero.

    ―Era una novela romántica… Sí, eso ―dijo la hija de Midas―. Pero no recuerdo el título…

    ―Podríais traerme el libro. Quizás el argumento nos da alguna pista ―razonó August.

    Y Ashley hizo como que le daba la razón.

    ―Eso no lo habíamos pensado. Debemos leer esa novela.

    ―Sí, sí ―secundó Kathryn, con una sonrisa forzada. Tenían que volver con Christie―. Muchas gracias por tu ayuda, August.

    ―Poca ayuda si no me traéis el libro ―insistió él, poniéndose en medio.

    ―No, no hará falta ―dijo Ashley, saliendo del paso―. Seguro que lo tienes por ahí… Era… «Las aventuras de Huckleberry Finn», de Mark Twain.

    August no entendía nada.

    ―Pero Kathryn ha dicho que era una novela romántica.

    ―¿Y no lo es? ―dijo Ashley, haciéndose la sorprendida―. Qué desilusión…

    ―En fin, August, adiós…

    Y así las princesas salieron del paso.

    La camioneta frenó delante del «Tiana’s» a las ocho y cuarto de una mañana que seguía siendo pura oscuridad. Michelle Wazowski se apeó y buscó a Cecil con la mirada. No estaba. Dándose por satisfecha, entró.

    En contraste con el frío glacial de la avenida, la cafetería parecía la manta eléctrica de Santa Claus. El espejo detrás de la barra le mostraba el cuadro de los cafeteros mañaneros a los que atendía Bruno, al que Michelle había conocido como Naveen. Ya llevaba la corbata deshecha y la camisa arremangada, con las peludas muñecas al descubierto.

    Los dibujos de las paredes (caricaturas de los políticos corruptos de la ciudad, de algún periodista retirado hacía siglos o muerto de cirrosis, de algún famosillo que no acababa de reconocerse…) seguían haciendo cabriolas desde el suelo al techo en el angosto local. Flotaban olores de bistec y cebolla frita y Della Reese entonaba su «Come on-a my house» por los altavoces. Todo igual que siempre.

    Pero Cecil tampoco estaba dentro.

    Bruno fue a atenderla, aunque ella iba a pedir su descafeinado de máquina con leche fría y doble de azúcar de todos los días.

    ―Es abrir la prensa y morir ―dijo Leah Taylor, otrora Tiana, que estaba tras la barra, leyendo un periódico.

    ―Lo que está muerto es ese periódico, que ya tiene tres años ―rio Bruno, guiñándole un ojo a Michelle, su forma de decirle que tenía comanda.

    ―¿Pero dónde va este mundo? ―insistió Leah.

    ―Pues vaya donde vaya, tú no vas a poder encarrilarlo sola ―insistió también Bruno, yendo hasta la barra.

    ―Muchas gotas hacen un océano, sapo de mi vida.

    ―O un diluvio, Tia, vete tú a saber.

    Michelle rio. Le hacían mucha gracia las arengas políticas de la señorita Taylor. Desde que se rompió el hechizo, no había noche en que se no se organizase una tertulia en el local… quizás por eso tenía tan poco éxito, pese a que el gumbo y la pizza al curry fuesen deliciosos.

    ―Oye, ¿estás seguro de que tú eres Naveen, mi esposo? ¿Dónde está todo lo que te enseñé?

    ―Detrás de esa barra ―dijo el camarero con una sonrisa―. En platos a rebosar y en la caja que tiene la pegatina de los Yankees.

    ―Hablo en serio… ―Tiana estaba muy disgustada tras las últimas desgracias de Storybrooke.

    ―Mira, cariño, aunque DuChamp esté luchando por unas elecciones, aquí sigue reinando la reina Regina, como hace diez años, o veinte o treinta.

    ―Razón de más para no resignarse.

    ―Razón de más para dejarlo correr.

    ―¿No es muy temprano para filosofías? ―intervino Michelle, que esperaba ya su café con la misma ansia que a su Cecil.

    Y la pareja zanjó la discusión con sendas sonrisas de almíbar.

    ―Descreído.

    ―Soñadora.

    La campanilla tintineó al abrirse la puerta para dar paso a la princesa Aurora y a… Michelle no lo podía creer… ¡La hija de Maléfica!

    Bruno y Leah también empezaron a jugar a «en realidad no estamos oyendo nada».

    Y tras ellas, entró la señora Boyd… A esa Michelle sí que la conocía bien.

    Y también Leah… Tiana.

    ―Vengo a por mí desayuno ―dijo la mujer, acercándose a la barra―. Ahora que «La Abuelita» se ha puesto por las nubes… ―Pasó un dedo por la barra y sonrió cínica―. Limpias muy bien… Un día de estos tengo que pagarte para que vayas a mi casa a…

    ―Nadie sería capaz de limpiar las miserias de su casa, señora ―la cortó Tiana, casi tirándole la bolsa con su pedido.

    ―Esa arrogancia que heredaste de tus padres te traerá problemas tarde o temprano… ―Kerry Boyd no se quedaba a la zaga en lo que a lengua de serpiente se refería.

    ―Quien a lo suyo se parece, honra merece.

    La señora rio, pero no se marchó. Volvió a la carga.

    ―He oído que ahora quieres meterte en política… Agallas no te faltan, eso está claro. Lo que no sé es si tendrás suficiente seso.

    ―Si no lo tengo, lo dejo y sanseacabó.

    Kerry Boyd se echó a reír de nuevo, nostálgica esta vez.

    ―Gastas las mismas ínfulas que tu padre. Sólo espero que seas igual de digna… ―Cogió la bolsa del desayuno y se dirigió hacia la puerta―. No te deseo ningún mal, Tiana, querida… Sólo que no hagas el ridículo.

    ―Yo tampoco le deseo ningún mal ―contestó la muchacha―, porque ya lo lleva dentro.

    Aun perdida la batalla, la Boyd se fue orgullosa y con la cabeza bien alta.

    Al otro lado del bar, Michelle vio como servían a Aurora y Lilith. Que se juntasen esas dos la preocupaba casi tanto como el retraso de Cecil.

    ―Estoy bastante sorprendida porque hayas querido conocerme, la verdad… ―Lily no tenía ni idea de qué decir, Aurora la había abordado al salir de «Modern Fashions» (no iba a estar toda la vida con el uniforme de la gasolinera), pero ella no parecía ir en busca de una amiga… o un padre.

    Iba en busca de un hijo.

    ―Supongo que sabrás de mi historia con tu madre.

    ―Ese brujo sólo me habló de lo que le hicieron Blancanieves y el príncipe, la verdad… ―Lily se quedó pensando… Quién sabía qué había hecho su o la edad que tendría…―. ¿Te durmió por cien años?

    ―Por casi cincuenta… También mató a mis padres, destruyó mi reino, convirtió a mi esposo en bestia, quemó vivo a mi abuelo…

    ―Qué barbaridad… ―Lily rio por dentro, si hubiera sabido todo eso…―. Pero ahora mi madre ha cambiado, es otra.

    ―No la conoces.

    ―¿Y tú la conoces, fuera de todas esas barbaridades, la has tratado?

    Aurora se quedó muda.

    ―No, mas…

    ―Mira, princesa, cuando Emma me trajo, le pedí a mi madre que nos vengásemos de Blancanieves y su grano en el culo azul, se lo merecían, ¿sabes quién me convenció de que así no íbamos a ninguna parte? Ella.

    Hablar con Lilith estaba siendo una pérdida de tiempo. Había sido una ilusa; era bruja y dragona, igual que su madre.

    A la que tenía que ver era a Maléfica.

    ―Si tanto ha cambiado… ―Ya se le había ocurrido cómo―. ¿Crees que podría encontrarme con ella esta tarde? Ella, bueno, si ha cambiado, tal vez debamos dejar el pasado atrás y enterrar el hacha de guerra, igual que Blanca y la alcaldesa, su madrastra.

    Valiente mentira. Antes muerta que perdonar a esa desgraciada.

    Lily se lo pensó un buen rato. Aurora casi que pensó que diría que no, pero aceptó.

    ―Una cosa, princesa, ¿sabes de algún otro dragón que hubiera por el Bosque Encantado?

    ―Como te he dicho, tu madre me durmió por casi cincuenta años. No conozco a nadie que haya vivido tras ese medio siglo.


    Antes de las diez, Drizella cerró la tienda. Estaba harta y, entre que no iba nadie por la niebla y que ella no había pegado ojo en toda la noche, decidió tomarse el día libre. No podía dejar de pensar en cómo iba a explicarle a su madre lo que le había pasado a Anastasia en el País de las Maravillas… No habrían acabado bien, pero eran madre e hija. Ella sabía que su madre siempre había querido a Anastasia la que más.

    Comenzó a andar muy despacio entre la niebla, bien pegada a los edificios para no perderse y con una mascarilla. La nube de hace dos años había sido tóxica, esta aún no sabían si lo era, pero por ir prevenida no perdía nada y… Lo último que quería en el mundo era ir al hospital… donde estaba él.

    Y en esas, alguien cayó sobre ella.

    Otra chica.

    ―¡¿Estás bien?! ―Su voz sonaba amortiguada por la mascarilla.

    ―S-sí… ―No lo parecía.

    Era una muchacha muy joven, de piel negra y larga melena de ébano.

    ―¿De verdad te encuentras bien?

    Iba inclinada, agarrándose el vientre como si se le fuera a caer. Algo debía dolerle mucho.

    Fijándose más, Drizella vio que no se agarraba el vientre, sino lo de debajo. Y el guante de lana que la joven llevaba estaba empapado en sangre.

    ―Ven, sé dónde pedir ayuda.

    Agarró a la chica y caminaron un poco más calle arriba, a la tienda de Gold. Drizella sabía que la enfermera Flint había ido allí a atender al Ser Oscuro, se la había encontrado cuando abría la boutique.

    ―¡Por favor, ayuda! ―gritó cuando llegó allí.

    La otra muchacha estaba medio desmayada en sus brazos.

    «Otra vez no», pensó Drizella. «Por favor, otra vez no».
    El Bosque Encantado
    Muchos Años Atrás


    ¿Conocéis la historia de una doncella que consiguió salvar un pozo de miseria gracias a su tesón, su valía y la fuerza de su corazón? Por supuesto, también la ayudaron sus grandes amigas y un poco de magia…

    Pues esa doncella era Ginebra,
    que ahora vive un cuento real.
    Heroína, esposa y reina,
    a su Arturo al fin se unió.
    Oh, sueño de amor,
    ¿qué más podría desear?
    Un final siempre es un final.

    Pero, al otro lado del Bosque Infinito, en las tierras occidentales de Misthaven, su madrastra y hermanastras rumiaban de frustración en el destierro, el olvido y la deshonra.

    Un título vendido, una humilde renta y una mansión que se caía viga a viga. Las austeras costumbres palaciegas que seguían ahora madame Lumiere y sus hijas incluían el cocinar, el coser, el barrer, el fregar, el tender, el planchar, el servir la mesa, el retirar la mesa, el pulir la plata… Tareas y más tareas que las finas damas no habían hecho en su vida de prebenda, en la que sólo bordaban, tocaban el clavicordio, recitaban canciones y aprendían modales para cuando fueran señoras bien casadas.

    Madame Lumiere tenía tres hijas, pero sólo dos vivían con ella, Drizella y Anastasia, que, entre las humedades de aquella zahúrda de cocina de paredes desolladas, tiraban jabón a la pila para ver si conseguían que la vajilla de estaño volviese a quedar tan esplendorosa como su pasado.

    ―Un final siempre es un final ―decía Anastasia.

    ―Muerta prefiero estar ―seguía Drizella.

    ―Mis manos están todas peladas ―se quejaba Anastasia.

    ―Las mías son pasas arrugadas ―seguía Drizella.

    ―Ginebra, en cambio, se ha hecho de oro ―se lamentaban ambas.

    »Al rey, al reino, lo tiene todo.

    ¿Y nosotras qué?

    Un final siempre es un final,

    mas esto así no puede acabar… ―Anastasia quería algo más, mucho más.

    »Yo también el amor he de encontrar…

    Por la ventana, las hermanas vieron a una pareja que cabalgaba bajo la lluvia, pero no parecía importarles. Pasaron cerca y oyeron sus risas, sus arrumacos y su dichoso jolgorio.

    Ambas estaban fascinadas.

    Pero no actuaron de igual modo.

    Drizella volvió a sus labores, cabeza gacha y ojos llorosos.

    Anastasia salió tras ellos, cabeza alta y ojos brillosos.

    ―Amor verdadero, amor eterno,

    todo un mundo de maravillas parece.

    »Entregar mi mano sería un sueño…

    No, un final feliz…

    No, mucho más…

    Sería un comienzo feliz.

    Ignorando la tormenta, Anastasia corrió hacia el bosque siguiendo las huellas del caballo de la pareja…

    Pareja a la que aguardaban en una laguna oculta bajo el manto de hojas de sauce llorón, un paraje que brillaba con la luz de un batallón de luciérnagas y de farolillos de flores puestos para la ocasión.

    Sobre un enorme tocón, un hombre de hábitos raídos colocaba un cuenco con agua.

    ―Esto no es un final feliz,

    es su comienzo feliz ―decía.

    Varios hombres lo ayudaban a decorar ese paraíso, pero los que resaltaban eran el que más sudaba y el que no hacía nada…

    ―Ya hace mucho que a los caminos se hicieron,

    que son…

    ―¡Bandoleros!

    Little John lanzó una mirada asesina a Will Scarlett, que lo ignoró, riéndose de su chiste, que sólo él entendía.

    ―Formad filas ―los apremió fraile Tuck―, que ya están por venir…

    »No celebramos un final, sino su comienzo feliz.

    Allí llegaban, Robin Hood y su Marian, un amor de balada.

    Las luciérnagas los condujeron al improvisado altar del tocón, donde se declararon amor con sus votos.

    ―Te amaré, protegeré y cuidaré, a caballo o a pie, en los caminos o en el bosque, hasta que el sol y la luna se encuentren ―dijeron, empapándose los rostros con el agua pura del manantial.

    El fraile los bendijo en nombre de los dioses.

    Y tras los arbustos, agazapada, Anastasia los miraba con avidez y cierta envidia. Eso era lo que ella deseaba, no casar con la sangre azul: simple y sencillo verdadero amor, aunque tuviese que usar piñas por dinero.

    Debía tomar una página del cuento de Ginebra.

    Quizás debía ser como ella para tener lo que ella tenía…

    Ginebra, Ginebrita.

    ―¿Planeando una emboscada? ―dijo una voz a sus espaldas.

    Anastasia se irguió toda asustada; la había descubierto el bandido de manos cruzadas.

    ―Sólo recogía…

    ―¿Hojas para limpiarte las posaderas? ―rio él.

    Anastasia se quedó boquiabierta. ¡Qué descaro, qué mala educación!

    ―¡Deberías hablarme con más respeto!

    ―Y tú deberías no abrir tanto la boca, que te van a anidar las luciérnagas ―volvió a reír él. Se partía.

    ―Soy una dama, muestra más respeto ―dijo ella, alzando la cabeza.

    ―Tus ropas no son de dama y el espiar tras arbustos tampoco, dama ―repuso él―. Más supongo que el tratamiento lo da el señorío, así que, si te place, te llamo dama.

    ―Me llamo Anastasia, no dama… ―La joven trató de contener una risa tonta. Ese bravucón tenía mucho arte.

    ―Anastasia entonces. Un nombre muy bonito.

    ―¿Y tú nombre es… Ladrón?

    ―Igual que tú no eres una dama, yo no soy un ladrón ―asintió él.

    ―Que yo sí soy una dama.

    ―Ah… ―Se hizo el tonto―. Entonces… creo que sí soy un ladrón… ―Anastasia puso los ojos en blanco, la gracia le iba y venía al muchacho―. Dama Anastasia, entregadme todas vuestras joyas.

    Hizo como si blandiese una espada imaginaria y eso llevó a la joven a una carcajada… Menos mal que la fiesta de los Hombres Alegres los mantenía a salvo.

    ―Me llamo Will, Will Scarlett.

    ―Anastasia Lumiere ―dijo ella, tendiéndole una mano… sucia… para que la besase.

    A Will le hizo gracia ese detalle.

    Y más gracia le hizo su nombre.

    ―Muy largo ―rio, besándole la mano―. Mejor te llamaré sólo Ana.

    No era un final.

    Era su comienzo feliz.
    Camelot
    Meses Antes…

    Érase una vez…
    En el pueblecito de Camelot, en la linde caledonia… en la linde infinita…
    En el reino quebrado.
    Dividido.
    Aislado.
    Perdido.
    Condenado.

    Una joven doncella.

    ―¡Ginebra! ¡Ginebra! Cualquier día me dejaré la garganta llamándola… Si alguna vez aparece a la primera… ¡Ginebra!

    Ginebra vivía con su madrastra y sus tres hermanastras. Su padre, lord Lumiere, había muerto y, como bastarda que era, no tenía derecho más que a ser una moza de cocinas, igual que lo había sido su madre hasta que se abrió de piernas para traerla al mundo.

    ―¡GINEBRA!

    La madrastra de Ginebra, madame Lumiere, era una mujer… de carácter, acostumbrada de siempre a que todos obedeciesen a los de su linaje.

    ―Sí, sí, ya estoy, madrastra ―musitó la joven, azorada, trayendo una jarra de sidra.

    En el salón de los tapices, una habitación ahogada de calor, llena de alfombras y tejidos que narraban la historia familiar, la señora de la casa se había reunido con varios cabildos del lugar.

    Poderosa mujer era madame Lumiere.

    ―Pero no me llames madrastra, criatura ―le dijo con una sonrisa burlona mientras la veía servir―. Llámame madame.

    Ginebra esperó por si a su madame… se le antojaba algo más.

    Y se le antojó reprenderla en cuanto probó la sidra.

    ―¿Cómo se sirven los refrigerios, Ginebrita? ―inquirió la madrastra, muy muy dulce, como un guante de seda.

    ―¿Fríos, madame?

    ―Toca, Ginebrita, toca… ―dijo, alcanzándole el vaso―. Que esto es un caldo. Llévatelo y trae algo que no parezca salido del vientre de un animal…

    En el reino quebrado… También vivía un gentilhombre armado caballero, sin hijos, junto a su esposa.
    Y, claro, querían tener hijos.
    ―Un hijo… ―deseaba Laura.
    ―Nuestro hijo… ―suspiraba ser Maximus.
    ―Aunque nos tenemos el uno al otro…
    »Aunque estaremos siempre juntos
    y nuestro amor jamás será roto…
    Un hijo nos daría el mundo,
    nos haría más que dichosos…

    Para Laura había sido muy duro ir de casa en casa, sirviendo a señores y criando a sus infantes. Todo un mundo al alcance de la mano que no le pertenecía.

    Para Maximus era duro ser el maestro de armas de ser Héctor y tutelar a los nuevos soldados, jovencitos que aún se comían los mocos, queriéndolos como si fuese un padre, para que luego lo abandonasen.

    Sólo les quedaba rogar a la estrella azul.

    ―Estrella azul que arriba estás,
    haz mi deseo realidad.
    Mi sueño voy a realizar
    si con tu luz me guías…

    En el reino quebrado… Tenía una pobreza eterna la, valga la redundancia, pobre Tiana.

    Laboriosa y algo quisquillosa, la chica, muy hacendosa, aunque quizás un poco ansiosa, faenaba y faenaba en la posada de La Encrucijada, a las afueras de Camelot, cerca de la casona de los Lumiere.

    Aunque era bella, lo único que a Tiana le importaban eran sus manos, que le permitían trabajar y ahorrar para cumplir su sueño: recomprar la posada que sus padres habían perdido a manos de Buford Duke.

    Más que nada, era lo que deseaba.
    Más que nada, moría en labores desde el alba.
    Más que nada, algo de oro deseaba…
    La paz en el reino.
    No más requiebros
    de mozos deshonestos,
    calaveras,
    pollo peras,
    truhanes,
    que a la espera
    de verla
    al cruzar
    entre parcelas
    querían cruzarle entre las piernas…
    No.

    Tiana no buscaba amor. Ella sólo quería cumplir su sueño y el de su padre y recuperar lo que le pertenecía.

    ―¡A los buenos días, Tia! ―saludó un caballero muy sonriente, que iluminaba la taberna con su presencia, al entrar y verla sirviendo los buñuelos de camelia que tan típicos eran del lugar.

    El caballero, que aún no había sido armado debido al reciente cambio de poderes, era otra alma llena de deseos que cumplir…

    Más que nada… Percival pronto desesperaba.

    ―A los buenos días, Percy ―respondió la posadera, suspirando. Era temprano y ya se le cansaban las manos de lo repletas que estaban las bandejas.

    ―¡Habrá un festival! ―le dijo él, queriendo animarla―. ¡Tienes que ir al festival!

    ―No voy a ir al festival,

    esas frivolidades no me interesarán jamás.

    ―A mí tampoco,

    solo por ser caballero lloro,

    más que nada…

    ―Más que nada ―lo siguió Tiana, bailando entre las mesas de los parroquianos habituales―, pero vas a ir al festival.

    ―Sí, voy a ir al festival,

    que una gran luna durará.

    ―¡Y en la Noche Azul culminará!

    Ambos se giraron… Era Charlotte quien gritaba.

    ―¡Lottie! ―Tiana siempre se alegraba de ver a su amiga y compañera de juegos de la niñez.

    ―¡Tia, Tia, Tia…! ―dijo ella, corriendo a abrazarla―. ¡Ser Héctor celebrará un festival en honor de Arturo, el nuevo rey! ―Suspiró y se abrazó a sí misma―. Casarse con un rey… Vivir un romance de cuento de hadas… Casi que desearía, más que nada, que todas tuvierais esa suerte.

    ―Seguro que el homenajeado también… ―rio Tiana.

    ―Más que nada ―canturreó Percival, que conocía bien a Arturo y sabía que eso no era así.

    ―Más que nada, ―le dijo Charlotte, acariciando el rostro de Tiana―. El amor merecemos.

    Tiana negó con la cabeza y se retiró.

    ―Un descanso, eso es todo lo que quiero…

    Y mi restaurante conseguir,

    para así el sueño de mi padre cumplir…

    ―Más que nada… ―saltó Charlotte, sentándose en una mesa con toda la tranquilidad del mundo―. Seguro que, más que nada…

    Ginebra querrá ir al festival

    y mis hermanas las engalanadas,

    no se lo dejarán ni imaginar.


    Charlotte se refería a sus hermanas, Drizella y Anastasia… que eran bellas y delicadas como las camelias rosas, pero algo mezquinas, no como ella, que era un buñuelito.

    ―¡Ginebra, el corsé!
    ―¡Ginebra, el chal de satén!
    ―¡Ginebra, sujeta el tocado!
    ―¡Ginebra, cose bien estos bordados!

    Siempre era igual, siempre era así.

    Si la muchacha descansaba un momento, al punto ellas empezaban con el cuento: ¡Ginebra, Ginebra…!

    ―¡Ginebra! ―chillaron ambas.

    El vestidor era un desastre y la piedra del suelo ni se veía. Todo eran vestidos y más vestidos. No sabían qué ponerse para el festival, aunque sí que de flores iban a engalanarse, para oler bien, que no tomaban un baño, ninguna, desde el año de ayer. Y debían ir como reinas al festival…

    Al festival…

    ―Más que nada ―suspiró Ginebra, yendo a vestir a sus hermanastras―. Más que nada, al festival quiero acudir.

    ―¿Al festival? ―rio Drizella.

    ―Sería de lo más genuino ―la siguió Anastasia―: una fregona como reina de Camelot.

    ―Arturo era palafrenero ―se defendió Ginebra.

    ―Ahora es rey y antes caballero ―contestó Drizella.

    ―Más que nada… la gente cambia ―insistió Ginebra.

    Y por dentro… pensaba…

    Ginebra, Ginebra,
    siempre tan tierna.
    Ginebra la buena,
    Ginebra la gentil.
    Sé siempre atenta,
    no pienses tanto en ti…

    ―Estás muy bella ―dijo Ginebra a Drizella cuando le peinaba sus cabellos dorados.

    ―¡No con tanta fuerza! ―chilló ella, dándole un codazo en el vientre―. ¡Me dabas tirones!

    Ginebra volvió a respirar hondo para contenerse… todo por ir al festival.

    Ginebra, Ginebra,
    tente siempre entera,
    que los cuentos se hacen realidad,
    mas de ti depende si así sucederá.

    ―Lo siento ―se disculpó, sonriendo―… Y, oye, Drizella, Anastasia, ¿me podríais dejar un vestido para ir al festival?

    ―¡Al festival!

    Era su madrastra, a medio vestir también. Pronto saldría para el sur, donde estaba el fuerte de ser Héctor, el castillo más grande de Camelot.

    ―Al festival, madre, al festival. Más que nada ―corearon Drizella y Anastasia.

    ―¿Tú en el festival, Ginebra? ¿Tú en el festival?

    »¿Has visto tus uñas?

    ¿Tu pelo?

    ¡Tus ropas!

    ―Seríamos el hazmerreír ―dijo Anastasia.

    ―Una humillación que no pienso sufrir ―secundó Drizella.

    ―He oído que se ha invitado a todas las doncellas casaderas del reino… ―Ginebra no se iba a dar por vencida. La insulsa de su madrastra no la intimidaba como cuando era niña―. Y, por lo que sé, soy parte de esta familia. Bastarda, sí, mas vuestra hermana…

    Madame Lumiere sonrió… Toda Agrabah se acabaría de helar.

    ―Así que es cierto… Sigues empeñada en encontrarte con Arturo… ―reconoció la dama, entrecerrando los ojos.

    ―Hace años que Arturo me promete amor.

    ―Mas no se va a casar con una fregona por más que sea su querida, créeme, la desgraciada de tu madre pasó por lo mismo, así que… mantén las formas. ¿He sido lo bastante clara?

    ―¡Arturo me quiere a mí! ¡Me ama a mí! ¡Podréis prohibirme ir al festival, mas él siempre me encontrará!

    A madame Lumiere se le acabó la paciencia.

    Su cara se avinagró por completo y sus ojos, duros y oscuros, atravesaron a Ginebra.

    ―Creo que estás algo confusa, querida… Mira, puede que hayas estado con él y que creyeras que era amor, mas eso no importa, no, no importa lo que haya habido entre vosotros, pues sólo fue un sueño… Así que no te acerques al castillo. No te acerques nunca jamás a Arturo.

    Hasta Drizella y Anastasia se quedaron mudas.

    Y al ver que su hijastra estaba a punto de romper a llorar, madame Lumiere dio la puntilla:

    ―Ahora lava, plancha y zurce toda esta ropa… Y en la cocina se me ha caído el tarro de las lentejas… ¡Recógelas! Después podrás ir a las fiestas del pueblo, el lugar al que perteneces. Deja que algún borracho te preñe, sé señora de su chamizo y líbrame de tu carga, bastarda.

    Se marchó harto ofuscada por el genio que había tenido que sacar con la chiquilla. Con ella siempre era igual, pero, ¿qué remedio? Que Arturo hubiese sacado la espada de la piedra era un contratiempo, uno casi insalvable. Tantos años haciendo que sus hijas se trabajasen a ser Kay para nada… Ahora el huerfanito, el palafrenero y el patán que cualquier día sí que preñaría a la bastarda de Ginebra iba a ser coronado rey… Tenía la noche del festival para intentar que se fijase en Drizella, Anastasia o Charlotte.

    Porque antes muerta que arrodillada ante Ginebrita.

    Volvió a la alcoba, a dejar que otras criadas la siguiesen vistiendo.

    ―¿Puedo pasar, mi señora? ―llamó el mayordomo.

    ―Adelante, Charmelon.

    Charmelon era otro de los habitantes del reino quebrado. Antaño maestro, ahora sus finas formas, su porte señorial y su impecable puntualidad le habían abierto las puertas a un trabajo mucho mejor pagado y mucho mejor relacionado.

    ―¿Habéis dormido bien, mi señora? ―preguntó, tan gentil, pero correcto, como siempre. Traía una bandeja con té, pastas y un par de camelias. Un detalle que a madame Lumiere le gustaba.

    ―Si te soy sincera… no ―respondió, intentando olvidar el mal humor que le provocaba Ginebra.

    La criada empezó a apretarle los cintos del blusón color vino.

    ―La inquietud por el festival, supongo ―dijo Charmelon, sirviendo el té.

    ―Cuando una llega a mis años, se ha casado y tenido hijas, sabe que estos festivales y los bailes son un mero trámite. Lo que me causa inquietud es la llegada de mi hijo…

    ―Pues, en ese caso, me congratula comunicaros que vuestro hijo y nuera han regresado. ¿Quiere que le diga al señor que suba a verla?

    Aquella noticia la puso tan contenta, que la sonrisa servicial de Charmelon le pareció a madame Lumiere lo más bonito del mundo.

    ―Sí, por favor… ―Pero las formas eran las formas―. Gracias, Charmelon… Y, por favor, ¿podrías acercarte a La Encrucijada antes de que partamos y traer miel? A ser Héctor le gustan mucho los dulces y tengo una idea para agasajarlo.

    ―Como mandéis.

    Su hijo no tardó en subir y, cuando lo vio, se le cayó el alma al suelo… ¿Qué le había hecho el matrimonio? Estaba alicaído, mal vestido, igual que un muñeco viejo, gris, melancólico… Y la melancolía era algo que madame Lumiere no toleraba.

    ―Querrás que te pregunte qué te ocurre, alma en pena, ¿verdad? ―inquirió ella, aprobando si su té tenía una nube de leche o una borrasca.

    ―Os equivocáis, madre… ―respondió él, Flicker Lumiere, que tenía fama de guasón y caza hembras, pero no lo parecía―. Este hombre que veis ahora es vuestro hijo.

    ―No digas sandeces, que sólo te faltan los grilletes y la bola de hierro.

    ―Y así es como me siento, como un galeote ―dijo Flicker, lacónico.

    ―Por todos los dioses, hijo ―suspiró su madre―. Estás en lo mejor del matrimonio: la época de la pasión, del amor intenso… ¿Se puede saber qué te pasa?

    ―Que Fifí me tiene acogotado. Demasiada pasión, demasiado amor… ¡No me deja ni a sol ni a sombra!

    ―Pues porque te quiere, pánfilo.

    ―Y yo a ella, madre… Si quererla la quiero, no me entendáis mal, pero… No la soporto. Está empeñada en cambiarme. ―Se puso en pie y se abrió el jubón, para espanto de su madre―. Si hasta me da vergüenza decirlo, pero… se me están cayendo los pelos del pecho. Esa mujer va a acabar conmigo.

    ―Pues afírmate, hijo, afírmate ―fue todo lo que se le ocurrió decir a la dama―. No tienes por qué ceder en todo.

    ―No es fácil decirle que no ―contestó el pobre hombre, con cara de pena.

    ―No, si ya se ve… ―dijo su madre, poniendo los ojos en blanco―. Con fijador en el bigote como un vulgar lechugino de opereta…

    ―Madre, por favor, no sigáis… No sé qué voy a hacer.

    Madame Lumiere se puso en pie, recta y dura, y fue hacia su hijo.

    ―Una cosa te advierto, Flicker; si estás tentado de abandonar a tu esposa, ya te puedes ir olvidando. Estoy esperando la dote de tu boda y es de vital importancia para nosotros. No voy a consentir que lo desbarates todo.

    ―¡Pero, madre!

    ―¿Te ha comentado Fifí algo al respecto?

    ―Me ha hablado de todo, menos de eso…


    ―Más que nada… ―suspiró Ginebra.

    ―Más que nada… ―Drizella y Anastasia habían bajado a las cocinas con Ginebra―. Te dejaremos ir al festival

    si recoges las cenizas.

    Te dejaremos allí bailar

    si en la faena te das prisa.

    ―Más que nada… ―Ginebra se puso firme y dejó de achantarse ante sus hermanastras―. Deseo que algún día

    alguien os trate como vosotras a mí,

    que abusen de vuestra vida

    y os tengan en una pesadilla sin fin.

    Las dos hermanastras se echaron a reír…

    Y Anastasia fue a por una jarra de leche recién ordeñada, con su cuajo y todo, y la vertió.

    Las dos hermanastras se echaron a reír…

    Aunque a Drizella tan divertido no le pareció.

    Y Ginebra ni una más iba a consentir.

    ―Querida, la leche ―canturreó Anastasia―. Recógela

    no sea que alguien se vaya a resbalar.

    Más que nada, obedece,

    y al baile irás, ¿te parece?

    ―Más que nada… ―Ginebra cogió un trapo y lo lanzó al charco blanco, salpicando todo―. Dile a tu madre que coja su orgullo y haced vosotras lo propio,

    recoged vosotras, limpiad vosotras, que yo me he cansado de vuestro odio.

    Que vuestra madre, más que nada, se mueva hasta aquí

    y, vosotras, fregad hasta que los dedos sin piel se os queden al fin.

    Ni una más os paso.

    Más que nada.

    De vuestro lado ya me marcho.

    ―¿Y a dónde irás? ―Drizella estaba a medio camino entre la preocupación y el resquemor.

    ―Más que nada… A ti te lo voy a decir.

    Las dejó boquiabiertas.
    Se marchó por la puerta.
    Les lanzó una mirada de compasión
    y ese fue su adiós…
    Más que nada, su cuento así comenzó.

    Fifí La Bouff, duquesa de Oxleigh, era la esposa de Flicker Lumiere, amo del vino y señor del lupanar… Era una joven como se podía esperar, una noble en todas sus costumbres: baños de leche y sangrías para mantenerse pálida, trenzas de trigo para parecer rubia y enormes vestidos con los que no se podía mover (ese miriñaque que llevaba no lo aceptaba ni su suegra, una mujer muy práctica que luchaba entre hombres). Madame Lumiere no aprobaba a Fifí, pero debía tolerarla si querían escalar en su posición… Cuando Drizella, Anastasia o Charlotte pescasen a Arturo, podrían darle la patada a esa insulsa.

    ―Querida, estás espléndida ―saludó su suegra, con una sonrisa de oreja a oreja.

    Fifí cerró su libro e invitó a la señora a sentarse con ella.

    ―Gracias ―dijo, riendo como una pava―. Supongo que me sienta bien el matrimonio. ¿Y habéis visto a vuestro hijo? ―añadió confidente―. Es otro hombre.

    ―Sí, eso me ha parecido… ―contestó su suegra con la boca pequeña―. ¿Puedo hablar contigo un momento?

    ―De lo que queráis, madre ―volvió a reír aquella estúpida.

    ―Es algo incómodo, pero cuanto antes lo tratemos… ―Madame Lumiere no quería parecer ansiosa―. ¿Sabes algo de la dote? ¿Te ha dicho algo tu padre?

    ―Sí, lo cierto es que sí ―dijo Fifí, sirviéndose un poco de té.

    ―¡Espléndido! ―Qué alivio―. ¿Y qué te ha dicho?

    ―Que no es partidario ―concluyó la joven, sonriendo tanto como su suegra, a la que se le borró cualquier alegría del rostro.

    ―¿Cómo que no es partidario?

    ―Quiere aportar la dote como es costumbre, eso está claro ―explicó Fifí, sonriendo cada vez más… hasta que el peligro vio―. Pero no del modo tradicional.

    ―¿Y qué hay de malo en la tradición, querida? ―Madame Lumiere no entendía nada.

    ―Como ya sabéis, papá está preocupado por la reputación de Flicker… Que yo ya le he dicho que no tiene por qué, que él ha cambiado mucho…

    ―Pero…

    ―En lugar de una dote al uso… ―No la dejó hablar Fifí―. En lugar de una dote al uso, papá prefiere darnos una asignación mensual. Generosa, eso sí ―añadió con una sonrisa, que borró al instante para decir―: pero condicionada, eso también.

    Madame Lumiere no tenía palabras.

    ―¿Puedes hablar más claro?

    ―Mi padre dejaría de pasarnos esa asignación en el caso… que no va a ocurrir, de que Flicker me abandonara.

    Madame Lumiere apretó los puños.

    ―¿Pero qué me estás diciendo?

    ―Manías de papá ―rio Fifí.

    ―¡¿Pero y qué culpa tenemos los demás?! ―La mujer intentó calmarse… en vano―. ¿Qué-qué clase de extraño arreglo es este? Una dote es una dote.

    ―Eso mismo le dije yo a papá ―asintió Fifí, riendo de nuevo.

    Madame Lumiere lo vio claro… Fifí era una jugadora formidable en la vida… Si se lo propusiera, podría cazar a Arturo… La había engañado hasta a ella misma.

    Si Madame Lumiere supiera hasta qué punto la había engañado Fifí…

    Tiana, así como otros tantos aldeanos, se habían acercado a ver el batallón de doncellas que Laura, una especie de ama de llaves, estaba montando en dos carros que partirían de inmediato al fuerte de ser Héctor.

    Su Maximus hacía lo propio con mancebos que querían pasar revista para ser caballeros.

    Iban a juntar el hambre con las ganas de comer…

    ―Más que nada… ―le dijo Laura a su esposo―, contigo me gustaría viajar.

    ―Más que nada, sólo por unas horas nos hemos de separar.

    »El camino es recto,
    el río es hielo,
    claro el cielo
    y las nieves derretidas, no nos dan miedo.

    ―Más que nada, os reencontraréis antes de echaros de menos ―rio Charmelon, que acababa de llegar para el encargo de madame Lumiere. Era buen amigo del matrimonio―. Más que nada, partid ya y no desesperemos.

    ―Eso querría yo ―dijo Laura―. Más que nada, pero estas niñas, todas pazguatas, no entienden de formas, modales ni nada de nada.

    ―Nobleza obliga… ―rio Charmelon, poniéndose frente al batallón.

    Laura dio unas palmas que pusieron firmes a aquellas gallinas.

    ―Escuchad lo que Charmelon os tiene que decir para saber cómo conduciros.

    ―Lo único que debéis conocer del protocolo real… ―pensó el mayordomo―, es que, estando el rey en cualquier dependencia, el lugar de honor es siempre el que él ocupe. No debéis mirarlo a los ojos ni dirigiros a él a menos que os haga una pregunta directa.

    ―¡Vosotras! ¡¿Qué cuchicheáis?! ―Hacía años que Laura era una criada ejemplar, respetable y profesional. Si algo no soportaba, era la falta de respeto que tenían algunas personas, hablando cuando otro les hablaba.

    ―¿Es cierto que el rey tiene la sangre azul? ―preguntó una zagala de catorce o quince años, algo burra de aspecto.

    Charmelon se echó a reír.

    ―No, no lo es… ¿Queréis saber por qué se dice eso de la nobleza?

    ―No creo que sea necesario… ―Lo que le faltaba a Laura, llenar las cabezas de las doncellas con tonterías cultivadas.

    ―Dejad que nos lo cuente, señora Laura ―rogó la burra.

    Laura tuvo que tragar.

    ―Es tradición antigua que los nobles eviten exponerse al sol… ―explicó Charmelon, recordando tan bien como podía las lecciones de Pit, el maestro de su época―. Y, claro, las venas se translucen en una piel blanca. Como sabréis todos los que habéis visto despiezar las reses, las paredes de las venas son azuladas.

    ―¿Entonces, el rey tiene la sangre roja? ―insistió la borrica.

    ―Tan roja como la de todos nosotros, no os quepa duda ―rio el mayordomo… Que se daba cuenta de que a Laura no le hacía ninguna gracia esa clase improvisada―. ¿Quieres decir algo, vieja amiga?

    ―Pues sí, sólo una cosa más. ―Laura se puso frente a las criadas, recta y dura hasta la sepultura―. Como sorprenda a cualquiera de vosotras mirándole las venas al rey, esa se queda sin librar hasta que el sol salga por el oeste.

    Dio unas palmadas y las gallinas se formaron en los carros.

    Charmelon reía.

    Y más lo iba a hacer reír la buena de Laura.

    ―Viejo amigo, si estás pensando en explicarme por qué el sol no sale por el oeste, te recuerdo que nos queda mucha faena por hacer para el festival… Y lo que has dicho de la sangre azul, a mí me ha parecido una patraña, más que nada.

    Tiana se acercó al mayordomo. En silencio, ambos vieron la despedida, amorosa y dulce hasta el empacho, de Laura y su ser Maximus.

    ―¿Pensando en cuándo te llegará el amor? ―le dijo a la posadera.

    Ella negó.

    ―Mi único amor es cumplir el sueño de mi padre, más que nada… ¿Y tú?

    ―El amor no ha llamado a mi puerta aún, más que nada.

    Tiana siguió mirando a Laura… La mujer debía rondar los cuarenta y pocos. La había criado, a ella, a Charlotte, a Drizella y a Anastasia. Siendo muy joven y recién casada, su esposo había marchado a hacer fortuna como errante, llegando hasta ser Héctor y siendo armado caballero tras salvarlo al perderse en el bosque practicando cetrería. Ella le había seguido entonces, pero, hasta llegar a Camelot, se había empleado en muchas casas nobles, desde Lis hasta Sotoinferno. Y al final, en Camelot, madame Lumiere la tomó como institutriz de sus hijas y de la dama de compañía de estas, ella misma, que pasaba los días junto al lujo de las muchachitas y las noches en su cabaña, acurrucada entre sus padres en un lecho de paja.

    Y Laura era tan buena…
    Les cosía ropas.
    Les hacía comidas.
    Les daba cariños.

    Pero, más que nada, les había contado tantos cuentos…

    »El pequeño y feo sapo miró hacia arriba con sus ojos enormes y tristes y suplicó: por favor, querida princesa, sólo un beso tuyo romperá este terrible conjuro del que soy víctima por culpa de una bruja malvada…

    Así era el preferido de las tres niñas Lumiere.

    El que menos le gustaba a Tiana.

    Y seguía…

    »Y la hermosa princesa se emocionó tanto con la súplica desesperada que se agachó un poco, levantó al viscoso animal, se inclinó, se lo acercó a los labios y besó al sapito. Y, entonces, el sapo se transformó en un apuesto príncipe, se casaron y vivieron felices para siempre y fin.

    En ese momento, Drizella, Anastasia y Charlotte estallaban en aplausos.

    Tiana no. Ella no besaría a un sapo por nada del mundo. Nunca jamás de los jamases.

    Y quien nunca oía los cuentos, era Ginebra, que siempre estaba fuera, sucia y mal vestida, jugando con otro arrabalero, Arturo.

    Quién los había visto, quién los veía y quién los iba a ver…

    La posadera lo sabía, sabía que no había más cuento que el de Camelot, el reino quebrado.

    En el este, entre bosques,
    se erige un reino
    con damas de cuna noble
    y caballeros bravíos.
    Camelot, reino sin par
    que entre bosques está.

    ―Demonios…

    Laura sacó a Tiana de sus pensamientos y recuerdos.

    ―¿Ocurre algo?

    ―¡Dicen que no me precisan en el festival!


    Mientras Percival se hacía caminos hasta Arturo, este hacía lo que los caballeros de Camelot hacían en tiempos de paz.

    Herrar.

    Porque el errar lo dejaban para cuando trazaban estrategias militares…

    Los caballeros de Camelot intentaban imitar el arcaico y legendario acero féerico, del que sí que estaba hecha Excálibur… o al menos la mitad que Arturo había sacado de la piedra.

    Ese secreto lo martirizaba.

    Pero encontraría la otra mitad, claro que la encontraría. Primero pasaría el trago del festival de ser Héctor, porque había que unir al reino en celebración, pero no tardaría en culminar su cruzada para reunificar Excálibur y, entonces, él y su reina erigirían un reino nuevo.

    Su reina Ginebra.

    Él ya tenía hecha su elección.

    ―Se te va a desgraciar la daga si no te esmeras, Arturo ―le dijo Lancelot.

    Allí, en la herrería, estaban entre iguales. Eso quería el rey que fuese Camelot, una tierra en la que todos tuvieran las mismas oportunidades. Había visto cómo trataban a Ginebra sus hermanastras y su madrastra… Como lo trataron a él Kay y sus amigos… En su nuevo reino, nada de eso pasaría.

    Todos cantarían unidos, igual que en la herrería. Ser Morgan y Lancelot siempre entonaban los cánticos más fuertes:

    Nacido de la fragua ardiente
    y del polvo de duende.
    Este acero, de magia candente,
    defenderá nuestro reino.
    Igual nuestros yelmos
    y las armaduras de guerrero,
    porque somos caballeros
    y luchamos por el pueblo.
    ¡Vamos!
    ¡Golpea el yunque!
    ¡Dale más!
    ¡Fuerte!
    ¡Precioso!
    ¡Hipnotizante!
    Más fuerte que el hierro,
    peor que un batallón
    cabalgando sobre el mundo entero.
    Nacido de la fragua ardiente
    y del polvo de duende.
    Este acero, de magia candente,
    defenderá nuestro reino.
    Igual nuestros yelmos
    y las armaduras de guerrero,
    porque somos caballeros
    y luchamos por el pueblo.

    Pero Arturo sólo podía pensar en que esa noche vería a Ginebra en el festival… Era lo que deseaba…

    ―Más que nada ―dijo―. Más que nada, a mi reina de las camelias quiero desposar…

    Aunque ser Héctor querría unirlo a una moza de posibles…


    Ginebra hacía su propio camino por las nieves, rumbo al pueblo y, de ahí, si podía conseguir un caballo, a Arturo.

    Se martirizaba por lo estúpido que había sido volver a casa después de que Arturo sacara Excálibur de la roca… Podría haber marchado con él al fuerte de ser Héctor… Pero claro, Ginebra, sé buena.

    Ginebra, obediente.
    Ginebra, paciente.
    Ginebra, la vida es una prueba.
    ―¿Por qué ser dócil?
    »¿Por qué ser tan fiel?
    Si la madrastra luego me aprieta los pies.
    Si la madrastra en las pocilgas me hace soñar.
    Si la madrastra es envidiosa,
    malvada y sin corazón.
    Las hermanas serán preciosas,
    pero no mucho mejor.


    Parose un momento a pensar.
    Diose cuenta de que Ginebra…
    sólo se había dedicado a soñar.
    ―Me forcé en creer,
    que la vida mía
    sería pura fantasía.
    Las promesas de Arturo,
    las camelias en floreal…
    y quizás no fue más que soñar.
    Puedo recordar,
    mirando hacia atrás,
    el cuento que Arturo quiso empezar.
    Con una flor se declaró
    y con sus sueños mi amor ganó.
    Y eso no fue un cuento, fue más,
    fue mucho más que soñar.
    Soñar… eso dice mi madrastra,
    eso es lo que podría pensar,
    pero entonces mi corazón, partido estará…
    Era una esclava, pero no importaba
    si con Arturo por el prado retozaba.
    Y ahora eso no fue más que soñar…

    Las lágrimas comenzaron a resbalar heladas por el rostro de Ginebra. Aquel invierno era demasiado frío, demasiado helado, y una ventisca parecía acercarse. Si así estaban en Camelot, ni se imaginaba el reino de hielo que sería DunBroch.

    Jamás podría llegar al festival sola.

    Necesitaba ayuda.

    Necesitaba a su mejor amiga.

    Charmelon intentaba consolar a Laura, que estaba hecha una fiera porque ya no le la precisaban en el festival… y ella quería ir. No sólo para supervisar a las criadas, sino para tener un poco de asueto con Maximus en el resopón que harían en las cocinas. ¿Quién sabía? Quizás, en ese ambiente, la estrella azul oyese sus plegarias.

    ―Más que nada, de él ni un momento me puedo separar.

    »Puede que exagere, quizás…

    Pero es que este amor va más allá,

    no sé, Charmelon, si me entenderás…

    ―Más que nada, ojalá lo pudiera remediar ―se lamentó el mayordomo.

    ―Bueno, Laura, no te preocupes… ―Tiana llegaba con un pequeño consuelo―. A estos buñuelos invito yo, ¿de acuerdo?

    La mujer se lo agradeció.

    ―¿Qué recetas sigues? ―le preguntó―. ¿La de tu madre o la mía?

    ―Las dos, porque el ingrediente principal en ambas es el amor ―contestó la joven con una sonrisa.

    La puerta se abrió entonces.

    Era madame Lumiere, ya dispuesta para el festival bajo las siete pieles que la cubrían del frío.

    ―Vaya, vaya, qué… animado está esto.

    Era ironía, claro, porque la posada estaba vacía. Quien no estaba en casa, resguardado de la tormenta, estaba rumbo al festival.

    ―Señora ―dijo Charmelon, poniéndose firme e inclinando la cabeza―. La miel está lista y cargada en el carro.

    ―Perfecto. ¿Querrías hacernos el favor de viajar con nosotros en nuestra carroza? Quiero que mis hijas sepan lo que es una conversación inteligente…

    »Más que nada, han de saber que la palabra es ley

    y… con sus tonterías, mortificarán al rey.

    ―Como ordenéis, señora ―estuvo conforme Charmelon, siempre servicial, siempre a punto como un reloj.

    ―Y tú… Laura… ―A madame Lumiere le costaba recordar su nombre, incluso aunque Laura hubiera criado a sus hijas―. ¿Puedes dejarme tener unas palabras con la posadera… a solas?

    Laura no necesitó que se lo repitiesen y salió junto a Charmelon.

    ―¿Queréis algo, señora?

    ―Tú eres amiga de la bastarda de mi esposo, ¿cierto? ―Madame Lumiere siempre iba al grano.

    ―Sí, soy amiga de Ginebra.

    ―Me ha abandonado.

    »Henchida de orgullo, ha cogido el petate y se ha marchado…

    Sola por estos caminos,

    ¿quién sabe qué le habrá pasado?

    Más que nada, Tiana,

    hazla recapacitar, que vuelva a casa y estará todo perdonado.

    ―Señora… ―Tiana no terminaba de entender…―. Ginebra y Arturo han estado juntos por años. Cuando él sacó la espada el otro día, hablaron y él la llamó reina.

    ―Sí, sé qué me vas a decir… ―Madame Lumiere se prendió del brazo de Tiana y la llevó hasta una mesa―. Que el festival es una farsa, un entretenimiento para unir al reino… y tendrás razón. Mas es en estos momentos cuando una debe aprovechar. Tu padre lo sabía, lo conocí, y mi marido también.

    ―Su marido y Duke fueron dos usuras que saquearon a mi familia.

    ―Uno debe tener cuidado cuando alza demasiado la cabeza, querida ―sonrió la dama―. Porque siempre puede haber alguien que te la aplaste…

    ―Y uno debería tener cuidado cuando baila, porque nunca se sabe cuándo se pisa en falso…

    Madame Lumiere se echó a reír.

    ―Tienes arrestos, querida, mas…

    »¿Bailar, querida?

    Yo no tengo tiempo para eso…

    No puedo permitirme perderlo…

    Se levantó y rodeó a Tiana, haciéndola mirar a través de la ventana.

    ―Eso me enseñó mi padre.

    Y el reino poco a poco cae,

    nos gobiernan ganapanes.

    »Mas yo sé, de hecho, a dónde voy

    y me acerco, paso a paso, un poco más.

    ¡Y ya llegaré!

    ¡Ya llegaré!

    La gente cree que no lo lograré…

    Que yerran les haré ver.

    Tiana vio cómo Charmelon hablaba con Drizella, Anastasia y Charlotte. Se habían criado juntas y, aunque Charlotte era gentil, no dejaba de ser tan diferente a ella como las otras dos.

    ―El juego que esta vida

    he enseñado a mis hijas:

    «que nada nunca os detenga,

    ya llegaréis…».

    ―¿Cuándo la oportunidad venga? ―preguntó Tiana.

    ―Así se habla ―reconoció madame Lumiere, con una sonrisa taimada.

    »Tu difunto padre te contó una vez,

    «la magia es un sueño de ayer».

    Así que en nuestra mano quedará

    los cuentos a un buen final llevar.

    Hay que trabajar duro sin parar

    y lo demás vendrá sin más.

    Hoy por hoy aquí estoy…

    ¡Abrid paso que aquí voy!

    Madame Lumiere cogió a Tiana y la forzó a bailar con ella un improvisado vals, entre mesas, que ella misma dirigía. Una muestra de su poder para controlar la comarca, quizás.

    ―Y ya llegaré.

    ¡Ya llegaré!

    »Me rendirán pleitesía ya

    y al reino arrodillaré.

    ¡Ya llegaré!

    El juego que esta vida

    he enseñado a mis hijas:

    «que nada nunca os detenga,

    ya llegaréis…»

    ¡Y tú también!

    ¡Ya llegaré!

    ―Que alguna de ellas sea reina, ahí es a dónde queréis llegar ―dijo Tiana, zafándose de ella―. ¿Y eso es justo para Ginebra?

    ―Tiana querida, no seas tan chiquilla,

    que te diré lo mismo que a reyes y reinas diría:

    nunca, nunca dejes que otros te digan qué es justicia.

    Madame Lumiere se dispuso a salir, pero la posadera aún tenía algo que decir.

    ―Podréis ir al festival,

    más que nada, iréis…

    »Podréis a vuestras hijas con Arturo intentar casar,

    más que nada, eso queréis…

    Podréis creer que vais a ganar,

    mas el amor siempre se impone, bien sabéis.

    La dama se giró y dedicó a Tiana una gélida sonrisa.

    ―Si soy testigo de un acto de amor verdadero, feliz estaré. Ya llevo demasiado tiempo creyendo que es algo que no ha existido jamás ―dijo sin reparos, antes de salir dando un portazo.


    Arturo cabalgaba junto a Lancelot, Maximus y ser Héctor. Iban despacio, sin prisa, disfrutando del erial blanco que era el sur de Camelot en invierno.

    ―Más que nada… ―comenzó ser Héctor―. Algún día, todo esto será de tus hijos.

    »Príncipes y princesas, toda una dinastía.

    La corona de Camelot no volverá a estar partida.

    ―Más que nada ―le respondió Arturo―. Para eso falta mucho.

    Antes, querido Héctor, hay que completar la espada de nuestro escudo.

    ―Más que nada ―intervino Lancelot―. El reino ya ha sufrido,

    ahora deben venir tiempos más distendidos…

    ―Más que nada ―dijo Maximus―, al reino vamos a unir.

    Y los tres a la vez empezaron a discutir:

    ―No se servirá mucho vino; más que nada, el festival no es una taberna ―apuntó Maximus.

    ―Debe haber higos; más que nada, ayudan a mover las tripas ―dijo Lancelot.

    ―El festival se está convirtiendo en algo… complejo… ―Arturo no pretendía ofender a su organizador, ser Héctor―. Querido mentor, el término extravagante me viene a la cabeza cuando pienso en él.

    ―Los festivales han de ser así ―se defendió él.

    ―Mas será un gran dispendio, más que nada ―se extrañó Arturo―. El oro no crece en los árboles.

    ―Da igual ―insistió ser Héctor―. La gente necesita distracciones, los nobles lucirse, los plebeyos cotilleos y los mercaderes vendernos cosas. El festival extravagante, el baile regio… Más que nada, esto unirá al reino entero.

    ―Y será el broche de oro a mi historia con mi amor verdadero ―aceptó el rey, pensando en Ginebra.

    ―En cuanto a eso… ―Ser Héctor picó espuelas―. El amor es algo noble, mas, más que nada, no alimentará a nuestros hombres…

    Tiana y Laura se quedaron solas en la posada. No había parroquianos y Buford ya se habría enterrado en mantas y pieles en el piso de arriba.

    ―Pareceré una chiquilla con estos deseos, pero, más que nada…

    ―Querrías ir al festival ―terminó la posadera por Laura.

    ―Más que nada, ¿acaso tú aquí prefieres estar?

    ―Pues sí.

    ―¿Pues por qué?

    ―Por lo que me enseñaste años ha,

    más que nada,

    porque la vida no es regalada

    y debo trabajar por cumplir mis sueños

    si eso, algún día, es lo que quiero.

    ―No importa de donde venga ―dijo Laura―. Con esfuerzo y trabajo puedo lograr lo que quiera.

    La puerta se abrió y, cubierta de nieve y casi helada, llegó Ginebra la desarrapada.

    ―¡En nombre del cielo! ―Tiana corrió a ayudarla―. ¡Si tienes escarcha en los ojos! ¡¿Qué te ha pasado?!

    La muchacha se echó a llorar en el hombro de su amiga. Acabada.

    ―Ayúdame ―le dijo―. Tienes que llevarme al festival. Tengo que encontrarme con Arturo.

    ―¿Qué ocurre? ―Laura traía unas onzas de chocolate. Ginebra comió un poco.

    Tiana ya sabía qué había pasado. Lo contó y dejó que su amiga descansase.

    ―¿Mas cómo vamos a ir al festival? ―dijo Laura―. ¿Y cómo vamos a entrar? Mirad nuestras ropas.

    ―Una vez lleguemos al fuerte de ser Héctor, el resto será pan comido. Me niego a que todo lo que he vivido con Arturo, a que este amor, sea un sueño. Él sabe que me ama. Yo le amo. Mi madrastra no tiene oportunidad.

    La joven se puso en pie y firme, pero aún estaba con la piel azul del frío.

    ―La helada… ―Tiana se asomó a la ventana―. Esta ventisca no nos dejará llegar muy lejos a pie…

    ―Si Arturo sabe que te ama, vendrá a por ti ―insistió Laura, prudente, aunque quería ir al festival.

    ―Pienso marchar aunque no vengáis conmigo.

    »El amor de mi vida, no lo pienso negar.

    Teniendo sólo una oportunidad,

    iré al festival para todo arreglar.

    Sola o con vosotras lo he de intentar.

    ―¡Y cuenta conmigo! ―dijo Tiana―. Sé igual de bien lo que es luchar

    por algo más que una ensoñación.

    »Sé lo que es hasta la muerte faenar,

    que la vida no es una canción…

    Ambas miraron a Laura. Ella había criado a Ginebra también, claro, pero no tanto como a las tres hermanas Lumiere. Ginebrita siempre estaba apartada, en las cocinas, entre el hollín, como la bastarda y sirvienta que debía ser. Pero, claro, Laura la había querido, porque era buena. La más dulce y noble de todas las niñas de esa casa.

    ―¡Contad conmigo! ―bramó Laura, yendo hacia la puerta y cogiendo sus capas―. Yo también de sueños me he cansado.

    »Ya es hora de alzar los puños,

    de a la vida meter mano.

    Más que nada, si soñando nos quedamos

    estaremos donde empezamos.

    Comenzaron a renquear en dirección al pueblo, cogidas las tres de la mano, entonando el mismo cántico:

    ―Una nueva vida espera.

    »La tormenta pasará.

    Una nueva vida espera

    entre bosques de oscuridad.

    Nos armaremos de valor,

    nuestros temores pasarán,

    nuestro cuento contarán…

    Nosotras hemos hecho más,

    mucho más, que soñar.

    Y antes de llegar a la aldea, paráronse a descansar bajo un gran árbol.

    El gran árbol siempre vivo de Merlín.

    Y el brujo les sonrió desde dentro.

    Las ramas se agitaron y ellas, maravilladas, vieron como lo que caía de ellas las envolvía.

    Hojas verdes tornadas en polvo vistieron a Tiana con un vestido de tal color, como si fuera la reina de un pantano.

    Pétalos de camelias rosas dieron a Laura el más elegante de los vestidos, con polisón y volantes.

    Pero lo más especial, la sabia, el néctar y la vida del árbol, fueron para Ginebra, que recibió un vestido dorado, con zapatos de oro puro que simulaban flores de loto.

    Las tres amigas se miraron y miraron al árbol.

    También aparecieron pieles de loba para que se cubrieran.

    Y aun mirando al árbol, agradeciéndoles todo, obtuvieron algo más.

    Una visión salvadora.

    Percival con su carro.


    Seguía nevando. Tras un velo de jirones de nube, el sol flotaba redondo y blanco como una bola de nieve, con las estrellas, ya visibles, frías a lo lejos. Atravesando un camino enterrado, luchando contra la ventisca, iba la carroza de madame Lumiere y su pequeño séquito.

    Charmelon estaba ya en la calesa del servicio tras un rato de charla distendida.

    Charlotte se había quedado dormida.

    Drizella estaba entretenida con un libro, «Hijos de Azur», de Jaen Desfogos.

    Y Anastasia también leía, pero ningún divertimento, sino algo que su madre le había mostrado tras tantos años, algo que habría de servirle de acicate para cazar a Arturo y dejar a Ginebra fuera del tablero.

    «Querida, supongo que te extrañará recibir una misiva mía después de tantos años, mas tu hija, nuestra hija, hace tiempo que es mayor de edad y el abandono al que la he sometido durante todos estos años pesa sobre mi conciencia. Ella es mi verdadera primogénita y la he dejado crecer siendo una paria, sirviendo a sus hermanas cuando habría de formar parte de la familia. Quizás ha sido eso lo que ha forjado su corazón, convirtiéndola en la más buena y noble de mis hijas. Aún estoy a tiempo de poner remedio a mi error y quiero reconocer a Ginebra la Blanca como lo que es, una Lumiere y mi legítima heredera».

    Firmada estaba por su padre: Lawrence Henri Lumiere. La fecha… sospechosa.

    ―¿Qué significa esto?

    Anastasia estaba pasmada. Demasiadas preguntas…

    ―Esto… ―Su madre le arrebató la carta―, haría que lo perdiésemos todo.

    ―¿Y por qué la guardas? ―susurró, aunque sólo tenía ganas de gritarle a su madre que la primogénita era ella, no Ginebra―. Destruidla antes de perderla.

    ―Eso haré, eso haré… ―Madame Lumiere, farfullando algo, guardó la misiva arrugada en su ridículo―. Sólo la he conservado porque sabía que te serviría de acicate.

    Drizella las observaba, intrigada.

    ―Madre… ¿Creéis que Arturo podría amarme a mí? ―Esa era la pregunta que la muchacha se moría por hacer.

    ―¿Te amó Kay alguna vez?

    No. Anastasia lo sabía bien. Kay nunca la quiso, igual que ella no lo quiso a él. Lamentaba su muerte, pero también la aliviaba… aunque ahora iba a casar con Arturo… ¿Cómo era Arturo?

    ―¿Qué sabéis de Arturo?

    ―Que es rey y con eso basta ―zanjó el asunto madame Lumiere.

    ―¿Pero es aguerrido, cultivado, encantador…?

    ―Es azul ―rio Drizella, poniendo los ojos en blanco―. ¿Cómo quieres que sea, alma de cántaro?

    ―Per-do-na, querida… ―Era el turno de Anastasia de burlarse―. Olvidaba que eras tú la que conocía a los hombres.

    ―Visto uno, vistos todos.

    Su hermana había ganado la discusión al dejarla sin réplica, pero madame Lumiere no estaba contenta con la escena.

    ―Niñas, niñas, gracia y compostura, como siempre dicen las damas, por favor… ―Lanzó una mirada asesina a Drizella―. Mientras Anastasia trae a Arturo a nuestro terreno, tú podrías buscar un noble. Creo que ser Héctor es viudo…

    ―¿Queréis que me aplaste en el lecho, madre?

    ―¡Drizella!

    ―¡Madre! ―El grito había despertado a Charlotte…

    ―¡Charlotte! ―Que había dado un pisotón a Anastasia.

    ―¡Anastasia! ―A la que su madre también gritaba por la gracia y la compostura.

    ―¡MADRE! ―Bramaron las tres hermanas―: gracia y compostura siempre.

    Y madame Lumiere rio con sus hijas. Algo imposible desde hacía más tiempo del que podía recordar.


    Ginebra y Laura se acomodaron como pudieron entre los fardos que Percival cargaba, intentando resguardarse como podían del frío. Tiana fue en el pescante junto al pretendido caballero y así comenzaron su viaje, entre bosques, el último paso para ir al festival.

    ―Debes de ser el forastero más famoso de todo Camelot ―dijo Tiana, intentando entablar conversación―. En tu primera cruzada vas y encuentras Excálibur con Arturo.

    ―Estuve en el lugar indicado en el momento justo ―rio Percival, aunque algo tristón.

    ―¿Qué te aflige?

    ―Quiero ser caballero y lo voy a conseguir, mas… ―El muchacho miró al infinito blanco, al cielo blanco, al suelo blanco…―. Más que nada, quisiera enmendar mi corazón partido.

    ―¿Qué te pasó antes de venir a Camelot?

    ―Era un sastre y vivía en La Sidra, muy cerca del palacio real… Cada día veía pasar caballeros del rey y siempre quise ser como ellos, mas, como mi madre dice, lo que sabemos de los caballeros son cuentos.

    »La reina mató a nuestro rey y culpa a nuestra princesa. Ahora los caballeros que tanto admiré queman las aldeas y las cosechas, matan doncellas inocentes que se parecen a la real fugitiva y se llevan a los jóvenes como tributo si la familia no tiene oro.

    ―Eso suena a Camelot antes ―dijo Ginebra, harto sorprendida por la historia―. Condados, ducados y señoríos en guerra constante por mover unas fronteras fanega arriba y fanega abajo.

    ―Mi madre dice que los reyes son como niños de trapo, no se comportan si no tienen miedo.

    ―¿Y tú tenías miedo de ella? ―rio Tiana, intentando animar la conversación.

    ―Ella quería alejarme de las armas, mas sólo consiguió que creyese que el matamoscas era una espada… Yo quería ser armado y ella lo llamaba un sueño, así que me esforcé porque eso fuera…

    ―Mucho más que soñar ―completó Tiana.

    Aún afligido, Percival volvió a sonreír a las tres doncellas. Les iba a contar su historia…

    ―Cuando oyes cuentos
    y sueñas con ellos
    y te imaginas todo tu mundo
    entero a tus pies,
    pudiendo explorar todo tu mundo
    del derecho y al revés.
    »Cuando dejas tu casa
    y no tienes nada
    y marchas con todo el cielo
    entero y abierto,
    te sientes libre, libre,
    como nunca creíste.
    »Libre, libre y haces lo que te plazca,
    Explorando placeres
    que de ver tu madre
    lloraría a mares.
    »Contra lobos he luchado
    y he ganado.
    »Contra la corriente he ido
    y de una turbia muerte huido.
    »Y eso te hace ver,
    eso te hace pensar,
    que quizás no estabas mal
    junto a mamá
    y sabes que de menos la vas a echar.
    »¡Pero, oh, qué placeres!
    »Entonces haces un amigo o dos,
    pero en el camino quedan,
    no tienen valor,
    y solo desesperas
    y con el corazón.
    »¡Amistad! ¡Amor!
    »¡Mas placer ansío yo!
    »Pero sigues solo,
    entre bosques y solo,
    solo y asustado,
    con miedo de que un gigante
    el buche quiera llenar un rato.
    »¡Y echas de menos a madre!
    »¡Y tu casa y tu pueblo,
    tus amigos y el hambre!
    »Mas ahí encuentras
    la verdadera prueba del corazón.
    »Ahí encuentras
    el fuerte de tu tesón.
    »¡Y es que yo quiero ser caballero!
    »¡No quiero faenar por dineros!
    »Ni volver a mi madre y sus pechos,
    ni oír de esa reina malvada,
    que por su hijastra ella mata.
    »¡Solo entre bosques!
    ¡Lucho solo entre bosques!
    Porque enfrentando
    terribles,
    asombrosos,
    horribles
    y misteriosos
    miedos…
    ¡Cumpliré mi sueño!

    Y allá iban todos,
    entre bosques,
    allá iban todos,
    a cumplir sus sueños.
    Más que nada
    a salvar un amor.
    Más que nada
    al festival.
    Para ser caballero.
    Para unir una familia.
    Más que nada
    para ir al festival.
    Más que nada
    entre bosques iban,
    atravesando nieves,
    porque ni a la negra noche
    ellos temen.
    Más que nada,
    entre bosques,
    allá iban todos,
    a cumplir sus sueños.
    A ver al rey.
    A armarse caballero.
    A ver al rey.
    A por amor verdadero.

    A ver al rey.



    Más que nada
    a por todo aquello
    que valía la pena,
    que veían en sus sueños,
    que darían la vuelta
    a la historia del reino.
    ¡Más que nada,
    entre bosques…!
    ¡PARA IR AL FESTIVAL!
    Storybrooke
    Enero, 2014


    Christie se había pasado toda la noche junto a Clark, estudiando hasta el último quiebro del hachazo en la cabeza de la finada Lysandra Redwyne, lady Iria Tremaine en el Bosque Encantado. Se preguntaba qué sentido podía tener todo lo que estaba ocurriendo.

    Así lo expresó.
    Y Clark le contestó.

    ―Te lo preguntas…

    ―Sí, eso he dicho.

    ―¿Y qué te respondes?

    ―Era un modo de hablar, hombre de Dios… ―Mocoso sacaba de quicio al pobre duende, director de escuela y, ahora, agente de la ley e improvisado forense. Lo que daba de sí una carrera obtenida vía Hechizo Oscuro.

    Christie señaló el cuello de la señora (o señorita) Redwyne, enrojecido y colorado si se comparaba con el resto de su lechosa y muerta piel.

    ―Mira la tráquea… A esta pobre la estrangularon.

    ―Pero entonces, ¿y el golpe en la cabeza? ¿Y el dedo cortado? ―Clark no entendía nada.

    ―El homicida la golpeó y mutiló, sí, pero cuando ya estaba muerta… La pregunta es: ¿qué necesidad tenía de hacer algo así?

    ―Otra pregunta… ―asintió el enanito―. Y tampoco tendrá respuesta.

    Christie no pudo poner los ojos más en blanco porque se le iban a dar la vuelta en las cuencas.

    ―Cualquier día acabas conmigo ―le dijo al enano.

    ―Me pregunto cuándo será…

    La enfermera Flint llegó con Kathryn, Ashley y el príncipe Felipe. Fue la única que se encogió ante el cuerpo de lady Iria. Al parecer, en el Bosque Encantado, habían sido amigas. La enfermera era toda una baronesa, al parecer, aunque durante el hechizo de Regina la habían tenido por una mendiga que vivía entre cartones.

    ―August dice que la nota no es una cita bíblica ―explicó la señora Nolan una vez estuvieron a solas.

    ―August podría estar equivocado ―saltó Ashley.

    ―Por alguna razón, August le ha empezado a caer mal ―siguió explicando Kathryn.

    ―Jim y yo hemos leído en la Biblia esa ―intervino Felipe―. La nota podría decir que Caín era la verdad… A Caín lo mató su hermano. ¿Y si a lady Iria la mató su hermano también?

    ―Eso podemos descartarlo ―dijo Ashley.

    ―¿Sabes quién lo hizo? ―inquirió Christie, extrañado.

    ―No, pero sé que mi abuela era hija única.

    ―Oh, quiere decir que… claro.

    Ninguno entendió a qué venían esas palabras por parte de Mocoso, pero él parecía tan contento de haber llegado a algo… No lo echaron de menos cuando la enfermera Flint volvió y él fue a ver qué quería.

    ―Entonces, ¿qué tiene que ver ese Caín? ―insistió Felipe―. Sea o no la verdad o la “uerdad”, en la nota lo mencionan.

    ―Por un momento pensé que podría tener relación con la fractura de cráneo del cadáver ―explicó el maestro―. A Abel, en la Biblia, Caín lo mató de un golpe en la cabeza.

    ―Pero no le cortaron un dedo, ¿no? ―Kathryn no tenía muy frescas las catequesis de una niñez fruto de los caprichos de Regina.

    ―No… El Antiguo Testamento no menciona ese detalle ―se dio por vencido el duende del polvo.

    ―No es en la Biblia donde tenéis que buscar, sino en la calle principal. Hay jerarquía en la anarquía ―saltó Clark, que, al ver que todos le miraban sin saber de qué hablaba…―. Lo he leído; la enfermera acaba de traer esta nota, que repite eso de que Caín era no sé qué. D. Lus.

    Christie fue a por la nueva misiva y la leyó con una sonrisa pícara en los labios. Una sonrisa que le hacía hoyuelos.

    ―Parece que a nuestro hombre le gusta jugar.

    ―Le gusta jugar con ventaja, Terence, que es distinto ―dijo Ashley―. ¿Cómo si no sabía que buscaríamos en la Biblia? ¿Es posible que lo tengamos cerca o que alguien le esté informando?

    ―No tan deprisa, Ashley… Mira, nuestro hombre nos envió un primer mensaje y tuvo que dar por supuesto que lo de Caín nos haría pensar en la Biblia. ¿A dónde si no?

    ―Mas ese August dice que no tiene nada que ver, ¿no? ―Felipe se confundía por momentos. Él era un soldado, no un escribano.

    ―Lo que nos lleva a considerar esa frase como un enigma en sí mismo ―concluyó Christie―. Nuestro hombre nos propone jugar, jugar a resolverlo, y nos manda otra pista: una calle que parece estar en caos, pero que no lo está.

    ―¿Es una impresión mía o esto te divierte, Argus? ―dijo Kathryn, releyendo también la segunda nota.

    ―Terence no era tan brillante ―rio el duende―. Pero a Argus Christie le encantan los enigmas. Son estimulantes.

    ―Que se lo digan a mi abuela… ―Ashley tenía sentimientos encontrados.

    ―¿Pero qué querrá decir con todo esto de una jerarquía en su anarquía? ―Kathryn estaba cada vez más confusa―. ¿Estará hablando de las elecciones que queremos hacer?

    ―¿Y si la anarquía está sólo en algún lugar de la calle? ―pensó Felipe.

    ―Entonces tendríamos que ir local por local… ―cayó Ashley.

    Los tres se miraron.

    Terence los miró.

    No había juego más estimulante.

    Ashley dejó que Kathryn y Felipe se adelantaran cuando vio a la que creyó su hermanastra (durante el primer hechizo) en la sala de espera del hospital.
    ―¿Lila? ¿Qué haces aquí?
    La mujer se tomó su tiempo para levantarse e ir hasta Cenicienta. Estaba hecha un flan.
    ―Es algo largo de explicar… Espero a alguien… O a los familiares de alguien… ¿Y tú?
    ―Créeme, es más largo de explicar aún, pero, si necesitas cualquier cosa…
    Le quiso dar un abrazo, pero Drizella… o Lila, parecía poco receptiva, aunque le sonrió agradecida.
    ―Siento mucho lo de Sean y lo de tu abuela.
    ―Mi abuela… ―bufó Ashley―. Cuando mi madre murió y mi padre se casó con su… su prima segunda o tercera, quién sabe, ella cogió su parte del dinero y se marchó. No le importó nada lo más mínimo y aquí en Storybrooke tampoco quiso saber nada de mí.
    ―Sé cómo te sientes. Mi madre… Bueno, ya la conociste.
    ―Como una copia de mi madrastra en el Bosque Encantado, sí ―casi que rio Ashley―. El hechizo fue una locura.
    ―El hechizo me dio a la única amiga que he tenido… ―musitó Drizella, algo avergonzada―. ¿Te puedo dar ahora ese abrazo?
    Las falsas hermanastras se fundieron, ahora sí, en un abrazo lleno de afecto.
    ―Me siento culpable porque lo de mi abuela no me da pena… A ver, por supuesto, me parece horrible lo que le ha pasado… Pero ya está. No la voy a llorar. ¿Quién podría abandonar a un hijo o un nieto? ¿A quien sea?
    Mientras dejaba salir todo aquello, Ashley no dejaba de pensar en su trato con Rumpelstiltskin… Y con Gold. Desde que se rompió el hechizo supo por qué su vida maldita había sido así, vendiendo un hijo…
    ―Ashley Boyd, una adolescente inmadura e irresponsable no fue capaz al final de abandonar a su hija… Imagina Cenicienta.
    Lila parecía a punto de llorar.
    ―Bueno, no te quiero robar más tiempo ―dijo, forzando una sonrisa y con la voz rota―. Ya te contaré lo que ha pasa…
    Una pareja que entraba a toda prisa, buscando a Whale, le llamó la atención. Eran los padres de la chica que había encontrado. Tenían que serlo.
    Les preguntó.
    Y lo eran.
    Ella les conocía; eran el matrimonio Tower, una de las familias más ricas de Storybrooke. En el Bosque Encantado eran los reyes de Helmsville, por lo que su hija sólo podía ser…
    ―¿Cómo está Rapunzel? ―preguntó Amelia Tower a la enfermera Flint, que salía con el parte del doctor Whale.
    ―Está bien, está bien, tranquila ―contestó brusca la enfermera baronesa. No le gustaba que la agobiasen―. Hemos detenido la hemorragia, pero estamos perplejos. No hay forma de saber qué la ha provocado. Ahora bien, ¿podrían decirme cuándo dio a luz su hija?
    Los Tower se miraron sin entender nada.
    ―¿Cómo que cuándo dio a luz mi hija? ―inquirió Charlemagne Tower con su vozarrón. Parecía un gigante―. Mi hija no tiene hijos, enfermera.
    Flint dudó y consultó sus papeles.
    ―Su hija presenta la cicatriz puerperal propia del desgarre de un parto doble, señor Tower ―insistió la baronesa―. Tenga, lea el informe si quiere, pero los exámenes son claros: su hija estuvo embarazada y dio a luz.
    ―¿Desgarre puerperal? ―seguía sin entender Tower.
    ―Las mujeres no quedamos igual ahí abajo tras dar a luz ―zanjó la cuestión la enfermera―. Si quieren ver a su hija, pasen.
    Y pasaron.
    ―¡Enfermera! ―la llamó Lila―. Enfermera Flint, ¿qué está ocurriendo?
    ―¿A qué se refiere, señorita?
    ―Mientras esperaba, he visto a varias mujeres que conozco y todas han salido con el mismo diagnóstico.
    ―Embarazo, sí ―admitió Flint.
    ―Pat Reville, la redactora del Mirror, es amiga mía. La vi ayer y hoy tenía un tripón de siete meses.
    ―¿Qué está pasando? ―Ashley no se había enterado de nada con todo lo que había soportado las últimas horas―. ¿Qué les pasa a esas mujeres?
    La enfermera no contestó, sino que se limitó a señalar una ventana.
    ¿La niebla?

    Dodie Dearly era el alma de Storybrooke para muchos. Una belleza serena, pálida, cuya melena era fuego de enero; pasión por la música, asignatura que impartía en el colegio; un acento británico digno de reinas y un refinamiento que no iba con el Bosque Encantado. La señorita Dearly era del reino que vivía sin fin unos eternos años 20. Igual que Aurora echaba de menos su tierra y vestía según el estilo de allí, Dodie llevaba primorosos vestidos flappers que la propia Lila Bloch le hacía a medida.

    ―La idea que ha tenido sor Astrid es muy buena, madre superiora ―decía la mujer, que había ido al convento a ayudar a su amiga el hada a convencer a la monja Azul de…

    ―Es encomiable, sí, traer al coro del colegio y organizar una gala benéfica...

    ―El colegio lo agradecerá y también el pueblo. Cuando se vea unido, seguro que esta niebla desaparece.

    ―Por Argus sé que las cuentas del colegio tiritan más que nosotras ―dijo Astrid―. Vendrían a cantar, invitaríamos a la gente, daríamos una cena… Creo que nadie tendría el corazón tan duro como para negarse, ¿no cree, madre superiora?

    Pero la madre superiora no las escuchaba. Mentar la niebla la hacía temblar, la hacía mirar hacia la ventana y temerse lo peor… Esa niebla, esa maldita niebla…

    Esa niebla no era como la de dos años tras. Era mágica.

    Pero la de dos años atrás también había sido mágica.

    Eran dos magias diferentes.

    Azul casi que podía oler la podredumbre y la oscuridad al acercarse a la ventana. Un olor similar a… ¡No! Habían pasado los siglos y seguía recordando el olor de la fragua, de las rosas azules y de Ray. La niebla olía a Ray.

    ―Alva, el chico de los Hawkins-Nolan, tiene una voz preciosa ―dijo la monja, volviendo en sí―. Le pediré que cante.

    ―Ya me he adelantado ―sonrió Astrid.

    ―Veo que has mejorado mucho en intuición.

    Campanilla acababa de llegar con Aurora. A Azul nunca le hacía mucha gracia que la hadita fuese al convento… Quizás por su personalidad de monja.

    ―Veo que no soy la única con morriña ―sonrió otrora Anita Radcliffe al ver las pintas medievales de Aurora―. Dodie Dearly, encantada.

    ―Aurora.

    Se estrecharon la mano.

    Campanilla también.

    ―¿No nos hemos conocido antes? ―preguntó el hada, sujetando la palma de la inglesa.

    ―Recordaría conocer a un hada.

    Aún tardaron un segundo más en soltarse.

    ―Azul, necesito tu ayuda. ―Aurora no tenía tiempo que perder.

    ―¿Por qué no me acompañas a la capilla, Astrid, y te enseño qué piezas he pensado que podríamos tocar? ―propuso la señorita Dearly, que leía entre líneas que la princesa quería privacidad.

    ―Tú dirás. ―El hada Azul era todo oídos―. Pero, por favor, tranquilízate. Estás horrible.

    ¿Y cómo no iba a estarlo? La gente le decía que lo sentía mucho, que la acompañaba en el sentimiento, pero la criticaban por ser dura, por estar a la defensiva. Se suponía que su hijo había muerto la noche anterior, ¿cómo querían que estuviera, dando besos de arcoíris?

    ―Blanca me contó que el Ser Oscuro le dio una poción que impedía que Regina les pudiese hacer ningún daño tanto a ella como a David, allí en el Bosque Encantado. ¿Sabes de qué poción se trata?

    ―Sombra de grullas, esa es la poción ―dijo la madre superiora con cierto resquemor―. ¿Para qué la querrías?

    ―Por si acaso… Azul, no confío en que Maléfica esté por la ciudad.

    ―Dale un poco, Azul, no te cuesta nada ―intervino Campanilla―. Y no nos vengas con la excusa de que no tienes, de que es magia oscura… La tienda del Ser Oscuro está cerrada y él duerme en la trastienda, seguro que sabes dónde guarda un poco.

    ―Yo te daría un frasco encantada, Aurora ―se defendió la monja, ignorando a Campanilla―. Pero creo que no entiendes como funciona: una vez Felipe y tú bebáis la poción, quedaréis a salvo y protegidos, en este reino, cuando esa persona os hiera. Os debe herir, ¿entiendes? La mejor explicación es que, para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos.

    ―Mas la herida sanará, ¿no? Blanca me contó que Regina la apuñaló y fue en vano.

    «Qué le gusta hablar a Blanca», pensó Azul.

    ―¿Y te ha contado Blanca que uno de los ingredientes, el principal, es un cabello de la persona de quien deseas protegerte? ―Era obvio que no―. Me temo que, sin eso, no podemos hacer nada. Beber la poción sería como beber agua del grifo.

    El gozo de Aurora en un pozo.

    ―¿Estaré indefensa, pues? ―se lamentó la muchacha con su hada, yendo hacia la parte de la capilla, a ver cómo iban Dodie y Astrid con el piano.

    ―Puedo conjurar un hechizo de protección sobre tu corazón, por si Maléfica intentase sacártelo, nada más.

    Mejor que nada…

    Les llegó el rumor del órgano, de la melodía nostálgica, triste, pero a la vez llena de esperanza que tocaba la señorita Dearly. Una melodía que llevó a Aurora de vuelta a la rosaleda de su infancia, con sus padres, con su abuela, con Día… con las visitas de Felipe cada verano… con el rey Hubert enseñándole a manejar un cuchillo…

    «Un cuchillo me protegerá, igual que me dio seguridad cuando creí que Blanca y Emma habían matado a Felipe».

    ―¿Y esa canción?

    Alva Crane, que había salido de la nada, iba hacia el púlpito, hacia el órgano, y cogió la partitura de la pieza que Dodie tocaba.

    ―¿La chambre de Mercédès?

    ―¿Qué mosca te ha picado? ―saltó Campanilla.

    En la cara del chico se había difuminado algo feo, muy feo… Pero fue cosa de un momento. Era la misma especie de criado de mente simple que Aurora había conocido por la mañana.

    ―Nada… No pasa nada ―contestó con esa voz de niño de trapo que ponía a todos nerviosos.

    Y les dedicó a todas su mejor y más infantil y boba sonrisa.

    Cuando Aurora ya marchaba, tuvo que soportar aquella mueca tan desagradable otra vez.

    ―¡Princesa, princesa! ―llamaba Alva, corriendo por las escaleras del convento.

    ―Tengo prisa… ―Apenas sí lo veía con la niebla.

    ―¡En el Bosque Encantado…! ―comenzó él, acercándosele―. Me encapriché de una joven. Su hermano no me creía digno de ella, así que yo hice lo que en tantas canciones había oído que se hacía y le reté a un duelo.

    ―Alva, de verdad, es muy interesante, mas…

    ―Perdí ―sonrió él, tan dulce e infantil que daba ternura―. No soy un guerrero. No se me da bien la violencia… Pero sí que se me da bien la estrategia… ―Cogió una mano de Aurora, que no podía creer su atrevimiento―. Por favor, tened una estrategia con Maléfica. No queráis luchar contra ella, cogerla desprevenida. Por favor. Cuando perdemos, el corazón hierve y entonces… se convierte en un pozo de caos que nos ahoga y arrastra.

    ―L-lo tendré en cuenta ―respondió Aurora, tras un largo silencio, casi asustada―. Adiós.

    Alva no podía estar más contento.

    «Me precio de ti, princesa, con tu mal genio y tu mente lenta… Vas a darme placer el resto de tu vida».
    Camelot
    Muchos Años Atrás


    El castillo de ser Héctor se alzaba en un vasto claro de un bosque aún más vasto. Tenía un patio de armas y un foso con barrera cruzado por un puente de piedra fortificado hasta la mitad. La otra mitad la cubría un puente levadizo de madera que se alzaba todas las noches. Al salvarlo, uno se encontraba tras las murallas, en la calle del poblado (sólo tenía una calle), que se extendía casi media milla y estaba franqueada por casas de adobe y techumbre de paja. La calle dividía la extensión del claro en dos grandes campos; cultivos en centenares de estrechas parcelas a un lado y vegas para el pastoreo y obtener heno al otro.

    Por ahí fluía la marea de pieles, satén, seda y terciopelo hacia el gran salón de las columnas, donde se organizaban el banquete y el baile. Algunos invitados ya habían entrado para ocupar sus lugares en los bancos, otros revoloteaban ante las puertas para cumplir con el arcaico juego de las apariencias y el lisonjeo.

    Cada una de las tres hijas de madame Lumiere jugaba diferente.

    Charlotte era cambiante. Intentaba sacar su personalidad pizpireta e infantil y hacía comentarios algo inoportunos, como llamar carita de seda a lord Grummore cuando tenía más barbas y espinillas que un higo chumbo. Se le daba bien tratar a los niños, eso sí, pero era tan impropio… Así nunca cazaría a un príncipe ni un noble de alcurnia.

    Drizella era hosca, demasiado recatada, y muchos confundían su silencio con arrogancia, incluida su madre.

    Anastasia, en cambio, era la mejor. Supo alabar la túnica de lady Chovny, le dijo al archiduque viceadjunto de… que le veía mejor de su tos y se interesó por las costumbres matrimoniales del Hua-Sun al hablar con Quong Po, príncipe del imperio.

    «Sería una gran reina si consigue atrapar a Arturo», pensó madame Lumiere, lamentándose una vez más por lo de Kay. «Y sería una gran esposa si consiguiese enamorarlo, mas no se puede tener todo». 

    Ser Héctor, que las esperaba, tendió un brazo a madame Lumiere y se la llevó a una estancia privada, tras unos tapices, para hablar a solas. Así, las tres hermanas fueron entrando solas en el que iba a ser el baile de los bailes.

    ―¿Creéis que tendremos boda? ―A ser Héctor le gustaba ir al grano.

    ―Todo llega en esta vida, mi señor ―respondió la dama con una sonrisa―. Sólo hay que tener paciencia.

    ―Y alguna que otra artimaña…

    ―Oh, por supuesto. Es de necios sentarse a esperar que el destino nos depare lo que anhelamos.

    El caballero, el orondo caballero, enorme y grueso, sacó una bota de vino de a saber dónde y bebió un trago. No terminaba de anochecer y ya tenía el rostro congestionado…

    Madame Lumiere suspiró.

    ―¿Qué hija veis más apta para ser reina? ―dijo ser Héctor entre buches.

    ―Nunca seáis previsible para vuestros enemigos, ser ―fue la respuesta de la dama.

    ―Creí que éramos aliados.

    Madame Lumiere suspiró… otra vez.

    ―Vos sabéis de guerras y de batallas, nuestro reino quebrado ha estado inmerso en muchas, no creo que sea necesario explicar lo que pasa entonces con las alianzas.

    ―La nuestra aún es fructífera ―se quejó ser Héctor―. Y si me entregáis a una de vuestras hijas, os quitaré un problema de encima y os daré un buen apellido que unir al vuestro.

    ―¿Estáis llamando a mis hijas problemas?

    ―Ese es el nombre por el que vos las conocéis.

    Madame Lumiere volvió a suspirar.

    ―A veces creyera que somos almas gemelas… Mas sí, mis hijas o, más bien, mi hija, la mediana, Drizella, ha sido un quebradero de cabezas desde que nació ―reconoció la mujer, sombría cuanto menos―. Su belleza le fue una maldición y su orgullo un castigo.

    ―Mas siempre hay un roto para un descosido, ¿no? ―rio ser Héctor―. Yo podría admirar su belleza… y su orgullo.

    ―Lo que os aconsejo, mi señor, es que tengáis paciencia… ―Paciencia la que tenía que tener ella con ese mandril gigante―. Las Lumiere no son mujeres sumisas, no ante hombres.

    ―No os apuréis. Tendré toda la vida para aleccionarlas.

    Ser Héctor ya no parecía bromear y madame Lumiere meditó con mucho cuidado sus siguientes palabras.

    ―Os deseo suerte, pues. La necesitaréis.


    El enorme salón de las columnas estaba iluminado con antorchas que resplandecían ya en todos los apliques de las paredes. Los invitados estaban junto a las mesas mientras los heraldos declamaban los nombres y títulos de las damas y señores que iban entrando. Pajes ataviados con la librea real los escoltaron por el ancho del pasillo central. Arriba, las galerías estaban abarrotadas de músicos con tambores, flautas, violines, cuernos y gaitas.

    Charlotte sólo podía pensar en mantener la compostura. Gracia y compostura:

    «Tú tranquila, no te entretengas, no te distraigas… Oh, qué bonito el capirote de esa dama, bueno, bonito… bonito para jugar a los disfraces», rio, queriendo serenarse al punto. «No mires a la gente, no mires… Oh, el caballero de las mariquitas, ser Manrice, qué guapo es… mas bastardo, mas guapo… ¡Deja de mirarlo! ¿Y si fuera príncipe en lugar de bastardo? ¡Deja de pensar en él! ¡Mira los detalles de caza de las columnas, eso!».

    Y en esas, intentando no aburrirse ni distraerse de los grabados de las columnatas, más bailando que andando, chocó con otra dama, algo ancha y fornida, de piel negra, que vestía una túnica bermellón con brocados de oro.

    ―¡Lo siento, lo siento, lo siento, mi señora!

    ―Tranquila, no ha sido nada ―dijo la mujer, pasmada ante los gritos.

    ―Es que vaya cabeza la mía, mi señora ―volvió a pedir perdón Charlotte, yendo hacia la mujer y asegurándose de que no le había arrugado el vestido, lo cual era una total falta de respeto―. Lleváis un vestido precioso, digno de una princesa… ¡O de una reina! Mas, ¿qué digo? Otra vez vuelvo a hablar de más. Disculpadme, por favor. Iba distraída, bailando… Esa canción me gusta mucho. «Por una camelia rosa», creo que se llama. Romance antiguo, romance antiguo sobre una joven que quería poder… Oh… ―Había reparado en el broche en forma de yelmo que la dama llevaba prendido en el pecho―. ¿Un yelmo? Creo que no sé a qué familia pertenece este emblema… Aunque la heráldica se me da fatal. Soy mejor para las caras.

    Y calló avergonzada.

    La otra mujer se echó a reír.

    ―Arianna Corona, reina de Helmsville, allende los bosques ―se presentó, amable―. Mas no calles, por favor, me hace mucha gracia tu desparpajo, muchacha. Como dirían en mi tierra, tienes mucho arte.

    Charlotte se sintió muy aliviada, pero también más avergonzada.

    ―Sé controlarme, señora… quiero decir, mi reina. Sé controlarme y ser formal.

    ―¿Cómo te llamas, muchacha formal? ―preguntó Su Majestad con una sonrisa.

    ―Charlotte Lumiere.

    Una reverencia.

    Y una carcajada por parte de la reina.

    ―Bailabas muy bien, Charlotte Lumiere.

    ―A mí me encanta bailar ―dijo la joven con entusiasmo―. ¿Y a vos?

    Comenzaron a pasear por la sala. La reina se abanicaba con gracia, elegante, mientras Charlotte, que quiso imitarla, se golpeaba el pecho con su ventalle.

    ―Yo no sé bailar, querida. Siempre piso a mi marido. Mis hijos tampoco, así que nunca bailamos, sólo comemos… ―Y rio de su propio chiste.

    ―¿Tenéis hijos? ¿Príncipes?

    ―Espero que tú interés no sea impropio… ―se lamentó la reina Arianna, suspicaz―. Me estabas cayendo en gracia.

    ―Oh, no, no, no, no, no… No me malinterpretéis, Alteza… digo, Majestad. Es sólo que nunca he salido de Camelot y aquí no hay reyes ni príncipes… Bueno, desde hoy sí y, bueno, en realidad hay príncipes, mas de principados pequeños y sin importancia y…

    ―Y tienes mucho arte ―rio la reina otra vez―. Tengo dos hijos, Frerot y Rapunzel.

    ―¿Rapunzel? Curioso nombre…

    Y antes de que diese comienzo a una nueva retahíla de disculpas y justificaciones, la reina se explicó.

    ―Cuando estaba embarazada, tuve un antojo de ruiponces que no satisfice. No se cultivaban por allí. Ahora, cada cumpleaños de mi pequeña, a lo largo y ancho del reino se siembran para que nunca falten.

    ―Vos también tenéis mucho arte, Alte… Majestad ―rio Charlotte, de forma muy audible, para intentar ponerse seria al momento―. Os prometo que sé comportarme, Majestad.

    La reina, que disfrutaba mucho de su compañía, le pidió que se sentase con ella durante el banquete, y así lo hizo la muchacha.

    El rey Arturo entró en el salón a lomos de un caballo blanco. Los pajes corrían ante él y arrojaban pétalos de camelia bajo los cascos. El rey que fue prometido vestía calzones a rayas color negro y dorado y un jubón de hilo de oro con mangas de satén oscuro. Se ceñía las cienes con una corona también dorada y embellecía su rostro recién afeitado con una sonrisa aguerrida y triunfante. Ahí estaba, con todos a sus pies, cuando días atrás era él quien hacía las reverencias.

    La guardia (ser Lancelot, ser Morgan, ser Maximus y ser Héctor) lo escoltó hasta el trono, cubierto con estandartes que el propio rey había elegido como propios: un guiverno dorado cuarteado en campo de gules.

    ―¡Viva el rey Arturo! ¡Viva Camelot! ―corearon todos.

    Anastasia lanzó la primera mirada a Su Majestad.

    Y él le sonrió a cambio.

    Un millar de copas entrechocaron y el banquete se consideró comenzado.

    El plato inicial era crema de caracoles rehogados en almíbar de picotas y se sirvió en cuencos, cómo no, dorados.

    Sólo quedaban sesenta y cinco platos entonces.

    Drizella, sentada junto a su hermana y su madre, jugueteaba con la cuchara, mirando al resto de damas y señores a los que la felicidad volvía hermosos.

    Ella no era feliz.

    Y no podía quitarse a Ginebra de la cabeza.

    La odiaba.

    La odiaba porque…

    ―¡Madre! ¡Madre!

    Las tres Lumiere se sobresaltaron al ver a Charlotte correr, sin formas ningunas, hacia ellas.

    ―¡Pero bueno! ―se indignó su madre―. ¿Qué haces, niña?

    ―Madre, no sabéis lo qué ha pasado. He conocido a la reina de Helmsville y le he caído en gracia. Quiere llevarme a su corte como dama de honor y doncella. ¿Qué os parece? Voy a vivir en un palacio ―dijo, loca de contenta, intentando moderar su entusiasmo.

    ―Muy bien, ya puedes bordar igual que en casa y ser una criada bien vestida ―dijo madame Lumiere, con desprecio.

    ―Madre, voy a ser lo que quería ―insistió Charlotte sin ver el peligro.

    ―Querías ser princesa y te vas a conformar con ser dama de compañía. ¿Pretendes que te de la enhorabuena por eso?

    Anastasia rio.

    Drizella siguió más pendiente de la cuchara y el resto de invitados que de su familia.

    ―Seré lo que quiero ser, madre ―repitió la joven, perdiendo la sonrisa.

    ―Lo que te van a dejar ser, dirás ―la cortó su madre, decepcionada―. No voy a consentir que te rindas a la primera de cambio y elijas el camino fácil. Puedes hacer algo de tu persona, mi niña, así que, con mucha educación, rechazarás el ofrecimiento de la reina y volverás aquí, a mi lado, donde te aguarda un porvenir más alto.

    ―Sí, madre…

    ―Y haz el favor de buscar a tu hermano y a Fifí… Y a ver su alguna ve a su padre por aquí. Esos La Bouff son más escurridizos que su dinero…


    Fifí y Flicker no estaban juntos.

    La muchacha conversaba y mascaba tabaco con otras damas, tratando temas fútiles. No necesitaba estar vigilando a su esposo todo el día, ya lo tenía atado en corto.

    A quién no, era a su padre.

    ―¡Pastelito!

    ―¡¿Padre?!

    Era claro que no esperaba o no quería verlo allí.

    ―Mira que no responder a mis cartas… ―se hizo el regañón―. Mas estás perdonada, hijita mía.

    ―Padre, yo…

    ―Te presento a lord Bicter Zugnom de Broquenstausten, archiduque viceadjunto de… de… de algún lado ―dijo, llevándola hacia un hombre de enormes bigotes de morsa―. Señor archiduque, mi hija, la nueva duquesa.

    La sorpresa de horror de Fifí no pudo ser mayor.

    ―¿Os habéis enterado?

    ―Y no por ti ―siguió el bueno de Eli La Bouff haciéndose el regañón―. Mas no importa, porque te traigo aquí al mejor heraldista que se pueda encontrar, el señor viceduque de adjunto.

    ―Archiduque viceadjunto de…

    ―Padre, no, por favor… ―Pero su padre no la dejaba hablar.

    ―Tranquila, pastelito, no me lo agradezcas. Tu ducado precisa de un escudo de armas.

    Fifí lo hizo callar y se le acercó para susurrarle:

    ―No soy duquesa, padre, no soy duquesa. Me lo inventé para casarme con Flicker.

    Eli La Bouff rio.

    ―Ay, no digas sandeces, querida, si basta con verte; tienes un porte ducal impresionante…

    ―Le mentí a mi esposo. Les mentí a todos. Ahora no sé cómo saldré de esta… Por eso no quiero un escudo. ¿Contento?

    Al pobre hombre le iba a dar un pasmo.

    ―¿Cómo quieres que esté contento con el disgusto que me acabas de dar?

    Fifí se marchó airada, pero el archiduque no.

    ―Qué lástima… Tenía preparado unos bosquejos… Y lo peor es que tendré que cobrarlos.

    Aquello hizo de resorte para La Bouff.

    ―De eso nada ―le contestó―. Yo me he quedado sin duquesa, sin duquesa no hay escudo y sin escudo no hay dineros.


    Los platos y espectáculos se fueron sucediendo con asombrosa profusión, espoleados por una marea de vino y cerveza. Un arlequín en zancos persiguió entre las mesas al bufón de ser Héctor para deleite del público, que zampaba garzas asadas en ese momento. Saltimbanquis dieron volteretas, caminaron sobre manos y mantuvieron platos en equilibrio con los pies mientras se subían unos sobre otros hasta formar una pirámide. Piromantes conjuraron luego guivernos de fuego para congraciarse con Arturo, que, al fin, cuando se cansó de comer (allá por el plato trece), ordenó que diese comienzo el baile como tal.

    Anastasia se levantó para llegar la primera al rey, porque no era la única que ignoraba la existencia de Ginebra, pero su madre la retuvo.

    ―¿Qué ocurre, madre?

    Sus instrucciones fueron precisas:

    Ve la última, despacio, ignorándole, buscando a otro hombre con el que bailar, mas pasa cerca, muy cerca, que se fije en que no te fijas en él. Niégate una vez, sólo una…

    Pero madame Lumiere ignoraba que Arturo ya tenía interés en Anastasia. Llevaba toda la noche deseando preguntarle…

    ―¿Dónde está Ginebra?


    ―¿Estás segura de que no quieres venir? ―preguntó Percival a Tiana por última vez.

    ―No has podido hacer todo este viaje para quedarte aquí tirada ―insistió Ginebra.

    ―Tienes que lucir ese vestido ―le dijo Laura.

    ―No estoy hecha para esos eventos de la realeza. Prefiero pasear un rato por aquí.

    “Aquí” eran los alrededores del fuerte de ser Héctor. El grupo había concluido su periplo, pero no quería dejar a la pobre Tiana sola en la oscuridad. La Noche Azul parecía retrasarse y la luna casi que se había consumido en la negrura del firmamento.

    Pero es que Tiana necesitaba estar sola. Oyendo a Percival mientras viajaba se había empezado a cuestionar qué estaba haciendo con su vida. Trabajaba sin descanso, ¿y para qué? ¿De verdad conseguiría algún día oro suficiente para recomprar la posada?

    Bajó por la nieve hasta el río helado y se sentó en la orilla, calándose hasta los huesos.

    Luchaba duro por cumplir su sueño, pero quizás no era nada más que una utopía, un mundo ideal… que jamás llegaría.

    Tiana, no hay ninguna como tú.
    Tiana, no hay ninguna como tú.
    Siempre que te esfuerces por tus anhelos,
    por muy lejos que parezcan,
    si los persigues con empeño,
    llegarás antes de que anochezca.


    Tiana empezó a llorar.

    Lo único que le quedaba de sus padres era el anillo de bodas que su padre le había regalado a su madre. Era de oro. La única joya de la familia.

    ―Os echo de menos. Echo de menos que me protejáis, que me cuidéis, que veléis por mí… Echo de menos el amor.

    Y quiso la mala fortuna que el anillo resbalase de sus dedos fríos y rebotase y rodase por el cauce helado.

    La muchacha quiso ir tras él, pero el hielo se resquebrajó a su paso.

    No podía moverse de la orilla.

    Pero no iba a perder su anillo.

    No podía.

    ―Soy una inútil ―dijo en voz alta, mirando al cielo negro, buscando a la estrella azul―. Ni un deseo me va a querer conseguir esta cochina noche.

    Y sólo se oyeron sus sollozos y el croar de un sapo.

    El croar repugnante de un animal aún más repugnante.

    Y entonces, su voz.

    ―Perdona, ¿este anillo es tuyo?

    Tiana gritó, primero de la sorpresa y luego del asco y luego, otra vez, de la impresión.

    ¿Un sapo que hablaba? Imposible… aunque un árbol la había vestido horas atrás…

    ―Tienes que ayudarme ―le dijo el sapo, que llevaba el anillo en la cabeza, como si fuera una corona―. La muerte nos alcanzará esta noche.


    ―¿Dónde está Ginebra?

    Comenzaron a danzar al son de un animado vals, un baile con muchas idas y venidas… y Anastasia no supo qué responder. Cuando Arturo reiteró la pregunta, se sacó las palabras a marchas forzadas.

    ―No querría venir, supongo. Yo no sé nada de su vida ―dijo, orgullosa y satisfecha de su respuesta.

    ―Pues deja que te revele algo de ella ―contestó él, duro, apretándole la mano y la cintura con las que la dirigía―: cuando era niño, cuando era un huérfano sin porvenir alguno, iba de aldea en aldea, faenando de lo que fuera a cambio de un poco de paja en el establo para dormir y un mendrugo de pan aguado. Paré en tu casa y entré por la puerta de la despensa, donde estabais tú, tus hermanas y Ginebra. Vosotras os burlasteis de mí y me echasteis, mientras que Ginebra me pidió disculpa en vuestro nombre y me dio galletas. A las pocas semanas volví y entonces estabas tú sola. ¿Quieres que te recuerde tus palabras? Fueron «la única comida que te daría sería la carne envenenada que usamos de cebo para matar ratas, un desharrapado más, un desharrapado menos. ¿A quién le importa?». Me hiciste llorar, me hiciste querer morir, mas tú reíste. ¿Qué tienes que decir a eso, Anastasia? ¿Piensas responder eso a los súbditos si te conviertes en reina?

    La muchacha tuvo la decencia de sonrojarse y hasta de marearse con tanto baile.

    ―Yo… yo… era una niña.

    ―Ginebra también.

    La joven se había quedado sin palabras, pero Arturo no, Arturo tenía mucho que decir.

    ―Yo sólo quiero a Ginebra, mi amor verdadero. Estaremos juntos, te pongas como te pongas, se ponga como se ponga tu madre y se ponga como se ponga ser Héctor.

    Ponerse tan digno puso mala a Anastasia, que le echó en cara su palpable avaricia.

    ―No se puede tener todo. Quieres amor verdadero, mas no renunciarías a la corona por él.

    ―Porque la corona es mía. Excálibur me eligió. ―A Arturo tampoco le gustaba mucho mentir al respecto de eso. Le partía el alma que en su vaina sólo hubiera media espada―. Si supieras lo que es el amor, Anastasia… No voy a ser tan malo de desearte que no lo encuentres, al contrario, ojalá lo halles. Mas, siendo mi reina, tendrías una corona, sí, mas también mi desprecio, soledad y el fin. Yo quiero a Ginebra y ella estará conmigo hasta que la muerte nos separe.

    ―¡Aquí necesitamos una canción! ―oyó la muchacha que decía su madre, que había visto el peligro desde el público formado alrededor de los bailarines―. Tocad «Ida la heroína», por favor.

    Arturo ya se separaba de ella, en busca de otra pareja de baile, cuando madame Lumiere bramó:

    ―Dedico este baile a mi hija y al rey Arturo.

    Nobleza obligaba.

    ―¿Me concedéis este baile, Majestad? ―dijo Anastasia, sonriente y maliciosa.

    Arturo la condujo al centro del salón y, mientras danzaban, la madre de la joven cantaba una balada lenta y romántica…

    ―¿Dónde han quedado
    los hombres gallardos?
    »¿Dónde, mi rey soñado?
    ¿Dónde está Merlín?
    ¿Dónde está Zeus
    para este reino unir?
    Quizás sea el momento
    de luchar por ese sino eterno.
    ¡De ser héroes!

    Los músicos dieron entonces el golpe de gracia, de ímpetu, y madame Lumiere elevó su voz. El baile iba a ser frenético:

    ―Pues nuestro es el final feliz
    y yo habré de ser fuerte,
    habré de ser dura,
    habré de dar muerte
    al miedo a la aventura.
    »¡Seremos héroes!
    Antes de medianoche,
    porque, al dar las doce,
    el sueño da a su fin.
    Cuando acabe el goce
    sólo quedará morir.

    Pese a lo incómodo que Arturo se sentía y la ganas que tenía de darle un empellón a Anastasia, la muchacha intentaba mostrarse seductora, atrayente, pero todo era en vano. Aquello estaba perdido desde antes de empezar, desde muchos años atrás. Arturo era de Ginebra y Ginebra de Arturo.

    ―Mueve los pies,
    álzate, mas no seas reina,
    sé la heroína de él.
    Deja que se oscurezca la Noche Azul,
    que las hadas rabien por ti,
    porque tu sino lo eliges sólo tú.
    ¡Sé una heroína!


    Ginebra se quitó las pieles. Ginebra entró al castillo.
    Ginebra recorrió todos los pasillos.
    Con su vestido de oro,
    sus zapatos de loto
    y la dicha en el rostro.

    Ginebra tomó el brazo de Percival,
    Laura los siguió de cerca,
    con su vestido rosado
    y una sonrisa de lado a lado.
    Los guardias, siempre firmes,
    se perdían al mirarlas;
    eran las más bellas de la velada.
    Y como en un cuento de hadas fue que ocurrió todo.

    Arturo bailaba con Anastasia, mas se detuvo y, con él, la música y la canción. Podía ver al fin al amor de su vida, a la mujer destinada a ser su esposa.

    Se quedaron mirando.

    Y corrieron el uno hacia el otro.

    ―Te amo, Arturo.

    ―Déjame a mí probarte cuanto te amo dejando hacerte mi reina.

    El rey hincó sus rodillas y sacó un anillo guardado desde mucho tiempo ha, una mísera joya de acero en lugar de oro.

    Se prometieron.

    Se besaron.

    ―¿Y por qué no casarnos aquí y ahora? ―dijo Arturo, sonriente, mirando a todos los invitados―. Para una boda no se necesitan más que novios y testigos. Tenemos ambos.

    Ginebra rio y lo abrazó. Aún no había reparado en su familia.

    ―Yo sólo tengo que decirte sí, amor mío…

    ―¡MALDITA! ¡MALDITA SEAS!

    Madame Lumiere iba hacia la pareja, atusándose el vestido, echa un basilisco.

    ―¡Maldita bastarda desagradecida y pretensiosa!

    Alargó una mano para abofetearla, pero Arturo se puso en medio.

    ―Teneos, mi señora, o…

    ―¡¿O qué?!

    Charlotte contemplaba el espectáculo desde el corrillo, avergonzada y buscando donde ocultarse. Drizella parecía haberse marchado. Anastasia seguía ahí, en el centro del salón, humillada dos veces.

    ―Marchad, madame, y desapareced de mi vida para siempre ―dijo Ginebra, poniéndose ante Arturo―. Por fin me libro de vuestro yugo, de vuestra maldad. Ahora seré feliz.

    ―¿Y qué hay de mí? ¿Qué hay de mi felicidad? ¿De mi cuento? ―Madame Lumiere estaba dejando que la rabia se la llevase―. ¿Cómo crees que me siento cada vez que te veo?

    ―Yo no os he hecho nada.

    ―¿Hace cuánto decidiste que yo era la mala? Porque si aquí ha habido alguien que nos ha emponzoñado hasta la muerte fue tu padre. ¿Te has preguntado alguna vez quién ha velado por su buen nombre? ¿Por el nombre de los Lumiere?

    ―¿De qué estáis hablando?

    Anastasia y Charlotte se acercaron, despacio, también en completa tensión.

    Madame Lumiere miró en derredor.

    ―¡Hablad, rediez! ―bramó Arturo.

    ―Al final, todo lo que he hecho por mis hijas no ha servido de nada ―se lamentó la señora, con los ojos vidriosos.

    ―Madre, no seríais capaz de… ―Anastasia, conocedora de la carta que dejaba a Ginebra como heredera, acababa de fabular su teoría―. ¿Matasteis a padre?

    La mujer miró a su hija horrorizada, luego a Ginebra y Arturo.

    ―Asesina ―dijo el rey―. Sois una asesina.

    ―No. Yo no le maté. Se suicidó.

    El silencio fue total.

    ―¡Eso no tiene sentido! ―Ginebra también estaba por ponerse a llorar.

    ―Se suicidó porque le hice creer que me habían concedido su incapacitación… Creyó que lo encerrarían y…

    ―¡Madre! ―Anastasia no lo podía concebir.

    ―Me encargué de que pareciese algo natural… por el bien de todos ―explicó ella. Parecía a punto de desmayarse―. Se habría sabido todo, se habría aireado ante todos mi fracaso como esposa y mujer. Me había sido infiel, había tenido dos hijos con otra mujer y, al final, se quitó la vida cuando vio que yo, una fémina, iba a arrebatarle su patrimonio. ¿No habríais hecho lo mismo por ocultarle esa verdad al mundo y a vuestros seres más queridos? Mas, claro, ¿qué vas a decir tú, Ginebra? ¿Qué vais a decir todos? 

    Las campanas comenzaron a tañer por la medianoche.

    ―Vosotros sois los enamorados, sois los guapos, los queridos, la pareja dulce que se profesa amor verdadero.

    »Sois los buenos.
    Yo no soy buena. No soy mala.
    Sólo soy humana.
    »Mas soy la madrastra
    y tú la huérfana.
    Soy la madrastra,
    la malvada,
    la villana,
    la despiadada.
    »La madrastra. ¿Y a quién le importa el cuento de la madrastra?
    Vosotros podréis ser
    desgraciados como tu padre,
    como este rey será, verás,
    mas, ¿qué más da?
    »Ya es medianoche.
    Sed felices para siempre.
    O hasta medianoche,
    Porque aquí os traigo mi maldición.

    ―Madre, por favor, marchémonos ya ―quiso pararla Charlotte, muerta de vergüenza, imaginando qué pensaría la reina Arianne de la escena.

    ―Os anuncio que se os avecina el peor de los destinos ―escupió la mujer, ida de rabia―. Os anuncio que lamentaréis este día, pues vuestro amor no producirá otra cosa que un futuro amargo y lleno de dolor. No obtendréis más que lágrimas y sangre. Yo os maldigo. ¡Os maldigo a vosotros y a toda vuestra descendencia!

    Y en plena arenga, Ginebra se adelantó y tendió una mano a su madrastra.

    ―Debió decirme lo de mi padre hace mucho, madrastra ―dijo, suave―. Sé que no me habéis querido nunca, que no fui fruto del amor, y vuestro carácter me ha hecho daño en ocasiones. Vos no me queréis a vuestro lado y yo tampoco a vos en el mío. Espero que ahora ambas podamos ser felices.

    ―No sabes qué estás diciendo. ―La compasión de Ginebra era la puntilla para madame Lumiere.

    ―Vos sufristeis el tormento de mi padre, así que os deseo suerte.

    ―¿A mí?

    ―La necesitaréis para que el destino no os haga pagar por el daño que habéis hecho, mas también para disfrutar de la vida. Os lo digo de corazón, Fedra.

    ―Retiraos a vuestros aposentos. Mañana por la mañana pariréis en destierro al otro lado del Bosque Infinito y ni vos ni vuestros hijos volveréis nunca a Camelot ―decretó Arturo―. Yo os deshonro y os despojo de cualquier propiedad.

    Fedra Lumiere, derrotada, buscó entre los asistentes al deplorable espectáculo a su hijo y a su nuera, pero no los encontró. Buscó a Drizella, pero no la encontró. Cogió a Anastasia y Charlotte y marcharon del festival.

    Siempre con gracia y compostura.


    Percival sintió una mano en su hombro.
    Drizella lo miró a los ojos.
    Era ella.
    Era él.
    «Ginebra. Ha sido Ginebra», fue todo lo que pudo pensar la muchacha.


    Laura había visto a Maximus en la galería, junto a los músicos, así que no estuvo presente en el cara a cara de Ginebra y su madrastra. En el pasillo oscuro que había tras el gran salón, por donde se subía, se topó con un hombre que montaba de forma diferente a la acostumbrada. Había empujado a una mujer contra la pared y le había levantado las faldas hasta las cinturas. La mujer reía entre dientes hasta que vio a Laura; entonces dio un gritito, pero a ella le dio igual. Ella sólo estaba allí por Maximus.

    Cuando lo encontró, el baile se había reanudado y Ginebra y Arturo danzaban muy acaramelados.

    ―Mi caballero ―dijo Laura.

    ―Mi doncella ―dijo Maximus.

    Corrieron a abrazarse. A besarse. Y habrían ido a amarse, de no ser por el toque de cornetas.

    Laura se abrazó a su esposo ante el revuelo.

    ―¡Afuera! ¡Afuera! ―oyeron que gritaban muchos.

    La gente de la galería, entre ellos la pareja, fue a los ventanucos para saber qué pasaba.

    ―¿Qué es eso? ―preguntó Laura aterrada.

    Una fantasmal niebla blanca estaba cubriéndolo todo y se acercaba al castillo.

    ―Magia negra ―respondió Maximus, solemne, abrazando aún más fuerte a su amada, protegiéndola―. Algo muy malo.


    Y en medio de la niebla, una figura encapuchada paseada, sintiendo los bosques de Brocelianda como su hogar.

    La figura se quitó la capa, revelando ser una mujer hermosa, morena, de piel aceitunada y ojos pardos. Claro que en la noche eterna de aquel bosque de oscuridad nada de eso se distinguía.

    Mas sí se veía que estaba preñada y a punto de reventar.

    La mujer se acuclilló jadeante y abrió las piernas. Le corrió por los muslos una sangre reseca y oscura y como brea negra mientras gritaba de agonía y éxtasis.

    Entonces salieron dos brazos, dos brazos igual de negros que una sombra, que se aferraron a sus muslos y empezaron a encarnarse.

    Esa Noche Azul, Azul había fallado al reino.
    Storybrooke
    Enero, 2014


    Ashley terminó por llamar a Kathryn y decirle que empezasen a buscar sin ella. Necesitaba ver a Sean y estar un rato con él y Alexandra. No le terminaba de gustar llevar a la niña al hospital, pero quería que, al menos una vez a la semana, estuviesen los tres juntos.

    Un hematoma subdural. Sean tenía un hematoma subdural por el golpe que se dio en la cabeza. Un hematoma subdural era una hemorragia craneal. Whale le había tenido que operar de urgencia para aliviar la presión y retirarle las astillas de hueso del cerebro.

    Y ahora estaba en coma…

    Coma…

    «Sueño de la muerte», recordó Ashley que significaba en latín.

    Ella y Mitchell se habían informado del tema y lamentaban haberlo hecho. John Doe, David Nolan, había sobrevivido gracias a que el tiempo estaba congelado durante el hechizo, pero Sean tenía el cronómetro en contra; se consumiría, perdería el pelo, sus nervios ópticos se harían puré bajo los párpados, sus ligamentos se acortarían y así hasta que retrocediese hasta ser de nuevo un feto. Su mente quedaría en blanco y él nadaría para siempre en las placenteras aguas de la degeneración cerebral.

    ―Un día saldrá el sol,

    un día sonreiré a la luz

    y a mi reino volveré.

    Feliz para siempre seré.


    Ese cantar melodioso le puso los pelos de puntas. Corría por los pasillos del hospital como un eco dulce, pero también malicioso. No le gustó nada. Y menos le gustó la estampa que encontró en la sala de espera.

    La sala de espera estaba pintada con colores brillantes, sólidos, que le hirieron los ojos. Había unas pocas personas sentadas, hojeando revistas maltrechas o con la mirada perdida en la niebla de las ventanas. Esperaban al padre al que le habían extirpado cálculos biliares, a la madre a la que le habían descubierto un pequeño bulto debajo de un pecho, al amigo que había recibido en el tórax el golpe de un martillo mientras practicaba jogging… La preocupación era barrida del rostro de todos como las cenizas de una chimenea.

    Y a los más pequeños, a niños que incluso Ashley conocía, los cuidaba Lucery.

    Impensable e indignante.

    Lucery, el mismo que se la había llevado encañonada dos noches atrás estaba allí, deleitando a los pequeños con su voz. En cuanto la vio, se mordió la lengua.

    ―Está bien, venga, despejen la sala. ―La enfermera Flint veía el peligro venir―. Aquí no hay nada que ver, vamos, vamos, circulen.

    Ashley le dio las gracias sin hablar.

    Y Lucery tuvo la poca vergüenza de mirarla a los ojos.

    ―No sé cómo dejan que te acerques a los niños. No sé cómo Argus no te tiene esposado…

    ―Lo siento ―dijo el joven, impasible.

    ―¿Cómo?

    ―Que siento lo que ha ocurrido a vuestro esposo, Ashley.

    ―¿Sabes que mi esposo podría haber muerto? No me dejaste atenderlo ni pedirle ayuda. ―No lo iba a perdonar ni loca.

    ―Lo siento.

    ―¡Deja de repetir eso!

    ―Shhh… ―chistó la enfermera Flint, que, por supuesto, sí se había quedado a ver o, quizás, a comprobar que las cosas no se pusieran feas.

    Lucery se quedó ahí, mirándola, sin reaccionar, sin decir ni mu.

    ―Debe de faltarte un hervor. Debes de ser cortito o algo ―dijo Ashley, harta de sus ojos de besugo―. Sólo así me explico que seas tan… tan…

    No le mereció la pena acabar la frase y se fue.

    Lucery se quedó ahí, medio maravillado y medio dolido por el parecido que encontraba entre la tal Ashley y…

    ―Rita. Ese nombre os va mejor, lady Ashley. Rita.

    Una cuchillada de dolor le atravesó el pecho.

    ―Rita… ―repitió… con odio.


    Yo no tenía grandes sueños. Yo no necesitaba gran cosa. Mi paraíso eran mis mantas. Vivía bajo ellas, siempre calentito, a salvo y seguro. Allí sentía que ningún mal podía alcanzarme. Allí pasaba la vida en un continuo duermevela.

    No podía echar de menos las cosas de allí arriba, porque las de aquí abajo eran todo lo que conocía.

    O todo lo que recordaba.

    Lo único por lo que podía sufrir, la única pizquita que podía añorar… era el amor.

    Amor de alguien más que mis mantas.

    Amor de madre. De una madre que no fuera de lana.

    Como el que esa noche recibí.
    ―Duerme, corazón.
    En mis brazos, duérmete.
    No me penes más,
    el mal ya se fue
    y el sol saldrá otra vez.

    La voz y la canción me abrazaron. Me aseguraron otro cobijo.

    Yo salí, poco a poco, de las sábanas y a vi; la mujer más bella de la habitación. De mi reino.

    Mamá.

    ―Mi niño ―sollozó Lila Bloch, Drizella Lumiere, sin llegar a abrazar al niño…

    Al niño encerrado bajo el hospital. Al hermano de la oscuridad.



    «¿Dónde has estado?».
    «¿Sabes lo preocupada que he estado?».
    «No deberías salir con esta niebla…».
    «¿Por qué no me hablas?».
    «Hoy vi a Tiana».
    «¿Me estás escuchando?».
    «¿Qué haces?».
    «¿A dónde vas?».
    «¡Lila!».

    Daba igual lo que la señora Boyd dijera. Lila había entrado en la casa como un huracán, había subido a su dormitorio y había preparado una maleta con lo imprescindible.

    ―¡¿Se puede saber qué haces?! ―Su madre se hizo la melodramática, pero porque no podía creer que Drizella la fuese a abandonar.

    ―Usted ya me ha hecho renunciar a demasiadas cosas, madre. Y yo se lo he permitido por demasiado tiempo. Me voy a vivir con Ashley.

    ―¿Con esa? Te lo prohíbo. ¿Me oyes? Te lo prohíbo.

    Pero a Lila no le importaba ya lo que prohibiese su madre. Lo único que la hizo volver a dirigirle la palabra fue el destino de Anastasia.

    La señora Boyd jamás había pensado que viviría lo que estaba viviendo. Ella se imaginaba su futuro siendo una reina madre, con sus hijas bien agradecidas por sus vidas y lo venidero resuelto.

    Abrió una tarrina de helado y se puso a ver una película. No fue hasta que terminó con el último tropezón de chocolate que se dio cuenta de que el televisor estaba apagado.

    Sus ojos se desviaron entonces a la enorme mesa de madera del comedor. Había ocho asientos, todos vacíos, y sólo un servicio preparado, en la cabecera, en su sitio, para que presidiera a sus fantasmas… a sus miserias, como había dicho Tiana.

    Aquello fue más de lo que pudo sorportar.


    Charmelon, que en Storybrooke seguía siendo Charmelon por puntuales y azarosos bailes del destino, tenía unas rutinas rígidas, de reloj. Cada noche daba un paseo por los muelles antes de meterse en la cama y cenar su infusión. Pero esa noche desvió su rumbo cuando distinguió, entre la niebla, a una cabizbaja y ausente madame Lumiere… o señora Boyd, como la llamaban en aquel reino.

    La mujer vagó como alma en pena, abrazada a su chal y tiritando, hasta que llegó al mirador. La niebla impedía ver nada, pero todos sabían que lo que había más allá era una caída al mar.

    El mayordomo vio sus intenciones.

    ―Señora, volved, por favor ―dijo el pobre hombre, apurándose hacia ella.

    ―No te acerques ―gimió ella, sin fuerzas casi―. No te acerques.

    ―Señora, no sé qué os puede haber traído hasta aquí, mas, sea lo que sea, no decidáis nada hasta mañana, por favor ―rogó Charmelon, acercándose un poco más, despacito.

    ―¿Mañana? ―Ya lloraba y miraba cada vez más al fondo, al mar que se escondía tras la niebla―. Mañana mi vida no será más digna de vivir que esta noche.

    Hipó. Le tembló el labio.

    ―Puede que tengáis alguna razón, mas…

    Charmelon consiguió apoyar una mano en su hombro.

    ―Siempre he tenido razones para vivir, mas…

    Rompió a llorar.

    Su siervo consiguió agarrarla de un brazo y atraerla hacia sí.

    ―¿Y ahora?

    ―No, ahora no, ahora no ―berreó madame Lumiere.

    ―Tenéis el amor de vuestros hijos ―quiso consolarla el hombre, que, en un intento de que sintiese algo de afecto, empezó a acariciarle el rostro.

    Madame Lumiere berreó más fuerte aún.

    ―Lo tenía. Lo tenía, pero lo perdí. Me quedaba mi hija, Drizella… No tengo ninguna razón para seguir…

    La mujer besó la mano de Charmelon.

    Otra vez.

    Y sus rostros terminaron por encontrarse.

    Sólo la niebla fue testigo de cómo se amaron y poseyeron esa noche.


    Maléfica intentaba ser la perfecta anfitriona, ofreciendo una imagen tan insólita como aterradora y, a los ojos de Aurora, falsa.

    ―Espero que aprecies mis gestos de buena voluntad, niña ―le decía a Aurora, mientras le servía un té―. Es de manzana, el Ser Oscuro guardaba…

    ―No me gusta el té ―la cortó Aurora, hosca y amarga―. Y no he venido a cenar.

    Maléfica sonrió y se sentó frente a Aurora en el otro sillón.

    ―Agradece que te haya dejado venir a mi casa, pues.

    ―Venir a tu casa no es plato de buen gusto, créeme, bruja.

    ―Mira, Aurorita, vienes a pedir algo, ¿no? Pues baja esos humos. ¿Por qué no me cuentas cómo van los planes de tu suegro? ―sonrió la dragona―. Lily me ha comentado que estáis invirtiendo mucho trabajo en hacer de esta ciudad un lugar mejor.

    A Aurora le habría gustado que Lily no se hubiera marchado a cenar a donde Tiana…

    ―¿Es que piensas sabotear nuestros planes de alguna manera? ―la acusó la princesa, entrecerrando los ojos, intentando saber qué pensaba Maléfica.

    ―En absoluto ―rio ella―. ¿Qué te hace pensar eso?

    ―Cualquier amabilidad por tu parte me pone alerta, Maléfica ―escupió Aurora―. Gracias a ti, siempre estoy a la espera de un dardo certero. Y, ¿sabes? Te delatas con esa meliflua voz imposible de creer viniendo de tu persona.

    ―No me provoques en demasía, niña, porque intento que aparquemos nuestras cuitas. Yo por mi hija y tú por tu familia.

    ―No pactaría contigo como no pactaría con los diablos ―respondió Aurora llena de ira―. ¿Acaso crees que olvido todo lo que has hecho? Sólo he venido porque sé que tienes a mi hijo. Así que no pierdas el tiempo en negarlo. No vale la pena.

    ―No lo negaré ―admitió Maléfica, perdiendo la sonrisa y dejando a Aurora helada de miedo, aunque rabiosa―. Cierto es eso que dices. Yo tengo a tu hijo.

    CONTINUARÁ
     ...


    Han intervenido: Lana Parrilla como Regina Mills, Sean Maguire como Robin Hood, Emma Rigby como Anastasia, Michael Socha como Will Scarlett, Sarah-Jane Redmond como madame Fedra Lumiere/ Kerry Boyd, Joana Metrass como Ginebra, Liam Garrigan como Arturo, Isabelle McNally como Drizella/ Lila Bloch, Andrea Brooks como Charlotte, Henri Lubatti como Flicker Lumiere, Amy Beth Hayes como Fifí, Samuel West como Eli La Bouff, James Frain como Charmelon, Ryan Robbins como Morgan, Sinqua Walls como Lancelot, Andrew Jenkins como Percival, Mark Addy como ser Héctor, Gubu Mbatha-Raw como princesa Tiana/ Leah Taylor, Davi Santos como Naveen/ Bruno Chase, Nathalie Boltt como Lysandra Redwyne, Laura Wiggins como Laura/ Michelle Wazowski, Max Thieriot como ser Maximus/ Cecil Mae, Sarah Bolger como Aurora, Julian Morris como Felipe, Anastasia Griffith como Kathryn, Jessy Schram como Ashley Boyd, Alexandra Metz como Rapunzel, Everick Golding como Charlemagne Tower, Natalie von Rotsburg como Amelia Tower, Keegan Connor Tracy como madre superiora, Rose McIver como Campanilla, Amy Acker como Astrid, Lucas Till como Argus Christie, Gabe Khouth como Tom Clark, Ane Gabarain como enfermera Flint, Max Charles como “Henry”, Alex Lawther como Lucery, Zoe Boyle como Dodie Dearly, Christie Laing como Marian, Jason Burkart como Little John, Michael P. Northey como fraile Tuck, Tatiana Malasny como parturienta y Dean-Charles Chapman como Alva Crane.



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    45 comentarios:

    1. ¡POR FIIIIIIIIIN! ESPACIO RESERVADO PARA DENUNCIAR ESTAFAS Y DESATAR POLÉMICAS.

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      Respuestas
      1. Buenas, mi queridísimo estafador, antes que nada debo decir que el collage es precioso, que me sorprende la barbaridad de personajes, y que he llegado a pensar que la Charlotte de Montecristo podría ser la misma que la de Tiana, pero lo descarté, o lo quise descartar, por su final trágico. De todas maneras veremos qué pasa aquí con este nuevo fic, y sobretodo, ¿cuál será la polémica o estafa esta vez mmm? Comencemos:

        PARTE 1

        Curioso e interesante previously, casi todo nutrido de material de los Two y no tuyo, pero me encantó.

        El prólogo me encantó, realmente mucho para comentar. Primeramente, no me imaginé que esta escena fuera la primera, me la imaginaba más en el medio, pero fue una escena grandiosa. Parecida a la de mi mini-fic, aparentemente hubo telepatía y pensamos masomenos en lo mismo. Todos somos los ignorados y maltratados, todos somos Tiana, todos somos Manolo el Budista, etc. Excelente conocer más los sentimientos de boca del pobre Robin, creo que estoy de acuerdo con todas las apreciaciones. Quizás criticaría que no sé cuándo pudo ir Robin con Archie...bah pudo ser en el 4x20, en la noche donde sucedieron tantas tragedias, o hasta en el 5x01, no es un PH pero el tiempo da muy justo. También están muy buenas sus tribulaciones sobre lo que Zelena le hizo, y es interesante que sea él quien tuvo la idea de quitarle el bebé a su madre. En cuanto a Regina, no sé si fue a propósito o casualidad, pero..."Nunca había querido pararse a pensar en Graham o en" ¡CHARMING! Cuando casualmente esa noche se disculpa también con él. Si fue a propósito, mil gracias, me encantó, y si es una simple coincidencia, me gustó igual. "No es que por ser Robin Hood elogie árboles", jeje a ver, me da risa que hagan tanto hincapié siempre en que Robin huele a bosque, CUANDO REGINA SALÍA CON UN CUIDADOR DE ESTABLOS, quiero decir, el olor no debe ser muy diferente. Y es cierto, Percival es tan buen actor que hasta parecía enamorado de ella o cuando menos un admirador. Excelente prólogo, te felicito, y a ver cómo conecta con lo que sigue.

        Y ahí está el Florero más Bonito de Camelot, la Reina Ginebra. Discúlpame, soy haragana para decir su nombre "verdadero" jeje, ya estoy viendo que la conexión es mediante Percival. ¿QUEEEEEEEEEEEE? ¿ESTÁ EMBARAZADAAAAAAAAA? Y de Arturo, seguro, porque con Lancelot hubo menos física que en un libro de Winnie the Pooh. Quizás tanta mención al embarazo de Zelena era una introducción a este nuevo embarazo. Me pregunto si al llegar a SB ella olvidó también que sabía que estaba embarazada. O cómo habrá sido la situación con su marido en esas seis semanas. Quizás no se enteró, y el único testigo muere esta noche. Bah, mejor me callo y sigo.

        La siguiente escena tuvo cosas buenas y cosas cuestionables. Ejem, "la realeza de Storybrooke", sí, la realeza que nunca hace nada, todo lo hacen los Charmings. Y Aurora copiándose de Regina con "Malvadito". No sé desde cuándo son amigos los Midas con los demás, pero supongo que ya se verá. Interesante que no se sepa qué pasó con el rey de la mano dorada. Alva Crane, quiero aclarar que mi problema con él no es por nada de los fics sino por la sobrepromoción hecha afuera, que al menos por ahora, no me parece a la altura. Pero a pesar de eso me intriga qué puede querer con los Midas y Philora. Lo de Cenicienta no es tan difícil, al ser un clon de Lucery, es su padre/mitad de su padre, si es que Lucery es el padre y no el Rey Rojo (la sigo con eso). Pero sin duda lo mejor de esta escena es Aurora pensando así de Maléfica, ya que en la 4B jamás vimos sus reacciones al enterarse de que regresó su némesis. Ni que decir de cómo habrá estado en el 4x16, cuando todos se durmieron menos ella, Henry y los Charmings. Aunque Maléfica ahora sea Benéfica, es totalmente lógico que la crean culpable. Eeeem, y supongo que lo de DuChamp sería temporario y no es que piensan derrocar a Regina para siempre.

        Vaya, pobre August, no sé por qué le mienten. ¡Ja, le mienten al más mentiroso, qué ironía de la vida! Poco que decir aquí.

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      2. PARTE 2

        Oh, ahí está Michelle, esa chica tan inteligente y tan simpática. Y la verdadera Tiana, que hablando enserio, es mucho más parecida a la caricatura que la novia del oficial Rogers. ¿Dónde estará el hermoso precioso dulce divino de Cecil, que Michelle no puede estar sin él? La señora Boyd, soberbia e irredimible como George o Bo Peep. ¿Se habrá muerto con el Caos Negro también? ¡Oh, Aurora! ¿Viene a hablar con Lily o a matar a Michelle por la escena de telenovela jejeje? "¿Y SU GRANO AL CULO AZUL?" ¿CÓMO SE ATREVE ESTE BICHO ASQUEROSO A HABLAR ASÍ DE ORGASMING? ¿Y MICHELLE NO LO DEFIENDE A SU COMISARIO? Supongo que no escuchó. En fin, al menos es un comentario coherente y no desubicado como el de Aurora a Elsa. Me sorprende que Aurora sepa lo que Maléfica le hizo a sus padres, y muy bien traído lo de Lily de que Benéfica la persuadió con la venganza.

        Vaya, tu amada Drizella y quizás un nuevo parto. No sé qué puede hacer una enfermera con el pajero comatoso, pero por suerte no logró nada.

        ¡Estoy muerta con la conexión de todo! No sólo el apellido de la familia de Anastasia es Lumiere, sino que el florero de Camelot es la tercera hermana. ¿WHAT? Tiene el cabello negro de su madre y algunas facciones de Anastasia, pero nada más, Drizella es infinitamente más parecida a ella. Claramente ésta es la sumisa y Anastasia la rebelde, pero no entiendo bien cómo viven en esas condiciones si tienen una hermana reina. "Aunque tuviese que usar piñas por dinero" mmm conozco esa frase. Qué detalle que Anastasia y Will se conocieran en la boda de Manolo, y qué pena por el mal clima.

        Oh, falsa alarma, Ginebra no era la tercera hermana sino una hermanastra. Evidentemente Arturo aún no había encontrado Excalibur. A ver entonces quién es la dichosa hermana, Tiana no puede ser.

        ¡Wow, miren quién apareció! ¡El más hermoso, el más dulce, el más bueno, el más sexy, el más perfecto, el más romántico, SER MAXIMUS! Me encantó eso de tutelar a los jóvenes y quererlos como un padre...y algún que otro viejo, porque Ser Héctor ejem ejem. Sí por favor, un niño o niña que tenga su misma cara y su mismo corazón hermoso. Eso sí, llegamos a tener un hijo por la Mosca y no leo más. Jeje mentira, es que a veces despistas mucho con tu caracterización de la Blue.

        Ahora espera que me recupere un poco, porque después de Maximus ya no puede haber nada mejor.

        ¡CHARLOTTE ERA LA OTRA! Qué tonta soy al no haberlo supuesto, y qué pedazo de pista falsa lo de Tiana como hermanastra, que nunca lo dijiste expresamente (por eso no te llamo estafador) pero se prestaba a eso. Eso sí, ¿de dónde salieron rubias las tres, con esa madre? "Más que nada...más que nada", bueno de esos tres en la escena, están muertos dos así que lo lamento por sus sueños. Me olvidaba de decirte sobre Tiana, ¿justo Leah se tenía que llamar en SB? Es que ya se llama Leah la madre de Aurora y bueno, kinda repetitive. Otra cosa que todavía tampoco entiendo es cómo si Arturo es el nuevo Rey Ginebra es practically sirvienta. Pero avanzaré y quizás se aclare.

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      3. PARTE 3

        La siguiente escena, sensaciones encontradas. Evidentemente Anastasia y Drizella eran dos zorritas antes de "abuenarse con la pobreza" y Charlotte era la hermanastra buena. La madrastra está magnífica, y como siempre es notable tu super mega ultra archi recontra amor a Cenicienta, que sacaste frases de la 3, de "Into de Woods" y creo que del cuento de los Grimm también. Pero no sé, veo mucha usurpación a Cenicienta con Ginebra, veremos cómo sigue. Un placer enorme ver al gentil, correcto y educado Charmelón, y bueno, que Lumiere fuera el hermano, eso sí era obvio. Y por fin uno es moreno como la madre. ¿Está harto de tener sexo? Por Poseidón, tiene pan el que no tiene dientes.

        Cuánta poesía alrededor del "más que nada"...y Ginebrita se cansó y se fue. Con Drizella aún no lo sé, pero con Anastasia sí que se cumplió el deseo de Gin. Con algo tenía que triunfar, que su príncipe adorado en realidad era un asco de lo peor. Es MUUUUUY IRÓNICO que luego Ana busque una figura maternal en Cora, que es como su madre, y peor. Sé que Cora la estaba engañando, pero desde lo psicológico, da que pensar.

        Simpática la tal Fifí, y Madame Lumiere sigue arrasando con su malévolo carisma. El casting de la escoba está muy muy bien hecho, uno de los mejores. ¿Ves como el mar es mejor que la tierra? Aquí están la Reina Malvada, Lady Tremaine y ahora Madame Lumiere, en cambio allí está Nefazia.

        Me mata el apodo de la burra o borrica, ¿este relato lo escribe el MH o Madame Lumiere? Qué dulce Charmelón, siempre tan amable con Laura...aaay, esas despedidas entre ella y Maximus dejan a Philora como mojigatos, doy fe. Es muy buenita esta Laura considerando que su real alter-ego tiene mucho carácter (palabras de Ser Maximus) y espero que los años la hayan tratado con la misma dignidad que a él, que gracias a cuidar su estado físico toda su vida se ve tan joven y eterno...tal vez Laura tuvo la misma suerte que Lana Parilla disimulando su edad. Ojalá. Y ya veo que además es Eudora. Oh, pero ella tiene un príncipe de verdad, no un baboso violador como Marius. Qué pena haber tenido que aguantar primero a Lady Iria y luego a Madame Lumiere, y encima ver a Arturito y no sospechar la bestia en que se convertiría. Espero que Tiana y las tres hermanitas se lo hayan compensado.

        Más que nada, más que nada, quiero saber cómo se separaron Arturo y Ginebra, y pobre Ser Héctor con un hijo recién muerto, espero que no sea como él. Ginebra con sus preciosos versos de la Cenicienta 3 mmm, estoy entre "qué bonito" y "qué usurpadora" jeje.

        "Charmelón siempre a punto con un reloj"jeje, hasta Madame Lumiere recalca que es inteligente y sus conversaciones interesantes. Esta mujer ya se me hace una fusión entre Lady Tremaine y Cruella, con un toque de MH si llega a tratar a Charmelón como esclavo. Qué bonito eso de que el ingrediente de la comida de Laura es amor, y pobre con lo del festival. En cuanto a Tiana, es la única que le hace frente a la arpía, aparentemente. Y bueno, acá hay un refrito del 6x20 creo yo, alguien lanzó un hechizo para que todos hablen en poesía. ¿HABREMOS SIDO MAXI Y YO AL PRINCIPIO, CÓMO LOS CHARMINGS?

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      4. PARTE 4

        Qué divino que es este Maximus con su grupo de hombres, protestando en contra del alcohol, no sé cómo la espada no la sacó él en vez de Arturo. Aaaay lo siento, es muy bonita la historia pero no puedo evitar pensar que Arturo será el gusano que será.

        Qué bonitas las tres amigas, aunque sigo lamentándome de que el hombre de una no sea como el de las otras dos. Hermosa poesía, hermosa escena, y ahí está Merlín plurieempleando a la madre de Cenicienta-árbol según los Grimm. El color favorito de Laura es el rosa, ¿se le nota mucho? Ejem, ¿pieles de loba el mago Merlín? Imagino que son pieles que no fueron lobas, porque luego te quejas de que Tritón mate ballenas XD.

        ¿Ginebra también es hija de la Lumiere? Mmm ya me estoy perdiendo...de hecho tal vez me confundí y Ser Héctor en este caso no tiene nada que ver con Kay. En mi defensa, es difícil leer cuando vives con un caballero de Camelot cariñoso las 24 horas. Desconcentra a cualquiera.

        Muy bonito el poemón de Percival, por primera vez me da verdadera pena su muerte.

        Autopsia para la pobre abuela, y la Baronesa aparece, a ver con qué nos sorprende. Terence, Terence, normalmente ya sabes lo que pienso de él pero hoy sólo puedo pensar en Maximus. A ver cómo avanza este enigma.

        Qué desgraciada la abuela de Ceni, bueno, todos en esa familia son bastante puercos, y mira que el cariño de una abuela es casi el más grande. Debo decir que me sorprende un montón ver a Rapunzel y compañía en SB, que no sé si nació con la reciente usurpación o ya iba a ser así. Se supone que el segundo hechizo fue más débil y trajo menos gente que el segundo, no sé si esta familia habrá venido también con el primero. Sí, por cuestiones geográficas supongo que sí, porque sólo se salvaron Camelot, Arendelle, las Islas del Sur, DunBroch y los reinos bajo el mar durante la primera. CÓMO NO, OTRO PARTO, CÓMO NO.

        Si algo que jamás esperé es ver a Anita en SB, en algún momento llegó al EF entonces. Lo lamento por la mala situación de Aurora, y cuándo no, a la Blue le faltan cinco centavos para el peso. Nunca una ayuda completa. A ver cómo se explica esa hipótesis de que la niebla es Chip/Ray si se supone que es la tacita RB. "¿Qué mosca te ha picado?" justo en la guarida de las moscas jaja, me muero muerta.

        Pobre Anastasia, no sé si es peor que haya estado con Kay o que se le haya muerto. Y Madame Lumiere y Ser Héctor me hacen acordar a la alianza con el duque malvado en la nueva de Cenicienta, pero quizás es sólo idea mía.

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      5. PARTE 5

        Me vas a matar, me vas a matar, me vas a recontra matar: me gustó mucho mucho la escena del baile, la primera, Charlotte me cae bien, es adorable, pero me recuerda mucho a Anna, entre la inocencia y lo que parlotea sin callarse. Que no es nada malo, pero para ti será un tiro en las bolas jejeje. La Reina Arianna me parece el estereotipo de negra simpática pero no importa, me cae bien. Y muy bonito Arturo con su entrada principesca (tuve que googlear al actor sin barba, not bad), pero ya sabes, no puedo dejar de pensar en lo mal que termina todo. Claro, después seguro es el héroe del UW, pero Ginecienta se queda con el sin sal de Lancelot.

        La Bouff me encanta, aunque ahora sea padre de la escoba y no de Charlotte. Es hilarante.

        Qué bien por los bufones y los payasos, el bufón de la EQ debió irse a Camelot, que aquí no lo mataban XD. El banquete me recordó un poco a los de Hogwarts, cosas mías. ¿ARTURO SE COMIÓ TRECE PLATOS? No sé si a Ginecienta le gusten los gordos, pero, mala imagen para un rey comer de esa manera jeje. Aunque bueno, todos en una fiesta arrasamos un poco, más cuando la comida es gratis, como bien dice Cora.

        Pobre Tiana, deprimida y congelándose, es bipolar como Optimistanieves/Pesimistanieves si lo piensas. Me muero con la estrella azul y el sapo, no esperaba una réplica tan fiel pero no me desagrada.

        La verdad es que a Madame y sus hijas me las imagino vestidas del baile de Cenicienta 2015 jeje, y a Charlotte de Charlotte. Tremendo balde de agua fría le dio Arturo a Anastasia, un poco parecido al de Percival y Regina. Anastasia y sus hermanas estaban mal influenciadas por su madre, claramente, aunque Regina por ejemplo también tenía una madre así y aún no era mala. Cosas de cada quien. Madame Lumiere cantando eso emula al Hada Madrina de Shrek 2 al final jeje.

        Bastante bien lograda la entrada de Ginecienta, la pedida de mano de Arturo, el bochorno de la madrastra...aunque todo me haya resultado parecido a "Ever After", me gustó. Conque suicidio inducido al marido, y luego la va de víctima..."Soy la madrastra, soy la mala", eeem, eso está bien para aquí, para nuestro mundo, donde conocemos los cuentos y las madrastras tienen pésima fama, ¿pero allí? Lo de Cenicienta aún no se había cumplido, quedaría sólo la madrastra de Blancanieves como mala. Y todas desterradas por lo que hizo su madre, a ver si al menos Charlotte se salva de ésta.

        AAAAAAAAAAAAY ME MUERO CON ESE REENCUENTRO HERMOSO CON ESE CABALLERO DIVINO QUE ME TIENE TAN ENAMORADA...y es exactamente así, el menor ruidito, ya sea una puerta que se cierra o un trueno, y ya me abraza con esos brazotes hermosos que tiene (rojo va a quedar leyéndome ésto, pero ya está muy acostumbrado). Encima ese traje de caballero y ese vestido, todo tan bonito. ES QUE ÉL ES TAN LINDO, TAN LINDO, TAN LINDO TAN LINDO, y el actor es casi igual no sólo físicamente, también en esa mezcla de masculinidad y dureza con ternura y amor puro que le ponía a su Dylan. Sólo que Maxi nunca mató a nadie ni vendió droga XD.

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      6. PARTE 6

        ¿Otro parto? ¡Nah, no puede ser! ¿Azul fallando al reino? ¡Eso sí que tampoco puede ser XD!

        Pobre Thomas, ¿no hay una Flor del Mal para despertarlo del coma? Bueno, o algún acto de TL. Aaaaay, MH, ahí está Kenny WITH KIDS. Ya enserio, ojalá que el padre de Ella sea él y lo del Rey Rojo sea sólo un culebrón mío.

        Ah, ya recordé que Rapunzel quedó dentro de la cúpula de Cora en la primera maldición, así que olvida mi pregunta esa.

        Me olvidé en su momento de comentar el bonito momento de Drizella y Ashley, y ahora genial cómo abandonó a su madre. Seguro ésta se puso a ver el show de Sancho Adam. Lo que me sigue pareciendo super raro es eso de un supuesto clon de Henry, pero esperaré a ver. Lo que me resulta raro es que los clones tengan aspectos diferentes a sus originales, espero que haya explicación y no sea un Deux-Ex-Machina.

        ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE? ¿CHARMELÓN CON LA LUMIERE? ¡PERO DEJA DE DROGARTE! Mira, me imaginé que si mi amigo Charmelón tenía algo era con, no sé, la Baronesa, ¿pero justo con esa? ¿Y en ese momento taaan telenovela de salvarla de un suicidio marino? En fin, a mí me dio risa pero no sé cómo lo tomará él, ahora triplicará su infusión para quedarse dormido para siempre. ¿Ésta era la famosa escena de cama de comedia?

        Mira, yo entiendo que a Aurora le están pasando cosas muy graves y demás, pero, siempre la veo agresiva, me cuesta recordar momentos suyos alegres. Y bueno, ya sabemos que ésta NO es Benéfica, tal vez es Meissa o es un usurpador totalmente inesperado.

        AY NO NO NO NO ME MUERO ME MUERO ME MUERO SI ALVA CRANE ES EL PRÍNCIPE DE RAPUNZEL, ME MUERO ACÁ. Lo bueno: estarías cumpliendo que es un personaje de un cuento. Lo malo: sería una estafa el decir que su identidad de cuentos se revela en Prince Darling.

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      7. CONCLUSIÓN Y CIERRE

        Hasta ahora fue el mejor. Comedia no me pareció, sino un cuento de hadas puro. Una historia hermosísima muy de cuento de hadas donde todo está super bien hilado con todo, aunque en mi opinión el personaje que conecta las cosas ha sido Drizella por ser la única en ambas historias. Tanta repetición del "más que nada" me recuerda al repetitivo "I Wish" del 1x05, cuando la serie era ilusión pura. Se nota muchísimo tu amor tanto a Tiana como a Cenicienta, en el caso de esta última tomaste cosas DE TODO: de Disney, de los Grimm, del live action, de la de Ever After. La madrastra, aunque puede sonar repetitiva, es un gran personaje que se roba el fic. Aunque, como te dice, se nota el cambio de rumbo a partir de TOS, se está demostrando que al final todas las historias están conectadas. Quizás la de Cruella y la de Tink no tanto como las otras, pero están conectadas. Eso de Anita en SB no lo pensé ni loca. Muero por la explicación del corazón puro de Aurora porque hasta ahora parece puro mal carácter jejeje (al margen de que entiendo las circunstancias del día de hoy). Muy bien Tiana, muy dulce Ginebra, geniales las hermanas, sorpresón con Charmelón, aunque obviamente lo que más me gustó fueron nuestras escenas, son hermosas y me pusieron loca de contenta.

        Me gusta más ver a Maximus que a Laura, pero me encantan los dos. En cuanto a él, no te preocupes, está acostumbradísimo a este tipo de cosas y él también es recontra demostrativo, se pondrá colorado pero le gustará. A mí me fascinó y espero que su historia continúe y sea muy rica. El fangirleo exagerado era obvio que iba a estar, no se trata ya de Charming o uno de la tele, que ya es decir, es el hombre que amo y con el que me voy a casar. Es como las tablas de chocolate, duro por fuera y super rico y dulce por dentro.

        Mejor vuelvo al eje que me pierdo en el amor. Otro punto a favor es que no sentí estafas en este caso. Lo que quizás sentí es, mmm no sé, mucha usurpación. Está bueno el plot twist de que la dichosa hermanastra de Anastasia no sea Tiana como todos pensábamos, pero al ser otra, en este caso Ginebra, es como tener una tercera Cenicienta. O una segunda, mínimo. Pero bueno, entiendo que te fascina esa historia y que en el universo OUAT las cosas a Cenicienta/Ashley le suceden tan rápido que da poco espacio a que se desarrollen como te gustaría, y ya la mencionada hermanastra de Anastasia daba pie para una historia similar. También, obviamente, me da pena que tantos personajes con sueños terminen mal, como Percival, Charlotte (rescátala del UW por favor) y ni que hablar de la historia de Arturo y Ginebra, más con un embarazo. Esa pequeña crítica baja 50 centésimos. Nada.

        Pero nada de eso quiere decir que el relato sea malo, me encantó. Se nota mucho la investigación, se nota la pasión, se nota todo el hilo conductor con relatos pasados, y ni hablar las conexiones inesperadas entre personajes, ya no sólo Ginebra con Anastasia, también Rapunzel y compañía.

        NOTA: 9, 50.

        La más alta hasta la fecha, aunque mucho te ayudó Maura jeje. A ver si puedes llegar al 10, persevera y triunfarás.

        ¡Besotes, lindo!

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      8. Antes de que Peter se pase a darte su respuesta, te comento, ya que Charmelón ha sido nombrado xD. Debo decir que, tras leer, estoy y sigo impactado, no puedo negarlo. Aunque me olía algo ya cuando la Iluminada (así llamo yo a la madrastra) le sonríe, igualmente impresiona ver a Charmelón metiéndose en ese lío. Tengo que digerirlo, pero con que Charmelón no se meta en una relación tan tóxica como la de mi pobre Bellota, ya es un gran paso xD. Esperaremos a ver cómo acaba todo jajaja.

        Y, ahora sí, abramos paso al hater brother para que te comente.

        ¡Saludos!

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      9. PARTE 1
        Blue View, Regina explica lo de la Noche Azul en Blue View, en el flashback con la joven Zelena.
        Fue a propósito, fue a propósito jajaja. Dije "mmm, seguro a Laura le gusta esta referencia...". Y eso que temí pasarme de sutil xD. Pero no, me alegro que se haya visto.
        De hecho, ahora lo que pienso, Robin debe oler bastante mejor que Daniel... Digo, el bosque puede oler a muchas cosas, pero Daniel olería a caca de caballo.

        Ginebra olvidó que estaba embarazada con el hechizo y se dio cuenta alrededor del 5x11, cuando vio que la regla no venía (las dark curses deben afectar a eso xD). A Arturo nunca se lo dijo, así que, sí, el único testigo muere esa noche.

        Alva no es omnisciente xD, nadie sabe lo que pasó en Sotoinferno... nadie salvo la Wazowski... Uhhh. Alva no sabe que Ashley podría ser o no ser su medio-hija :S (cosas raras que sólo pasan en los fics de Peter).
        Sobre lo de DuChamp. No saben el tiempo que van a estar fuera Regina y los demás, ni siquiera si volverán. Quieren destuir a Regina por toda una legislatura.

        Me sorprende que no hayas dicho nada de que Cecil tenía que venir CON LA NIÑA. En este capítulo has estado tú, en el próximo (que salga SB) veremos a Cecil, claro.

        Rumpel el comatoso necesitaría de algunos cuidados, ¿no? XD. Darle la vuelta, hidratarlo... Deberían ingresarlo en el hospital. Y ahora que lo pienso, ¿la Blue tocó a baby Rumpel? Porque si así fue, si toca a Rumpel lo debería despertar O.O

        Menos mal que te has dado cuenta rápido de que Ginebra es la hermanastra, no la hermana xD. Casi me da algo jajaja.

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      10. PARTE 2
        Maximus no tutela a ser Héctor XD. Tutela a los jóvenes reclutas hasta que se armen caballeros jajaja.
        No sabes lo que me temía que me llamases estafador por lo de Tiana. Me cuidé muy mucho de nunca afirmarlo ni confirmarlo, sólo callar. En Storybrooke le he puesto Leah porque el dibujo animado está basado en una Leah, cocinera de NO en esos tiempos.

        Me mata toda tu reflexión sobre Laura jajaja, en serio, me encanta xD. Tranquila que los años te trataron muy bien. Apenas sales de la treintena.

        PARTE 3

        Pobre Arturo. La verdad es que el pobre no era malo al principio, pero la frustración de la espada partida lo llevó al límite. No lo defiendo, obviamente. Y sí, Maximus mucho mejor para sacar la espada.

        A ver, a ver, a ver. Una cosa es que los humanos maten lobos y otras bestias para abrigarse (y comer). Otra cosa es que, en el medio acuático, un tritón fría dos ballenas porque sí xD. Que sí, que iba a salvar a Nefazia, pero... Tan cuestionable cómo invitar a Sebastián a comerse a sus familiares xD.

        ¿Por primera vez te da pena Percival? Pobrecito. Yo la verdad es que entendí muy bien que quisiera matar a Regina.

        De Rapunzel ya te he hablado por privado. Y no, la historia no ha nacido por la usurpación, es, como Sleeping Beauties o The Brave Little Taylor, de las primeras que pensé durante la 5A.
        Qué hace Anita en Storybrooke se verá en el mismo "Fairest One Of All".

        Es idea tuya xD. Cualquier referencia al live action (salvo lo de madame, que fue por ti) y a Ever After es involuntaria. Ever After me encanta, sí, pero la tengo bastante olvidada ya. Hace siglos que no la veo... Un día le tengo que dar un repaso.

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      11. PARTE 4
        Con Charlotte quería que fuese algo más humano, algo como la de Disney, pero condicionada por la madre para acabar como la del 6x02, que se la ve más timidilla. Y me meo con lo que dices de la reina jajaja. La típica negra simpática xD.

        En los banquetes medievales se ponían muchísimos platos. Lo normal era que, entonces, se comieran sólo un par de bocados de cada uno.

        Queda bautirzada como Tiana la Emo ¿? Eso de irse al hielo... jajaja.

        Bueno, las madrastras tenían mala fama en la antigüedad también, eh. Debido a la caristía, la gente moría mucho y había segundos matrimonios. Madrastras y padrastros querían entonces favorecer a sus propios hijos, porque la herencia era todo lo que se tenía y, si se la quedaba el que no era suyo, podían perderlo todo. Por eso muchos hijos de anteriores matrimonios "desaparecían". ¡Hasta se llegaba al canibalismo con ellos! De todos modos, también esta mujer está cantando. Cuando se canta... xD.

        #LecheLuminosaDeLauraPorMaxi0.2

        Me hace mucha gracia lo de Kenny WITH KIDS porque nunca me acuerdo de eso al escribir las escenas xD.

        Habrá explicación sobre esto de "los clones". Tranquila. No soy los two con la Black.

        #Charmiere es un ship muy importante.

        Pobre Aurora. Primero le hicieron pensar que su hijo estaba muerto y ahora no puede decir que se lo han secuestrado. Y sólo han pasado 2 días. Ya la vamos a ver más relajada.

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      12. CONCLUSIÓN
        Oh, vaya, no esperaba que fuera a ser el preferido. Me alegro muchísimo de que os haya gustado tanto ^^

        Hay algo un tanto espinoso con Charlotte en el UW. El fic comenzará a partir del 5x21 y ella no muere hasta el 6x02, que es algo de tiempo después (porque entre el 6x01 y el 6x02 pasa como una semana o así). Veré qué puedo hacer, porque sí, yo quiero salvarla.

        Y bueno, nos seguiremos leyendo y tú seguirás disfrutando de las románticas aventuras de #Maura. ¡Muchos besos!

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      13. Bueno, antes de pasar a la re-re-review, me alegro mucho de que Charmelón esté bien. Quién sabe si con su amor logra llevar a la Iluminada por buen camino y tenemos el genderberd de la Bella y la Bestia con Final Feliz.

        Ahora sí, el Maldito Hater:

        PARTE 1

        Sí, me encantó la referencia y para mí se entendió clara, no sé para los demás. Lo de tanto quejarse del supuesto olor de Robin es bastante hipócrita (muy buen punto el tuyo) como Regina cuando la iba de reina refinada con él, y antes era un tanto masculina y no quería ser reina. Hay que preguntarle a Zelena si Robin huele a rosas jeje.

        Me muero si hay una escena de Ginebra en pleno ataque de los DO con todo lleno de flores (ah no, flores no hubo) dándose cuenta del embarazo. Ahora quiero ver por qué se calló el embarazo si estaba bajo las arenas de Ávalon y era practically la esclava de Arturo.

        Bueno, yo no sabía si Alva sabía estas cosas o no, y veo que sigues teniéndome en la duda de quién es el padre biológico de Ashley. Luego hay que verte todos los días quejándote de los culebrones.

        Nooo, en ese momento se me pasó y no me di cuenta, me lo dijo él después. AAAAAAAAAAAAY QUÉ LINDO UNA NENA, CON ESE PADRE TAN AMOROSO. Aunque dudo mucho que la pobre consiga un novio como el padre, y ya me lo imagino a este individuo de suegro mmm.

        Que vaya la Baronesa a bañar al comatoso y limpiarle las necesidades básicas jejeje.

        Ah, Maximus es el capitán Shang jeje, qué bien. No, esta vez no me pareces estafador por Tiana, no te preocupes. De hecho ya vamos a ver quién es más estafador, shhh.

        Y bueno, tengo 23 años y me cuido el estado general desde los 16, pero una mujer siempre se preocupa con esas cosas.

        De Arturo me interesa saber si se volvió loco solo o alguien le lavó la cabeza.

        Las ballenas eran asesinas, hay otras que no lo son y ya se verá, y lo de la familia de Sebastián no voy a repetirlo XD.

        Percival no me había generado gran cosa, con lo poco que salió. Que sí, que muy triste esa muerte tan injusta, que tenía razón, pero no me terminó de llegar, me llegó mucho más Owen.

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      14. Gracias a todas las aclaraciones medievales y tianenses, y bueno, suerte que Maxi ya sabe todo el tema de la leche oscura y el significado, que sino. Pero sí, era más que obvio que la luminosa iba a estar. Él no tiene la confianza para escribir tanto pero a mí me dijo de todo mmm.

        Me cuesta creer que no haya sido intencional lo de Kenny, pero si tú lo dices te creo.

        Mmm a ver ahora que tocas el tema…sí, aparentemente no te interesa tocar el espacio tiempo de la sexta temporada, y es respetable. Pero Charlotte se lo merece, y más ahora que tiene un gran papel y no es sólo la sirvienta de Blancanieves. Del 5x21 al 6x02 no hay tanta distancia…también se mueren próximamente Jekyll y Hyde y seguro Mary está también en el UW, pero eso no sé si me interesa tanto, son pensamientos que escribo.

        ¿Una semana entre el 6x01 y 6x02? ¿Tanto?

        Aaaaay las aventuras de Maura espero que sean mejores que las de Bellota jejeje. Lo mismo para ti, Freddie el Relevante. ¡Besotes!

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    2. Del creador de The Final Battle: The Musical, llega Strokes of Midnight, una historia épica llena de amor, misterio y música, mucha música. Strokes of Midnight es pura magia, pura aventura, y acaba de llegar a nuestras pantallas... de ordenador. Sin duda, dará la campanada y se convertirá en un éxito. Pero, mientras tanto… pasemos a hacer una review, escena a escena, mientras nuestra carroza nos traslada por cada una de las palabras de este fic. Y, tras hacer un poco el tonto y haber leído el previously, empecemos de verdad, que al final nos dan las uvas. ¡Abran paso!

      Y tenemos una escena de Camelot, con Regina y Robin como protagonistas. Lo de que fue Regina la que se quedó muda es grandioso, me encanta jajaja. Ay, Regina, qué fácil lo ve todo… Entre Zelena dando la lata y Emma mandando todo a freír espárragos para salvar al pirata, la cosa se complicaría bastante. Ay, Robin, tranquilo, que no tendrás mucho tiempo para mirar a tu bebé y recordar lo que hizo Zelena. Morirás incluso antes de que tenga nombre.

      Y volvemos, Robin. Sí, todos sabemos que no tienes la culpa de que Zelena te engañara y te violara… pero claro que tienes que sentirte culpable, jugaste a dos bandas, estando primero con “Marian” y luego, cuando se quedó congelada, con Regina, para al final volver con “Marian” y finalmente, al descubrirse el engaño, volver una vez más con Regina como si nada hubiese pasado. Envenénate con tu sentimiento de culpabilidad xD. Y luego, esa página 23… Ay, Regina, si supieras lo que va a pasar… Y apareció Percival para decir lo que todos conocemos, pero con más profundidad.

      Y… ¡oh, escena nueva! Percival va a salir más aquí que en la serie xD. Ay, nuestra Ginebra… Joana Metrass estará contenta. ¡Fifí! ¡Fifí! Y esto me hace pensar en las veces que le han cambiado el nombre al personaje, que en cada peli/adaptación lo iban cambiando. Babette, Fifí, Plumette… Tiene más nombres que plot holes tiene la serie. Es extraño ver una escena de Ginebra, sabiendo que está bajo los efectos de las arenas de Ávalon y, en el fondo… no acaba de ser ella, pero cada una de sus escenas ya merece la pena. Y ya me cae bien Percival, diciendo que Regina es la más bella del reino. Si es que no sé cómo se le ocurre a Snow decir en el 1x01 que Regina la envenenó por ser más bella que ella… xD.

      Oh, y Percival hablando de lo que ha cambiado Ginebra. Ay, Ginebrita embarazada… Parece que este es el fic de los embarazos, que en el futuro de la historia nos esperan unos cuantos más, pero… centrémonos en el presente, mejor xD.

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      1. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Y tras esta escena, pasamos a Storybrooke, la nueva ciudad de los recortes. Y tenemos a nuestro grupo de investigadores juntos. Bueno, nuestros investigadores… y el señorito que ensucia el buen nombre de Roxas, que también está por ahí. Y ahí la tenemos, Aurorita con un vestido azul oscuro (Charmed buscó cómo le quedaban a Sarah Bolger los vestidos de ese color, BTW), demostrando que le da igual la “moda” (llamemos moda al hecho de que un adolescente se pasee con la misma ropa de cuando tenía 10 años) de Storybrooke.

        Oh, el rey Midas no apareció… Pobre Kathryn. Aurora, huye, no pases más tiempo al lado del señorito que ha secuestrado a tu hijo, podría hacerte daño, y ahora no está por ahí la meliflua nívea para hacerte cabrear y conseguir que saques tu carácter. Ay, Jim, qué ingenuo eres, hijo… Dedícate a cantar, que lo que es conocer las intenciones de las personas… Ashley, hija, tendrías que haber dejado a Alexandra con las had… No, mejor que te la hayas quedado tú, estará más segura. Y Alva Crane definitivamente está al mismo nivel que el piratucho que vimos en el 6x03 con sus muecas xD.

        Aurora, ¡así se habla! Nada de quitar a Regina del puesto de alcaldesa xD. Centraos en la búsqueda de Felipito. Y salió la nota, la fantástica nota que va a volver a todos locos. Lo mismo pienso yo, Aurora. Mulán… ¿dónde estarás? Bueno, todos sabemos que ahora te dedicas a buscar oro y más oro, pero en serio… ¿dónde estás cuando más se te necesita? Vuelve, vuelve.

        Ay, la notita. Por Zeus, qué mal improvisan estas dos. A estas les han dado clases de improvisación los Two, todos lo sabemos.

        Y llegamos al Tiana’s. Y ahí tenemos a nuestra Laurita. Y también tenemos a Naveen y Tiana. Bonita confrontación de puntos de vista moderadamente divergentes entre los enamorados, casi se ponen de acuerdo xD. Y… ¡Aurora y Lily llegaron! También la madrastra apareció. La calma en el local durará poco. Qué carácter ambas. Me gusta que Tiana no se acobarde.

        Aquí tenemos la pacífica conversación entre Lily y Aurora. Y, a pesar de que Aurora no sabe mentir… Lily acepta. O es una ingenua, o una interesada.

        Y Drizella apareció. No te quejes, hija, que la hija de Maléfica te ha comprado algún modelito. Al menos alguien sí que ha ido. Lo último que quería en el mundo era ir al hospital, donde estaba él. Interesante. Nos guardaremos esto para más tarde xD. Y… ¡oh! Una muchacha que aparece de la nada. Y… podría ser Rapunzel, como también podría no serlo xD. Oh, y van a por la enfermera Flint. Nuestra querida Baronesa no debería tardar demasiado en aparecer.

        Bosque Encantado, al fin. Oh, y nombran a nuestra Ginebra. Oh… ¡Ginebra era hermanastra de Anastasia! Uy, uy, uy, plot twist. Así que Madame Lumière… *A Din Don le entran escalofríos*. Y Anastasia se pone a correr por el bosque como una loca bajo la lluvia. Y ahí tenemos a Will, al ignorado Will, que gracias a los Two casi habíamos olvidado que era canon. Y lo de Robin y Marian con las luciérnagas, muy Tiana, sin duda.

        Ahora me entra la duda… Porque en el 1x03 de Wonderland parece que la incorporación de Will a los Merry Men, el asalto a la Fortaleza Prohibida y su marcha a Wonderland con Anastasia van seguidos, en muy poco tiempo, pero aquí parece que Will ya estaba con los Merry Men incluso antes de conocer a Anastasia. Aunque bueno, teniendo en cuenta que la conversación entre Robin y Will en la 4B ya se cargaba eso… Todo es posible (y no pienses que me olvido de tu timeline, que después de decirte eso he corrido a mirarla, pero aun así se me hace extraño xD). Y así se conocieron Will y Anastasia. Oh, míralos, si hasta dan ternura a su manera…

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      2. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Y volvemos a Camelot, pero esta vez en el pasado, antes del comienzo feliz… o desgraciado de Ginebra, según cómo se mire. Ay, qué mujer más insoportable… Ginebra, huye y no vuelvas más a esa casa.

        Y ahí tenemos a Laura y Maximus, que desean un hijo tanto como los panaderos de Into the Woods. Por favor, hijos míos, almas de cántaro… NUNCA SE PIDE UN DESEO A LA ESTRELLA AZUL. Las hadas, especialmente azules, traen la desgracia al mundo.

        Ahora sí, pasamos a Tiana, a nuestra Tiana. Ay, “su sueño es, su sueño es la posada de sus padres recomprar. Tendrá que trabajar duro, pero algo es seguro, su sueño verá hecho realidad”… Tiana, sigue luchando, que todos te apoyamos. Y llegó Percival. Y no solo Percival… ¡también hace acto de presencia Charlotte! Oh, Charlotte es la hermana de Anastasia. Claro, si es que rubia tenía que ser… Ay, qué buena niña ha salido de una madre tan horrible.

        Y cambiamos de escena para ver a Anastasia y Drizella dando órdenes a la pobre Ginebra. Pues Anastasia, Drizella, ¡abrid paso a Ginebra, que es latina! Y aquí tenemos otro guiño a la Cenicienta de Into the Woods. #TodasLasCenicientasSonMejoresQueLaUsurpadora.

        Por favor, Ginebra, mi niña… ¿cómo se te ocurre pedirles un vestido, sabiendo cómo son ellas? Toda Agrabah se acabaría de helar… Suerte que no estaba yo ahí para ver esa sonrisa, pues, me habría matado del miedo xD. Uy, Peter, ahí te has cavado tu propia tumba. Laura no te perdonará nunca que utilices la frase Snowing para Ginebra y Arturo, hasta a mí me ha hecho daño jajaja.

        Uy, que llegó el turno de Charmelón. Ahora toca sufrir. Seguro que trabajar para madame Lumière (desde ahora “la Iluminada”, que madame Lumière todo el rato cansa mucho) me hace envejecer más rápidamente. Se me va a pasar el tiempo volando xD. Ay, las camelias… Están por todas partes en este reino. Ay, qué servicial que es Charmelón, todo un esclavo a las órdenes de esa señora horrible. Uy, que ya van a llegar el hermano de Anastasia y su cuñada… la gran asesina que todos esperamos con ansias.

        Ay, ¿pero qué le pasa a esta señora? Que no se monte ninguna película rara, que Charmelón sonríe igual a todo el mundo… ¿verdad? xD. Y ahí lo tenemos, el hermano de Anastasia. Así que su mujer es Fifí… Claro, y así tenemos a Fifí y a Lumière juntos. Nunca habría pensado que Fifí llegaría a ser una asesina (a pesar de tener sus momentos de celos), pero habremos de hacernos a la idea de ello, ella mató a lady Iria xD. Ay, señor, que esta mujer sólo piensa en el dinero… A todo esto, ¿a mí me paga? Jajaja.

        Ay, no, Ginebrita, no caigas en su juego. Por muy mal que te traten, desear que ellas pasen por lo mismo es ponerse a su altura. Pero el carácter que tiene no se lo puede negar nadie, eso seguro. Y eso es todo lo que debía hacer, marcharse, dejarles todo claro. Lo primero no era necesario, no tenía que rebajarse a su nivel. Lo segundo, perfecto. #TeamGuinevere.

        Oh, ¿así que Fifí es la hija del “padre de Charlotte”? Jaja. Oh, qué listos son, los La Bouff. Si Fifí no es tonta, no. Y espera, que aún oculta algo más…

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      3. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Pero, mientras tanto, pasamos a Tiana… y a la despedida entre Laura y Maximus. Oh, está siendo tan Into The Woods como prometiste… Oh, Charmelón llegó para ver la despedida de la pareja y dar lecciones (solo espero que la malvada madrastra no se enfade con él por tardar tanto en hacer el encargo jajaja). Y es curioso que Charmelón se ponga a hablar de este tema, cuando yo mismo tengo la piel blanquísima jajaja. Uy, que Laura se nos ha enfadado… Ya dejo de interrumpir xD. Oh, si Charmelón incluso habla con Tiana… ¡He hablado con una princesa Disney! Jajaja.

        Laura haciendo de Eudora contando el cuento a las niñas… Oh, ¿cómo que no necesitan a Laura para el festival! ¡Malditos! ¡A nuestra Laura no la hace llorar nadie!

        Y ahí tenemos a Ginebra. Ay, que tu corazón partido estará, dices… No me recuerdes el 5x10, Ginebra, que íbamos bien hasta ahora.

        Y pasamos a la escena de Laura, Tiana y Charmelón. Oh, Tiana, qué mona con su respuesta… Ya me ha ganado del todo <3. Oh, no, llegó la Iluminada. Y me separa de mis amigas. Pero qué remedio, las obligaciones primero… Y Tiana le planta cara a la Iluminada igual que hará en el futuro en SB. Por Zeus, que la Iluminada hace bailar a Tiana y todo. Esta mujer está como una cabra.

        Ahora vamos con Maximus, Lancelot, ser Héctor y Arturín, discutiendo de cosillas. Pero volvamos a lo importante, Laura y Tiana. Llegó Ginebra la desarrapada. Pues a ver qué tiene que decirnos Laura de esa novela. ¿Existirá La desarrapada? Pronto lo descubriremos jajaja. Y las mujeres, decididas, para el festival que van. Oh, Merlín el árbol. El árbol que les da los vestidos… #OurHero. Qué monas van estas chicas siempre. Y al menos parece que este vestido de Ginebra es fabricado a medida, no se lo ha robado a nadie.

        Cambiamos de escena. Oh, Charlotte dormidita, y Drizella leyendo el libro de un autor cuyo nombre me suena de algo… Ay, ay, ay… Primero usas la frase Snowing y luego Ginebra la Blanca… Laura no te perdona xD. Oh, Anastasia y Kay estuvieron juntos… ¿Al final Anastasia hará lo correcto y hará pública esa carta? Esperemos.

        Y Percival contando su historia… que se explorará en mayor profundidad en The Brave Little Taylor. Así que esta canción era de Percival…

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      4. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Y la interesante trama de FTL queda en pausa para volver a Storybrooke. Hablar de una Tremaine y leer Redwyne hace que mi cerebro, no preguntes por qué, se vaya a la palabra “Redimida” xD. Oh, ya llega la Baronesa, y viene acompañada. Y Ashley está viendo el cuerpo de su abuelita… Y llegó una nueva nota.

        Oh, Ella y Drizella juntas. Qué monas. Y ahí están. Los padres de… sí, efectivamente, Rapunzel. Ay, qué lío de embarazadas… Esto da para un OUAT: Next Generation, sin duda.

        Oh, mira, una mujer de los años 20. Y, o es un personaje nuevo, o es el único personaje de los años 20 que conocemos... Uy, Evangeline… ¿Cómo que la niebla huele a Ray? Explícate, mosca, explícate ya xD. Seriously? ¿Van a pedir a Alva Crane que cante? ¿Y qué cantará? ¿Poor Unfortunate Souls? ¿Be Prepared? ¿Hellfire? ¿Cualquier canción de villano que nos pueda venir a la mente? xD. Y ahí está, es Anita. Y la muy lista se escondió cuando Cruella estuvo por Storybrooke. Si es que…

        Aurora lleva un día, paseándose por toda la ciudad… Ay, Campanilla, suerte que estás aquí. Y Alva… Ay, Alva, ya podría estarse calladito. Aurora, no le hagas caso, nunca.

        Y volvemos, por fin, a Camelot. Oh, mira, lady Chovny. Y ahí está ser Héctor hablando con la Iluminada. Ay, Charlotte, qué ternura transmite… Y chocó con alguien, la… ¿madre de Rapunzel, quizás? La pobre Charlotte va más perdida… “Cómo dirían en mi tierra, tienes mucho arte”. Jajaja.

        Y llegó Arturo. Y ahora viene Charlotte corriendo. Oh, qué afortunada, podrá alejarse de la Iluminada. Oh, la Iluminada, qué odiosa… ¡Deja a tu hija en paz! Oh, Fifí, que las mentiras tienen las patas muy cortas… Y los plumeros se acaban quedando sin plumas tarde o temprano.

        Venga, Tia, ahora no digas que no vas a ir al festival. Oh, no, el anillo… Y el sapito recuperó el anillito. Oh, interesante historia de la Arturín. Y la Iluminada inició su estrategia. Venga, ¡a bailar! Y llegaron Ginebra y Laura. Y colorín colorado… ¡la Iluminada se ha enfadado! Y empieza a saberse todo. ¿Ves? Estas palabras de Ginebra son mucho más adecuadas. Oh, mira, Drizella y Percival… Anastasia estuvo con Kay, que está muerto, y ahora Drizella le pone ojitos a Percival, que no estará vivo muchos años más…

        Laura y Maximus, ahí están. Qué monos. Y… curiosa escena con la misteriosa mujer. Y Azul no había fallado al reino solo esa noche. Azul fallaba siempre.

        Volvemos a Storybrooke. Ay, pobre Sean. Porque todos sabemos que la cosa acaba bien, que si no… Eso, Ashley, ¡dale duro! De verdad que menudo panorama tiene Ella entre la familia biológica, la adoptiva y… el demonio de madrastra y hermanastras que tenía. Pobre.

        Uy, uy, uy, lo que estamos viendo. Si Drizella no estará embarazada ahora mismo, pero algo tenía que ocultar, y en este caso estaba relacionado con el pequeño Henry xD. Una escena bastante curiosa.

        Y… Oh, Charmelón. Mira, si hasta se toma una infusión antes de irse a dormir. Oh, y se ha encontrado a la Iluminada. A romance is coming… Cada vez más cerca están, uy xD. Y… se besaron. Por Zeus, ¿dónde se ha metido Charmelón? Ay, por unfortunate soul… jajaja.

        Y dejamos que esos dos sigan con sus cosas para pasar a Aurora, con la Maléfica neozelandesa, que afirma tener al hijo de Aurora. Y… fin.

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      5. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Y hemos llegado al final. ¿Comentarios generales? Pues la verdad es que, en general, me ha gustado mucho. Quizás parte del mérito es que casi toda la trama fuese en FTL y Storybrooke quedase más reducido, porque, aunque también me parece interesante la trama de Storybrooke, esa ya la vamos viendo poco a poco a lo largo de los diversos fics, mientras que la trama de FTL de cada fic es única y es necesario que tenga una gran presencia en el conjunto global del fic.

        La escena de Camelot entre Regina y Robin me ha parecido muy buena y creo que era necesaria. Mi opinión de Robin no cambia ni cambiará nunca, pero una escena así ayuda mucho para conocer cómo se sentían, ambos, tanto Robin como Regina, porque el tema de Graham los Two lo dejaron apartado pronto. Con lo cual, Robin no se gana mi #ISFJStampOfKindness, pero tú sí jajaja.

        Luego tenemos la parte de Storybrooke, que presenta más preguntas que respuestas, pero sigue el camino que debe seguir, que es el de ir resolviendo los misterios poco a poco. Me quedo con ganas de saber más de Drizella y Henry, de la relación entre Ella y Lucery, del tema de las embarazadas y el asunto de Lady Iria.

        En cuando a FTL, ha sido la gran historia del fic, una historia cuyo final ya conocíamos desde el principio, con Ginebra y Arturo casados, pero igualmente ha sido muy interesante ver cómo se llegó hasta allí. Te has marcado un plot twist con Ginebra como la hermanastra (me imagino a Peter celebrando que nos la colase con Tiana) y creo que todos los personajes han estado fantásticos.

        De Anastasia ya hemos visto, como era de esperar, que no era una santa, hemos conocido un poco a Tiana y Ginebra ha tenido su propia historia. Lo único “malo” es que para mí pierde todo el romanticismo el hecho de saber que más tarde Arturo le lanzaría las arenas a Ginebra y eso para mí significa la ruptura definitiva del matrimonio (como mínimo yo odiaría que Ginebra al morir vuelva a reunirse con Arturo), pero la historia ha estado muy bien. Charlotte también ha tenido su gracia. Y Drizella quizás ha sido la que ha estado más apartada en FTL, pero ha tenido su trama en SB, así que compensaba.

        La madrastra ha sido una madrastra excelente, como debe ser. A mí no me da nada de pena, eso sí, porque nada justifica cómo actuó. Que su marido le hiciera lo que le hizo no le permite portarse así con los demás. Pero como villana, que es lo que cuenta, ha estado muy bien. Y… perdóname, que mientras te escribía este párrafo me ha dado por mirar la lista de actores y he visto a Tatiana Maslany. No sabía que su primera aparición era aquí. Sigamos con la programación habitual.

        Ya no sé ni lo que te iba a decir xD. Pero bueno, supongo que básicamente te iba a contar que de la parte de FTL tengo muchas ganas de saber más de Tiana, de lo que le pasó a Anastasia tras Wonderland y de que se resuelva el misterio de la niebla y la mujer misteriosa que he de suponer que es Tatiana Maslany a.k.a. madre de Violet, porque no ha podido salir en ningún otro momento del fic… Muy raro todo.

        Y, evidentemente, no podía acabar sin hablar de los personajes made in blog. Laura y Maximus muy monos, ambos, la baronesa enfermera muy correcta, se nota que se toma su trabajo en serio, y Charmelón… No te voy a decir que me haya sorprendido esa escena final con la Iluminada porque ya con la sonrisilla de antes me temía lo peor, pero ha sido impactante, sin duda xD. El personaje me ha gustado, por supuesto, y su romance con la madrastra… Imagino que será cuestión de asimilarlo, esta noche tendré pesadillas con esa mujer jajajaja.

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      6. SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS SPOILERS

        Y ahora leyendo con tono de Be Our Guest…
        ¿Y qué más, y qué más?
        Poco puedo ya aportar.
        Este fic me ha encantado,
        Lo leería sin parar.

        Melodías sin par
        Y un romance especial.
        Personajes favoritos
        En un mismo fic unidos.

        Si Blue View me encantó,
        Y Sleeping Beauties me emocionó,
        ¡Con Strokes he hallado la felicidad!

        Ya no puedo esperar,
        ¡Quiero que llegue ya
        Un fic más, Un fic más, Un fic más!

        Y tras este momento de ridículo, me despido. ¡Saludos!

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      7. Ay, Charmed, ¿pero qué entradilla de review es esta? Pareces el narrador de las promociones de Disney jajaja.
        El hombre de honor va a pasar a ser el hombre boomerang, tanto ir y venir entre Marian y Regina. Con esta escena quería mostrar las diferencias entre la Ginebra que veríamos en el pasado y la hechizada. Percival, por otro lado, no está bajo las arenas de Ávalon, lo cual nunca se ha dicho abiertamente, pero para mí es obvio. Matar a Regina iba contra los planes de Arturo; jamás habría intentado hacerlo de haber estado hechizado.
        Buscaste cómo lo quedan, pero, ¿cómo lo quedan? XD. Eso no lo dices. Y me muero con lo de Ashley dejando mejor a Alexandra con Alva que con las hadas jajaja. Aurora no sabe mentir, es verdad, pero no deja de trolear. Entre que ha pasado menos de un año, se sacrificó… Actually, she’s a very good liar.
        Aquí Will se acaba de unir a los Hombres Alegres. Lo veremos en próximos fics.
        Los Lumiere como la familia de Anastasia, que es hermana de Charlotte y hermanastra de Ginebra… Eso nadie se lo podía ver venir jajaja. Ains, #LaIluminada, que ya tiene mote. Muero con lo de “la gran asesina” xD. Porque, además, te pones a reflexionar sobre el tema cuando ella ni es asesina ni nada jajaja. Y sí, te paga, te paga.
        Hijo, Charme, mi arma, algo les tendría que decir esta Cenicienta latina a las otras dos. ¡Y no dejas hacer su trabajo a Laura! Jajaja. ¿Tanta ilusión te hacía hablar con una princesa Disney? XD.
        #LaDesarrapada xD. ¿Existirá o no? Laura, queremos reseña de esa novela. Precisamente, Charmed, el vestido de Ginebra es el del 5x04, el dorado de Rapunzel xD.
        La verdad es que me moría por tu reacción al #Charmiere jajaja, no sabía si te ibas a reír, si te ibas a horrorizar… Laura creo que, cuando lo lea, se pondrá igual, querrá saber tu opinión xD.
        Peter sonreía cada vez que vosotros afirmabais que Tiana era la hermanastra jajaja. ¡La colé, la colé! Soy un estafador ENTP. Tú tranquilo, que Ginebra no acaba con Arturo. Me alegra que te haya gustado la madrastra, pero jamás conseguiré un personaje tan grandioso como será Redimida Tremaine, la estudiosa con sentimientos. Obviamente, nada justifica sus malas acciones, pero a sus ojos, ella actúa con justicia… para ella misma, claro xD.
        ¿Qué hará la madre de Violet pariendo en la niebla? Y a Violet no, desde luego, que ella ya había nacido.
        Jajajajaja, el momento de ridículo xD. ¿Tanto te ha gustado entonces? Oju, mi arma, que arte xD. Pues me alegro de que esté en tu TOP junto a SB y BV.

        Y sé que me ha quedado corta, lo sé, es una respuesta vergonzosa para una review tan detallada como la tuya, pero es que no sabía que decir a la mayoría de las cosas xD.

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      8. Esa era la intención, Peter, esa era la intención. Es que nunca olvidaré el "Pura magia, pura aventura" de las promos de Pocahontas 2 xD.

        Y si en algún momento has interpretado que insinuaba que Percival estaba bajo los efectos de las arenas, siento no haberme explicado bien, en ningún momento he querido decir eso, solo hablaba de Ginebrita xD.

        Perdón. Sé que era importante dar mi opinión sobre cómo le quedan los vestidos azules a tu querida Sarah y, tonto de mí, no lo dije. Bien, bien, le quedan muy bien (no tanto como a Lana, pero... Nevermind xD).

        Y tienes razón, Aurora miente mucho mejor de lo que podríamos creer. Por un lado tenemos a Blancanieves la chivata y por el otro a Aurora la mentirosa.

        Lo sé, lo sé, pero es que cuando me monto mis propias películas me gusta ir hasta el final y Fifí será para siempre una asesina para mí xD. Y me alegro de que me paguen, es un alivio jajaja.

        Oh, Peter, pobre Ginebra... ¿Ni en tus fics hay presupuesto para vestuario nuevo? xD.

        Ay, Charmiere... ¿Qué quieres que te diga? Es un ship bastante curioso, sin duda, y aún no soy capaz de asimilarlo xD. Es evidente que a Charmelón le gustan los retos. Es la Bella genderbend (¿Estoy comparando a la Iluminada con Rumple? Qué bestia soy xD).

        Y sí, me ha encantado. Y mira que tenía miedo, porque cuando dijiste que la historia de Anastasia sería una comedia, luego nos informaste de que habría canciones... Pensé: ¿por qué justo tenía que ser en la historia que más espero? xD. Pero bien, muy bien, al final me ha acabado encantando. ¿Quieres otro ISFJStampOfKindness? Pues te lo doy, aunque no me quedan muchos porque son de edición limitada. Los BaronessSealOfAprproval controlan el mundo y yo no puedo hacerles frente.

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    3. Me ha gustado mucho la forma en la que se han enlazado las historias de Ashley, Drizella, Anastasia y Ginebra. El gif está lleno de referencias de otras versiones de Cenicienta como el vestido dorado y zapatos de oro de Ginebra regalados por un árbol, una gran escena.
      Siguiendo con las referencias de Cenicienta me encantan todas las referencias a la tercera entrega de este cuento por parte de Disney (Cenicienta: Un giro en el tiempo creo que se llamaba) y no puedo dejar de hablar de referencias sin nombrar todas las que hay a Puente Viejo, como gran fan acérrimo de Puente Viejo (todos tenemos una faceta oscura la mía es seguir Puente Viejo jajaja) he pillado todos los paralelismos y referencias como esa gran mujer como Madame Lumiere que está a la altura de Francisca de la cual dice grandes frases y hasta tiene una Casona y todo Ejem El Jaral es mejor Ejem. Y esa no es la única Montenegro del fic porque Drizella parece tener mucho en común con Soledad, cosa que me encanta. Y el momento en que Madame Lumiere maldice a Ginebra y Arturo cuál Francisca maldice a Pepa y Tristan es fantasitico.

      Aurora simplemente brillante en todo el fic y los mismo digo de Tiana.
      Y hablando de Aurora no puedo estar más feliz del paralelismo de la escena final entre Maléfica y Aurora con la escena de Francisca y Gonzalo "Si, yo maté a tu madre."

      —Crying in PV feels—

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      1. Jajajaja, Adrián, lo que me he reído. ¡Maldito! Encontraste la PV Issue jajaja. Aunque yo el que he visto era el primero, cuando pasaron de años me descolgué (de hecho, me descolgué mucho antes, cuando se creían hermanos).
        Si la Iluminada vive en una casona, ¿puse casona, en serio? XD, las casonas nos la ha inventado PV xD. Y aunque es cierto la señora se parece mucho a la eterna Angela Chaning española (aunque Francisca es plana plana, una mala de cómic que es mala por ser mala, y esta Iluminada tiene más aristas), que Drizella se parezca a Soledad... Mmm... No sé, eh, ni sin querer creo que las haya hecho parecidas.

        En fin, que me alegro que te haya gustado, ¡y qué rápido lo estáis leyendo! OMG.

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    4. Hola máster, acá estoy, aprovechando que Lau se inspiró y se puso a escribir.

      Hermosa historia, sos un fenómeno. Por ahí una cosa que no me gustó mucho fue que se centrara en Arturo y Ginebra emulando al cuento de La Cenicienta cuando sabemos que después él es un malvado y un violento. Perdoname pero siento que eso le quita mucha magia.

      Sacando eso, la mayoría de las cosas me gustaron mucho, todo ese ambiente medieval de caballeros y doncellas me fascina. Tiana es espectacular, la madrastra es de lo mejor, los versos están muy buenos, el hilado de todos con todos es una masa, y sobretodo gracias por darle a Anastasia la historia que se merece. Es mi personaje favorito de la otra serie y, como a tantos, no se le dio lo que merecía. Me comentaron que no te gusta Will y se notó, una escena y “gracias, chau” jaja.

      Me caigo muerto con el alter-ego medieval de Lau y mío, por lo acertado que está en la mayoría. Yo con 25 años ya entrené “caballeros” de todas las edades y especialmente me encariño mucho con los chicos, y cuando se van me duele bastante. Además de que no soy ningún príncipe, siempre tuve que trabajar para ganarme mis cosas. Al actor lo tengo visto de Bates Motel, es bastante parecido a mí y hace buena pareja con la otra Laura.

      Y bueno es verdad, me puse re colorado con los comentarios de Lau pero ya estoy curado de espanto, y ella también, aunque ahora se tenga que aguantar la venganza jaja. Ella es la más hermosa, la más dulce, la más cariñosa, y va a ser una madre increíble. Sabe ser muy tierna y poner orden, a la Lumiere la pone en su lugar igual que Tiana. Además de que tampoco se quedaría quieta, por algo acá se fue hasta el baile.

      Nada che, muchas gracias por escribir esto porque a ella le encantan estas cosas. A mí también, pero a ella más. De hecho esta historia capaz que no me hubiera gustado tanto hace 5 o 6 años, pero cuando estás tan enamorado ves todo diferente.

      Algo que me generan tanto vos como Lau, pero vos más porque tenés más relatos, es que hay muchos capítulos de la serie que ya no los puedo ver de la misma forma. Los de Anastasia, el de Ariel, los de los Charmins, el de Ginebra, los de Cenicienta, y ni hablar el de Charlotte que me encanta. Ahora me da intriga cómo terminó de enfermera de los Charmins, y aunque odio a la madrastra, pobre si estaba enferma y en el medio de eso la hija fue envenenada por Rumpel y nunca volvió.

      Salvo que me molestó un poco que el príncipe sea Arturo, lo demás me encantó. ¡Gracias de parte de los dos y abrazo de golazo!

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      1. ¡Hola, Maxi!
        Pobre Arturo, estaba tan convencido de que ser rey era su derecho... Cuando es un deber... Quise plasmar eso cuando Anastasia le dice que elija entre Ginebra o la corona (justo algo que Ginebra le dirá en el 5x04) y él contesta que merece todo. No tenía mal fondo al principio, pero lo de Excálibur acabó con él.

        Y... #LecheLuminosaDeMaxiPorLaura0.2 xD.

        Anastasia también es mi preferida del spin-off, aunque al principio no me llamaba nada, y también Cyrus (sí, el soso de Cyrus xD). A Will nunca lo aguanté por culpa del actor, que es pésimo, casi como Poseidón o el Stanum del 6x18. Una escena y chau, adiós xD.

        A mí también me pasa eso que dices xD. El de Ariel no lo he visto aún post-AMT, pero viendo otros post-TOIYB sí que me reí pensando qué cosas jajaja.

        ¡Abrazo de mundial!

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      2. Me meto para decir que el príncipe hermoso nunca pensó que Cyrus fuera soso, esa fui yo sola y ya se me pasó.

        También que, ahora para mí el 5x04 se suma a los capítulos parcialmente violados. Esos que luego descubres que tienen 100 flashbacks en el medio. No lo vimos todavía tras SOM pero será interesante, aunque más violados que el 1x01 y 1x12 no hay.

        Y ya no le saco más espacio al hermoso, a ver qué dice.

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      3. Jaja sí, ya sé mucho más que antes de la jerga de acá. Pero para mí el capítulo más violado es ese que se descubre que Cora es la reina del País de las Maravillas, a ese le hicieron una tremenda violación.

        Disculpá los detalles que se me olvidó comentarte, tengo muchas cosas en la cabeza. Como lo de que tenemos una hija, que de hecho creo que prefiero empezar con una nena, o lo de los nombres de Monsters Inc, es mi favorita de Pixar.

        Che gracias por defenderme con lo del asco que me quiere hacer ver Lau. Prefiero comer chatarra una semana que ver eso, y más si nos saca tiempo para ver los Simpsons.

        ¡Abrazo!

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    5. Bueno, me presento, llego siguiendo este blog durante ya mucho tiempo, y la verdad no llego a comentar(ya sea por pereza o timidez) pero hoy me dio por comentar, y quiero decir que este fic me ha encantado.
      Ya me he leído casi todos tus fics Peter, y no haya uno que no me haya gustado, de verdad aprecio la dedicación y el cariño que le pones a tu escritura, porque se nota de que te informas y tratas de no cometer ningún plot hole(que en esta serie son habituales) y que respetes la linea temporal.
      Me fascina tu manera de escribir y siempre espero tus fics con ansias.
      Y que puedo decir de esta increíble comunidad que hay en este blog y del blog en si, es increíble y tan completo, y se encuentran personas realmente maravillosas y con talento.
      De verdad espero mas de tus fics Peter(fuera de tema pero ¿considerarías escribir uno de Jefferson, o por lo menos donde se mencione? en mi headcanon ya no esta en Storybrooke, solo una sugerencia, tranquilo )
      Saludos a todo el que lea esto, y buen día(o noche XD)

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      1. Muchas gracias, Leonardo, por tus palabras :) Significan mucho.
        Por el momento, Jefferson no va a aparecer en mis fics, aunque se le va a mencionar, pero lamento decirte que por el 4x18 sabemos que sí sigue en Storybrooke, pues en ese capítulo aparece la bicicleta de Paige, su hija :S

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      2. ¡OMG! Me respondiste casi inmediato. You made my day :'v
        Damm it, headcanon a la basura. Bueno XD.
        Saludos

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      3. No quiero robarle a Peter su espacio xD, pero ya que he leído, escribo para decir que me alegro de que te hayas animado a comentar :). Buen@s días/noches a ti también. ¡Saludos!

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      4. Todo lo contrario Charmed XD
        Wow two replies...you totally made my day!
        Gracias por la calurosa bienvenida :)

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      5. Bienvenido y espero que disfrutes mucho de los fic así como yo 😄



        Saludos 💕👍

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      6. Bievenido al Blog Leonardo, nunca es tarde para compartir tu opinión con el resto de oncers ;)

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      7. Ahhhhhh, que amables, gracias!

        Saludos :)

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    6. Peter,tu fic me ha gustado mucho.
      Sabes que tenia muchas ganas de leer este fic en particular,y no me ha decepcionado.

      La escena de Regina y Robin ,me parece que le hace bastante justicia, tanto al personaje de Robín,como al OQ.

      Me gusta que la historia se haya centrado sobre todo en Arturo y Ginebra. Y que su historia sea como la de Cenicienta,no me lo esperaba,pero no me disgusta del todo.

      Es decir,el hecho de que Ginebra tenga orígenes humildes,encaja con Cenicienta. Y la verdad es que yo no sabia como ibas a hacer para explicar que la historia de Anastasia fuera casi idéntica a la de Cenicienta sin ser hermanastra de Cenicienta.Por cierto,me encanta como se conocen ella y will. El,siempre en su linea,jaja. Todo encaja muy bien.

      Lo único es que no veo a Arthur como el príncipe thomas. Supongo que es porque,sabiendo que después se convierte en un villano,no lo veo como el perfecto príncipe. Aunque el personaje de Arthur en OUAT me gusto mucho,tanto de héroe como de villano.Supongo que es algo subjetivo

      Los personajes de Laura y Maximus,me han parecido muy tiernos. Y Charmeelon, muy divertido.

      El personaje de Tiana me ha gustado mucho.Esa mezcla de simpatía y fuerza que tiene,que le planta cara a todo el mundo,me parece genial. Y la parte de su historia que hemos visto,me ha gustado también. Ah,y la frase " sapo de mi vida",me ha matado,jaja.

      La acción en SB ha estado muy bien. Tengo muchw intriga por lq niebla,y por saber que pasa con los embatszos.
      Me encanta como Aurora esta al mando dispuesta a encontrar a su hijo como sea.
      Y la conversación con Lily,muy buena. Me gusta que defienda a su madre. Yo no quería que redimieran a Maléfica,pero a Lily si. Después de todo,ella no era mala,la hicieron así.
      Y ashley y Katherine,muy buenas detectives. Yo creo que al final acabaran descubriendo el pastel,por así decirlo.

      Alva Crane me tiene desconcertada. Entiendo que sus motivos se irán viendo en los distintos fics,pero es que de momento esta ahí,haciendo cosas a escondidas. Y yo estoy como esperando a que haga algo muy grave que lo delate ante tofos como villano. Supongo que eso ya llegara.

      Y la escena del convento,que buena Nova queriendo hacer una obra de caridad para el colegio. Y Campanilla poniendo ennsu sitio a Blue. Nova debería aprender de tink,jaja.

      En fin,un fic muy bueno,con unas historias muy interesantes.

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    7. Hola Peter, como lo anticipé, ya me leí todos los que tenía pendientes. Tengo que felicitarte no sólo porque en cada uno se nota el hilo conductor de una sola historia, sino porque son bastantes diferentes entre sí.

      El primero, que fue el de Maléfica, fue raro, me pareció que el protagonista era Grillo y no ella. No obstante me encantó, ese mundo tan antiguo de los últimos tiempos de Merlín, la historia del aprendiz, hilar a Facilier como la sombra, hacer villana a Flora y aliadas a Fauna y Primavera, así como creadoras de las tijeras, y la explicación de la bondad de Maléfica es bastante convincente. Un relato muy mágico, pese a que para mí era más la historia del aprendiz que la de Maléfica.

      El de Cora simplemente maravilloso, por lo menos sus escenas. Excelente descripción de esa mujer tan decidida y sedienta de poder antes de que la arruinaran, muy bien introducido el personaje de Lucery, bien conectado con el Galimatazo, Jack y el verdadero padre de Ashley. No entiendo nada este tema de los clones, pero me imagino que ya se va a saber.

      El chiquito sobre la guerra, un ambiente muy turbio con esta Maléfica, que es realmente la Maléfica que queríamos y que los Two prometieron. No me explico que Aurora nunca se haya despertado estando con sus padres, y tampoco entiendo la necesidad de Maléfica con joderlos cuando ya les había jodido a los hijos. Pero puede quedar en que es malísima y punto.

      Y el último, es decir éste, una belleza total, impresionante conexión entre Ginebra y Anastasia, los personajes basados en el blog están muy bien, y no me esperaba a Rapunzel para nada.

      Cada uno tiene su sello de identidad propio y conecta con una única gran historia, así que te felicito por semejante capacidad. Ya todo el mundo sabe que yo aparezco y desaparezco, pero en algún momento me leeré el resto que publiques, porque realmente ésta es la séptima temporada. Felicitaciones y suerte.

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      1. ¡Hola, True! Perdona que te conteste taaantos días después. He vivido esclavizado por el próximo fic, sobre la manzana envenenada, y no he tenido tiempo ;)

        Sí, hubo una estafa publicitaria con "Light Of The Seven" jajaja. Pero lo presenté como la historia de Maléfica porque se veía su "nacimiento" y, bueno, llama más la atención que "The Apprentice's Untold Story" XD.

        "Prince Darling", el de Cora, es uno de mis preferidos. Las escenas y diálogos entre ella y Lucery son mortales. Cora es una villana que siempre me encantó y que sufrió el destrozo de Brigorowitz... Menos mal que Pan se salvó de eso.
        Sobre los clones, se verá, se verá hasta si son "clones" propiamente dichos.

        Veremos también por qué algunos besos si son de TL y otros no. Veremos como funciona eso y también los corazones.

        Este fue el secreto mejor guardado de todos. Llevaba con la idea y las ganas desde que empecé con los fics, allá por el 6x14, y no podía imaginar que me guardaría que Ginebra era la hermanastra hasta el final jajaja.

        Muchas gracias por tus palabras y por leerlos :) ¡Estaré esperando tus regresos!

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    8. Bueno, Peter, he llegado a leer este fic... y he alcanzado el final... exhausta. ¡Qué montaña rusa! De todos modos, ya veo que he venido en el mejor momento a leer este fic: la discusión de la violación de Robin justo después de la violación de Hook, Kathryn luego de la vergonzosa mención del 7x08, lo de Tiana después del 7x05 (El "moriremos esta noche" en conjunción con mi headcanon del baile del príncipe Travolta I... XD) y a tres días de la muerte de Della Reese. A eso le llamo yo perfect timing.

      Me han encantado todos los guiños, desde que los mudos pueden dibujar, a maura imitando la escena Snowing del 1x22, pasando por la princesa que no se adapta al lugar donde vive y la Lumiere cantando como el hada madrina del príncipe encantador en Shrek #INeedAHero.

      Me ha encantado la escena OQ, así como la conversación de Filosofía Política de Tiana y Naveen, la boda de Robin y Marian, el HB de Will y Ana, el Maura, Merlín modisto y los buñuelos de camelia. Kudos!

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      1. Es cierto Baronesa, y que Peter perdone la intromisión. Es un fic completamente hermoso y mi favorito.

        Hablando de perfect timing, falta poco para el cumpleaños del MH y mira lo que pasa en AMT2 ejem ejem.

        (¿Guiños? ¿Dónde?)

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      2. Pesco la indirecta, Laura, no me presiones XD Le debía SOM a Peter desde hacía mucho :D

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