CAPITULO 12
SUEÑOS
Otro vestido cayó
sobre la cama, descartado del armario que Belle estaba registrando.
Miró el resto de su vestuario, bufando exasperada. La barriguita
empezaba a aparecer y la ropa que un mes antes se podía poner sin
problemas, ahora no se la podía abrochar ni en sueños. Tendría que
hablar con Gold. Bueno, ya tenía una excusa…
Pasó la mano por su
vientre, acariciándolo e imaginando a su bebé allí dentro, y un
suspiro apenado se escapó de sus labios, tenía que ir haciéndose a
la idea de que no iba a ser “su” bebé, pero cada vez le costaba
más pensar en ello. ¿Cómo serían las personas que se convertirían
en sus padres? ¿Lo querrían tanto como ella? ¿Le darían una buena
vida? Seguro que sí, mejor que la que ella podía darle en esos
momentos, pensó con tristeza.
Abatida se dejó caer
sobre la cama, mientras una profunda congoja se apoderaba de ella y
sus ojos se llenaban de lágrimas como cada vez que pensaba en su
hijo. Se abrazó a sí misma para calmar los temblores que empezaban
a invadirla. Las dudas comenzaban a asaltarla, acompañadas de la
culpabilidad por la primera reacción que tuvo al enterarse de su
embarazo. ¡¿Cómo había sido capaz de pensar en deshacerse de su
hijo de aquella manera?! Aunque esta no era mucho mejor, pero por lo
menos tendría la tranquilidad de que su bebé estaría rodeado de
personas que lo querrían y le darían amor.
“¿Quién será su
padre?” se preguntó tratando de alejar los tristes pensamientos de
tener que separarse de su hijo. Quizás se tratara de aquel hombre
que por las noches la visitaba en sueños. Su presencia le era tan
familiar que, aunque no le viera el rostro, lo reconocía como
alguien a quien amaba profundamente. A veces deseaba ir pronto a
dormir sólo para poder soñar y estar junto a él, pero el sueño
siempre terminaba igual, él le pedía que dijera su nombre y para
desesperación de la joven, nunca lo recordaba. Todas las noches
soñaba lo mismo… excepto la anterior.
Desde el día de la
ecografía habían cambiado muchas cosas. Apenas se había percatado
de que ponía más cuidado al arreglarse, cosa que no había hecho
hasta entonces, y se sorprendía por las tardes, mirando el reloj con
impaciencia, esperando que dieran las ocho de la noche. Lo de las
cenas seguía sin tener mucho éxito, y eso que le ponía empeño y
buena voluntad, pero estaba claro que aquello no era lo suyo.
En una ocasión se le
quemó un asado que había puesto al horno, y que olvidó por
completo mientras leía absorta en la biblioteca. No fue sino cuando
llegó Gold que se dio cuenta de lo tarde que era, pero para entonces
el sabroso pedazo de carne había quedado reducido a un negro y
reseco trozo de carbón.
Salió apresurada
cuando oyó cerrarse la puerta de entrada, casi tropezando con Gold
que la miró sorprendido cómo se adentraba en la densa nube de humo
que procedía de la cocina.
Preocupado, aceleró
el paso todo lo que pudo siguiendo a la joven hasta el interior de la
ahumada cocina. Abrió las ventanas para que se disipara aquella
neblina mientras Belle abría el horno y sacaba la carne carbonizada,
quemándose las manos pese al trapo que había utilizado para sacar
la bandeja. Con un grito de dolor, dejó caer ruidosamente la bandeja
sobre la bancada de la cocina y cayó de rodillas al suelo, mientras
de sus ojos brotaban dos ríos de lágrimas, mezcla de rabia, humo,
dolor y vergüenza profunda.
Alertado por el grito
de la joven, Gold se arrodilló junto a ella y le tomó las manos
heridas con preocupación, sin reparar en las lágrimas que corrían
por su rostro.
-¡Señorita Hide,
déjeme ver! – su voz transmitía el temor al ver su expresión de
dolor, mientras sostenía las manos de la joven suave pero
firmemente, valorando la gravedad de la quemadura.
-¡N-no es nada, es
que soy tan torpe y estúpida…!
-¡No diga eso! –
Dijo él de repente, mirándola directamente a los ojos, apenas a
unos centímetros de su rostro - ¡No es ni torpe ni estúpida, ha
sido un accidente que le podría haber pasado a cualquiera! ¿Le
duele? –Preguntó ansiosamente.
-Sí, bastante…- no
podía parar de llorar y la habitación seguía llena de humo.
Gold se levantó de
repente y se dirigió a uno de los armarios, de donde sacó una
pequeña caja que contenía lo que parecía un tubo de crema. Se
arrodilló frente a ella de nuevo y comenzó a aplicarle la pomada
con un suave masaje.
-¡Ay que ver que
humareda se ha montado en un momento, ¿se ha dado cuenta de cómo
está la cocina?! – Dijo casualmente, señalando la habitación con
un movimiento de cabeza para que ella desviara la vista de sus
propias manos.
Belle levantó la
cabeza apreciando como había quedado la cocina, mientras el hombre
aprovechaba para crear una nubecilla rosada alrededor de la mano
herida, que se disipó en unos segundos.
-Mucho mejor… ¡Esta
crema es milagrosa, ya verá que pronto se cura la quemadura, en poco
tiempo no tendrá ni rastro de ella! –Dijo con una dulce sonrisa en
los labios mientras observaba su hermoso rostro bañado de lágrimas.
En un acto reflejo, su
mano se dirigió al rostro de la joven, secándolo dulcemente con el
pulgar, con aquella suave sonrisa aún en los labios. Belle cerró
los ojos agradecida por el cálido y tranquilizador contacto de su
mano en la cara, respirando el aroma de su piel suave contra la de
ella, como aquel día que le salvó de partirse el alma en la
biblioteca. Aún podía notar el contacto de su esbelto cuerpo
apretándola contra sí mismo para evitar que cayera, con una fuerza
muy superior a la que aparentaba.
Casi con desgana,
abrió los ojos para encontrar los de él que la miraban con una
dulzura y una calidez que jamás había apreciado en ellos. ¿Cómo
no se había fijado antes en lo hermosos que eran sus ojos castaños?
Pero había algo más, algo que no sabía lo que era, pero que le
transmitía una sensación cálida y serena, muy diferente al miedo
que un día despertó en ella.
Podría haber estado
así, entre sus manos, eternamente, sólo mirándose, sin decir
nada, pero una ráfaga de viento procedente de la ventana abierta la
hizo estremecerse.
-¡Oh, vaya se está
quedando helada! –Dijo quitándose la chaqueta y poniéndosela
sobre los hombros amablemente – Venga, vamos al salón. Se ha
llevado un susto muy grande, y este humo tampoco es que sea muy sano,
dejemos que se ventile la habitación.
-¡Oh, no… No, tengo
que pensar en el plan B para la cena! – Dijo la joven alarmada,
poniéndose en pie, quedando Gold de rodillas ante ella.
-¿Plan B…? Parece
que en lugar de la cena esté hablando de un plan de ataque. ¡Ya
decía yo que sus cenas eran más parecidas a una venganza que a otra
cosa! – dijo burlón, levantándose trabajosamente del suelo.
-¡Je, je, muy
gracioso! – dijo ella respondiendo a su sarcasmo. Sabía que lo
hacía para quitarle hierro al asunto, y lo agradecía profundamente,
últimamente no sabía dónde tenía la cabeza, pero le costaba mucho
más concentrarse en las cosas importantes.
-Vamos – tomó su
bastón y se acercó a ella guiándola suavemente con una mano en la
cintura de la joven hacia fuera de la todavía ahumada cocina-,
pediremos comida para llevar. ¿Qué le apetece chino o hindú…?
A partir de aquella
noche, Gold se empeñó en que lo esperara para preparar la cena y
poder hacerlo juntos. “Así le enseñaré unos cuantos trucos de
cocina muy prácticos” le había dicho, y ella aceptó agradecida
la paciencia y la amabilidad con la que la trataba.
Aún entonces, después
de unos días, podía notar el calor de sus manos acariciando su
rostro o sobre su espalda al guiarla amablemente, siempre con mucho
respeto, como con miedo a que ella rechazara su contacto. Nada más
lejos de la realidad, al contrario, cada día que pasaba se
sorprendía a sí misma buscando alguna excusa para estar cerca de él
y notar su calor aunque solo fuera por un pequeño instante, rozar su
mano cuando le servía el desayuno… Hacer como que le arreglaba la
corbata que, aunque siempre llevaba perfectamente anudada, él dejaba
que le retocara… Quitarle alguna motita imaginaria de la ropa,
cepillándole con las manos los hombros o la espalda… Aunque había
algo que no había hecho, pero le gustaría, y era apartarle el
cabello del rostro por las mañanas antes de irse a la tienda. Alguna
vez se había sorprendido controlándose para no hacerlo y había
tenido que sujetarse fuertemente las manos para que no se le fueran
hacia sus cabellos y acariciárselos, cosa que le extrañaba
poderosamente.
La noche anterior se
esmeró en arreglarse algo más de lo habitual con uno de los pocos
vestidos que todavía le quedaban bien y que le daban un aire
desenfadado pero elegante y que no evidenciaba en absoluto su
embarazo. Bajó las escaleras nerviosa, esperando a que se hiciera
pronto la hora de que llegara el señor Gold para comenzar a preparar
la cena, pero todavía faltaba media hora para las ocho, así que
decidió entrar en la biblioteca y elegir uno de los libros que Gold
le había dejado a mano de una selección que ella misma le había
pedido.
Repasó con el dedo
los lomos de los libros leyendo los títulos y finalmente se decidió
por uno sobre las leyendas de Ávalon, ya que le apasionaban las
historias medievales y de caballeros, de eso podían dar fe las cenas
chamuscadas. Tomó el libro en sus manos y se quitó los zapatos para
acurrucarse en el sillón leyendo hasta que se hiciera la hora de la
cena.
Tan entusiasmada
estaba con la lectura que no escucho la puerta de la entrada al
cerrarse ni el rítmico sonido del bastón de Gold cuando se aproximó
a la biblioteca y se quedó parado en la puerta abierta,
observándola.
La había visto tantas
veces así que parecía como si nunca hubiera pasado nada. Su
precioso rostro enmarcado por el ondulado pelo castaño que caía
sobre sus hombros y que tanto le gustaba acariciar, la manera que
tenía de morderse el labio cuando leía alguna escena interesante,
su mirada inteligente devorando ávidamente cada palabra de aquel
libro que sostenían sus elegantes y suaves manos. Aquellas manos que
cada vez que lo tocaban sin querer hacían que le hirviera la sangre
dentro de las venas, aun sabiendo que ella no era su Belle.
Apenas se dio cuenta
de que estaba conteniendo la respiración para no asustarla y poder
seguir observándola y haciéndose la ilusión de que a quién tenía
delante era a su amada Belle. ¡Lo que daría por poder besar
dulcemente también aquellos labios…!
De tanto mirarla
ensimismado, se le estaba secando la boca y carraspeó sin querer.
Belle levantó repentinamente la mirada de su libro, clavándola
sobre el hombre que la observaba desde la puerta con una luz especial
en la mirada y una leve sonrisa que le daba un aire dulce y
desenfadado.
-¡Oh, Gold… ¿Ya
son las ocho? –Preguntó sobresaltada, poniéndose de pie
repentinamente y dejando el libro sobre el sillón – Lo siento, he
perdido la noción del tiempo…
- No se alarme
señorita Hide – dijo el hombre algo avergonzado de que lo hubiera
pillado observándola -, la cena que prepararemos hoy es bastante
sencilla y no requiere de demasiado tiempo, ¿compró los
ingredientes que le pedí? – Consiguió ocultar su apuro tras un
tono casual.
- Sí, sí…Pimientos,
carne picada, arroz, especias, tomate triturado… Creo que era todo,
no…? – ya no sabía si se le había olvidado algo.
- Sí, perfecto, vamos
venga a la cocina – le tendió la mano y ella se apresuró a
tomársela, haciendo que se desbocaran sus pulsaciones.
La condujo hacia la
cocina sin soltarla, y ella tampoco hizo ningún ademán de rechazar
su contacto.
-Vaya sacando los
ingredientes mientras me lavo las manos, ¿quiere?, mientras repasaré
mentalmente la receta de hoy - y ya de paso le daba tiempo a calmar
los latidos de su agitado corazón.
Mientras preparaban la
cena juntos, Belle le contaba el argumento del último libro que
estaba leyendo, uno que hacía algún tiempo él también había
leído y sabía de qué trataba, pero le encantaba cómo contaba su
historia tan entusiasmadamente, moviendo las manos enfatizando cada
palabra y con ese brillo de ilusión en la mirada, hablándole sobre
Merlín y el Rey Arturo, mientras él escuchaba atentamente unas
historias que había vivido en primera persona, saliendo de sus
labios. Estaba como hipnotizado por su voz y su dulce sonrisa, sin
darse cuenta de la que él tenía en su propio rostro.
El cocinar se había
convertido en un divertido trabajo en equipo del cual Belle
disfrutaba cada vez más, recibiendo con gusto las correcciones que
Gold amablemente le indicaba, y los halagos cuando lo hacía bien. El
resultado eran unas cenas divertidas de hacer y suculentas de comer,
aparte del relajado ambiente que se respiraba durante las mismas.
Después de haber
disfrutado de los pimientos rellenos que habían cocinado, Belle
recogió los platos y los fregó, mientras Gold preparaba unas
infusiones para los dos.
-¿Le
apetece tomar la infusión aquí o en la biblioteca, señorita Hide?
–Le dijo mientras colocaba las tazas sobre una bandeja.
-Mmmm, en la
biblioteca sería estupendo, me muero por continuar leyendo el libro
– respondió animada secándose las manos tras terminar de lavar
los platos y los cacharros que habían utilizado -, pero deje que
lleve yo la bandeja y vaya usted adelantándose.
Gold asintió
encaminándose hacia la biblioteca, seguido por la joven que llevaba
la bandeja con la tetera caliente y las dos tazas.
Una vez dentro de la
habitación, Gold se dirigió a la chimenea para encenderla mientras
Belle servía las bebidas para los dos. Se encontraba algo cansada,
pero realmente aquel libro la tenía bastante enganchada y quería
leer un poco antes de ir a dormir. Tomó el libro y se sentó en el
sillón de dos plazas junto al fuego mientras veía a Gold salir de
la habitación buscando algo. Un momento después apareció con una
manta y se aproximó a ella.
-Póngase cómoda,
señorita Hide, la lectura debe ser siempre un placer, no una
incomodidad – dijo mientras extendía la manta sobre sus piernas
mientras ella lo miraba sorprendida.
Una vez acomodada,
tomó su taza de té y se dirigió hacia la chimenea encendida,
dándole la espalda a la joven, mientras se sumergía en sus propios
pensamientos. Aquel fuego le recordaba tanto al de su castillo y a
las noches enteras que había pasado sin poder dormir, mirando el
fuego y recordado el maldito momento en que le dijo a Belle que se
marchara del castillo… y ella se fue. Repasaba una y otra vez
aquella escena en su cabeza, torturándose con sus propias palabras…y
con las de ella. “Solo tendrás un corazón vacío y una taza
astillada…” le había dicho, pero no fue del todo así porque su
corazón no quedó sólo vacío, también quedó roto cuando Regina
le dijo que Belle había muerto. Por su culpa…No, por la de su
padre, por no querer volver a admitirla bajo su techo.
El sonido de un
bostezo lo sacó de sus torturados pensamientos. Se volvió hacia la
joven de la que provenía aquel bostezo y la observó durante unos
segundos.
-¿Está cansada,
señorita Hide? –Le preguntó suavemente
-Oh, bueno, sí un
poco, pero este libro está tan interesante que no puedo parar de
leerlo, me tiene intrigadísima –dijo la joven sonriendo.
-¿Quiere que se lo
lea? – Ni siquiera había querido decir eso, pero le salió sin
pensar.
-¿Haría eso por mí?
– La verdad era que los ojos empezaban a escocerle un poco, quizás
por algo de humo que estuviera entrando de la chimenea, pero le
resultaba algo incómodo seguir leyendo.
-Por supuesto, a mí
también me ha dejado intrigado el trozo que me ha contado durante la
cena – mintió, acercándose al sillón. Extendió la mano para que
le diera el libro.
-¿No se quiere sentar
aquí? –dijo Belle palmeando el sillón junto a ella, mirándolo
con los ojos muy abiertos. El la miró por un momento confuso sin
saber qué hacer, pero la emoción pudo más que la prudencia y con
una sonrisa avergonzada se sentó junto a ella mientras tomaba el
libro de sus pequeñas manos, rozando sus dedos sin querer.
Belle se quitó los
zapatos, subió los pies al sillón, como lo había hecho antes de
que llegara Gold, y se arrebujó en la manta sonriendo encantada como
una niña pequeña esperando que le contaran su cuento de hadas.
La suave y dulce voz
del hombre inundó la estancia, haciéndola estremecer y
transportándola a aquel mundo que describía el libro, lleno de
duendes, hadas, seres mágicos y espesos bosques, de nobles y
valientes caballeros, y de poderosos magos y brujas.
No se había dado
cuenta hasta ese momento de lo hermosa que era su voz. Transmitía
una calidez y una seguridad que invitaba a cerrar los ojos y dejarse
conducir por ella a donde quisiera llevarla, y en este caso era a
través de los espesos bosques de Ávalon. Sin darse cuenta, apoyó
la cabeza en el hombro de Gold, que continuaba leyendo tratando de
controlar los latidos de su corazón.
Con los ojos cerrados
y aquella voz filtrándose entre las brumas de la conciencia, se vio
conducida a través de caminos rodeados por frondosas arboledas y una
niebla que lo cubría todo, pudiendo ver apenas tres pasos delante
suyo, pero no sabía por qué no tenía miedo, sólo sabía que tenía
que continuar por aquel camino hasta llegar a casa. Su corazón dio
un vuelco, llegar a casa… Era lo único que deseaba poder llegar a
casa y estar con él…
Aceleró el paso,
aunque apenas podía ver, pero sabía que mientras continuara por la
senda del camino no habría peligro. De repente, la niebla
desapareció como si nunca hubiera existido, quedando parada frente a
las puertas de una muralla de piedra. Conocía aquellas puertas, las
había visto antes y le resultaban familiares, así que cuando
continuó caminando, no se sorprendió cuando se abrieron sin que
nadie las tocara, dejando a la vista un enorme patio con un roble en
el medio, su roble.
Pasó junto a aquel
árbol que le daba la bienvenida y respiró hondo llenándose con los
aromas familiares de aquel lugar. Al final de la gran escalera estaba
la enorme puerta de madera que, al igual que la de la muralla, se
abrió a su paso. De nuevo quedó frente a la mesa redonda con aquel
hermoso centro de rosas. Reconocía el lugar, sabía que aquel era el
sitio donde debía estar, pero tenía que encontrar algo…a alguien.
Con la seguridad que
se tiene cuando se conoce un lugar, se dirigió escaleras arriba
hasta llegar al salón casi desprovisto de muebles, tan familiar. La
chimenea estaba encendida y frente a ella, sentado en uno de los dos
sillones y de espaldas a ella, se podía distinguir el cuerpo de un
hombre que se sacudía levemente.
Belle se fue acercando
lentamente y a medida que lo hacía podía distinguir los sollozos de
aquel hombre. ¿Cómo podía ser que el ser más poderoso que existía
estuviera en ese estado de desolación? Hipnotizada por la escena,
continuó avanzando hasta quedar apenas a unos pasos de él, invadida
por unas tremendas ganas de abrazarlo y consolarlo, y decirle que
todo saldría bien, que ya no tenía de que preocuparse.
De repente el llanto
del hombre cesó y lo vio levantar la cabeza mirando el fuego, pero
sin girarse.
-¿Por qué lloras? –
No entendía porque le había preguntado aquello, sólo sabía que
necesitaba escuchar su voz.
-¿Porque? ¡¿Y tú
me lo preguntas?! – El dolor que había en su extraña voz
traspasaba el alma y fue como un golpe para ella.
-Cuéntame que te
aflige – consiguió hablar pese al nudo que tenía en la garganta
-, quizás pueda ayudarte.
El hombre emitió una
risa ronca y sarcástica, cargada de ironía.
-¿De verdad…?
¿Crees que podrías ayudarme…? – Su risa fue tomando un tono más
histérico y enfermizo, como la de alguien que ha perdido la cabeza -
¡No…no puedes ayudarme ya! – Su voz se volvió a quebrar,
cargada de amargura y desesperación.
-Quizás…-dudó al
hablar – Quizás si me lo cuentas te sientas mejor – la tentación
de acariciar los cabellos que ocultaban su rostro, era tremenda, y
tuvo que sujetarse las manos para no tocarlos.
El denso silencio se
hizo largo y pesado, tanto que creyó que no la había oído. El
hombre tomó aire fuertemente, como queriendo sacar de él toda la
fuerza que necesitaba.
-Te fuiste…Me
abandonaste y me dejaste con el corazón roto…Yo no quería
enamorarme de ti, pero tú te metiste bajo mi piel y te apoderaste de
todo mi ser. – Su voz era casi un susurro cargado de emoción que
le puso todos los pelos de punta – Viniste aquí para ser mi
sirvienta, y al final yo me convertí en tu esclavo. Hubiera hecho
todo lo que me hubieras pedido, tan sólo a cambio de una de tus
sonrisas. Te lo hubiera dado todo…pero tú te fuiste y me dejaste
volver a caer en mi miserable vida sin ti. Sabías que te amaba con
locura…pero te marchaste y volví a ser la bestia de antes… ¡Por
tú culpa!
Aquellas palabras le
cayeron como un balde de agua helada y la dejaron petrificada. Todo
aquel dolor y la rabia al decir la última frase hicieron encenderse
dentro de ella como una bola de fuego que fue creciendo por momentos,
quemándola por dentro. Apretó los puños furiosa, mientras sus ojos
se llenaban de lágrimas ante la injusticia que se estaba cometiendo
con ella.
-¿Qué yo me fui…?
¡¡Tú me echaste de tu lado!! – Gritó con toda la rabia de su
interior.- ¡¡Yo sí que te amaba, lo dejé todo por venir aquí,
contigo. Mi familia, mis amigos, a toda la gente que he querido…Yo
no quería enamorarme de ti, bestia!! Y tú…tú me echaste de tu
lado por cobarde, por no querer renunciar a tu poder…por no querer
confiar en mí…por no querer creer que yo podía amarte. ¡¡Si me
marché fue porque no me dejaste otra opción…!!
-¡¡Mientes!! –
Gritó de repente, golpeando los brazos del sillón con los puños
cerrados – Podrías haber vuelto. Podrías haberte quedado junto a
mí…sólo eso, quedarte junto a mí, no te hubiera pedido nada más,
ni tan siquiera un beso…
-¡¡Si no me hubieras
pedido ni tan siquiera un beso era porque hubieras perdido tus
poderes, y al parecer te los estimabas más que a mí!! –Las
lágrimas rodaban por sus mejillas, mezcla de rabia y dolor. – Yo
te amaba más que a mi vida, no me hubiera importado darla por ti. Te
lo hubiera perdonado todo, porque sé que en el fondo de tu corazón
existe un hombre bondadoso y lleno de amor…Pero tú elegiste el
poder por encima de mí. ¡Tú me alejaste de tu lado…! ¡¡Maldito
seas, mírame cuando te hablo…!! – Gritó descontrolada.
-¡¡Mientes…Si
tanto me amas, di mi nombre…!! – Gritó él, sin volverse.
Otra oleada congelada
la dejó sin habla. Su nombre. Dios, lo tenía en la punta de la
lengua.
-Rum…Rum…¡¡Por
dios, no lo recuerdo…dímelo tú!! – La desesperación se estaba
adueñando de ella, lo iba a perder de nuevo.
El hombre movió
derrotado la cabeza, como si hubiera perdido una batalla, con la
espalda encorvada, como si llevara el peso del mundo sobre ella.
-No…- dijo
entristecido -, debes decírmelo tú.
-¡Pero no lo
recuerdo, ¿Cómo lo sabré?! – quería correr hacia él, pero sus
pies estaban clavados al suelo y se negaban a moverse.
-Lo sabrás…Cuando
me veas – dijo con voz triste, mientras se ponía en pie y
desaparecía dentro de una nube morada.
-¡¡Espera…No te
vayas…Tienes que decirme tu nombre!! – Gritó desesperada, sumida
en un mar de lágrimas.
-Señorita Hide,
despierte…Vamos, despierte, por favor –La suave y preocupada voz
de Gold la trajo de vuelta a la realidad.
Confundida, miró a su
alrededor intentando ubicarse en el espacio y el tiempo. Se
encontraba de nuevo en el salón de casa de Gold, sentada en su
sillón y él la sujetaba de los brazos firmemente, mirándola con
preocupación en el rostro.
-¿Se encuentra bien,
señorita Hide? – La estudiaba con la mirada, mientras le apartaba
los cabellos de la cara, dulcemente – No tema, sólo ha sido una
pesadilla, nada más –la tranquilizó.
Belle observó
confundida el rostro que tenía frente a ella a unos pocos
centímetros del suyo. Profundas arrugas de preocupación surcaban su
frente, mientras su mirada se clavaba en los ojos de ella y una mano
sujetaba su rostro suavemente.
Belle tenía el
corazón a punto de salirle por la boca, y una presión en el pecho
le impedía respirar, lo único que podía hacer era mirar aquellos
ojos que tenía frente a ella y tratar de controlar las enormes ganas
de llorar que sentía, pero era inútil. Con un amargo sollozo soltó
toda la tensión que invadía su cuerpo, mientras se cubría la cara
con las manos.
Gold la envolvió con
sus brazos apretándola contra su pecho y susurrándole palabras
tranquilizadoras, mientras la joven se sacudía descontroladamente
entre sollozos.
-Vamos, tsssshhhhh…
Ya pasó todo, no tiene de que preocuparse. Ahora está a salvo
conmigo…No permitiré que nada le haga daño, tssssshhhh…Tranquila
– el verla en aquel estado le partía el alma. Sabía por todo lo
que estaba pasando y lo difícil que tenía que ser para ella, y su
mayor tortura era no poder hacer nada para ayudarla y verla consumida
por la confusión y el dolor de no saber quién era ella misma.
Las manos de la joven
se cerraron agarrándose fuertemente a la camisa del hombre, como si
fuera un náufrago aferrado a una tabla en medio del océano, sin
poder controlar el mar de lágrimas que corrían por su rostro
hundido en el pecho de Gold, y que le empapaban la ropa.
Tenía tan vivo el
recuerdo de su sueño que habría jurado que aquel hombre que la
abrazaba tiernamente olía igual qué el que momentos antes había
tenido delante sentado frente a una chimenea y recriminándole el
haberlo abandonado…Volvió a encogérsele el corazón en el pecho
provocando otra oleada de sollozos. Los brazos del hombre se cerraron
más aún, mientras sus manos acariciaban su espalda y sus labios se
pegaban a su oreja hablándole bajito y despacio con esa voz que
hacía que el mundo desapareciera de alrededor y sólo estuvieran
ellos dos.
Poco a poco se fue
centrando en lo que aquellos labios pronunciaban tan dulcemente y en
el calor que sus manos transmitían a través de la tela de su
vestido, el calor que tanto necesitaba en aquellos momentos.
-Tranquila, querida,
tan sólo concéntrate en respirar, yo te protegeré…No permitiré
que nadie vuelva a hacerte daño.- Dijo sin pensar, afectado por ver
el estado en el que se encontraba la joven – Ya pasó todo, tesoro.
Vamos, cuéntame que te aflige, quizás pueda ayudarte…
Aquellas palabras
hicieron que se le abrieran los ojos de repente, sacándola de su
estado. Eran las mismas palabras que ella le había dicho al hombre
de su sueño. Se aferró a esa frase intentando recordar el resto de
la conversación que poco a poco se iba diluyendo en su mente,
mezclándose entre lo que sus sentidos percibían en ese momento.
-¿De verdad…?
¿Crees que podrías ayudarme…? – Reprodujo dudando las mismas
palabras que acababa de escuchar de aquel hombre sumido en la
tristeza de su sueño - ¡No… No puedes ayudarme ya...! – No
sabía muy bien porque estaba diciendo eso, pero era como encajar una
pieza más en el puzle de su enmarañada mente.
-Quizás si me lo
cuentas te sientas mejor…- Las palabras que ella esperaba salieron
de los labios de Gold dejándola perpleja.
De repente se separó
de él con una expresión de asombro en el rostro, clavando su mirada
en la del hombre, que la miraba confuso, esperando una respuesta. El
contacto de sus manos, su proximidad, el olor de su piel, su voz…todo
le resultaba tan familiar ahora, en ese momento, perdida dentro de
sus ojos, que no podía articular ninguna palabra, tan solo tratar de
buscar el lugar donde encaja aquella pieza que estaba segura era de
vital importancia en su pasado. ¿Quién era realmente aquel hombre y
qué lugar ocupaba en su vida anterior?
-Yo…Yo he tenido un
sueño…Y…-No podía reproducir las mismas palabras que le había
dicho aquel hombre en su sueño porque no encajaban – Y…, pensará
que estoy loca pero… Pero era tan real que casi podía tocarlo con
mis propias manos. Era como estar allí viviéndolo en primera
persona, sintiéndolo, oyendo su voz…pero se desvaneció delante de
mí… ¡Y Eso es imposible! – una risilla histérica se escapó de
su garganta mientras bajaba la mirada, algo avergonzada por contarle
aquellas cosas a Gold.
El hombre la observaba
enigmáticamente mientras una leve sonrisa suavizó su preocupada
expresión.
-Bueno –dijo
apartándole un mechón de pelo de delante de la cara-, dicen que los
sueños son recuerdos… Recuerdos de otras vidas. ¿Quién sabe?
Quizás en otra vida, en otro mundo, ocurriera su sueño realmente.
-¿Cree realmente que
eso es posible? –Preguntó la joven algo confundida por la
respuesta que le había dado.
-Si le digo la verdad,
señorita Hide, yo no descarto nunca nada. ¿Se encuentra un poco
mejor? – Le dijo apartándose un poco de ella para poder verla
bien– Sí, ya tiene mejor color. Vamos, deberíamos ir a dormir –
Dijo ofreciéndole una mano para ayudarla a levantarse.
Belle miró su mano
tendida sin entender muy bien lo que había querido decir con
aquellas palabras, ya se estaba acostumbrando a sus misteriosas
respuestas que siempre le dejaban más preguntas en la mente. Al
darle la mano, algo llamó su atención.
No se había percatado
hasta ese momento del hermoso anillo que llevaba en el dedo de viudo,
una pieza inusual que despedía unos tenues reflejos azulados que
parecían moverse al ritmo del suave latir de un corazón… ¡Pero
eso era imposible…! , pensó para sí misma mientras se dejaba
guiar hacia las escaleras que conducían a su dormitorio.
Gold le ofreció su
brazo para ayudarla a subir las escaleras, cosa que la joven
agradeció profundamente, todavía le flaqueaban las piernas.
Mientras subía le vino a la memoria la noche en la que Gold la
sorprendió en “la habitación prohibida”, como la había
bautizado Belle, y en la manera que tuvo de describir a la mujer a la
que amó y que perdió, y no pudo evitar encontrar una similitud
entre el dolor que notó entonces en su voz y la del extraño hombre
de su sueño.
-Gold…- Dijo la
joven cuando llegaron a lo alto de la escalera, frente a aquella
habitación cerrada- ¿Recuerda que me dijo que una vez hubo una
mujer a la que pertenecía esta habitación?
La joven sintió como
se tensaba el cuerpo del hombre, al que todavía agarraba del brazo,
y se apresuró a hacer la pregunta que tenía en mente antes de que
él levantara su ya acostumbrado muro cada vez que se tocaba aquel
tema.
-¿Cuándo me contará
su historia? – Dijo mirándolo directamente a los sorprendidos
ojos.
Gold la estudió por
un segundo tratando de ver alguna malicia en la inocente mirada que
le recordó tanto a la que tiempo atrás le dedicara en su castillo,
pero no vio nada más que la curiosidad de una joven y hermosa mujer,
y no pudo menos que comprenderla y disculparla.
-En otra ocasión,
querida. Ya Es muy tarde y tienes que descansar- dijo sin pensar.
-¿Me lo promete?-
Insistió ilusionada apretándole el brazo.
El hombre miró
desconcertado su brazo atrapado entre las manos de ella sin entender
su repentino interés.
-¿Que si le prometo
qué? – Su cercanía lo estaba mareando
-Qué me contará la
historia de la valiente mujer que vivía aquí con usted.
Gold abrió la boca
para protestar, sorprendido. No terminaba de entender como habían
llegado a aquella situación, pero estaba acorralado. Sin fuerzas
para rebatir nada a aquellos preciosos ojos azules, se dio por
vencido.
-Sí, te lo
prometo…Pero te pediré algo a cambio- dijo sin poder evitarlo.
¡Menudo vicio tenía con “eso”!
-¿Algo como qué? –
Preguntó la joven con un brillo de picardía en la mirada.
-Eeeeemmmm… ¡Pues
no lo sé, ya se me ocurrirá cuando llegue el momento! Así que
mientras tanto, señorita… ¡Buenas noches! – Dijo tomándole la
mano y depositando suavemente un beso en el dorso de la misma,
dejando a la joven con una sonrisa en los labios y encaminándose
hacia su dormitorio, cerrando la puerta tras él.
Aquella noche, Belle
no recibió la visita del misterioso hombre de sus sueños, tan solo
pudo dormir y descansar, con una extraña sensación de alegría en
el corazón que no sabía a qué se debía, pero no quería que
terminara nunca.
El sonido de la puerta
de la entrada de la casa al cerrarse la devolvió a la realidad. “Que
extraño, apenas es media mañana y Gold esta en casa” pensó
notando unas cosquillas en el estómago que no supo identificar.
”Espero que no le haya ocurrido nada malo, es muy extraño que
llegue a estas horas”, pensó alarmada disponiéndose a bajar, más
preocupada de lo que quería reconocer.
CAPÍTULO
13
DESPUÉS DE
LA CALMA…
La campanilla de
encima de la puerta sonó anunciando la entrada de un nuevo cliente
en Granny´s. Rubi observó a la joven que acababa de entrar por la
puerta y se sentaba en una de las mesas, tomando la carta de
desayunos entre sus manos. No era una clienta habitual, aunque en
alguna ocasión había ido con su padre y sus hermanos a comer allí,
pero en aquella ocasión estaba sola.
Aquella mañana estaba
siendo bastante animada en cuanto a clientela, bueno la verdad era
que últimamente las cosas estaban yendo bastante bien, y el pueblo
gozaba de una calma inusual, tanta que era extraño estando la magia
de nuevo activa por aquellos lares. Regina estaba prácticamente
desaparecida y, sospechosa y extrañamente, había accedido a hacerse
cargo del tema administrativo en lo referente a Storybrooke, ya que si
había alguien que supiera como funcionaban las cuentas del pueblo,
era ella. Pero Rubi no se fiaba demasiado de “la Reina” y no
sería de extrañar que estuviera tramando algo, tenía como un
presentimiento, sobre todo después de haberla visto en algunas
ocasiones, mientras daba sus paseos lobunos, entrando en su panteón
familiar a altas horas de la noche cargando con una cesta. ¡Menos
mal que la de la cesta era ella…!
Y Gold apenas salía
de su tienda a su casa, bueno como siempre, pero ahora que tenía a
Belle viviendo con él era como si quisiera pasar el mayor tiempo
posible con ella…Hasta que diera a luz.
Apenas dio crédito a
sus oídos cuando escuchó de los propios labio de Belle el trato al
que había llegado con el prestamista, que menudo vicio tenía
también de ir comprando niños por ahí, aunque en este caso era el
suyo propio, y eso debía de ser extremadamente doloroso para él.
Hala, castigo de Dios, por haber hecho tantas maldades, se le iban
devolviendo…Pero Belle no tenía culpa de nada de todo lo que él
hubiera hecho con anterioridad, y finalmente la que perdería a su
hijo sería ella. ¡Qué final tan trágico para una historia de amor
como aquella! Si tan sólo Belle recuperara la memoria…
Pensándolo fríamente,
aquella era la mejor manera de cuidar de la joven que, pese a sus
ansias de independencia, necesitaba a alguien que la guiara hasta que
volviera a ser ella misma, aunque dudaba mucho de que Gold fuera la
persona más adecuada, pero era el padre de su hijo y el amor de
Belle, y si alguien en este mundo podía cuidar de ella, por
descontado que era él. Y cuando llegara el momento de separarse de
nuevo…Bueno, él por lo menos tendría a su hijo, pero ¿qué le
quedaría a ella?
En alguna ocasión
Belle le había comentado que cuando diera a luz tenía pensado
marcharse a Boston y empezar de cero, pero últimamente cada vez que
tocaban el tema, la veía sumida en una profunda tristeza y hacía lo
posible por cambiar de conversación. Lo curioso era que cada vez más
a menudo se desviaban hacia el mismo tema. Gold. En una ocasión le
preguntó casualmente qué tan inflexible era Gold con sus tratos y
que si existía alguna manera de cancelar algún contrato con él, a
lo que Rubi le contestó, algo escéptica, que aquello era imposible,
ya que nadie había roto nunca un trato con él, por la cuenta que le
traía…
Recodaba una vez que
estaban tomándose algo juntas y Belle le preguntó por la mujer con
la que Gold había estado viviendo en su casa, y recordaba también
que le faltó nada para escupirle, de la impresión, el trago de té
helado que en esos momentos tenía en la boca. ” ¡¿Y qué le digo
yo ahora…?!”, pensó mirándola impresionada. Si le contaba algo
más de la cuenta, corría el riesgo de que Gold la tomara contra
ella, y después de la escenita que le contó Víctor que habían
tenido en el hospital cuando se enteró del embarazo de Belle, no
tenía muchas ganas de poner a pruebe su paciencia, la verdad. Así
que le dijo que lo mejor sería que fuera el mismo Gold el que se lo
contara, “hala, pelotita en tu tejado, majo…”, pensó traviesa
sabiendo que siendo Belle la que le preguntara jamás le haría
ningún daño.
- Disculpa…- La
joven que acababa de entrar la llamó desde su asiento. ¡Buf, se le
había ido el santo al cielo!
- Sí, voy enseguida-
contestó algo apurada saliendo de detrás de la barra como una
exhalación.- Perdona la tardanza, dime, ¿ya has decidido lo que
tomarás?
- Pues la verdad es
que ese es el tema, que no sé qué tomar. ¿Qué me recomiendas tú?
– Dijo la joven un poco indecisa.
- Yo te recomendaría
las tortitas con huevos y bacon, están deliciosas y son caseras,
pero tengo que decirte que cualquier otra cosa que elijas de la carta
está buenísima también.
- ¡Pues anda que con
lo indecisa que soy yo…! Vale, probaré las tortitas – Se decantó
finalmente por la opción que le dio Rubi.
La muchacha tomó la
nota y la entregó a la cocina, observando a la chica que se lo había
pedido, retorciendo la servilleta algo nerviosa. Le iba a ofrecer un
café, pero no sabía si sería lo más adecuado.
-¿Te pongo algo de
beber? –Le preguntó, acercándose de nuevo a su mesa.
-Pues, no sé… ¿Qué
es lo que tienes?
Rubi la miró dudosa.
“Vaya, pues sí que era indecisa, sí…”
-Emmmm… Pues lo
normal en una cafetería, zumo de naranja, refrescos, té helado, té
calentito…y café- Esperaba que no se decantara por lo último, más
que nada por el bien de sus nervios.
-Pueeeesssss…Me
tomaré un zumo de naranja, por favor – se decidió por fin.
A Rubi se le estaban
pegando los nervios de la muchacha y no pudo evitarlo.
-Perdona pero, ¿te
ocurre algo? Es que te veo un poco intranquila, ¿necesitas que te
ayude?
-¡Oh, no…no,
gracias! Es que resulta que hoy es el cumpleaños de mi padre y llevo
semanas pensando en qué le podría comprar, y no he encontrado nada
que viera adecuado para él. –Dijo la chica un poco apenada- Quería
que fuera algo especial y que le recordara al Bosque Encantado, ahora
que ya no estamos allí, pero no sé dónde podría buscarle algo que
le guste.
Rubi se mordió el
labio inferior sin saber si realmente debería decírselo, pero la
posibilidad de que esta chica sacara de quicio a Gold con su
indecisión, se le hizo muy atractiva.
-¿Has probado en la
tienda de Mr. Gold? – Las palabras salieron de su boca
prácticamente sin querer, lamentándose por ello al instante.
-Ah…Esto, no. La
verdad es que mi padre me advirtió de que no me acercara mucho por
aquella tienda, pero ahora que lo dices, creo que es el único sitio
donde no he mirado. Tengo entendido que tiene un montón de objetos
de nuestra tierra.
-Sí, bueno, ya
sabes…Es una casa de empeños y ahí tiene un montón de cosas de
segunda mano –Rubi intentó desilusionarla, viendo el entusiasmo
que se había despertado en la joven-. ¿No le gustaría más a tu
padre algo nuevo?
- Es que me gustaría
algo que le recordara a nuestro hogar, y todo lo nuevo de aquí…es
de aquí.
No le faltaba razón a
la muchacha, y Rubi no pudo menos que comprender la voluntad de una
hija por complacer a su padre. Esperaba no haber metido la pata.
-Bueno, ehhhhh…
-¡Mary, mi nombre es
Mary! –Se presentó la joven cuando Rubi quiso nombrarla.
-¿Mary? Bien, yo soy
Rubi.- Se presentó la camarera – Pues hagamos una cosa, Mary, si
ves que no encuentras lo que buscas en la tienda de Gold, vuelve y
entre las dos buscaremos una solución, ¿vale? –Se ofreció
amablemente.
-¡Oh, muchas gracias,
Rubi, eres muy amable, eso haré! –Dijo la joven, a la que parecía
que le hubieran quitado un peso de encima y se la veía mucho más
animada.
La campanilla de la
cocina sonó avisando de que el pedido de la joven ya estaba listo.
Rubi se disculpó y fue a por él, dejándoselo seguidamente el su
mesa, junto con su zumo, y volviendo a sus quehaceres en la
cafetería, dejando a la joven con sus pensamientos.
No había sido fácil
para Mary el despertar en Storybrook. Había pasado de ser la única
hija de un matrimonio de avanzada edad, a recordar a su padre y a sus
tres hermanos pequeños, los cuales se hallaban desperdigados en
otras tantas casas diferentes.
Cuando finalmente se
volvieron a reunir, sintió como si su corazón le fuera a estallar
en el pecho de la alegría, y ahora que era el cumpleaños de su
padre quería obsequiarle con algo realmente especial para que
supiera lo que significaba para ella el estar de nuevo todos juntos,
como cuando estaban en el Bosque Encantado.
Parecía que fuera
ayer cuando en las frías noches de invierno se sentaba frente a la
lumbre junto a sus hermanos, mientras su padre les leía historias
con su vieja pipa entre los dedos y aquel olor tan especial que
manaba de ella al quemar aquella mezcla de tabaco y miel que tanto le
gustaba, mientras su madre remendaba alguna de las desgastadas
prendas que iban pasando de un hermano a otro menor.
Parecía que fuera
ayer cuando veía a sus hermanos corretear alrededor de la casa,
subidos a sus caballos imaginarios, persiguiendo a bandidos
imaginarios y matando a dragones imaginarios con las espadas de
madera que les había hecho su padre, mientras su madre preparaba
dentro de casa aquel maravilloso pan casero que recién horneado les
servía junto al mejor asado que pudiera existir en el mundo.
Parecía que fuera
ayer cuando de repente y sin motivo aparente su madre cayó
desplomada mientras alimentaba a las aves del corral, ante su
impotencia y desesperación.
Parecía que fuera
ayer cuando su madre le dio en su lecho de muerte el colgante que
había pasado de generación en generación por todas las hijas
mayores de su familia, y que tanto significaba para ella.
Parecía que fuera
ayer cuando creyó morir presa de una grave enfermedad y
milagrosamente se recuperó en cuestión de minutos, en el que creía
que sería el último invierno de su vida. Algunos meses después les
alcanzó la maldición que los llevó a aquel extraño lugar, y que
separó a toda su familia.
Bueno, viéndolo por
la parte positiva, durante todo aquel tiempo no pudo echar de menos a
sus seres queridos porque no los recordaba, pero ahora que la
maldición se había roto, los duros recuerdos de la añoranza de su
madre cada día le pesaban más, y aunque finalmente habían
conseguido volver a reunirse, todos los recuerdos de su madre y los
objetos personales habían quedado en El Bosque Encantado, y eso le
dolía.
Invadida por la
tristeza que le provocaba el recuerdo de su madre, decidió terminar
su desayuno e ir en busca del regalo para su padre, aunque si a esas
alturas no había conseguido nada, dudaba mucho de que lo hiciera
ahora.
Después de pagar la
cuenta y de despedirse de Rubi, se dirigió sin muchas esperanzas
hacia la casa de empeños que le había comentado la camarera.
Cuando la campanilla
de la entrada de la tienda sonó, Gold cerró de golpe fastidiado uno
de los libros que revisaba por enésima vez tratando de encontrar la
manera de ayudar a Belle a recuperar su memoria. Sólo le faltaba
eso, que alguien viniera a distraerlo, con lo que le estaba costando
últimamente concentrarse.
Llevaba toda la mañana
tratando de centrarse en lo que leía, pero lo único que le venía a
la mente era la noche anterior, cuando después de depositar un beso
sobre la mano de Belle se dirigió a su cuarto, dejándola en el
pasillo con esa preciosa sonrisa en los labios que no le había
dejado dormir en toda la maldita noche.
Tomó su bastón y se
dirigió con determinación a atender lo más rápidamente posible a
su nuevo cliente, quizás si se mostraba de lo más desagradable, se
plantearía su permanencia en la tienda.
-Buenos días.- Dijo
con el tono de voz más impersonal que tenía.- ¿En qué le puedo
ayudar?
-¡Oh, buenos días…!-
dijo Mary saltando del susto. No había entrado nunca en aquella
tienda, y realmente le pareció fascinante la cantidad de objetos del
Bosque Encantado que había allí - Pues verá, resulta que hoy es el
cumpleaños de mi padre y llevo algún tiempo buscando algo que
realmente le haga ilusión, pero todo lo que encuentro son objetos de
este mundo que aunque son muy útiles, no significan nada para él…
Gold miraba para
arriba exasperado, “estupendo, esta viene a contarme su vida…”
pensó para sí mismo, “¡pues estoy yo para desahogos, como si no
tuviera otra cosa que hacer…!”
-¿Y…? –Dijo el
hombre con una mueca de fastidio en la cara.
- Bueno, la cuestión
es que lo que realmente me gustaría es algo que le recordara a
nuestro hogar –dijo inocentemente la joven sin percatarse de aquel
tono molesto, mientras continuaba observando los innumerables objetos
que tenía al alcance de la vista.
-¿Y…? –Volvió a
repetir algo más exasperado.
-La verdad es que he
estado buscando por todas partes y no encuentro nada que realmente me
agrade para él…
-¡¿Y…?! –
Levantó algo más la voz taladrándola con la mirada.
La joven dio un salto
ante aquel tono y sus mejillas enrojecieron de la vergüenza. Había
oído hablar del mal carácter del hombre de aquella tienda, pero
jamás se había cruzado con él, y mucho menos dirigirle la palabra.
-Pues que quisiera
saber si usted tendría en su tienda algo que le recordara a nuestro
hogar –musitó ruborizada.
Gold tomó aire
ruidosamente, tratando de controlarse. Se estaba comportando como un
verdadero ogro y la pobre muchacha no tenía culpa de sus problemas,
Belle le hubiera regañado por ello, pero ahí no estaba Belle y eso
le recordaba el porqué de su mal humor.
-Vamos a ver, señorita
–dijo en un tono algo más calmado, tratando de ser un poco más
amable.- Si me dice algo sobre los gustos de su padre, quizás pueda
ayudarla a encontrar algún objeto que le pueda agradar…No sé,
alguna afición, algún objeto personal, algo que apreciara
especialmente…Y en base a eso buscar algo parecido.
La joven sonrió algo
más aliviada al notar el esfuerzo de aquel hombre por intentar
ayudarla en su búsqueda, y se acercó al mostrador detrás del que
estaba Gold.
-Pues ahora que lo
dice, a mi padre le encantaba leernos por las noches a la luz de la
chimenea, ¿quizás algún libro? –dijo la joven esperanzada.
-Bueno, aquí dispongo
de algunos ejemplares, puede echarles un vistazo.- Gold salió de
detrás del mostrador para indicarle la estantería donde se
encontraban algunos de los libros que habían caído en sus manos
después de la maldición.- ¿Qué tipo de libros eran los que os
solía leer? –Preguntó más amable.
Mary lo siguió hasta
la estantería, con una sonrisa esperanzada.
-Pues sobre todo de
aventuras, de príncipes y dragones…- “¡Cómo no…!” Pensó
Gold mientras repasaba con la mano los lomos de algunos libros.
Mientras el
prestamista elegía algunos de los libros de la estantería, la joven
palideció y su sonrisa se le congeló en la cara al observar su
mano.
-Esto es todo lo que
tengo del género, espero que le sean de utilidad.- Dijo el hombre
alcanzando una selección de varios volúmenes y dejándoselos sobre
el mostrador mientras ocupaba su lugar habitual tras él, esperando a
que la joven hiciera su elección.
Pero en lugar de eso,
Mary permanecía con los ojos muy abiertos, fijos en otro objeto que
había captado su atención. El anillo de la mano derecha de Gold.
-¿De dónde ha sacado
ese anillo? –Preguntó sin ninguna ceremonia en un tono tenso.
Gold la observó con
los ojos entrecerrados, asombrado por aquel cambio tan brusco. La
expresión de su cara denotaba dolor y no podía despegar los ojos de
la mano del hombre.
-Es mío. –Dijo sin
dejar de mirarla a los ojos que se le llenaban de lágrimas.
-¡¿De dónde ha
sacado ese anillo?!- Esta vez levantó la mirada pare enfrentar la
del prestamista, con decisión.
Gold dudó entre
responderle o mandarla a paseo, pero la curiosidad le pudo.
-Me lo dieron como
pago de un trabajo.- Con los ojos entrecerrados observó la reacción
que aquellas lentas palabras provocaban en la joven.- ¿Por qué lo
pregunta?
La expresión de la
muchacha cambió radicalmente de desafiante a sorprendida. Ahora
sabía realmente quién era aquel hombre. Ahora comprendía porqué
su padre no quería que se acercara a esa tienda. Ahora comprendía
como sanó milagrosamente de aquella enfermedad tan grave que casi le
costó la vida en El Bosque Encantado. Ahora comprendía lo que había
ocurrido con el anillo que tanto apreciaba su padre y que
repentinamente había desaparecido de su mano, coincidiendo con su
asombrosa recuperación.
-Ese anillo…Es de mi
padre…- Tenía la boca seca y tragaba con dificultad.- Ese
anillo…era su posesión más preciada…- La joven no pudo evitar
que le viniera a la memoria el recuerdo de sus padres, del amor tan
grande que sentía uno por el otro, de lo felices que fueron mientras
su madre estuvo con vida, de lo destrozado que quedó su padre al
morir esta.
-Seguro que sí,-
dijo Gold sin apartar la mirada da la joven – pero me lo entregó
en pago a un servicio…Del que espero que estés satisfecha,
querida. - La atravesó con la mirada comprendiendo finalmente quien
era aquella joven y el servicio que le había prestado a su padre.-
Además… ¡No está en venta!
-Ese anillo fue el
símbolo del profundo amor que se profesaban mis padres –dijo Mary
mientras una lágrima resbalaba por su rostro-. Siempre pensé que en
todo el Bosque Encantado no había nadie que se amara más que ellos
dos, y cuando mi madre murió creí que mi padre también lo haría
de pena, pero lo vi luchar por mis hermanos y por mí,
anteponiéndonos a su propia vida. Mi padre es un buen hombre.-Dijo
irguiéndose, orgullosa de él, ante el duende que le puso precio a
su vida y a la de su familia.
-No lo dudo.-
Respondió tajante…”Demasiado tajante”, pensó al ver a la
muchacha que afectada se dispuso a marcharse sin decir nada más.
-Emmm…Un momento,-
la detuvo – todavía no has encontrado nada para tu padre…Quizás
quieras echarles un vistazo a unas pipas de tabaco que tengo por
aquí.
Mary se volvió con
desconfianza, viéndolo moverse con dificultad por detrás del
mostrador y alcanzando una caja de madera de la cual extrajo una
serie de pipas de fumar de varios diseños. Pero de entre todas, sólo
una llamó su atención, la vieja pipa de marfil de su padre que
tanto le gustaba. Sorprendida la tomó entre sus manos y la levantó
para comprobar que fuera la misma, examinando cuidadosamente los
labrados detalles de la talla. Sí, sin duda era la pipa de su padre,
pensó sorprendida.
-Yo… ¡¿Cómo
ha…?!- La frase murió en su boca al mirar a Gold y recordar con
quién estaba tratando.-Esto… ¿Cuánto vale?
-El precio está
debajo, querida.
-Es un poco cara,
teniendo en cuenta…su procedencia, ¿no cree? –se aventuró a
decir para que no la viera tan complacida con la compra, además, le
había parecido ver un brillo de satisfacción en sus ojos.
-¡¿Me estás
regateando?!- Respondió sorprendido el prestamista, con los ojos
desorbitados.
-¡No, no, no…Qué
va, está bien…Está bien! –Se apresuró a decir la joven sacando
el dinero que marcaba la pieza para cerrar el trato.
Gold se giró
aguantándose la risa para que no lo viera, haciendo como que buscaba
algo para envolver el regalo.
-¡No déjelo, me lo
llevo así! – Dijo dejando el dinero sobre el mostrador y
dirigiéndose hacia la salida.
-¡Un momento, hay
algo más…! –La volvió a detener. “¡Dios, que no salgo viva
de esta tienda…!”, pensó la chica mientras giraba lentamente
sobre sus talones y se acercaba de nuevo al mostrador, cargada de
desconfianza.
-Al parecer, esa pieza
en especial venía con algo de regalo – dijo mientras sacaba de un
doble fondo de la caja en la que venían las pipas, un pequeño
saquito de terciopelo anudado con una cinta el cual dejó sobre el
mostrador para que la joven lo tomara.
Mary desató el lazo y
vació el contenido del saquito sobre su mano abierta, quedando
perpleja con lo que había dentro. Delante de sus inundados ojos se
encontraba el colgante que su madre le dio en su lecho de muerte y
que momentos antes había ocupado su mente.
Sin poder reprimirse,
se llevó a los labios la tan preciada pieza mientras un torrente de
lágrimas de alegría surcaba su rostro y una gran emoción inundaba
su pecho.
Estuvo así durante
unos segundos, bajo la mirada de Gold que se decía “Rumple, te
estás volviendo blando… ¡Bah, si sólo es una baratija!... Y así
se va pronto y continuo con lo mío…”.
Una vez se pudo
controlar, la muchacha levantó la cabeza y murmuró un sincero
“gracias” que le salió de lo más hondo del corazón, ante lo
cual Gold hizo un movimiento con la mano quitándole importancia,
pero la joven se dio cuenta de algo más.
Ya en la puerta, a
punto de salir, Mary tuvo el inevitable impulso de decirle algo más
a aquel extraño hombre. Algo que era de gran importancia.
-Ah, Mr. Gold…-
Dijo girándose de repente- Le doy mi más sincera enhorabuena.
-¡Ah, ¿Sí…?! –
Preguntó el hombre sorprendido -¿Y a qué debo esa felicitación,
si se puede saber? –Dijo con una sonrisa irónica.
-Ah,
¿no lo sabe…? La persona a la que usted ama… También lo ama a
usted de la misma manera… Mire su anillo. –Dijo sonriéndole y
saliendo acto seguido.
La sonrisa de Gold se
le congeló en los labios mientras terminaba de escuchar las palabras
de aquella muchacha. Lentamente volvió la mirada hacia la mano donde
tenía el anillo de Ópalo que hacía semanas que no quería ni mirar
por el recuerdo que le traía de lo que había perdido.
Ahí estaba. Ese
pequeño resplandor azulado que titilaba como el latido de un cansado
corazón, apenas perceptible a la vista, pero ahí estaba. Su corazón
dio un vuelco y una pequeña chispa de esperanza se encendió dentro
de él.
Hipnotizado por aquel
tenue brillo, se encontró desbordado por mil preguntas para las
cuales no tenía respuestas en aquel momento, tan sólo podía pensar
en las palabras que le había dicho aquella joven “…la persona a
la que usted ama, también lo ama a usted…” ¡No podía ser
cierto! En ningún momento había apreciado nada que no fuera temor…A
no ser…
Cerró los ojos y
volvió a ver la sonrisa que la noche anterior le quitó el sueño,
cuando le pidió que le hablara de la mujer que había habitado
anteriormente aquella casa.” ¡No puede ser…!” Se repetía de
nuevo, resistiéndose a creerlo.
Con decisión, tomó
su bastón y se dirigió hacia la entrada, girando el letrero de
“Cerrado” de la puerta. No recordaba haberse tomado nunca un día
de “Asuntos Propios”, así que ya iba siendo hora, que para eso
era su tienda y no se arruinaría por cerrar un día.
Jamás en su larga
vida, un trayecto tan corto se le había hecho tan largo, era como si
su coche fuera a cámara lenta por las calles de la ciudad y se le
cruzaran a posta todos los habitantes de la misma, teniendo que
controlarse para no pasarles por encima o llevárselos por delante.
Para cuando aparcó su
vehículo frente a la puerta de su casa, su corazón latía desbocado
amenazando con salírsele del pecho en cualquier momento, mientras su
mente se resistía a creer que aquella posibilidad pudiera existir.
Cerró los ojos y tomó aire tratando de controlar el temblor que
invadía su cuerpo. Necesitaba estar sereno y con calma. Lo más
sereno posible. Y atento. Atento a cada gesto de Belle, a cada
palabra, a cada expresión, a cada movimiento… Y con mucha calma.
“¡Oh, Dios, ¿Y si
la vuelvo a asustar?!” Se cubrió el rostro con las manos
recordando su grito y su expresión de terror de aquella noche en el
hospital cuando la despertó con un beso. No, eso no podía volver a
ocurrir…Jamás.
Respiró hondo unas
cuantas veces hasta que se le templaron los nervios. Como queriendo
comprobar que no había sido un sueño, volvió a mirar detenidamente
el suave reflejo azulado que despedía su anillo. No tenía nada que
ver con el resplandor que en su día tuvo, pero era un inicio, algo
que le indicaba que había una pequeña esperanza de recuperar a
Belle, pero tenía tanto miedo…Miedo de perderla para siempre…De
nuevo…
Apretó el puño y se
llevó el anillo a los labios, como queriendo infundirle algo de
aliento para que aquella llama se revitalizara.
-¡Aguanta, por
favor…Aguanta! –Susurró contra la piedra.
Con decisión, salió
del coche y se dirigió hacia la puerta de su casa, sabiendo que de
esos momentos de calma dependería si recuperaba a su Belle…O la
perdía para siempre.
¿Deseando saber cómo acabará el fic? No te pierdas el gran final el fin de semana que viene.
¡¡¡ALIII!!!, mujer me esta matando, pero de enanito gruñon no me dejaste NADA, me estas matando, con esa extraña confianza nadando en desconfianza, como algo asi...
ResponderEliminarRumple: a que si le toco la mano se molesta conmigo...
Belle: ¡¡que me toque, que me toque, que me toque!!
las escenas de ftl, increibles...
en la parte de que belle se muerde el labio caí en cuenta que yo lo estaba haciendo...
me senti voyeur en la escenita de "deja que te lea el libro"
el anillo latiendo esta, latiendo esta, azul esta...
y... ruby reaparecio siii
las escenas de *LOL*
vale, cocine carne y cree carbon...
me llama otra vez ese señor es para matarme...
¿cafe, te o naranjada?
vale, que te enseñare algunos de mis trucos.. ahem, de cocina...
esa es la casa que esta haciendo millonario al repartidor...
nada mas que añadir, espero con ansias la continuacion
Bloggero...Me Alegra Que También Te Gustaran Estos Capítulos, Ya Estamos Casi Terminando, así Que Ya Te Queda Menos Para Sufrir, Dearie...;D;D;D
EliminarJua, Jua, Jua...Me He Reido Mucho Con lo Del Repartidor, y En Parte Tienes Razón, Pero Se Ve Que Gold se Ha Hartado Y Ha Decidido Enseñarla Él Mismo a Cocinar, Así Que Se Le Acabó El Negocio Al Pobre Repartidor...;D;D;D
Muchas Gracias Por Tus Palabras, y Espero Que El Final También Te Guste Como Hasta Ahora, Dearie, Besotes XXXXxxxxx
naaa, si con esa cocinera, n_n...
Eliminar¿como continuara?, vamos, spoilea la primera parte porfavor *se come las uñas*
¿rumple sera bueno con las propinas?
y no le enseño solo para dejar de gastar plata en el repartidor, lo hizo para poder estar cerca de belle n_n
y para no resultar con la sorpresa de llegar un dia y que la casa este en llamas n_n dearie...
vale...
y hoy que ya tengo mas calma y reordene mis ideaspuedo seguir comentando unas cosas que se me pasaron n_n
**LOL**
-Belle: no, nada de descanso, ahora necesito un plan B
-Rumple: a que esta maja trata de intoxicarme
mary: pues......bla bla bla
Rumple: Y...ಠ∩ಠ
mary: es solo que......bla bla bla
Rumple: Y...ಠ∩ಠ
mary: nada, solo que......bla bla bla
Rumple: Y...ಠ∩ಠ
(esa carita la aprendi en un foro n_n)
¡¡Jua, Jua, Jua...Qué Remalo Eres, Bloggero...;P!! ¡¿Cómo te Voy a Spoilear El Final...?!;D;D;D
EliminarPor Supuesto Que Lo De Enseñarla a Cocinar Era Una Excusa Para Permanecer Cerca de Ella, Pero También Porque Veía que ¡¡Por La Integridad Física De La Moza...;P!! Tenía Que Vigilarla Un Poco Antes De Que Se Asfixiara un Día Con El Humo De La Comida Quemada...;D;D;D
¡¡La Pobre Mary que NO Sabía Dónde Se Había Metido...:D:D:D!! Pero Bueno, Ella Sacó Mucho Más De Lo Que Esperaba y a Cambio Le Regaló a Gold Su Visión Del Anillo, Qué Ella Conocía Muy Bien Lo Qué Significaba...;D;D;D
Por Cierto, Me Tenéis Muerta de La Envidia Porque Yo No Puedo Sacar Esos Emoticonos Con Mi Teclado...>:/ Ni Corazoncitos, ni Na...:´´´( Ya Que Trabajo Con un Notebook y En Él No Me Salen...:´´´( ¡¡Así Que Sólo Llego a Lo Básico...:´´´(!!
jajaja n_n lo lamento por ti mi querida ali, te iba a decir que utilizaras el fantastico copiar pegar pero en esta pagina no se puede n_n.
EliminarLo Que Aun No Se Es Como Logras Escribir Asi Sin Fastidiarte...
osea yo escribi esa linea de ariba con muuucha dificultad n_n
¿por que fui malo?
Eliminar¡¡Por Pedir Spoilers a Falta de Un Capítulo Del Final, Hombre...;P Aguanta un Poquito, Que ya Falta Poco...;D;D;D!!
EliminarSi Lo Dices Por Escribir Poniendo La Primera Letra En Mayúscula...¡¡Me Volví Loca Repasando El Fic y Quitando Mayúsculas De Donde No Tocaban...y Aun Así Se Me Escaparon Algunas Por Ahí...;D;D;D!! Ya me He Acostumbrado a Escribir Así y Ahora Cuando Escribo Fuera De Aquí a Veces Meto La Pata...;P;P;P
ali, un spoiler pequeño please, la primera linea, el primer dialogo, una sinopsis, o almenos una parte graciosa please please please, y me refiero a escribir incluso en los comentarion con la primera en mayuscula, eso es muuuuuy tedioso para mi n_n
Eliminarpd: coloca un spoiler TT_TT
¡¡¡Confórmate Con El Título, Dearie...;P;P;P!!!
EliminarEl Capítulo 14 Se Titula "...VIENE LA TEMPESTAD" ;D;D;D
conformarme con el titulo???, si, es plausible n_n
EliminarViene La Tempestad....
¿¿¿O_O???
Buenos capítulos, dearie. Me ha gustado especialmente la parte de los sueños de Belle: se te da muy bien describir el mundo onírico. La conversación entre el duende y Belle en el sueño, fantástica :). También me ha gustado como van cobrando poco a poco más intimidad entre ellos y los nervios de Gold al final del capítulo 13, cuando vuelve pronto a casa, jajaja. Presiento que el último capítulo va a ser emocionante.
ResponderEliminar¡¡Muchas Gracias, María, La Verdad es Que La Descripción del Sueño Era Algo Que Me Tenía Preocupada Porque Era Difícil De Explicar Como Lo Estaba Viendo Yo, Dearie, Pero Si Me Dices Que Te Ha Gustado Es Señal De que Lo Has Visto Igual Que Yo...;D;D;D!!
EliminarEsos Momentos De "Crear Ese Vínculo" Entre Ellos Es Algo Que Echo Mucho de Menos En La Serie, Que aunque En el 2x19 Mostraron "Algo", Me Falta Mucho Del "Cómo Se Fueron Enamorando El Uno Del Otro" y No He Podido Evitarlo...;D;D;D
Espero NO Defraudarte Con El Capítulo Final, Lo Único Que Puedo Decir es Que Para Mi "Esto" Sería Lo Que Me Hubiera Gustado Ver En La Serie, En Lugar De La Petardá Que Nos Soltaron a Partir Del 2x12...:´´´(
Muchísimas Gracias Por Tus Palabras, Siempre Tan Amables, Dearie, Muchos Besotes XXXXxxxxx
OMGGGG! AJSKDAHSKAHDKASD ¡ME ENCANTA! ¡NO QUIERO QUE ACABE! xDDD Espero que no se demore mucho el final porque mi corazón #Rumbelle no lo soporta jeje
ResponderEliminarel mio tampoco amigo n_n
EliminarMuchas Gracias, Kahlan, Me Siento Muy Halagada De Ver Que Os Ha Gustado Tanto, La Verdad Es Que NO Me Lo Esperaba Para Nada y Ver Que Hay Gente Que Comparte Mis Puntos De Vista En lo Referente Rumbelle Me Anima Mucho y Me Hace Pensar Que NO Estoy "Tan Grave" Como Yo Pensaba...;D;D;D
EliminarDe Todas Formas, Os Agradezco Mucho Vuestra Fidelidad Con El Fic, Porque Es Bastante Largo y No Pensaba Que Fuerais a Aguantar Tanto, "Soportar" 14 Capítulos y Seguir Teniendo Ganas De Más Es El Mayor Halago Que Se Me Podría Hacer...;D ¡¡Espero Que El Final Esté a La Altura De Tus Expectativas, Dearie...;D;D;D!!
Muchas Gracias, Dearie, Besotes XXXxxxxx
pffff es la primera vez que comento esta "mini serie" pero siempre la leo, la verdad me encanta, me dejas en suspenso cada que te leo, estoy ancioso por ver el final :D
ResponderEliminarMuchas Gracias, Carlos, Me Encanta Que Te Haya Gustado El Fic y Espero Que El Final También Te Guste, Pero NO Esperes Demasiado Por Si Acaso, Ya Sabes Que A Veces Nos Hacemos Unas Expectativas y Si NO Se Alcanzan nos Decepcionamos...;D;D;D
EliminarSólo Espero Que El Último Capítulo También Te Agrade, Dearie, Gracias Por Tus Palabras...;D;D;D Besotes XXXXxxxx
Aagggggg!!!! Odio esperaaaaar!!! Y ya no tengo más capis de reserva, nooooo. Como siempre, Ali. Me ha gustado mucho esta parte también. La tensión no se aguanta, y eso es lo perfecto. Súper logrado. Hay un detalle en particular que me encanta. El hecho de que sea tan importante decir el nombre de Rumpel. No sé si lo harás como referencia al cuento de "El enano saltarín" en el que tan libremente se basa el personaje de Carlyle, pero desde luego tiene todo su eco. Es uno de los cuentos que más me gustan. Por supuesto, el personaje de los Grimm y el de OUAT no tiene nada que ver... pero en realidad comparten la esencia! Ese aura de misterio... Y siempre me cayó bien el enano y me pareció fatal el final que le daba. Coño, que el había dejado bien clarito cuál era el trato, y encima le da a la chatunga una segunda oportunidad de no perder al bebé... Ay, que me enredo. A lo que iba, que toda la historia de adivinar su nombre para romper el trato me fascina, no sé por qué. Y me encanta que quede reflejado en tu fic, dándole además una vuelta de tuerca. Con ganas del siguiente! Peeeena que sea el último... ¿Escribirás más?
ResponderEliminarKyra, Eres La Primera Que Se Ha Dado Cuenta de Lo Del Nombre, Dearie...;D;D;D ¡Y Es Que Ya Sabemos Lo Importante Que Son Los Nombres Para Rumple, Pero Especialmente Esta Vez...;D;D;D!
EliminarRealmente Me Sorprende Que No Te Hayas Cansado Ya De Tantos Capítulos, Mientras Lo Escribía Pensaba Que Me Había Pasado Siete Pueblos y Que Nadie Querría Leerse Algo Tan Largo, Pero Aun Así NO Podía Para Hasta Terminarlo...;D;D;D
En Cuanto a Continuar Escribiendo...Bueno, Espero No Pillarme Ninguna Depre Más De Este Calibre ¡¡Es Qué Fue Muy Gorda...:´´´(!! Pero Si La Pillo me Tendré Que Desahogar de alguna Manera, No...:/? Pero Por Ahora No Tengo En Mente Continuar Escribiendo Nada...;D;D;D
Sólo Espero Que El Último Capítulo También Te Guste y Que Se Aproxime a Lo Que Te Gustaría Haber Visto En la Serie, Como a Mi...;D
Muchas Gracias Por Tus Palabras, Dearie, Besotes XXXXxxxx
Ya sé que te lo digo siempre pero... ME ENCANTA!!!! Alí, tu fic se ha convertido en las escenas Rumbelle que no ponen en la serie y que tanto me hacen falta (no sé si es por lo bien que escribes, pero cuando leo me imagino la historia representada por los actores...XD).
ResponderEliminarPor mucho que tú digas que es largo a mí me gustaría que durara más!!!! Que 14 capítulos son pocos para contar esta preciosa historia de amor... ;) Cuando dijiste que se iba a terminar en el capítulo 11 casi me da algo porque la historia se quedaría muy abierta, demasiado!!! menos mal que continuaste con tres capis más!! XD
Aghggkkjhjhaaa me encanta cómo ha ido surgiendo el amor de Margie/Belle hacia Gold y viceversa, cómo han pasado del miedo/odio al querer estar todo el día "juntitos" en la cocina, en la biblio...y que Belle esté buscando contacto físico con Gold todo el tiempo...XD.
Si no he entendido mal, corrígeme si me equivoco, Margie ha ido sintiendo ternura-pena por Gold (porque la mujer a la que amaba profundamente no está) que poco a poco se ha convertido en la necesidad de estar con él y tocarlo :) Pero a la vez, con los sueños que tiene sobre su "extraño amado" se da cuenta de que se parece mucho a Gold, lo que también ha hecho que se enamore de él XD.
Y no me olvido de Rumple eh, que él era más frío que el hielo para mantener a Belle a raya pero cada vez que ella le toca se pone como un flan...y cada día le cuesta más contener su amor :D
Me extrañó cuando apareció Rubi y el Granny's porque ya me he acostumbrado a que no salga en la serie la pobrecita... pero me gustó que se hablara de la gente del pueblo y de Regina XD.
Bueno que estoy ansiosa de leer el último capitulo aunque me da pena que se acabe ya... :'(
Ps: No había visto el 3x10 hasta hoy y SPOILER cuando Belle le arregla la corbata a Rumple en la tienda lo relacioné con lo que pusiste en el capi 12 de que Margie intentaba tocar todo el tiempo a Gold jajajajjaja XD.
Ps 2: Se nota a kilómetros que odias a Lacey...jaajajaja XD bueno no es que me gustara ni mucho menos pero fue un cambio para Rumple y la serie. Me gustaba su coqueteo con Gold pero lo que si que me mató fue cuando se estaba "liando" con el del bar ( el sheriff de FTL) fuera del Granny's. o_o
¡Muchas Gracias, Evilqueen, Estoy Encantada Con Que Te Esté Gustando Tanto, La Verdad es Que Siempre Pensé Que Era una Ida De Olla Muuuuyyyyy Grande De Las Mías...;D;D;D!
EliminarSi Te Digo La Verdad, Mientras Lo Escribía Siempre Veía A Los Actores De La Serie Y, Como Le Comentaba a Andie Von Stiltskin, En Inglés y Con Sus Voces...O.O ¡Hala, Toma ya...;P;P;P!
Bueno, El Tema Es Que Los Sentimientos De Margie Han Ido Cambiando Sin Que Ella Se Diera Cuenta, y Lo Que Antes Era "Unas Cosquillas En El Estómago" De Miedo, Ahora Las Sigue Sintiendo, Pero NO Las Sabe Identificar Porque Nunca Hubiera Pensado Que Se Hubiera Enamorado De Gold...;D Ella Se Arregla y Pone Más Cuidado en Sí Misma, Pero Aun NO Sabe El Por Qué, Sólo Sabe Que Mientras Está Con Él Está A Gusto y No Se Le Borra Esa Sonrisa De La Cara, Que Por Lo Visto Es Contagiosa, porque a Él Le Pasa Lo Mismo...;D;D;D ¡Y Es Como Un Círculo Vicioso..."Tú Me Sonríes y Me Dejas Ver Lo Encantador Que Eres...Y Yo Sin Querer Me Vuelvo Encantadora Como Tú Belle...Con Lo Cual, Tú Te Vuelves Más Encantador Todavía...*w* ^_^ *w* " Pero Es Algo Que Ella Todavía No Reconoce Como "Amor", Aunque Está Muy Mosqueada Con El Último Sueño y Los Paralelismos Que Encontró Entre las Conversaciones y Alguna Que Otra Cosilla Más...;D;D;D
¡De la Pobre Mary Ni Os Acordabais, Eh...?! La Verdad Es Que Me Duele Mucho Lo De Rubi en La Serie, Pero Ahora Tiene Muy Mal Arreglo...:´´´(
¡Lo De La Corbata Del 3x10 También me Pasó a Mí, Que Pensé "¡¡Ostras, Belle Arreglándole La Corbata, Toma Ya, Como Yo lo Veía, Pero En La Cocina...*-*!!" Pero Eso También me Pasó Un Poco Con La Escena De la Biblioteca del 2x19, Que Cuando Se La Enseñaba Yo Estaba Emocionada y Pensaba "¡¡Ayyyy...La Biblioteca, Como Le Diga "Es Todo Suya" Me Muero Aquí Mismo...*-*!!" Pero NO, El Tío Bruto Le Dijo Que La Limpiara, Parecido a Lo Que Yo Tenía Pensado Bastante Antes De Que Saliera, y Con Eso me Conformé...;D;D;D!
Lo De Lacey Es Que Es Superior a Mí, Sólo De Acordarme Que Se Lo Dejó Plantado en Granny´s y Se Fue Entre Los Contenedores A Enrollarse Con El Sherif de Nottingham...¡¡La Carita Que Tenía Ese Pobre Hombre, Que Me Lo Habían Vuelto a Abandonar Ahí También...:´´´( :´´´( :´´´( ¡¡Por Dios, Que Ganas De Matarla...>:( !! Na, Que NO tiene Nada Que Ver Con Mi Historia, y Menos Mal Que La Tenía Casi Terminada Para Aquel Entonces y Prefería Leerme Lo Mío Que Ver a Ese Bicho...>:/
Bueno, Eviquee, Que Muchisimas Gracias Por Tus Palabras, Son una Gran Inyección de Moral y Se Agradecen Mucho, Dearie, Besotes XXXXxxxx