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  • lunes, 2 de diciembre de 2013

    Fan fic: "Cuando me veas" (Capítulos 10 y 11)

    Ya queda poco para el desenlace final del fan fic de Alí Ba-ba así que no te pierdas los dos próximos capítulos "Presencia" y "Belle".


    CAPÍTULO 10
    PRESENCIA

    Belle abrió los ojos sobresaltada al notar una presencia en su habitación. No tenía muy claro la hora que era, pero todavía era de noche, lo sabía por la oscuridad que invadía el cuarto. No sabía muy bien lo que la había despertado, pero tenía la sensación de que no estaba sola. Tenía los pelos de la nuca erizados y el corazón acelerado. Prestó más atención a los sonidos de la habitación, pero no oyó nada fuera de lo normal.
    Sin cambiar de posición se cubrió hasta el cuello con el edredón y volvió a cerrar los ojos. Según le había dicho Whale, esto también era normal en el embarazo, despertarse en medio de la noche y desvelarse, ante lo que le había recomendado tomar un vaso de agua o de leche y tratar de volver a dormir. Bueno, lo intentaría sin el agua.
    En su mente volvió a escuchar los latidos del corazón del bebé que llevaba dentro, cosa que la tranquilizaba bastante y la ayudaba a dormir. El rápido latir de aquel corazón se fue ralentizando poco a poco en su mente hasta convertirse en uno más calmado y potente cuyo sonido iba en aumento, invadiendo su cerebro y llenándola de una sensación familiar que no podía identificar, cada vez más fuerte hasta que parecía que estuviera dentro de aquel corazón.
    Aquel latido se convirtió en un estruendo rítmico e hipnótico que en lugar de alterarla, la hacía sentir feliz, como en casa. Su cuerpo se relajó y comenzó notar un calor agradable que se apoderaba de ella.
    Entre medio de aquel sonido se filtró otro extrañamente familiar, el de una respiración. Casi imperceptiblemente, el latido fue perdiendo fuerza mientras aquella respiración pausada iba ganándola, quedando finalmente la habitación totalmente en silencio a excepción de éste último sonido.
    Era una respiración calmada, lenta, suave y sobre todo relajante. En ningún momento sintió miedo o extrañeza de aquel sonido, al contrario, la sensación que notaba era más bien de alivio y tranquilidad, como si le fuera familiar aquel sonido. Notó cómo se iba aproximando vacilante a su cama, muy despacio.
    Poco a poco, un peso hundió la parte de la cama que daba a su espalda, mientras aquella respiración se iba acercando cada vez más a ella, lenta y suavemente, como con miedo. No sintió ningún rechazo contra aquella presencia, y eso la sorprendió de sí misma. En ningún momento se le pasó por la cabeza pensar de quién se podría tratar, sólo sabía que lo conocía y deseaba su compañía.
    Notó como se separaban las sábanas para dejar paso al dueño de aquella respiración, y contuvo el aliento. Con los ojos todavía cerrados, rezó para que no se diera cuenta de que estaba despierta, mientras notaba la proximidad de su cálido cuerpo acercándose a ella. Su corazón estaba acelerado y trataba de controlar su propia respiración, mientras una suave mano se deslizaba por su cintura hasta su vientre.
    Notaba la piel como electrificada anhelando ese tacto que le reconfortaba y le hacía sentir bien. La respiración se acercó a su oído, cada vez más intensa. Unos labios delicados rozaron su rostro, depositando una hilera de pequeños y suaves besos, sin separarlos de su piel desde su mandíbula hasta el cuello, dejando un rastro de fuego a su paso, mientras la atraía hacia sí con su mano, presionándose contra su espalda.
    Belle había perdido toda su voluntad desde el momento en que aquellos labios tocaron su piel, y lo único que deseaba era que continuara recorriendo su cuerpo con ellos. Era una sensación tan familiar y placentera que en ningún momento se planteó rechazarlo.
    Aquellas manos recorrían todo su cuerpo explorando cada centímetro y encendiéndolo con cada caricia, mientras los labios ascendían de nuevo por su cuello hasta al fin encontrar la boca de la joven, que le esperaba entreabierta. Belle dejó que atrapara su boca sedienta, mientras mordisqueaba su labio inferior, oyendo como un pequeño quejido escapaba de la boca de él y entonces se perdió.
    Enterró los dedos entre el cabello del hombre mientras bebía de sus labios como si fuera el agua más fresca de un oasis en medio de un desierto, apretando todo su cuerpo contra el de él que pese a estar vestido transmitía un calor abrasador a través de la tela que encendían sus sentidos y no la dejaban pensar en otra cosa que no fuera arrancarle la camisa y notar directamente el contacto de su piel desnuda contra la de ella.
    -Creí que te había perdido – susurró con voz ronca mientras la apretaba contra sí con desesperación -. Creí que te había perdido para siempre…
    La emoción hizo que su voz se quebrara mientras suavemente deslizaba los tirantes del camisón por los hombros de la joven. Ella le desabrochó los botones de la camisa de seda apresuradamente, sin abandonar su boca, que con cada caricia de su lengua enviaba intensas ráfagas de deseo por todo su cuerpo.
    Ambos quedaron desnudos de cintura para arriba y él descansó su cuerpo sobre el de la joven suavemente, como con miedo de ofenderla con su tacto, que dejaba claro su deseo por ella.
    Por un momento sus labios se separaron y ella protestó suavemente al notar la falta del contacto de su boca. Abrió los ojos para ver el rostro de aquel hombre que la estaba haciendo perder el control, pero apenas pudo distinguir su silueta entre la oscuridad. Daba igual, lo único que sabía era que lo necesitaba más que a nada en este mundo.
    -Di mi nombre…- susurró contra su boca de nuevo.
    -Sí…- Apenas conseguía que la consciencia no le abandonara.
    -Di mi nombre…- Volvió a repetir mientras le acariciaba suavemente el rostro.
    -Sí…- Su…su nombre…
    -¡Di mi nombre…!- Suplicó él, apartándose un poco de ella.
    -Tu…nombre –Estaba confundida. “Su nombre…su nombre era… ¿Cómo se llamaba…?” Pensó desorientada.
    -¡Por favor…!- susurró apartándose más de ella, con una angustia en la voz que le traspasó el alma - ¡Di mi nombre…!
    -Yo…yo…- se le hizo un nudo en la garganta, lo estaba perdiendo – Yo no lo recuerdo…-musitó aterrada mientras veía como él se iba alejando de ella y su respiración se perdía entre el acelerado latir de su propio corazón.
    -¡Espera…No te vayas, por favor!- entre la oscuridad de la habitación no podía distinguir ya su cuerpo - ¡¡Esperaaaa…!!
    Sobresaltada por su propio grito, dio un salto en la cama y se incorporó de golpe con el corazón en la boca y unas terribles ganas de llorar. Miró a su alrededor, pero no vio nada que revelara la presencia de alguien momentos antes. Se abrazó a la almohada con fuerza y dio rienda suelta a las lágrimas que se agolpaban en sus ojos como torrentes. Los sollozos sacudían su cuerpo y no podía dejar de sentir un vacío en el corazón que no le dejaba respirar.
    Minutos más tarde, cuando se hubo calmado un poco, respiró hondo y trató de serenarse. No tenía ni idea de la hora que podía ser, pero seguía muy oscuro en el exterior. Miró el despertador de la mesilla, las 04:36. “¡Estupendo, y yo desvelada!”, pensó secándose los ojos. No tenía ganas de permanecer más en la cama dándole vueltas al sueño que acababa de tener.
    Aquel hombre era tan familiar para ella, su tacto, la voz que le hablaba en susurros, hasta su olor le era familiar. Si cerraba los ojos todavía podía notar el tacto de sus manos sobre su piel desnuda, y eso lo hacía todavía más doloroso.
    Apartó las sábanas y con decisión bajó de la cama. Ya no aguantaba más, o el vaso de agua o el de leche, pero tenía que hacer algo para volver a dormir.
    Se envolvió en su bata de satén y salió al pasillo descalza. La casa estaba silenciosa y oscura, pero no quiso encender ninguna luz que delatara que estaba por los pasillos, no tardaría mucho.
    Apretó la bata contra su cuerpo y caminó con paso vacilante, con miedo a tropezar en la oscuridad. Cuando llegó a lo alto de la escalera algo llamó su atención.
    La puerta del dormitorio junto al de Gold que se mantenía cerrada bajo llave, estaba entreabierta, y una tenue luz salía de su interior.
    Belle se detuvo con curiosidad y afinó el oído por si podía escuchar algún sonido de su interior. Nada. Se aproximó con paso dubitativo, tratando de no hacer ruido y espió por el hueco de la puerta. No había nadie dentro. Suavemente empujó la puerta para que le permitiera una mejor visión de la estancia.
    Se trataba de una habitación de medidas similares a la de Gold, con unos amplios ventanales que dejaban entrar la luz de la luna llena a través de ellos. Le tenue luz le daba un aire misterioso y revelaba lo poco que había en ella, una amplia cama con unas mesillas a los lados, un sillón oculto por las penumbras frente a la cama, una pequeña mesa redonda con un par de sillas al lado y un jarrón con flores secas sobre ella. El suelo estaba cubierto por una alfombra cálida que agradecía debajo de sus pies descalzos y en un lateral se encontraba un gran armario ropero y una cómoda con unos accesorios sobre ella.
    Se adentró más, con curiosidad, acercándose a la cama y pasando la mano por la suave colcha que la cubría. Una sonrisa involuntaria apareció en su rostro. Tomó uno de los cojines que había sobre la cama y se lo acercó a la cara, respirando el aroma. Ese olor… ese olor le era familiar.
    -Suelte eso enseguida –dijo lentamente una voz seca y grave desde el sillón que se encontraba oculto por las sombras.
    Belle saltó hacia atrás, soltando el cojín de inmediato. El miedo se apoderó de ella y la dejó paralizada.
    Un sudor frío recorrió su espalda mientras miraba horrorizada hacia aquel sillón. Ahora podía distinguirlo perfectamente. Aún llevaba su atuendo habitual, a falta de la chaqueta, el chaleco y la corbata, con la camisa con unos cuantos botones desabrochados. Su mirada era la más peligrosa que había visto jamás en un ser humano, casi escupía fuego por los ojos, y la tensión de su mandíbula revelaba que su paciencia estaba al límite.
    -Yo…yo…lo…lo siento, no quería moles…
    -¿Qué demonios hace en esta habitación? – Siseó conteniendo difícilmente su ira –Creí que le había dejado claro que jamás debía entrar en ella – La luz de la luna incidía directamente en su rostro ahora, dándole un aire aún más siniestro, si podía ser.
    -Iba…Iba a por un vaso de agua – dijo Belle torpemente, retorciéndose las manos nerviosa y pegándose más a la pared, como si quisiera desaparecer dentro de ella.
    -Esto no es la cocina – cada vez se oía más ahogado su tono de voz, por la ira.
    Un temblor incontrolable se apoderó del cuerpo de la joven, que se abrazó a sí misma en un acto reflejo de autoprotección.
    Gold se percató de aquel temblor y apretó los puños tratando de controlarse. Cerró los ojos y tomó aire profundamente, mientras se decía a sí mismo que aunque la mujer que tenía delante envuelta en su bata de satén, no tenía nada que ver con la que solía habitar aquella habitación, tampoco podía echarle a ella las culpas de haberla perdido.
    Se mordió el labio inferior con rabia hasta que notó el sabor de la sangre en la boca, y contuvo las lágrimas que se agolpaban en sus ojos cerrándoles con fuerza, mientras recuperaba el ritmo de su respiración.
    Apenas unos minutos antes había podido ver a su Belle tendida en aquella misma cama, la noche que estuvo por primera vez en aquella habitación. ¡¡Dios, creía que la había perdido…para siempre!! Pero ahí estaba, delante de él, plácidamente dormida, con sus preciosas facciones relajadas por el sueño. Aquel día, no pudo contenerse, necesitaba saber si continuaba siendo real.
    Tenía tanto miedo de que se desvaneciera cuando la tocara, que contenía el aliento al acercarse por su espalda. Cuando le puso la mano en la cintura no lo rechazó…ni se esfumó como en otras ocasiones, cuando su cuerpo se transformaba en humo bajo sus manos. Al contrario, permaneció en carne y hueso, y se entregó a él con el mismo deseo que él sentía por ella, aunque sin experiencia, dejándose guiar en cada momento por sus hábiles manos, respondiendo apasionadamente a cada beso que él exigía de su boca, hambriento de ella y a cada movimiento de su cuerpo, como si siempre hubiera formado parte del suyo propio.
    Abrió los ojos deseando volver a encontrarse entre sus brazos, pero no fue así. En lugar de eso, se encontró frente a una Belle casi desconocida, con una mirada de terror en los ojos que se le quedó clavada en la mente, mezclándose con su propio dolor.
    La joven continuaba conteniendo la respiración sin saber muy bien qué hacer, si salir corriendo de allí o esperar a que aquel furioso hombre la echara a gritos y patadas. De repente se fijó en sus ojos. Nada tenía que ver aquella mirada con la que tenía cuando reveló su presencia en esa habitación.
    Sus ojos, a la luz de la luna, eran los de un hombre torturado y herido, con profundas marcas de dolor surcándole el rostro cansado, que no se parecía en nada a la cara del hombre al que tanto temía. Era como si tuviera delante de ella a una persona totalmente diferente al Gold que conocía, siempre detrás de su impenetrable expresión tan seria e impersonal. No, este hombre era totalmente distinto.
    Por un momento vio un brillo en su mirada que lo hacía parecer más humano de lohabitual, lleno de un dolor y tristeza que hasta ella misma podía sentir.
    Los ojos del hombre no abandonaban los de la joven, y aquel contacto era como si le trasmitirá ráfagas de calor por todo el cuerpo. Poco a poco dejó de temblar, sin apartar la mirada de él. Estaba como hipnotizada, allí de pie, sin poder decir nada, sólo mirándolo, con el tiempo detenido en un segundo… y viendo a través de él a otra persona que distaba mucho de la que conocía hasta ahora.
    Casi no se atrevía ni a respirar por miedo a que se esfumara de delante de ella y volviera a ser el Gold de siempre.
    No sabía cuánto tiempo habían permanecido así, mirándose sin decir nada, pero hubiera querido estar mucho más. Tan sólo cuando notó que el calor abrasaba sus mejillas, se dio cuenta de que tenía que decir algo para disculpar su intromisión en aquella habitación.
    -Yo…le pido disculpas –dijo apenas sin voz -, no debí entrar…pero vi la puerta abierta y… pensé que… no sé, pensé que podía haber alguien dentro… - su voz se desvaneció ante la debilidad de su excusa.
    Él continuaba mirándola con aquella extraña expresión en los ojos que hacía que se le secara la boca y se le acelerara el pulso.
    -¿No se le ocurrió que podría estar yo? –Preguntó Gold con algo más de suavidad en su voz grave, entrecerrando los ojos.
    -Pues, no…La verdad es que no lo pensé…-susurró avergonzada.
    La furia inicial fue sustituida por compasión al ver aquel pequeño cuerpo indefenso y avergonzado bajo su mirada.
    -¿De quién era éste cuarto? – Preguntó suavemente la joven, intentando distender el ambiente – Por lo poco que veo, debía pertenecer a una mujer – dijo señalando los accesorios de tocados que habían sobre la cómoda.
    Gold la miró al principio un poco sorprendido, pero comprendió su curiosidad y se compadeció de su apurada situación.
    - Sí…sí, pertenecía a una mujer- dijo bajando la mirada y fijándola en el cojín que momentos antes sostenía Belle entre sus manos -. La mujer más hermosa que pudiera existir sobre la faz de la tierra. - Una dulce y melancólica sonrisa transformó su cara al recordar a su Belle, su preciosa Belle.
    -La mujer más valiente y más noble que existirá jamás – su voz se había convertido en un susurro cargado de emoción y tristeza que rasgaba el alma escuchar -. El ser más puro y bondadoso, que fue capaz de amar al más horrible de los monstruos y sacar de él a un hombre…un hombre que se enamoró de ella hasta perder la cabeza…- su voz se quebró al recordar el momento en que cruzó la línea y la perdió entre sus brazos.
    Belle lo escuchaba con un nudo en la garganta, observando su melancólica expresión, sintiendo su dolor. Jamás se le había pasado por la cabeza que aquel hombre pudiera amar a alguien así.
    Escuchándolo hablar de aquella mujer con tanto sentimiento, tuvo el deseo de que alguien la hubiera amado así, de esa manera, pero ella no podía haber tenido esa suerte.
    -Y… ¿Qué fue de ella? –preguntó con precaución.
    Gold tomó aire lentamente y tragó con dificultad. ¡Qué irónico era tener aquella conversación con ella!
    -La perdí… -dijo quedamente. “Para siempre”, pensó para sí.
    -Oh, lo…lo siento – dijo la joven realmente apenada. Que destino tan terrible amar de aquella manera y perder al ser amado, sólo de pensarlo se le llenaban los ojos de lágrimas. Ahora entendía la coraza que se había construido a su alrededor y que impedía que saliera ninguna emoción de él… pero también impedía que entrara.
    La mirada del hombre continuaba perdida en el vacío, mientras escuchaba las palabras de la muchacha. Asintió con la cabeza, aceptando sus condolencias. Se encontraba terriblemente cansado.
    -Vamos, es tarde, todavía queda noche por delante –dijo levantándose lentamente del sillón, sin mirarla directamente -. Vaya a por su vaso de agua y acuéstese. Mañana será otro día… - le indicó con la mano suavemente que pasara delante de él.
    Belle dudó un momento y sonrió confundida. ¡No la había matado ni nada por entrar allí! Pasó por delante de él apresuradamente en dirección a la puerta, seguida del lento caminar de Gold.
    Fuera de la habitación la oscuridad se adueñaba del pasillo que conducía a la escalera. Belle se dirigió a ellas a tientas.
    -Un momento –dijo el hombre a la espalda de la joven. Su cercanía la turbaba poderosamente -, no querrá partirse el cuello cayendo por las escaleras, ¿verdad? –alargó la mano por detrás de la espalda de ella hasta alcanzar el interruptor de la luz. Notó su aliento en el cuello y se estremeció mientras la luz iluminaba el pasillo.
    El hombre dio un paso hacia atrás apartándose de ella bruscamente. Belle notó el rápido movimiento y se apresuró a girarse con unas disculpas en los labios, pero él ya se alejaba hacia su habitación.
    -Gold… -Lo llamó desde el borde de la escalera.
    -¿Si…? –detuvo sus pasos sin girarse, frente a su puerta.
    No sabía muy bien porque lo había detenido, pero no quería que se quedara con la impresión de que lo repudiaba.
    -Gracias.
    Él se giró lentamente, como no entendiendo muy bien. La observó por un momento tratando de interpretar la suave sonrisa que tenía en los labios y la mirada de sus ojos, que contrastaba con el significado que le había dado a aquel estremecimiento. Le devolvió la sonrisa y asintió suavemente, entrando a su cuarto seguidamente.
    Belle se quedó un momento en lo alto de la escalera pensado en aquella sonrisa que tanto le cambiaba la cara al hombre que acababa de estar junto a ella, sin darse cuenta de la suya propia.
    Finalmente se dirigió a la cocina a por su vaso de agua. La verdad era que creía que ya no lo necesitaba, pero mejor prevenir. Tomó un vaso de la alacena y lo llenó.
    No podía quitarse de la cabeza las palabras de Gold mientras estaba en aquella habitación, la manera en que las pronunciaba, su mirada, su voz… su presencia. Continuó bebiendo hasta que se terminó el vaso entero, y al levantar la mano con el vaso, algo llamó su atención.
    Era curioso, pero era la primera vez que se daba cuenta del pequeño y hermoso destello azulado que despedía su anillo.


    CAPÍTULO 11
    BELLE


    Los días pasaban lentamente, hasta que por fin llegó la primavera, llenando el aire con el aroma de las flores que crecían en el jardín, alrededor de la casa.
    Belle estaba emocionada de dejar atrás aquel frío invierno y poder disfrutar de los cálidos rayos de sol que se filtraban por las enormes ventanas de aquella casa que se había convertido en su hogar eventual.
    Se había acostumbrado a los quehaceres bastante rápidamente y lo que no podía hacer ella sola, le pedía ayuda a Gold y lo hacían entre los dos. Era curioso cómo estaba cambiando la percepción que tenía sobre aquel extraño y reservado hombre desde la noche en que la sorprendió en la “habitación prohibida”, como la había bautizado ella. No se le volvió a ocurrir asomar las narices por allí, pero sentía una curiosidad tremenda que le corroía las entrañas. Si no fuera por el temor que tenía de que Gold la volviera a sorprender allí dentro…
    Mientras paseaba por el jardín, volvió a recordar aquella noche que marcó un antes y un después en su visión de aquel hombre. Ya no lo veía como el ogro al que tanto temía, sino más bien como a un hombre herido profundamente, oculto debajo de muchas capas protectoras extremadamente difíciles de traspasar, y que la tenía muy intrigada. No podía quitarse de la cabeza la expresión de sus ojos cuando hablaba de aquella mujer que había vivido en la casa antes que ella.
    Las nauseas matutinas habían desaparecido, y se propuso levantarse temprano para prepararle el desayuno, al fin y al cabo era su trabajo, y unas tortitas como las de Granny´s no le iba a preparar para desayunar, pero unas tostadas con mantequilla y un café no eran tan complicados.
    Le hizo gracia la cara de sorpresa que puso el primer día cuando la vio en la cocina de buena mañana.
    -Buenos días – saludó gentilmente mirándola asombrado -, eeehhh… ¿Se encuentra usted bien, señorita Hide?
    - Aah, buenos días Gold. Sí, sí me encuentro perfectamente muchas gracias por preguntar. ¿Cómo le gustan las tostadas? – dijo la joven desenfadadamente desde el tostador, con una sonrisa en los labios.
    -Poco hechas, ¿cree que podrá? –preguntó con una sonrisa burlona, ladeando la cabeza.
    -Uuummm, déjeme probar y lo averiguaremos – respondió con picardía en los ojos. Si se pensaba que la iba a amedrentar, las llevaba claras, no era tan fiero el lobo como lo pintaban.
    -¡Así que soy su conejillo de indias, vaya, vaya…! –se burló él.
    -¡Hombre, tanto como “conejillo”, pues no diría yo eso…! – frunció los labios con un gesto, agitando la cabeza de lado a lado.
    Una sonora carcajada salió de la boca del hombre mientras echaba la cabeza hacia atrás, sorprendiendo a la joven que no se esperaba aquella reacción tan espontanea en él. Sin darse cuenta, ella también sonreía mientras lo miraba divertida. Su rostro estaba relajado y las líneas que normalmente le aparecían entre las cejas cuando estaba en tensión, habían desaparecido.
    Su aspecto recién levantado y con aquella sonrisa en la cara era la de un hombre totalmente distinto al que estaba acostumbra a ver, mucho más relajado, con el pelo todavía algo mojado por la ducha y el olor a jabón en su piel. Llevaba el chaleco desabotonado y aún no se había puesto la corbata, y eso le daba un aspecto elegantemente descuidado. Belle se sobresaltó, ruborizándose, al darse cuenta del repaso que le estaba haciendo de arriba abajo al hombre que tenía delante, mientras él removía el café que ella le había puesto delante, aún con aquella sonrisa en la boca.
    -¿Qué tal van las nauseas, ya está mejor? –preguntó Gold con verdadero interés, dándole un trago a su café, y mirándola por encima del borde de la taza.
    -¡Sí, por fin desaparecieron! –Dijo ella enfatizando su alivio –Whale dijo que sobre el tercero o cuarto mes de embarazo desaparecerían, pero a mí se me han hecho eternas – le habló con la confianza de quien charla con un amigo.
    -¿Qué… qué tal va todo? – Una extraña expresión se apoderó de su mirada -¿Le han vuelto a hacer otra ecografía? – dudó de si estaba siendo demasiado atrevido.
    -No, todavía no. Tengo que ir dentro de unos días – no sabía cómo tomarse su interés, si era por cortesía o realmente estaba interesado por ella…No, seguramente era porque como bien le había dicho él, tenía que vigilar “su inversión”. Éste pensamiento la entristeció enormemente y bajó la cabeza apenada, mirándose las manos.
    -¿Quiere…? –Dudó de si realizar la pregunta - ¿Quiere venir a verlo? – En realidad tenía derecho a estar presente, por contrato.
    Gold levantó la cabeza y la miró sorprendido. Se había quedado sin palabras, con la boca abierta, tratando de analizar la expresión de la joven que ahora lo miraba de frente, con una postura desafiante.
    -¿Quiere que vaya? – Preguntó suave y lentamente, clavándole los ojos en los de ella, esperanzado. Jamás hubiera soñado poder ver a su hijo dentro del vientre de Belle y menos en estas circunstancias, y su corazón se aceleró ante esa expectativa, pero no quería que lo hiciera forzada por nada.
    -Tiene derecho a verlo – dijo encogiéndose de hombros.
    La expresión de él se volvió a tornar fría, como de costumbre, y sus ojos perdieron la alegría de momentos antes, detrás de un muro de hielo.
    -No le he preguntado eso – Continuaba atravesándola con la mirada.
    Un intenso dolor se apoderó de ella, ante su cambio de actitud. Qué extraña la manera en que le afectaba su repentino cambio hacia ella.
    -Pues…No los sé. Supongo que podemos hacer la prueba –no sabía que decir-, aunque veremos la cara que pone el doctor Whale cuando…
    -Eso déjemelo a mí – interrumpió seco -, no se atreverá a decir nada, se lo prometo.
    -Bien, entonces… el jueves que viene tengo cita con él a las 10:00 de la mañana
    -Perfecto, estaré aquí para recogerla a las 9:30. Esté preparada, por favor – Su tono de voz volvía a ser impersonal y levantaba de nuevo aquel odioso muro entre los dos. Apuró su café y tomó su bastón.
    -¿No se toma las tostadas? – Preguntó Belle decepcionada al ver que se marchaba – Perece que no se han quemado – agitó una en el aire mostrándole que era verdad.
    Gold vio la expresión de súplica en su mirada y no se pudo resistir, quién se podría resistir a aquellos preciosos ojos ofreciéndole una tostada sin quemar.
    -Me pongo la corbata y vengo enseguida, vaya untándole la mantequilla –la miró cómo, dando un saltito y sonriendo, se dirigía a la nevera en busca de la mantequilla, y no pudo más que sonreír melancólicamente ante ese gesto que tanto le recordaba a su Belle.
    Todos los siguientes días se levantaba a prepararle el desayuno, que más o menos consistía en lo mismo, zumo de naranja, unas tostadas y un café con dos de azúcar. Ella tenía la costumbre de desayunar algo más tarde, pero en una ocasión Gold le preguntó por qué no le acompañaba, y ella no se pudo negar. A partir de ahí desayunaban siempre juntos.
    Tanto las conversaciones de las cenas, como las de los desayunos, giraban en torno al día a día de Belle, que ya no le hablaba con tanto miedo y encontraba gratificante tener alguien con quien hablar de su rutina al final del día. Él le respondía a sus exagerados gestos de sobreesfuerzo describiendo su ”arduo ”trabajo, con sonrisas cada vez más sinceras y la animaba a continuar contándole cosas de su jornada y de los planes a corto plazo, siempre a corto plazo, no quería mirar más allá del nacimiento del bebé.
    Pero aquella mañana volvía a pensar en el bebé. Como todos los días, había preparado los desayunos para los dos, pero algo más distraída de lo normal, casi se le quemaron las tostadas.
    -Buenos días – saludó Gold amablemente, como cada mañana.
    Belle estaba de espaldas a la puerta cuando escuchó su suave voz y su característico caminar, y el corazón le dio un salto. Qué extraño, ya no sentía miedo de él, ¿a qué venía aquella reacción? Bueno, la verdad era que estaba un poco nerviosa por la visita que tenía que pasar aquella mañana con el doctor Whale.
    -Buenos días, Gold –dijo sin levantar la cabeza.
    -¿Ha pasado mala noche? – su voz se notaba realmente preocupada y la característica arruga de su entrecejo cuando algo no le cuadraba volvió a aparecer mientras la miraba, valorando su estado.
    Belle notó algo en su voz y trató de quitarle importancia, agitando la cabeza mientras se volvía hacia él.
    -¡Oh, no, no… Lo de todas las noches! –Dijo sonriendo forzadamente – Sueños que me intranquilizan y me desvelo por las noches.
    -¿Sueños que la Intranquilizan? – Repitió con curiosidad – Algún día tiene que contármelos, quizás pueda ayudarle a interpretarlos –dijo Gold sonriendo amablemente.
    -¡Je, Je…No, déjelo, ya me los interpreto yo, gracias! – a ver cómo le explicaba a Gold lo de aquel hombre metiéndose en su cama. Habían llegado a tener una cierta, ligera confianza, pero para tanto…Pues como que no.
    -Vale, como desee –aceptó el hombre, encogiéndose de hombros y dándole un mordisco a su tostada-. Le recuerdo que hoy tiene visita con el doctor Whale a las 10:00. Pasaré a buscarla a las 9:30, ¿Estará lista?
    -Sí, sí, no se preocupe, no tendrá que esperarme – no levantaba la mirada de su plato.
    Gold la observaba desde la parte opuesta de la pequeña mesa, intranquila y tensa. Todo aquello del bebé estaba siendo muy difícil para ella, como le había dicho Whale, y en ningún momento había querido tocar el tema con ella para no agobiarla más, pero al parecer, aquel día iba a resultarle especialmente difícil.
    Era triste pensar en lo diferente que afrontaban los dos aquella experiencia. Ella tensa y nerviosa, sin embargo él no había podido dormir en toda la noche de pensar que al día siguiente vería a su hijo, y eso le hacía una tremenda ilusión.
    La veía tan abatida que sin pararse a pensarlo alargó la mano y tomó la de la joven entre ellas.
    -¡Vamos, anímese, seguro que no es para tanto! Además, tiene la ocasión de volver a ver a su hijo – una sonrisa radiante iluminó su cara cuando dijo éstas palabras.
    Belle miró las manos que apretaban cálidamente las suyas, trasmitiéndoles algo del calor que realmente necesitaba.
    -¿Mi hijo…? – Dijo con tristeza en la voz, levantando la mirada para encontrar la de él -¿…O el suyo?
    Gold quedó petrificado y la sonrisa se le congeló en los labios, perdiendo todo el color que pudiera tener en el rostro. La miró profundamente tratando de interpretar lo que había querido decir, mientras el tiempo se paraba junto con su respiración.
    -¿Cómo…dice? – susurró casi sin aliento. ¿Acaso había recordado algo?
    -Ya sabe…El contrato… -Dijo la joven sacándolo de su trance.
    El hombre soltó sus manos de repente y cerró los ojos, reclinándose en el respaldo de la silla como si le hubieran dado un puñetazo en toda la cara. Era cierto, casi lo había olvidado, y ésta había sido una cruel forma de recordárselo.
    Se aclaró la garganta y volvió a mirar a la joven que lo observaba con una extraña expresión en la cara.
    -Sí, por supuesto – dijo entrecerrando los ojos peligrosamente-, mío.
    De golpe se levantó sin terminarse el desayuno, tomó su bastón y se dirigió hacia la puerta hablando por encima de su hombro.
    -Procure estar lista a la hora, señorita Hide. –Dijo alejándose hacia la puerta de entrada.
    El fuerte golpe que dio al cerrar retumbó en toda la casa, dejando un eco que se filtraba hasta el corazón de Belle.
    Allí en el jardín, mientras esperaba que Gold apareciera a buscarla, todavía le daba vueltas a la expresión de su cara cuando le dijo aquellas palabras. A decir verdad era como si toda la camaradería que habían tenido durante aquellos pocos días, se hubiera hecho pedazos en un segundo. “¿Por qué había dicho eso?” Se preguntó culpándose. “Porqué era la verdad, y no tenía que encariñarse con ese bebé que en cuanto naciera tendría que entregar a aquel hombre” se respondió a sí misma con la cruel realidad.
    El coche de Gold aparcó frente a la casa puntualmente, mientras a ella le volvía a dar un vuelco el corazón. Caminó hacia él, mientras el hombre bajaba cortésmente para abrirle la puerta del pasajero.
    -¿Todo listo, señorita Hide? –Preguntó impersonalmente. Aquel tono de voz la afectaba, especialmente después de haber escuchado su voz en un tono mucho más afable.
    -Sí –susurró ella entrando al coche abatida, mientras cerraba la puerta tras ella.
    El trayecto se produjo en completo silencio, y continuaron así hasta que llegaron a la sala de espera del hospital. Gold se acercó al mostrador y habló con una enfermera que lo miró como si tuviera delante el mismísimo demonio y entró apresurada a la consulta. El prestamista no cambió su expresión. Unos minutos después, salió la misma enfermera y les indicó que el doctor Whale les esperaba dentro.
    -¡Buenos días Margie! Señor Gold… -Saludó amablemente Whale tendiéndoles la mano a ambos, como si fuera lo más normal del mundo verlos juntos para una ecografía, mientras les indicaba las sillas frente a él – Bueno, ¿Qué tal has estado durante estas semanas, Margie? ¿Continúas con las nauseas?
    -No, no afortunadamente remitieron hace unas semanas, como usted me dijo – dijo la joven, algo nerviosa.
    - Perfecto. Ahora pasaremos a ver a tu bebé, como la otra vez, ¿vale? Pasa dentro, la enfermera te ayudará –dijo el médico con una sonrisa, mientras miraba nerviosamente a Gold, que permanecía sentado mirando al suelo con el semblante serio.
    Mientras entraba en la sala contigua al despacho de Whale, Belle pudo distinguir las voces de los hombres hablando en voz baja e ininteligible, pero dejó de prestarles atención cuando la enfermera le tendió la mano para ayudarle a subir a la camilla y arreglarle la ropa, como la vez anterior.
    Unos minutos después aparecieron Whale seguido de Gold, que miraba a su alrededor con indiferencia, pero con curiosidad. Whale le indicó donde tenía que colocarse para poder ver el monitor de la ecografía, junto a Belle.
    -Bien, Margie, vamos allá – Dijo Whale estrujando el tubo de gelatina transparente sobre el vientre de la joven.
    Un grito inesperado salió de la garganta de la muchacha al notar el frío gel desparramándose por su vientre, “¡seré burra, otra vez…!”. Gold la miró asustado ante semejante grito.
    -¿Qué pasa? –un tono de ansiedad tiñó su voz, mientras le tomaba la mano, mirándola directamente a la cara con preocupación.
    -¡Nada, nada…Culpa mía! – Dijo Whale apurado, sin querer mirar directamente al prestamista –Debí de haberla avisado que estaba frío, lo siento.
    Gold lo miró primero sin comprender mucho, luego entrecerró los ojos peligrosamente por el susto que se había llevado, pero Whale ya ni lo miraba, estaba más ocupado pasando el cabezal del ecógrafo por el vientre pringado de Belle.
    -¡Bueno, bueno, bueno…! Mira a quien tenemos aquí –dijo como hablando para sí mismo, mirando el monitor con la silueta de un bebé perfectamente definida. El sonido de su corazón era fuerte y claro, acompasado con una pequeña mancha que se movía en el pechito del bebé a un ritmo frenético.
    Gold quedó paralizado con la mirada fija en el monitor intentando entender lo que tenía delante, mientras sin darse cuenta todavía sostenía la mano de Belle entre las suyas, apretándola contra su pecho. Whale pasó a explicar lo que era cada parte del cuerpecito, mientras repasaba que todo estuviera correcto.
    Apenas podía creer que lo que tuviera delante fuera su propio hijo, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Aquella imagen la tendría grabada en su mente para toda la eternidad. Tragó con dificultad y se aclaró la garganta.
    -¿Es normal que le vaya tan rápido el corazón? –Preguntó algo nervioso.
    -¡SÍ, completamente normal! Los bebés tienen un ritmo altísimo de pulsaciones, piense que aunque parezca que no están haciendo nada, ahí dentro tienen mucho trabajo fabricándose células nuevas, huesos, músculos, neuronas y además luchando contra el sistema inmunitario de su mamá, que al principio lo ataca como a “un organismo extraño”, pero todo va perfectamente bien, es un bebé completamente sano y fuerte.
    Esta vez, Belle sí estuvo mirando la pantalla desde el primer momento, conteniendo el aliento con cada movimiento que le veía hacer. Era su bebé, su pequeño y frágil bebé. Una ternura inesperada se apoderó de ella al imaginar cómo sería sostener a aquel bebé entre sus brazos, acariciar su piel, mirar sus ojitos, sentir su olor…Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas sin que se diera cuenta.
    Tampoco ella se percató de la mano que sujetaba la suya, hasta que notó como la apretaba involuntariamente, entonces sintió su calor y la sensación que le transmitía. Levantó la mirada y la fijó en aquel hombre que le sujetaba la mano, completamente hipnotizado por el monitor… y ¿emocionado…?
    -¡Bueno, esto ya está! –dijo Whale que no había dejado de hablar, pero ninguno de los presentes le había hecho mucho caso – Margie, la última vez grabé la sesión, como hoy, pero se me olvidó decírtelo, ¿Quieres que te lo pase en una memoria USB?
    -¡Sí! –Contestó Gold rápidamente, sin darle tiempo a responder a la joven. Se dio cuenta de lo apresurada de su respuesta cuando todos lo miraron asombrados.
    Miró la mano que aún sostenía entre las suyas, contra su pecho, y sonrió avergonzado a Belle, soltándola la mano suavemente, mirando apurado hacia otro lado.
    -Bien Margie , en cuanto estés lista pasa de nuevo a mi consulta, Gold ¿Viene? –le indicó con la mano para que dejara que la joven terminara de arreglarse de nuevo la ropa.
    -Sí, sí, por supuesto – respondió siguiendo al médico, aún un tanto confundido por el cúmulo de emociones en tan breve espacio de tiempo.
    Gold tomó asiento en el mismo sitio que había ocupado momentos antes, con la cabeza llena de las imágenes que acababa de ver de su propio hijo, y que no le dejaban pensar en otra cosa.
    Minutos más tarde Belle tomó asiento a su lado, escuchando atentamente lo que Whale tenía que decir y que en la cabeza de Gold rebotaba como si estuviera vacía.
    -Bueno, y por ahora eso es todo, como ya he dicho, todo va con perfecta normalidad, y a seguir cuidándose, Margie.
    -Doctor, una pregunta. En el monitor hemos visto clarito al bebé, pero yo no he engordado nada, ¿eso es normal? –Preguntó la joven confundida.
    -¿Qué no has engordado? ¡Ya engordarás, tranquila, que todo llega! Los primeros meses apenas se gana peso, pero a partir del cuarto o quinto mes, dependiendo de la constitución de cada una, la cosa ya se dispara… Dentro de poco me dirás “doctor, no paro de engordar, ¿eso es normal?” –Bromeo Whale. Gold lo atravesó con la mirada. Su sonrisa murió súbitamente en los labios del médico – Ya sabes que cuando me necesites, aquí estoy, pero si no hay ningún problema, te quiero ver en cuatro semanas, ¿vale?
    -Gracias, doctor Whale –Dijo Belle estrechándole la mano disponiéndose a salir.
    -Victor… -Gold hizo el mismo gesto y saludó con la cabeza.
    - ¡Que pasen un buen día! – Los despidió feliz de que salieran de su consulta. ¿Por qué tenía siempre la sensación de que iba a morir de un momento a otro cuando estaba con aquel hombre? Aunque la verdad era que ese día había sido diferente. Había notado en él un reflejo humano que jamás había visto antes, pero seguro que sólo había sido eso, un reflejo. Gold era incapaz de aquellos sentimientos.
    Ya dentro del coche, de regreso a la casa, Belle no dejaba de pensar en aquel momento tan intenso, mientras veía a su hijo, junto a aquel hombre que ahora parecía tan lejano como las estrellas. Ella se sentía tremendamente emocionada, pero era normal, ese era su hijo. Sin embargo él se veía tan emocionado como ella, casi más, y él no tenía nada que ver con el bebé, tan sólo una transacción, pensó tristemente.
    La intensa alegría que había sentido momentos antes se vio empañada por aquel último pensamiento, aunque no tenía porqué, ya que tenía perfectamente claras las condiciones de su acuerdo, darle a su hijo a cambio de quinientos mil dólares. Estaba vendiendo a su hijo.
    Se mordió el labio para no llorar, notando un pinchazo en el pecho con aquel pensamiento. Aunque aquello no era nada si pensaba que semanas antes había querido matarlo. Si no hubiera sido por aquel acuerdo, quien sabe que hubiera hecho con su hijo. Los remordimientos la torturaban mientras Gold aparcaba el coche frente a la casa.
    -¿Se encuentra bien, señorita Hide? – preguntó suavemente, parando el motor del coche, pero sin bajarse de él.
    Belle no contestó enseguida, se limitó a mirar por la ventanilla del coche. Realmente hacía un día primaveral, con un sol radiante que apenas conseguía que entrara en calor.
    -Sí…Es sólo que… - se le secó la boca- La última vez que vi al bebé…No quería verlo, ¿sabe? No quería saber nada de él –miro al suelo avergonzada, sin darse cuenta de lo que sus palabras provocaban en él.
    Gold miró al vacío apretando la mandíbula hasta hacerse daño, recordando el día que entro a su tienda y le dijo que deseaba deshacerse del bebé.
    -Pero hoy cuando lo he visto…- sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar ese cuerpecito diminuto que no paraba de moverse, tocándose la carita, moviendo sus bracitos…- hoy cuando lo he visto, he sentido algo que nunca había sentido…al menos que yo recuerde.
    -Al menos que usted recuerde –repitió Gold en un susurro. Lentamente se giró para observarla mejor y ver sus facciones, realmente afectadas por sus emociones.
    -¿Cómo dice…? –Preguntó ella distraídamente.
    -Nada, nada…Cosas mías – un velo de tristeza cubrió su mirada. ¿Tendría razón Whale y se estaría encariñando con el bebé? Tendría que ponerla a prueba, como hacía con todos -¿Bajamos? –Abrió la puerta del coche sin esperar respuesta.
    Belle permaneció en su asiento hasta que le abrió la puerta cortésmente, como siempre. Se encontraba un poco mareada por las emociones de aquel día, cosa que al parecer no le pasó desapercibido a Gold.
    -Tome mi brazo – le ofreció caballerosamente. Ella lo miró sin saber qué hacer, pero la debilidad de sus piernas se lo dejó claro.
    Tomó aquel brazo como si fuera una tabla de salvación en medio del océano, apretándose contra él con miedo a caer. Aquel contacto tan cercano la reconfortaba y le trasmitía el calor que necesitaba. Después de unos segundo habituándose a él, comenzaron a caminar lentamente, mecidos por el característico caminar del hombre, hacia la casa.
    Casi sintió fastidio cuando atravesaron la puerta de la casa, y tuvo que soltarse de él, que impasible, le ayudó a quitarse el abrigo y colgarlo.
    -Tómese hoy con calma sus deberes, señorita Hide, necesitará descansar después de tanto trajín, y yo no volveré hasta la noche – dijo en un tono impersonal.
    -Gracias – musitó ella sin levantar la cabeza, aún confundida por todas las emociones de aquel día.
    Lo observó dirigirse a la biblioteca, que desde el día en que la abrió permanecía así, mientras ella quedaba sola en el recibidor sin saber muy bien qué hacer. Decidió ir a cambiarse de ropa por algo más cómodo. Al parecer, la conversación había terminado.
    Gold se apoyó con las dos manos sobre la mesa del escritorio de la biblioteca, dejando caer la cabeza laxa, con los ojos cerrados, en una postura más bien de cansancio. Contener tanto las emociones podía ser realmente agotador.
    Los acontecimientos de aquel día le embotaban la cabeza y no le dejaban pensar. Había entrado a la biblioteca en busca de algo, pero no conseguía recordar que era lo que tenía que llevarse. Respiró hondo unas cuantas veces para ver si conseguía aclarar su mente, pero lo único que le aparecía delante era la figura de su hijo en aquel monitor, y los ojos llenos de lágrimas de Belle. “¡Dios, que rabia no recordar lo que venía a buscar allí!” pensó dándose por vencido, “bueno, ya me acordaré…”. Tomó su bastón de nuevo y se dispuso a volver a su tienda, seguro que allí recordaría lo que había ido a buscar a la biblioteca.
    Belle escuchó desde su cuarto la puerta de la entrada al cerrarse y espió por la ventana al elegante hombre que se dirigía hacia el coche aparcado frente a la casa. Pese a su cojera, era admirable la elegancia que tenía, su porte esbelto y la fuerza que transmitía su contacto. Lo vio entrar al coche y se apartó de la ventana para que no la viera. No sabía lo que le estaba pasando.
    Se había cambiado de ropa por un vestido más ligero que le permitía moverse mejor, pero ahora no sabía qué hacer. Tenía lo que quedaba de mañana y toda la tarde por delante hasta la hora de la cena, que por cierto, no había pensado en lo que prepararía para cenar. Había sido un día especial, quizás para los dos, y le apetecía probar a preparar algo nuevo, total como mucho se podía quemar y tendrían que pedir comida china, así que…
    Algo más animada y resuelta, bajó las escaleras hacia la biblioteca en busca de algún libo de cocina del cual sacar alguna idea para la cena. Una vez dentro bufó al ver tanto libro junto, a ver ahora donde podían estar los libros de cocina. Decidió utilizar la lógica y echar primero un vistazo para ver cómo estaban organizadas las altas estanterías repletas de libro. Como era de esperar, estaban ordenados por orden alfabético, así que tendría que buscar en la letra correspondiente, que casualmente se encontraba en la parte de arriba de la estantería. ¡Vaya, que poco gastaba este hombre los libros de cocina!
    Con decisión, arrastró la escalera hasta la estantería que creía que podría contener los libros que le hacían falta. Comenzó a subir ágilmente, repasando cada estante en busca de lo que necesitaba, carruajes…, celibato…?!, cerámicas…, ciencia…, ciencia…, otro estante entero de ciencia…, más arriba todavía…civilizaciones… ¡Buf, de esto habían varios estantes!, más hacia arriba, cobalto… cobre…”no tiene que andar muy lejos” pensó concentrada en su búsqueda, mirando en el estante más alto. ¡Ajá, cocina…! Delante de sus ojos, en el último de todos, ¡vaya…! Cocina china, hindú, italiana, griega…cada vez se iba estirando más leyendo los títulos de los libros, sin terminar de decidirse por cual escoger.
    Tan concentrada estaba en su búsqueda, que no escuchó los pasos que entraban en la biblioteca, amortiguados por la alfombra.
    Gold quedó sorprendido cuando entró y la vio en la parte alta de la escalera, estirándose intentando alcanzar uno de los libros. Se acercó sin decir nada, intentando averiguar por su cuenta lo que estaba buscando la joven allí arriba, pero ni se acordaba de lo que había puesto en aquel estante.
    -¿Qué está haciendo? – Preguntó de repente.
    La joven soltó un grito asustada y se giró bruscamente buscando al dueño de aquella voz. Con el rápido movimiento, perdió el equilibrio y manoteó en el aire tratando de asirse a algo, sin éxito. Su cuerpo cayó al vacío.
    Gold soltó el bastón en un acto reflejo y saltó hacia adelante con el corazón en la boca. El cuerpo de la joven quedó atrapado entre sus brazos, parando su caída en seco, igual que muchos años atrás había ocurrido en su castillo.
    Belle lo miró aturdida, sin saber muy bien lo que acababa de pasar. Lo único que tenía claro era que estaba entre sus brazos y que le había salvado la vida.
    El hombre la miró sorprendido y con la respiración agitada, mientras la apretaba fuertemente contra sí, temeroso de que se le escurriera y cayera al suelo. Miró de nuevo a lo alto de la escalera como valorando la caída y de nuevo a ella, que seguía mirándolo algo confusa y con una extraña mirada en los ojos.
    -Gra-gracias… -dijo la joven casi sin aliento.
    -Oh, - la soltó de repente, quedando abrazándola sólo por la cintura. Esto era un “deja vu” en toda regla – N-no tiene importancia –dijo dando un paso atrás para no incomodarla. Todavía tenía el pulso acelerado, podía haberlos perdido a los dos con aquella caída. Un terror invadió su cuerpo ante aquel pensamiento y le dieron unas enormes ganas de volver a abrazarla. Tragó en seco.
    -Yo…yo sólo vine a por un libro que había olvidado…- dijo Gold torpemente, algo incómodo bajo la mirada de ella -¿se puede saber qué diablos estaba haciendo ahí arriba? – Preguntó con la voz algo más aguda de lo normal debido a la tensión del momento –Podría haberse matado, ¿sabe?
    La expresión de los ojos de ella cambió de repente de confusión a enfado.
    -¡No hubiera caído si usted no me hubiera asustado, ¿no cree?! – se enfrentó a él de puntillas para acentuar sus palabras.
    -¡No, no hubiera caído si no hubiera subido, ¿no cree?! – dijo también enfadado, mirándola a los ojos.
    -¡Eso, encima la culpa la tengo yo…Pues no haber puesto los libros de cocina en el último estante, hombre! –Cada vez se acercaba más a él, plantándole cara.
    -¿Los libros de cocina…? –Miró confundido hacia arriba, recordando repentinamente lo que había en el estante en el que estaba buscando la joven. Apretó los labios sin querer reconocer que ella tenía razón, haciendo un gesto nervioso con los dedos y buscando una escapatoria - ¡ Pues habérmelos pedido a mí, no…?!
    -Ah, sí…? ¿Cuándo, a la hora de la cena…? ¿Y Entonces que cenamos? – No se amedrentaba – Además usted no puede subir la escalera…
    -¡¡¿Qué no puedo subir la escalera…?!! – Con una agilidad pasmosa, comenzó a trepar por los peldaños encaramándose a la escalera y llegando al último estante en un segundo. Tomó unos cuantos libros de los que momentos antes había visto la joven y bajó igual de fácilmente que había subido - ¡Tenga, aquí tiene sus libros! ¿Ya está contenta? –dijo dejándolos sobre una mesa cercana.
    Belle lo miró fastidiada sin querer dar su brazo a torcer y levantó la cabeza obstinadamente.
    -¡Pues no, quería el de cocina Griega…! – dijo después de leer los títulos y mirando hacia el estante, con aire triunfal.
    -¡¡¿Qué quería el de…?!! – Gold la miraba entre incrédulo y furioso - ¡¡Pues hoy quiero cenar italiano, así que espabile…!! – dijo poniéndole el libro de cocina italiana encima de todos. Tomó su bastón y salió con el corazón acelerado de la habitación, dejándose a la muchacha con una réplica en la boca, los brazos cruzados sobre el pecho y un gesto de niña enfurruñada en la cara.
    Salió por la puerta principal apresuradamente, cerrando tras de sí y apoyándose en ella con los ojos cerrados, tratando de calmarse. Una sonrisa apareció en sus labios mientras recordaba toda la escena desde que entró por la puerta de la biblioteca hasta ese momento…¡¡Esa sí que era su Belle…!!

    20 comentarios:

    1. ¡Fantástico, dearie! Me han gustado mucho estos capítulos. Y el desvelo de Belle... una escena preciosa, dearie. Llevada con mucho romanticismo, intensidad y delicadeza, te felicito, de lo mejor del capítulo. Preciosa la parte de la ecografía: ese Gold, que no lo puede evitar y le sale el papa que lleva dentro. Magnífico, estoy deseando ver si hay más capítulos, no lo puedes dejar así.

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      1. ¡¡Ay, María, Muchísimas Gracias, No Sabes Lo Qué me Alegro De Que Te Hayan Gustado, Dearie...;D;D;D!!

        En Cuanto Al Desvelo de Belle...¡¡Buahhhhh...Qué Vergüenzón, Por Dios, Si Es Que Yo No Valgo Para Escribir Ese Tipo de Escenas, Que Me Muero de la Vergüenza, y Lo Hice Porque Me Estaban Pinchando Mis Amigas, y Tal, Pero Buah, Me Costó Un Mundo...*Emoticono de Cara Colorada Hasta Las Orejas* ;P;P;P!!

        En Cuanto a Dejarlo Así, Bueno, Ya Os Dije Que En Un Principio "Este" Era El Último, Dejando Abierto a La Imaginación de Cada Uno La Orientación Que Quisiera Darle, Pero En mi Cabezota Se Había Instalado Una Idea y Tenía Que Conseguir Sacarla, Así Que Espero Haberlo Conseguido en Los Tres Siguientes Capítulos...;D;D;D

        Muchas Gracias Por Tus Preciosas Palabras, Dearie, Muchos Besotes XXXXxxxx

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      2. Gracias a ti, dearie, por traernos esta interesante historia. Respecto a la "escena de la vergüenza"... es la mejor del capítulo, dearie (Kalhan dijo que Belle se derrite por Gold, yo digo que cuando el Dark One se te acerca con tanto cariño, no se le puede despreciar así como así ;]), te ha quedado preciosa. Comprendo la reticencia porque es cierto que no son escenas fáciles de escribir, a mí también me pasa... será por eso - en parte - que no incluyo muchas en mis relatos (apenas tienen una o dos y hasta ahora nunca más de tres). Pero lo has hecho muy bien, dearie, por esa parte puedes quedarte tranquila ;).

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    2. ¡Capitulazos! Me han encantado :) Bueno bueno...los sueños de Bella ejem ejem...jajaja Aunque no recuerde aún nada, esta derritiéndose por Gold jejeje No hay quien se resista jaja Esperando los siguientes capis con ansia ;)

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      1. Muchas Gracias, Kahlan, Realmente "Esa" Escena Fue Bastante Difícil Para Mi...¡¡No Quiero Ni Pensar Si me Llega a Tocar Escribir las "50 Sombras de Grey", Ay, Que Yo No Valgo Pa Estooooo...:(!!

        Lo Mejor Era Que Él le Decía "Cuénteme Sus Sueños y Le Ayudo a Interpretarlos..." y Ella Pensaba "...Sí, Eso Me Faltaba a Mí, Contarte Mis Sueños, Alucinao...;P"

        Bueno, Que Espero Que Los Siguientes También Te Gusten, Dearie, Muchos Besotes XXXXxxxx

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    3. Pe-pe-pero... y que iba a buscar Gold a la biblioteca??? así no, eh dearie??? siempre me dejas con intrigas... y encima la muchacha sigue teniendo tipazo con cuatro meses de embarazo... que injusto!!! xD xD xD aunque claro, con los revolcones que le da Gold, aunque sea en sueños, normal... que momentazo dearie, que momentazo!!! me encantó!!! De verdad, me encanta esta historia, estoy deseando leer el final!!!

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      1. ¡¡Un Libro, Dearie, Un Libro...Qué Andaba Loco Buscando La Manera de Hacerla Retornar, y Todo Es Repasarse Sus Libros y No Da Con La Solución, y Menos Con La Cabeza Embotada de Haber Visto a Su Bebé En La Tripita de Belle y Haberle Escuchado El Corazón, Qué Ese Hombre Andaba Ahogado En Babas, Por Dios, y NO Conseguía Centrarse en Na...;D;D;D

        En Cuanto Al Tipazo, Ya Se Lo Dijo Whale, que Dependiendo De La Constitución de Cada Una Se Notaría Antes o Después, Pero Con Vomiteras y Conforme Cocinaba la Moza, No Esperes Que Tuviera Un Barrigón Cervecero, No...;D;D;D

        "El Momentazo"...¿de Verdad Que No Quedó Vulgar...:/? Me Aterra Que Quedara Vulgar Porque No Los Veo de Esa Manera, Los Veo Una Pareja Apasionada, Pero Elegante (Aparte de Las Bromas Que Gaste yo Por Ahí...;P;P;P)

        ¡¡AAAAaaayyyy...mi Andie, Que Siempre Tiene Palabras Bonitas Para Mí, Muchas Gracias Dearie, Muchos Besotes XXXXxxx!!


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      2. Vulgar??? estás de coña??? pero si tienes una pluma de oro!!!!! lo que pasa es que yo no sé explicar lo que siento cuando leo cada cosa... me siento un poco lerda... por eso te hago bromas para decirte lo mucho que me gusta lo que escribes. Pero en serio, es una pasada, solo que no me se expresar... lo siento... u_u

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      3. ¡¡No, Dearie, Si Soy Yo Que Tengo Un Montón de Manías con Eso De NO Caer En "La Vulgaridad" En Lo Referente a Una Escena de Cama, Que Te Aseguro Que Es Muy Fácil Tener Un Resbalón Con Eso...:´´´( ;P!!

        Tú Te Has Expresado Bien, Y Comprendo Tus Bromas, Es Más, Me Siento Muy Halagada De Que Te Guste El Fic Porque Sé Que Eres Muy Exigente Con Lo Que Lees, Así Que Con Poco Que Me Digas, Para Mi Es un Montón, Dearie, Sabes Que Aprecio Mucho Tus Comentarios...;D;D;D

        Muchos Besotes y Muchas Gracias Por Tus Palabras, Dearie XXXxxxxx

        P.D.- ¿Te Hubiera Gustado Que Lo Hubiera Dejado Así...o.O ;D?

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    4. ¡¡Becky, Has Elegido Una Muy Buena Foto Para Ilustrar La Entrada, Has Dado En El Clavo, Derie...;D;D;D!!

      Besotes XXXXxxxx

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      1. Jajaja pff menos mal porque siempre me como la cabeza y al final acabo poniendo una normalita, pero esta vez gracias a Dios me acordé de esa escena jajaja
        Besos para ti también! Por cierto, ya puedes empezar a pasarme los demás capítulos ;)

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      2. ¡¡Buah, Pues Ha Estado Genial, Porque Como Todavía No Tenemos Ninguna En La Que Salga Gold Viendo Una Ecografía Con Belle...;D;D;D!! Me ha Encantado, Dearie...;D;D;D

        En Cuando Al Resto De Los Capis...¡¡Allá Vaaaannn...;D;D;D!!

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    5. mujer, me has matado, la santa letrista de once demuestra su titulo nuevamente y recargada, no puedo ser un enanito gruñon en esta ocasión dearie, solo te daré mis impresiones.

      la escena "la visita extraña": me dejo sin aliento, me senti trastabillandome en esa escena, como un extraño voyeur, como un demonio, esperando la respuesta animal de dos cuerpos que se desean n_n...

      la escena del cuarto: me rompio el corazon como si fuera un jarron de gold T_T

      la escena de la ecografia: me dio una explosion de sentimientos, mori, revivi, y volvi a morir, de risa, de miedo, de intriga *respira calmadamente*

      la escena de la biblioteca: dearie, me mataste de risa, no se por que, si me encanta ese rumbelle tan extraño, esa mujer tan fuerte, ese hombre tan terco n_n, en la escena en que cae, en mi mente recorde la escena de la caida de FTL....


      golpes en la glandula de la risa:

      "sere burra otra vez"
      "pero no estan quemadas"
      "sere tu conejillo de indias"
      "yo quiero comida italina"
      y la discucion de pareja casada, culpandose el uno al otro n_n

      la escena mas emotiva: la parte en que gold hablaba de belle en el cuarto T_T

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      1. ¡¡Bueno, Bloggero..., Qué, ¿Ya Se Te Han Resuelto Alguna De Las Dudas Del Capítulo Anterior...;D?!!

        ¡¡Esto "SÍ" Era Un Verdadero Deja Vu, y No Lo Que Tiene Belle En Sus Sueños, Que Ahí Van Mezclado Algunos Recuerdos De Ella, Con Sueños y Con Lo Que Está Pensando Rumple-Gold...;D;D;D!!

        Por Otra Parte, Me Alegra Que No Hayas Sido "Enanito Gruñón" (Voy a Patentar El Término...;P) Porque Quiere Decir Que Te Ha Gustado, Por Lo Tanto, Me Alegro de Que Lo Hayas Disfrutado...;D;D;D

        Muchas Gracias Por Tus Palabras, Dearie, Besotes XXXXXxxxx

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    6. Como siempre Ali , fabuloso el fic ; Rumpel realmente debería mantener las escaleras lejos del alcanze de Belle , una pregunta dearie , el apellido de Belle : Hide , es una referencia a : el doctor jykell y mister hyde o solo te gusto ese apellido ? , pregunto por curiosidad , como siempre , esperando con ansia los próximos capitulo , besos dearie :)

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      1. Muchas Gracias, Claire Belle, Me Encanta Que Te Hayan Gustado También Estos Capítulos, Dearie...;D;D;D

        En Cuanto a Lo Del Apellido de "Margie", Me Basé Más Que Nada En El Significado Que Tiene Al Traducirlo, Que Sería Más o Menos "Oculto" o "Escondido", Qué Es Más O menos Como Se Encuentra Belle Desde Que Perdió La Memoria, "Escondida" Dentro de Una Margie que se Parece a Ella Pero NO Lo És, Aunque Sigue Ahí y Es a Ratos Que Gold Consigue Verla "Oculta" Detrás de Esa "Margie"...;D ¡¡Muy Buena Pregunta, Dearie...;D;D;D!!

        Muchas Gracias Por Tus Palabras Derie, Espero Que Los Siguientes También Te Sigan Gustando, Besotes XXXXxxxx

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    7. Magníficos, maravillosos, me han encantado estos capítulos!!! :) Todo, todo, de verdad. La escena de cama ha sido muy romántica a la par que elegante, no ha sido para nada vulgar ( una dudita: ¿fue un sueño u ocurrió de verdad? XD).
      La ecografía en familia era super tierna, que cuqui Gold aferrando la mano de Belle sin darse cuenta de lo que estaba haciendo... y lo que me ha matao de la risa fue el salvamento-discusión de la bibliteca, jajajajaja, (pa' terco tú terca yo) pensó Belle porque por narices esa noche cenarían comida italiana. XD

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      1. Ay, Evilqueen, Muchas Gracias, La Verdad Es Que Estoy Flotando En Una Nube Con Todas Vuestras Amables Palabras, No Pensaba Que Os Gustara Tanto, y Estoy Encantada...*w* ;D *w*

        En Cuanto a Lo Del Sueño, Si Te Fijas, Los Sueños Que Tiene Belle Suelen Ser Una Mezcla De lo Que Ya Vivió Alguna Vez ( Y Que Suele Estar Gold Recordando En Esos Momentos...O.O) y "Algo" Que Está Tratando de Hacerla Recordar, y En Este Caso, Gold Estaba Teniendo Los Mismos Recuerdos En La Antigua Habitación de Belle...;D;D;D

        El Momento Escalera Es Que NO Me Pude Resistir a Ponerlo, Es Demasiado Bonito Como Para Desaprovecharlo, y me Dolió En el Alma Que Los Two...Productores NO Le Sacaran El Provecho Que Se Merecía...o.O ;P ¡¡Así Que Se Lo Saqué Yo ,ji, ji...;D;D;D!!

        Ahora, Cuando Me Pilló La Depresión del Siglo Fue Cuando Vi A Lacey Rondando Por Ahí, Que NO Tenía Nada Que Ver Con Lo Que Yo Tenía Escrito...:´´´( ¡¡Casi Los Matoooooo...>:( !!

        En Fin, Evilqueen, Que Muchisimas Gracias por Tus Palabras y Besotes XXXXxxxx

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    8. Yeaaaaaaaaahhhh!!!!!!!! Estoy súper encantada, era justo lo que quería leer!!!!!!!!!!! Y no digas tonterías, pordiosss, que la escena de pasiónnnnn te ha quedado perfecta. Cómo que vulgar???? Es justo lo contrario!!!!! Todavía noto el hormigueo en el estómago. En serio. Vaya que si vales! Me ha encantado. Qué bien que tengo otros dos capis para leer ahora de seguido. A por ellos voy! Me encanta que Belle esté regresando, por cierto, tenía ganas de ver a la chica pícara y guerrera.

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      1. Kyra, Dearie, En El Capítulo Anterior Creo Que Pedías Algo Así, No...;D;D;D? Cuando Leí tu Coment Pensaba, "¡Ups, Me Ha Pillado, Por Dios Qué Previsible Que Soy...O.O!"

        Me Alegro Un Montón De Que Te Haya Gustado y Que Se Aproximara A Lo Que Querías, Y Sobre Todo me Alegra Que no Te Haya Parecido Demasiado "Descarado", Es una Manía Mía...;D;D;D

        A La Belle Guerrera La He Echado Mucho De Menos, ¡Pero Cuando Vi Al Bicho de Lacey, Más Todavía, Por Dios...:´´´(!

        Muchas Gracias Por Tus Palabras, Dearie, Besotes XXXXxxxx

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