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  • miércoles, 26 de junio de 2013

    Fan Fic: "Una mirada atrás" (Capítulos 5 y 6)

    Ante la falta de noticias, os dejamos de nuevo con un fan fic. Se trata de los siguientes dos capítulos del fic titulado "Una mirada atrás" de Shanna Mills (AhrielShanna). ¿Impaciente por saber cómo continúa la historia tras el capítulo 4? ¡Descubre qué pasa a continuación!

    Autora: Shanna Mills (AhrielShanna)

    5.- Atracción

    * Nota: en los montajes, aparece Ben Barnes como Mordred-Reo porque es el avatar que ha elegido un amigo mío para ese personaje J

    La pasada noche me pasó factura a la mañana siguiente.
    Me sentía aún peor conmigo misma por haber sucumbido a la autocompasión y a la botella. ¡Eso no era propio de mí! Por el amor de Dios, ¡yo era la Reina! Lucharía. Me vengaría. Les demostraría a todos que no era tan difícil de vencer.
    Recuperaría a mi hijo para siempre.
    Siempre fui una luchadora y no iba a dejar de serlo ahora. 
    Luché contra el dominio que mi madre tenía sobre mí. 
    Luché contra el férreo control que Rumpel ejerció sobre mí como mi maestro.
    Luché contra lo que aquel druida me hacía sentir.
    Mordred Pendragon.
    O Reo, como era conocido en Storybrooke.
    Un pintor bohemio que vivía en una cabaña cerca del bosque. Le visité un par de veces para encargarle un retrato de Henry cuando era solo un bebé. El druida tal vez pudiera ayudarme. Tal vez su magia y la mía juntas pudieran hacer regresar a mi hijo a mi lado. 
    Pagaría cualquier precio que pidiese.

    Aún recuerdo el extraño comportamiento de mi madre cuando Mordred nos visitó en el castillo del rey Leopold, mi castillo, pocos meses después de nuestra boda. Había reconocimiento en su mirada. Respeto, y algo que no supe definir.
    Quise conocerle de inmediato.


    >> Regresaba de una desenfrenada cabalgada mañanera hacia palacio cuando un alboroto en el interior me recibió. Después de dejar mi caballo en los establos a cargo de un mozo de cuadra entré para averiguar de qué se trataba. Detuve a un par de criadas charlatanas que pasaron junto a mí.

    - ¿Qué está pasando?
    - Ha llegado un visitante inesperado, majestad. Vuestra madre ha ordenado un banquete en su honor. Os está esperando en el jardín junto a vuestro manzano –respondió una de ellas antes de continuar su camino tras hacer una reverencia y marcharse.
    Eso me alteró. ¿Mi madre esperándome a solas con un visitante, en mi jardín privado, que por casualidad era el más alejado de palacio? Extraño. Y potencialmente peligroso para él, sobretodo si conocía a mi madre. Y vaya si la conocía.
    Aún llevaba mi traje azul de montar cuando me reuní con mi madre y el joven desconocido. Él vestía un traje elegante, con runas cosidas en hilo de oro y de plata en las mangas, el cuello y los bajos de su túnica. Un largo cuchillo colgaba de su cintura, junto con una larga espada envainada en una funda enjoyada. Cabello oscuro, piel color bronce, ojos negros y una sonrisa que deslumbraba y no pude evitar devolverle.
    - Madre, me han dicho que me andabas buscando – tomé las manos de Cora para saludarla con afecto, aunque vigilaba a ese hombre de reojo. Me intrigaba.
    - Así es cariño, te estaba buscando para decirte que hemos recibido una visita muy importante. Tal vez debiste cambiarte de atuendo antes de venir a buscarme – me regañó en voz baja – Una reina debe estar siempre impecable, y no llevar el cabello revuelto y la ropa de montar.
    - No os preocupéis Cora, vuestra hija está bella con lo que lleve puesto, estoy seguro. –Esas palabras me arrancaron una sonrisa complacida. Se inclinó y besó el dorso de mi mano – Mordred Pendragon, a vuestro servicio.
    - Es un placer Mordred. Sentíos como en vuestra propia casa mientras estéis con nosotros. Si me disculpan, - miré de reojo a mi madre – he de ir a ponerme algo más cómodo. Me reuniré con vosotros en unos minutos.
    Dí media vuelta y subí a mis aposentos privados con bastante rapidez. Un baño rápido, un vestido bonito y sencillo, un peinado simple y unos pocos toques de color en mis mejillas y labios y lista. Me reuní con ellos de nuevo en le jardín, donde nos habían preparado una comida ligera, pues quedaban dos horas para el banquete.
    Mordred se levantó para saludarme.

    Descubrí que Mordred era una especie de principe en su reino, aprendiz de un famoso mago y que viajaba por los reinos para aprender sus costumbres leyendas.
    Buscaba algo. No me lo dijo, pero lo supe. Buscaba algo y lo necesitaba con urgencia. Debía ser algo importante y valioso, tal vez poderoso, pues no lo había mencionado ni una sola vez, sospechaba que porque aún no se fiaba del todo de nosotras.
    Tal vez era mejor así, pues conocía la ambición sin límites de mi madre y no deseaba que el apuesto joven sufriese daño.

    A la tarde, después de comer, Cora se retiró a su cuarto a descansar, dejándonos a Mordred y a mí a solas.
    - Mordred Pendragon, creo que os recuerdo. ¿No sois vos aquel chiquillo que me trajo una vez un conejito salvaje que encontró herido en el bosque cuando yo tenía 15 años? Habéis crecido muy rápido en estos 4 años. Ya sois todo un hombre. –“¡Y que hombre!” dijo una voz en mi cabeza que me apresuré a acallar.
    - El paso del tiempo pasa de forma diferente en mi reino. Para mí han pasado 12 años desde entonces.
    Eso me sorprendió.
    - No sabía que eso fuese posible.
    - Es cosa de magia. La magia de cada reino es diferente – se encogió de hombros y eso hizo que su túnica se ciñese más a sus musculosos hombros.
    Aparté la vista. Sin duda había mucho Mordred que mirar y yo estaba casada. Casada con un anciano que me había sido impuesto y al que no amaba, pero al que había prometido ser fiel… pero la sonrisa encantadora de Mordred me lo ponía difícil.
    Él estaba serio de repente, pensativo. Podía sentir su tristeza aunque su expresión fuera neutra. Lo veía en la tensión de sus hombros, en su mandíbula apretada y sobretodo en sus ojos. Tenía los ojos más tristes que había visto en mucho tiempo.
    Introduje mi mano en la suya y entrelacé nuestros dedos. En ese momento compartimos nuestra tristeza por nuestras respectivas situaciones y nos dimos ánimos.
    Charlamos durante horas, nos contamos secretos, ambiciones, deseos. Nos acercamos el uno al otro tato como nos atrevimos sin mostrar nuestras vulnerabilidades.

    Esa noche durante la cena, nuestras miradas no dejaban de cruzarse. Sonrisas escondidas, simples gestos que parecían fortuitos y que solo nosotros entendíamos.

    Esa noche el rey acudió a mi lecho, y aunque intenté rechazarle, él era mi esposo y el vino le daba fuerzas. Me sometió cruelmente.
    - He visto como mirabas a ese muchacho. –decía con voz pastosa por el vino.
    - Es un viejo amigo de mi juventud, eso es todo. –respondí con ligereza.
    Su mano me sujetó del brazo derecho con fuerza y me arrojó sobre la cama.
    - Él te miraba como si le pertenecieras, ¡Y solo me perteneces a mí! 
    Estaba fuera de sí. Leopold no solía ser así. Por lo general era un hombre afable y cariñoso, pero esa noche había bebido vino en exceso y se le había subido a la cabeza, poniéndole de un humor peligroso. – Desnúdate.
    - Leopold, no estas en condiciones. Has bebido demasiado esta noche.
    - He dicho que te desnudes. Voy a borrar sus caricias de tu piel – él mismo estaba desnudándose deprisa con dedos entorpecidos por el alcohol.
    Intenté hacerle razonar.
    - Esposo, no hay nada que borrar. Él no me ha tocado. Yo siempre os he sido fiel a vos.
    Su puño en mi boca me hizo callar y me lanzó sobre la cama.
    - Sucia perra mentirosa. – rasgó mi vestido desde el cuello hasta la cintura. Al ver mi desnudez se abalanzó sobre mí, me abrió de piernas y me tomó allí mismo sin ni siquiera terminar de desvestirse.

    No recuerdo que pasó tras sentir como él invadía mi cuerpo a la fuerza pero cuando desperté me dolía todo y él no estaba.
    Agradecí la soledad y el dolor.
    Una parte de mi pensaba que me lo merecía pues había jurado fidelidad a mi esposo y, aunque no le había sido infiel, deseaba al joven druida.
    Me quité el vestido rasgado y me puse una bata encima de mi piel magullada. La frescura de la noche y la suavidad de la tela me reconfortaron un poco, aunque un dolor sordo zumbaba por todo mi cuerpo. Al regresar a la cama me horroricé al descubrir sangre en las sábanas. La misma sangre que teñía mis muslos de rojo. Mi propia sangre. Las arranqué del lecho y las lancé a la chimenea junto a los restos del vestido roto. Me quedé mirando mientras ardían tragándome el grito que pugnaba por escapar de mis labios.

    Unos suaves golpes en mi puerta, un susurro.
    - ¿Regina? ¿Puedo pasar?
    - Mordred… - abrí la puerta unos centímetros. – No creo que sea prudente. El rey estaba furioso cuando ha venido antes – “Cállate estúpida” me dije, pero ya era tarde. – Será mejor que te marches.
    - ¿Te ha hecho daño? – empujó la puerta con una mano y entró en mi cuarto. Un chasquido de sus dedos y las velas que yo había apagado volvieron a encenderse. ¡Estupendo, otro mago! 
    Le dí la espalda y me cubrí bien el cuerpo con la bata. No quería que me viera, pero él quería verme a mí.
    - Regina, déjame verte. – agarró mi barbilla con sus dedos y me obligó a mirarle. Sus ojos eran negros pozos de obsidiana, rodeados por un aro azul oscuro y salpicados de motas doradas. Eran fascinantes, y muy duros. Los ojos de alguien que había visto demasiado dolor a lo largo de su vida. – Estás herida. ¿Qué te ha hecho ese viejo estúpido?
    Cerré bien el cuello de mi bata de seda y me solté de su agarre.
    - Nada que no mereciera. –respondí con amargura.
    - No te atrevas a decir algo así. ¡Ni lo pienses! – me agarró por los hombros, pero me soltó cuando oyó mi gemido.
    - He pensado cosas peores últimamente. – me dolió incluso el escalofrío que me recorrió de arriba abajo. Sin embargo su beso no me dolió. Sujetó mis mejillas entre sus manos y me besó despacio.
    Cuando me soltó descubrí con asombro que ya no sentía dolor.
    Me llevó hasta la cama y me tumbó en ella.
    - Mordred no. No puedo... 

    - Tranquila, solo quiero abrazarte hasta que te duermas.

    Creí que no podría, pero la agitación que me embargaba desde hacía horas se fue calmando hasta que, no se como, caí dormida entre sus brazos.

    El amanecer me despertó y él aún estaba ahí, protegiéndome en sueños. Sonreí lánguidamente. Era la primera vez que me despertaba en brazos de un hombre sin haberme acostado con él. El rey se marchaba cuando satisfacía sus necesidades y Daniel solía marcharse en mitad de la noche, cuando todo el mundo dormía. Me tomé mi tiempo observándole. Cuando dormía parecía tan joven y vulnerable. Le desperté suavemente.
    - Mordred, tienes que irte antes de que alguien te vea.
    Abrió los ojos y saltó de la cama en busca de algún peligro. Cuando solo me vio a mi se relajó.
    - Ya ha amanecido. Debes irte. Mi madre duerme aquí al lado, asíque mejor no hagas ruido. –cerré los ojos cuando me acarició la mejilla y me besó con dulzura. Dios sabía que ambos necesitábamos dulzura en nuestras vidas. Me puse unos pantalones bajo la bata y le acompañé hasta la puerta de mi cuarto, donde nos despedimos.
    - Volveremos a vernos Regina, te lo prometo.
    - Lo se, querido. Vete, rápido.
    Una sonrisa afloró a mis labios tras cerrar la puerta.
    - Regina, cariño, ¿Te importaría explicarme porque anoche vino tu esposo a tu habitación hecho una furia? Supongo que tendrá algo que ver con el joven Pendragon, que acaba de abandonar tu lecho. – la voz de fría desaprobación de mi madre me heló la sangre en las venas. No pude girarme para enfrentarla.
    - Madre, no es lo que crees. Mordred y yo no hemos… Leopold cree que sí, pero no ha ocurrido nada.
    - Mírame a los ojos cuando me hables – al ver que no respondía ni me movía, usó su magia para obligarme a hacerlo.
    - ¡Madre! Sabéis que detesto que uséis vuestra magia.
    - ¡Respóndeme cuando te hablo! 
    - ¡Me violó madre, me violó! ¿Es eso lo que queríais saber? – abrí la bata y la dejé caer, mostrando mi cuerpo desnudo y cubierto de golpes. Cora no pudo ver la sangre de mis muslos, pero si tuvo una buena panorámica de mis pechos amoratados, las marcas de dedos en mis brazos, vientre, costillas y cuello.

    Madre estaba tan pálida y quieta como una estatua.

    - Mataré a ese hombre por esto – susurró tan bajo que casi no la oí. Me abrazó fuerte – Lo lamento mi niña. – besó mi frente y me ayudó a bañarme. Cuidó de mí como no lo hacía desde que yo tenía 16 años y descubrió que estaba embarazada de mi primera y única hija. Rapunzel. La hija de Daniel. 

    El odio por un hombre nos unió, como nos unió el amor por una niña, pero no fue hasta más tarde que supe que ella odiaba al hombre del que yo temía estar empezando a enamorarme. <<

    El timbre me despertó. Algo húmedo me cayó en el escote. ¿Una lágrima? Limpié mis mejillas con furia. Últimamente lloraba demasiado a menudo para mi gusto.
    Abrí la puerta con cara de pocos amigos para encontrarme con ¡Que sorpresa! David Nolan.

    - ¿Si?
    Puso su espada en mi cuello, en el hueco de mi clavícula por toda respuesta.
    - Vaya, el gran héroe ha venido a matar a la malvada bruja. – Le miré desafiante.- ¿No has traído refuerzos?
    - No los necesito. He venido a avisarte. Mantente alejada de Henry o te cortaré la cabeza.
    - Muy valiente viniendo de alguien que amenaza con una espada a alguien desarmado. – le dediqué mi mejor mirada de aburrimiento. No le temía. Tenía un plan.
    - Solo es una advertencia.
    Apartó la espada, la envainó y se marchó.
    Cogí mi abrigo, mis llaves del coche y conduje hacia el bosque.
    “Mordred” pensé “te necesito”


    6.- Alianzas

    El viaje en coche al bosque fue rápido, encontrar la cabaña me costó algo más.
    - ¡Reo! ¡Reo Baskerville!
    - Mi nombre es Mordred. ¿O ya lo habéis olvidado, Majestad?
    Estaba detrás de mí. Vestía un elegante traje negro con una camisa blanca más propio de Gold que del pintor bohemio en el que yo le convertí. Era de nuevo un príncipe de pies a cabeza, tal y como le recordaba. Tal y como me gustaba.
    Su mano rodeó mi cuello y apretó.
    - ¿Qué me impide matarte en este mismo instante?
    - El que puedo serte de ayuda.
    - ¿Ayuda? No necesito ayuda cuando tengo mi magia de vuelta. – dijo sin soltarme, incluso apretando un poco más para subrayar sus palabras.
    - No eres el único. ¿Quién te dice que Merlín no vendrá para frustrar tu venganza, igual que la salvadora ha frustrado la mía? Necesitas aliados Mordred. –decía yo con la voz entrecortada al no poder respirar con normalidad.
    Me soltó bruscamente con una mueca de desprecio en sus labios. Caí al suelo de rodillas sin poder evitarlo. Contuve mis ganas de frotarme el cuello para aliviar el dolor. 

    - En cuanto a lo de la magia, yo no apostaría mi vida. Aquí la magia es diferente e impredecible.
    - ¿Crees que eso me detendrá? – su sonrisa era la de un tiburón que ha olido sangre en el agua. Lo sentí por su presa, y mi instinto me decía que si no me andaba con cuidado, muy fácilmente podría serlo yo.
    - Detenerte no, pero te retrasará si es tu única arma. Piensa Mordred. Nuestros poderes unidos podrían conseguir cualquier cosa. Matar a tu padre, recuperar a mi hijo… 
    - Con que es eso lo que quieres de mí. - puso una mano sobre su corazón con aire trágico y otra sobre sus ojos como si llorara. – Pobre de mi, y yo que pensaba que me ayudabas sin querer nada a cambio.
    Mantuve una expresión seria con una ceja levantada mientras esperaba a que pasara ese momento teatral suyo.
    - Bien, ahora que vuelves a ser un adulto… ¿Tenemos un trato? – esbocé una sutil sonrisa de lado.
    - ¿Trato? No te necesito para matar a Arturo con mis propias manos. – de nuevo ese orgullo principesco suyo. Era una de las pocas cosas suyas que no echaba de menos. Tal vez era que en eso nos parecíamos demasiado y por eso chocábamos tanto.
    - No, pero primero debes saber quien es aquí en Storybrooke, donde vive, si está protegido, si te merece la pena matarlo o contarle la vida secreta de su esposa y que todos sus hijos no son de él –esta vez mi sonrisa era amplia y de total diversión.
    Una sonrisa similar empezaba a tironear de las comisuras de los labios de mi acompañante.
    - Arturo, ¿cornudo y sin un solo hijo legítimo? –la risa se abrió camino por su pecho hasta que consiguió escapar en forma de carcajada. – Vaya, eso si que es divertido.
    - Ya te dije que nunca tuve necesidad ni intención de dañarte.
    - Eso le gustará mucho a mi madre. Morgana nunca le perdonó que no me reconociera como hijo suyo. 
    Morgana. Fruncí los labios para no hacer una mueca de disgusto. Esa vieja bruja aún seguía entrometiéndose incluso cuando estaba a un mundo de distancia.
    Lo dejé pasar y volví a nuestro trato.
    - ¿Qué me dices? ¿Aceptas mi ayuda a cambio de la tuya? 
    - No necesito la ayuda de la persona que me arrebató mi reino por una venganza.
    - Tú hubieras muerto si hubieras intentado arrebatarle el trono por la fuerza, y lo sabes. Salvé tu desagradecida vida al traeros aquí, ¿y así me lo pagas? – empezaba a cabrearme. Mordred siempre supo encender mi ánimo con tanta facilidad como encendía mi pasión. 
    - Tal vez te devuelva el favor reduciendo a cenizas todo el pueblo. Así sabré que he matado a Arturo con seguridad y de paso mataré también a Blancanieves. ¿Qué te parece mi idea? –se había ido acercando por mi espalda, y hablaba en susurros contra mi cuello.
    Un escalofrío bajó por mi columna y poniéndome la piel de gallina en todo el cuerpo. El muy maldito se estaba riendo de mí. Pero a eso también yo sabia jugar.
    - ¿Matarías a Arturo sin decirle que su amada y devota esposa siempre ha amado a otro, y que todos sus hijos son de su vecino? ¿Porqué ahorrarle dolor? – me giré y puse las manos en su pecho, empujándole lejos de mi. – Además, matarías a la joven con la que tuviste un… ¿Cómo se dice?.. Affaire en el Bosque Encantado. 
    - ¿A ti? Sin ningún problema.
    El muy cerdo lo dijo sin titubear un solo instante.

    - No. Me refiero a aquella jovencita que conociste en mi reino. – “suave la sonrisa, Regina. Que no sepa lo que eso te dolió, ni quien era ella para ti. Mucho menos como se lo vas a hacer pagar por ella” me decía a mi misma. Por fuera mostraba una sonrisa de suficiencia, por dentro; una mueca furiosa.- Una alta torre en mitad de un espeso bosque, protegida por varios hechizos y algunos animales mágicos. Una muchacha dulce, de largos cabellos dorados y cobrizos y chispeantes ojos verdes. –caminaba alrededor suyo, evaluando sus reacciones y arañándole el pecho y los hombros con la uña del dedo índice de mi mano. Parecía intranquilo.
    - ¿Cómo sabes todo eso? ¿Quién era ella? 
    - Ah, ¿no te lo dijo? –una leve risita contenida sonó en el fondo de mi garganta – Cuan dulce sorpresa. Querido, era mi reino, mi bosque, mi torre y mí… huésped. 
    Me alejé de él antes de añadir.
    - Y, si te lo preguntas, si. Ella también está aquí. Cuando quieras hablar sobre nuestro trato, ya sabes donde encontrarme. – y sin más palabras, le dejé ahí plantado sin siquiera girarme para mirarle a la cara una última vez. Él no debía ver las lágrimas en mi rostro, ni la ira homicida en mis ojos.

    Me fui del bosque y regresé a casa. Necesitaba un plan. Si Morderd accedía a ayudarme a recuperar a Henry debería probarle que no estaba indefensa ni sería una carga, y para ello necesitaría mi magia de vuelta. Solo por si acaso.

    Recordé el libro de Rumpelstiltskin. Se lo quité a mi madre una noche, antes de casarme con Leopold e invoqué a Rumpel para pedirle ayuda. Volví al coche y conduje en dirección contraria a la que lo hice esa mañana, directamente a la tienda de antigüedades del Señor Gold. 
    Él disfrutaba coleccionando cosas de aquellos con los que trató alguna vez. Tal vez el libro estuviera allí.

    Entré en la tienda sin pensarlo, buscando directamente nada más cerrar la puerta, pero solo había cosas de los habitantes del Bosque Encantado. 
    Rumpel me descubrió hurgando entre sus cosas y me insultó sobre aquellos tiempos en los que era temida y no entraba en negocios ajenos como una vulgar ladrona. “Un punto para el duendecillo” dijo una vocecilla insidiosa sospechosamente parecida a la que usaba Rumpel cuando bromeaba conmigo. 
    - Necesito el libro para recuperar a mi hijo.
    Se hizo el loco al fingir que no sabía a que libro me refería, pero bien que me restregó que a él no le hacía falta ningún libro para usar magia en Storybrooke. 
    - Ahora, sal de mi tienda, por favor.
    - Vaya, tus “por favor” ya no me hacen mella –dije con una sonrisa satisfecha. Le eché en cara que a ninguno de nosotros nos convenía que supieran que el Bosque Encantado aún existía, y por lo tanto debía ayudarme.
    A regañadientes, me entregó el libro.

    Por fin con el libro entre mis brazos, me giré para marcharme.
    - Oh vaya. 
    - ¿Qué?
    - Te dije que no te parecías a ella, pero ahora, salta a la vista – dijo él con una sonrisa divertida en los labios.
    Oir que me parecía a mi difunta y amada (aunque a veces odiada) madre me afectó, me dolió. Le negué el placer de una respuesta por mi parte y sin más me marché de ahí.

    En el jardín trasero de mi casa, bajo mi querido manzano, usé la magia del libro para volver a aprender a usar mis poderes por la vía rápida. Inhalando magia.

    Volvía a sentirme fuerte, poderosa, e invencible. 

    De nuevo armada con mis viejos poderes fui directa al ayuntamiento, donde estaban los habitantes del pueblo reunidos para intentar volver al Reino, o para buscar a sus seres queridos, o simplemente buscando ayuda. 

    Débiles.
    Cobardes.
    Ratas. (Algunos más que otros) 

    Reí para mí. No sabían lo que se les avecinaba.

    Abrí las puertas sin tocarlas, solo con mi magia, como una demostración para todos de que esta vez la reina si que había vuelto.
    El doctor Hopper intentó hablarme, pero le lancé al otro lado de la sala con un gesto de asco, como si me quitara de encima al bicho que realmente era.
    Tras él, lo intentó un enano. ¡Un enano! También salió volando, pero contra el resto de personas que había reunidas. Bueno, “personas”, pues la vieja loba también estaba allí e intentó dispararme una flecha con su ballesta. ¿De donde la habría sacado esa vieja perra? La detuve sin problemas al cogerla en pleno vuelo y la prendí en llamas en mi mano. Se la devolví, lanzada como un proyectil de fuego que voló sobre ellos como un bumerang y se estrelló en la pared detrás de mí.

    - ¿Qué es lo que quiere? – gritó Roja. 
    “¡Cuánto valor, cachorrito!” tuve ganas de gritarle, más una voz conocida se me adelantó.
    - A mí. Me quiere a mí. 
    Henry se adelantó hasta quedar frente a mí y me suplicó que no les hiciera daño ya que vendría conmigo.
    Una sonrisa de triunfo curvó mis labios.
    - Ese es mi chico. – dije acariciándole la barbilla. 
    Rodeé sus hombros con un brazo y me lo llevé de allí, pasando entre toda esa gente perturbada y temerosa con un paso majestuoso y decidido.
    Henry estaba conmigo. No volverían a arrebatármelo. No lo permitiría.

    De regreso a casa dejé que Henry subiese a su habitación. 
    Pensé que realmente no necesitaría la ayuda de Mordred. Nunca antes la necesité, y ahora Henry estaba conmigo.
    Al menos saqué algo bueno al recuperar mis poderes, además de a mi hijo.
    Ahora podría hacer pagar a Mordred todo el dolor que nos provocó en el pasado a mí y a mi hija.

    ¡Ah, mi pequeña Rapunzel! 
    Con todo el lío del espectro, la desaparición de Mary Margarett y Emma por el portal y tener que recuperar a Henry no había tenido tiempo para buscarla. 
    ¿Ella me habría buscado a mí? Estaba segura de que no lo habría hecho preguntándole a la gente del pueblo, o poniendo anuncios ante el colegio donde todos estaban buscando a sus seres queridos desaparecidos.
    Ella era más inteligente que eso.
    Ella sabía que hacer eso solo conseguiría hacer sospechar a todo el mundo sobre sus razones para buscarme.
    Debía ser paciente. Ella me encontraría.

    El sonido de una ventana abriéndose en el piso de arriba me avisó, después fue el sonido de las ramas del árbol del jardín al moverse el que me hizo moverme. Henry intentaba escapar por la ventana de su cuarto, pero el hechizo se lo impidió. 
    - Henry no te muevas, o te harás mucho daño. –dije asomándome por su ventana para ayudarle a entrar de nuevo.
    Intenté hacerle entender que le quería, que por eso había ido a por él al ayuntamiento. ¡Él era mi hijo! Y no iba a permitir que lo alejaran de mí.
    Llegué a sobornarle con magia, ofreciéndome a enseñarle a usarla, pero me rechazó. 
    Dijo que no quería ser como yo.
    Me echó a la cara exactamente las mismas palabras que yo le dije a mi madre el día que la empujé a través del espejo.
    No fue hasta después de ello que supe todo lo que mi madre hizo alguna vez por mí.

    Ella cuidó de mi hija cuando yo la había dado por muerta.


    Continuará con el capítulo 7...

    21 comentarios:

    1. ¡¡Toooomaaaa Yaaaaa...Queeee Pasaaaaadaaaaa...:O:O:O :D!!

      Me Ha Encantado, Desde Luego que les Has Devuelto La Pelota a Los Two...Productores, Ellos Haciendo lo Que les Ha Dado La Gana Con Los Personajes de Toda la Vida,y Tú Has Hecho Trizas el Personaje del Rey Leopold...:O ¡Pensaba que le Iba a Decir "Leopold, No Estás en Condiciones...¡¡Y No Te Queda Viagraaaaa!!..."!:D:D:D Pero Desde Luego, Mira Que te Gusta Hacer Sufrir a Regina, Por Dios, Espero que no le Tengas preparadas Más Perrerías...:O ;D

      Me ha Encantado La Manera Que Has Introducido a Mordred y Merlin XD, Los Adoro, Aunque Creo Que se me Escapa Un Poco El Tema de Rapunzel, Pero Supongo Que Más Adelante Lo Entenderé Mejor...;D

      ¡Muy, Muy Bueno, Espero Pronto el Próximo Capítulo, Dearie...;D;D;D!

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      1. Jajajajajajajajajajajaja Pensé lo de la viagra, pero no sabia si estaba "inventada" en el Bosque Encantado, asique....
        Ya, ya se que hago sufrir demasiado a Regina T_T pero es que necesita sufrir para convertirse en la perra sin corazon a la que todos adoramos

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      2. A mi también me ha gustado mucho que hayas mezclado tu fic con Mordred, Merlín Arturo... (ya que ahora mismo acabo de engancharme a la serie de Merlín)

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    2. Muerta me e quedado con la posible hija de regina,si mal e entendido yo es rapunzel,yo tambien creo haberme perdido algo sobre la hija de regina,lo del rey leopold,a sido un giro inesperado,pero por ahi se puede llegar a entender la verdadera mania que le tiene regina a blanca,porque por lo de daniel,esa historia para mi en la serie flojea,esta version,que tu cuentas en tu fic,para mi es mas creible,aunque sea la primera vez,que yo comente,estoy enganchadisima a tu fic,eso si explicame mas adelante lo de rapunzel,porque me tienes en un sin vivir,en fin me encanta tu fic,y creo que los creadores deberian pasarse por los miles de foros de fics que hay en la red,nada mas para que vayan cogiendo ideas,porque al igual que este fic,aportan historias mas creibles.

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      1. Jajajajajaja ya se que Rapunzel deja un punto abierto que nadie entiende, pero con el capitulo 7 se explica (y esta en tres partes, asique vais a sufrir un poco, por que le dire a Amy que lo suba de uno en uno xD)

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      2. Ohhhhhhhhhhh que maluki eres,jaja,de en uno en uno,que quieres que me de un patatus,jajaj,de todas maneras si el capitulo 7 es igual que todos los que has subido,entonces merece la pena,gracias por compartir tu fic,me encanta y es una historia bastante creible.

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      3. Jajajajaja tengo a Regina muy interiorozada y se me da bien ser mala xD
        Disfruta de la espera!

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    3. Vámonos! Yo también pienso que solo porque Cora matara al chaval no se pondría tan así, le veo lagunas. Pero entre lo del aborto del principio (que ahora tiene hija, no entiendo muy bien, ya lo haré) y que Leopold (cabrón) le hiciera eso... Es mucho más fuerte y mucho más lógico que odie a Snow de esa manera.
      Ole tú, simplemente. Me encanta muy mucho y quiero leer más :)
      Un saludo.
      Pd: siempre me he preguntado si jugaba con Leopold al parchís durante su matrimonio ¬¬

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      1. Leopold era más de jugar a la petanca xD
        Jajajajaja gracias Paola! yo tambien pensaba qu la historia cojeaba un poco, por eso le di ese toque de emocion que pensé que era lo que lo explicaba mejor

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    4. No se que me sorprendió mas : que Rapunzel es hija de Regina ( no que Cora la hizo abortar ? ) o lo de la violación , en serio , cuanto dolor mas le van a poner a la reina , no es como que ya mucho ??????????? , sigue escribiendo Shanna :). saludos.

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      1. Rapunzel nación un par de años antes de que Cora la hiciese abortar del SEGUNDO hijo de Daniel
        Ya, ya se que es un poco un lio, pero a ver si me explico
        Regi tuvo a Rapunzel a los 16 (pero no cuento que pasó con ella por no destripar) y un par de años después, a los 18, es cuando Cora la obliga a casarse con Leopold y descubre el pequeño inconveniente, asique ella se ocupa de solucionarlo.
        La violación ocurre pocos años despues de la boda
        ¿Se entiende ahora?

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      2. mea culpa. Me he equivocado al decir que la violación ocurrió años despues de la boda, cuando al principo del fic dice que solo han pasado unos meses.
        Por lo tanto Rapunzel deberia tener un par de años.
        Hace tanto que no escribo que estoy olvidando mi propio ficT_T
        Rapunzel nación un año o dos antes de que Cora le arrancase el segundo hijo que esperaba a Regina... Tengo que releermelo y seguir escribiendo antes de que olvide lo que quiero que ocurra T___________T

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      3. O sea que Regina fue teen mom ? pero entonces que Cora le hizo creer que se había desecho de la bebe y en realidad la tenia escondida ? porque ella dice que años después es que se dio cuenta de lo que su mama hizo por ella .

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      4. Claire, no puedo adelantar acontecimientos >.<"

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      5. ok :( , pero porfa escribe rapido que me gana la curiosidad :p

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      6. Eso está ya escrito, pero donde me he quedado es en el capitulo 8, que no se como hacerlo

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      7. inspiración ve hacia Shanna :p

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    5. Shanna como siempre un placer seguir leyendo ti fic :)
      Como dice Ali mira que te gusta hacer sufrir a Regina ehh. Como si no hubiese sufrido ya poco la pobre.
      Como muchos de vosotros yo también pienso que detrás de la historia de Regina y Snow debe de haber algo más, ese odio de Regina hacia Snow umm no se ojalá que en la serie cuenten más cosas sobre ese tema.
      La parte de Leopold y Regina es muy fuerte y triste a la vez. ¿Cómo la puede tratar asi?. Shanna ya me has puesto triste :(
      Por otra parte yo también me he perdido un poco con la parte de la hija, pero bueno como dices eso ya se entenderá en el cap 7
      Me gusta mucho como estas continuando tu fin sigue asi un besazo :)

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      1. Me limito a poner por escrito los sufrimientos que no conocemos de ella joo u_u
        Ya, yo tambien pensaba lo mismo, por eso le di un toque perverso a Leopold que Snow no conociera, porque Regina no querría estropear la imagen que ella tiene de su padre... Aunque tal vez deberia hacerlo a ver si la muy tonta se daba cuenta de que no todos son tan puros de corazón como ella e_e"

        Ya, Rapunzel esta dando mucho de que hablar xD ya lo entendereis

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    6. Regina's Daughter4 de julio de 2013, 22:08

      Me ha encantado auuuuuunqe yopme lio un poco con la hija de Regina .... me podrias explikar shana ke pas aal final?? esqe tengo un lio.... grax aunke espero ke en los siguientes lo explike mejor

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      1. Tranquila, todo se explica en el capitulo 7

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