Continuamos con el octavo capítulo de esta serie de fics mitológicos que nos trae nuestro seguidor Aquiel, esta vez centrada en deidades y quimeras que provienen de las profundidades marinas.
Chapter 8: Home by the sea
Amanecía después de una noche tormentosa. El sol,
que nacía en el lejano horizonte marino, esparcía destellos púrpuras y dorados
por todas partes, dotando al océano de un color ambarino. La atmosfera estaba
impregnada de un olor a algas y sal. Las olas golpeaban la arena, dejando a su
paso un rastro de espuma.
Para la joven, que observaba el amanecer sobre una enorme
peña, todo este paradisiaco momento era algo común. Todos los días venía a este lugar a observar
el amanecer, mirando la lejanía soñaba que el futuro le permitiera conocer los
múltiples maravillosos lugares que el horizonte ocultaba, más allá de la
pequeña isla en que habitaba. Sabía que su destino era mucho más que ser la
simple hija de un pescador, ayudar a su padre en su labor y culminar el día
oliendo a pescado después de limpiarlo o cocinarlo. Tampoco esperaba terminar
casada con uno de esos salvajes y curtidos marineros que la asediaban,
hechizados por su belleza.
Se sabía hermosa, tanto por sus salvajes
admiradores como por la imagen que le devolvía el mar cuando estaba en calma.
Su bronceada piel por el arduo trabajo diurno, ahora dorada por las luces
matutinas; así como sus abundantes y ondeados cabellos como el ébano, que ahora
mecía una suave brisa, y sus almendrados ojos, que parecían albergar todos los
misterios de la noche, brillantes como la estrella del amanecer; eran la
envidia de las rústicas mujeres que habitan la isla. Su grácil figura parecía
esculpida por los dioses; al caminar parecía imitar con sus ondulados
movimientos a las olas.
Vestía con una sencilla túnica nívea que apenas
ocultaba sus encantos, sus descalzos pies estaban cruzados sobre la roca;
portaba como única prenda un caracol dorado a modo de collar, e instintivamente
cada rato llevaba su mano hacia él y lo acariciaba. Suspiraba sabiendo que le
esperaba un trabajoso día.
De pronto, escuchó un ruido a sus espaldas, al
volver el rostro no vio nada más allá del verde y salvaje paisaje, cuyas
principales protagonistas eran las palmeras y los cocoteros. En la distancia,
cerca del centro de la isla, se podía observar una enorme montaña que en algún
momento fue un violento volcán, del cual, contaban las leyendas, surgieron
llamas provenientes del Inframundo.
Al volver la vista al océano vio ante ella algo que
antes no estaba: un ramillete de flores marinas, adornado por penachos de mar.
La muchacha miró en todas las direcciones tratando de encontrar quien podía
haberle dejado el hermoso ramo, pero no vio a nadie en ninguna parte y las
únicas huellas sobre la arena eran las suyas; aguzó el oído, pero el único
sonido que escuchaba era el de las olas al romper sobre la costa; le pareció
escuchar una especie de chapoteo, aunque el piélago estaba desierto.
…
Isla de Themiscyra
Tiempo después
Era una típica mañana primaveral en el tupido
bosque, la luz solar se filtraba entre las frondosas ramas de los laureles y
los sauces, el olor de múltiples flores se mezclaba, diversos pájaros cantaban
saludando al astro rey.
La paz selvática fue interrumpida por el vibrante
galope de varios jinetes; los animales silvestres buscaron urgentemente refugio
y protección para sus crías, incluso algunas plantas cerraron sus hojas como
las adormideras.
Eran dos jinetes los que se aproximaban, queriendo
emular con su fugaz galope al mismo viento, incluso quizás a la luz. A pesar de
que vestían cascos y armaduras se podía apreciar sus figuras femeninas. Los
animales relinchaban ante el brutal esfuerzo al que se veían sometidos, el
látigo que les azotaba sus carnes y los gritos emocionados de las amazonas; el
suelo temblaba ante el golpear de los cascos que levantaban nubes de polvo.
La geografía cambiaba al ritmo de la ágil
competencia, pronto se encontraban en un hermoso valle donde dos álamos con una
cinta en el medio marcaban la meta, allí se encontraban múltiples mujeres que
animaban a las competidoras, las cuales también vestían como guerreras con
cortas túnicas, fuertes cinturones de cuero, cascos, brazaletes y tobilleras
metálicos, así como arcos, discos, hachas, espadas, lanzas y otras armas de
combate.
En el tramo final las jinetes aceleraron su galope.
Una de ellas tomó una gran ventaja sobre la otra y entre gritos de embullo
llegó a la meta rompiendo la cinta que marcaba su triunfo.
Entonces, la vencedora se bajó del caballo y se
quitó el casco dejando libre una abundante y ondeada cabellera como el fuego,
que comenzó a moverse al ritmo del viento. Su rostro era bellísimo, cual si
fuera esculpido por los dioses olímpicos y sus ojos celestes opacaban al mismo
cielo. A través de su armadura se podían adivinar una figura divina.
Su rival, una hermosa joven negra, también
descabalgó y se quitó el casco. Hizo un movimiento de asentimiento hacia la
otra, que le respondió con un gesto igual.
−
¡Voluptas,
Voluptas! − gritaban a coro las guerreras, mientras le daban la mano a la
vencedora y golpeaban sus armas metálicas provocando un ruido uniforme.
De pronto, se hizo el silencio. Todas las guerreras
miraron en dirección a una jinete de blanco que se acercaba al grupo. Era una
mujer de esas que su sensualidad era capaz de provocar guerras y hacer caer
imperios. Podría tener 20 o 50 años, pero poseía ese tipo de belleza que es
eterno. Sobre sus cabellos dorados portaba una corona de plata y diamantes.
−
¡Felicidades,
hija! − dijo la amazona− Como siempre vencedora.
−
Gracias,
madre− respondió Voluptas mientras se inclinaba ante su madre a modo de saludo.
−
Hija,
amazonas. Un gran peligro acecha nuestras costas. Debemos prepararnos para
enfrentarlo. − respondió la reina de las amazonas mirando a la distancia, donde
se evidenciaba una sensacional vista del océano.
−
¿Qué
peligro, madre? ¿Piratas, un kraken, sirenas? − preguntó la muchacha intrigada.
−
Algo mucho
peor− contestó una voz a sus espaldas.
Al volverse Voluptas se encontró ante una mujer
joven y bonita, de bronceada piel, cabellos como las alas de un cuervo y
sensuales labios rojos como la sangre. Vestía una sencilla y corta túnica
blanca, unas sandalias de piel de gacela y portaba como único accesorio un
caracol dorado a modo de collar.
−
Ella es una
nueva recluta que buscó refugio en nuestras costas de un gran peligro que la
acechaba, su nombre es Escila− dijo la reina.
−
Encantada,
Escila. Mi nombre es Voluptas, princesa de Themiscyra− dijo Voluptas
extendiéndole la mano.
−
Un placer,
princesa Voluptas. También he escuchado que es la guerrera más poderosa entre
las amazonas. − respondió Escila.
−
¿Entonces,
sabes que peligro nos acecha? - preguntó Voluptas
−
Una
poderosa y vengativa deidad marítima; su magia me separó de todos los que
amaba, huyendo de ella busqué asilo en vuestras costas. − respondió Escila con
la mirada perdida en el océano.
Ciudad de Antedón
Tiempo antes
La vida para Escila era ver pasar eternos días
semejantes, uno detrás del otro, tratar de atrapar la belleza de los semejantes
amaneceres, ayudar a su padre en sus labores pesqueras, repeler los asedios de
los toscos pescadores que sucumbían ante su belleza. Pero la muchacha soñaba,
quería mucho más que lo que la rústica vida de la isla que el destino parecía
avizorarle.
Sin embargo, en los últimos días había ocurrido
algo que había despertado su curiosidad y mermado su usual hastío. Tenía un enamorado
secreto, alguien que admiraba su belleza y tenía tan buen gusto como para
realizar hermosos ramilletes de penachos de mar y flores marinas; también debía
ser alguien muy valiente, con habilidades de nadador, pues debía emerger a las
profundidades marinas para obtener el tributo marino que le ofrendaba.
El primer día apareció el ramillete como por arte
de magia delante de ella, los siguientes al llegar a su roca preferida lo
encontraba. Por muy temprano que se levantara no lograba sorprender a su huidizo
admirador. Llego a pensar que había magia involucrada, esa a la que su padre le
había enseñado a temer toda su vida, desde su más temprana infancia, pues le
había arrebatado a su madre. Al pensar en su progenitora, a quien nunca había
conocido, se llevó las manos a su caracol dorado, unos de los pocos recuerdos
que le había dejado.
Algunos días después su padre enfermó y se vio
obligado a guardar cama, Escila, que desde pequeña estaba entrenada en las
labores de pesca, tuvo que suplirlo debido a la gran cantidad de compromisos
que tenía.
Ese día, antes de que asomaran las primeras luces
del alba, en vez de ir a su acostumbrada peña, fue a revisar, armada con su
lanza, las redes que tendían en una ensenada cada noche, para capturar a los
desprevenidos peces nocturnos. Se vio obligada a tomar una antorcha, pues el
cielo estaba nublado impidiendo a los astros nocturnos alumbrar con sus luces
de plata el accidentado camino.
Al llegar a orilla, junto a la ensenada, se percató
que había un gran chapoteo en el agua, por lo que dedujo que habían capturado
un pez enorme. Se acercó al lugar preparando su lanza para tirarla en cualquier
momento, aproximó la antorcha para poder observar mejor; pues las brumas
nocturnas aun le dificultaban la visión.
Al acercarse lo que vio la hizo retroceder
asustada, de tal modo que se le cayó la antorcha, en ese momento se despejaron
las nubes y la estrella del alba le permitió observar con claridad al extraño
ser que tenía ante sí. Este también la vio, deteniendo su contoneo comenzó a
observarla con sus humanos ojos; porque sí, el ser que la red había atrapado
tenía apariencia humana, al menos en parte.
Tenía de la cintura para arriba la apariencia de un
atlético joven, de ojos verdes y rubios cabellos; pero de la cintura para abajo
tenía una verdosa cola de pez.
−
¿Quién
eres? − preguntó Escila esgrimiendo la lanza, tratando de ocultar el temor en
su voz− ¿Qué eres?
−
¡No por
favor! − dijo el extraño ser poniendo sus manos frente a él en modo de defensa−
No quiero hacerte daño.
−
¿Eres una
sirena? ¿Esos seres malvados que con su canto atraen a los navegantes hacia las
rocas?
−
Bueno, los
hombres de nuestra raza nos llamamos tritones y no todos somos malos; aunque te
confirmo que somos una raza maldita. Mi nombre es Glauco.
−
El mío,
Escila. − respondió la joven, mientras sacaba un cuchillo de entre sus ropas.
Glauco la miró a los ojos, pero ya no intentó
defenderse.
−
¡Por favor!
Debes creerme que nunca te hubiera hecho daño.
−
Ni hubieras
podido tampoco. No te asustes, solo voy a liberarte.
Diciendo esto se acercó a las redes y teniendo cuidado
de no enredarse ella también las cortó, el tritón inmediatamente su sumergió en
las profundidades del mar.
Escila viéndolo desaparecer, pensó que había
imaginado todo lo acababa de ocurrir. Pero el tritón salió al rato con un
enorme caracol en sus manos.
−
Muchas
gracias por salvarme. – dijo Glauco− Te doy este regalo a modo de
agradecimiento, te prometo no volver a molestarte. Pero si quisieras volver a
verme solo tienes que llevar este caracol a tus labios y tocarlo como una trompeta,
yo donde quiera que esté lo escucharé y volveré junto a ti. También
llevándotelo al oído podrás escucharme.
Cuando el ser marino se volvió a sumergir, Escila
se percató de algo que había quedado enredado entre las maltrechas redes: un
ramo de flores marinas de diversos colores.
Isla de Themiscyra
Tiempo después
De mármol blanco era el salón del trono del reino
de las amazonas. Altas columnas se elevaban majestuosamente hasta un elevado
entablamento que mostraba épicas batallas, este sostenía un techo a dos aguas.
Entre las columnas se encontraban estatuas de
poderosas guerreras, vestidas con diversas armaduras y armadas con diferentes
armas. Al final del salón se encontraba la reina en su trono de mármol,
escoltada por dos jóvenes guerreras con yelmos en forma de cabeza de león.
Escila entró en la habitación siguiendo a la
princesa Voluptas, observaba extasiada las diversas estatuas. Se detuvo ante
una de marfil con detalles de oro, que mostraba una poderosa y hermosa guerrera
armada de espada y escudo, en esta resaltaba un hermoso cinturón con detalles
dorados.
−
Es la
otrora reina Hipólita− dijo Voluptas al ver la estatua que había captado la
atención de Escila.
−
¿Ese
cinturón existe actualmente? He oído historias que perteneció a Ares, el dios
de la guerra. − respondió Escila
−
¿El
cinturón de Hipólita? − dijo Voluptas cuyo rostro se ensombreció mientras
miraba a su madre. − Se encuentra en posesión de un poderoso héroe de
ascendencia divina, que lo necesitaba para alcanzar la divinidad y reunirse con
su padre en el Olimpo.
En ese momento llegaron ante la reina y Escila se
inclinó humildemente.
−
Entonces,
Escila. ¿Conoces ese misterioso ser que acecha nuestras costas?
−
Tuve un
encuentro con esa deidad en el pasado, los recuerdos son demasiado dolorosos−
respondió Escila entristecida mientras una lágrima corría por su rostro− Lo que
me ocurrió no hubiera pasado si no fuera hermosa, mi belleza ha sido mi
maldición; por su culpa perdí a mi verdadero amor.
En ese momento la reina descendió del trono y se
acercó a Escila.
−
Querida−
respondió la reina− Tú no eres la única que ha sufrido por su belleza. Te lo
dice alguien que en algún momento fue la mujer más bella del mundo, y por
cuya causa se provocó la mayor guerra de todos los tiempos, que causó la caída
de un imperio. Te lo dice la mujer que una vez fue tristemente conocida como
Helena de Troya.
En ese momento se escuchó un trueno lejano que las
hizo central su atención en el lejano panorama marino que se manifestaba a
través del ventanal. Ante los ojos de las mujeres se manifestó un horizonte
rojizo que parecía estar coloreado con las primeras luces del amanecer; pero
mirándolo con atención se observaba que era un siniestro naufragio, un barco
incendiado con enaltecidas llamas.
−
¡Es un
naufragio! − gritó Voluptas− ¡Debemos ayudarlos!
−
¡Voluptas,
espera! − gritó la reina, pero ya su hija había salido de la habitación. Escila
también había desaparecido.
…
Ciudad de Antedón
Tiempo antes
Pasaron varios días y todo volvió a la normalidad
para Escila. En su roca no volvió a aparecer ningún ramo de flores marinas. Las
jornadas volvieron a tornarse monótonas para la muchacha.
Sin embargo, algo había cambiado para Escila. Algo
enturbiaba su existencia. No podía ayudar a su padre en sus tareas de pesca y
limpieza como antes; pues cada vez que tomaba un pez en sus manos pensaba en la
criatura marina que había atrapado con sus redes.
Eso no era todo, estar junto al mar le resultaba
insoportable. El susurro de las olas al golpear la costa le recordaba la suave
voz de Glauco y si dirigía la mirada a las profundidades azules del océano, de
pronto, se sentía como si se sumergiera en los profundos ojos del tritón.
Iba todos los días a su roca, esperando encontrar
sobre ella un ramo de flores marinas.
Un día sin poder resistir la curiosidad buscó la
caracola que le había dado Glauco y se la llevó al oído, aunque de momento no
creía que realmente pudiera oír su voz, pues no juzgaba posible que un objeto
permitiera que dos personas distantes se comunicaran; pero pudo percatarse
pronto de su error.
Al llevarse la caracola al oído pudo escuchar
múltiples sonidos asociados al mar: el susurro de las olas, el canto de una
gaviota, el gemido de una ballena. Pero un sonido resaltó sobre los demás, era
el canto de una grave voz que entonaba una dulce melodía. Al oírla se sintió
encantada, se sintió transportada de pronto a los momentos más felices de su
vida, como cuando su padre la llevó por primera vez a navegar y comprendió que
el mar formaría parte de su existencia en una forma hasta entonces desconocida.
Comprendió entonces que significaba el canto de una sirena, que hacía a los
marineros olvidar todo encantándolos con su magia. Asustada por el encanto
apartó el caracol de sus oídos.
Pero la curiosidad de la joven por la criatura
marina continuó creciendo y un anochecer se dirigió con la caracola a su peña
preferida.
Cuando la luna comenzaba a bañar de plata todo el
paisaje la joven se llevó la caracola a los labios y sopló como si tocará una
trompeta.
Entonces, sintió ante ella una especie de chapoteo
y en medio de un montón de espuma vio que surgía una forma humana, cual si
fuera un retoño que naciera de la tierra. Primero unos cabellos dorados
ondulantes como las olas marinas, después un rostro que goteaba, seguido un
torso aparentemente humano.
−
¿Glauco? −
preguntó Escila para cerciorarse que era este el ser que había salvado de las
redes, aunque la plateada luz lunar le permitía identificarlo perfectamente.
Sentía una extraña sensación en su interior, su corazón parecía querer
escaparse de su pecho.
−
Hola,
Escila. − dijo Glauco sonriendo. – Pensé que te asustaban las aterradoras historias
que se contaban sobre mi especie.
−
¿No son
ciertas esas historias?
−
Por
desgracia− respondió Glauco bajando los ojos− En gran parte son ciertas. Varios
miembros de mi especie son seres terribles, que utilizan nuestra mágica voz y
belleza para hacer naufragar a los marinos contra las costas. No serías la
primera que juzgues a toda una raza por las acciones de unos pocos; después de
todo esa fue la razón por la que toda nuestra raza fue maldita.
−
¿Entonces
su raza está maldita? – preguntó Escila cada vez más aquejada por la maldición
de Pandora, que afecta a todo el género femenino.
−
Hace mucho
tiempo, a pesar de ser seres marinos teníamos piernas como las tuyas y podíamos
interactuar con los humanos. – comenzó a narrar Glauco− Un día, se les dio un
grupo de mujeres de nuestra especie la tarea de cuidar la hija de una poderosa
diosa, la joven fue secuestrada y como castigo fuimos transformados en una raza
maldita, nunca podríamos tocar a ningún miembro del género humano.
−
Supongo que
te estás arriesgando al estar junto a mí.
−
Así es. –
respondió Glauco− Hace algún tiempo, un día, en el momento que el radiante
Helios arrancaba su resplandeciente carruaje, mientras paseaba por esta costa,
una visión me hizo detenerme, sobre una peña vi al ser más hermoso que hubiera
visto jamás; pensé que era la misma diosa Afrodita encarnada, pues como ella
parecía surgir de la espuma y su piel parecía resplandecer ante los primeros
rayos del sol. Sabía que debía realizar alguna ofrenda a ese hermoso ser, por
lo que regresé a las profundidades marinas y escogiendo las flores más bellas
le hice un ramo y en un momento de distracción lo coloqué delante de ella;
desde ese día, durante varias jornadas le hice una ofrenda similar; hasta que
me vi atrapado en sus redes, esta vez literalmente.
−
¿Eras tú mi
admirador secreto entonces? – preguntó Escila mientras su rostro se ruborizaba.
−
No podía
hacer otra cosa que rendir tributo ante semejante belleza, aunque nuestro amor
sea imposible, aunque el más ligero contacto con tu piel me destruiría probablemente.
− respondió Glauco.
Escila sintió algo que no había sentido antes
mientras conversaba con el tritón. Sentía que una extraña sensación en su
estómago, mientras su corazón parecía querer salirse de su pecho. Concebía que
ese extraño ser era parte de su vida, la parte incompleta que siempre había
estado esperando.
La joven escuchaba extasiada al tritón contarle
historias sobre las profundidades marinas y sobre increíbles mundos lejanos.
Pronto se convirtió en una costumbre diaria que en las primeras horas del
anochecer la doncella se encontrara con el tritón.
Relato
de un marinero
Tiempo
después
El
mar siempre fue parte mi vida; el inmensurable océano azul desde el inicio me
atrajo como la luna a las mareas, como ciertos remolinos a embarcaciones
perdidas a las profundidades marinas.
Nací
en la que debería ser la noche más oscura de un gélido invierno; pero la
oscuridad fue ultrajada por las llamas de una ciudad ardiente, un reino que
fuera el más próspero y hermoso de su tiempo sucumbía después de largos años de
guerra, su perdición había sido confiar demasiado en que los dioses los
protegerían y evitarían su terrible destino.
Mi
madre, heredera de una casta de reyes, ahora estaba sumida en el más cruel de
los destinos que puede soportar un humano: la esclavitud.
Pero
esa noche mi madre escapó. Aprovechando una distracción de los vencedores huyó
hacia la costa. Un antiguo vasallo y su esposa la reconocieron y la guiaron
hasta una barca.
Entonces,
quizás impulsado por la adrenalina de la huida o simplemente que como en otros
instantes de mi vida había escogido el perfecto momento equivocado, se
presentaron los dolores del parto. Allí en la barca donde pretendía escapar a
la mar mi madre nací yo, en medio de las cenizas que venían de la ciudad
muriente, de los hedores a carne quemada, a humo, a sangre y a muerte.
Cuentan
que en ese mismo instante se libraba una guerra en otro reino, un mágico mundo
que se encuentra entre la fantasía y la realidad, también producto de las
ambiciones de alguien, en este caso un poderoso mágico ser. Fruto de la batalla
lejana cayó una estrella fugaz; mi madre, que en ese momento gritaba por el
sufrimiento que le trajo mi llegada, la vio e hizo lo que se hacía en el mundo
humano en estos casos: pedir un deseo. Y como ocurre con todos los deseos desde
ese momento me vi ligado al ser mágico que lo originó, desde ese minuto mi
destino se vinculó al de esa estrella.
Mi
madre escapó de su reino en llamas y se refugió en otro poderoso país, pero,
quizás por la añoranza de sus tiempos de grandeza, mi amor no fue suficiente
para que sobreviviera en este nuevo mundo y cuando yo apenas tenía once años me
abandonó.
Entonces
comprendí que ya nada me ataba a la tierra firme. El mar, que había presidido
mi nacimiento, me llamaba.
Un
día corrí hacia la costa y con mi peculiar elocuencia infantil convencí al
capitán de un navío que me embarcara como grumete. En ese momento me convertí
en un marinero más de “La estrella del
alba”.
En
el momento en que el barco iba a partir llegó un emisario de la reina con una
pequeña niña de mi edad. Oculto detrás de un barril observé cómo le entregaba
dinero al capitán y le pedía que aceptara a la muchacha en su tripulación.
Desde
que mis ojos cayeron sobre la muchacha me sentí cautivado, cual si fuera un pez
que se viera enredado en una red y no pudiera escapar. La pequeña era el ser
más hermoso que hubiera visto jamás con sus cabellos casi plateados y sus ojos
celestes, que, al mirarlos, te parecía estar observando las profundidades del
océano.
A
pesar de su belleza mi nueva compañera no era feliz. Se notaba que había
sufrido una gran pérdida en su vida que la oscurecía, que un dolor profundo
embargaba su joven corazón. Quizás esa era una de las muchas cosas que teníamos
en común: el ser tocado por la tragedia a una edad muy temprana.
Al
ser los únicos adolescentes de la tripulación pronto nos hicimos amigos, más
bien hermanos, con esa hermandad que surgen entre huérfanos cuando se crían
juntos. Ella cocinaba para toda la tripulación y yo me encargaba de tareas de
limpieza mientras aprendía el oficio del marino. Los marineros nos tenían
afecto y nos mimaban como si fuéramos sus hijos.
No
hablaré de los siguientes años de mi vida, que fueron los más felices. Hablaré
del nefasto día en que la tragedia, siempre presente en mi vida, vino hacia mí
para quitarme una vez más lo que más amaba.
Con
dieciséis años ya yo era un esbelto y fornido muchacho, mientras mi compañera
había crecido en gracia y belleza; con su sola presencia nos hacía felices a
todos en la tripulación, resplandeciendo cual si fuera una estrella. Al igual
que me había ocurrido antes con mi madre no había podido hacer desaparecer la
tristeza que embargaba su corazón, ni siquiera conocer la causa.
Entonces
llegó esa nefasta noche, en la cual los dioses decidieron sellar con dolor mi
destino una vez más. La tormenta llegó de manera sorprendente, como llegan
todas las cosas importantes de nuestras vidas. Infructuosos fueron nuestros
esfuerzos de evitar el naufragio y el barco pereció ante la furia del mar.
Desperté
inconsciente sobre una tabla del difunto navío en medio del inmenso océano. Fui
tan dichoso que un barco pesquero me divisó y me rescató.
Desde
ese día viví, pero nada podía apartar de mi corazón el dolor de ser el único
sobreviviente de “La estrella del alba”;
no podía olvidar a esa que fue la causa de mis mejores momentos de dicha, de
quien fuera mi hermana, mi primer amor.
Pasaron
algunos años, otros barcos, algunos intentos de relación con otras mujeres;
pero nunca volví a encontrar la segunda oportunidad que esperaba para eso que
llaman amor.
Terminé
como un marinero más de “The goddess”, un barco comercial
que cruzaba múltiples reinos comerciando mercancías.
Había
llegado el momento de otra tragedia en mi vida. Era una noche apacible cuando
el cielo de pronto se nubló y el mar se inquietó ante la ira de algún poderoso
dios.
Las
nubes rápidamente opacaron los astros nocturnos, mientras la previa suave brisa
se transformaba en un borrascoso viento. El barco comenzó a balancearse en el
mar embravecido, enormes olas se elevaban amenazadoras sobre el navío; pero el
barco seguía flotando ágilmente, hundiéndose en los abismos y levantándose
hacia el cielo alternativamente, juguete de las aguas enfurecidas. El barco
crujía y crepitaba, las gruesas tablas se torcían a los embates del mar.
Pensamos
encontrar refugio en una isla que avizoramos a cierta distancia, pero los
designios de la naturaleza no deseaban nuestra salvación y un trueno nos
alcanzó incendiando instantáneamente el navío.
En
ese instante algo me golpeó en la cabeza y perdí momentáneamente la conciencia,
entre los gritos de mis compañeros de infortunio y el potente olor a carne
quemada.
Desperté
con los gritos de mi capitán, que fenecía bajo un enorme tablón. Me acerqué a
él esquivando las llamas crepitantes y los cuerpos inertes y algunos
despedazados de mis compañeros. Al parecer éramos los únicos que quedábamos con
vida.
−
¡Capitán!
¡No se esfuerce, yo trataré de ayudarlo! – le grité mientras trataba de mover
la tabla que aprisionaba su pierna, entonces observé que el anciano capitán se
encontraba en medio de un charco de sangre.
−
No te
esfuerces hijo. Mi hora ha llegado.
−
¡Por favor,
capitán!
−
Trata de
huir antes que ella te encuentre, quizás aún puedas salvarte. Estamos cerca de
una isla que dicen que está habitada por unas fieras guerreras que odian
nuestro género, pero quizás logres que te acojan. Es mejor conservar algo de
esperanza que una muerte segura.
Perfecto,
el capitán se había golpeado con algo y había perdido la cordura.
−
¿A qué se
refiere, capitán, cuando dice que ella me encuentre?
−
Hijo, la
tormenta no fue casual. Cuando zarpamos olvidamos la ofrenda destinada a una
poderosa diosa marítima.
−
¿Qué diosa?
En
ese momento el capitán dio su último suspiro. Hubo una especie de explosión, un
estallido de tablas rotas y de pronto me vi volando sobre la borda, cayendo al
mar.
A
pesar que me encontraba herido mi instinto de supervivencia se impuso y,
siguiendo la iluminación de lo que quedaba de lo que fue mi hogar, intenté
alcanzar la superficie. Fue entonces que sentí que algo aprisionaba mi tobillo
y me halaba hacia abajo, algo que por su textura me pareció un tentáculo de un
pulpo.
Entonces
fue cuando sentí que yo también perdía la cordura, en medio de confusas luces
vi lo que me pareció la silueta de una hermosa joven de cabellos como el fuego,
que nadaba hacia mí portando una lanza en su mano derecha. Ahí fue cuando perdí
la conciencia.
…
Ciudad de Antedón
Tiempo antes
Una noche, como cualquier otra, la pareja de seres
dispares (la humana y el tritón) se reunieron a conversar como si el resto del
mundo no importara, como si no existiera una maldición divina que los separara.
−
Glauco−
dijo Escila− hay algo que me gustaría confesarte.
−
Soy todo
oídos, mi bella Escila. − respondió el tritón.
−
También te
amo, una inquietud profunda surgió en mí desde que te vi atrapado en las redes.
Pensé, al inicio, que era curiosidad ante una criatura diferente; pero pronto
descubrí que era algo más, mucho más. Eres la parte de mí que siempre me ha
faltado, aunque seamos diferentes, aunque nuestra unión esta maldita y
prohibida ante los ojos de los hombres y de los dioses.
−
Escila, a
la vez me alegra y me duele oírte. Pues ahora no seré el único que sufriré ante
esta pasión prohibida, ante el deseo de tocarte, de sentir tu aterciopelada
piel entre mis manos y demostrarte mi amor. Debería haberme alejado la primera
vez que te vi, pero no pude hacerlo, pues me atrajiste como el imán al hierro,
y ahora, por culpa de mi debilidad ambos tendremos que sufrir.
−
Debe haber
alguna forma de romper la maldición que pesa sobre su raza. − dijo Escila.
−
Mi hermosa
perla. − respondió Glauco− Mi abuela me contó una vez que la única que podía
romper la maldición era la poderosa diosa que nos había encantado.
−
¿Qué diosa
es? Debemos rogarle que nos permita estar juntos.
−
Fue Hécate−
respondió Glauco sigilosamente− La diosa de la hechicería.
Entonces fue el rostro de Escila el que palideció,
mientras con una de sus manos apretaba el caracol que colgaba de su cuello.
−
¿Qué te
ocurre mi bella perla?
−
Hay algo
que no te he contado, Glauco. Mi madre era una hechicera, seguidora de Hécate.
Pero su propia magia le costó la vida cuando yo era apenas una bebé de meses,
por lo que mi padre tuvo que criarme solo.
−
Mi bella,
lo siento mucho.
−
Una de las
pocas cosas que me dejó al morir fue este caracol dorado que llevo en el
cuello; pero hace un tiempo en un fondo secreto de un baúl encontré unos pergaminos
que parecían hechizos, uno de ellos parecía un conjunto para invocar a Hécate.
−
Mi amor,
sería demasiado peligroso. − dijo Glauco.
−
Cualquier
cosa haría con tal que estemos juntos. − respondió Escila.
Continuación
del relato de un marinero
Tiempo
después
La
luz del sol trataba de filtrarse por mis párpados cerrados. Sentía como si mi
cabeza fuera a estallar, cual si hubiera sido golpeada con un hacha. Mis
sentidos parecían agudizarse, de modo que el suave resplandor primaveral
parecía fuego que acechaba mis parpadeantes ojos, que se resistían a abrir ante
la iluminación amplificada en todos los colores del arcoíris. No muy lejos
sentía el rítmico susurro de un riachuelo, que se me antojó como un dulce canto
de mujer. Mi olfato también se sentía cautivado y aspiraba el suave aroma de
múltiples flores mezclado.
−
Está
despertando. − escuché decir a una suave voz femenina.
Entonces
decidí dignarme de valor y abrir los ojos, enfrentarlo a la incendiaria luz
solar que los acechaba; así como al irresistible dolor de cabeza que parecía
querer salírseme del cráneo.
Al
despertar me sentí transportado a uno de esos lugares mágicos que tanto adoraba
de los cuentos infantiles que me contaba mi madre. Me encontraba en una especie
de caverna de cristal o de diamante, cuyas transparentes paredes parecían
atraer la luz solar metamorfoseándola en danzantes luces de todos los colores.
A mí derecha había un riachuelo que parecía surgir de las entrañas de la tierra
y que reflejaba los colores del cristal.
Ante
mi magullado cuerpo, que descansaba sobre un improvisado colchón de heno, se
encontraban dos deslumbrantes beldades, una morena y la otra pelirroja; las
cuales no podían ocultar su belleza ni siquiera con sus vestiduras de
guerreras. Me pareció conocida la de cabellos rojos de la caótica noche en que
mi barco sucumbió. ¿Dónde me encontraría? ¿Quiénes eran estas hermosas mujeres?
¿Sería esta mi versión de los campos elíseos?
−
¿Dónde
estoy? ¿Estoy muerto? − fueron las palabras que pude articular, el esfuerzo de
hablar agudizó mi terrible dolor craneal.
−
Aún no.
Estás en la isla de Themiscyra, soy la princesa Voluptas y ella es Escila. −
respondió la pelirroja.
−
¿Tú me
salvaste en el mar?
−
Fuiste el
único sobreviviente en el naufragio, una especie de calamar gigante te intentó
arrastrar a las profundidades del océano.
−
Entonces,
¿No fue un sueño? ¿Acaso mi capitán tenía razón con que habíamos sido atacados
por una diosa por olvidar hacerle una ofrenda al zarpar?
−
Sé a qué
diosa te refieres, de solo mencionar su nombre podría invocarla− respondió la otra joven− Yo he tenido la
desdicha de conocerla. Considérate afortunado de haber sobrevivido a su ira.
−
Afortunado
de haber sido salvado por tan valientes jóvenes. Muchas gracias. ¿Qué mágico
lugar es este?
−
Estás en la
cueva de cristal, un lugar que alberga una poderosa magia blanca; las aguas de
este arroyuelo tienen propiedades curativas, sin embargo, han resultado
inútiles en tu tobillo, cuya herida ha empeorado.
Al
oír sus palabras dirigí la vista hacia abajo y casi me desmayo al ver el color
negruzco de mi pie, al olfatear un olor a putrefacción llegó hacia mí.
−
¡Por todos
los dioses! ¿Qué me ha hecho esto?
−
El ser que
te ha capturado al parecer te ha envenenado con algún poderoso veneno, este ha
hecho inútiles incluso las aguas de este mágico arroyo. − respondió Escila.
−
¿No sé
puede hacer nada?
Entonces
pude observar como Escila miraba con cautela a Voluptas.
−
He
escuchado que bajo esta isla existen unas cuevas submarinas en la cual hay un
mágico arbusto cuyas níveas flores pueden curar cualquier veneno, pero estas
solo florecen a medianoche y están protegidas por un ser monstruoso− dijo
Escila.
−
¿En unas
cuevas submarinas? − preguntó Voluptas, por primera vez percibí un ligero
temblor en su hasta entonces firme voz.
−
¿Qué
ocurre, Voluptas? − preguntó Escila.
−
Nada, que
las mágicas cuevas parecen torturar mi existencia. Esta cueva en la que nos
encontramos alberga magia luminosa, pero la luz no puede existir sin la
oscuridad, así como el bien no puede hacerlo sin el mal. Hace un año un ser
oscuro la poseyó, atrapándome en mi intento de enfrentarlo. De no haber sido
por un héroe puro de corazón que me liberó y derrotó a la oscuridad me hubiera
quedado atrapada para siempre, su nombre era Hércules y, como agradecimiento,
le entregué el cinturón de Hipólita; pues lo necesitaba como parte de un
trabajo para alcanzar la divinidad y reunirse con su padre en el monte Olimpo.
Pero no te preocupes marinero, enfrentaremos al ser que haya que enfrentar y te
salvaremos. ¿Me ayudarás, Escila?
−
Por
supuesto. − respondió la otra tomándole la mano.
−
Por cierto,
marinero. ¿Cómo te llamas?
−
Mi nombre
es Aque…, Aqueloo. − le respondí− Muchas gracias por sus esfuerzos, mis
valientes amigas, pero no deberían arriesgar su vida por mí. Solo soy un pobre
marinero.
−
Aqueloo. −
respondió firmemente Voluptas− Soy la princesa y heredera del trono del reino
en que te encuentras; por tanto, tu vida es mi responsabilidad y trataré de
curarte, aunque tenga que enfrentarme al mismo dios de la guerra.
…
Ciudad de Antedón
Tiempo antes
Era la noche esperada, la luna llena se acercaba a
su cenit; el momento indicado para invocar a la diosa de la hechicería. Era una
noche en que la hermosa Selene tenía un aspecto particularmente raro, estaba
más grande y redonda de lo normal, tenía un aspecto un poco rojizo; era la
esperada luna de sangre.
Glauco y Escila se encontraban acostados sobre la
arena, esperando el momento de lanzar el conjuro; se encontraban separados a
medio metro de distancia. El joven tritón era golpeado por las olas, pero a
este no parecía importarle.
El tritón tenía en sus manos una pluma de gaviota,
con esta, comenzó a acariciar suavemente a la hermosa Escila. Comenzó por el
cuello, lo que provocó un ligero estremecimiento en la joven, continuó bajando
hasta rozar el centro de su pecho para después acariciar suavemente uno de
turgentes senos, que el viento había descubierto. Esta acción hizo erizarse a
la joven, el rojizo pezón se endureció ante la acción.
−
Glauco,
detente. Te estás arriesgando mucho− dicho Escila.
−
Quizás
debería arriesgarme y acariciar tu cuerpo como el mío desea, aunque esto
provoque que me transforme en algún animal horrible o en piedra, quizás nos
estemos arriesgando demasiado al convocar a la diosa de la hechicería−
respondió Glauco, mientras tomaba el pergamino que se encontraba al lado de
Escila.
−
¡Glauco!
Pero Glauco se incorporó bruscamente, algo en el
pergamino le había llamado la atención.
−
¡Escila! −
dijo Glauco− No podremos convocar a Hécate, tanto trabajo buscando ingredientes
marinos mientras tú buscabas los terrestres y no me dijiste que faltaba el
último. ¿Acaso no sabes que para hacer un conjuro necesitas todos los
ingredientes? Evidentemente no tenemos el último: una hechicera debe lanzar el
hechizo utilizando su propia sangre. Quizás aún esté a tiempo de hacer algún
trato con la poderosa encantadora Circe.
−
Glauco,
espera. − dijo Escila bajando la cabeza− Hay algo que no te he contado. Te
conté que la magia me había impedido conocer a mi madre, pero no te conté que
esta era también parte de mí. Desde pequeña descubrí que era diferente, podía
ver cosas que los demás no podían, por ejemplo, saber cuándo iba a comenzar una
tormenta, aunque el cielo estuviera despejado y de ese modo impedía que mi
padre saliera a la mar, podía saber el sexo de los bebés nonatos e incluso, de
ver un enfermo saber si su mal era curable o no. Aunque no he explotado mi don
como quisiera este siempre ha sido parte de mí, siempre he podido identificar
fácilmente las plantas e identificar sus propiedades curativas. Mi padre
ignoraba, o trataba de ignorar mis dones, y yo, por el dolor que sabía que le
traía nunca le hablaba del tema.
Glauco se alejó un poco.
−
Escila−
susurró suavemente− La magia fue la que maldijo a mi raza y nos impide estar
juntos. Sin embargo, aunque fueras la misma diosa que lanzó la maldición no
puedo dejar de amarte, sería más fácil pedirle a la luna que no iluminará el
cielo nocturno o al mar que no golpeé la orilla.
−
Creo que ha
llegado el momento− dijo Escila mientras se enjugaba una lágrima de su rostro.
Entonces tomó su antorcha y con esta encendió otras
tres que habían encajadas en la arena formando un triángulo. Una suave brisa
hizo temblar la llama de las antorchas, al mismo tiempo que movía la nívea y
casi transparente túnica de la muchacha y sus sueltos oscuros cabellos. Se
colocó en el medio del triángulo, donde colocó los ingredientes del hechizo y
después de hacerse un pequeño corte en la mano comenzó a recitar un conjuro:
Hécate, señora de noche, de los umbrales y las tres
formas,
Aquí, en el cruce del cielo, la tierra y el océano,
Yo te invoco,
Abro la puerta del ocaso del Sol
Para caminar tu oscuro sendero,
Reina de la magia,
¡Diosa de lo celestial, lo terrestre y lo marino!
Escucha mi oración y ven a mí.
Otorga tus bendiciones a mi alma
¡Que busca la sabiduría y el poder del Vacío!
Hágase tu voluntad, portadora de la antorcha
sagrada,
que abres la puerta entre los mundos y vigilas su
equilibrio.
¡Dama de los misterios olvidados!
¡A través de los caminos del antiguo arte!
Guardiana de las llaves secretas,
Ven a través del cruce de los mundos y dimensiones.
Y revélame los secretos olvidados de la magia.
Mientras la muchacha recitaba el conjuro la brisa
se hizo más fuerte haciendo crepitar las llamas de las antorchas, la luz lunar
pareció hacerse más intensa e iluminar con más fuerza el altar, aunque una
oscura niebla comenzó a cubrir todo el lugar.
Glauco se asustó, pues mientras avanzaba la
invocación Escila parecía cada vez menos ella misma, es decir, parecía estar
poseída por un ente externo.
Entonces, una lechuza, que parecía haber venido
volando desde la misma luna se posó ante Escila y cubierta de un remolino de
niebla se transformó en una austera y encapuchada figura humana.
−
¿Quién me
ha invocado? − preguntó una voz femenina mientras lanzaba hacia atrás la
capucha dejando ver un hermoso, aunque frío, rostro de mujer con una cabellera
como alas de cuervo y ojos que parecían albergar toda la sabiduría del mundo.
Dirigió una ligera mirada a Escila, la cual se tornó despectiva cuando cayó
sobre Glauco.
−
Señora, yo
la he invocado. Mi nombre es Escila y soy la humilde hija de un pescador.
Necesitó su ayuda con urgencia. − dijo Escila con voz temblorosa.
−
Ninguna
humilde hija de un pescador me hubiera podido invocar, solo una poderosa
hechicera podría lanzar ese conjuro. Escila, eres mucho más de los que pareces,
veo mucho de tu madre en ti.
−
¿Conoció
usted a mi madre? − preguntó Escila intrigada.
−
Pudiera
decirse que sí, su sangre corre por tus venas, así como todo el poder que una
vez tuvo. Veo que has tenido una buena pesca hoy, aunque a ciertos peces los
prefiero ver fritos y listos para comer− dijo mirando a Glauco.
−
¡Poderosa diosa!
− exclamó Escila implorante− Hace mucho tiempo usted lanzó una maldición sobre
toda una raza por una imperdonable falta. Vengo a implorarle que le rompa por
una vez. Conocí a un ser diferente y algo surgió en nuestros corazones, un amor
prohibido por su maldición. − Al terminar de hablar su voz estallaba en
sollozos.
Glauco se había acercado arrastrándose por la arena
y estaba junto a Escila. Hécate los miró a los dos y por primera vez sus ojos
mostraron algo de compasión.
−
Los hijos
siempre tienen que sufrir los pecados de los padres. Escila, lamentó decirte
que yo no puedo romper la maldición que lancé, una vez que se conjuran estas
adquieren vida propia y muchas veces son inmunes a su conjurador.
−
¿Entonces
no se puede hacer nada? − preguntó Escila suplicante.
−
No he dicho
eso. Dije que yo no podía romperla, pero quizás tú sí. No hay magia más
poderosa que el amor, siempre y cuando este sea verdadero. ¿Están seguros que
el de ustedes lo es?
−
¡Lo es! −
respondieron Escila y Glauco al unísono, mirándose fijamente a los ojos.
En las manos de Hécate se hizo una nube de humo, la
cual, al despejarse permitió observar un anillo de plata en el cual se
enlazaban una media luna y una espada.
Este es un poderoso y
antiguo anillo, surgido cuando nacieron las plantas, las bestias y los hombres,
cuando la muerte era un sueño. − diciendo esto lo dividió en dos partes,
quedando a un lado la medialuna
−
y al otro
la espada− Trae consigo la magia más poderosa, el amor. Aquellos que se amen
deben utilizar cada uno una parte durante una luna, cuando pase este tiempo
deben hacerse una promesa de amor eterno y se liberará una magia capaz de
romper cualquier maldición.
Diciendo esto le tendió la medialuna a Escila y la
espada a Glauco.
−
Una
advertencia antes que se los pongan, una vez que una pareja se coloque los
anillos no se los podrán quitar durante el tiempo previsto. Si durante ese lapso
alguno de los dos rompe la promesa de amor se liberará en cambio la más oscura
y terrible magia, capaz de hacer temblar incluso al Dios del Inframundo. Les
vuelvo a preguntar. ¿Están seguros que su amor es verdadero?
−
¡Lo
estamos! − exclamaron los jóvenes al mismo tiempo mientras se colocaban los
anillos en sus dedos, los cuales centellearon y por un instante un rayo
luminoso los unió.
−
¡Entonces,
hágase la magia! − pronunció Hécate que cierta tristeza en su voz.
Isla de Themiscyra
Tiempo después
La luna se encontraba prácticamente en su cenit
bañando de plata la hermosa playa de la isla de Themiscyra, a su alrededor un
océano de estrellas acompañaba su brillo; las olas iban y venían en rítmico
vaivén.
Las dos jóvenes se encontraban sentadas en la arena
observando el cielo nocturno. Voluptas vestía solamente una ligera túnica
oscura, sin embargo, tenía una lanza a su lado. En su hombro descubierto se
podía observar una marca de nacimiento que tenía la forma de dos corazones
atravesados por una flecha.
Escila portaba una vestimenta similar pero blanca, tenía
a su lado una extraña lanza cuyo cabo era una antorcha encendida.
−
Ya es el
momento− dijo Voluptas, poniéndose de pie.
−
Su alteza−
dijo Escila con voz firme, poniéndose de pie también− Debo pedirle algo. Sé que
es la guerrera más grande de esta tierra y posiblemente del mundo; que es una
verdadera líder, de esos que siempre van adelante en las batallas. Sin embargo,
yo soy la hija de un pescador y mejor nadadora, déjeme ir adelante.
−
Escila,
no…− comenzó a decir Voluptas.
−
Conozco el
mar como si fuera parte de él, así como todas las plantas marinas y terrestres.
Por esta vez déjeme ir adelante y cubra usted la retaguardia− dijo Escila
tomando firmemente la mano de la otra. - Siga la luz de mi antorcha.
−
¿Pero no se
apagará?
−
Es una
antorcha encantada, cuyo fuego proviene de la forja original de Prometeo. Sabe
que es la mejor decisión – dijo Escila antes de lanzarse al mar, antorcha en
mano. − Además tengo mis cuentas pendientes con cierta deidad marina.
La princesa Voluptas no esperó mucho tiempo para
lanzarse ella también, armada con su lanza. Veía a cierta distancia a Escila a
la delantera, hasta que la vio introducirse en un agujero entre unos corales,
comprendiendo que esa era la entrada de la cueva submarina.
A la saga de Escila se introdujo en la abertura. A
cierta distancia observaba la luz de la antorcha de su predecesora, la caverna
tenía un solo sentido, hacia arriba. Después de ascender un poco se encontró en
la superficie y se encontró frente a lo que parecía la entrada de una cueva
terrestre. Entonces, escuchó un grito de mujer, en ese momento la luz se apagó
y a su alrededor todo eran tinieblas.
…
Ciudad de Antedón
Tiempo antes
Escila se encontraba en su roca habitual frente a
la dorada playa, su mirada se encontraba perdida en el horizonte, allá donde el
sol parecía incendiarse en su diario descenso.
Entonces, sintió un chapoteo y vio surgir ante ella
el torso de Glauco que la miraba sonriente desde abajo.
−
¿Segura que
es el momento correcto? − preguntó el tritón.
−
Ha pasado
una luna, en cuanto se acabe de poner el sol haremos nuestra promesa de amor.
¿Seguro que aún lo deseas?
−
Ya no hay
marcha atrás.
Mientras hablaban el sol terminó de fenecer,
dejando tras sí un cielo con tonos púrpuras donde se podían observar las
primeras estrellas.
−
Ahora− dijo
Escila mirando fijamente a Glauco, mientras su corazón parecía querer salir del
pecho con la fuerza que golpeaba. − Glauco, prometo amarte toda la vida y aún
más allá.
−
Escila,
prometo quererte por toda la eternidad. − respondió a su vez Glauco.
En ese momento los anillos brillaron intensamente,
un remolino de luz comenzó a dar vueltas alrededor de Glauco, el cual comenzó a
salir del agua.
Escila bajó de su roca y se acercó a él. Mientras
el joven salía del agua pudo observar que caminaba como un hombre normal, con
piernas. Al tenerlo frente a ella pudo observar con atención su cuerpo desnudo,
sintió una tensión eléctrica en su interior, cual, si hubiera sido alcanzada
por un rayo, así como una sensación extraña en su estómago y un intenso
palpitar en su pecho.
Glauco miraba alternativamente a la muchacha y a
sus piernas, al parecer también intrigado. Extendió una mano hacia la joven y
le acarició el rostro.
−
¿Ahora qué?
− preguntó Glauco rompiendo el silencio.
En respuesta Escila se lanzó a sus brazos dándole
un intenso beso en los labios. El calor de sus cuerpos era tan fuerte que en
cualquier momento podría hervir el agua. Escila, a través de su ligera túnica,
percibía toda la anatomía del desnudo y mojado cuerpo del muchacho, y notó como
ciertas partes crecían y se endurecían ante su contacto; pero esto no hizo que
se apartara de él, todo lo contrario, comenzó a acariciar con sus manos la
ancha espalda, deteniéndose suavemente en el comienzo de las nalgas.
Entonces se separaron, Glauco miró a Escila con una
mirada curiosa para después dirigirla a su erecto y engrandecido sexo. La
muchacha sonrió, y como respuesta a una pregunta no hecha dejó caer su túnica
permitiéndole observar al antiguo tritón su escultural cuerpo a la luz de la
naciente luna llena.
Glauco la observaba extasiado, mientras su
respuesta física se hacía incontrolable. Su mirada fue bajando de los sensuales
labios hasta los redondos y turgentes senos, coronados por endurecidos pezones del
mismo rosado que su boca; continuó por el firme y a la vez suave vientre;
terminando en su pubis, cubierto de una ligera y enredada pelambre castaña.
Escila tomó la mano del joven y lo alejó del agua.
Tendió su túnica en el suelo y se acostó de espaldas sobre ella.
−
He esperado
este momento durante mucho tiempo. − dijo Glauco− El momento en el que al fin
podría besarte, tocarte y abrazarte; hacerte mía y ser parte de ti.
Escila simplemente le puso un dedo en los labios y
lo atrajo hacia sí. Entonces los desnudos cuerpos simplemente siguieron el
llamado de la naturaleza, la ley de la atracción, el mismo instinto que siguen
los animales salvajes para aparearse.
Glauco comenzó besando los sensuales y gruesos
labios de la muchacha, continuando por su cuello hasta uno de los endurecidos
pezones rosados; el cuerpo de la mujer se estremecía como un volcán en erupción
y su temperatura subía como la lava del cráter. Al llegar a la vagina de la
joven, el antiguo tritón comenzó a besar sus labios, para después introducir su
lengua por la rosada abertura, mientras no dejaba de acariciar los duros
pezones con sus manos; pudo percibir el temblor en el grácil vientre. Escila lo
tomó por el pelo empujando con más fuerza la rubia cabeza contra su sexo,
mientras gritaba de placer.
Entonces, Glauco comenzó ascender a besos por el
trepidante vientre hasta los suaves y redondos senos. Se incorporó y tomándola
suavemente por el talle acomodó su miembro en la húmeda caverna sexual de la
muchacha, la cual puso sus piernas alrededor de la cintura de él. La besó
ardientemente mientras la penetraba primero despacio, para después aumentar la
velocidad rítmicamente.
Escila gemía ante cada embestida, se sobrepuso al
dolor inicial el cual se transformó en un inmenso placer; movía su cadera al
ritmo de cada penetración. Sintió un líquido que bajaba por entre sus piernas,
el símbolo de la inocencia perdida, más bien entregada. Continuó el juego
sexual durante cierto tiempo hasta que sintió la simiente del ser marino
inundando su interior, llevándola hasta el punto de éxtasis.
Los jóvenes se encontraban desnudos y sudados
acostados sobre la arena, observaban el estrellado cielo nocturno coronado por
una enorme luna redonda, que bañaba de plata todo alrededor.
Escila se sentía extraña, después de haber esperado
este momento tanto tiempo sentía como si algo le faltase, por alguna razón
sentía que todo no había sucedido como hubiera esperado. Con estas meditaciones
volvió el rostro hacia Glauco, al cruzarse sus ojos vio algo diferente en
ellos, una extraña oscuridad.
−
¿Glauco? −
preguntó volviéndose bruscamente.
Glauco lanzó una carcajada que sonó como un trueno
lejano. Una niebla azul lo envolvió y al despejarse Escila pudo observar un
hombre completamente diferente. Era mucho más alto y musculoso, su piel era más
oscura, aunque desprendía un ligero resplandor; tenía una espesa pelambre,
barba y bigote como el ébano; ojos color del tiempo, con una extraña cicatriz
sobre su ceja izquierda; poseía el rostro adusto y terrible de un fiero guerrero.
Vestía una dorada armadura y portaba en su mano izquierda un enorme tridente de
oro.
−
¿Quién eres?
− preguntó Escila− ¿Dónde está Glauco?
−
Soy
Poseidón, el dios de los océanos. Has tenido el placer de yacer conmigo y no
con ese inexperto tritoncito. − diciendo esto Poseidón apuntó su tridente en
dirección a la playa, Escila miró en ese sentido y observó como en un remolino
de espuma aparecía Glauco amarrado de manos y amordazado.
−
¡Glauco! −
gritó Escila corriendo a su lado.
Poseidón lanzó una carcajada que hizo estremecer la
tierra. Entonces apareció un gran remolino de espuma del cual surgió el
carruaje del dios, una enorme concha marina tirada por hipocampos del tamaño de
caballos terrestres. El señor de los mares tomó las riendas y pronto se
sumergió el carro en las profundidades.
Entonces, Escila trató de desatar a Glauco; pero
nada más lo tocó una fuente de poder la lanzó varios metros de distancia. Ambos
anillos comenzaron a brillar con gran fuerza.
−
¡Glauco! –
gritó Escila volviendo a correr hacia su lado, fue todo lo que pudo decir pues
las palabras se ahogaban en su garganta.
El tritón se estremeció de dolor, en su blanca piel
se podía observar que se transparentaban oscuras venas. Hubiera gritado si no estuviera
amordazado.
Escila vio que sus piernas se iluminaban, sintió un
intenso dolor que la hizo caer y casi perder el sentido, cual si la estuvieran
apuñalando sus extremidades inferiores. Al tratar de levantarse no pudo, miró
hacia abajo y se percató que sus extremidades inferiores se habían transformado
en tentáculos de pulpo.
−
¡AAHHHHHHHHHH!
− gritó Escila− ¿Qué me ha ocurrido? ¡Dioses por favor, ayúdenme!
Un remolino de niebla apareció ante ellos y tras
esfumarse se manifestó Hécate.
−
¡Poderosa
diosa! ¿Por favor, ayúdenos? − gritó Escila.
La diosa con un movimiento de sus manos hizo
desaparecer las cuerdas que ataban a Glauco, el cual comenzó a gritar de dolor.
−
¿Qué ha
ocurrido? ¿Han violado la promesa de los anillos? − respondió Hécate− Mi magia
no puede hacer nada, estos fueron creados por la reina de los dioses, Hera,
protectora del matrimonio; cualquiera que rompiera una promesa de amor
realizada con estos sufriría un castigo terrible.
En ese momento Glauco dio su último grito de dolor,
ante los ojos de las mujeres se transformó en espuma de mar.
−
¡No! −
gritó Escila, de su voz apareció una especie de iluminación púrpura, la tierra
se estremeció de forma tal que hasta la propia diosa tuvo que aguantarse. Una
explosión lejana evidenció que el supuestamente muerto volcán había resucitado.
−
¡Tu magia!
Es increíble. − dijo la diosa sorprendida.
Escila la observaba muda de dolor. El ruido del
volcán ya era estremecedor, hasta ellas comenzaban a llegar cenizas y chispas
de lava. Por doquier se escuchaban gritos.
La diosa recitó unas palabras en una extraña
lengua, a cuya invocación el caracol que llevaba la muchacha en el cuello se
iluminó. Los tentáculos volvieron a transformarse en piernas.
−
Siempre que
lleves este caracol en el cuello podrás lucir como luces ahora, aunque lo
realmente importante no es como te vean los demás, si no como lo hagas tu misma.
−
¡Escila, Escila!
− se escuchó una voz de hombre no muy lejana. Las mujeres miraron en la
dirección del sonido y se encontraron con el padre de Escila que las miraba
sorprendido.
El hombre miró hostilmente a la diosa de la
hechicería.
−
Sabía que
tu mano estaba involucrada en esto, como cada vez que ocurren cosas terribles.
¡Aléjate de mi hija, maldita bruja!
−
¡Narciso! −respondió
la diosa− Porque una vez te quise no te vuelvo a transformar en una flor por
hablarme así, pero te aconsejo no vuelvas a hacerlo, pues mi paciencia se puede
terminar.
−
¡Aléjate de
mi hija! Recuerda lo que prometiste, detén el caos que has creado.
−
No he sido
yo. Escila fue la que me invocó, si hubiera estado cerca de ella hubiera tenido
una vida bien diferente.
Escila pareció volver a la vida entontes, miraba
alternativamente a Hécate y a su padre. Su curiosa mirada traía muchas
preguntas. El ruido del volcán se hacía terrible por instantes, así como los
gritos lejanos y la lluvia de cenizas, pero ninguno de ellos parecía notarlo de
tan inmersos que estaban en su tragedia personal.
−
¿Eres mi
madre? Siempre se me dijo que había muerto.
−
¡Hija! Solo
quise alejarte de su oscura magia, que tuvieras una vida normal.
−
Escila no
es, nunca fue y jamás será normal. Cumplí mi promesa de no buscarla hasta que
ella misma solicitó mi ayuda. Como dice un viejo dicho, la cabra siempre tira
al monte.
−
¿Soy la
hija de la diosa de la magia? ¿Puedes ayudarme a destruir al dios Poseidón?
Deseo vengarme por su engaño, que pague por quitarme a mi amor y transformarme
en un monstruo.
−
¡Hija! −
dijo Narciso− Poseidón es un poderoso dios, nunca podrías herirlo.
−
Un dios−
repitió Escila− Eso es, Hécate, deseo ser una diosa con el poder suficiente
para quitarle a Poseidón todo su poder, su tridente y su reino de los mares.
¿Sería posible?
−
Hija− dijo
Hécate sonriendo− Eres mi hija, mi divina sangre corre por tus venas. Existen
varias vías de alcanzar la divinidad, te prometo a guiar tu camino hasta que
seas una diosa tan poderosa que hagas temblar incluso a los olímpicos.
En ese momento el volcán volvió a explosionar,
Hécate con un movimiento de sus manos hizo invocó tres remolinos de niebla en
los que desaparecieron Escila, su padre y ella misma. Esa noche la isla y todos
sus habitantes perecieron ante la furia volcánica.
Isla de Themiscyra
Tiempo después
Al escuchar el grito Voluptas comprendió que Escila
se encontraba en peligro y sin pensarlo se adentró en la oscura caverna.
Entonces, algo la tomó desprevenida. Mientras
sentía que le era arrancada la lanza, algo viscoso la rodeaba alrededor de la
cintura elevándola par de metros sobre el aire. En ese momento se hizo la luz.
Se encontró ante el ser más extraño que hubiera
visto en su vida. De la cintura para arriba era una hermosísima mujer de finas
curvas; de nívea piel; cabellos oscuros, adornados con estrellas de mar;
místicos ojos café y sensuales senos, que se marcaban a través de un escote
oscuro. Sin embargo, por debajo de su talle se podían observar unos enormes,
oscuros, horribles y viscosos tentáculos de pulpo. Portaba un cetro en su mano
izquierda, a su lado estaba encajada la lanza-antorcha de Escila.
−
¡Suéltame,
maldito monstruo, y verás cómo te hago filetes de calamar con mis propias
manos! − gritó Voluptas mientras se retorcía en el tentáculo.
−
Querida. ¿Qué
modales son esos? − preguntó la mujer con una susurrante voz, que parecía el
susurro de las olas.
−
¿Quién
eres? ¿Qué hiciste con Escila? − preguntó Voluptas sin dejar de retorcerse.
Entonces mirándola con atención notó algo extraño, sus profundos ojos le
parecían terriblemente conocidos. ¿Dónde los había visto antes? No podía ser,
parecía mayor, pero…− ¿Escila?
−
Querida,
eres impresionante− respondió la mujer− Pues sí, ese fue mi nombre hace mucho
tiempo. Escila era una joven muy hermosa, muy inocente y muy ingenua; ya no soy
nada de eso. Cuando me transformé en diosa por un problema de traducción o una
malformación del lenguaje comenzaron a llamarme con otro nombre: Úrsula. Ese es
mi nombre ahora. Dime algo, ¿No soy ahora realmente divina?
−
¡Maldito
monstruo! Me engañaste, confié en ti− gritó Voluptas− ¿Qué quieres de mí?
−
Te quiero a
ti− respondió la diosa Úrsula. − Sin embargo, quiero contarte algo. La historia
de una pequeña diosa que se crió en el mundo humano como una simple mortal.
Mientras decía esto, Úrsula, tocó el hombro derecho
de la muchacha; donde se podía observar la marca de nacimiento en forma de dos
corazones atravesados con una flecha.
Isla de Themiscyra
17 años antes
La mujer atravesaba despacio el florecido jardín. A
cada paso apreciaba las flores primaverales que tenía ante sí, mientras
olfateaba los múltiples aromas que se enlazaban a su alrededor.
A la distancia de una milla se podía observar el
inmenso mar, que se perdía en la distancia. La mujer, nostálgica, miraba el
horizonte, mientras una lágrima corría por sus mejillas. Pensaba en los tiempos
pasados, en una ciudad en llamas, en el único hombre que había amado, quien
había muerto hacía tiempo.
Llevaba una década en su actual hogar y había
alcanzado la felicidad, sin necesidad de tener un hombre a su lado. Se había
ganado al pueblo que la había acogido, como evidenciaba la corona de plata que
llevaba sobre sus doradas y ondeadas guedejas.
Sintiendo que desfallecía en medio de pensamientos
nostálgicos se dejó caer en el borde de una fuente; la cual tenía en su centro
una estatua de un hermoso cuerpo de mujer desnudo sin brazos.
−
Hola,
Helena− sintió una voz a sus espaldas que la hizo saltar del susto cayendo al
suelo.
Era una bella rubia de piel resplandeciente y ojos
celestiales, la cual se le parecía un poco, le extendió la diestra. La mujer
llevaba un cesto en la otra mano.
−
¿Diosa
Afrodita? − preguntó Helena.
−
Querida
Helena, sabes que no nos tenemos que tratar con tantas formalidades. Veo que te
ha asentado el aire de esta isla, en diez años no has envejecido ni un día.
−
Debe ser mi
sangre divina manifestándose.
−
Cierto,
hermana. También veo que has progresado. Ahora eres la reina de las amazonas.
−
Nunca le
agradecí lo suficiente por todo lo que hizo por mí, Afrodita.
−
Pues
querida Helena, ahora soy yo la que necesito algo− dijo Afrodita, mientras alzaba el cesto.
Entonces se escuchó un llanto de bebé.
Helena se acercó al cesto y pudo observar una
encantadora niña de ojos celestiales y piel resplandeciente, evidenciando su
ascendencia divina.
−
Esta es mi
nieta− dijo la diosa de la belleza con
voz entristecida− Un gran mal la acecha
y tengo que separarme de ella. Necesito alguien de gran confianza que la cuide.
¿Helena, cuidarías a mi nieta como si fuera tu hija?
−
Por
supuesto− respondió Helena− Siempre deseé tener un hijo, por lo que me
haces un gran regalo ofreciéndome a esta pequeña.
−
Espero que
la entrenes como una guerrera más, teniendo en cuenta ciertos dones que recibió
estoy segura que será la más poderosa amazona. Deseo que sea una mujer fuerte,
que no dependa nunca de un hombre.
−
¿Cuál es su
nombre?
−
Bueno− respondió Afrodita− Además de una gran guerrera será una mujer
voluptuosa, sensual y bella como su abuela. −
La diosa hizo una pausa y miró a Helena a los ojos. − Y como su madre. Por tanto, deseo que su
nombre sea Voluptas.
−
Afrodita,
su resplandor la delata como una diosa−
dijo Helena.
Entonces Afrodita hizo un movimiento con sus manos
sobre la niña que hizo desaparecer su resplandor. En su hombro apareció una
especie de tatuaje, que mostraba dos corazones atravesados por una flecha.
−
Mientras conserve
esta marca será humana− dijo tristemente
Afrodita, justo antes de desaparecer, dejando en su lugar a la estatua sin
brazos de la fuente.
Continuación del relato
de un marinero
Tiempo después
Desperté sobresaltado. Había tenido una terrible
pesadilla. A través de los cristales de la cueva podía discernir las primeras
luces del alba.
Sentí un terrible dolor en mi tobillo, el olor a
putrefacción era más fuerte. No quise siquiera mirarlo para no sentirme peor.
Sin embargo, tenía un dolor más fuerte que me
aquejaba. Era mi alma que sufría al no tener noticias de mis salvadoras. Debían
haber salido a buscar la misteriosa flor a medianoche, así que si no habían
regresado algo malo les había ocurrido.
A través de la rendija de la cueva pude observar
que todavía no se había ocultado la estrella del amanecer, esa que me había
servido de guía en tantos viajes marítimos. Entonces, recordé una antigua
leyenda, una que decía que si formulabas un deseo desde lo profundo de tu
corazón a esta estrella esta lo cumplía.
Recordé la historia de mi madre, que había pedido
un deseo a una estrella fugaz que había caído el día de mi nacimiento.
Estrella del amanecer
Que de guía tantos años
Me has servido,
Desde lo más profundo
de mi corazón deseo
Que protejas a mis
salvadoras.
Entonces observé a la estrella brillar de un modo
extraño. El halo luminoso parecía aumentar como si el astro se acercara. Ante
mí se manifestó una joven de blanco, con cabellos plateados, cuya piel parecía
destellar; a sus espaldas tenía unas enormes alas de luciérnaga.
Al verla acercarse me sentí desfallecer. No podía
ser ella. ¿Pero podía confundirme ante semejante belleza? ¿Podían dos seres
diferentes tener esos impresionantes ojos celestes?
−
¿Viviane? −
le pregunté indeciso, hacía más de una década que no pronunciaba el nombre de
mi hermana perdida, esa que murió en aquel naufragio hace tanto tiempo.
−
Hola,
Aqueloo− respondió ella con su inconfundible dulce voz, al oírla sentí mi
corazón estallar. Ella estaba viva, mi dulce Viviane, mi primer amor.
−
Creía que
habías muerto.
−
No fue así
Aqueloo, sobreviví al naufragio al igual que tú. Después mi destino se rebeló
de forma atropellada. Era la heredera de un mágico reino, el mundo de las
hadas, tuve que luchar por él y después dirigirlo como su reina. Aqueloo,
¿Recuerdas la historia que me contaste sobre la estrella fugaz? Esa era yo, al
caer desde mi mundo. Te quería, Aqueloo, pero tuve que imponer mis deberes para
mi reino sobre mis intereses personales. Desde el infinito, en mi forma
estelar, te vigilaba; deseando que te dieras una segunda oportunidad para el
amor, para ser feliz. Ahora veo que lo has encontrado.
−
¿Voluptas?
No puede ser, la acabo de conocer− pregunté sorprendido ante la revelación.
−
Uno de mis
dones actuales es observar lo que hay en lo profundo del corazón de los
humanos, y puedo ver que la amas. Sin embargo, ella actualmente corre un grave
peligro, solo alguien que la ame realmente puede salvarla.
−
¿Qué
peligro, la flor que fue a buscar para salvarme?
−
Eso fue una
trampa de la diosa Úrsula, quien era realmente Escila disfrazada.
−
¡No puede
ser!
−
Antes de
contarte acerca de ella hay algo que debes saber sobre ti. Nosce ipsum. Debes
conocerte a ti mismo antes de poder enfrentar cualquier peligro. No eres el
simple hijo de una esclava, eres el descendiente de uno de los héroes más
prodigiosos que ha pisado este mundo, un semidiós; ese nombre que usas es
realmente una desviación del suyo, que fue el que te puso tu madre al nacer. −
dijo Viviane, entonces miró mi herido talón− Incluso tienes su misma debilidad.
−
¿Aquiles?
−
Así es, mi
querido amigo. Eres el hijo de Aquiles y como él tienes un sino heroico. −
diciendo esto pasó una especie de varita plateada que tenía en sus manos sobre
mi tobillo que curó milagrosamente− El veneno que tienes dentro de ti es
demasiado poderoso, puedo curarte provisionalmente, sin embargo, antes de una
semana debes encontrar la cura en tu propio heroísmo si no…
−
¿Moriré,
¿verdad?
Viviane asintió con la cabeza.
−
Ahora es
hora que sepas algo sobre quien es verdaderamente la mujer que amas, sobre
quien es Voluptas. − diciendo esto dirigió su varita hacia la pared de cristal
y en esta se vio reflejada una extraña escena que parecía desarrollarse en el
monte Olimpo.
Monte Olimpo
17 años antes
Psique había podido observar en su tiempo en el
Olimpo que cada vez que nacía un bebé divino era todo un acontecimiento, tanto
los padres como los recién nacidos eran homenajeados por los otros dioses. Este
parecía ser un nacimiento olímpico como cualquier otro, la única diferencia era
que la agasajada era ella y su pequeño retoño.
Psique se sentía realmente incómoda. Cualquier
mujer, humana o divina, se hubiera sentido genial ser homenajeada, solo que
ella no era como cualquier otra fémina. En su tiempo mortal había sido muy
admirada, y había tenido que pagar un precio muy alto por eso.
Sin embargo, la diosa no se podía quejar. Se
encontraba en todo su esplendor en un trono de plata, que combinaba a la
perfección su hermosa túnica de seda blanca con retoques plateados y sus
brillantes y níveas alas de mariposa. Su mirada violeta destellaba de felicidad
mirando a su alado esposo y a su pequeña recién nacida; solo le importaba ellos,
los seres que más amaba en el mundo, el resplandeciente salón y todos los
dioses invitados desparecían ante sus seres amados.
Al trono se acercó una hermosa diosa de cabellos
dorados, que vestía una túnica llena de flores, una corona de amapolas coronaba
su cabellera. Al verla acercarse Psique se puso de pie.
−
¡Deméter!
Me alegra mucho que vinieras− dijo abrazando a la diosa− Nunca pude agradecerte
lo suficiente por la ayuda brindada en mi búsqueda.
−
Querida−
respondió Deméter acariciándole el rostro y los oscuros cabellos− Al ayudarte
me ayudé yo misma, como te dije siempre, me recuerdas mucho a mi hija perdida,
y me siento realizada viendo que encontraste tu camino a la felicidad y que la ha alcanzado.
−
Es cierto,
querida Deméter, no pudiera desear nada más.
Entonces Deméter se acercó a la pequeña que sonreía
desde su cuna.
−
Querida
niña, naciste como fruto del amor verdadero, como parte de una familia feliz.
Te traigo un pequeño regalo− dijo la diosa y mientras hablaba tocó la frente de
la niña con su mano luminosa− Te bendigo con el espíritu de la tierra, cada vez
que te sientas decaída con tocar la tierra obtendrás un inmenso poder.
−
Muchas
gracias, Deméter, por tan maravilloso don− dijo Eros sonriéndole a la diosa,
mientras Psique le tomaba la mano.
La próxima diosa en acercarse a felicitar a la
pareja fue una muchacha vestida de amazona, con un arco y un carcaj a sus
espaldas. A Psique siempre le había caído bien Artemisa, aunque le parecía un
poco chocante que alguien renunciara al poder del amor.
−
Eros,
Psique, muchas felicidades por su buena nueva− dijo afablemente Artemisa.
−
Gracias−
dijeron Eros y Psique al unísono, el dios del amor le tenía gran simpatía a esa
diosa, de pequeños habían entrenado juntos el arte de la caza.
−
Querida
pequeña− dijo Artemisa acercándose a la niña− Te otorgo los sentidos de una
cazadora; podrás explorar las distancias con los ojos de un águila, escuchar
sonidos lejanos como un lobo, olfatear como un felino. Ninguna presa que desees
alcanzar se te escapará jamás.
Posteriormente se acercó una diosa vestida como una
guerrera, con un búho en el hombro. A Psique le chocaba en Atenea lo mismo que
en Artemisa, aunque quizás fuera impresión suya, pero había creído que la diosa
de la sabiduría la observaba con ojos libidinosos.
Atenea saludó con la cabeza a Eros y Psique acercándose
a la recién nacida.
−
Vástago de
dioses. Serás una mujer fuerte que nunca necesitará que ningún hombre venga a
rescatarla. Poseerás una gran sabiduría, siendo capaz tanto de desentrañar
jeroglíficos en los más diversos idiomas, como de desempeñar la destreza militar
necesaria para dirigir la batalla.
Hermes fue el siguiente dios en felicitar a los
orgullosos padres y otorgar un don a la pequeña diosa.
−
Pequeña
diosa. Serás más rápida que el viento, ningún arma, humana o divina podrá
herirte jamás. Ni ningún dios o humano podrá alcanzarte cuando desees escapar.
Finalmente, allí estaba ella. Evidentemente no
podía faltar a la celebración. Su belleza y escultural figura opacaba a las
otras diosas, excepto a Psique que era la única que podía equiparársele e
incluso superarla. Psique no entendía aun como había podido perdonarla por todo
lo que había hecho: intentó que se casara con un terrible monstruo, que unas
cabras salvajes la devoraran, que se ahogara en el río Estigio y finalmente que
durmiera un sueño eterno provocado por una maldición durmiente. ¿Todo esto por
qué? ¿Porque un oráculo le había dicho que era más hermosa que ella?
−
Mis
queridos hijos− dijo la diosa sonriendo a Eros y a Psique, mientras se acercaba
a ellos y los abrazaba− No pueden saber lo feliz que soy ante la buena nueva,
finalmente soy abuela.
−
Gracias,
Afrodita− respondió Psique, todavía desconfiada de la redención de la diosa de
la belleza.
−
Aquí está
mi pequeña nietecita, heredó la belleza de su abuela− dijo acercándose a la
pequeña.
−
Más bien la
de su madre, madre− respondió Eros, solo por el placer de echar sal en la
herida de Afrodita.
Afrodita respondió con una sonrisa y Psique desvió
la mirada de los ojos celestes que la taladraban. Su esposo le pagaría por esta
situación más tarde, ya lo vería.
−
Mi querida
nietecita− dijo Afrodita− Tu belleza no tendrá par en el Olimpo ni en el mundo
humano, hombres y mujeres sucumbirán de amor ante ti. Los poetas te cantarán
las más bellas canciones, los escultores te inmortalizarán en sus obras, los
cantos sobre tu belleza serán eternos.
−
Muchas
gracias, Afrodita, por tan maravilloso don. – dijo Psique, aunque lo que tenía
en mente decirle a su suegra eran palabras bien diferentes, todo por su maldita
obsesión por la belleza.
−
¿Cómo
llamaremos a mi encantadora nieta?
−
Su nombre
será…− comenzó a decir Psique.
−
¡No! −
gritó un joven rubio con doradas vestiduras. − Lamento ser pájaro de mal
agüero, pero no le den nombre aún. Presiento un incierto destino para esta
pequeña.
−
¿Qué te
traes entre manos, Apolo? − gritó Afrodita con voz histérica, Psique la miró
asustada− Desembucha si no quieres que provoqué que el sol se ponga para
siempre.
−
Afrodita,
Eros, Psique− dijo Apolo− No quisiera ser portador de estas noticias, pero el
don de la profecía es mi maldición. Un oscuro destino se cierne sobre su
pequeño retoño, uno que no puedo definir bien, quizás la única solución de
salvarla sea alejarla de ustedes, enviarla a un lugar donde nadie sepa que es
su hija.
−
¿Alejarme
de mi hija? − preguntó Psique con temblorosa voz.
Psique sentía que la habitación le daba vueltas
alrededor, después de tantos sacrificios y sufrimientos, cuando por fin se
sentía más feliz viene alguien a arrancarle su felicidad.
−
Calma,
querida hija. Nadie dañará a mi nieta mientras yo esté cerca− respondió
Afrodita.
−
Afrodita−
dijo Apolo− Ni nosotros los dioses somos inmunes al poder del destino. Piensen
en mis palabras, pues muchas veces tenemos que alejarnos de los seres que
amamos para lograr que sean felices.
Atenas
17 años después
Amanecía. Las luces del sol naciente ascendían en
el horizonte. En la playa se veían tres lúgubres figuras femeninas alrededor de
una hoguera; en la cual se podía observar la cara de un austero hombre.
−
Queridas,
que desesperante espera. ¿Seguras que vendrá? − preguntó la cara masculina que
aparecía en las llamas con una fría voz– Tengo un nudo en la garganta, no me
había sentido así desde que comiendo un coctel se me atoró un calamar.
La mayor de las mujeres, una hermosa y fría mujer
que vestía completamente de negro, miro a las llamas con una mirada tan gélida
que las hizo menguar.
−
Querida,
Hécate. No sabía que podía despertar tus sentimientos maternales.
−
Tranquilízate,
Hades− respondió Hécate− Ella vendrá.
Las jóvenes miraron a los otros con suspicacia,
pero no dijeron palabras. Fedra vestía como de costumbre de seda roja, portaba
una corona de oro con rubíes sobre sus oscuros cabellos. Medea, en cambio, vestía
de púrpura, color que contrastaba a la perfección con sus hermosos cabellos
color miel y sus ojos celestes.
En ese momento sintieron un chapoteo. Al dirigir su
vista al mar observaron que el mar se agitaba, un remolino de espuma acababa de
surgir rompiendo la tranquilidad de la playa. Primero un tentáculo, luego otro,
pronto tuvieron ante ellos a la diosa Úrsula.
−
Madre,
Hades− dijo Úrsula con su voz que parecía susurrar como las olas y mirando las
otras con mirada despectiva− Y compañía.
Medea y Fedra hicieron una especie de reverencia,
aunque en su interior su sangre hervía ante el desprecio de la diosa marítima.
−
Querida,
¿la traes contigo? − preguntó Hades impaciente.
Úrsula le respondió con una carcajada. Entonces,
alzó su cetro y del mar surgió una burbuja gigante dentro de la cual se podía
observar a Voluptas inconsciente.
−
¡Es ella! −
gritó Hades desesperado.
La burbuja descendió hasta frente de las
hechiceras.
−
Aún no,
querido. Todavía tienen que lanzar un complicado encantamiento para que tu
querida Kore ocupe este encantador cuerpo. Aunque debo advertirles algo, si
esta adorable princesa alcanza su divinidad no podrán utilizarla para su
hechizo. − respondió Úrsula. − Madre, ahora pido que cumplan su parte del
trato.
−
Hades− dijo
Hécate, volviéndose hasta la cara en las llamas. − ¿No me digas que ahora se
despertaron tus sentimientos fraternales?
−
Claro que
no, queridas. Cumpliré mi parte del trato. – respondió Hades− No lamentaré la
pérdida de mi hermanito Poseidón, espero sepas utilizar su tridente mejor que
él, querida Úrsula. Tengo tres amigas tejedoras que me contaron que la
perdición de Poseidón es una sacerdotisa de Atenea, una hermosa joven de ojos
centelleantes.
−
¿No podrían
haber sido más parcas en información tus amigas? ¿Por lo menos te dijeron su
nombre?
−
Su nombre
es Medusa− respondió Hades.
Moraleja
Perdió su verdadero amor
Por la traición de un dios,
Su alma dijo adiós
A su humano fulgor.
El mar no nace,
Normalmente se hace
En el vacío ignoto
De un corazón roto.
NOTAS Y NORMAS:
1. Debes tener cuenta de google para poder comentar.
2. Respeta la netiqueta.
3. Puedes opinar lo que quieras (a favor o en contra de los episodios, personajes, guionistas, etc.) pero siempre respetando a los demás comentaristas.
4. Está prohibido poner enlaces en los comentarios.
5. Siempre que quieras comentar un spoiler indica SPOILER al comienzo de tu comentario
Gracias.
Hola tío aquiel vaya otro fic siiii GRACIAS ☺❤❤
ResponderEliminarHola Aquiel wow que fic este muy profundo tierno bravo inquieto desd el punto visto mio es como el mar a veces es así nos ha gustado (Omitimos las partes fuertes para los peques)
EliminarSaludos ☺👍❤❤❤
Hola Mary:
EliminarSaludos para ti y para tus adorables retoños, que según leí por otra parte ya tienen dientecitos y saben usarlos.
Me alegro que te gustara. Tu alegoría esta perfecta, como el mar. Pues este en ocasiones es violento, en otras calmado, es romántico para los amantes que se sientan frente a él y triste cuando te recuerda un amor perdido que lo cruzó.
Un abrazo
💖👍☺💖💕💕
EliminarHola mi querida Mary: Espero que estén bien los nenes y tú. Espero que lo disfrutes, aunque te advierto que hay escenas no actas para menores.
ResponderEliminarUn Abrazo
Sinceramente es el primero de tus fics que me he leído Aquiel pero definitivamente tienes un gran talento para escribir (no sé si sean secuencia secuencia y por tanto debería devolverme pero igual lo disfuté), expresas claramente las ideas y las presentas en un orden lógico, una historia rica en detalles (incluyendo las escenas no aptas para menores jajaja) pero que no se vuelve aburrida. Sobre la historia como tal me gustó la ambientación, el desarrollo de los personajes, la determinación de la protagonista del fic (SPOILER?, estaré atento a la suerte de Voluptas) y nos ayuda a ver otra versión de un personaje que destrozaron bastante en la serie. Sigue así (Y)
ResponderEliminarHola Enmanuel: Me alegra mucho que leyeras el fic y lo disfrutaras, me enorgullece mucho lo que me dices. Te diré que los fic mitológicos comencé a escribirlos debido a la forma que desaprovechaban en la serie los elementos mitológicos que tocaban y a los destrozos que mencionan; quise dar mi propia versión de algunas de las más famosas leyendas mitológicas, como hizo OUAT con los cuentos de nuestra infancia; después de todo muchos de ellos se basan en antiguas leyendas.
EliminarAunque siguen una historia central cada uno de los fics puede leerse independientemente, quizás por eso en ocasiones se me tornan tan largos, pues trato de cerrar cada historia. Me gustaría que leyeras los otros para que comprendas la historia central y me des tu opinión de mis versiones de antiguas leyendas:
1. The Power of love. Historia de la hechicera Circe.
2. The shape of my heart: Mi versión de la leyenda de Eros y Psique
3. You cant always get what you want. Mi versión del Vellocino de Oro, Jasón y Medea
4.Lady in red. Historia de como Teseo venció al minotauro, y su relación con Ariadna
5.Go the distance. Trata sobre mi versión de algunos de los trabajos de Hércules
6.Bright Star: Historia del hada Viviane
7. The Goddess of spring. Historia de Hades y Perséfone. Te la recomiendo para que me des tu opinión sobre mi Hades y su historia.
De nuevo muchas gracias por brindarme tu opinión y darme ánimos para seguir escribiendo. Espero que me sigas dando tu opinión.
No hay problema, solo es mi humilde opinión XD, definitivamente debes seguir escribiendo, vale mucho más la pena este tipo de historias que lo que se les ocurre a los brillantes two :S y pues no te preocupes porque resulte larga, como te digo el ritmo es bastante dinámico y la historia se hace entretenida ... lo más largo que he escrito yo es un comienzo alternativo para la temporada 7 (y en realidad no era algo serio - las escenas de Storybrooke eran parodia y las del Nuevo Bosque Encantado si iban en serio) pero obvio nada que ver con el nivel de tus fics, fue como un desahogo de varias cosas que no me han gustado y pues que tenía que sacar de mi sistema jaja .. por supuesto, según vaya leyendo te comento.
EliminarEnmanuel, cualquier humilde opinión se agradece, no hay mayor estímulo para un escritor aficionado que lo que escribe sea leído y guste a algunas personas. Escribir es en muchas ocasiones un buen desahogo, lo digo por experiencia propia, pues en mi caso cuando una historia no me ha gustado también he escrito mi propia versión (a veces simplemente las pienso pero no llegan a materializarse en escritos), estos fics son algunas de las ideas a las que he dado vida, hay algunas que se han quedado en borradores.
EliminarEn fin, espero tus comentarios.
Saludos
Hola mi querido mosquetero:
ResponderEliminaradivina no me llegaban tus mensajes te mande uno.
Bueno mi querido mosquetero:
EliminarPor donde?. Como siempre fan N1
EXCELENTE:)
Disculpa la tardanza, ah más de 10 días xd que desastre:) mil perdones pero sabés que me gusta tomarme mi tiempo.
A ver la portada te había comentado que es una de mis preferidas. Ahora que la volví a ver encontré al actor de liga de la justicia jaja. Por lo que supongo superpusiste o agregaste imágenes pero ni hablar te quedo genial:) no esa ridiculez de los two que hicieron cuando fue el cap de Belle de la temp anterior xd.
-La introducción, parte de allí porque noté que debe ser una de las más detalladas en todos los fic. Has evolucionado bastante. Siempre sabes que es humilde opinión xd ni que fuera experta pero como ya me leí todos etc. Te voy comentando lo que voy notando nuevo. Y también algo superpositivo y también para mí, a mí no me llamen a realizar esas cosas jaja, es cuando te toca hacer descripciones de "Era un día soleado, nos encontrábamos tres amigas, una de ellas y bla bla en el medio de una campo con bla bla" el tipo bien descriptivo.
Porque hay dos. UNO, es cuando cuentas que está ocurriendo con el personaje. En primera o en tercera persona.
Y otra es cuando describes el paisaje, el lugar, el tiempo, el personaje o los personajes. Pero como en un OF. Para mí eso estuvo EXCELENTE. Y no recuerdo que comenzaras en tus anteriores fic. Por lo menos de manera tan extensa. ESTUVO MUY BUENO Y MUY LINDO LA MANERA DE DETALLAR TODO.
- Como AGRADEZCO EL LUGAR Y TIEMPO, acostumbrada a los TWO que nunca dicen donde y cuando ocurren los echos es esencial xd sino te confundes fácil. Está perfecto los FB. A pesar que sueles ir y venir. Porque DEBO RECONOCER CON LA HISTORIA DEL MARINERO, comencé a pensar, para donde vamos?. Pero con solo escribir CIUDAD, O ISLA, AÑO, UNA REFERENCIA, TE UBICAS, PORQUE TU CONTINUACIÓN O EL CORTE O EDICIÓN QUE REALIZAS SE CONECTA BIEN, entonces uno no se pierde.
-Además, de AGRADECE LA AVENTURA, NI HABLAR LAS AMAZONAS, ME ESCRIBISTE LA ESCENA DE ACCIÓN, QUIERO MÁSSSSS, JAJA, AH Y ESA ESCENA APTA 18 MIRALO AL MOSQUETERO:) BROMA.
-Otra cuestión fueron, como yo vengo siguiendo, ni hablar de lo que yo te vivo mencionando que CUALQUIERA PUEDE LEER LA HISTORIA SIN PROBLEMAS Y EL QUE LEYÓ LAS ANTERIORES TE QUEDAS AHH SI ME ACUERDOOOO....
Como que iba uniendo el rompecabezas y encima le agregas más personajes y más relaciones interpersonales eso me gusto mucho también.
SIGO:
Eliminar-Estaba con la mención de un montón de personajes, que encima para mí son muy conocidos y me gusto como los fuiste ubicando en cada lugar, de la historia y ha quedado bien fluido todo a esta sin ningún tipo de traba o calzador.
-Lo único que te mencioné al principio fue el marinero, pero luego comenzó a intrigarme de a poco la historia del mismo y cobró relevancia. Por lo que al final ni hablar. SEGUNDA PARTE XD.
-Otra cosa fue el tema de y necesito RESPUESTA EL FAMOSO "CONÓCETE A TI MISMO" LO HAS SACADO DE LA PELÍCULA DE MATRIX, POR CASUALIDAD?? PARALELISMO.
-El tema URSULA, nunca me hubiera imaginado que ESIAS se convertía en ella, esa si que fue una buena vuelta de rosca. Pero mira tengo que ser sincera. PREGUNTA: No me termina de cuadrar que si ella, era tan poderosa, que presentía tanto. Fuera tan boba... para ser engañada de tal forma. Eso no me termina de cerrar la verdad. Que es lo que según tú la llevó a equivocarse de esa forma?. GRACIAS.
-Que ganen las AMAZONAS JAJA. En el olimpo son más falsos. Pero otros no, es verdad, me dio gracia lo de la presentación donde había algunos falsos?? Era para frases lo de afrodita jaja.
-La incorporación de AQUILES, también, otra que no me la esperaba y ni se que ocurriría pensar en el tobillo y la asociación. QUE ENCUENTRE LA CURA.
-Bueno y el que si me di cuenta en seguida y pareció referencia a ONCE fue HÉRCULES perfectamente sincronizado como reloj.
-El final con la moraleja el sigue dando para mí por lo menos un toque de semi-cierre para un volveremos...
Bueno, como te dije EXCELENTE, ME GUSTO MUCHO, MIRA DEBE SER CON EL ANTERIOR EL SEGUNDO MÁS LARGO. Y también lleno de cosas muy complejas que has incorporado. Realmente AQUIEL deberías tu mismo repasar alguno de los anteriores, no porque estén mal, que no se malinterprete, sino para que se entienda la cantidad de recursos que estás agregando.
Y para ir finalizando no te quiero aburrir, el tema de Poseidón y de la mitología marina. Que no habías hecho en ningún fic. Pero también estuviste escribiendo otras cosas.
ME ENCANTO:) APLAUSOS DE PIE:)
Seguimos en contacto.
BESOS!!
Hola Lou:
EliminarEsperaba ansioso tu review, aunque sé que te gusta tomarte tu tiempo para leerlo y analizarlo bien.
Me alegro que te gustara la portada, fue un montaje de varias imágenes en Photoshop y como te percataste, escogí a Jasón Momoa como Poseidón teniendo en cuenta que él que nos mostraron no era un dios, sino un rey marino del mismo nombre. Y la imagen de Aquaman se parece bastante al Poseidón que imaginé, con la apariencia de un poderoso guerrero.
Me enorgullece eso que me dices que he ido evolucionando, supongo que esa es la idea, a fin de cuentas, la práctica hace al maestro, es verdad que releyendo los fics anteriores le cambiaria algunas cosas pues nunca estoy completamente conforme, sin embargo, así como están me han ayudado a mejorar hasta llegar ahora.
¿Así que te gusto la introducción más que las otras? Bueno, tendría que ver, sin embargo, en este caso era parte de la historia describir el paisaje marino, del cual la muchacha prácticamente formaba parte.
Definitivamente voy a tener que agregar las curiosidades, que las tengo hechas, pero no las puse. Sobre el tiempo, cuando no identifico específicamente los años ocurrido lo hago intencional, necesitaba que no se pudiera identificar el tiempo ocurrido desde el momento en que Escila conoció a Glauco al momento que llegó a la isla de las amazonas.
La historia del marinero fue algo diferente que se me ocurrió, pues quería experimentar narrar parte del relato en primera persona, creo que no lo había hecho antes. En esa parte me sentí un poco perdido, tuve que leer algunas secciones de novelas de Julio Verne, de Stevenson y de paso comencé a ver una serie titulada Black Sails, una precuela de la isla del tesoro.
Te dediqué la escena de entrada de las amazonas, con la competencia de equitación entre Voluptas y las otras. ¿Así que te gustaron las amazonas y las escenas de acción?
Hasta yo me sorprendo con la cantidad de personajes y relaciones, te comento que traté de hacer un cast para algunos personajes, pero eran tantos que desistí.
“Conócete a ti mismo” es un antiguo aforismo griego que se encontraba en la entrada del templo de Apolo, el famoso oráculo de Delfos. Trata como la única forma de conocer a los demás realmente es conocerse primero a uno mismo, creo que me estoy metiendo en temas psicológicos, pero en este momento no pensé en La Matriz.
Pues sí, que Escila se convirtiera en Úrsula fue la otra vuelta de la tuerca de esta historia. Necesitaba una leyenda mitológica de la cual sacar a la diosa del mar y cuando vi la de Escila me di cuenta que había encontrado la perfecta.
Sobre Escila, pues sí tenía su magia, sin embargo, nadie nunca le había enseñado nada por lo que no sabía controlarla; en el mismo OUAT hemos podido ver con Merlín y la Blue que la adivinación no es una ciencia exacta. Merlín no pudo ver el futuro de Nimue ni pudo predecir que Dark Hook lo mataría y de la Blue ni hablamos. Tampoco con Rumple ha funcionado perfectamente, la misma adivina que le dio ese poder se lo dijo.
Por otro lado, Zeus y Poseidón para complacer su lujuria que le inspiraba todo lo que se moviera se pasaban la vida transformándose en animales u otras personas; engañaron incluso a diosas. Poseidón tenía la apariencia de Glauco, ella sospechó que había algo raro, pero no podía definir qué.
Explícame que quieres decir con el tema de los dioses falsos.
Bueno, realmente el personaje es el hijo de Aquiles, aunque heredó su debilidad.
- ¿Tobillos frágiles, Herc?
Uno de los trabajos de Hércules fue obtener el cinturón de Hipólita, ya que estaba en el reino de las amazonas tenía que hacer referencia a mi versión de este, aunque no sé si llegue a escribirla.
Sobre Poseidón y la mitología marina, es cierto que no lo había hecho hasta ahora, por eso dediqué un fic completo a esta.
Sigo comentando, déjame revisar las curiosidades para publicarlas, teniendo en cuenta que la leyenda que utilicé no es de las más conocidas.
Un abrazo
Referencias y curiosidades:
ResponderEliminar1. Leyenda original: Glauco era un humilde pescador que al mascar unas plantas mágicas cerca de Antedón, en la isla de Eubea, devino inmortal y se metamorfoseó de forma que su barba y su melena se volvieron de un verde oscuro que simulaba el color de las algas marinas y sus piernas cambiaron a una cola enroscada como la de un enorme pez. No pudiendo permanecer más tiempo en la tierra, se sumergió en el mar, donde fue recibido por las divinidades marinas. Océano y Tetis le purificaron de su naturaleza humana recitando canciones mágicas y bañándolo en distintas corrientes marinas.
Enamorado de la hermosa Escila, ésta lo rechazó asustada por su nuevo aspecto. Buscando salida desesperada a su pasión, Glauco acudió a la maga Circe y le pidió que con sus poderes hiciera que Escila se enamorase de él. Pero los efectos de su petición fueron muy distintos a los que Glauco esperaba, porque Circe también amaba al nuevo dios y se le declaró intentando convencerle de que despreciase a la que le había despreciado. Al negarse, Circe sintió tal envidia por Escila que mezcló unas hierbas en el agua donde se bañaba y la convirtió en un horrible monstruo de cintura para abajo.
2. Según el comentario de Servio sobre la Eneida, Escila fue una hermosa náyade de la que se enamoró Poseidón, pero fue convertida en un monstruo por la celosa Anfitrite, esposa del dios marino.
3. De la narración sobre Escila y Caribdis surge una expresión: «Estar entre Escila y Caribdis», vale decir, «estar entre la espada y la pared», o sea, en un problema de difícil (si no imposible) solución.
4. En la Odisea de Homero, Circe advierte a Odiseo en el canto XII de navegar más cerca del monstruo Escila que de Caribdis, ya que mientras Escila devoraría a seis de sus hombres, su contrapartida succionaría su barco entero.
5. En esta adaptación se hace un guiño a La Sirenita de Andersen y al ballet El lago de los cisnes; en la primera la sirenita se transforma en espuma al no lograr que el príncipe la ame, en el ballet la princesa Odette es usurpada por Odile, quien toma su apariencia, al declararle amor eterno el príncipe al cisne negro Odette muere.
6. La historia del mundo de las amazonas hace una ligera referencia a WonderWoman, de hecho, los dones que les dan los dioses a Voluptas eran las habilidades de la princesa Diana.
7. Voluptas es la hija de Eros y Psique en la mitología romana, en la griega era Hedoné.
8. Aqueloo era un dios del río en la mitología griega; en esta historia es un marinero hijo de Aquiles y de una esclava, presumiblemente Briseida.
9. Aqueloo es herido por el talón, al igual que Aquiles, esta era su debilidad, pues de pequeño su madre, la diosa Tetis intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en la laguna Estigia, pero olvidó mojar el talón por el que lo sujetaba, dejando vulnerable ese punto.[
10. Helena de Troya aquí es considerada la reina de las amazonas, presumiblemente Afrodita la ayudó a escapar de Troya y la llevó la isla de las amazonas.
11. Supuestamente el padre de Escila es Narciso, personaje mitológico que por la ira de una diosa se enamoró de sí mismo y después de suicidarse terminó transformado en una flor.
12. Se utilizan caracoles para comunicarse con seres marítimos como se hace en OUAT.
13. El cinturón de Hipólita fue el noveno trabajo de Hércules, en el cual se le da la tarea de obtener el cinturón de la amazona, que perteneciera al dios Ares.
14. La invocación a Hécate se basó en un himno órfico, utilizado en algún momento para invocar a esta diosa.
15. La diosa Hécate era representada como portadora de antorchas, de ahí a la antorcha con la llama eterna que portaba Escila.
16. Escila también es un arbusto medicinal que crece cerca del mar, cuya descripción es muy parecida a la que se indicó.
17. El chiste que hace Hades es el mismo que hace en la película Hércules de Disney al hacer la entrada en el nacimiento de este.