Fan Fic: A long time ago 6

Nueva entrega de este fic que se desarrolla en una época lejana en la que los seres míticos caminaban entre los hombres, donde Aquiel nos narra esta vez la historia de un joven que se enamora de una estrella.

Chapter 6: Bright star

A veces una decisión puede alterar todo nuestro mundo, el tomarla o no puede hacer que nuestro destino tome un camino u otro. Un instante puede implicar dos vidas diferentes.

A mis queridas mosqueteras Angie, Lourdes y Mary Silver les dedico esta historia.

El joven se despertó exaltado, en el momento no pudo identificar que lo despertó, pero estaba seguro que fue un terrible estruendo. Las ramas del abedul movidas por el viento golpeaban las ventanas, pero su ruido era muy tenue para haberlo despertado.

Cualquier cosa que fuera había interrumpido su sueño, el cual no podía recordar, pero estaba seguro que era maravilloso. Se acercó a la ventana y pudo observar el horizonte iluminado.

“- Maldición- se dijo- se me ha pasado la hora de despertarme”

El joven era pescador, al igual que su padre, y su faena siempre comenzaba antes de las primeras luces del alba. Su reloj biológico funcionaba perfectamente hacía años, así que no comprendía que podía haber ocurrido, debería apresurarse, después de cierta hora era más difícil pescar.

Entonces dirigió una mirada más atenta al horizonte, comprendiendo que las luces que veía no eran las del amanecer. En ese momento pudo olfatear el inconfundible olor de la madera quemada, y quiso obviarlo, pero también le pareció sentir el aroma de carne cocinada.

- Talos- escuchó una voz a sus espaldas, se volvió y se encontró de frente con su anciano padre. - Ha habido un naufragio en nuestras costas, al parecer el barco se ha incendiado. Vístete rápido, debemos ver si hay algún sobreviviente.

Pronto se encontraron padre e hijo junto a la costa, cada uno con una antorcha en sus manos, desde allí se podía ver como se acababan de hundir en el mar los últimos restos del barco incendiado, cuyas llamas ya se habían extinguido, junto a la orilla y flotando en el mar, gracias a la tenue luz de las antorchas, se podían observar algunos troncos carbonizados víctimas del siniestro. Era una oscura noche de luna nueva, para colmo nublada

- Parece que llegamos demasiado tarde- dijo el padre.

Entonces Talos que tenía una aguda vista pudo observar algo que se movía rumbo a la costa, sin pensarlo dos veces corrió en esa dirección.

- Creo que he visto algo- gritó a su padre, que trataba de seguir el ritmo del adolescente, aunque sus años apenas se lo permitían.

El objeto que había visto Talos ya había llegado a la orilla y el muchacho se quedó petrificado a su lado. Cuando su padre lo alcanzó pudo observar que era un bote, sobre el cual acostada a todo lo largo había una muchacha, casi una niña. El anciano no comprendía que le ocurría a su hijo que se había quedado completamente inmóvil observándola.

Era una linda muchacha de piel muy blanca, cabellos casi plateados que resplandecían a la luz de las antorchas, que para colmo vestía una nívea túnica que se confundía con su piel, además portaba un collar con una piedra transparente en su cuello. Debería tener unos 15 o 16 años y era realmente hermosa.

El anciano se agachó junto al bote y le tomó el pulso en su mano izquierda.

- ¡Talos! - le gritó el anciano al muchacho.

El grito de su padre lo sacó de su ensimismamiento.

- Solo está dormida, pero su pulso es débil, aunque no parece tener heridas graves, pronto ayúdame a cargarla para llevarla a la casa.

Talos no podía explicarle a su padre lo que le acababa de ocurrir, ver a esa joven lo había despertado sensaciones desconocidas e inexploradas; su corazón se le quería salir del pecho y sus piernas tambaleaban. Había algo más, algo que nadie le creería. El joven miró al horizonte y pudo observar que comenzaba a tomar tonos entre purpúreos y naranjas asociados al amanecer, los colores del cielo se reflejaban en las hasta entonces oscuras aguas del mar. Talos nunca había visto un amanecer tan hermoso, y había visto muchos en sus años dedicado a la pesca, sabía que se lo debía a esa desconocida de piel argentina que le había regalado el alba.

No pudo dejar de pensar en un forastero de una lejana tierra que una vez había visitado su isla. Este le había hablado de unos increíbles seres que habitaban en la bóveda celeste, las criaturas más puras existentes destinadas a la protección de luz y de los seres humanos. No podía recordar el nombre de estos mágicos seres, mensajeros del cielo increíblemente hermosos, y esta muchacha que tenía delante tenía que ser uno de ellos; pues su sola presencia lo había hecho apreciar en mayor medida todo lo que lo rodeaba, momentos tan comunes para él como el amanecer.

Pero todo esto sucedió en un instante, enseguida reaccionó y ayudó a su padre a cargar a la muchacha.

- Sostenle la cabeza- dijo el anciano- al parecer se dio fuerte golpe.

Pronto la joven estuvo en la cabaña de madera de los pescadores, con la anciana esposa del pescador cuidándola al lado de su cama. 

Pasó un día completo y la joven no daba señales de despertar, Talos no se apartaba de ella ni un instante, algo le había ocurrido desde que había entrado en su vida esa bella muchacha; no podía explicarlo, pero no dejaba de pensar que en vez del mar había caído del cielo. Pasó la noche en vela junto a ella, a pesar de los consejos de su madre.

Amanecía el segundo día, las primeras claridades del alba entraban por la ventana, filtrándose entre las ramas de un abedul. Desde el árbol se podía escuchar el cristalino y maravilloso canto de un ruiseñor que saludaba el amanecer.

Talos se encontraba junto a la bella dormida, custodiando su sueño, la observaba preocupado, cautivado por su belleza. Hacía un rato su madre había estado junto a él y le dijo que habían hecho todo lo que podían, le quedaba rezar a los dioses para que se recuperara, pero aún no debían perder la esperanza. Ahora se encontraba en los brazos de Morfeo, este se encargaba de custodiar que sus sueños fueran felices.

La joven se encontraba bocarriba, permitiendo observarla plenamente. Su bello rostro parecía haber sido esculpido por los dioses de tan perfecto, sus largos cabellos plateados caían sobre sus hombros, su pecho subía y bajaba rítmicamente. Talos sostenía una de sus suaves y delicadas manos, esperando ansioso que la muchacha despertara.

Entonces, en el momento en que las primeras luces matutinas cayeron sobre el rostro de la durmiente, cuando el canto del ruiseñor se elevaba más en una hermosa melodía la joven abrió los ojos. Al ver despegarse los ojos, a Talos, que no había despegado la mirada de ella ni un segundo, le pareció que se abría una puerta al cielo azul; se sintió cual si volara sobre la bóveda celeste a punto de alcanzar al poderoso Helios en su carro dorado.

- ¡Padre, madre, ha despertado! - gritó el muchacho eufórico y pronto sus padres estuvieron junto a él.

La joven entonces se mostró asustada y se recogió a un rincón de la cama.

- Calma, pequeña. – dijo la anciana- Con nosotros te encuentras a salvo. Mi nombre es María, él es mi esposo José y este tonto muchacho que ves aquí es nuestro hijo Talos, él te salvó la vida.

La muchacha pareció tranquilizarse y en sus labios de carmín dejó ver una ligera sonrisa, que Talos le devolvió.

- ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? -preguntó la anciana.

- No lo sé. - dijo la joven, cuyo rostro se contrajo.

- ¿No lo puedes recordar?

- No, no puedo.

- Te has dado un fuerte golpe en la cabeza, esto tiene tu mente atormentada, pero no te preocupes con el tiempo espero que puedas recordar todo. Venías en un barco que naufragó en las costas de nuestra pequeña isla, no pudimos encontrar nada que identificara de donde venía. - dijo la anciana tranquilizándola. - Te traeré algo de comer y después si te sientes mejor podrás conocer la isla. Pero debemos llamarte de alguna forma

- Podemos llamarla Eos, hasta que recuerde su nombre, como la diosa de la aurora, hija del titán Hiperión, quien cada día al amanecer sale del océano para anunciar la salida de su hermano Helios con su carro dorado; pues te encontramos junto al mar, justo al amanecer. - dijo Talos.

- Eos, me gusta- dijo la joven mostrando una preciosa hilera de perlas blancas al sonreír, haciendo que Talos se ruborice.

Después de que la joven comiera ávidamente el joven Talos la invitó a conocer la isla.

Talos cada vez se sentía más cautivado ante la presencia de la amnésica joven, a pesar vestir una sencilla túnica, unas simples sandalias de piel de gacela y más ningún adorno que el medallón que llevaba en cuello su belleza era deslumbrante. Era la viva imagen de la inocencia, con su argentina piel que se fusionaba con el color de la túnica y de sus plateados cabellos, contrastando con sus ojos celestes.

El joven la condujo a un pequeño bosquecito que dejó a la joven deslumbrada. Realmente, no era un bosque creado por la naturaleza sino por la mano humana, hermosos y podados abedules, cipreses y laureles se distribuían uniformemente formando una especie de laberinto, por doquier se observaban arbustos con flores de diferentes tipos y colores, rosas, claveles, azucenas. Frondosas buganvilias de diversos colores blanco, rojo, rosa se enredaban entre las ramas de los abedules.

Por doquier se podían observar faisanes, pavos reales, perdices, en la rama más alta de un ciprés se encontraba un ruiseñor que entonaba una hermosa melodía. Distribuidas de manera uniforme se encontraban estatuas de dioses y héroes del pasado, tan perfectamente esculpidas que parecían prontas a tomar vida.

- Todo esto es precioso, Talos- dijo la joven deslumbrada- ¿Quién creo todo esto?

- Este es mi pasatiempo- dijo el joven orgulloso de haber cautivado a la muchacha con su arte- Mi tío es un famoso arquitecto y artista, vivió unos años con nosotros antes de partir hacia Atenas y fui su aprendiz aprovechando sus conocimientos como pude, él me enseñó a esculpir las estatuas y me ayudó a sembrar los primeros árboles, los animales los he negociado con comerciantes que han llegado a nuestras costas. Siempre me dijo que tenía talento nato y se ofreció a llevarme con él a Atenas donde sería un gran artista.

- ¿Y por qué no lo hiciste? Estoy de acuerdo con tu tío, este jardín es hermoso, no puedo imaginar cómo alguien con tan mágicas manos se puede dedicar a la pesca.

- Mis padres- respondió Talos firmemente- Nunca los abandonaría, prefiero ser un pobre pescador y vivir a su lado, que ser un famoso artista lejos de ellos. Ni por las mayores riquezas del mundo abandonaría a mi familia.

- Te entiendo- respondió la joven conmovida, entonces sintió un pequeño estremecimiento como si recordara algo, pero pronto pasó, un rayo del sol se filtró entre las ramas de un ciprés y la encandiló, cubriendo su rostro con las manos.

- Mi tío Dédalo tiene un hijo de mi edad llamado Ícaro, cuando pequeños teníamos un sueño común, te parecerá una tontería pero queríamos volar y alcanzar el cielo.- dijo Talos cambiando el tema mientras sonreía- Mi tío nos dijo que nos construiría unas alas, incluso estuvo estudiando durante cierto tiempo el movimiento de las aves y realizó un conjunto de planos, pero nunca llegó a terminar las dichosas alas, el rey de Atenas lo mandó a buscar para que construyera un mausoleo; ahora se encuentra en la isla de Creta al servicio del rey Minos. De todos modos, era un deseo imposible, volar es privilegio reservado solamente a los pájaros y algunos seres mágicos.

- Nunca se sabe, según tengo entendido si luchas por ellos hasta los sueños más imposibles se vuelven realidad. - dijo la joven.

Entonces el rostro del joven cambió y se puso muy serio.

- Tengo que mostrarte algo- dijo tomándola de la mano y conduciéndola por el laberíntico jardín, al llegar al centro de este se encontraron frente a una fuente con una estatua de mármol blanco de una mujer con alas de mariposa a sus espaldas, en la fuente se podían observar nenúfares. - Esta es mi obra maestra.

Entonces la joven se mostró muy sorprendida, se acercó a la fuente y desde su borde observó con detenimiento los rasgos de la estatua, que eran copia de los suyos propios.

- ¿Cómo es posible? - dijo mirando a Talos- Nos acabamos de conocer.

- Yo pensé lo mismo en cuanto te vi por primera vez, ella es la mujer de mis sueños.

- No entiendo.

- Bien te contaré la historia, aunque no me creas. Cuando pequeño, la primera vez que mi padre me llevó con él a pescar era una oscura noche de luna nueva, salimos antes del amanecer por lo que la oscuridad era absoluta. Mi padre me contó que hace mucho tiempo existía una estrella, la más hermosa y deslumbrante de todas, que anunciaba el alba, esta aparecía cuando ya no se veían más estrellas en el cielo y su fulgor incluso opacaba a Selene. Esta estrella era utilizada como guía por muchos marinos para llegar a puerto seguro, alumbrándolos en las horas más oscuras. Pero simplemente un día desapareció. Esa noche al ir a la cama soñé que miraba al cielo en una oscura noche y veía una única y deslumbrante estrella, de pronto su destello se hizo más fuerte y parecía que se acercaba a mí, entonces vi ante mí una hermosa joven con alas de mariposa a sus espaldas, me acercaba a ella cautivado por su belleza y cuando la iba a besar despertaba. Este sueño se ha repetido muchas veces, entonces decidí esculpir a la mujer de mis sueños. Cuando te vi no podía creerlo, pero eras su viva imagen.

La joven miraba a Talos fijamente y este no podía apartar su mirada de los bellos ojos celestiales, entonces el ruiseñor vino volando y se posó en el hombro de la estatua entonando una hermosa melodía. Entonces, una ligera brisa movió las ramas de los árboles inundando el lugar de una mezcla de aroma de laureles y de rosas, junto a la fuente cayeron algunas hojas y flores de los árboles que le daban sombra.

- ¿Mi estimada Eos te atreves a bailar conmigo al ritmo de esta melodía? - le dijo mientras sonreía, inclinándose y extendiendo su mano derecha hacia ella.

- No sé cómo hacerlo.

- Solo tienes que dejarte llevar.

Diciendo esto guio las manos de ella alrededor de su cuello, mientras él le rodeaba la cintura con las suyas y comenzaron a moverse al ritmo del canto del ruiseñor. Sus cuerpos se encontraban unidos cual, si fuera uno compartiendo su calor, mientras sus ojos no se apartaban la mirada. 

Danzaron hasta que se cansaron encantados por la mágica melodía del ruiseñor, por el precioso jardín y el dulce aroma que los inundaba. Pero sobretodo estaban encantados por la presencia del otro, él excitado por el roce de la virginal piel de la muchacha que presentía a través de la fina túnica, ella sintiéndose admirada y protegida mientras su cabeza se recostaba al musculoso pecho del joven.

Mientras bailaban Talos notó algo increíble, la piel de la muchacha comenzó a brillar y pronto su luz iluminó todo su alrededor, aunque ella no parecía notarlo.

Las horas pasaban y los jóvenes no parecían advertirlo, rodeados por la hermosura del jardín que complementaba su belleza juvenil. Talos le trenzó una corona con ramas de laurel insertándole blancas azucenas y se la puso sobre los cabellos plateados de la joven que sonrío ante el regalo.

En algún momento fueron interrumpidos por la anciana María que les llevó algo de comer, pero después continuaron su charla.

Anocheció y los jóvenes no lo se dieron cuenta, Talos era bueno contando historias y la muchacha era buena escuchando. Talos no había hecho ninguna pregunta sobre el resplandor de su piel y ella no parecía notarlo.

Entonces sintieron un ruido entre las ramas de los árboles que los hizo levantarse sobresaltados del borde la fuente.

Ante ellos apareció un hermoso caballo de pelambre plateada con una crin azulada, del medio de su cabeza surgía un oscuro cuerno. El caballo se acercó a ellos y se inclinó ante la muchacha.

- No te asustes- dijo Talos sonriendo, mientras le acariciaba las crines al animal-es un unicornio, el animal más fabuloso que existe. Dicen que solamente aparecen ante los seres más puros, es decir que tu presencia lo ha traído ante nosotros. Nunca había visto uno.

- Es hermoso. - dijo la muchacha mientras también le acariciaba las crines también.

- Hay una hermosa leyenda que cuenta su surgimiento. Dicen que hace mucho tiempo existió una hermosa y buena doncella llamada Lourdes, era la hija de un rey y dedicaba todo su tiempo y esfuerzos a mejorar la vida de los pobres de su reino; sin embargo, un dios se encaprichó de ella y la persiguió tratando de robarle su virtud, ella se lanzó de una alta torre para evitar ser ultrajada. La diosa virgen Artemisa, que admiraba el valor de la joven, hizo surgir de su sangre los primeros unicornios, los cuales solo aparecían ante los seres más puros, cuya alma estuviera inundada por la luz.

La muchacha tenía una ramita de laurel enredada entre sus cabellos y Talos extendió su mano para quitársela, instintivamente dirigió la mano al rostro de la muchacha sintiendo su calor, la muchacha lo miraba y lo dejaba hacer. No pudo resistir más sus instintos y la besó suavemente en los labios, a pesar que cerró los ojos sintió ante él una deslumbrante luz.

- Espera, no puedo hacerlo- dijo la joven separándose, mientras poniendo sus manos en el pecho de él lo alejaba suavemente. - Yo ni siquiera recuerdo quien soy y tú me acabas de conocer.

- No me importa tu pasado, incluso si nunca lo recordarás no me importa quién hayas sido, fueras una princesa o una esclava. No me importa tu pasado, solo tu presente y tu futuro, quiero que lo pases junto a mí; a pesar que nos acabamos de conocer.

- ¿Puedes amar a alguien que acabas de conocer?

- No te acabo de conocer, recuerda que nos encontramos una vez- diciendo esto miró hacia la estatua- en un sueño.

En ese momento Talos volvió a acercarse a ella, tratando de alejarse la muchacha tropezó agarrándose del cuerno del unicornio. Entonces ocurrió algo mágico, el cuerno brillo mientras el fulgor de la piel de la chica se acrecentaba. Todo duró un instante.

- Acabo de recordarlo todo, ahora más que nunca te digo que debemos alejarnos, no te merezco, eres un hombre muy noble que haría cualquier cosa por su familia mientras yo abandoné a la mía- diciendo esto comenzó a llorar.

- Nada de lo que hayas podido hacer puede ser tan terrible que no pueda ser perdonado, como te dije antes no me importa tu pasado solo tu futuro pues quiero que tengamos el mismo. Ante todo, me gustaría conocer tu nombre real. - dijo Talos, mirándola fijamente.

- Mi nombre es Viviane y como dije antes no te merezco, perdí a mi madre muy joven jurándole proteger a mi pequeña hermana y sin embargo la abandoné en manos de desconocidos- mientras hablaba las lágrimas corrían por su rostro- Mi pequeña hermanita.

Talos con una de sus manos acarició su enrojecido rostro, los ojos de ambos se miraban, en ese momento nada a su alrededor importaba.

- Viviane, te amo. Fuiste, eres y siempre serás la mujer de mis sueños. No importa el antes, solamente el ahora y deseo que estemos juntos. No deseo que seas perfecta, no te pido que me bajes una estrella azul del cielo, solo quiero que mi espacio llenes con tu luz, para siempre. Ahora te pregunto. ¿Pudieras amar a alguien que acabas de conocer?

- Es que no te acabo de conocer, nos conocimos una vez, en un sueño-dijo Viviane sonriendo.

Las palabras sobraban, entonces sus labios se volvieron a unir mientras se abrazaban; sus cuerpos expresaban todo lo que no decían las palabras.

Entonces algo llamó su atención en el cielo, una estrella parecía tintinear más fuerte que las demás, se separó de la bóveda celeste y comenzó a acercarse. El unicornio se levantó y relinchó. La estrella llegó hasta frente a ellos en forma de una pequeña luciérnaga que ante sus ojos se transformó en una jovencita de cabellos oscuros, vestida con una túnica de seda azul llena de flores del mismo color, a sus espaldas tenía unas enormes alas de mariposa. Los jóvenes se separaron mientras la miraban asombrados.

- ¿Quién eres? ¿Qué eres? - preguntó Talos.

- Mi nombre es Reul Ghorm, pero pueden llamarme simplemente Azul. Nos llaman de muchas formas, muchos nos confunden con dioses o ninfas, hay quien nos llama Áes Sídhe, o simplemente hadas. Vivimos en la bóveda celeste, en un mundo que se encuentra entre el real y el mundo de los sueños; ustedes los humanos normalmente nos ven como estrellas.

- ¿Qué deseas de nosotros? - preguntó Talos mientras se ponía delante de Viviane.

- Desde nuestro surgimiento se nos dio una misión, velar de cierta forma por el destino de la humanidad, a través del mundo de los sueños, durante siglos nos hemos encargado de guiar a los humanos hacia la luz. Durante siglos nuestros reyes Oberón y Titania, las estrellas más rutilantes del firmamento garantizaron que las hadas cumplieran su divina misión; sin embargo, hace 16 años la perversa hada Mab hizo desatar una rebelión por sus ansias de poder apoderándose del trono y matando a los amados soberanos. Antes de morir los reyes le dieron a su más fiel servidor, Puck, mi amado padre, a que pusieran a la princesa heredera del trono a salvo, para eso fue enviada al mundo humano a una poderosa hechicera para que la adoptara como hija; nuestra dulce princesa logró que surgiera luz en el oscuro corazón de la encantadora cumpliendo su primera misión en la tierra, todo lo logró a través del poder del amor.

- Quieres decir que yo…- comenzó a decir Viviane, pero se interrumpió.

Azul se arrodilló frente a ella.

- Eres mi señora, la legítima heredera de la corona feérica, eres la verdadera reina de las hadas.

- No puede ser- dijo Viviane. Talos se sentía realmente como si estuviera soñando.

- Siempre has tenido la magia en ti, desde pequeña lo debes haber sentido y tu madre adoptiva se encargó de ayudarte a descubrir tu poder. Hay reglas de las hadas que no se aplican a ti, como, por ejemplo, no necesitas una varita para manifestar tu magia, sin proponértelo eres más poderosa que cualquier hada, eres la dama de blanco, la más poderosa reina que tendrán las hadas jamás y tu destino fue profetizado hace cientos de años.

- ¿Qué deseas de mí? - preguntó Viviane en un hilo de voz.

- Que ocupes tu lugar como reina de las hadas, que me acompañes a nuestro reino y te pongas al frente de la resistencia para derrotar a la malvada Mab. Ella en el tiempo que lleva de reina ha corrompido nuestro reino. Usa el mágico velo de los sueños para traer sobre los humanos las más terribles pesadillas y corromper las más puras almas humanas lanzándolas a la oscuridad.

- Eso que me cuentas es increíble- dijo Viviane sentándose en el borde de la fuente, Talos se sentó a su lado.

- Es tu destino Viviane, no puedes evitarlo. Hace unos años la reina Mab se enamoró de un valiente y noble rey, el cual la rechazó; para vengarse asesinó a la mujer que el rey amaba ocupando su lugar a través de ilusiones y engendrándole dos hijas, con su oscuridad corrompió al rey transformándolo en un monstruo, al extremo que el cruel soberano ha adoptado un horrible monstruo mitad humano mitad toro y lo alimenta con sus prisioneros de guerra. Te puedo poner muchos ejemplos más del mal que ha hecho en el mundo.

- De acuerdo, voy contigo. - dijo Viviane poniéndose de pie.

- Yo te acompaño. - dijo Talos.

- No puedes, debes ocuparte de tu familia- dijo Viviane poniéndole la mano en el rostro.

- Ahora eres parte de mi familia, eres la mujer que amo.

- Te amo y siempre te amaré, pero debo luchar mis propias batallas. – se volvió hacia Azul. - ¿Cómo consigo mis alas?

Azul sonrió.

- Pronto las tendrás, pero llevará su práctica que las uses correctamente. - entonces Azul se volvió hacia el unicornio. - Hermoso animal, pero caballo mágico equivocado.

Diciendo esto lo tocó con la varita y de su lomo surgieron dos enormes alas. Raudamente se agarró de sus crines y se montó sobre él extendiéndole las manos a Viviane, que dudaba.

- Confía en mí- dijo el hada azul.

Viviane tomó la mano que le extendía y se montó tras ella en el caballo alado agarrándose fuertemente de su cintura.

- Espera Viviane- gritó Talos, pero ya el unicornio-Pegaso volaba hacia el horizonte dejando un haz de luz atrás.

Talos cayó de rodillas al suelo mesándose los cabellos. Entonces una idea surgió en su mente, al ver caer frente a él una pluma que el caballo había dejado en su huida. Tomando la pluma gritó:

- Pronto iré por ti, mi amada Viviane.

Corrió hacia la cabaña para buscar los viejos planos de su tío, encontró diseños de grandes mausoleos y templos, bocetos que luego se convertirían en magníficas esculturas, el diseño de un increíble laberinto en cuya forma había basado su jardín, poniéndole sus propias ideas por supuesto. Por fin encontró lo que buscaba, en el fondo del baúl, varios bocetos que claramente estudiaban el vuelo de los pájaros, con anotaciones que explicaban las teorías de su tío acerca de las características anatómicas que de estos relacionadas con sus habilidades voladoras.

Pronto comprendió la estructura de las alas de las aves y como se las arreglaban para surcar el espacio, comprendió lo que necesitaba para construir lo que necesitaba para reunirse con su amada. Se percató que en los pájaros las plumas iban de menor a mayor terminando las mayores en la punta de las alas.

Rápidamente recorrió el jardín recogiendo todas las plumas que encontraran y una vez que tuvo bastantes hizo realidad el diseño de su tío, fabricando dos alas que se ajustaran a sus brazos, fue colocando cada pluma de menor a mayor, quedando al final la más pequeña correspondiendo con su hombro y la más grande en su mano, finalmente las coció una junto a otra y las pegó abajo con cera.

Demoró dos días en su trabajo terminando cuando faltaba poco para el amanecer del segundo día, solo le faltó ajustarla a sus brazos y probar que funcionaran.

Sabía que conllevaba su riesgo, pero sabía que debía afrontarlo, pronto estaría junto a la mujer que amaba o moriría en el intento.

Ya el cielo comenzaba a mostrar los purpúreos colores del amanecer cuando llegó a la cima del acantilado más alto de la isla, pues por su diseño comprendió que para poder emprender el vuelo requería cierto impulso, debía lanzarse de cierta altura para alcanzar el empuje necesario para emprender vuelo.

Entonces cerró los ojos, pensó en la última vez que había visto a Viviane antes que desapareciera en un haz de luz ante él, pensó en su resplandeciente piel, en sus plateados cabellos que relucían ante los rayos del sol, en sus ojos celestes, en sus labios de carmín cuyo sabor estaría en los suyos mientras viviera, lo que posiblemente significara unos segundos más. Abrió los ojos, extendió sus alados brazos en señal de cruz y se lanzó al precipicio, el viento le golpeaba el rostro fuertemente mientras caía, no gritó, aunque por un instante pensó que encontraría su descanso eterno en las profundidades del mar.

Poco antes de llegar al agua batió sus alas orientándose hacia arriba y vio su sueño infantil cumplirse, sentía el viento golpearle el rostro mientras batía las alas cada vez más lejos, cada vez más alto, dirigiéndose hacia el horizonte, donde vio desaparecer el unicornio alado. Mientras tanto, cada vez el cielo era más azul, el sol ya se podía observar, sus rayos comenzaban acariciarle el rostro a Talos, con una caricia suave y cálida al inicio, pero mientras más se elevaba el calor era mayor.

Entonces Talos pensó en sus padres y una lágrima le corrió por el rostro, su pecho se sobrecogió del dolor. Este se había sentido invadido con una nueva pasión que lo había inundado por completo y había olvidado a su familia, a sus padres que lo habían amado desde pequeño, que lo habían protegido y habían hecho tantos sacrificios por su pequeño milagro. Recordó la historia de su nacimiento.

…

María y José se habían conocido desde que eran adolescentes, con el paso del tiempo su amor nunca había menguado y habían sido muy felices. Habían compartido todo, en la salud y la enfermedad, conformes con estar juntos nunca habían ambicionado grandes riquezas, se habían conformado con la simple vida que le daba la pesca.

Sin embargo, algo faltaba para completar su felicidad. La pareja se percataba de esto cuando veían a los animales de su patio cuidando a sus crías y ellos en tanto tiempo no habían podido tener ninguna, eso era lo único que les faltaba para ser completamente felices.

Un día decidieron ir al templo de la poderosa diosa Atenea a rogarle por un pequeño bebé, que los acompañara en sus últimos días e hiciera completa su felicidad. Dicho templo se encontraba en la ciudad más hermosa y poderosa de ese tiempo, Atenas. 

Después de sortear un largo llegaron ante el templo de la diosa. Junto cuando se encontraban en la entrada contemplaron una terrible escena.

Justo en la entrada del templo había una miserable anciana mendiga que le extendía la mano a todos los que llegaban, fueran ricos o pobres.

Ante María y José iba un hombre que por sus vestimentas debía ser un gran señor, un príncipe o un rico comerciante. La anciana se acercó a él extendiendo la mano y este en un acto de ira le dio un terrible bofetón haciéndola rodar por el suelo, y cuando estaba allí comenzó a patearla.

- Maldita mendiga. ¿Cómo te atreves a acercarte a mí?

José no pudo soportar tal maltrato y se abalanzó hacia el abusador y con su bastón lo hizo rodear por el suelo.

- Sucio campesino, no sabes con quien te has metido, pagarás muy caro esta afrenta. - dijo el orgulloso señor desde el suelo.

- No le tengo miedo, señor. Usted tendrá riquezas y poder, pero no tiene lo que realmente es más importante en un verdadero hombre. - diciendo esto José se llevó la mano al pecho.

Mientras tanto María se acercaba a la asustada mendiga y le acariciaba el rostro.

- ¿Estás bien, querida? ¿Cómo te llamas? - preguntó María cariñosamente.

- Mi nombre es Angie, solo deseaba algún óbolo para poder comer algo. - dijo con voz triste.

- José, dale todo el dinero que traemos encima, no te preocupes por el sacrificio a la diosa de la sabiduría, mejor que el dinero sirva para ayudar a esta pobre mujer.

José sin titubear le entregó la bolsa de dinero a la anciana.

Entonces ante sus ojos ocurrió algo increíble, una luz rodeó a la mendiga, encandilando todo por un momento. María y José al dirigir la mirada a la anciana vieron a una hermosísima joven de cabellos como rayos de sol y ojos como esmeraldas, de su piel surgía un ligero resplandor. Vestía una túnica dorada que hacía juego con sus cabellos y con la dorada corona que tenía sobre su cabeza.

- Poderosa Atenea- dijo la pareja al unísono postergándose ante ella.

- Poderosa diosa, disculpe, pensé que era una simple mendiga- dijo el elegante señor.

- No todo es lo que parece- dijo la diosa dirigiéndole una mirada llena de ira- pero ahora tú serás por fuera el monstruo que eres por dentro, vivirás una miserable existencia con tu apariencia monstruosa hasta que la espada de un héroe te libere de tu sufrimiento.

Ante los ojos de la pareja el rico señor se transformó en un horrible monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Este trató de gritar, pedir clemencia, pero de su boca lo que salió fue un bramido.

- Aléjate de mí horrible bestia- gritó Atenea y el monstruo corrió hacia un bosque cercano. - En cuanto a ustedes mis queridos campesinos, ¿que vinieron a solicitar a mi templo? - su voz y su mirada se dulcificó al dirigirse a ellos.

- Poderosa diosa. -respondió María- Estamos hace muchos años juntos y hemos sido muy felices, lo único que nos falta para completar nuestra felicidad sería un hijo. - diciendo esto María inclinó la cabeza.

- Su deseo se cumplirá, en la próxima primavera tendrán un hijo que llenará de alegría su vejez. - dijo la diosa.

…

Talos lloraba, no sabía si era por la tristeza de pensar que quizás nunca volvería a ver a sus padres, o el abrazador calor del astro rey que comenzaba a quemarle el rostro. Se encontraba entre las nubes, como había soñado desde la infancia, alcanzando un privilegio propio de los dioses. Pensó que quizás el poderoso Helios lo ayudara en su búsqueda, quizás lo ayudara a encontrar el mágico reino de las hadas.

Entonces sucedió lo que menos esperaba, algo que no había previsto su mente genial. Al calor del sol la cera se derritió y las plumas comenzaron a desprenderse, trató de volver atrás, pero era demasiado tarde, había perdido sus alas y comenzó a caer desde el alto cielo hacia el profundo mar.

Dicen que cuando se está a punto de morir vemos pasar toda nuestra vida por nuestros ojos, sin embargo, Talos más que en su vida pensó en Viviane, la joven que acababa de conocer. Ante sus ojos comenzaron a pasar escenas de sus momentos junto a ella, cuando la vio por primera vez en la barca abandonada, cuando despertó ante él, su carita asombrada cuando vio su jardín, cuando sus cuerpos se hicieron uno en un baile y finalmente cuando se besaron…

Justo antes de caer al mar Talos sintió que era atrapado por la cintura y algún ser lo sostenía desde atrás, no pudo ver quién o que lo había atrapado, pero sintió un aleteo y que era elevado alejándose de las aguas. Pronto se encontró en una orilla que reconoció la de su pequeña isla, desde donde había salido a pescar tantas veces.

Al ser depositado en la orilla, Talos, se volvió para ver al ser que le había salvado la vida. Y vio ante sí a un adolescente de rubios cabellos revueltos, un par de enormes alas de cisne a sus espaldas y un ligero resplandor en su piel. Llevaba en bandolera a sus espaldas un arco con su correspondiente carcaj.

- Muchas gracias por salvarme la vida poderoso señor. ¿Quién eres? - preguntó Talos, asombrado ante la presencia del muchacho alado.

- Soy Eros, el dios del amor. - dijo el joven alado.

- Poderoso dios, entonces viene a ayudarme a reunirme con mi verdadero amor y ayudarla en su batalla por su reino. ¿Por favor se lo ruego? - dijo el joven pescador poniéndose de rodillas.

- Te ayudaré. - dijo el dios, aunque bajó la cabeza tristemente, sacó de entre sus ropas un pequeño frasco con un oscuro líquido. - Bebe esto, te ayudará.

Talos tomó el frasco dubitativo, pero lo destapó y bebió de un trago su contenido. Inmediatamente sintió un terrible cansancio y cayó rendido al suelo.

Eros sintió un aleteo a sus espaldas y al volverse se encontró ante una preciosa joven que con su sola presencia alegraría los más tristes corazones. Tenía cabellos oscuros que contrastaban a la perfección con sus ojos como lilas, tenía a sus espaldas unas enormes alas de mariposa y tenía el mismo resplandor en su piel que Eros. El hasta entonces triste rostro de Eros se iluminó.

- Mi amor. - dijo, y dirigiéndose hasta ella le dio un ligero beso en los labios.

La diosa miró tristemente al joven.

- ¿Por qué será que los mortales están condenados a sufrir tanto cuando se enamoran de seres inmortales? - diciendo esto se acercó al joven durmiente mientras por su rostro corría una lágrima- Mi querido muchacho, entiendo lo que estás pasando pues yo pasé lo mismo, lamento que tengas que sufrir tanto.

- Todo su sufrimiento desaparecerá- dijo Eros- le di a beber agua del río Leteo, cuando despierte no recordará haber conocido a Viviane.

- ¿Te parece eso justo? El amor verdadero es algo que muy pocos podemos conocer, ya perderlo es demasiado, no recordarlo jamás es peor. No sé qué es peor amar y olvidarlo o no haber amado jamás.

- Psique, si no lo hago sacrificará su vida por volver con Viviane, alguien que está fuera de su alcance. Mañana despertará en su cama y ni sus padres ni él recordarán a Viviane. ¿Quién sabe? Quizás en un futuro el amor vuelva a tener su oportunidad, como sucedió con nosotros. - diciendo esto la abrazó.

Algún tiempo después

Talos continúo su rutina de salir a pescar antes del amanecer, en el momento que la noche es más oscura, antes de la salida del astro rey.

Pero una noche todo cambió, surgió una estrella que brillaba rutilante incluso en las horas más oscuras, una única estrella que anunciaba el alba. Talos la vio y recordó la historia que le había contado su padre, de la estrella del amanecer, la más brillante y hermosa, que precedía con su salida al poderoso Helios con su dorado y reluciente carro, con dorados caballos alados.

Talos le recitó un soneto a la hermosa estrella la primera vez que la vio:

Estrella brillante, quien fuera tan constante como tú,

En solitario esplendor colgada arriba en la noche

Y observando, con eternos párpados abiertos

Como el eremita paciente e insomne de la naturaleza.

Las aguas ondeantes en su clerical tarea

De ablución pura de las playas humanas de la tierra redonda

O mirando sobre la nueva máscara caída

De nieve sobre las montañas y las llanuras.

Su padre se acercó a él al oírlo.

- Si querido hijo, la estrella del amanecer volvió, ya no habrá más naufragios, como el que hubo hace unos meses en nuestras costas, por la oscuridad de la noche, pues la estrella del amanecer ha vuelto y siempre guiará a los navegantes a puerto seguro.

Talos continuó teniendo el sueño recurrente que había tenido desde la infancia, el que le había hecho realizar su más bella obra de arte. Veía destellar a la rutilante estrella del amanecer con brillo cada más fuerte y de pronto la veía acercarse y manifestarse ante él como una hermosa joven con cabellos y vestidos plateados, llevando a sus espaldas un par de enormes alas de mariposa.

Escuchó leyendas sobre un reino entre los sueños y la realidad gobernado una bella reina siempre de blanco, que a pesar de su inmenso poder era triste y sus lágrimas hacían crecer plantas aún en los desiertos, esta poderosa soberana poseía el velo de los sueños con el cual traía sueños felices a todos los habitantes de la tierra, y sus súbditos, todas las estrellas del cielo, se encargaban de guiar el destino y proteger a los huérfanos y desafortunados del mundo.

Final alternativo

Durante la noche en que la primavera le da paso al verano, la noche en que las reglas de la magia se rompen, Talos volvió a tener su recurrente sueño, la estrella destellante, de pronto se mueve de su constante lugar en la bóveda celeste y se acerca, ante él se manifiesta en forma de luciérnaga que adquiere forma humana como una bella muchacha de níveas ropas, piel y cabellos, con ojos celestes. Cautivado por su belleza se acerca a ella, sus ojos fijos en los suyos mostrando los destellos propios del amor, sus labios de carmín lo llaman al beso. Entonces se acerca a ella, a hacer lo que su anhelante corazón desea.

Mientras tanto, en la realidad se cumplía su sueño. Una hermosa muchacha se encontraba junto a la ventana abierta observando al joven, su piel relucía haciendo relucir aún más su argentino vestido, su corona plateada llena de blancas azucenas y sus enormes alas de mariposas. De sus ojos celestes cayó una lágrima, que al caer sobre el marco de cedro de la ventana hizo surgir una hermosa orquídea blanca.

Observaba el tostado cuerpo del joven que descansaba tranquilamente, mientras soñaba. Su musculoso pecho desnudo subía y bajaba en cada aliento, sus enredados cabellos oscuros se esparcían sobre la almohada, miró los carnosos labios entreabiertos que la habían hecho sentir como nada más en el mundo, y sus manos que con su calor humano la habían hecho arder más que la quemante cercanía del astro rey.

Entonces el joven abrió los ojos, su sueño se había interrumpido como siempre cuando había estado a punto de besar a la mujer de sus sueños. Al dirigir la vista la ventana vio una increíble visión, en medio de un haz de luz observó a su princesa soñada, esto le hizo pensar que aun soñaba, pero como muchas veces nos ocurre, anheló que la fantasía no terminara. Se levantó raudamente y se dirigió a la ventana, cuyo marco estaba cubierto de plantas de orquídeas blancas florecidas.

Ágilmente saltó por la ventana y se encontró ante la mágica joven, pero los sueños tienen sus reglas que en la realidad no se cumplen. Talos se percató que necesitaba dirigirle la palabra a la muchacha antes de acercarse más a ella, pues para empezar no se veía digno de tal majestuosa presencia con la facha que andaba, semidesnudo, su rostro aun arrugado por el sueño y su cabeza coronada por una enredada mata de cabellos negros.

- Hola. - dijo tímidamente- ¿Quién eres? 

- ¿No me recuerdas? - respondió la joven con angelical voz.

- ¿Nos conocemos?

- Quizás nos hayamos encontrado alguna vez, en un sueño. - dijo la joven sonriendo. - Soy Viviane, la reina de las hadas, la estrella del amanecer.

- Eres quien custodia mi camino cada amanecer, hasta la salida del astro rey; eres el mágico ser que me visita cada noche en mis sueños, eres mi mujer soñada, a pesar que nunca seré digno de ti en mis sueños te amo. Dicen que si sueñas muchas veces el mismo sueño este se hace realidad y ahora te tengo ante mí.

- Yo también te amo, Talos. - dijo la joven mientras gruesas lágrimas corrían por su rostro, metamorfoseándose en blancas flores al caer al suelo- Aunque solo me recuerdes de tus sueños, en ese mágico mundo nos hemos encontrado y me he enamorado de ti, estoy dispuesta a renunciar a todo por ti. Estamos en la noche de Walpurgis, donde la magia tiene reglas especiales, puedo entregar mis mágicos poderes y ser humana como tú.

- ¿Renunciarías a tus poderes, a tu mágico reino, todo por mí? ¿Entonces dejaría de existir la estrella del amanecer?

- Ya he encontrado a alguien muy especial que ocupe mi lugar, una estrella azul que siempre acudirá cuando algún ser desafortunado la llame para manifestarle sus más profundos deseos de su corazón. Ahora te pregunto: ¿Me amarías aun cuando no resplandeciera ni tuviera alas, aun cuando fuera una común mortal?

- Te amaría aun cuando tu piel se marchitara después de años a mi lado, aun cuando tus ojos perdieran su brillo y tus suaves cabellos se encontraran secos como la paja. Aún más allá te amaría. - dijo Talos suavemente dándole lo que él creyó era su primer beso de verdadero amor, vio cumplirse su anhelado sueño y aunque sus ojos se encontraban cerrados sintió el brillo de la estrella aumentar.

Y así fue como Viviane, la más poderosa reina de las hadas, renunció a su magia para vivir una vida mortal al lado del hombre que amaba. Vivieron una larga vida mortal juntos, viviendo del fruto de su trabajo en su pequeña isla rodeada de mar, tuvieron muchos hijos y nietos que hicieron aún más feliz su existencia. 

Cuentan que después de una larga vida murieron el mismo día y en el instante en que abandonaron el mundo de los vivos aparecieron dos rutilantes estrellas en el firmamento, cercanas una a la otra cual dos amantes.

Moraleja

Náufraga de un amanecer,

Un joven encontró una estrella,

Al ver su brillo crecer, 

Se enamoró de ella.

Entre el amor y el deber,

A veces tienes que elegir,

No siempre te permite el destino

A tu corazón seguir.

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