Nos transportamos a Oz para cambiar el pasado en este emocionante capítulo de Once Upon a Time in Neverland, que cuenta además con la participación estelar de una verde y malvada conocida.
Chapter 17: Rainfell
F
elix
y Peter paseaban por la orilla de la playa. Era uno de esos días
nublados en los que no apetece hacer nada, durante los que siempre se
tiene sueño y pocas ganas de levantarse del surco calentito que
dejamos en nuestra manta. Pan paseaba sin ganas, ni de andar, ni de
soportar a Felix tras sí, aburrido soltó un bostezo largo y
prolongado a la vez que se desperezaba mirando al mar, pero Felix no
habló. Eso irritaba a Pan, el lost boy no había mediado palabra
desde que salieron, ni siquiera le había pedido permiso para ir con
él, ¿Qué quería?
-
Felix… - Peter iba a decirle algo, pero un estruendo que oyeron
venir desde el mar lo impidió.
-
¿Qué es eso? – Preguntó Felix.
Pan
escrutó el horizonte, veía las ondas surcar las aguas allá en
donde había ocurrido el impacto, tal vez un pez con ganas de volar,
tal vez…
-
Es un niño – afirmó Pan.
Lo
acababa de ver, había salido a la superficie y luchaba por no
ahogarse, pataleaba y daba manotazos al agua en un vano intento de no
hundirse en sus oscuras profundidades.
-
¡AYÚDALO! – Gritó Felix.
-
Quiero ver en que acaba todo esto – respondió Pan mirando al
naufrago con una sonrisa en los labios.
-
¿No lo vas a salvar? – Preguntó Felix sorprendido para su horror.
El
chico miró de hito en hito a Pan y al niño, luchaba interiormente
contra su corazón y al final no lo dudó. Dejó a Pan en la orilla y
se tiró al agua.
Se
adentró aunque nada más entrar en contacto con el mojado
elemento creyese morir de frío. Iba contra las olas pero a favor de
la corriente y pronto dejó de dar pie.
-¡OYE!
–Gritó, provocando que le entrase agua en la boca- ¡¿DÓNDE
EST…!
Impotente
veía como el niño se sumergía para no salir a flote.
-¡NO!
Felix
se sumergió, nadaba buscándolo sin éxito. Volvió a salir a flote
a coger aire y de nuevo se hundió. Buceó hasta el fondo y tocó
algo, un pie.
Lo
llamó pero de su boca solo salieron un montón de burbujas. Cogió
al niño que se resistía, lo arañaba provocándole un gran dolor,
pero aun así luchó por salir a la superficie. Abrió los ojos
irritados por el salitre, respiró hondo y aun arrastrando el cuerpo
inerte del pequeño nadó contracorriente hacia la orilla. Temía que
hubiese muerto…
Cansado,
jadeando y sin fuerzas lo soltó y se tiró en la arena. Miró el
cielo gris oscuro y rezó porque no lloviese. Pero no había tiempo
de descanso.
Se
incorporó y miró al niño, de un moreno que se tornaba azulado, con
los labios y párpados morados.
-No
por favor.
Oprimió
el pecho del niño que empezó a echar agua por la boca.
-Vamos
despierta.
El
naufrago tosió y se incorporó un poco para caer de nuevo, pero
ahora al compás de una respiración entrecortada que se unía a la
de Felix.
-Gracias
a Dios –dijo el lost boy con lágrimas en los ojos.
Cubrió
al niño con su raída y vieja capa tras ponerle también su
desgastada chaqueta, luego lo cogió con dificultad y lo cargó a su
espalda. Caminaban mientras oscurecía y comenzaba a llover, cada vez
con más fuerza desatando una inconmensurable tormenta en el camino
que había hacia Pan, extrañado de que Felix hubiese tenido un poco
de autonomía, tal y como le habían dicho unos días atrás.
De
nuevo en silencio fueron al campamento donde Peter creó una pequeña
cúpula que impedía que el agua mojase aquella zona de la isla.
-
¿Cómo puede llover aquí? – Preguntó Felix encendiendo un fuego.
-
El agua se evapora y asciende al cielo donde se condensa hasta el
sobrepeso y cae en forma de precipitación, es el ciclo del agua.
-
¿Eres omnisciente? – Se burló Felix.
Peter
sonrió con burla y creó el fuego de la nada.
-
Algo así – le contestó a Felix.
-
Creo que se está despertando – se aventuró a decir el lost boy –
el fuego le hará bien.
-
Es el chocolate lo que hace bien a los niños – afirmó Peter
haciendo aparecer una chocolatina en cuya envoltura se podía leer
Apollo - Dásela cuando despierte.
-
¿A dónde vas?
-
Tengo cosas más importantes que hacer que oír la historia
empalagosa y melodramática de un nuevo lost boy – dijo antes de
salir volando.
Felix
estaba molesto con la actitud de Pan pero jamás se atrevería a
contradecirlo.
-
No le hagas caso, es que no le gusta la gente nueva, pero al final se
acostumbra.
El
niño inconsciente empezó a moverse, señal de que despertaba.
-
¡¿DÓNDE ESTOY?! – Gritó al abrir los ojos marrones y grandes
que tenía - ¡¿PADRE?! – Miró alrededor - ¡¿QUÉ LE HA PASADO
A MI CASA? ¿Y A MI CIUDAD?!
-
¿Estás bien? – Preguntó Felix intentando calmarlo.
-
¿Quién eres? ¿Dónde me has traído? – El joven estaba nervioso
y buscaba asustado algo que poder usar de arma.
-
Soy Felix. Estás en Neverland.
-
¿Neverland? ¿Y Ágrabah?
-
¿Ágrabah? – A Felix se le despertaron de un plumazo todos los
fantasmas del pasado.
-
Si Ágrabah, de allí vengo, soy Yafar – y esas palabras cayeron
como un peso muerto sobre Felix.
Peter
se había aburrido ya de los lost boys, si eran púberes podían
tener alguna utilidad, pero críos como ese Yafar no eran más que
lastres, que encima con sus ñoñerías distraían a los de corazón
débil. Por eso se desilusionó mucho con Felix, pues haciendo el
imbécil con Yafar sólo demostraba la flaqueza de su corazón.
-
Ulima, mi madre, me enseñó a hacerlos cuando era pequeño.
-
Parece muy difícil.
-
“Parece muy difícil” – imitó Pan a Felix de una forma tan
fidedigna como cruel.
-
Toma, te lo regalo – Yafar le dio a Felix su pendiente, una extraña
joya de plumas – te quedará bien.
-
Gracias Yafar, pero no tengo agujero.
-
Ya te lo harás – rio el crío.
-
“Ya te lo harás” – imitó esta vez a Yafar a pesar de que
estaba solo y oculto tras los arbustos.
-
Entonces – preguntó Felix mientras Yafar se echaba y apoyaba la
cabeza en sus piernas – tu padre…
-
Mi padre, el sultán, me intentó matar. Trató de ahogarme en la
jofaina.
Felix
cerró los ojos impactados.
-
Sabes Yafar, a mí mi padre tampoco me quería. Me pegaba, esta
cicatriz que vez en mi cara – se la señaló – me la hizo él con
un cuchillo una noche que me negué a fregar. Me echó de casa y viví
en la calle.
Yafar
estaba conmocionado por la historia de Felix.
-Tú
y yo Felix, tú y yo podríamos hacer grandes cosas juntos. Explorar
el desierto, tal vez viajar al norte de El Bosque Encantado. ¡Buscar
sirenas!
Peter
estuvo más atento y serio que nunca a la reacción de Felix.
-
Solo Yasmín me trató mal en Ágrabah, al contrario de lo que dice
siempre Peter, la gente de tu mundo es muy buena… Eso creo yo…
Ya
había oído suficiente, Peter tenía que meterse en medio de esa
extraña pareja o se quedaría sin lugarteniente, y sabía
perfectamente a donde tenía que ir.
ACTUALMENTE
-
¿Lo tenéis todo? – Preguntó Rufio a Evan, Bae y Campanilla.
-
Espera que coja mi espada – dijo Bae cogiendo su arma de madera.
-
Me temo que eso no nos va a servir – y con movimiento de muñeca la
convirtió en una real, tan afilada que podía cortar el aire.
Se
disponían a huir de Neverland de una vez por todas.
-
¿Cuál es exactamente el plan? – Preguntó Campanilla.
-Yo
iré con otros lost boys y nos quedaremos cerca de donde está
escondido el Fragmento Estelar – explicó Evan – luego vosotros
nos dejaréis inconscientes, incluso a mí.
-
Lo contrario resultaría sospechoso – aclaró Rufio.
-
Y luego – siguió Evan – volveremos cada uno a nuestro reino.
Baelfire
advirtió como Rufio desviaba la mirada.
-
¿Ocurre algo? – Le preguntó.
-
Peter está herido – pronunció Rufio con tono siniestro.
-
¿Y? – Se extrañaron los demás.
-
Si se le hiere puede sangrar y en consecuencia morir.
-
¡¿Estás insinuando…?!
-
¡Sabes lo que insinúo Baelfire! – Lo cortó él.
-
¿Quieres matar a Pan? – Preguntó Campanilla.
-
¿A qué viene tanto remilgo? – Se enervó Rufio - ¿No veis que si
muere y su poder desaparece todos los demás niños serán libres?
-
Un acto noble deja de serlo si se ejecuta por venganza – le echó
en cara Bae.
-
¿Venganza? Matar a Peter es lo más sensato, con su poder en fuera
de juego podremos lograr la victoria.
-
Rufio – Bae se adelantó unos pasos - ¿Cuál es el propósito de
nuestra empresa? ¿Huir o matar a Pan? ¿Huir o que hagas acopio de
su poder?
-
No es huir, es obtener lo que nos merecemos. Libertad. Y el resto es
tan merecedor de ella como nosotros.
-
¿Libertad o poder?
-
Dicho poder que insinúas que quiero redundará en nuestro beneficio.
Si fracasamos y seguimos con vida pasaremos el resto de nuestra corta
existencia… Bueno, será mejor no imaginarlo, pero no desearemos
otra cosa entonces que morir. Y eso Baelfire no voy a consentirlo
nunca pues ya he pasado suficiente tiempo de rodillas.
CIUDAD
ESMERALDA, HACE ALGÚN TIEMPO
El
Palacio Esmeralda se erguía en el centro de la ciudad, hecho de oro
y recubierto de esmeraldas, era hogar de Oz el Grande y Terrible, el
mago más poderoso de todos los tiempos, o al menos eso era lo que
pensaban los habitantes de Ciudad Esmeralda.
Dos
soldados de barba y pelo verde ataviados con yelmos, armaduras y
lanzas doradas franqueaban la entrada al salón del trono. Nadie
podía ver a Oz sin cita previa.
-
Corner, Evan – chilló mujer menuda y nervuda, ataviada con un
largo vestido verde de tweed.
Un
joven de diecisiete años salió entre toda la multitud. Tenía el
pelo negro y sucio, bastante grasiento, así como el rostro surcado
por churretones de una sustancia marrón. Vestía una humilde
camisola que le venía bastante grande, estaba bastante sucia, y poco
combinaba con los remendados pantalones grises. Sus pies descalzos
estaban incluso más sucios que su cara.
-
Yo soy Evan Corner – le dijo a la mujer.
-
¡Goldstein, Anthony! – Llamó ella ignorándolo tras mirarlo con
desconcierto.
-
¡NO! ¡NO! – Gritó él interponiéndose entre Anthony Goldstein y
la secretaria – que no le engañe mi atuendo, tengo el oro, tengo
el oro que él quiere – dijo esas palabras con un aire demente y
con los ojos castaños tan abiertos que le dieron un aire chiflado -
Aquí tenéis, las monedas de oro que él quiere, son las que él
quiere.
La
secretaria las cogió y las pesó en una balanza que sostenía un
dodo verde.
-
Cuatro monedas son cuatro minutos, que empiezan a descontar ya.
Evan
Corner salió corriendo por el pasillo y entró en el salón del
trono, que como la antecámara era de oro con esmeraldas incrustadas.
Se apresuró hasta el centro de la estancia y entonces cuatro chorros
de fuego le impidieron el paso, al tiempo que aparecía la silueta de
Oz tras unas cortinas. Sí que era grande y terrible, eso fue lo que
Evan Corner pensó.
-
¡Estaba esperándote! – Dijo una voz clara, grave y potente cuyo
eco resonó con fuerza por toda la estancia.
-
Y yo llevo años ansiando verle, necesito vuestra ayuda Oz y sois el
único que podéis prestármela – hablaba atropelladamente, sólo
tenía cuatro minutos al fin y al cabo.
-
¿En qué puedo ayudarte, chico de los periódicos?
-
¿Sabes que soy el chico de los periódicos?
-
Yo lo sé todo, soy Oz el Grande y Terrible – y de nuevo los cuatro
chorros de fuego aparecieron.
-
Está bien, verás, si sabes a que me dedico…
-
A jugar al billar en la posada de las afueras… - Interrumpió Oz.
-
Sí pero…
-
A timar a los munchkins que pasan por…
-
Que sí pero déjame… - Oz no le dejaba rebatirlo.
-
¡No oses interrumpirme! Soy Oz el Grande y Terrible – y de nuevo
los chorros de fuego salieron a la luz.
-
Veréis gran y terrible Oz, yo…
-
Inclínate – ordenó él – arrodíllate y vocaliza, no se te
entiende.
De
mala gana Evan se puso de rodillas.
-
Veréis gran Oz…
-
Y terrible – lo volvió a interrumpir.
-
Y terrible – añadió a regañadientes.
-
¿Si? Sé que te preocupa algo, mas tú has de ser quien me diga
exácticamente que es lo que te aflige.
-
¿Exácticamente? ¿No querréis decir exactamente?
-
¡Yo hablo como quiero! Soy Oz el Grande y Terrible – y una vez más
aparecieron los chorros de fuego.
-
Disculpad.
-
Quedas disculpado.
El
tiempo se agotaba, sólo restaba un minuto.
-
Veréis gran y terrible Oz que todo lo puede, yo quería pediros algo
que vos poseéis en cuantía, con un poco para vivir cómodamente me
bastaría.
-
¿Oro?
-
No, no es oro, es… Es magia.
Los
cuatro chorros salieron con más potencia que nunca.
-
¡¿CÓMO TE ATREVES?! ¡¿CÓMO TE ATREVES A PEDIRLE AL GRAN Y
TERRIBLE OZ SU MAGIA?! ¡Bastardo, engendro de la inmundicia, sucio
vasallo!
-
Yo…
-
¡FUERA! ¡VETE O MUERE!
-
Pero…
-
¡FUERA! – Rugió azuzándole el fuego que se dirigió hacia él en
forma de serpiente.
-
Goldstein, Anthony, es tu turno – indicó la secretaria al ver
salir a Evan quien, afligido se dirigió a la salida del palacio,
donde un pregonero anunciaba a voz en grito el baile en honor a Oz el
Grande y Terrible.
-
Valiente farsante – dijo una voz a sus espaldas - ¿De verdad que
todos se tragan ese cuento de Oz el Grande y Horrible?
Era
un muchacho vestido con unos extraños ropajes hechos de hojas, de
ojos verdes y pelo castaño.
-
En realidad es Oz el Grande y Terrible – corrigió Evan.
-
Es Oz el gran farsante Evan Corner.
-
¿Quién eres tú?
-
Soy un mago de verdad, me llamo Peter, Peter Pan.
-
¿Acaso Oz no lo es?
Peter
sonrió, agitó su mano y proyectó una luz verde en el suelo, en
ella Evan pudo ver la sala del trono, pudo ver que tras las cortinas
a las que Anthony Goldstein hablaba sólo había un hombre en batín,
hablando por un extraño armatoste.
-
Oz es el mayor farsante de todos los tiempos mas es tu día de suerte
Evan Corner.
-
¿Tú me darás magia?
-
Te daré la potestad de tener una vida cómoda, con confort.
A
Evan se le iluminó el rostro.
-
Oh muchas gracias Peter Pan.
-
Mas deberás entregarme algo a cambio, toda magia conlleva un precio.
-
Lo que me pidáis.
-
Su inocencia – sentenció Pan.
-
¿Su inocencia? ¿De quién? – Se extrañó Evan.
Pan
le señaló con la mirada a la luz, ahora en ella se veía a una
joven pelirroja que cargaba dos cubos de agua colina arriba, una
campesina.
-
Zelena, quiero la inocencia de Zelena, la hija del leñador.
NEVERLAND,
HOY DÍA
Felix,
Evan y Devin estaban sentados sobre un tronco caído al calor de una
lumbre, aguardando el cambio de turno para vigilar el Fragmento
Estelar cuando un vendaval apagó el fuego.
“Ya
están aquí” fue lo que pensó Evan.
En
efecto, Campanilla, Rufio y Bae aparecieron de la nada, la primera
con dos cuchillos y el tercero con su sable. Rufio se bastaba con su
magia.
-
Será mejor que te lo pienses – le dijo Felix.
-
Tú cállate lameculos – respondió Rufio antes de lanzarle una
bola de fuego que Evan interceptó, desviándola con su daga – Un
buen truco – lo felicitó Rufio antes de levantarlo en el aire y
lanzarlo lejos.
-
¡EVAN! – Gritó Felix antes de que Campanilla se le abalanzase y
pusiera la hoja de uno de los cuchillos en su cuello.
Pero
Devin consiguió retener a Bae de la misma manera, y Felix aprovechó
la momentánea distracción de Campanilla para invertir los papeles,
ahora ella era la amenazada y Rufio miraba impotente a ambos lados,
no podía salvar a ambos.
-
¿A quién prefieres? – Se burló Felix – elige bien.
-
Eso, elige bien.
Rufio
miró al cielo, Pan llegaba volando.
-
¡Rufio corre! – Gritó Baelfire.
-
Oh Bae, creo que aún no es la hora de tu sacrificio – se burló
Pan.
-
Peter, por favor…
-
¿De verdad creías que ibas a ganar? ¿Qué escaparías de esta
isla? De aquí solo se va quien yo quiero.
Un
grito de dolor llamó la atención de todos, Baelfire había
propinado a Devin una patada en la entrepierna, el lost boy se
retorcía de dolor en el suelo.
-
Vaya vaya, el gusano ha aprendido a morder.
-
¡Cállate! – Bramó Bae.
Pan
se echó a reír de forma sádica, luego se dirigió a Campanilla y
le arrancó el corazón.
-
¿Qué me dices Rufio? ¿Hacemos un trueque? Tu corazón por el del
hada, creo que es justo. En cambio si decides abstenerte de negociar…
- Y Campanilla cayó al suelo cuando Pan estrujó su corazón.
-
¡No le hagas daño, ella no tiene nada que ver con esto! – Gritó
Rufio.
-
Pues claro que si – lo contradijo Pan.
-
No le des lo que quiere Rufio – musitó Campanilla entre lágrimas.
-
¡Paria silencio! – Y lo estrujó aún más.
-
¡NO! – Gritó Bae.
-
Venga, si ya todos sabemos lo que pasa al final, lo único que hacéis
es dar rodeos para alargar una historia archiconocida. Al final no
triunfan ni el bien ni el mal, sólo el poder. ¿No es eso lo que te
enseñó Cora en Wonderland?
-
¿Supiste que estaba allí?
-
Yo lo sé todo, entérate de una vez. ¿Acaso crees que
Rumpelstilskin se enteró por casualidad de tu importancia dentro de
la maldición? No. El hechizo oscuro lleva planeado lanzarse desde
tiempos incluso anteriores a mí, fui yo, fui yo quien se dirigió a
él bajo otra forma, fui yo quien movió los hilos.
-
Fuiste tú entonces quien incitó a ese duende a que ordenase a la
bruja del oeste…
-
¿Mandarte a una Tierra Sin Magia? Pues claro que fui yo.
A
Rufio se le vino el mundo abajo.
-
¡TU ME SEPARASTE DE MI MADRE!
-
Zelena tuvo opción, que hubiera pensado en otra alternativa – se
rio Pan en su cara sin percatarse de como reaccionaba Felix ante las
revelaciones.
-
¿Por qué? ¿Por qué destruiste mi vida?
-
Para mantener la vida que he tenido hasta hoy y que siempre tendré.
Felix
miró a Pan con sorpresa, no lo creía capaz de llegar tan lejos, ni
de ser tan mentiroso y manipulador. Él mismo había sido el primer
sorprendido de que Rufio estuviera en el ajo de la maldición, ¿Y
ahora resultaba que lo sabía todo?
Rufio
por su parte si que se dio cuenta de la reacción de Felix.
-
¿Ves de lo que es capaz?
-
Tu corazón – se limitó a responder Felix.
-
¡NO! ¡NO OS LO DARÉ NUNCA!
-
¿Acaso no te da pena que el hada muera? – Dijo Pan con dureza.
-
Dejadme morir, salvaos vosotros – suplicó Campanilla con el rostro
hinchado.
-
Rufio – apremió Bae.
-
Eres un crío insulso y pusilánime – se adelantó Pan hacia él –
que no está hecho para la magia, ni para la vida que quieres tener
en El Bosque Encantado.
Y
Rufio se derrumbó llorando a los pies de Pan.
OZ,
AÑOS ANTES
Zelena
era la hija de Babel, el noveno leñador de una estirpe de leñadores
y de Adelfa, la quinta de una de siervos. En Oz imperaba una norma
archiconocida e impuesta, todo el que quisiera ser alguien en la vida
tenía que esforzarse, dar lo mejor de sí, ser competitivo... Luego
a ética de cada uno quedaba si el fin justificaba o no los medios.
-
¿Cómo se supone que le tengo que robar la inocencia? – Preguntó
Evan.
-
Con un beso, bésala y su inocencia quedará guardada en ti, te la
llevarás y me la traerás a mi.
-
¿Sólo eso?
-
¿Te parece difícil? – Se burló Pan.
-
No, al contrario, es demasiado sencillo. Todas se mueren por un beso
mío.
-
Ya será menos, venga, corre, antes de que llegue a casa. Intentaré
confundirla con magia para que sea más rápido todo.
Evan
asintió con decisión y salió de su escondite, pero entonces tras
una humarada blanca apareció una mujer, alta, rubia, elegante y
bellísima.
-
Estás a punto de sucumbir a la oscuridad, el camino fácil nunca es
el correcto.
-
¿Quién eres tú?
-
Soy Glinda, la bruja buena del sur.
-
¿Ahora resulta que en Oz todos tienen magia menos yo o qué?
-
Ese Peter Pan es un embaucador, no debes… - Y Glinda se convirtió
en piedra.
-
Hemos tenido suficiente de ti Glinda, gracias por tus valiosísimos
consejos, los guardaremos en el olvido para que no les pase nada y
ahora – se dirigió a Evan – ve a por a Zelena.
Evan
se acercó a Zelena, resultó fácil, muy fácil…
-
Rufio… - Bae trató de levantarlo pero no pudo.
-
Está bien Peter, tú ganas, el corazón de Campanilla a cambio del
mío.
-
Buen chico, corre ve, tráemelo. Tienes cuatro minutos.
Pero
entonces la tierra tembló bajo sus pies, los árboles se agitaron y
el viento azuzó sus espaldas… Tres figuras fantasmagóricas, dos
niños y una muchacha, emergieron de la nada.
-
¡¿Qué diablos es eso?!
Una
de ellas la de la izquierda se acercó a Pan, era un niño con una
herida mortal en el estómago.
-
¿Rumpel? – Preguntó Peter sin poder creerlo - ¿Eres tú?
El
fantasma de Rumpel profirió un grito ensordecedor.
-
Mira a lo que has llegado Malcolm…
-
Nuestras muertes atemporales no han valido para cambiar tu sino –
dijo el niño del centro.
-
¿Quién demonios eres tú? – Preguntó Pan.
-
Me has olvidado, mas pronto me recordarás.
Y
entonces habló el fantasma de la muchacha, embarazada a todas luces.
-
Rufio, os podemos dar sólo unos minutos, aprovechadlos bien.
Rufio
asintió y vio con terror como los tres fantasmas se abalanzaban
sobre Pan y lo poseían, Campanilla aprovechó para escapar de las
garras de Felix y así los tres huyeron a la carrera.
-
¡PAN! ¡PAN! – Lo llamaba Felix inútilmente.
Finalmente
los tres fantasmas salieron del cuerpo de Pan.
-
Tus peores pesadillas despiertan otra vez Malcolm, procreadas por los
espíritus de los pocos a quien quisiste.
-
¡Nunca te quise! – Le escupió Pan, recibiendo por ello un bofetón
de Clara.
-
Entonces verás a quien nunca te quiso tampoco.
Una
luz azulada se proyectó en el suelo y en ella se vio a una mujer, de
ojos grandes y melena oscura y rizada. Estaba en un bosque
depositando un cesto en el suelo.
-
¿Quién es esa campesina?
-
Se llama Gothel – informó Clara – ella te dio a luz hace mucho
tiempo e intentó abandonarte. Mas el juez Frollo la descubrió y
tuvo que criarte, él se aseguró de ello.
Con
una sorpresa mayúscula, Peter vio como todo lo que Clara había
dicho se representaba en el suelo.
-
¿Por qué quiso abandonarme?
-
Porque – respondió el fantasma del centro – no le ibas a poder
dar nunca lo que ella ansiaba, ni porque nunca olvidaría tu sucio
origen, el más aberrante de todos.
Entonces
la imagen cambió para mostrar a otro niño de cabello castaño.
-
¿Y ese quién es?
-
Tu hermano Ricardo – sentenció Rumpel.
-
¿¡QUÉ!? – No se lo podía creer – ¿El rey Ricardo? ¿Mi
hermano? Sé que lo conocía de cuando éramos niños mas no que
fuese mi hermano.
-
Porque él sí que satisfizo los deseos de Gothel y consiguió
convertirse en rey, acosta de mi sangre claro – le dijo el fantasma
del niño desconocido.
Felix
y Peter estaban atónitos, todo había pasado muy deprisa, de tener
el corazón de Rufio ya en bandeja a estar visionando la historia
oculta de Pan. Peter no podía dejar de pensar que todo era una treta
de los fantasmas para que Rufio y el resto ganasen tiempo.
Un
hombre anciano apareció junto al joven Ricardo.
-
¿Y ese?
-
Es Merlín – dijo el desconocido – el mago más poderoso de todos
los orbes, yo puedo dar fe de ello.
Para
su sorpresa, Ricardo apareció haciendo magia.
-
Es imposible… - Musitó Pan.
-
No lo es – rio Clara – Ricardo intentó aprender magia mas nunca
consiguió nada, es un don caprichoso. Para aprender magia hace falta
sobretodo un corazón puro, y Ricardo no lo tenía.
-
¡¿Y por qué no consigo acordarme de todo eso?! – Les gritó Pan
furioso.
El
fantasma del niño desconocido se acercó a él y lo poseyó, esta
vez el sólo. Y en un remolino y un torbellino de colores Peter Pan
pudo ver toda su historia…
-
Arturo – le dijo cuando acabó la posesión.
Él
asintió.
-
Mi madre… ¿Dónde está Gothel?
La
imagen cambió, Gothel paseaba por un mercado.
-
Aguarda la maldición de la reina, la cual le dará la inmortalidad
sin tener que vivir apegada a ese colgante.
-
No, no si yo puedo evitarlo…
Pan
salió volando, dejando a un confundido Felix tras él.
CIUDAD
ESMERALDA
El
gran salón de baile del palacio de Oz el Grande y Terrible estaba
engalanado con blasones y guirnaldas doradas y verdes. Los invitados,
todos ellos, llevaban extraños anteojos hechos de esmeralda que les
hacían ver todo del color de la gema. Hasta Zelena y Evan, que
estaban entre la multitud, los llevaban.
-
Nunca pensé que vendría aquí – dijo Zelena maravillada.
-
Nunca digas nunca – se chanceó Evan caballeroso tendiéndole un
brazo.
Una
secretaria de voz chillona con un pergamino los frenó.
-
¿Nombres?
-
Evan Corner y Zelena Dreveta, del oeste.
La
secretaria apuntó sus nombres y los dejó pasar al baile. Zelena
nunca había escuchado un vals y se dejó dirigir por Evan en todo
momento, incluso cuando él la besó. Entonces el tiempo se detuvo…
-
Bravo – los felicitó Pan – y lo has conseguido antes de lo que
pensaba, si es que, ¿Quién iba a resistirse a esos labios? – Se
burló acariciando los labios de Evan - Mas cometiste un error,
confiar en mí. Glinda tenía razón, el camino fácil no es el
correcto y no es la inocencia de Zelena la que tengo, sino la tuya.
Peter
tiró de los labios de Evan y luego posó sus propios dedos,
impregnados por la saliva que había en los labios de Evan, en los
suyos propios. La sombra llegó entonces.
-
Recuerda que es poco el poder que os dará la inocencia, para lo que
pretendes se necesita coraje, un corazón fuerte y un cerebro.
-
Poseo todo ello.
-
Tu corazón no es fuerte… - Le dijo la sombra.
-
Cállate y lleva a este chico a Neverland, al fin y al cabo él sólo
quería una vida cómoda. En cuanto a la inocencia…
Peter
levantó la mano y un chorro de luz dorada apareció ante él, y pudo
contemplar escenas de lo ya pasado… Estas retrocedían a toda prisa
pero a él solamente le interesaba una, Peter recién convertido en
quien era llegando a Ágrabah.
…
Y
entonces estaba allí, como en su momento, pudo verse a sí mismo
volando hacia la casa de Amara. Tenía que darse prisa.
Caminó
por el mercado hasta que dio con el desfile.
-
Tiene de oro un montón de camellos – Dijeron los que cargaban tal
regalo para el sultán – Pavos reales con su pedigrí – Añadieron
los de detrás.
-
¡Gran Felix, que hombre es Felix, Felix Felicis! ¿Qué tendrás?
¿Qué les dará? Sufren por ti. Que salgan todas a ver, prepara el
velo mujer, que el príncipe ya está aquí, oh Gran Felix – Le
decía ahora a un grupo de jovencitas que miraban embobadas al
príncipe.
Podría
acabar con todo allí mismo, pero Felix tenía que pedir todos los
deseos y no podía alterar tanto el pasado para lo que iba a hacer.
Así que se escondió en un callejón y llamó a la sombra.
-
¡Ve al palacio, la lámpara está allí! ¡MATA!
Era
un buen plan, Felix se asustaría y pediría protección contra la
sombra, era lo que él esperaba.
Y
fue lo que pasó.
Otra
vez.
Yasmín
paseaba por los jardines acompañada de su tigre cuando advirtió
moverse algo entre los arbustos.
Se
fue acercando poco a poco, con cautela, hasta que sintió una tos
tras ella.
-
Su alteza – le dijo Pan en una reverencia.
-
¿Quién sois? – Preguntó ella lanzándole una mirada airada.
-
¡Vos estáis a punto de haceros la misma pregunta! – Y de cuajo le
extirpó el corazón - Ahora… Ahora haréis lo que yo os diga.
Esperó
hasta que la noche cayó, entonces fue el momento oportuno. Todo
saldría tal y como lo había planeado, pero no podía alterar el
pasado en demasía o el presente sería distinto, y el fin de todo
aquello era que Felix siguiese a su lado pese a todo. Sin embargo
antes de la anochecida, Pan quiso pegarle un pequeño susto a Felix.
Apareció en su habitación, él estaba conversando con Cyrus, o
mejor dicho, suplicándole perdón.
Entonces llamó su atención con
un suave carraspeo, cuando Felix lo vio le habló.
-
Menuda forma de malgastar tus deseos, como dirían en tu tierra, Dios
le da alas a quien no las necesita…
-
¿Quién eres tú?
-
Tienes en tus manos un gran poder – dijo con voz pausada.
- ¿De
qué hablas?
-
Y entiendes tan poco de el...
-
¿Eh?
-
La ignorancia será la piedra que te entierre en la muerte – Y
envuelto en oscuro humo negro desapareció.
A
Pan le gustaba todo eso, le divertía desbaratar el pasado y alterar
el presente jugando con aquel inocente Felix que nada sabía. Podía
hacer lo que le placiera.
Y
a medianoche, Peter ordenó a Yasmín que enviase a los guardias a la
alcoba de Felix, que quedó horrorizado a la vez que sorprendido por
su detención.
-
Te dije que no nos casaríamos y debiste hacerme caso, lo mismo que
al tal Cyrus. ¿Un genio? Por favor… Sólo un necio pediría un
deseo a un genio, todo el mundo sabe de lo taimados que son los
resultados. Debes aprender a escuchar a la gente o todos te
engañarán. Mas no creo que vayas a vivir lo suficiente como para
ponerlo en práctica.
-
¿Qué quiere que hagamos con él alteza?
-
Llevadlo a la picota y que los pueblerinos de Ágrabah den cuenta de
él. No es más que un farsante, el príncipe Felix Felicis no
existe… - Habló Pan a través de Yasmín.
-
¡NO NO NO POR FAVOR! – Felix se lanzó sobre la botella - ¡Cyrus
deseo estar fuera de esta habitación!
Pero
como siempre la magia es imprevisible, y Felix pasó de estar en la
habitación a estar en el estanque de los flamencos. Fue apresado y
llevado a la picota, donde, al igual que en el camino hacia ella los
pueblerinos le lanzaron tomares, huevos y piedras, y donde se
dictaminó que permanecería hasta morir de hambre o sed. Era su fin,
o lo habría sido de no ser porque una tarde, mientras varios niños
le lanzaban ratas, algo los congeló, algo que no era otra cosa que
un muchacho.
«Un
momento» pensó, «¿Un crío que vuela por el desierto?»
-
Aún no ha llegado tu hora – Dijo él desde el aire.
-
¿Quién eres? – Preguntó sin mirarlo convencido de que era un
espejismo.
-
Peter, Peter Pan, te he visto y he venido a salvarte la vida.
-
Me he cruzado con demasiados salvadores en dos días y han conseguido
que eche de menos vivir en las calles.
-
Ven conmigo al paraíso donde vivirás feliz para siempre, sin
trabajos ni esfuerzos, sin necesidad de pensar ni meditar nada, y
cuando digo para siempre me refiero literalmente a eso, pues el
tiempo está congelado y serás inmortal.
-
Ya no creo en nada.
-
Deberías, estás en un reino mágico, todo es posible.
-
Me embaucas como hizo el mercader.
-
Nada de eso, ven – Le tendió la mano - ¿Confías en mí?
-
No – dijo Felix todavía tumbado en la arena.
-
Entonces te salvaré por las malas.
La
Sombra irrumpió en escena y agarró a Felix, ascendiendo con él
hacia el cielo seguida de Pan, que resplandecía triunfante, por fin
tenía toda su magia y un pequeño trofeo al que sabría cómo
sacarle partido llegado el momento.
Peter
los vio irse volando, todo había salido bien, ahora sólo restaba
volver a Neverland.
…
Peter
lo encontró todo exactamente igual a cómo lo había visto justo
antes de ir a Oz.
-Tú
y yo Felix, tú y yo podríamos hacer grandes cosas juntos. Explorar
el desierto, tal vez viajar al norte de El Bosque Encantado. ¡Buscar
sirenas!
-
Lo siento Yafar, pero todos me trataron fatal en Ágrabah, me
mandaron a la picota, me apedrearon… Peter me salvó la vida, por
ello le debo lealtad hasta el día de mi muerte, ya que es el único
que me quiere.
Peter
sonrió con suficiencia al oír esas palabras, pero restaba algo.
Yafar no hacía más que estorbar en Neverland. Así que en cuanto
Felix lo dejó sólo para, precisamente ir en su búsqueda, Pan lo
durmió, le borró la memoria y lo volvió a arrojar al lago.
Despertaría horas después en el vertedero de Ágrabah.
HOY DÍA
El
tacón de aguja de sus botas se clavaba en la tierra húmeda mientras
avanzaba aprisa por la jungla. Ante ella un árbol se erguía, y a
sus pies había un mono con un cofre.
-
¿Ya tienes lo que necesito? – El mono chilló levantando el cofre
– Muéstramelo.
El
mono le dio el cofre que la bruja sujetó entre sus verdes manos.
-
¿Es el corazón de mi sobrino? – Preguntó ella. El mono asintió
y chilló de nuevo, provocando su risa - Espléndido – Zelena cogió
el corazón del cofre – ahora, ahora por fin podré vengarme. Ya lo
creo que sí. Peter Pan estará loco, mas yo soy mala, y la maldad
supera la locura. – El mono aulló de nuevo – ¿Que qué haré?
Ya lo verás. Mi sobrino tiene las horas contadas, y te aseguro que
no serán plácidas.
Rufio
se dirigía hacia allí, tenía que llegar a por su corazón y volver
con el resto para huir de Neverland. Le habría dado un vuelco el
corazón si lo hubiera tenido, al ver el hoyo vacía a los pies del
árbol, sin el cofre, sin el corazón…
Rufio
se arrodilló, si no tenía su corazón estaba muerto… Estaba…
De
pronto alguien cubrió su cabeza con un saco. Y antes de que le
golpeasen oyó la voz de Garfio:
-
Muy bien Mr. Smee, la gran captura del día es un magnífico
ejemplar, sugiero que lo llevemos al navío para divertirnos con él.
Definitivamente,
estaba muerto.
Mientras
Zelena sobrevolaba la zona observando el destino de Rufio, todo le
estaba saliendo a pedir de boca. La bruja pudo ver también a Pan,
volar cada vez más alto hasta perderse de vista, hasta salir de
Neverland.
me esta encantando esta historia, la forma de unir todas las historias es increíble. si alguna vez escribes un libro con esta temática te lo compro.
ResponderEliminarMuchas gracias J.Tristán (sabes que Evan estuvo a punto de llamarse Tristán? XD), de verdad todos los mensajes que he recibido a lo largo del fic han sido maravillosos ;) No es el capítulo con el que más contesto estoy, pero si te ha gustado ha valido la pena :) Saludos.
Eliminarme gusto mucho Peter y me puse al dia con tus otras fic! XD...muy bueno!
ResponderEliminarsaludos y besos a todo@s