Aquí llegan dos nuevos capítulos de "Un nuevo comienzo", el quinto titulado "Recuerdos Reprimidos" y el sexto, "Operación Swan en marcha". ¡Disfrutadlos!
Capítulo 5 – Recuerdos reprimidos
Verónica fue a hablar con Hook. Tenía malas noticias.
Mientras hablaba con Emma, había sondeado un poco su
mente, sólo para saber cómo era la maldición. Y lo que había
sentido no era bueno.
- Hook, tenemos que hablar.
- Vaya, pensé que te ibas- le dijo Hook.
- Emma me ha pedido que me quede, pero eso ahora no importa. Le he sondeado la mente a Emma.
- ¿Qué?- dijo Hook, sorprendido.- ¿Así, sin más?
- Sí, el problema es que el hechizo que mantiene sus recuerdos ocultos es muy poderoso. Demasiado para mí- dijo, bajando la cabeza.
- Espera un momento, ¿no dijiste que podías devolverle la memoria?- al parecer a Hook no le hacía mucha gracia.
- Déjame explicártelo… Resulta que si fuera sólo el hechizo, podría romperlo, pero hay algo más.
- ¿A qué te refieres con algo más?
- Me refiero a que Emma tiene una mente tan cerrada, tan poco dispuesta a creer que, inconscientemente, ha reforzado el hechizo.
- ¿Lo que dices es que no puedes devolverle la memoria?- ahora parecía desilusionado.
- De momento, no- dijo Veca. –Todavía no controlo mis habilidades lo suficiente como para devolverle la memoria.
- Vaya… Espera un momento- dijo de repente.- ¿Y Henry?
- Pues tendría que comprobarlo. De hecho, Emma me pidió que le vigilara.
- ¿Y yo qué?- preguntó Killian.
- De ti aún no se fía- dijo Verónica, con un tono malicioso.- Deberías esmerarte más con tus mentiras, porque está claro que no se lo creyó.
- ¿Cómo estás tan segura?
- Porque en el poco tiempo que te conozco, ya se me han ocurrido miles de mentiras más creíbles que las tuyas. Y tampoco te ayuda el hecho de que la ames. Lo empeora. No eres capaz de mentirle.
- Espera, espera, ¿a ti quién te ha dicho que…- Verónica enarcó una ceja- De acuerdo, si – admitió Hook.- ¿Cómo te has dado cuenta?
- Por cómo la mirabas, o es tu hermana, o estás enamorado de ella.
- ¿¡Qué!?- dijo una voz detrás de ellos.- ¿¡Tú y mi madre!?
Al parecer, Henry no
estaba tan enfermo.
- Así que tú eres Henry, ¿verdad?- dijo Veca.- No pareces muy enfermo.
- Sí, y tú eres la niñera ¿no?
- ¿Acaso tengo yo pinta de niñera?- dijo ella.- De todas formas, creo que ya eres mayor como para que tu madre contrate niñeras.
- Pues díselo tú, porque a mí no me hace caso.
- Eso ahora no importa- dijo Verónica. – Mira, Henry, yo soy una amiga de Hook, y no he venido para cuidar de ti, sino para ayudaros con la Operación Swan.
- ¿De verdad?- dijo Henry, desconfiado.- ¿Y cómo vas a ayudarnos?
- Bueno, no sé si te ha dicho Hook que tu madre y tú perdisteis la memoria.
- Sí, pero no sé qué es lo que olvidamos…
- Y para eso estoy yo aquí- dijo Veca. – Voy a devolveros la memoria.
- Vale…- dijo Henry. No le estaba gustando mucho la idea.- ¿Qué tengo que hacer?
- Nada, sólo tienes que mirarme a los ojos.
- Espera un momento- dijo Hook.- ¿No irás a hacer lo que yo creo? Porque no…
- Tranquilo, Hook, no se va a quedar vegetal ni nada por el estilo.
- Eh, ¡que estoy aquí!- dijo Henry.- Mira, estoo…
- Veca.
- Veca, me da igual lo que quieras hacer, pero que sea rápido, ¿vale?
Verónica
sonrió. Henry lo tenía muy claro.
- Bien, en ese caso no lo demoremos más- dijo ella. – Ya sabes, sólo mírame a los ojos y yo haré el resto.
- Vale.
Se
pusieron uno enfrente del otro y se miraron a los ojos. Entonces Veca
se introdujo en la mente de Henry.
En
condiciones normales, a Veca se le habría cortado la respiración.
La mente del chico estaba abierta a cualquier tipo de idea o
pensamiento, y eso hacía que fuera increíblemente rica en ideas,
recuerdos… Era impresionante.
Enseguida
localizó la barrera mágica que ocultaba los recuerdos de Henry
sobre Storybrook. El hechizo era poderoso, pero no parecía difícil
deshacerlo. Era como una jaula con una enorme cerradura, llena de
candados y mecanismos que impedían que se abriera. No tardó mucho
en empezar a abrir esos “candados”. Pensaba que sería más
complicado, pero apenas había empezado, la barrera empezó a
derrumbarse. Había tantos recuerdos ocultos por ese hechizo que
luchaban para escapar de esa “jaula”, que un simple movimiento
por su parte había bastado para que esos recuerdos pudieran escapar
por sí solos. Sonriendo para sus adentros, Verónica se retiró de
su mente.
Cuando
por fin su mente volvió a su cuerpo, vio que Henry se había
desmayado. No era la primera vez que le devolvía a alguien la
memoria, pero sí la primera que rompía un hechizo tan poderoso.
Esperaba que se despertara enseguida.
Cuando
Henry aceptó que Veca se introdujera en su cabeza, no esperaba una
sensación tan extraña. Había sentido su conciencia dentro de su
mente, cómo avanzaba entre sus recuerdos, cómo evaluaba cada rincón
de su mente. Entonces, había parado. Poco después de que parara,
había sentido cómo, uno a uno, empezaban a volver sus recuerdos,
hasta que su mente se convirtió en un barullo de imágenes. Lo
siguiente era que había perdido el conocimiento.
Ahora
se encontraba tumbado en su cama, al parecer lo habían acostado. La
puerta estaba cerrada, pero aún así, podía oír la conversación
que estaba teniendo lugar en el salón.
- …¿pero en qué estabas pensando? ¿De verdad crees que ha recuperado la memoria? ¡Podrías haberle matado! – ese era Hook. Parecía bastante enfadado. ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?
- Tranquilízate, Hook, está perfectamente- esa era Veca. No parecía preocupada.- No está muerto. Si hubiese querido matarlo, créeme, no estaríamos teniendo esta conversación.
- ¡Me da igual! ¿Y si no se despierta? ¿Qué pasará entonces? ¿eh?- nunca había visto así a Hook. Henry no le imaginaba tan preocupado por nadie, excepto, claro está, por su madre.
- ¿¡Acaso tenías alguna idea mejor!? – Veca se estaba enfadando. -¡Porque yo, al menos, he cumplido mi parte del trato!- ¿Un trato? ¿Por eso le había devuelto la memoria? ¿Por un trato? Tenía que aclarar las cosas. Decidió salir de su habitación.
- ¡Basta ya! Estoy bien- dijo Henry, interrumpiéndolos. Parecían capaces de discutir el resto del día.- Y además lo recuerdo todo- dijo, mirando a ambos. Parecía que Hook quería decir algo, pero nada. La primera en hablar fue Veca.
- ¿Ves cómo está bien?- dijo mirando a Hook.- No había por qué preocuparse. ¡Ya te lo dije!
- Perdona, ¿cuántas veces has intentado algo así?- dijo Hook. Ya empezaban otra vez.
- Puees… ¡Acaso eso importa! ¡Lo que importa es que Henry está bien y ha recuperado la memoria, pedazo de memo!- Henry hizo un esfuerzo por no reírse. Vaya par de dos.
- Serás… - parecía que Hook iba a lanzarse a por ella en cualquier momento. Bueno, ya era suficiente. Mejor separarlos antes de que llegaran a las manos.
- Venga, ya vale los dos- dijo Henry, poniéndose en medio.- Ya está todo resuelto.
- Está bien…
- Lo que tú digas…
- ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?- preguntó Henry, en un intento por evitar que se pusieran otra vez a discutir.
- Media hora o así- le dijo Verónica.
- Y habría sido menos si hubieras tenido más cuidado- le dijo Hook a Veca.
- ¡Y dale!- Veca puso los ojos en blanco.- Mira, guapito de cara, la próxima vez, vas a meterte tú en la cabeza de Emma para devolverle la memoria, ¡porque estoy harta de que cuestiones si hago bien o no algo de lo que tú no eres capaz!- dijo acercándose a él y poniéndose de puntillas.
Hala.
Ya estaban otra vez.
- ¡PARAD DE UNA VEZ!- gritó Henry.- ¿¡Es que no paráis nunca de discutir!?
- ¡Cállate, Henry!- dijeron los dos a la vez. Luego siguieron discutiendo.
Henry
se dio por vencido y se fue a su habitación. Cuando se cansaran de
discutir se encargaría de que no empezaran otra vez. Mientras tanto,
él iba a planificar la siguiente fase de la Operación Swan.
Capítulo
6 – Operación Swan en marcha
Emma miró su reloj. Las siete en punto. Ya podía irse
a casa. “Uff, qué alivio” pensó. Como suponía, le había
tocado hacer ronda, pero lo que no esperaba era que le tocara con el
imbécil de turno. Nunca había deseado tanto acabar su ronda. Así
que aparcó el coche patrulla, y sin esperar a que su compañero se
despidiera, se metió en su escarabajo y tomó rumbo a su casa.
Nada más entrar en casa, vio a Henry leyendo en la mesa
del comedor. Era el libro de Killian. Por lo visto, estaba mucho
mejor.
Se acercó a Henry.
- Hola, Henry.
Henry pegó un brinco y la miró. Seguramente ni se
había enterado de su llegada.
- Hola, mamá. No te he oído entrar.
- Bueno, ¿qué tal todo? ¿Ya estás mejor? - le preguntó.
- Sí, ya estoy mucho mejor. Y ya he hecho todos los deberes.
- ¿Hasta los de matemáticas? Tu maestra me dijo que no ibas muy bien.
- Sí, los he hecho. Resulta que a Veca se le dan genial las mates, así que me ha explicado lo que no entendía - dijo Henry.
- Bien, me alegro. Por cierto, ¿dónde está? - preguntó, extrañada.
- Se fue a Central Park hace unos minutos. Dijo que quería dibujar. Es extraño que no os hayáis encontrado.
- Sí, es extraño. Aunque no me explico que se haya ido antes de que yo llegara. ¿Te ha dicho por qué?
- No ha hecho falta - dijo Henry, medio riéndose. - Ella y Killian se llevan como el perro y el gato. Se han pasado horas discutiendo.
- ¿Ah sí?
- Sí. Tu amigo se ha encerrado en su habitación y no parece que vaya a salir. Creo que Veca se pasó un poco con él.
- Bueno… Henry, he estado pensando en lo que me dijiste el otro día, y creo que tienes razón. Creo que sería increíble que mis padres fueran Snow White y Charming, pero no sé nada de FairyTale, así que, ¿qué te parece si salimos a cenar todos a donde tú quieras y nos cuentas de qué va el libro? - según hablaba, a Henry se le iluminó la mirada. Killian tenía razón. El plan iba a la perfección.
- ¡Genial! ¿Cuándo nos vamos?
- Ahora mismo, en cuanto me cambie de ropa. Ve a avisar a Killian. Por cierto, ¿te dijo Veca dónde exactamente estaría en Central Park?
- Sí, me dijo que estaría en la Estatua de la Libertad. Quería verla de cerca.
- Bien, pues pasaremos por allí antes de ir a cenar.
Emma estaba segura de que todo ocurriría tal y como le
había dicho Killian. En el fondo, sentía que le estaba mintiendo,
pero lo que decía tenía tanta lógica que se obligó a sí misma a
creérselo, aunque no terminaba de confiar en él. Todavía no había
olvidado lo del beso, ni todo lo que le había contado sobre
FairyTale, ni todas sus rarezas. Seguía pensando que estaba medio
loco, aunque no todo el tiempo.
Hook no sabía cuánto tiempo había pasado, seguramente
una hora o dos. Ya le daba igual. Estaba sentado en la cama, con la
luz apagada. Seguía pensando en lo que le había dicho Verónica.
Habían estado horas discutiendo, hasta tal punto que ya no
recordaban por qué habían empezado. Entonces ella lo había dicho.
“Da igual que ella te amara” le había gritado “Puede que nunca
recupere la memoria, y para ella tú eres solamente un loco que se
presentó en su casa delirando sobre FairyTale que dice conocer al
padre de su hijo. Nunca te amará. Nunca”. Eso le había dolido y
ella lo sabía. Había visto en sus ojos cómo disfrutaba con su
reacción, cómo se deleitaba al ver su victoria. Esa chiquilla era
una psicópata.
Oyó que alguien llamaba a la puerta. Miró la hora. Las
siete y cuarto. “Cómo no” pensó “Ya ha vuelto Emma”.
- Adelante - dijo.
Pero, en vez de Emma, fue Henry quien entró, a la vez
que encendía la luz. No llegaba a comprender eso que Henry llamaba
“electricidad”.
- Hola, Hook.
- Hola, chico. ¿Qué ocurre? - le preguntó. Se le veía contento.
- Resulta que tu plan funciona. Mi madre quiere que le cuente todo lo que sepa de FairyTale, y me ha dicho que nos vamos todos a cenar fuera.
- ¿También Veca? - sabía cuál era la respuesta, pero aún así preguntó.
- Sí, ella también viene - dijo Henry. - ¿Qué es lo que te dijo para que estés así? - le preguntó.
- Nada que deba preocuparte, chico. No era para tanto.
- Bueno, lo que tú digas. Vamos a pasar por Central Park para recogerla.
- Bien.
- Nos iremos en cuanto mi madre se cambie.
- Vale.
Henry se dio la
vuelta para salir, pero se giró al llegar a la puerta.
- Ah por cierto - le dijo. - Será mejor que intentes aparentar que realmente vives aquí.
- ¿A qué te refieres? - preguntó Hook, extrañado.
- Me refiero a que te comportas como si hubieras nacido en el siglo XVII - dijo Henry, conteniendo una risita. - No me extraña que mi madre desconfíe de ti.
- Está bien - dijo, forzando una sonrisa. - Lo intentaré.
Unos minutos después, Emma dijo que ya estaba lista y
salieron de casa. Se montaron en el coche y fueron a Central Park,
donde se suponía que estaba Verónica. La señorita había decidido
ir a visitar algo que llamaban la Estatua de la Libertad. Le daba
igual. No se creía capaz de estar con ella mucho tiempo, pero iba a
tener que aguantarse.
Tardaron un buen rato en encontrarla. Emma ya se iba a
dar por vencida cuando la vieron sentada en un banco. Estaba
pintando. Ni siquiera se había dado cuenta de su presencia. Emma se
adelantó:
- Veca - la llamó. Ella se giró hacia donde estaban y se acercó a ellos.
- Vaya, Emma, no te esperaba. ¿Qué os trae por aquí?
- Bueno, vamos a cenar fuera, y pensé que querrías venir.
- Me parece bien - contestó. - Ya casi he terminado. Para dibujar lo que me queda no necesito las vistas.
- ¿Puedo ver el dibujo? - le preguntó Henry.
- No, lo siento. Es algo personal.
- Bueno, no importa.
- Gracias por entenderlo - dijo ella. Miró a Hook. - Tenemos que hablar. Es importante.
A saber qué le quería decir ahora. Debería haberse
quedado en casa.
- Bien, ¿de qué quieres hablar?
- En privado - dijo ella, cortante. Se dirigió a Emma y Henry. - ¿Os importa si nos quedamos un poco rezagados? Ahora os alcanzaremos.
- Está bien - contestó Emma. - No tardéis.
Una vez se
alejaron, Veca se volvió a dirigir a él.
- ¿Bueno, qué es lo que quieres ahora? - le preguntó.
- No me hagas esto más difícil ¿quieres? - contestó ella.
- ¿Qué ocurre? - por alguna razón intuía que eso le iba a gustar.
Veca suspiró.
- Está bien, lo siento ¿vale? - dijo de golpe.
- Espera, ¿qué? - le había entendido a la primera, pero quería regodearse un poco. Ella volvió a suspirar.
- No tientes a tu suerte, no lo pienso repetir.
- De acuerdo, ¿qué es exactamente lo que sientes? - la estaba cabreando, lo veía en su mirada, pero no podía resistirse.
- Vale - dijo, enfurruñada. - Siento haberte dicho lo que te dije, aunque hablaba en serio.
- Disculpas aceptadas - contestó, con una sonrisa. - Ahora te pondré al día. Emma, siguiendo mi consejo, le ha pedido a Henry que le cuente todo lo que sepa sobre FairyTale, así que nos vamos todos a cenar a donde Henry quiera, y mientras cenamos Henry le contará todo lo que sabe de FairyTale.
- Vaya, ¿y por qué nos invita a nosotros también?
- Supongo que nos toca apoyar a Swan y a su cruda realidad en caso de que la cosa se le vaya de las manos. Por cierto, ¿qué es una pizzería?
Verónica soltó una carcajada. Varias personas se
giraron para mirarlos. Hook no se rió. No entendía la gracia. Al
verlo, Veca se serenó y se lo explicó.
- Verás, Hook, una pizzería es un local donde se prepara y se sirve pizza.
- Hasta ahí llego, ¿sabes? - dijo Hook, cortante.
- Está bien - dijo Veca. - La pizza es una especie de torta de pan, con otros ingredientes por encima.
- Ah.
- Y que sepas que se come con las manos.
- De acuerdo.
- Bien.
Silencio incómodo.
- Bueno, ¿les alcanzamos?
- Vale.
A Henry le parecía haber vuelto a Storybrook, dos años
antes, cuando intentaba que Emma rompiera la maldición. Entonces no
se había dado cuenta de que ella no creía nada de lo que le decía.
Cenaban juntos, mientras él le contaba alguna de las historias de su
libro. Ella tenía todo el tiempo la misma expresión. Y ahora, dos
años después, habiendo perdido la memoria, volvía a tenerla.
Quitando ese y otros detalles, hacía mucho que no se lo pasaba tan
bien. Habían ido a su pizzería preferida, habían pedido dos
pizzas, y casi se atraganta de la risa al ver a Hook intentando coger
un trozo. Al parecer, Veca le había explicado de qué iba la cosa,
pero seguía sin entender cómo se comía la pizza. Y no ayudaba
mucho que le faltara una mano. Entre él y Verónica le habían
explicado cómo debía cogerla aprovechando que Emma se había ido al
baño. La escena había sido ridícula.
Le había contado a su madre todo lo que le parecía
importante y que debía saber. Ella le había escuchado en todo
momento, y cuando había terminado le había dicho:
- Bueno, Henry, si queremos ir a FairyTale, necesitaremos un portal. Aunque, estando en Nueva York, seguro que encontraremos la manera de llegar.
Sabía que no lo decía en serio, que era todo mentira,
pero, aún así, se sintió mejor que nunca.
Al día siguiente, empezaron a planificar la búsqueda.
Suponían que habría alguien en la ciudad que tuviera una habichuela
mágica.
- Seguramente sea alguien que esté fichado - dijo Emma. – Poca gente se cree todo eso de la magia, así que si ha intentado vender algún objeto mágico, le habrán detenido por fraude. Tendría que mirarlo.
- Mientras tanto, Killian y yo podemos investigar en zonas donde haya muchas tiendas ocultistas. Si hay alguien que tenga lo que buscamos, estará por allí – dijo Veca.
- ¿Y yo qué hago mientras tanto? - preguntó Henry.
- Tú, hijo, tienes que ir a clase y hacer los deberes.
- ¡Pero eso no es justo! ¡Yo quiero ayudar! - ¿Por qué tenía que quedarse siempre aparte?
- Tranquilo, chico, sí que hay algo que puedes hacer - dijo Veca.
- ¿Ah sí? ¿El qué? – a ver que se le ocurría.
- Desde la escuela también puedes investigar, pero debes tener cuidado de no meterte en líos. Mientras tanto ¿te importa si te cojo prestado tu libro?
- Adelante, cógelo.
- Genial.
- Bueno, ¿ya está todo planificado? - preguntó Hook.
- Sí, ya está todo.
- Bueno, pues en marcha - dijo, Veca, levantándose.
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